El .303 es uno de los calibres militares más famosos y longevos de la historia armamentística. De diseño puramente británico, los orígenes de esta potente y eficaz munición creada para la infantería ligera se remontan nada menos que a los últimos años de la década
Esta primera versión del calibre .303, menos conocido por su otra denominación 7.70x56 R, disponía de una punta redondeada de 215 grains y todavía se cargaba con pólvora negra, al carecer por aquel entonces el ejército británico de armas de pólvora sin humo. Con el desarrollo y la llegada de la Cordita a tierras inglesas, allá por el año 1891, se ideó un nuevo tipo de cartucho, con el mismo peso de punta (215 grains), pero que era capaz de volar a una velocidad ligeramente superior a la del diseño inicial.
Aun así, los 1.830 pies/segundo y los 1.970 pies/segundo a los que volaban ambos cartuchos respectivamente, se consideraban excesivamente lentos para poder cosechar los resultados deseados, por lo que con el objetivo de incrementar su poder de parada y su capacidad lesiva, el arsenal de Dum-Dum en la India (en aquella época bajo el protectorado colonial del Imperio británico) desarrolló unas puntas huecas que, a pesar de ser más lentas que las que empleaban otros calibres militares de la época, sí que eran capaces de aumentar su poder de parada.
Sin embargo, pocos años después de su adopción militar, la comunidad internacional prohibió su uso bélico, al considerarlas contrarias a la Declaración de San Petersburgo de 1868, la cual regulaba el uso de cualquier tipo de munición en tiempos de guerra, así como a lo establecido en la primera convención internacional de paz de Hague (Países Bajos). La prohibición de su uso militar no significó por el contrario la total desaparición de este tipo de cartuchería del calibre .303 con punta hueca. Simplemente, se trasladó su empleo a otro ámbito donde todavía hoy sigue gozando de grandes adeptos: el sector cinegético.
Al no poder utilizar este tipo de proyectiles en sus fusiles militares, y ante los persistentes problemas de velocidad que acuciaban a los cartuchos del .303, el Ejército británico no tuvo más remedio que volver su mirada e imitar lo que estaban haciendo algunos de los que más adelante se convertirían en sus fieros enemigos en el campo de batalla. Así, en el año 1910, sólo cuatro años antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, el Ejército británico adoptó un nuevo proyectil para su munición de infantería ligera. En este caso, se decidió sustituir la hasta ahora tradicional punta redondeada de 215 grains (blindada desde el año 1904), por una nueva punta más ligera (de 174 grains) y que utilizaba la misma figura puntiaguda que Mauser había diseñado para su rifle Gewehr 98: el proyectil “Spitzer”.
Con este nuevo proyectil blindado, el .303 British aumentó notablemente su velocidad, alcanzando cotas de hasta 2.440 pies/segundo. Este sería por tanto el cartucho estándar que alimentaría los cargadores con capacidad para 10 cartuchos de los rifles Lee Enfield de los soldados ingleses, durante prácticamente casi toda su vida útil.
Durante su larga etapa de uso militar, el .303 British sufrió algunas pequeñas modificaciones para poder adaptarse a las características de las diferentes armas con las que se disparó, así como para ofrecer los mejores resultados en distintas aplicaciones para el campo de batalla. En este sentido, en 1938 se desarrolló una versión específica para alimentar la ametralladora ligera Vickers que intervino en la Segunda Guerra Mundial, amén de otros proyectiles de tipo trazadores, anti blindados, explosivos o incendiarios.
Casi 70 años en servicio
El calibre .303 logró sobrevivir a las dos guerras mundiales del siglo XX y su obsolescencia militar sólo se produjo cuando el Ejército británico decidió sustituir a su clásico 7.70 por el nuevo calibre de adopción OTAN 7.62x51mm. Corría por aquel entonces el año 1957, por lo que la vida útil de este calibre en el terreno bélico casi se prolongó durante siete décadas. Y todo ello a pesar de ser un cartucho con pestaña, lo que dificultaba enormemente su uso en las modernas armas automáticas que con tanta fuerza irrumpieron en la Segunda Guerra Mundial.
Los del Reino Unido, o los de las colonias que vivieron bajo su dominio, no han sido los únicos arsenales donde se han fabricado millones de unidades de este calibre. De hecho, se estima que el .303 British se ha fabricado en más de 20 países distintos, entre ellos España, donde se produjo bajo la denominación de 7.7x56 en arsenales como el de la Fábrica Nacional de Toledo. De ésta y otras fábricas de munición, como la Pirotecnia Sevillana, surgieron no sólo cartuchos de uso militar, sino también algunos otros completamente orientados hacia la caza, como es el caso del 7.7 con la punta “Rada”, un tipo de proyectil de punta hueca encargado por el Teniente General Ricardo de Rada con claros fines venatorios.
El cinegético es precisamente el principal uso que actualmente ostenta este legendario calibre de origen militar. Y es que todavía hay a quien le apasiona la caza con rifles y municiones históricas, como el excelente e indisoluble conjunto que conforman el Lee Enfield y el .303 British.