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Especies en peligro de extinción. ¿Son compatibles con la caza y las actividades humanas?

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Las últimas informaciones sobre la presencia de mamíferos en peligro de extinción en España parecen empujar a partes iguales a la esperanza y al derrotismo, pues mientras algunas especies se recuperan, fruto de políticas proteccionistas efectivas y sobre todo de una biología que les facilita su propio incremento poblacional, otras se presentan como condenadas a la desaparición a pesar de los muchos esfuerzos que se hacen por salvaguardarlas.

Nos referimos concretamente a los casos de osos, lobos y linces ibéricos sobre los que cabe preguntarse si su existencia es compatible con la actividad humana, siendo la caza una de ellas. No se trata de si deben ser compatibles, pues en ese punto cualquier persona con una mínima sensibilidad respondería afirmativamente, sino si de facto pueden serlo habida cuenta de la realidad.

Es innegable que uno de los principales obstáculos para la prosperidad de los animales protegidos es la fuerte antropización (“humanización”) del paisaje y los hábitats que son propios de esas especies. En este punto se produce una fuerte paradoja, pues aunque la España rural de pueblos y gentes integrados en el paisaje desaparece mutando hacia una población urbanita que no interactúa a diario con la naturaleza, cada vez es más frecuente y numerosa la presencia de urbanitas en algunas zonas naturales.
Basta con que subamos a cualquier montaña del Pirineo entre mayo y septiembre para que mirando desde un pico veamos grupos de excursionistas por todas partes a pie o sobre vehículos. Y si esto ocurre en espacios abiertos tan grandes como los Pirineos, ¿qué no ocurrirá en espacios más pequeños y accesibles? Por suerte o por desgracia, nuestra naturaleza es muy accesible y no es la inabarcable de otras tierras, por lo que a menudo no es sencillo que los animales dispongan con facilidad de lugares en los que llevar adelante algunas de sus funciones vitales básicas como establecer sus manadas, alimentarse, aparearse o criar a sus vástagos.

Así, dado que no podemos eliminar de la ecuación al hombre y su actividad, la adaptación de los animales a estas circunstancias es una de las condiciones imprescindibles para su florecimiento, caso paradigmático del jabalí que no sólo ha podido adaptarse a la cercanía del hombre sino que ha sabido ponerla a su favor.

Para finalizar esta introducción, cabe recordar dos consideraciones de la Oficina Nacional de la Caza (ONC): los animales protegidos son inviables fuera de sus hábitats y la única actividad que no modela o no debe modelar estos hábitats es la caza. El corolario es de cajón, según la ONC: “Las personas e instituciones interesadas en proteger el hogar de las especies amenazadas deben agarrarse a la caza como a un clavo ardiendo, pues debidamente regulada es la única actividad que va a garantizar estabilidad paisajística”.

Esta referencia se hace a la caza tradicional y por tanto sostenible, “que es diametralmente opuesta a aprovechamientos que degradan la naturaleza o actividades ilícitas como el furtivismo.

Encuentros “en la tercera fase”

Por otra parte, los encuentros entre animales protegidos y hombres y sus actividades desembocan en conflictos no pocas veces.
El evidente incremento de lobos en algunas zonas al norte del Duero, quizá por una capacidad de adaptación y pervivencia, mayor que en el lince o en el oso pardo en otras zonas españolas, nos dejan noticias de pérdidas en ganado con las que hay que ser objetivos: una oveja nodriza tiene un valor de entorno a 50 euros y una ternera de 6 meses vale 500 euros y a nadie nos gustaría que nos quitaran ese dinero de nuestra renta.

A este respecto, León se plantea autorizar la subasta de cacerías de lobos en la Reserva de Riaño, en la que se incluyen terrenos pertenecientes a la vertiente del parque nacional de los Picos de Europa de la provincia vecina.

La propuesta fue planteada por el Ayuntamiento de Riaño en una reunión del consejo consultivo de la reserva y es secundada por otros municipios y pedanías.

