Historia del fusil Mauser
La R.O. de 7 de diciembre de 1893 declaraba Reglamentario el Fusil Mauser Español, modelo 1893, recamarado al cartucho 7 x 57 mm Mauser. Con esta decisión culminaba una labor de muchos años en la que el Ejército, luchando contra una prolongada escasez de recursos, buscó dotar a sus hombres de un arma de primer nivel y duradera. Era una decisión muy difícil porque en aquellos años la constante evolución de la cartuchería podía dejar obsoleto el armamento de todo un ejército en un año.
Esto le ocurrió al Imperio Otomano, que se precipitó adoptando el fusil Mauser Md.
1887 y el magnífico 9.5 x 60R, canto del cisne de los calibres militares de pólvora negra, nacido obsoleto por la aparición del primer cartucho militar de pólvora sin humo, el 8 x 50R Lebel.
La espera y la prudencia de los oficiales comisionados mereció la pena, España dispuso de uno de los mejores conjuntos arma-cartucho de su tiempo, tanto que después de librar las guerras coloniales fue el arma principal en ambos bandos durante la contienda civil de 1936 y hasta mediados del Siglo XX cumplió dignamente su cometido.
Evolución del Mauser en España
Para comprender mejor la importancia que supuso esta decisión, hay que recordar que España pasó directamente de las armas de avancarga a las de retrocarga de cartucho metálico sin pasos intermedios. Aunque se probaron los entonces revolucionarios cartuchos combustibles o de papel con fulminante interno que utilizaban los denominados “fusiles de aguja” Dreyse prusiano o Chassepot francés de 1866, las comisiones tenían claro que el futuro estaba en el cartucho metálico de retrocarga. Así, en competencia con los sistemas Gray, Snider y Cornish, nació el fusil modelo 1867, que era el fusil de retrocarga Modelo 1859, transformado mediante el sistema Berdan, un dispositivo abisagrado para abrir la recámara e introducir el cartucho de percusión central calibre 14,5 x 41R Berdan.
Esta solución de 1867 era provisional y tendía, en primer lugar, al aprovechamiento de una gran cantidad de armas existentes. Desde 1868 la Junta Superior Facultativa de Artillería fue la encargada de estudiar un nuevo fusil que reuniese las mejores características que en la época pudiese poseer un arma de esa clase. Se ensayaron el C h a s s e p o t , Remington y Peabody. Los graves sucesos acaecidos en España durante los años del sexenio revolucionario hicieron que la Junta Facultativa, que era un organismo puramente técnico, actuase bajo las presiones
de grupos y camarillas de políticos y aunque el Remington con modificaciones del Artillero Lasala fue elegido mejor arma en 1868, se pospuso la designación hasta 1871.
En enero de 1871 la Junta de Oficiales Generales para la “Elección de Arma Nueva” comenzó las pruebas de las armas
seleccionadas:
-Fusil Berdan de cerrojo y cartucho metálico de 11,2 mm adoptado por Rusia en 1869 que fue el primer descartado.
-Fusil Wilson de 11,7 mm y cartucho de latón enrollado.
-Fusil Nuñez de castro. Modificación del Remington con expulsión automática y cartucho de 11mm
-Fusil Martini Henry en .450 Boxer en versión corta y larga.
-Fusil Remington Rolling Block, elegido en 1868 con las reformas del artillero Sr. Lasala, en 11,2mm.
Todas las propuestas eran de percusión central monotiro y resultaron finalistas el Núñez de Castro con cartucho compuesto de lámina de latón enrollada y el Remington con cartucho metálico sistema Berdan de culote plegado.
De ambos modelos la decisión se decantó por el Remington, siendo aprobado con la denominación oficial de Modelo
1871. En Oviedo se habían construido ya más de 6000 armas de esta clase y se había ensayado con éxito en la guerra de Cuba, lo que con seguridad debió pesar en su aprobación.
Calibre 11,15 X 58 R del modelo Mauser 1871 y su triunfo
El modelo Mauser 1871, en calibre 11,15 x 58 R, resultó ser un arma excelente, de una dureza a toda prueba. Debido a las circunstancias que sufrió España durante aquellos años de guerras civiles, la Fábrica de Armas de Oviedo las produjo en grandes cantidades y fue el fusil reglamentario a lo largo de más de veinte años.
La tecnología militar avanzaba y en la década de 1880, cuando empezó a considerarse la necesidad de dotar al Ejército de un fusil de repetición, hubo innumerables estudios y encarnizados debates en las revistas especializadas entre los partidarios de sustituir el añoso fusil Modelo 1871 por los nuevos modelos de repetición, y los partidarios de reformarlo hasta encontrar una solución que nos diera un fusil definitivo para al menos un par de décadas. No era una decisión sencilla, la mala situación de las finanzas del estado tras los desastres del período revolucionario 1868-1874, no permitía el enorme gasto de una sustitución masiva de armamento con la posibilidad de quedar obsoleto en poco tiempo.
