El .40 S&W es uno de los calibres más aclamados por los tiradores deportivos del siglo XXI. Sus propiedades balísticas, a medio camino entre las del 9mm Parabellum y las del .45 ACP, le convierten en una opción muy interesante tanto para los recorridos de tiro como para su uso en las fuerzas del orden.
Culote de una vaina del .40 S&W.
El American Shot Show de 1990, una popular feria de armas cortas que anualmente congrega a numerosos aficionados a las armas en Estados Unidos, sirvió como escenario para el nacimiento del .40 S&W. De la mano de sus dos padrinos, las prestigiosas firmas armamentísticas Smith & Wesson y Winchester Ammunition, el calibre .40 emergió a la luz pública con un ambicioso objetivo: convertirse en la munición por antonomasia de las armas cortas. Para lograrlo, el cartucho desarrollado por Smith & Wesson y Winchester contaba, además de con el importante respaldo de ambas firmas, con la ventaja de presentarse como un calibre intermedio entre el 9mm Parabellum y el .45 ACP. En definitiva, una alternativa eficaz para superar el eterno debate entre ambos tipos de munición. Un debate que desde 1985, y tras la adopción oficial del 9x19mm como calibre de defensa, se había encarnizado notablemente entre la sociedad estadounidense.
Cartucho delcalibre .40 S&W
Las expectativas generadas por la aparición del .40S&W pronto calaron entre las distintas unidades policiales del país norteamericano. Una de las primeras que se decantó por esta munición fue el FBI, quien en un principio vio en el .40 un calibre con más poder de parada que el 9mm Para y con un retroceso más controlable que el generado por el .45 ACP. Sin embargo, y a pesar del innegable éxito cosechado tras su irrupción en el mercado armamentístico, hoy en día la presencia del .40 S&W en las armas de dotación oficial de las fuerzas del orden sigue siendo escasa a nivel mundial. En este sentido, todavía se encuentra muy por debajo de la popularidad del centenario 9 Parabellum, mucho más extendido y utilizado a lo largo y ancho del planeta.
Ahora bien, donde sí ha sido recibido con los brazos abiertos ha sido en el terreno del tiro deportivo. En este ámbito, la irrupción del .40 S&W ha supuesto un auténtico soplo de aire fresco y una alternativa a tener en cuenta dentro de la gama de calibres de competición. El motivo de este buen comportamiento dentro de este sector tal ve se deba a que su diseño se hizo pensando en un uso más deportivo que puramente militar, una característica que está implícita en el nacimiento tanto del 9mm Parabellum como del .45 ACP.
Una nueva apuesta por los 10mm
A pesar de que su primera aparición pública despertó un gran revuelo en la década de los 90, el .40 S&W no representa el primer intento de la industria armamentística de crear un calibre de 10mm. Varios años antes, el gurú estadounidense Jeff Cooper ya había mostrado sus preferencias por este tipo de munición para armas cortas. Concretamente, Cooper fue el padre del calibre 10mm Automatic, un cartucho equipado con un proyectil de 10mm y punta achatada que comercializó Norma y que se montó por vez primera en la pistola Bren-Ten. Sin embargo, el 10mm Automatic no contó con el respaldo de la industria y acabó sumido en el más absoluto olvido.
.22lr, 357 Sig, .40S&W y 10mm.
Otro 10mm que tampoco pudo hacerse con un hueco importante dentro del mercado armamentístico fue el .41 Action Express. Y eso que su culote era el mismo que el del 9x19mm, con lo que con un simple kit de conversión esta munición podía emplearse en las pistolas del 9mm Parabellum. Pero, tal y como le sucedió al 10mm Automatic, el calibre diseñado en 1985 por E. Whildin también cayó paulatinamente en desuso.
Viendo los dos nefastos resultados comerciales cosechados por el 10mm Auto y el .41 AE, parecía cuanto menos osado lanzar un nuevo calibre de 10mm. Sin embargo, el poder, la influencia, y el respaldo de Smith & Wesson y Winchester hicieron posible que el .40 S&W pronto se hiciera con un hueco en el mercado. Esto no quiere decir que ninguno de los tres calibres sea mejor ni peor, simplemente que tal vez uno de ellos contó con el apoyo que le faltó a los otros dos.
Munición del calibre de arma corta .40 S&W.
La versión estándar del .40 S&W que vio la luz en 1990 presentaba un proyectil troncónico de 180 grains, capaz de generar una velocidad en boca de 290 m/s. El mayor diámetro de su proyectil (10,16mm), en teoría le otorgaba, un poder de parada superior al del 9 Parabellum. Sin embargo, sus 180 grains todavía eran una carga demasiado pesada para que el arma fuera controlada fácilmente. Por este motivo, con el paso de los años los diseñadores fueron experimentando con nuevos tipos de puntas y nuevos pesos que han permitido disfrutar a los usuarios de esta munición de una gran versatilidad. En este sentido, actualmente existen puntas de múltiples formas que pueden cargarse desde los 135 hasta los 210 grains. Así, las puntas más ligeras (entre 135-165 grains) son las más apreciadas entre sus numerosos usuarios, quienes consiguen una relación velocidad-potencia mucho más equilibrada.
Además de su versatilidad, una de las principales ventajas del .40 S&W (sobre todo respecto al .45 ACP) es que puede utilizarse en armazones diseñados para el 9mm Parabellum. Esto es posible gracias a que el cartucho del .40 tiene el culote más estrecho que el resto de la vaina. Gracias a esta importante característica, muchos diseñadores armamentísticos han apostado por el calibre .40 S&W como una opción más para comercializar sus pistolas.
17 años después de su nacimiento, el .40 S&W parece condenado a vivir entre dos aguas, en una posición intermedia entre el 9mm Parabellum y el .45 ACP. Su aceptable capacidad de carga (entre 12 y 13 cartuchos en cargadores estándar), su “controlable" retroceso y su más que suficiente poder de parada le sitúan como una tercera vía dentro de la munición para armas cortas. Un calibre moderno obligado a pelearse con dos leyendas vivas de la munición. 9mm Parabellum, .40 S&W, o .45 ACP… ¿con cuál te quedas tú?