Al hablar de “mujeres y armas”, la mayoría de los aficionados imaginará escenas poco relacionadas con el tiro… y es cierto que las mujeres son un colectivo relativamente minoritario en las galerías. No obstante, un análisis profundo de la cuestión nos puede llevar a conclusiones interesantes. Y es que en España aproximadamente el 15% de las plantillas policiales está compuesta por mujeres, llegando en algunos cuerpos al 20%. A fecha de hoy, existen cerca de 3.400 Guardias Civiles, 7.000 Policías Nacionales, 4.900 Policías Locales, 3.075 Mossos d’Esquadra (el estamento policial con mayor porcentaje de mujeres), 770 Ertzainas y 76 Policías Forales del sexo femenino. A ellas, habría que sumar cerca de 16.000 militares profesionales y 9.700 trabajadoras de Seguridad Privada. En total, unas 45.000 mujeres cuya actividad profesional está íntimamente relacionada con las armas de fuego.
Lo realmente destacable es que, a pesar de estas cifras, en nuestro país no existen programas específicos de entrenamiento que tengan en cuenta las especiales necesidades de estas tiradoras. Mi objetivo con este artículo es descubrir cuáles son esas particularidades, y dar unas pautas que permitan a las lectoras (que sin duda las habrá), aumentar su efectividad en el tiro.
Siempre he apoyado la idea de que una mujer que pretenda defenderse de una agresión, ha de utilizar un arma de algún tipo. El argumento tras esta afirmación es que, con manos vacías, una mujer nunca va a poder igualar la fuerza de un hombre o un grupo de hombres. Por supuesto que una experta en artes marciales con muchos años de experiencia podría hacerlo, pero la media real se aleja bastante de este perfil. Y en todo caso, la técnica, sin fuerza, no funciona. O al menos, en la calle no.
Sin embargo, un arma de fuego actúa como un ecualizador de fuerzas: una mujer de 50 kg puede hacer frente a un agresor de 120 kg intoxicado por alcohol o drogas (o a varios de ellos), si sabe utilizar correctamente su revólver o su pistola.
Un ejemplo similar lo encontraríamos en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. La experiencia nos dice que en intervenciones de riesgo, la diferencia de fuerza entre un delincuente y la agente es un factor muy importante. También lo es el hecho de que ciertos criminales (sexuales, maltratadores, bajo el efecto de alcohol o drogas) suelen reaccionar de forma más agresiva frente a una mujer policía. Un caso extremo sería la violación y asesinato de las 2 Policías Nacionales Silvia Nogaledo y Aurora Rodríguez el 6 de octubre de 2008. En estos casos, el arma es el elemento determinante que, o bien disuade al agresor, o bien permite anularlo con garantías.
Pero las diferencias de género llegan hasta el mundo de las armas, y la realidad es que la mayoría de las pistolas y revólveres, así como de las técnicas de tiro, están diseñadas por y para hombres. Ignorar este hecho puede afectar a cómo utilizará el arma la tiradora, e incluso puede hacer que decida no portarla (una mujer con licencia B, por ejemplo).
Las armas
Después de la fiabilidad, el segundo atributo principal de un arma es la ergonomía. Desde un punto de vista antropométrico, las mujeres poseen unas proporciones menores que los hombres, tanto en masa corporal como en longitud de las extremidades. En concreto, la mano femenina es aproximadamente una falange más corta que la masculina. Esto supone que con un arma estándar, a la tiradora le resultará más difícil alcanzar con su dedo índice el disparador, sobre todo con armas de doble acción y cargador de gran capacidad (por ejemplo, con una Beretta 92 reglamentaria en la Guardia Civil). Por ello, entendemos que la longitud comprendida entre el lomo de la empuñadura y la cola del disparador es un elemento crítico en el arma a elegir. Por esta razón, la mayoría de las mujeres prefieren armas de simple acción como las tipo 1911, Browning High Power, H&K P7, y los revólveres de armazón pequeño (tipo J). Por supuesto, armas con lomos de empuñadura intercambiables serán ideales (Walther, HK, Glock de 4ª generación).
Pero aquí no acaban los inconvenientes: aún alcanzando el disparador, cierto número de mujeres son incapaces de accionarlo, sobre todo en doble acción. Una solución puede ser aligerar la presión (cualquier armero competente puede hacerlo), o bien emplear una técnica sugerida por Ayoob, y que consiste en apretar el disparador, no con la yema del dedo, sino con la intersección de las 2 últimas falanges. De este modo, se puede ejercer una mayor presión con menor esfuerzo.
En cuanto a la potencia, con un arma ergonómica, una adecuada técnica, y práctica, una mujer puede emplear cualquier tipo de calibre. No obstante, es cierto que un alto porcentaje acaba utilizando o bien calibres más pequeños, o cargas más reducidas. En EEUU es cada vez más popular el 9 Corto (.380 ACP) por esta misma razón. Esto es un error, porque estas municiones son poco efectivas para defensa. Opino que es preferible buscar una carga más suave en el calibre elegido, que sacrificar la masa del proyectil. Reducir la potencia, y a la vez el retroceso, puede agravar los problemas de interrupciones que describiré a continuación, por lo que mi recomendación como arma más adecuada sería un revólver. Con ella podemos usar munición de grueso calibre pero con menor retroceso (.38 Special), y adaptar la empuñadura al tamaño de la mano de la tiradora, sin la limitación de que ésta deba albergar un cargador.
