El actual mercado armamentístico ofrece una gran variedad de cartuchos disponibles para escopeta. En función de la carga de perdigones que contenga cada cartucho, obtendremos un calibre más o menos potente.
El actual mercado armamentístico ofrece una gran variedad de cartuchos disponibles para escopeta. En función de la carga de perdigones que contenga cada cartucho, obtendremos un calibre más o menos potente. Así, siguiendo el sistema de medición ideado por los británicos, podemos encontrar desde cartuchos muy pesados, como los calibres .8 o .10, a otros más ligeros como el .28, el .32 o el .410.
La munición para escopetas es una de las más antiguas de la historia. Su uso se remonta a varios siglos atrás, lo que explica la gran cantidad de tipos de cartuchos distintos disponibles. A diferencia de la munición metálica utilizada en rifles y armas cortas, donde coexisten dos clases de denominación (en pulgadas y en milímetros), los cartuchos de escopeta se clasifican en función del número de esferas que pueden obtenerse tras el fundido de una libra inglesa de plomo (453 gr). De esta forma, cuanto más bajo sea el número del calibre, mayor será el diámetro del cañón y del cartucho utilizado. Del mismo modo, cuanto mayor sea el calibre (en este sentido, por ejemplo, el .10 es mayor que el .12), mayor será el retroceso del arma.
Conocidos en el argot anglosajón como “shotshells”, los cartuchos estándar de escopeta presentan un tamaño que oscila entre los 65 y los 68 mm. Mientras que los denominados Magnum presentan un tamaño superior, llegando hasta los 76mm. Un cartucho de escopeta está formado por cinco elementos fundamentales: la vaina, el pistón o fulminante, la pólvora, el taco y los perdigones de plomo. A continuación los conocemos con más detalle.
Partes de un cartucho
La vaina es el cilindro de cartón o de plástico que contiene los componentes de la carga. Su función principal es impedir que los perdigones entren en contacto con las paredes del cañón. De esta forma, la vaina actúa como aislante de la carga, impidiendo que los perdigones se abrasen y se deformen. Por su parte, el pistón es el elemento que contiene el explosivo sensible a la percusión. Cuando el percutor golpea el pistón, la explosión que se genera enciende la pólvora. Precisamente, uno de los componentes más importantes del cartucho es la pólvora. Básicamente, se trata de un elemento químico que al estallar se transforma en gas y provoca la expulsión de los perdigones. Actualmente, el tipo de pólvora más utilizado es la nitrocelulosa gelatinizada.
El cuarto componente de un cartucho de escopeta es lo que conocemos con el nombre de taco. Esta pieza, habitualmente de corcho, lana seca, o fieltro, sirve para separar la pólvora de los perdigones. El taco actúa como un termoaislante, impidiendo que los perdigones se abrasen tras la explosión de la pólvora. El último elemento de un cartucho, y no por ello el menos importante, son los perdigones. De hecho, casi podría decirse que representan la esencia de la munición de escopeta. Los perdigones están compuestos básicamente de plomo o de acero. En función de su tamaño, se clasifican siguiendo una escala del 1 al 10, siendo el 1 el perdigón más grande y pesado. Una variante a destacar son los perdigones niquelados, más sólidos y resistentes que los estándar.
Brenneke, postas y otros proyectiles
Dentro del amplio abanico de munición disponible para escopetas, destacan los cartuchos para cierto tipo de caza mayor. Los denominados “Brenneke” se caracterizan por contar en su interior con una única bala de plomo con unos nervios longitudinales que ayudan a estabilizar su trayectoria durante el vuelo. Este tipo de munición, que suele emplearse para la caza del jabalí, presenta un rendimiento similar al que pueden ofrecer calibres tan extendidos en la caza mayor como el .30-06 o el 7mm Rem Mag. Sin embargo, su uso se limita a disparos inferiores a 50 metros, ya que a partir de esta distancia, el proyectil comienza a perder precisión y efectividad.
A parte de la caza mayor, otro uso que se le ha dado a los cartuchos con bala es el militar. En este caso, encontramos un ejemplo característico cuando en plena guerra del Líbano, los norteamericanos han tenido que echar mano de sus Remington 870 con munición Brenneke, con mayor alcance y potencia, para detener los automóviles conducidos por combatientes suicidas que se acercaban a sus posiciones.
Además de las balas Brenneke, los aficionados a la caza mayor con escopeta también disponen de un tipo de perdigones especiales conocidos como postas. Estos perdigones poseen un peso superior a los 2,5 gramos y sólo pueden emplearse en ciertos casos, como por ejemplo, en las cacerías de jabalíes llevadas a cabo en determinados países. En España, concretamente, está prohibida la caza con postas, aunque estos cartuchos se venden con absoluta normalidad en las armerías españolas.
Los cartuchos con postas ofrecen un gran poder de parada en disparos a muy corta distancia. Por el contrario, cuando el objetivo se encuentra a una distancia superior a los 20 metros, el uso de postas se torna poco recomendable, básicamente porque la dispersión de las postas hace que el disparo pierda eficacia. Respecto al uso de este tipo de cartuchos, la legislación española en materia de explosivos sólo permite el empleo de postas a las fuerzas del orden, aunque como hemos apuntado de forma breve anteriormente, esta munición goza de gran popularidad entre los cazadores y los aficionados a la escopeta en general.
En su caso, los cuerpos policiales suelen utilizar cartuchos de postas de distinta cantidad, peso y material, siempre en función del objetivo que quieran alcanzar. Por ejemplo, para la apertura o el derribo de puertas, es muy frecuente el empleo de postas libres o encadenadas. También para estos mismos fines, suele acudirse a cartuchos de alta velocidad específicamente diseñados para superar cualquier tipo de material de gran dureza.