Enfrente, tenemos al sorprendido operador. La mayoría de las academias e instructores le exigen anticipar la agresión, evitar siempre ser tomado por sorpresa. La verdad es que es imposible transitar por la vida con un grado de alerta tal que impida cualquier sorpresa. Ya sea por agotamiento, por falta de capacidades cognitivas, o por ser imposible vigilar el 100% del entorno en según qué circunstancias, la realidad es que siempre hay sorpresas.
Este tipo de ejercicios han permitido depurar una serie de cuestiones comunes a tener en muy en cuenta, independientemente del nivel técnico del individuo.
• Introduciendo factores estresantes, el nivel de efectividad, definido por los disparos realizados respecto a los impactados, se reduce a tan solo un 30%; mientras que este nivel estaba entorno al 75% en los ejercicios realizados en condiciones normales en galería.
• El reflejo reemplaza lo aprendido actuando como siempre se hace. Es por ello que la vieja consigna de las legiones romanas “entrena como trabajas, trabaja como entrenas", cobra máxima importancia y actualidad.
• A consecuencia de ejercicios limitados a los 90º frontales y a no romperlos, por seguridad, bajo ninguna circunstancia, se pierde la perspectiva de la espalda y los laterales. Este tipo de adiestramiento además de complicar aun más la visión de túnel, ya reducida por el mismo estrés, dificulta operar en entornos de 360°. Existe además un problema añadido: la dificultad para realizar el seguimiento de los disparos, sobre todo cuando se afrontan múltiples amenazas.
• Al llevar el arma hasta la línea visual, el área de impacto se concentra en la cabeza, pecho superior y las manos. Esto último es debido a que se interponen delante de la cabeza en el momento en que el individuo es alcanzado.
• Existe la tendencia a disparar con una mano y no usar las miras.
• Se tiende a herir más que a neutralizar, con lo que luego pueden ser tomados por sorpresa por un blanco abatido que en realidad no lo está. Esto es consecuencia de dos errores en el adiestramiento. El primero, es el de finalizar los ejercicios tras una serie perfectamente marcada de disparos, lo cual provoca el reflejo condicionante de no necesitar más para abatir a un adversario. Y por otro lado, en una excesiva e infundada confianza en el poder de detención de las municiones empleadas.
• El índice de supervivencia se inclina por el que mantiene la movilidad hasta conseguir un abrigo adecuado. Aquellos que intentan presentar una posición de tiro estandarizada en distancias de 1 a 2 metros, suelen ser alcanzados. De igual manera, quien apuesta por su velocidad de desenfunde o encare sobre la necesidad de quitarse de en medio, también suele ser abatido.
Actualmente, la mayoría de los profesionales coinciden en establecer 6 puntos primordiales a la hora de definir las pautas del adiestramiento para operar en enfrentamientos armados:
1. Teoría de la Seguridad Esférica.
2. Zonas en lugar de líneas de seguridad.
3. Movilidad.
4. Habilidad para el empleo de ambas manos.
5. Eficacia y precisión de los disparos.
6. Transiciones dentro de distintos niveles de fuerza.
1. Seguridad esférica
Si se considera que no siempre se podrá predecir de dónde provenga el ataque, el operador debe estar preparado para disparar en cualquier dirección con eficacia y en el menor tiempo posible. Creer que simplemente con girar o pivotar para enfrentar la amenaza es suficiente, no sólo es poco realista, sino que es casi suicida. Hay que aprender a trabajar bajo formas no convencionales.
Cualquier dirección significa que el agresor o agresores podrán estar situados alrededor, por encima y/o por debajo. Es lo que en seguridad se denomina Teoría Esférica de Protección. Los 360° que implica una esfera, no sólo hacen referencia a un entorno más o menos distante. Un operador puede verse obligado a forcejear en el suelo, o en desequilibrio, incluso ya cayendo. Todo ello implica olvidar el concepto lineal de vigilancia.
En consonancia con lo comentado en el apartado anterior, ya no se habla de líneas de seguridad, sino más bien de zonas de seguridad. La mayor parte de los ataques son realizados normalmente por dos o más individuos, con lo cual no solo hay que prestar atención a quien está enfrente, sino también alrededor. De forma general, se establecen tres zonas:
Zona 1: De 0 a 1 metro, dentro de un radio en el cual es posible el contacto físico entre agresor y operador. Aquí, la coordinación mano-arma es vital, a consecuencia de la premura para realizar de forma simultánea una gran cantidad de acciones: impedir el desenfunde o encare del criminal, desviar su arma, defender la propia y/o luchar para desenfundar o encararla, y todo ello bajo una enorme carga de estrés a veces paralizante.
