Existe una regla conocida en el mundo anglosajón conocida como la Regla de las Tres Erres. Esta regla mantiene un principio de actuación basado en la importancia de tres conceptos en el entrenamiento: Reciente, Relevante y Realista.
• Reciente: No dejar que transcurra mucho tiempo entre un entrenamiento y otro, de forma que los conceptos adquiridos en el último siempre se mantengan recientes en el siguiente, evitando el principio lógico de la perdida de aptitud por inactividad.
• Relevante: Entrenar en base a un criterio de selección de los ejercicios que nos puedan ser más útiles en nuestra función diaria. Es decir dar prioridad al arma corta individual, si trabajamos de noche al tiro nocturno, y aunque trabajemos toda clase de técnicas, dedicarle el tiempo en función de su posible utilidad.
• Realista: Tratar de realizar el entrenamiento con los medios y situaciones más parecidas a la realidad de lo que nos podremos encontrar en la calle.-
Sometimiento a estrés
Como hemos comentado con anterioridad, en España se adolece de un entrenamiento que se asemeje, en lo posible, a la realidad de un enfrentamiento.
Son muchos los inconvenientes que hacen que en las diferentes unidades no se intente aproximar los ejercicios de tiro a las situaciones que pueden aparecer en la calle: el miedo a innovar, el riesgo de complicar ejercicios, la falta de actualización de los instructores... muchos y determinados factores que nos mantienen anclados en una preparación arcaica e ineficaz a todas luces.
Como hemos visto uno de los factores más determinantes en un enfrentamiento armado es el estrés. Según definió Bruce K. Siddle (1995), “La tensión del combate es la percepción de una amenaza inminente, propia o ajena, de recibir una lesión grave o mortal, bajo condiciones donde el tiempo de respuesta es mínimo”.
Al entrar en combate, nuestro cuerpo genera una serie de hormonas que ocasionan unas alteraciones fisiológicas que determinan la activación del mecanismo de autodefensa, entrando en una dinámica que se conoce como “luchar o huir”, pudiendo llegar a situaciones de lucha irracional o huida irracional. La mayoría de los ataques que se producen con cualquier tipo de arma, se realizan por sorpresa, generando un shock en el agente que lo recibe llegando incluso a quedar paralizado por el mismo.
Distancias de reacción
La inmensa mayoría de los enfrentamientos armados, se producen en distancias inferiores a siete metros y sobre todo entre 0 y 3 metros. Ante esta circunstancia, se debería tener en cuenta un entrenamiento que se asemeje en lo posible a reaccionar con rapidez en tan corta distancia. Se ha de sobreponer a la lógica tendencia a huir, puesto que seriamos un fácil blanco por la espalda. Se conocen casos de agentes que en USA, se entregaron a sus atacantes, con la creencia que podrían salir vivos, siendo el resultado que muchos fueron asesinados hasta con sus propias armas. Ante todo se ha de tener una clara predisposición a sobrevivir.
La reacción de defensa ha de ser instintiva, reduciendo silueta y sobre todo moviéndonos lo más rápido posible para salir de la línea de tiro. Una vez desenfilados es prioritario empezar a disparar a su vez para poner al atacante en una situación de autodefensa, que le impida o al menos le dificulte su capacidad de seguir disparándonos.
Técnicas y tácticas adecuadas
Una técnica adecuada y ensayada, genera la memoria neuromuscular necesaria para la correcta adaptación a las condiciones del combate. La forma más recomendable para desarrollar una técnica valida es el entrenamiento en seco, la repetición de maniobras cotidianas de uso del arma (extracción, encare, apunte y disparo), genera la suficiente capacidad instintiva para que en caso de una situación real afloren de forma espontánea y rápida.
Dentro de estas prácticas deberemos diferenciaremos entre:
- Técnicas previas al disparo.- La posición de tiro que utilicemos, el desenfunde, un correcto agarre el encare y la presión del disparador.
- Posterior al disparo.- cambios de posición de tiro, reducción de silueta y cobertura y recargas tácticas.
- Después se han de llevar a cabo estos mismos ejercicios con fuego real para garantizar un correcto adiestramiento.
- Tácticas defensivas.- lo realmente importante ante un ataque que ponga en peligro nuestra vida es adoptar las tácticas necesarias que nos aseguren la supervivencia.
Pero hemos de ser conscientes de que no siempre podremos disponer del uso de nuestra arma para lograr esa supervivencia, ante esto tenemos que contemplar otros aspectos no menos importantes como el conocimiento de las tácticas necesarias para bloquear, desviar o neutralizar este ataque mediante el uso de artes marciales o técnicas de lucha que impliquen ese enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
Ante la sorpresa y la incapacidad de desenfundar nuestra arma lo importante es una primera actuación que nos permita separarnos del agresor y ganar el tiempo necesario para alcanzar nuestra arma.
Queda claro que cuando luchamos por nuestra supervivencia, se requieren tácticas especiales que garanticen la misma. Es por esto que el aprendizaje del tiro táctico requiere mucho más que el simple entrenamiento con el arma, debemos enfocar nuestra actitud al conocimiento de las técnicas auxiliares para el esquive, bloqueo o retención.
Salir de la zona de muerte
Ante un ataque inesperado, no siempre es posible disparar como primera opción.
Prioritariamente nos debemos de plantear salir de la zona de peligro, espacio que el agresor puede controlar y en el que nos encontramos bajo el fuego hostil. Ante esta situación lo más recomendable es abandonar la zona letal poniendo la mayor distancia posible frente al adversario, esta reacción no se debe tomar como cobardía sino como SENTIDO COMÚN.
Otra cuestión a tener en cuenta es la de facilitar, en cuanto la situación lo permita, la máxima información por trasmisiones a los compañeros con la doble finalidad de solicitar ayuda e impedir que estos se puedan meter en la zona de muerte imprudentemente.