Cuando el ciudadano se siente alarmado por su seguridad, debemos empezar a plantearnos que algo está fallando en el sistema. Si consideramos al estado como una empresa privada, seguramente, sus directivos estarían en el paro. Una empresa que no cumple con las expectativas y deja de lado una de sus misiones más demandadas y prioritarias en sus clientes: la seguridad.
Un gobierno que incrementa órganos burocráticos y legisla a base de demanda por problemas surgidos, que no planifica y prevé aquellos que pueden llegar a consecuencia de la inestabilidad social.
En realidad, es el ciudadano el que demanda y valora la seguridad que necesita.
Si lo que pretende una sociedad moderna es tranquilidad a base de reducción de hechos criminales, no sólo será necesario actualizar la normativa legal para resarcir a la victima e incrementar la sanción al delincuente, quizá deberíamos plantearnos la necesidad de regular la tenencia de armas por parte del sector privado.
El carácter restrictivo de la legislación actual favorece que sólo los criminales puedan ir armados, dando fuerza al dicho de:”CUANDO LAS ARMAS ESTÁN FUERA DE LA LEY, SÓLO LOS QUE ESTÁN FUERA DE LA LEY TIENEN ARMAS”.
Actualmente la capacidad de autodefensa se limita a una seguridad pasiva: alarmas, habitaciones del pánico, contratación de seguridad privada, espray de defensa, etc., en realidad es una reacción lógica de la persona que siente inseguridad y no encuentra otros medios a su alcance para su protección y la de los suyos, pero hemos de analizar que, en realidad esa reacción autónoma de autoprotección deriva de la incapacidad del responsable de la misma: EL ESTADO. Un ente superior del que dependemos, al que elegimos y que condiciona nuestra capacidad de defendernos, bajo el supuesto de que ÉL, es el único capaz y legalmente autorizado para cumplir este cometido. Pero realmente ¿cumple con su parte del contrato?.
El derecho a la vida, a la propiedad y la autodefensa
El mero hecho de proponer la capacidad y medios de autodefensa, por medio de las armas, ya genera rechazo y miedo en una parte de la sociedad. Pero deberíamos de analizar que las armas en sí, son simples herramientas y que las manos que las empuñan son las que realmente tienen capacidad lesiva.
En una sociedad coercitiva, en cuanto a la tenencia y uso de arma, podíamos mirar hacia atrás y contemplar los diferentes hechos históricos referentes a este tema y la implicación de este control armamentístico con sus consecuencias.
En el año de 1935, Adolf Hitler dijo: “Este año marcará un hito en la historia. Por primera vez una nación civilizada tiene el completo registro de las armas. Nuestras calles serán más seguras, nuestra policía más eficiente y el mundo seguirá nuestro liderazgo en el futuro”, todos sabemos cómo acabó la historia.
Otros famosos líderes también se pronunciaron sobre el control de las armas: “Un hombre con un arma puede controlar a cien sin ellas” (Lenin)
“Todo buen comunista debería saber que el poder político crece en el cañón de un arma. El partido comunista debe controlar las armas” (Mao Tse Tung)
La criminalización de la posesión de armas, puede llegar a ser una herramienta de los dirigentes para controlar y someter al pueblo.
La necesidad de la autodefensa
Podríamos plantearnos muchas preguntas sobre la necesidad de contar con medios para defendernos:
• ¿Contar con un arma en mi casa, aumenta o disminuye mi seguridad?
El abanico de respuesta para esta pregunta es amplio y muy condicionado por cuestiones tan relevantes como: ¿Estamos adiestrados en su uso, y mentalmente capacitados para reaccionar ante un ataque?
Desde mi punto de vista aquí radica el problema fundamental para permitir la tenencia de armas para la autodefensa: la falta de formación física, reacción fisiológica y preparación mental.
¿Cuántos de los que estáis leyendo esto, os sentís capacitados de enfrentaros a un criminal armado que intenta entrar en vuestra casa?
Valoremos que hemos de coger un arma cargada, montarla en un entorno familiar, con la responsabilidad de defender a los nuestros y con la seguridad de que seremos capaces de arrebatar una vida, si es necesario. Sí, en este caso no se trata de opinar de futbol o solucionar problemas en una tertulia de amigos, estamos hablando de nuestra vida, la de nuestros seres queridos o la de un tercero.
Si hemos contestado afirmativamente a estas cuestiones, podríamos plantearnos que tener un arma en casa es un factor positivo y seguro para nosotros y los nuestros, en caso contrario mejor llamar a los cuerpos de seguridad que para ello están.
Pero ante esta opción (llamar a la policía), se nos abre una nueva controversia: el 99% de las intervenciones de la policía se dan cuando el crimen ya se ha producido.
