Desde hace unos años se vienen imponiendo en nuestro país los calibres potentes para caza de todo tipo de piezas. Concretamente los magnum son los preferidos de nuestros cazadores y es obvio que su contundencia por peso de punta y velocidad garantizan abatir a la presa, aunque no se alcance un área vital. En este artículo vamos a analizar tres calibres de los denominados ligeros y su adecuación a nuestra fauna autóctona, para qué animales son válidos, hasta que distancia se puede tirar con ellos y para que modalidades de caza son más recomendables. Para ello intentaremos hacer una aproximación lo más científica y objetiva posible, alejada de preferencias personales o de leyendas urbanas.
Es obvio que es posible abatir una presa grande con un calibre pequeño, todos hemos oído historias de compañeros cazadores que han logrado capturar un jabalí u otro tipo de animal con un calibre de este tipo gracias a un tiro afortunado o debido a su habilidad de casi francotirador policial colocando tiros sumamente precisos, aunque está claro que esa no es una caza ética, ya que hay elevadas posibilidades de que el animal quede herido y emprenda la huida, sufriendo durante un más o menos largo plazo de tiempo hasta que le llegue la muerte.
¿Entonces qué criterio objetivo podemos aplicar para relacionar calibre, peso de punta y distancia con el animal a cazar? ¿Cómo podemos determinar la contundencia mínima del impacto? Desde luego no hay nada más objetivo que las matemáticas, es por ello por lo que nos serviremos de la conocida fórmula de Edward Matunas denominada “Optimal Game Weight” o Peso Óptimo de la Presa, publicada por primera vez en la revista Guns en abril de 1992, aunque no sería hasta su inclusión en la edición 47 del Manual de Recarga Lyman cuando alcanzaría notoriedad. Esta fórmula determina teóricamente cual es el peso óptimo del animal a cazar para una distancia de tiro y una energía y momento lineal (cantidad de movimiento) determinados. De tal manera que el peso óptimo decrece cuanto mayor es la distancia y la energía y el momento son menores. Dicho de otra manera, cuanto menor sea el peso de la bala y su velocidad debido a sus características y a la distancia que tiene que recorrer (porque nuestra pieza esté alejada y el proyectil va perdiendo velocidad) menor será el peso del animal que podemos abatir. Esto se expresa matemáticamente en la siguiente fórmula:
OGW= V3 xW2x 1,5x10-12
OGW= peso del animal en libras
V = velocidad de la bala en el momento del impacto en
pies por segundo
W= peso de la bala en grains.
Inmediatamente, lo que llama la atención en la fórmula es que no hay ninguna referencia a la composición del proyectil, la forma, la densidad de este o el diámetro por citar algunos criterios adicionales que parece lógico se debieran considerar. Aunque Edward Matunas fue interrogado sobre estos aspectos y otros, nunca presentó el desarrollo matemático que le permitió llegar a dicha fórmula, aunque sí aseguró que los había tenido en cuenta. Lo que sí es cierto es que desde entonces ha sido aceptada y corroborada en la práctica por multitud de cazadores en base a sus propias experiencias. Es por ello que la vamos a emplear para hacer un análisis de estos calibres para nuestra fauna, considerando que damos por supuesto el uso de proyectiles expansivos de calidad en los calibres analizados.
Existen otras formulaciones, aunque esta es la más conocida y aceptada en el mundo de la caza en USA.
Lo primero que se nos viene a la cabeza es que necesitaremos saber las velocidades en diferentes tramos para estos calibres para los pesos más habituales de punta empleados o disponibles en nuestro país, en consecuencia, nos ceñiremos a la munición comercial disponible. Aunque conociendo la fórmula, los estudiosos de la recarga podrán llegar a sus propias conclusiones. Vamos por tanto primero a analizar someramente las características de estos calibres, sus tablas balísticas y determinar mediante la fórmula anterior los pesos máximos de abate hasta las 500 yardas en tramos de 50. Las tablas hacen referencia a proyectiles disparados por cañones de 24”.
