El Gobierno de Kenia quemó el mes pasado 15 toneladas de marfil obtenido de la ilegal de elefantes y continúa haciéndolo en la actualidad para escenificar su guerra contra los furtivos, cuya actividad genera cerca de 213 millones de dólares cada año para las mafias que trafican con flora y fauna en África.
El Gobierno de Kenia quemó el mes pasado 15 toneladas de marfilobtenido de la ilegal de elefantes y continúa haciéndolo en la actualidad para escenificar su guerra contra los furtivos, cuya actividad genera cerca de 213 millones de dólares cada año para las mafias que trafican con flora y fauna en África.
Para demostrar que la preocupación llega a las más altas instancias y que éstas tienen una firme determinación de erradicar el furtivismo, fue el presidente de aquel país, Uhuru Kenyatta, el encargado de prender fuego a un pila de colmillos de elefante en el Parque Nacional de Nairobi con motivo del Día Internacional de la Fauna, en el que el país también homenajea a su conservacionista más célebre, la premio Nobel Wangari Maathai.
Para quien pueda pensar que esta quema fue un acto aislado de cara a la galería, Uhuru Kenyatta aseguró que su gobierno quemará el resto de sus reservas a lo largo de este año.
El mandatario, acompañado por el famoso conservacionista Richard Leakey, prendió fuego a una pila de colmillos de elefante, algunos de los cuales alcanzaban los 37 kilogramos de peso y se habrían cotizado en el mercado negro por decenas de miles de dólares.
Esta medida no está exenta de polémica. La primera quema de marfil ilegal realizada en Kenia en 1989, conllevaba la prohibición de este comercio y hundió la demanda de marfil en Europa, Estados Unidos y Japón. Sin embargo tuvo como efecto aparejado la desaparición de esta materia suntuaria del mercado, por lo que que, un tiempo después, su precio se elevó enormemente en el mercado negro realimentando el furtivismo. Así lo reconoció el presidente keniata al reconocer que “Veinticinco años después [de la primera quema de colmillos] la demanda de nuevos mercados vuelve a amenazar a los elefantes y rinocerontes de África”.
En los últimos tres años, la caza ilegal de animales protegidos se ha convertido en uno de los principales desafíos de Kenia, donde este comercio ilícito amenaza no solo su biodiversidad, sino también su industria turística y desarrollo económico. "La caza furtiva es alimentada por la demanda de marfil y cuerno de rinoceronte en el mercado internacional. Son necesarios esfuerzos locales e internacionales para interrumpir y destrozar el sistema de contrabando que sostiene el negocio del marfil", dice el presidente Uhuru Kenyatta.
Entre 20.000 y 25.000 elefantes mueren cada año en África, la inmensa mayoría de ellos fuera de un plan de gestión poblacional o de caza legal.