Para entender la historia debemos asimilar ideas y condicionantes de cada época, por ello nos referimos a una Ley, conocida como la Ley del péndulo, por su principal característica: la oscilación de un extremo a otro.
Según la RAE, se define como terrorismo a “la sucesión de actos violentos para infundir terror”, entre otras acepciones. Como ya afirmaba Maquiavelo en 1532 en su obra El Príncipe, “Es más seguro ser temido que amado”.
En España tuvimos, (sí aunque suene raro: Tuvimos), una época en la que un grupo de asesinos amparados en un pseudo nacionalismo independista, utilizaron el terror indiscriminado para llevarnos a una situación al borde del caos.
Quizá alguno pueda pensar que es exagerada esta afirmación, pero parto de un punto de vista bastante coherente: Yo estuve allí.
En la década de los 80 las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado habíamos perdido la calle. Sí, ETA nos estaba ganando, como refiere el General Rodríguez Galindo en su libro: Mi vida contra ETA, nos limitábamos a proteger a nuestras familias y los cuarteles. Por suerte hoy todo eso ha pasado, ¿o no?
Tal vez deberíamos pararnos a pensar que nuestro país no es tan importante, especial o bien amado por los terroristas islámicos, puede que alguno crea que la técnica del avestruz le va a librar de ver en su ciudad lo que está pasando en Europa, pero Yo tal vez sea demasiado pesimista y creo que no tardaremos en vernos como Alemania o Francia.
En los años 80 luchábamos contra un enemigo definido, que tenía miedo a morir y que utilizaba ataques en los que primero buscaban su huida, hoy tenemos enfrente a auténticos psicópatas que se inmolan por su ideal. Yo después de muchos años de adiestramiento, experiencia en detenciones, entradas, registros, etc., no sé cómo puedo enfrentarme a una panda de descerebrados, que no tienen más objetivo que sembrar el terror y acabar con lo que conocemos como civilización.
Quizá sea el momento de empezar a plantearnos si el adiestramiento, formación, equipamiento y disponibilidad de las fuerzas y cuerpos de seguridad es el idóneo. Sería fácil decir que estas carencias provienen de la crisis, pero sería una falacia semejante afirmación. No podemos pretender tener unidades policiales en la calle, cualquier cuerpo, dotados de medios básicos y poco seguros, con poco personal y pretender afrontar el problema que nos acecha.
Visto cuales son las circunstancias reales podemos plantearnos algún tipo de prevención. Sí deberíamos empezar a:
· Dotar a todos los Agentes que patrullan nuestras calles de chalecos balísticos individuales.
· Que en cada unidad se disponga de armas largas proporcionales a las que los terroristas emplean.
· Eliminar la patrullas unipersonales
· Reforzar la plantilla escasas de personal
· Establecer un adiestramiento de tiro periódico, actualizado, real y con instructores seleccionados y formados.
· Formar en táctica policial y apreciación de lenguaje corporal.
· Mentalizar sobre la necesidad de incrementar las medidas de autoprotección.
Quizá alguno piense que estoy siendo alarmista y exagerado, pero saben cuántos disparos hace un policía de calle al cabo del año: una media de 50, con técnicas de tiro olímpico y sin ningún tipo de formación práctica. Sí cuando digo esto me refiero a que los ejercicios de tiro, en la mayoría de unidades, se limitan a comprobar que las armas funcionan y que el tirador acierta un mínimo de impactos.
Cuando se realizan estas prácticas de tiro, el instructor o jefe que dirige el ejercicio, se concentra en leer las normas de seguridad, ordenar que se efectúen una serie de disparos a unos blancos estáticos, a una distancia superior a diez metros y comprobar que se ha tenido más o menos habilidad y sobre todo que no ha ocurrido ningún incidente.
Y alguien piensa, ¿qué este agente con una pistola, sin chaleco, con esa formación se puede enfrentar a un suicida armado con un AK-47?
¿Estamos preparados para detectar posibles artefactos explosivos y en su caso sabremos cómo actuar en primera instancia hasta que lleguen los artificieros?
Yo como ciudadano, empezaría a preocuparme ante la posibilidad de que estos hechos puedan ocurrir en España y sabiendo que es más la voluntad y esfuerzo de la unidades de información para impedirlo, que la capacidad real que tenemos de afrontarlo.
Señores dirigentes políticos, empiecen a pensar en la forma de frenar este apocalipsis, que aunque no sé cuando, sé que va a llegar. Dejen de preocuparse por sillones y alianzas y eviten, en lo posible, lo que se nos viene encima. Mientras sentémonos frente a la televisión y veamos escenas de lo que les pasa a nuestros vecinos y pongamos en el Facebook: Je suis France esperando que nunca tengamos que decir: Yo sufro en España.