La caza de especies acuáticas para muchos aficionados tiene un gran tirón y es, desde luego comprensible, puesto que resulta fascinante por ser del todo diferente a la caza convencional. Si bien el barril nocturno del delta del Ebro resulta difícil y misterioso, las tiradas valencianas son realmente espectaculares. Se trata de una modalidad diferente y fascinante que, por desgracia, sólo se practica ocasionalmente, y en la que las administraciones deben ayudar, recapacitar, y unificar.
Si tienes la suerte de practicar la caza de ánades en pantano, disfrutarás de una de las actividades cinegéticas más bonitas y más difíciles que existen, puesto que no solamente hay que conocer las querencias de estos animales, listos como pocos, en sus recorridos por un pantano que tiene varios kilómetros de extensión, sino que también has de saber los tipos de patos a depredar, la climatología, las armas, las municiones, etc. Además, es muy recomendable ayudarse de toda una serie de elementos auxiliares: cimbeles, barca, pitos, trajes… para tener un mínimo de garantías de éxito. En época otoñal, de estas extensiones de agua se desprende un misterioso encanto que sólo se percibe cuando se siente. Un halo misterioso emerge de las aguas, la luminosidad parece que emana del aire, el silencio te transporta y las sensaciones te invaden.
Por lo general, el vuelo del pato es recto, con algunos descensos verdaderamente de impresión. Como curiosidad, cuando una pareja, o mejor, una formación de patos cuchara decide hacer un descenso en picado sobre el agua y en la más absoluta calma del pantanal, uno puede oír perfectamente la presión aerodinámica que generan. Esta presión se manifiesta como un ruido o murmullo de fondo, que junto con el silbido de las alas parece que estemos ante verdaderos aviones reactores. Es falsa la idea que he leído por ahí sobre la identificación de los ánades y patos en vuelo. Su tamaño, morfología, la forma de su vuelo, su canto… los hacen prácticamente inconfundibles. Es perfectamente posible, y mucho antes de tenerlos a tiro, diferenciar por ejemplo, un ánade real o azulón de un pato cuchara, o un silbón de una pequeña cerceta. Aunque esto también es cuestión de tener práctica.
El tiro no representa demasiadas complicaciones por la forma de volar. A una distancia normal, pero en el pantano la distancia normal es prácticamente inexistente, tirando con 7ª, incluso 6ª, a una barra de azulones a distancias por encima de 40 metros, uno oye el característico, clac, clac, clac… de los impactos de los perdigones en las plumas. En este sentido, un pato es un colchón de plumas con una gran densidad.
El animal sigue su trayectoria sin inmutarse. Sencillamente, los plomos rebotan en las plumas, pues no tienen suficiente energía cinética para atravesar la resistencia. El mismo lance pero con perdigón de 4ª, derriba al animal. A esas distancias, los plomeos son menos densos y lo que generalmente sucede es que se parte el hueso del ala, que es la zona más vulnerable. En realidad, de esto se trata al usar perdigones gordos del 4, 3, 2, incluso 1. Como resultado, el pato baja de pico como una flecha a extraordinaria velocidad. Si ves que va a impactar contra el suelo es casi seguro que el impacto lo matará, por el contrario, si va directo al agua y has tenido dificultades en rematarlo en vuelo, espera a que caiga en el agua y remátalo sin contemplaciones. Un pato herido, aún en el pantano más limpio de vegetación, desaparecerá como por encanto y no lo volverás a ver.
Las aguas de un pantano, aunque estén embalsadas, no están muertas. Tienen corrientes y en algunos casos muy fuertes, como sucede en los embalses de Cáceres y Zamora. Pero si las aprovechas correctamente te dejaran las piezas con toda seguridad en la orilla. Sobre todo, si no tienes barca que te permita recogerlas. La embarcación se hace imprescindible para muchos usos, como por ejemplo el traslado hacia las distintas posturas, el traslado del abundante material, para mover y ojear las piezas, etc.
Munición apropiada
Pero que nadie se crea que los disparos así realizados son fáciles. Requieren una esmerada técnica, una excelente vista y un arma capaz de llegar hasta allí. Cuando más he practicado esta caza no existía la normativa comunitaria de hoy en día, como tampoco eran frecuentes las armas y municiones denominadas Magnum. Durante mucho tiempo y viene al caso como referencia en el artículo anterior de las palomas, he disparado y abatido cantidad de patos usando cartuchos de 24 gramos de 5ª y 4ª a distancias de más de 40 metros. El cartucho Magnum, efectivamente, nos da algunos metros más de alcance pero esto es todo. La moderna cartuchería de apertura retardada del taco mejora más la situación, pues el fabricante nos asegura alcances por encima de los 100 metros. Ahora bien, en algunos estados americanos está, o al menos estaba, permitida la caza de acuáticas con rifles semiautomáticos del calibre .22. Si se trata de matar patos a distancias de 100, 200 metros o más, yo desde luego prefiero el rifle con calibres pequeños de alta velocidad del estilo de los norteamericanos .222, .223 R, .22-250 S o los europeos 5,6x50 o 5,6x57. Todos ellos son muy efectivos para este propósito.
Efectivamente, la trayectoria en vuelo de los ánades, patos y gansos es rectilínea y constante. Con mira telescópica, busca un buen apoyo, centra la cruz, corrige mínimamente el viento cruzado y aprieta el gatillo. La pieza caerá como una pelota, pero esto no es cazar, ¿o sí? En mi opinión, no podemos llevar la muerte hasta donde nos permita la tecnología. Es necesario aplicar unas reglas de honestidad que nos permitan disfrutar y justificar lo que hacemos. La evolución natural de los animales es mucho más lenta que el desarrollo tecnológico humano. Así pues, mientras los patos fabrican su chaleco antibalas, démosles la oportunidad de vivir.
Un poco de cordura hace falta, lo que no implica que yo esté en contra de la caza. Sin polemizar demasiado, la caza es necesaria en la naturaleza, es el medio que ella utiliza para la selección de las especies y la supervivencia reproductiva de los mejores, con el fin evidente de impedir la degeneración de las razas y el exterminio futuro de todas las especies. Y lo hace matando, usando a la muerte. Esto es un hecho. Desde otro punto de vista, si miramos a la naturaleza de una manera independiente y sin la intervención humana, lo primero que se ve es un equilibrio perfecto. Usando el ejemplo didáctico del zorro y del conejo, en el estado puro, no existe depredación alguna. El zorro nunca atrapará al conejo. En ambas especies, los sentidos están en equilibrio, por lo que el ataque del zorro siempre lo contrarrestará el conejo.
La depredación se produce cuando se rompe este equilibrio. La naturaleza no admite fallos, no admite imperfecciones, eliminando lo mas rápidamente posible y sin contemplaciones al perdedor. Y lo hace artísticamente, sirviéndose para ello de la caza y es aquí donde la caza, se convierte en arte. Aquí es donde observamos a los contendientes en su máximo esplendor: cómo dominan el medio, sus técnicas, sus preparaciones y sus habilidades propias de un artista. |