Esta pugna se dirimió en 1889 triunfando las tesis de los artilleros Luis Freire y José Brull destinados en la Pirotecnia de Sevilla, que propusieron reformar el cartucho reglamentario diseñando un nuevo perfil de vaina y dotando a los nuevos proyectiles de una envuelta de latón. Los fusiles sólo requerían tallarles una nueva recámara y modificar los elementos de puntería para la mejorada trayectoria de la bala. La reforma resultaba muy económica y los antiguos cartuchos Modelo 1871 también podían ser disparados en las nuevas recámaras, permitiendo aprovechar los existentes en los parques. Con esta reforma el cartucho pasó a denominarse 11,5 x 57 R Español Reformado Md. 1871/89.
Esta fue una acertada decisión, motivada en buena parte por la situación de las arcas del Estado, muy mermadas por el periodo revolucionario y la guerra Carlista, que permitió ganar el tiempo necesario para adoptar un fusil de repetición moderno y eficaz.
En este caso no surgieron las discusiones que precedieron al monotiro de 1871. Unánimemente se reconoció la superioridad del cerrojo Mauser que se imponía en casi todos los ejércitos del mundo.
El calibre Mauser 7,65 X 54 triunfó en todo el mundo
En 1888 se creó una Comisión Mixta de Armas Portátiles de Fuego, presidida por el General Echaluce y que incluía a reputados Jefes y Oficiales de todas las armas del Ejército y de la Marina, consiguiendo para las primeras pruebas un ejemplar del modelo Mauser-Mannlicher de 1888, en calibre 7,92 x 57, fabricado por Mannlicher y otro fusil Mauser Belga Md. 1889 en calibre 7,65 x 54. Con los mismos solamente llegaron 200 cartuchos para la realización de las pruebas.
El 24 de enero de 1891 se formalizó la compra de 20 ejemplares de cada uno de los modelos anteriormente citados para
ampliar las pruebas y evaluar tal comodecía el General Echaluce en su propuesta “… las ventajas e inconvenientes de la envuelta del cañón y modificaciones introducidas en el cierre del mecanismo. De este modo cuando algunas de las fábricas alemanas o austriacas puedan construir para España los 1.000 fusiles que han de someterse a ensayos en grande escala, podrá la Comisión que presido informar lo más conveniente”.
Tras las primeras pruebas realizadas, el modelo belga atrajo el interés de los miembros de la Comisión. Se solicitaron una serie de modificaciones sobre el mismo que daría lugar al modelo llamado “Español experimental de 1891” del que se adquirieron 1.840 unidades en el calibre 7,65 x 54 y provistas de un cuchillo-bayoneta con hoja de 255 mm.
Para completar las experiencias ya realizadas en los polígonos de tiro, se decidió realizar una prueba más importante y que resultaría definitiva, dotando con 1.200 de estos fusiles al Regimiento de Infantería de Saboya nº 6 y al Batallón de Cazadores de Puerto Rico nº 19, que durante un mes de continuos ejercicios y toda clase de fuegos, consumieron 500.000 cartuchos, reafirmando la confianza que los miembros de la Comisión Mixta habían depositado en este fusil, que superaba ampliamente las características del fusil reglamentario en aquellos momentos.
El calibre utilizado en las pruebas, el 7,65 x 54 mm Mauser, adoptado por países como Turquía y Argentina además de por Bélgica, dio un excelente resultado, pero los ejércitos de toda Europa se encontraban inmersos en la renovación del armamento utilizado, dando el salto de la munición de pólvora negra a la novedosa pólvora sin humo nitrocelulosa y las pruebas que realizaban algunos países indicaban que se podrían obtener mejores resultados bajando el calibre a 6,5 mm. La Comisión solicitó que se realizasen pruebas con armas recamaradas a este calibre, para lo cual se recibieron seis fusiles Mannlicher del modelo 1890, en calibre 6,5 x 54, pero las pruebas realizadas no dieron el resultado que se esperaba.
Finalmente, se le solicita a la casa Mauser una serie de modificaciones resultado de la experiencia obtenida en las pruebas de campo realizadas, y que se preparen dos fusiles en calibre 7 x 57 mm, que se remiten con fecha 16 de septiembre de 1892, junto con dos más de las mismas características en 7,65 x 54.
