Existen varios tipos de movimientos en el cuerpo humano. Unos son voluntarios, como el de las manos cuando escribimos. Otros son involuntarios, siendo uno de ellos el del corazón. Y otros más interesantes son los movimientos reflejos. Un ejemplo de ellos se da en la consulta del doctor cuando nos golpea, por debajo de la rodilla y, a consecuencia de esto, la pierna se mueve, quieras o no quieras.
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En general, los movimientos del cuerpo se generan gracias a contracciones musculares. Éstas vienen dadas por una orden directa de nuestro cerebro y son el resultado de una decisión consciente.
Pero los músculos también pueden ser activados por señales que vienen de otras partes del sistema nervioso. Por lo tanto, el movimiento creado sería una contracción muscular que no es el resultado de una decisión tomada por nosotros mismos, es decir, no es una decisión consciente. Esto suele pasar cuando el cuerpo ha de reaccionar rápidamente ante una situación inesperada o cuando está bajo un fuerte estrés.
Existen unas situaciones en las que pueden aparecer movimientos de una gran contracción muscular. Éstas son:
1. La pérdida del equilibrio corporal.
2. Un sobresalto.
3. Una contracción simpática (o refleja) entre miembros superiores.
En lo relativo al punto 1, cualquier persona que ha ido tranquilamente por la calle y ha resbalado inesperadamente, ha comenzado a realizar unos movimientos muy rápidos, tanto de piernas como de brazos, para evitar la caída y recuperar el equilibrio perdido para no caer.
En el punto 2 es similar. Cuando oímos un ruido fuerte o nos asustamos por algo inesperado, el cuerpo reacciona de la misma manera. Se contraen los músculos y lo primero que hacemos en subir los hombros y recoger el cuello, como cuando vamos andando en un día de lluvia, pero mucho más rápido. También las manos se cierran y los brazos se repliegan hacia el centro del cuerpo, haciendo que éste se aparte de la zona de donde proviene el supuesto peligro. Es como si quisiéramos hacernos más pequeños. Supongo que esto será porque, al agacharse, el centro de gravedad baja y somos más estables y, de esta manera, podemos controlar mejor nuestra estabilidad.
El tipo de contracciones involuntarias que se producen en estas situaciones son rápidas y hace que todo el cuerpo se contraiga. Si en ese momento nos estamos moviendo con un arma en la mano, y el dedo en el disparador, y nos resbalamos o tenemos un sobresalto, los dedos de la mano podrían contraerse y realizar un disparo no intencionado.
El punto 3 es el que más nos interesa, pero no hay que perder de vista los dos anteriores, porque también son importantes. El término “contracción simpática” hace referencia una contracción involuntaria que podría suceder en los músculos de un lado del cuerpo, cuando los mismos músculos del otro lado están haciendo una acción intencionada y enérgica. Esto puede pasar en extremidades simétricas, como son los brazos, manos o dedos. Esto es lo que conocemos como “Reflejo Interlimb”.
Lo de “interlimb” es debido a que está implicado en esto el “sistema límbico” del cerebro y la conexión que tienen ambos hemisferios o “limbos” entre sí. Este sistema está formado por varias estructuras cerebrales que permiten conectar ambos hemisferios. Esto hace que un movimiento de un lado pueda realizarse por reflejo en el otro lado, ya que este sistema se encarga de regular las respuestas del cuerpo a ciertos estímulos, sobre todo bajo un fuerte estrés.
¿Pero qué es el “Reflejo Interlimb”?
Los movimientos que se producen en zonas del cuerpo que son simétricas, como las piernas, ojos, brazos o las manos y sus dedos, producen un reflejo de movimiento en un lado a consecuencia del movimiento inicial del lado opuesto.
En el caso de los miembros superiores, los cuales son los que más nos interesan por nuestro trabajo, este tipo de reflejo es una contracción involuntaria de los músculos de los dedos y de la mano del tirador, que puede comenzar por la compresión de la otra mano, siempre partiendo de una situación de estrés muy intensa como sería la de un enfrentamiento armado. Eso puede hacer que una mano realice el mismo movimiento que la otra sin ningún tipo de intención por parte del tirador, todo ello provocado por un reflejo.
Un ejemplo de ello sería al agarrar a un delincuente, abrir una puerta, cerrar el puño para golpear, con la mano débil y, a consecuencia de ese movimiento, provocar un reflejo que obligase a la mano fuerte a realizar la misma acción y presión. Por lo tanto, bajo estrés, cuando una mano aprieta, la otra también aprieta, cuando los dedos de una mano se cierran, en la otra mano se cerrarán y al contrario. Cuando estamos bajo una gran tensión o estresados, si una mano abre, la otra abrirá.
Esto sucede porque los hemisferios cerebrales que se encargan del aparato locomotor (del movimiento) están conectados entre sí por fibras cerebrales. Es por eso por lo que no podemos aislar estos movimientos. Éstos son muy difíciles de evitar y podría desembocar en un disparo no deseado, si tenemos el dedo índice donde no debería estar.
Este tipo de reflejo o contracción simpática, en los miembros superiores, se divide en dos partes:
a) En la contracción de los dedos de una mano, cuando nuestra intención es mover unos dedos determinados.
b) La tendencia de una mano o sus dedos a realizar movimientos similares, a pesar de que nuestra intención es hacerlo con una sola mano o sólo con los dedos.
Este segundo apartado es el que más encaja en la descripción de “Reflejo Interlimb”. Existe más probabilidad de que suceda en condiciones de estrés y por tener las manos muy próximas entre sí.