Como antecedente cabe recordar que La Junta de Castilla y León permitirá esta temporada subastas para las cacerías de seis cánidos en la sierra de La Culebra (Zamora) –dos de ellas se realizarán en público y las otras cuatro mediante sistemas "on line"– toda vez que el Canis Lupus está considerado en León especie cinegética.

Heriberto García, concejal independiente de Riaño, que asegura no ser cazador ni gustarle esta actividad, dice aplicar la lógica cuando aboga por el control poblacional del lobo realizado por cazadores: "Nosotros no queremos abrir la veda del lobo ni acabar con la especie, pero sí que planteamos el tema de las subastas para obtener un rendimiento económico cuando sea necesario abatir algún ejemplar”.

En este sentido, considera poco coherente que la labor de control poblacional la realicen los guardas de Medio Ambiente del Gobierno castellano-leonés, con el coste que ello supone, cuando la pueden hacer igualmente los cazadores generando unos ingresos a la administración que revertirían en el control, mantenimiento y vigilancia de los espacios naturales.
Este mismo argumento se ha intentado aplicar en diversos espacios naturales en los que, por su consideración de parques nacionales, la caza no está autorizada.

Dado que la caza es necesaria incluso en esos terrenos no cinegéticos y vetados a los cazadores, son los guardas los que están realizando el abate de ejemplares que exceden el número de la población que el terreno puede mantener de forma sana. Esta labor de la guardería tiene un coste en tiempo y en dinero que en realidad podría convertirse en un ingreso si los que actuaran fueran los cazadores abonando unas tasas por el derecho a cazar.

De esta manera lo expresaba Heriberto García con respecto a la caza del lobo en Riaño: “Para que los mate la guardería, como hace ahora, mejor que los mate un cazador y que pague por ello". Sin embargo, aunque un número de animales ha de ser abatido de todos modos y sea por quien sea, colectivos “animalistas” se oponen alegando que “la muerte de unos ejemplares no debe producir ingresos y menos si proceden de quienes se divierten matando”.

Los cazadores consideran esta actitud “poco práctica, simplista y muy alejada de la realidad natural en la que existen un buen número de animales-presa que el hombre siempre ha cazado; sin que resulte ni lógico ni ecológicamente adecuado sacar ahora al cazador humano del orden natural”.

Volviendo al caso del lobo en León, la subasta de cacerías de lobos podría suponer una fuente adicional de ingresos para los municipios y las juntas vecinales. "Los precios pueden superar ampliamente los 3.000 euros", asegura Heriberto García para quien prima el interés público: "Tengo que defender el interés de los vecinos: si las subastas se autorizan en Zamora también deberían de hacerse aquí”. Sin embargo, los responsables de la reserva dudan de que subastas como las que se van a hacer en Zamora puedan tener éxito en León.

A su juicio, si abatir un lobo ya resulta complicado de por sí, hacerlo en un territorio como el de los Picos de Europa lo es aún más. "Poca gente estará dispuesta a andar detrás de un ejemplar quince días sin tener siquiera la seguridad de que podrá dispararle", aseguró un representante del coto de caza durante una pasada reunión.

Por otra parte, la autorización reaviva la polémica con grupos ecologistas que consideran que la protección del Lobo debería hacerse efectiva en todo el territorio nacional.

Las administraciones, sin embargo, estiman que en algunas áreas el número de lobos debe mantenerse en cotas moderadas y que el incremento de ejemplares en los últimos años es ignorado de forma deliberada por los ecologistas.

El problema radica en los daños que el lobo puede ocasionar a la ganadería extensiva y si bien parece que hay un consenso en que no todos los problemas de la cabaña ganadera provienen del lobo, no es menos cierto que estos cánidos tienden a tomar su alimento de las piezas que menos esfuerzo le cuesta cazar: el ganado.