Con estas armas se realizan nuevas pruebas a todas las distancias entre 100 y 2.000 metros, demostrando las realizadas con el calibre 7 x 57 mm tener superiores condiciones balísticas. En vista de todas las pruebas realizadas se decidió proponer para su adopción el nuevo calibre en 7 mm, que por todas las propuestas de mejora que introdujo la Comisión, se decidió que denominarle 7 mm Mauser Español, aunque fue después adoptado también por Chile, México, Serbia, Guatemala, Brasil e incluso usado por los Boers en Sudáfrica.
La R.D. de 30-11-1892 (C.L. nº 387) declara reglamentario para el Ejército al fusil Mauser modelo 1892. La R.O.C. de fecha 17-04-1893 (C.L. n.º 135) declaraba reglamentario el cartucho de 7 mm Mauser ordinario, modelo 1893, para el fusil modelo 1892. Las modificaciones propuestas por la Comisión Mixta e introducidas en los últimos modelos recibidos, hicieron que por R.O.C. de 07-12 1893 (C.L. nº 412) se declarase definitivamente el fusil Mauser español de 7mm, modelo 1893 como reglamentario. Con esta adopción España pudo contar con el que era entonces el mejor conjunto fusilcartucho de su tiempo. El magnífico equilibrio y trayectoria del fusil Modelo 93 y el 7 x 57 Máuser, permitieron escribir gestas heroicas como las batallas del Caney y las Lomas de San Juan, donde un puñado de soldados españoles demostraron su valor batiéndose contra tropas norteamericanas más de diez veces superiores que sólo pudieron rendirlos a costa de innumerables bajas.
Reecreaciones del calibre 7X57 Mauser
Las magníficas prestaciones del 7 x 57 Mauser no pasaron desapercibidas en el mundo cinegético y pronto fue ampliamente usado, llegando a ser el cartucho preferido de Walter Dalrymple Maitland “Karamojo” Bell para la caza elefantes. La prestigiosa Rigby lo comercializó con su propio nombre con denominación británica .275 Rigby y aun hoy en día es producido por las principales marcas y usado por miles de cazadores.
Centrándonos en el 7 x 57 como cartucho militar, nos encontramos que a lo largo de su dilatada vida en servicio se han desarrollado numerosas variantes para responder a las necesidades militares, cartuchos ordinarios con diferentes tipos de proyectiles, trazadores, perforantes, de instrucción, de fogueo, etc. y una a la que tenemos especial cariño los coleccionistas de cartuchería, el cartucho de señales. La Asociación Española de Coleccionistas de Cartuchos (A.E.C.C.), ha celebrado el 125 aniversario del 7x57mm Mauser Md. 1893 con la entrega de una réplica del cartucho de Señales, modelo 1921, a los numerosos asistentes a la reunión de coleccionistas organizada en Valladolid el pasado 14 de abril.
Se han recreado los tres modelos del cartucho de señales, en color verde, blanco y rojo, grabando en la vaina la inscripción “7mm Mauser 1893-2018 AECC VALLADOLID”. El cartucho de señales modelo 1921, diseñado por el comandante D. Vicente Martínez Carbajal y en la Pirotécnica de Sevilla, se compone de un tubo de latón de 65 mm. De longitud y 6,7 mm. de diámetro que contiene todo el artificio luminoso. Va introducido en una vaina reglamentaria
que no contiene carga de pólvora, bastando la inflamación de la cápsula fulminante para dar su fuego al cartucho.
La experiencia del ejército durante las Guerras de Marruecos, 1911-1927, aconsejó disponer de un cartucho con el que poder transmitir durante la noche mensajes de una posición a otra, normalmente muy separadas entre sí, sin que fuese necesario utilizar ningún arma especial. Los códigos se establecían previamente alternando los colores de las bengalas para transmitir las diferentes órdenes. Como resulta obvio a simple vista, la longitud de la cánula impedía su uso mediante cargador y era necesario extraer el cerrojo del fúsil para alimentas el cartucho y volver a montar para cada disparo. Hoy en día no es fácil encontrar ejemplares de este cartucho, que ya en su momento era escaso en la dotación asignada a las diversas unidades.
En el estadillo de municionamiento de la 8ª División del 2º Cuerpo de Ejército de Madrid, a fecha 8 de julio de 1938, las cantidades existentes en eran realmente escasas, con solo 581 ejemplares de luz blanca, 467 verdes y 435 rojos. Los cartuchos se empacaban en cajas de 10 unidades con indicación del color de la señal, protegidos individualmente por un papel vegetal del color de la señal, que se debía de romper para su utilización. Por los ejemplares que han llegado a nuestras manos, podemos deducir que su fabricación finalizó al mismo tiempo que nuestra Guerra Civil.
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