Cazar con calibre .22-250 Remington
Este calibre fue adoptado comercialmente en 1965, no fue un desarrollado de la propia compañía, sino que fue un cartucho experimental o “wildcat” que llevaba muchos años siendo usado por numerosos tiradores de la época. Desde 1915 en el que apareció la primera versión conocida, se sucedieron numerosas variantes hasta que es comúnmente admitido que es en 1937 cuando se definió la versión en la que se basa el cartucho comercial, siendo sus autores los armeros J.E. Gebby y J.B. Smith.
Este cartucho está considerado como el más equilibrado y flexible de los de calibre .22 de fuego central, siendo el más popular de los cartuchos denominados “varmint” o en nuestro idioma “alimañeros” o para pequeños animales, lo que en USA engloba a zorros, coyotes, marmotas, perros de las praderas, cuervos, etc. Es efectivo hasta las 400 yardas y ha sido usado en el pasado para bench rest debido a su magnífica precisión. Este cartucho es el perfecto ejemplo de cómo la tecnología de los proyectiles expansivos modernos ha permitido que cartuchos inicialmente NO recomendables en el pasado para presas de tamaño medio, si lo sean ahora. En los foros USA se admite que puede ser usado con puntas expansivas por encima de los 50 grains, como la Remington ACCUTIP o la CORE-LOKT en presas de hasta los 100 kg, siempre que impacten a una velocidad de al menos los 2.300 pies/seg (700 m/seg) lo que garantizará su penetración y expansión.
Cazar con Remington Core Lokt
Debido a su elevada velocidad, este cartucho tiene una gran reputación por el shock hidráulico que es capaz de producir, además del característico daño sobre los tejidos. Los mamíferos están formados en su mayoría por agua (60% - 70%) contenida y confinada en los tejidos, la onda de presión generada por una bala de alta velocidad se propaga por los mismos produciendo daños en tejidos y especialmente disrupciones en el sistema circulatorio y nervioso. Es un calibre prohibido para la caza de animales grandes en algunos estados de USA, a través de una legislación que establece el calibre mínimo para la caza de grandes mamíferos.
Cazar con calibre .243 Winchester
Este cartucho fue desarrollado e introducido por Winchester en el mercado en 1955 para su modelo de cerrojo 70 y para su rifle de palanca 88. Se hizo tremendamente popular al poco de su presentación, siendo inmediatamente adoptado por numerosos fabricantes de armas norteamericanos y europeos. Incluso la propia Remington que había desarrollado su propio cartucho de 6 mm terminaría incorporándolo en su gama de rifles. En realidad, no se trata más que de una vaina del .308 agolleteada para engarzar una punta de 6 mm. Es probablemente el cartucho que más ha sido camarado para diferentes rifles de diferentes fabricantes, solo superado por el .30-06.
Originariamente fue diseñado buscando un cartucho efectivo para presas medias, fundamentalmente el ciervo y el antílope americano, por encima del calibre .22 pero que tuviese la característica alta velocidad de esos cartuchos. En estados Unidos es sumamente apreciado y popular para la caza del ciervo, pero también por su polivalencia para presas pequeñas y de tamaño medio. Al igual que en el caso anterior las puntas expansivas modernas como la Barnes TTSX o la Remington ACCUTIP han permitido que este calibre suba un escalón y pueda ser usado con presas grandes. Teóricamente este cartucho cubriría todos los animales de caza mayor de nuestro país, siempre que impactase con la suficiente velocidad.
Cazar con calibre 7 mm – 08 Remington
Es el cartucho más moderno de los tres analizados ya que data de 1980 cuando fue introducido en el mercado por Remington. Al igual que en el caso anterior se trata de una vaina del .308 agolleteada para llevar un proyectil en este caso de 7 mm. Aunque es un cartucho moderno tiene sus antecedentes en un “wildcat” o experimental idéntico, el 7mm /.308 Winchester que data de 1958. Remington ha sido uno de los grandes valedores de las cualidades balísticas de este cartucho, de tal forma que ha impulsado su popularidad especialmente entre los tiradores estadounidenses. Las cualidades balísticas de este cartucho con punta de 140 grains son ligeramente superiores al popular .308 con punta de 150 grains. Disparados ambos con un cañón de 24” el 7 mm -08 supera en velocidad (238 pies por segundo más) y energía (750 pies –libras) al .308 a la distancia de 500 yardas. Tiene por tanto muy buena reputación entre los cazadores en USA. Con la punta adecuada es capaz de abatir sin problemas animales tan grandes y pesados de la fauna norteamericana como es el alce. Es por tanto perfectamente válido para cualquiera de nuestras presas de caza mayor.