Zona 2: De 1 a 3 metros, distancia dentro de la cual no es posible el contacto pero que permite, según el caso, entrar dentro de la zona 1 de forma casi instantánea. En principio, está demasiado lejana como para emplear técnicas de transición mano-arma, pero a la vez demasiado cerca como para que influya la velocidad de desenfunde o encare, y la posibilidad de cubrirse.
Zona 3: De 3 a 6 metros, distancia que permite un empleo eficaz del movimiento y las capacidades del operador en la manipulación de sus armas. El factor primordial es la velocidad de movimiento para salir de la línea de ataque, obligando a los agresores a recomenzar su ciclo OODA, y a la vez, el ser capaz de hacer uso del arma de forma eficiente y precisa.
3. Movilidad
De forma tradicional, en los programas de adiestramiento, solo se consideraba la velocidad de desenfunde o encare y la precisión en el tiro instintivo. Pero hoy en día, hay que añadir el concepto de movilidad agresiva. Si bien el concepto de tiro en movimiento no es nada nuevo, sí lo es el de considerar que este tipo de tiro debe ser preciso, y no simplemente una forma de obligar al agresor a cubrirse mientras buscamos una posición más segura; algo que por otro lado es poco probable que ocurra en los perímetros de trabajo que estamos comentando. Todavía hay pocos instructores convencidos de la necesidad de enseñar a salir de la línea de tiro, encarar, disparar con precisión en movimiento y continuar moviéndose.
Existen muy pocos programas de adiestramiento en los cuales los operadores aprendan a moverse eficazmente, y aún en estos, la mayoría de los desplazamientos enseñados son poco prácticos e innaturales. Esto hace que, o vayan demasiado lentos, o simplemente se caigan, algo más habitual de lo que parece. Un correcto trabajo de pies, “bailar" como dicen algunos instructores, es algo sumamente inestimable en distancias cortas. Se ha podido comprobar, tanto con datos de acciones reales como en ejercicios dirigidos, que quien deja de moverse se convierte en un blanco estático y asequible, tanto para un arma de fuego como para una punzo-cortante.
En 1,35 segundos es muy difícil e improbable adoptar una correcta posición de tiro. Más movimientos, equivalen a más tiempo perdido. Se ha comprobado que dentro de las zonas 1 y 2, hasta 3 metros, saber emplear una sola mano no solo añade velocidad, sin deterioro de la puntería, sino que además facilita el movimiento rápido, tanto para salir de la línea de tiro como para buscar un contacto físico.
En estas distancias, menos del 6% de los operadores emplean el sistema de miras, resultando imposible, por otro lado, su utilización dentro de la zona 1. Lo habitual es el empleo del Point Shooting y sus variantes. La mano de apoyo, habitualmente retraída, tiende a ser más útil para otra serie de acciones como desviar, agarrar, empujar, golpear, abrir puertas, tirar de vips o compañeros y otras tareas que necesitan realizarse mientras el operador dispara.
5. Eficacia y precisión
En distancias tan cortas y tiempos reducidos, es evidente que generar el mayor y más rápido efecto de detención es imprescindible. Hablar de balística y Stopping power, amén de generar discusiones bizantinas interminables, podría llenar decenas de volúmenes. De forma general, se considera que la neutralización mediante impacto al centro de masa (zona central del tórax) suele llevar tiempo. Tiempo del que quizás no se disponga contra un individuo que devuelve los disparos a 3 metros de distancia.
Comentar este hecho no es fácil, ya que quizás la opción más obvia es buscar zonas alternativas como la cabeza, algo no solo muy políticamente incorrecto para un operador, si no que a veces es imposible. No obstante, a partir de 5 metros el centro de masa sigue siendo la mejor opción.
No siempre la mejor solución es la del arma más letal, ya que posiblemente no sea factible acceder a ella sin dejar huecos por donde penetre el ataque del adversario. Saber definir el momento y el riesgo facilitará el tomar una decisión u otra, sin perjuicio de que en el instante que lo permita pasar a otra vía alternativa, de mayor o menor letalidad o contundencia según sea necesario.
A modo de corolario
Se suele decir que el siglo XXI nació con el signo de la violencia. En realidad, este estigma no ha abandonado a la humanidad en todo su periplo. Lo novedoso de la violencia actual es la gran especialización y técnica que ha alcanzado. El mejor antídoto será el mismo que se ha aplicado, en distintas formas, durante toda la historia humana: profesionales armados capaces y decididos.
Para que estos profesionales armados puedan defender con eficacia la sociedad a la que pertenecen, además del apoyo agradecido de dicha sociedad, deben recordar una máxima también muy conocida por los centuriones de las legiones romanas: “Prepárate para lo peor. Lo sencillo se hace al momento".