Otra consecuencia de una mala ergonomía es la tendencia de las tiradoras a romper el empuñamiento para acceder a los distintos mecanismos. Al hacer esto, el arma deja de estar alineada con el antebrazo, y al disparar, el retroceso del arma tampoco lo estará, produciendo fallos de extracción/ expulsión y acerrojamiento. El mismo efecto lo encontraremos si la mujer no bloquea el brazo a la altura de la muñeca: la corredera no encontrará suficiente resistencia y el mecanismo de automatismo no funcionará.
La menor fuerza en el torso se refleja en otra acción básica en el tiro: accionar la corredera de una pistola. Normalmente, un varón sujetará el arma con la mano fuerte y tirará de la corredera hacia atrás con la débil. La mujer debe hacerlo al revés, sujetar la corredera con la mano débil y empujar hacia delante con la hábil, como si tratara de alejar del arma del cuerpo. De este modo deberá emplear menos esfuerzo.
Técnicas y tácticas:
Respecto a posiciones de tiro, la más recomendable es la isósceles, ya que al utilizar todo el cuerpo como apoyo, la tiradora sentirá un retroceso menor. Algunos instructores recomiendan la Weaver, ya que opinan que interfiere menos con los pechos de la mujer (lo que en algunos casos puede suponer un problema). Sin embargo, yo creo que una postura basada en ejercer determinada fuerza con las extremidades superiores, es precisamente una equivocación si el tirador carece de esa fuerza. Utilizando Weaver, el problema del bloqueo en las muñecas se acentuará aún más, e incrementaremos los problemas de funcionamiento del arma.
Un detalle curioso es que la mayoría de las mujeres se adaptan mejor a las posiciones de tiro en cobertura que los hombres. Esto es debido a que tienen el centro de gravedad más bajo, y a que disponen de unos 30 grados más de flexibilidad en la pelvis. Otra ventaja de la tiradora femenina es que, al parecer, le afecta menos el estrés que a los miembros del sexo masculino. Tests realizados en el Lethal Force Institute monitorizando las reacciones de hombres y mujeres en situaciones de gran estrés, mostraron que los niveles vitales tardan más en elevarse en las mujeres. Por supuesto, todo depende del entrenamiento, aunque una vez más se ha demostrado que las tiradoras aprenden más rápidamente, quizás por la ausencia de un factor común en los alumnos masculinos: su “competitividad” con el instructor. Las mujeres aceptan más fácilmente la autoridad del profesor, sin tomarlo como una jerarquización obligada.
En cuanto a las tácticas en sí, básicamente deberán usar las mismas que sus homólogos masculinos: cumplir las “reglas del tiroteo” (lleva el arma siempre), mantener una actitud táctica (reconocer las amenazas y situarse siempre en la mejor posición posible para hacerles frente), y por supuesto, si hay que actuar, hacerlo decididamente. Un factor esencial, como señalé anteriormente, es la distancia. Ya sabemos que la distancia es nuestra amiga, que favorece al tirador que ha entrenado y que en ella se basa la ventaja que ofrece el arma de fuego. Pero en el caso de la mujer es aún más importante, ya que se verán en serias dificultades si llegan a lo que llamamos CQB: la mayoría de técnicas basadas en bloqueos/ forcejeos/ golpes al adversario no funcionarán por la diferencia de fuerza. Por tanto, recomiendo aumentar la distancia o situarse de forma que existan la mayor cantidad de obstáculos entre el agresor y la tiradora, una vez sea consciente de que existe una amenaza (condición naranja).
Otro factor importante cuando hablamos de armas y mujeres es “donde” portar el arma. La cadera de la mujer es mucho más pronunciada que la del hombre. Esto hace que si colocamos la funda en un lateral, la empuñadura no queda perpendicular al suelo, sino que se inclina hacia el interior siguiendo el contorno de la cadera. El resultado es que la empuñadura, la rabera de ésta y la corredera o el martillo percutor quedarán apoyados sobre las costillas flotantes, causando serias molestias. Otra funda incómoda por motivos obvios es la sobaquera. Sin embargo, no debemos caer en la tentación de usar bolsos o bandoleras para portar el arma. ¿Cuál es el primer objetivo de un ladrón?, ¿qué es lo primero que soltamos al sentarnos en un bar, el coche, etc.?, ¿cuánto tardamos en alcanzar un arma en este tipo de “fundas”?.
En realidad, existen varias alternativas viables: la primera es mover la funda alrededor de la cintura evitando la posición FBI, y pasando a la Kidney. O bien, colocar el arma en la zona anterior del cuerpo, bien en la posición Appendix, o en cruzado frontal. Es de destacar que las fundas interiores serán más molestas que las exteriores, por la razón antes mencionada.
Un tipo de funda muy recomendable es la llamada Belly band. Consiste en una faja que incluye la funda del arma cosida. La pistola o revolver quedaría situada sobre el abdomen, y la alcanzaríamos a través de un botón desabrochado o un velcro. Sobre todo es muy recomendable para mujeres embarazadas, ya que la faja se adaptaría a la curvatura del abdomen hasta muy avanzada la gestación.
A continuación incluyo varios enlaces a páginas que ofrecen este tipo de artículos:
https://womensholster.blogspot.com/
https://www.smartcarry.com/
https://masterofconcealment.com/pgroup_descrip/266_Belly+Band/3894_Kramer+T-Shirt/
Así como varias webs y blogs con información interesante sobre el tema:
www.womenshooters.com
www.womenandguns.severtalk.in
Por último, recomiendo encarecidamente la lectura del libro “Armed and female” de Paxton Quigley, auténtica autoridad en la cuestión. Tras la violación de una amiga, Paxton se convirtió en la principal activista por el uso de armas de fuego para defensa entre mujeres. Esta es su web:
https://www.paxtonquigley.com/