Es una pregunta de actualidad debido a la aparición de numerosas pistolas subcompactas y de bolsillo en los últimos años que utilizan dicho cartucho. Verdaderamente las cosas han cambiado mucho desde los tiempos en los que se cuestionaba este calibre para usos defensivos y donde se llegaba a dudar que fuese capaz de traspasar ropa gruesa de invierno.
A día de hoy poca gente cuestiona su uso como arma de “backup”, siendo para esta tarea idóneo, ya que las armas que lo usan pueden llegar un tamaño muy reducido, siendo por tanto su ratio dimensiones del arma - potencia de parada muy bueno. Esto ha sido posible gracias a las modernas municiones de tipo expansivo que le han dotado de un poder de parada nunca antes alcanzado. La duda surge cuando se le considera como calibre defensivo principal, vamos a hacer un pequeño análisis del mismo para que nuestros lectores extraigan sus propias conclusiones.
Historia del 9 mm corto
Como ya comentamos en un número anterior este calibre es obra del genio de Utah, John Moses Browning, que en 1908 lo diseñó para su pistola Hamerless .380 Auto Pistol y en 1912 lo introduciría en Europa a través de F.N. Es un cartucho que recordemos fue de dotación en ejércitos (Checoslovaquia, Italia y Suecia) y numerosos departamentos de policía Europeos en el pasado y para el cual numerosos importantes fabricantes han producido en algún momento armas.
Desde siempre ha sido muy apreciado porque ha permitido crear para él pistolas de reducido tamaño. Además la baja presión que genera este cartucho permite usar un sistema de acerrojamiento por inercia de masas, simplificando por tanto la construcción de las armas que lo usan. A este respecto una acotación sobre seguridad, es importante señalar que a raíz de la eclosión de las micropistolas en el 2008 han aparecido municiones “potenciadas”, denominadas 9 mm corto +P o .380 +P, este tipo de municiones SOLO debe emplearse en armas que explícitamente indiquen que son compatibles.
Algunos aspectos del poder parada
El tema del poder de parada es un asunto complejo en el que intervienen numerosas variables que darían para escribir un libro. Vamos por tanto a simplificar un poco el concepto y tratar de explicar por qué este calibre está en el límite de lo que se considera adecuado para usos defensivos. Los expertos en balística de efectos se refieren a varias características que determinan la efectividad de un cartucho para uso defensivo. Los más básicos son:
-La penetración: Se considera que un cartucho tiene que tener la suficiente penetración para alcanzar órganos vitales del sujeto objetivo. Además para poder cubrir todas las morfologías que puedan encontrarse, tales como individuos muy musculaos u obesos, el proyectil tiene que tener una capacidad de penetración en gelatina balística de al menos 12” (30,5 cm). Pero por otra parte no queremos que el proyectil pueda producir daños colaterales, por motivo de la indeseable sobrepenetración, es por ello que se considera el límite de la penetración en 18” (45, 72 cm).
-La capacidad de expansión: Además del factor anterior es crítica la capacidad de expansión del proyectil. Este tipo de balas hacen mayores agujeros y canales de penetración en el cuerpo del objetivo, frenando su avance e impidiendo la mencionada sobrepenetración, transfiriendo toda su energía. Para calificar a un proyectil como expansivo se considera que tiene que tener un factor de “crecimiento” de 1,5X y una retención de casi todo su peso original. Por tanto para un 9 mm si aplicamos dicho ratio deberá expandirse al menos hasta los 13,5 mm.
¿Pero qué ocurre con las del 9 mm corto?
En la actualidad casi todas las puntas expansivas del 9 mm Parabellum, 40 S&W y 45 ACP cumplen estos dos requisitos sin problemas. Pero en el caso del 9 mm corto, en base a varios tests realizados por expertos (alguno de ellos con metodología FBI), debido a su limitada carga muchas de estas municiones expansivas aunque alcanzan las 12” de penetración, no expande del todo o si expanden lo hacen demasiado rápidamente, sin alcanzar la necesaria profundidad. Siendo por tanto rigurosos, algunas de estas puntas expansivas se encuentran al límite de lo que se considera adecuado defensivamente hablando. Por lo tanto, en la mayoría de los enfrentamientos cumplirán su cometido, salvo circunstancias excepcionales.
Algunas de ellas pueden ser por ejemplo: impactamos primero en una extremidad antes de que entre en el torso, el agresor lleva ropa especialmente gruesa, el disparo atraviesa un elemento previo donde se encuentra parapetado o de forma accidental, etc. Una pequeña anotación aclaratoria sobre disparos contra individuos que visten ropa gruesa. Contrariamente a la creencia popular de que el proyectil se ve frenado por este tipo de vestimenta, lo que sucede realmente es que la punta hueca se ve obturada por el textil y no expande al atravesar los tejidos pudiendo llegar a sobrepenetrar.
La conclusión que podemos extraer es que al estar al límite en su comportamiento para uso defensivo, donde cualquier circunstancia externa puede afectarle mucho más que a otros calibres más potentes. Por lo que aún siendo válido, es preferible asegurar en una situación donde nos jugamos nuestra integridad. Es por ello que como norma general y bajo mi punto de vista, el cartucho mínimo como arma primaria que deberíamos considerar es el 9 mm P. Ahora bien, hay otras circunstancias en las que puede estar justificado su uso como: personas con condiciones físicas limitadas, situaciones especiales de ocultación, circunstancias ambientales del disparo, etc.
Fiabilidad del 9 mm corto
Para finalizar quiero señalar otro aspecto muy importante y controvertido de este calibre, la fiabilidad de las armas que los disparan. Su limitada potencia hace que algunas de ellas presenten problemas de mecanización, es por ello que aquí debemos movernos a armas de contrastada solvencia en su funcionamiento como pueden ser S&W o GLOCK, aunque naturalmente hay otras. Posiblemente este es el calibre que más y sonoros fiascos ha generado en la historia de las pistolas semiautomáticas. Recordemos la etapa de las famosas “Saturday Night Special” época donde pequeñas pistolas de bajo coste se hicieron tristemente famosas entre otras cosas por su pésima calidad.
RESUMEN
El 9 mm corto o .380 ACP es un calibre que como el buen vino ha mejorado con el tiempo, las nuevas pólvoras y la tecnología en proyectiles expansivos han hecho que pueda ser considerado el mínimo válido para defensa. Ahora bien, en mi opinión, si sabemos que es el mínimo, sólo deberíamos adoptarlo en armas de backup o condicionados por circunstancias especiales. Aunque como se suele decir: “Mejor es tener un arma, la que sea, que ninguna”.