Prácticas en situaciones reales
Es frecuente en los últimos años ver casos en los que delincuentes armados y preparados físicamente para el combate se enfrentan a las fuerzas de seguridad, lo que en algunas ocasiones, desgraciadamente, ha costado accidentes a los profesionales del orden e incluso muertes.
El pasado mes de octubre el equipo de Armas.es se desplazó hasta El Romaní, una pedanía de la localidad valenciana de Sollana para presenciar in situ un día de entrenamiento con la Policía Local de diferentes municipios valencianos. Allí se encuentra La Guarida 2.0, un lugar asentado sobre las ruinas de lo que hace no mucho tiempo fue una famosa discoteca y que ahora es un campo de airsoft con una decoración cuidada al detalle: exteriores, lugares abiertos, pasillos, escaleras, salas grandes, mobiliario, zona subterránea y otros elementos decorativos colocados de la mejor manera para ofrecer a los agentes la sensación de estar viviendo una situación real.
Los agentes, pertenecientes a las plantillas de Paiporta, Alcasser, Picanya y Beniparrell, equipados oficialmente, portaban además elementos de seguridad como chalecos antibalas y casos protectores y utilizaron en todos los ejercicios armas de airsoft con munición no real, es decir, bolas disparadas con propulsión de CO2. A lo largo de los ejercicios se utilizaron los vehículos oficiales de la Policía Local. Todo ello contribuyó a aportar el mayor grado de verosimilitud y el nivel de con-centración de los agentes en la realización de cada ejercicio era máximo.
Una buena preparación de los cuerpos del orden es sinónimo de una mayor seguridad para los ciudadanos. El asunto es de tal relevancia para la clase política que incluso se personaron autoridades como la alcaldesa de Alcàsser, Eva Zamora (PSPV), para comprobar en primera persona los ejercicios. Junto a la Alcaldesa observaron el entrenamiento de sus agentes los Jefes de Policía de las respectivas Plantillas: Intendente Ortega de Paiporta, Inspector Torres de Alcasser, Inspector Eduardo de Picanya y Oficial Bernardo de Beniparrell, siendo a su vez partícipes en los mismos y realizando todos los ejercicios junto a sus agentes.
Cuando hablamos de entrenamiento con armas de fuego nos referimos, mayoritariamente, a una serie de actos repetitivos que se supone tienen como finalidad prepararnos para una posible intervención policial que conlleve un riesgo manifiesto, para nuestra vida o la de terceros. Sí además hablamos de “prácticas de tiro reglamentarias” en determinados Cuerpos policiales, probablemente estemos refiriéndonos a la necesidad de cubrir un expediente legal impuesto.
Aún contemplando las dos opciones como actos individualizados, siempre será preferible el entrenamiento, que el mero cumplimiento de una obligación reglamentaria. Quiero decir con esto, que por desgracia, se da con demasiada frecuencia que en las unidades policiales se tienda a cubrir el expediente con unas prácticas de tiro obligatorias y poco adecuadas y basadas, en el mejor de los casos, en un pequeño entrenamiento carente de teórica y consistente en disparar un determinado número de cartuchos bajo la supervisión de un instructor no siempre cualificado.
Cuando hablamos de entrenamiento realista, nos estamos refiriendo a la oportunidad de asemejar nuestras prácticas de tiro lo más posible a las circunstancias reales que nos podemos encontrar en la calle, es decir: distancias de enfrentamiento, varios agresores, condiciones de luminosidad, encuentro en edificios, etc., toda una serie de variables que nos deberían hacer pensar que el mero hecho de ir dos veces al año a los ejercicios de tiro reglamentarios, en un campo de tiro olímpico, efectuar 30 disparos de media, a una diana de precisión, a 25 metros de distancia, con condiciones de luz excelentes, sin ningún tipo de estrés ni condicionantes, no nos garantiza que estemos preparados para repeler una agresión en la calle, a dos metros de distancia, de noche, por sorpresa y varios atacantes, por ejemplo.
Ante este supuesto de entrenamiento nada realista, de normal cumplimiento reglamentario y que incluso no se realiza anualmente, deberíamos plantearnos una duda razonable sobre nuestra capacidad de reac-ción y las consecuencias fisiológicas a las que seremos sometidos: EL DISTRÉS.
Entendemos por distrés, el bloqueo o falta de habilidad en la reacción de una persona por falta de aprendizaje y de práctica en las acciones a realizar ante una situación no entrenada. Lo podemos definir como el estrés negativo o desagradable.
El Inspector e Instructor de la Policía Local, Eugenio Martínez, explicando una técnica.
Prácticas en situaciones reales
“No enseñar a hombre que está dispuesto a aprender es desaprovechar a un hombre” (Confucio)
Los ejercicios, preparados por el Inspector de la Policía Local Eugenio Martínez (Cabo Mayor de Guardia Civil en excedencia, muy vinculado durante toda su trayectoria a la formación y que actualmente ejerce de Instructor de la Policía Local de Paiporta (Valencia), se programaron en diferentes niveles y van aumentando su dificultad de manera progresiva. Bajo la máxima de que “si algo tiene que salir mal, saldrá”, Eugenio instruye a sus profesionales en todo tipo de situaciones reales.
De manera periódica organiza entrenamientos para diferentes cuerpos de Policía Local de diversos municipios de Valencia. A lo largo de un recorrido ascendente por diferentes niveles, tanto los agentes que tienen destreza con las armas como el que no está acostumbrado a tener una pistola en sus manos, van adquiriendo el necesario nivel de desenvoltura y seguridad en el tiro. No sólo es importante saber utilizar el arma sino actuar con serenidad y firmeza cuando la situación está sometida a un alto estrés.
Las prácticas preparadas para ese día consistieron en tres pruebas. La primera de ellas consistía en la intercepción de un coche sospechoso de portar estupefacientes en una supuesta situación nocturna en los exteriores de un polígono industrial. Los agentes debían dar el alto al vehículo y detener a las personas que se encontraban en su interior haciendo frente a sus reacciones. En la segunda prueba un grupo de agentes se enfrentaba a un asesino armado atrincherado en el primer piso, donde debían subir sin poner en riesgo la seguridad del resto de compañeros y detener al criminal. La tercera y última prueba se basaba en el descenso al sótano de las instalaciones, una zona sin luz donde se hallaba un grupo de criminales armados a los que debían detener.
Cabe destacar un factor muy importante que es el que da sentido a todo el entrenamiento y es el hecho de que los agentes que participan en cada prueba no saben cómo van a reaccionar las personas a las que se enfrentan, lo que dota al ejercicio de un componente muy importante de improvisación y que requiere de toda su involucración y concentración. El propio instructor reparte una serie de indicaciones a “los malos” sobre cómo deben comportarse para poner a prueba diferentes aptitudes de los agentes que van desde la serenidad, colocación y la manera de actuar en cada situación, sin dejar de lado la comunicación y el trabajo en equipo entre los profesionales para solventar los conflictos.
“Asemejar la situación del enfrentamiento, entrenando con la mayor realidad posible, nos permite reaccionar ante el peligro con la mayor garantía de sobrevivir”
“La finalidad prioritaria es volver a casa después del trabajo”