Y es más: la inmensa mayoría de la policía de nuestro país realiza sobre dos ejercicios de tiro al año, con una media de 50 cartuchos por agente y sin un criterio de formación acorde y unificado (es decir algunas unidades están muy preparadas y otras muchas adolecen de esta preparación). ¿Hasta qué punto he de dejar mi seguridad y la de mi familia en manos del factor suerte?:
-Intuir la presencia del criminal antes de que realice su acción.
-Esperar la pronta y eficaz presencia de las fuerzas del orden
-Contar con la seguridad que me ofrece un policía adiestrado y eficaz.
• ¿Los daños del criminal, son mayores o menores en el caso de encontrar resistencia armada?
El criminal, como todo ser humano, piensa y valora su acción. Planifica sus actos y decide si le compensa el riesgo que asume en su cometido.
Cuando una persona, en su sano juicio, intenta cometer un delito y se encuentra un factor no previsto (un arma), la reacción lógica es desistir e huir, por lo que solamente el poder intimidatorio de esta, puede implicar la seguridad sin necesidad de su uso.
En países armados como Estados Unidos, Suiza e Israel, la criminología ha demostrado que los delincuentes valoran mucho el hecho de poder encontrarse victimas armadas (estudio de J.D. Wright y Peter Rossi).
La lacra de la violencia doméstica
Entre el 2010 y el 2016 han sido víctimas de la violencia machista en España: 738 mujeres. Y todo esto a pesar de incrementar los medios judiciales, penales y policiales en prevención.
Existen gran cantidad de iniciativas para eliminar esta lacra: orden de alejamiento, pulseras de control, botón del pánico, escolta policial, perros adiestrados, clases de defensa personal, etc., todas ellas dignas de respeto, en base a la consideración del fin que persiguen. Pero debemos plantearnos que algo no funcionan cuando observamos el índice de muertas por este delito.
Cuando las vejaciones y amenazas son reiteradas, aún después de separarse del hombre, genera una situación de inestabilidad y miedo en la mujer que sólo puede recurrir al amparo judicial y policial como un recurso ineficaz (ampliamente demostrado).
El problema se trata puramente de una cuestión de indefensión. Sí, una vez más el estado garante de la seguridad del ciudadano falla cada vez que se asesina a una mujer bajo estas circunstancias. ¿Sí ya nos planteábamos la duda de la prevención, cuando se trataba de delitos no previsibles, qué impide que estos delitos (mayoritariamente previsibles), no sean atajados con mayor efectividad y contundencia?
Como ejemplo podemos tirar de hemeroteca y contemplar como en 1966, la ciudad de Orlando (USA), una campaña municipal, que alcanzó a 2.500 mujeres, enseñaba como manejar armas de fuego, con los siguientes resultados:
• Orlando pasó a ser la única ciudad de Estados Unidos en la que descendió las violaciones (un 88%).
• El número de robos descendió un 25%.
Cuatro años después de realizado este plan, el número de violaciones era un 13 % menor a las cifras anteriores al mismo, mientras en las ciudades de la zona se habían incrementado en un 306 %. (Alan Krug, The Relationship between firearms Ownerships and Crime: A Statistical Analisys).
¿Por qué nadie se plantea qué adiestrar y permitir la tenencia y uso de armas de fuego, a personas en situación de grave riesgo y que están amenazadas de muerte, puede ser la diferencia entre la muerte del maltratador o la mujer acosada?
Señores gobernantes, deberían empezar a plantearse que una sociedad armada, debidamente adiestrada y controlada no es un problema por sí misma, de hecho vivimos en una sociedad con armas.
Al principio de la era de la automoción, los primeros conductores eran mirados con recelo por sus coetáneos, en la creencia de que podían resultar peligrosos. Ya es hora de que evolucionemos y entendamos la idea de que la máquina o la herramienta no son peligrosas por sí mismas, sólo su mal uso genera muertes.
Ante lo referido quisiera hacer un llamamiento a los responsables pertinentes para que adoptaran algunas medidas al respecto y puesto que la responsabilidad y obligación de mis gobernantes es PROTEGERME, a mí y a los míos empiecen a cumplir con.
-Dotarnos de una policía suficiente, eficaz, adiestrada y moderna que pueda llevarlo a cabo.
-Instar al Poder Legislativo a dictar leyes eficaces y contundentes en pro de proteger y resarcir a la víctima e incrementar la pena al delincuente.
EN CASO CONTRARIO determine y regule los requisitos que han de acreditar los ciudadanos de bien, para poder LEGALMENTE, tener acceso a las armas como medio de defensa, siempre que demuestren su capacidad.