En cuanto al oso pardo, la problemática se extiende del ganado al hombre por razones evidentes de agresividad y tamaño. Las referencias, distantes unas de otras, sobre encuentros con estos animales nos dejan por un lado, osos heridos y muertos “por error” y por otro lado un cazador herido por un oso durante una batida el 23 de octubre de 2008 en Les (Lleida), a quien mordió en una pierna y produjo desgarros en un brazo en lo que supone fue el primer ataque de un plantígrado a un humano desde que se estos animales se reintrodujeron en el Pirineo catalán en 1996.

El cazador pudo finalmente zafarse del acoso del plantígrado disparando dos veces al aire con su escopeta de caza.
Los osos del Pirineo central provienen de Eslovenia, concretamente de las liberaciones efectuadas en los años 1996, 1997 y 2006.
Actualmente se calcula que, tras este proceso de reintroducción, en los Pirineos central y oriental viven entre 15 y 20 ejemplares de oso pardo, si bien en los últimos años también se han detectado algunos ejemplares en lugares situados más al sur y al este, lo que evidencia una expansión de la especie por los hábitats pirenaicos de Cataluña.

La última referencia sobre encuentros con osos es de este mismo miércoles, 3 de junio, cuando un hombre de 35 años resultó herido tras ser atacado por un oso pardo a dos kilómetros del pueblo cántabro de Villaescusa (Campoo de En medio).
Los agentes de la Guardia Civil que se acercaron a la localidad encontraron al hombre, vecino de Reinosa, junto a la iglesia de Villaescusa, donde ya estaba siendo atendido por una ambulancia apreciándose la rotura de un brazo y desgarros en esa extremidad, así como heridas leves en la cara y el cuello por mordeduras.

Son indudablemente más las ocasiones en las que el animal sale perdiendo y el ejemplo más frecuente lo encontramos en el lince ibérico, que es a día de hoy el felino más amenazado del mundo.

La antropización del paisaje ha hecho más mella en ellos, siendo los atropellos la principal causa de muerte entre los ejemplares fallecidos en 2014, con 20 de los 27 que en menor medida cayeron víctimas de lazos, venenos y o disparos.
Esto unido a su especialización en la caza de conejos –que han sufrido un fuerte retroceso por mixomatosis y enfermedad vírico-hemorrágica– y a una baja variabilidad genética que se asocia a una pérdida de respuesta del sistema inmunológico, sitúan al lince ibérico en el borde de la extinción.

Por el momento, este felino obtiene sus mejores tasas de supervivencia en reproducciones en cautividad y en cotos privados de caza mayor que han suscrito un acuerdo de conservación con las administraciones. En este último caso, según los cazadores, se demuestra que la caza como mantenedora de los hábitats, complementada con otras medidas como el aporte de conejos para que se alimenten de forma natural, contribuyen decisivamente a la supervivencia.

La última referencia a los linces ibéricos llega hoy mismo desde La Rioja, territorio donde su presencia no se conocía desde tiempos remotos.
Según informa el Gobierno de esta comunidad, Kentaro, uno de los ocho ejemplares liberados en los Montes de Toledo el pasado 26 de noviembre, llegó a La Rioja el 4 de mayo y desde entonces está recorriendo el suroeste de la región en su viaje de dispersión en busca de territorio propio.

Este joven ejemplar de lince forma parte del proyecto Life+10 NAT para la Recuperación Histórica del Lince Ibérico en España y Portugal (Iberlince) y que tiene por objetivo principal conseguir restaurar las poblaciones de esta especie mediante la recuperación de su distribución histórica.

Kentaro nació en un centro de cría en cautividad de Portugal en marzo de 2013 y hace poco más de seis meses fue liberado en los Montes de Toledo, entre las provincias de Toledo y Ciudad Real, portando en el cuello un emisor GPS-GSM que permite localizarlo. Desde el principio se ha dispersado de forma muy notable desde su zona de suelta y ha recorrido parte de las provincias de Toledo, Madrid, Cuenca, Zaragoza, Soria y La Rioja, donde permanece desde hace cerca de un mes.