Estas contracciones no son controladas por el cerebro, sino por la Meninge, lo que provoca que el componente de “intencionalidad” desaparezca. Lo que hace ésta es liberar una enzima que bloquea el cerebro (bloquea el sistema parasimpático), dejando así que trabaje el sistema simpático del cuerpo. Este sistema forma parte de lo que conocemos como “cerebro primitivo” y no podemos controlarlo.
Un caso que se podría dar es que si tenemos un linterna o una carpeta en la mano y en la otra el arma, no podríamos soltar el objeto para poder montar la pistola. Esto me lleva a recomendar a los compañeros que trabajen con cartucho en recámara.
Antecedentes y análisis sobre el tema hay unos pocos. Ya en 1991, en el Centro de Entrenamiento del FBI (Quantico, Virginia) se hizo un estudio en el cual se demostró que la mano era capaz de contraerse, de manera repentina e involuntaria, con un máximo de 25 libras de presión (más de 11 kgs) a causa de un sobresalto. Presiones parecidas se pueden dar también por culpa de un tropiezo o por un intento de recuperar el equilibrio. También existen dos estudios médicos publicados en el “US National Library of Medicine National Institutes of Health”, que tratan sobre “el riesgo de disparos involuntarios en armas de fuego” (The Risk of Involuntary Firearms Discharge), realizado con una pistola que tenía sensores para registrar la presión realizada en la mano y en el disparador del arma.
En el primer estudio, 34 policías fueron elegidos, de forma aleatoria, para reaccionar ante unas situaciones predeterminadas, utilizando la pistola preparada con sensores. El resultado fue que los policías podrían, en ciertas situaciones, no sólo tener contacto con el disparador, sino que este contacto podría incluso pasar inadvertido. Siete de los 34 participantes (20,6 %) apoyó el dedo sobre el disparador en algún momento durante las pruebas, infringiendo así el protocolo de seguridad de mantener el dedo fuera del disparador en todo momento, hasta que se tome una decisión consciente de realizar el disparo.
En el segundo estudio, 25 participantes (12 hombres y 13 mujeres entre 21 y 39 años) realizaron 13 tareas que requerían el uso de diferentes extremidades, pero eran movimientos específicos de un solo limb o hemisferio cerebral, mientras sujetaban la pistola con sensores que registraba la fuerza ejercida.
Los resultados que demostró este estudio indicaban que la actividad motora realizada por las extremidades en otros limbs o hemisferios conduce a un aumento significativo en la fuerza de agarre que ejercemos sobre un arma de fuego; y que la presión resultante sobre el disparador, por culpa de las contracciones musculares involuntarias, puede ser suficiente para vencer la presión del disparador de la mayoría de las armas policiales. Estas pruebas proporcionaron la evidencia científica del hecho de que es posible que un policía, bajo un fuerte estrés donde esté en juego su vida, puede realizar un disparo involuntario o no deseado, por culpa de la presión ejercida en la mano contraria a la del arma.
En resumen, en una contracción muscular involuntaria, a causa del estrés, lo que hace una mano, lo hará la otra (las dos agarrarán, soltarán, etc). Por lo tanto, cualquier cosa que hagas con una mano podrá causar un “reacción simpática” y causar el “Reflejo Interlimb” (abrir una puerta, agarrar a alguien por la ropa, cogerte a algún sitio cuando caes o resbalas, pulsar el botón de la linterna, etc). Este es el motivo por el que tienes que entrenar transiciones a la funda antes de “llegar a las manos” con un sospechoso. Lo que nos lleva a pensar que hay que portar una funda que nos permita introducir el arma y que ésta quede retenida. Por supuesto, las típicas fundas de cuero no permiten esto muy bien. Deberíamos decantarnos por fundas de nivel II o III de polímero.
Una cosa a tener en cuenta son los hechos que narran los policías que han estado en un enfrentamiento armado, los cuales describen que existe un gran deterioro de casi la mayoría de las habilidades más rudimentarias con el arma. Uno de los desafíos, para los instructores de tiro, es que la gente tenga un entrenamiento adecuado para enfrentarse a los efectos del estrés que aparecen en un enfrentamiento armado.
Una fórmula fácil de recordar para que no se produzca un disparo involuntario sería “fuera blanco, fuera gatillo”. Es una frase sencilla y que nos puede ayudar en momentos de estrés con el arma. Por eso hay que tener siempre fuera el dedo del disparador y apoyado en el armazón, no el guardamonte, ya que éste podría resbalar e introducirse dentro, con fatales consecuencias. Si apoyamos el dedo índice en el guardamonte, podría resbalar y presionar el disparador.
Pero está claro que un entrenamiento frecuente de situaciones lo más realistas posibles es la mejor herramienta que tenemos. Aunque este entrenamiento no bloqueará por completo los efectos del estrés, nos puede servir para disminuir la pérdida de las habilidades, a través de haber entrenado unas respuestas motrices para que éstas nos salgan de manera natural.
Nada que no hayamos entrenado con anterioridad nos saldrá por primera vez bajo estrés. Lo que puedas hacer será el resultado de tu entrenamiento. Si tu entrenamiento es bueno, lo que saldrá será bueno, pero si tu entrenamiento es nulo o pasas de formarte, no esperes un milagro.
Y si en tu cuerpo no encuentras la formación adecuada, no vale como excusa. Fórmate por tu cuenta. Si algún día te sucede algo, lo agradecerás. En tu mano está la solución.