La variable animal: peso y modalidad de caza
Antes que nada, debemos saber que animales de caza mayor se capturan en nuestro país, cuáles son los pesos medios de dichos animales y las modalidades de caza empleadas. Ya que una vez evaluadas por calibre las velocidades por tramos de 50 yardas hasta las 500, energías y pesos óptimos de abate de estos cartuchos, necesitaremos enfrentarlos con nuestra fauna autóctona.
Una observación importante en relación con lo anterior y que seguro no se ha tenido en cuenta para la fórmula de Edward Matunas, son las modalidades de caza. A efectos de este artículo simplificando podemos dividirlas entre las que obligan a tirar a una pieza en movimiento estresada y llena de adrenalina, acosada por rehalas o batidores, frente a las que abaten un animal estático, relativamente calmado y de forma sorpresiva. Tal vez ese es el mayor hándicap que tiene la fórmula desde mi punto de vista, nuestras prácticas de caza. Los norteamericanos no están acostumbrados a disparar a presas de caza mayor en movimiento, sus modalidades fundamentalmente son el rececho y la espera. Es por ello por lo que los resultados obtenidos teóricamente en las tablas de estos tres calibres serán directamente transportables a nuestras modalidades parejas. En aquellas que supone disparar a animales en movimiento, donde las probabilidades de acertar en una zona de muerte disminuyen y donde el animal cargado de adrenalina tiene un plus de fuerza y resistencia.
Consideraciones finales sobre la caza con calibres ligeros
Hay otros aspectos de los datos estadísticos y resultados que debemos considerar. Por ejemplo, cuando hablamos de los pesos de los animales, el peso de estos tiene importantes variaciones según sea la época del año o incluso la zona, estando en directa relación con la abundancia de comida que tenga en su hábitat. Además, debemos tener en cuenta que si bien nos hemos servido de los pesos medios habrá ocasiones que durante la cacería se nos pueda poner a tiro un animal medallable y el calibre que llevemos se nos quede corto, ya que rondará lo pesos máximos o los sobrepasará, por ejemplo, en el 2004 se abatió un jabalí de 195 kg. en la provincia de Lugo, es obvio que es un animal absolutamente excepcional y que con un .243 Winchester, salvo tiro quirúrgico, será difícil que lo abatamos.
Por otra parte, hay modalidades de caza y animales que exigirán distancias mayores que las que matemáticamente nos permite usar un determinado calibre, caso por ejemplo de algunos de los resultados obtenidos para el .22-250. Otro ejemplo de aspecto a considerar es el entorno asociado a la modalidad de caza, un cortadero “sucio” lleno de matorral bajo no es lo mismo que un tiro “limpio”, donde un proyectil dependiendo cuales sean sus características puede sufrir importantes desviaciones al encontrar en su trayectoria vegetación del lugar. Finalmente, no debemos olvidar la morfología de algunos animales, a igualdad de peso no es lo mismo un jabalí que una cabra montesa o un corzo, la densidad de tejidos, encarnadura y pelo son determinantes en la penetración y expansión del proyectil.
Con la distancia el proyectil pierde progresivamente energía.
Resumen
El artículo hemos hecho un ejercicio matemático teórico para identificar la viabilidad de estos calibres, denominados “ligeros” para nuestra fauna. Es obvio como hemos comentado que hay otras circunstancias que tienen su peso e influencia en la selección de calibre y que son más o menos medibles. Nuestra elección deberá responder a todos ellos, aglutinados en nuestra experiencia y la de otros compañeros de cacería, eligiendo finalmente aquel que de forma contrastada más confianza nos ofrezca. Como decía un buen amigo, sé que voy sobrado con el calibre que uso, pero no me quiero arriesgar a perder una oportunidad que sólo se presenta una vez en la vida.
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Agradecimiento
Agradecemos a BORCHERS la cesión del material que aparece en este artículo.