También en La Rioja mantiene su carácter dispersante y en estas semanas se ha movido por los valles de los ríos Iregua, Najerilla y Oja recorriendo brezales, hayedos, pinares y robledales de las sierras de Cameros y La Demanda –zonas conocidas por su aprovechamiento cinegético en montes de utilidad pública– y llegando a una altitud de 2.000 metros en las proximidades del pico San Lorenzo. Su rutina de comportamiento le ha movido a transitar durante varios días seguidos y a fijarse varias jornadas en los territorios donde caza para alimentarse de la presa. Se tiene constancia de que en cuatro ocasiones Kentaro ha cazado ungulados silvestres (corzos y algún ciervo pequeño).

Comentarios


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jabaliviejo

10, Junio 2015 09:48:33

No puedo estar más de acuerdo contigo, Vacceo. El fenómeno bambinista se caracteriza por una curiosa y paradójica empatía hacia el animal por desconocimiento. Creo que en la riqueza natural está tener lobos, osos y linces... La cuestión es cómo hacerlo compatible con la ganadería extensiva, con el disfrute de la naturaleza y con la caza (la caza con mayúsculas) que como digo, me parece un "potenciador" de la naturaleza. Creo que si no fuera por ella, muchos espacios rurales habrían caído en el más absoluto de los abandonos.

Vacceo

08, Junio 2015 23:37:40

Por muchos esfuerzos que se hagan para sujetar a la población, los españoles nos estamos agrupando en una franja costera de 10-40 km. de ancho y varios puntos del interior como Zaragoza, Valladolid, Córdoba, etc. aparte del área urbana de Madrid. Quedará entre medias un pequeño conjunto de capitales de provincia y un enorme vacío interior. Ya se ven zonas extensas en España con densidades de población similares a las de Siberia. Y es lógico porque no tenemos un terreno rico homogéneamente repartido como nuestros vecinos europeos. La gestión correcta de esas áreas despobladas, donde se está recuperando el monte original ( España es el país del mundo donde más crece la superficie forestal ), será la clave para que puedan compartir su disfrute tanto los cazadores como los caminantes o excursionistas. Sobre una base agro-silvo-pastoril adaptada al siglo XXI que le de un nivel de vida digno a los pocos que queden en el interior. Pero falla la moderación y el respeto en una de las partes, y no es la de los cazadores y agricultores. Por mi condición de hijo de "pueblerinos" conozco bastante mejor el campo que mis vecinos de la ciudad, y se que siguen quedando bestias que secan acuíferos, pegan tiros a los buitres, etc. Pero cada vez son menos y lo mejor, les acusan y afean la conducta sus propios vecinos. Sin embargo en el lado "verde", de rancia tradición estalinista, las peticiones de ahorcamiento de cazadores, ganaderos, y demás bestias pardas son casi unánimes. Digo casi porque algunos que de verdad conocen el campo no son tan radicales. Los peores son los que andan por la ciudad vestidos de excursionista predicando memeces y cuando salen del asfalto vomitan al ver que un lobo se ha masticado a bambi ( eso lo he visto con mis propios ojos mientras le explicaba a la interfecta que los lobos no son vegetarianos ). Esos son los que se me acercan en el pueblo a la huerta preguntando por el que rescata águilas reales ( para llevarlas al Seprona ) cuando se arrean los días de viento contra los cables eléctricos, o ese que organiza los días del árbol para plantar encinas en las tierras abandonadas... y al cabo descubren que soy cazador y ponen ojos como platos. El día que se plantee una gestión correcta y se puedan coordinar tanto espacios "integrales" como zonas de aprovechamiento compartido y se le de leña tanto al furtivo que mata un lobo fuera de cupos y permisos como al tontolhaba que se cruza en medio de una montería para que no "asesinen" jabalíes, estaremos por el buen camino. Y si de paso las administraciones empiezan a construir pasos de fauna y ganado y meter por túneles determinadas vías en determinados cruces, acabaremos con fragmentaciones de hábitat, lo que será rentable sólo con el número de vidas que se pierden en accidentes de tráfico por atropellos de animales.

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