El carro de guerra es un arma singular que sólo se usó en la Antigüedad. Lo hemos visto muchas veces en las películas de egipcios y romanos(1), representados en las carreras del Circo o apareciendo veinte veces en el mismo plano de una mediocre película de peplum. El conocimiento general sobre esta arma no va más allá. Este artículo pretende dar a conocer la historia del carro de guerra, donde se inventó, como se construía, quién y cómo lo utilizaba, y cuales fueron sus momentos de gloria y de declive. ¿Pero cómo es posible qué en épocas recientes hayamos sido capaces de descubrir tanta información sobre estos ingenios de guerra?
Los orígenes del carro de guerra
Las fuentes escritas(2) e iconográficas nos dan gran parte de la información sobre el uso de los carros de guerra en la Antigüedad, pero han sido los yacimientos arqueológicos los que nos han descubierto in situ cómo eran. Debemos hacernos a la idea desde un principio, que los carros de guerra eran armas exclusivas de reyes y nobles. Sólo ellos podían mantenerlos y usarlos. Por eso mismo, al ser objetos tan exclusivos, era normal que estos reyes, faraones y nobles incluyeran en sus ajuares funerarios algún carro de guerra, como símbolo de su importancia social.
En Europa por ejemplo, tanto en la cultura de Hallstatt(3) como en la de La Tené(4), se han encontrado carros de guerra de importantes guerreros, junto con otro tipo de armamento como espadas cortas de doble filo. Por lo tanto era costumbre extendida que estos vehículos dieran un importante estatus social.
El carro de guerra tiene su origen en Mesopotamia, cuna de culturas universales. Entre el tercer milenio y el año 1000 a.C, el carro de guerra cambió las tácticas militares hasta la irrupción de la caballería en el campo de batalla. De Mesopotamia se extendió su uso a Asia Menor, Grecia y Europa. El carro de guerra se erigió como el rey del campo de batalla por su movilidad y su superioridad ante las primitivas armas de la infantería.
La primera referencia a estos vehículos la encontramos en Sumeria alrededor del año 2.500 a.C. Estos carros, de cuatro ruedas, estaban tirados por bueyes o asnos y podían llevar en su interior a un auriga y un lancero. Las ruedas en aquel momento eran de madera macizas ya que todavía no se conocía el uso del radio.
Otra fuente escrita de conocimiento sobre el uso del carro de guerra en Oriente Medio, es el Antiguo Testamento. En él podemos leer múltiples referencias en el libro del Génesis, Josué y Jueces. En las citas bíblicas se puede encontrar información sobre quiénes los usaban, cuál era su número, su modo de luchar o cuánto costaban.
"El Faraón hizo enganchar su carro y llevó consigo sus tropas. Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, montados por sus combatientes." Éxodo 14,6-7.
Aunque no siempre era fácil enfrentarse contra los carros de guerra.
"Yahvé estuvo con Judá, que conquistó la Montaña, pero no pudo expulsar a los habitantes del llano, porque tenían carros de hierro". 19.
"Se concentraron los filisteos para combatir a Israel: tres mil carros, seis mil caballos y un ejército tan numeroso como la arena de la orilla del mar".
"David le apresó mil setecientos hombres de carro y veinte mil de a pie y desjarretó toda la caballería de los carros reservando cien tiros". Samuel 2, 8, 4
El Reino de Israel es mencionado en los textos asirios como poseedor de la más poderosa fuerza de carros del Mediterráneo Oriental. En el propio Antiguo Testamento podemos leer que:
"Tenía Salomón cuatro mil establos de caballos para sus carros y doce mil caballos". 6
Curiosa es la cita en la que se habla del precio de uno de estos carros y para qué se empleaban.
"Un carro que subía de Egipto valía seiscientos siclos de plata y un caballo 150. Los traían también como intermediarios para todos los reyes de los hititas y todos los reyes de Aram". Reyes 1,10,29.
Sobre su uso hemos extraído varios versículos bastante ilustrativos.
"Cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, dijeron: Seguro que es el rey de Israel. Y le rodearon para cargar contra él. Y viendo los jefes de los carros que no era el rey de Israel se apartaron de él. Entonces un hombre disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel por entre las placas de la coraza, y el rey dijo a su auriga: Da la vuelta y sácame de la batalla, porque me siento mal. Arreció aquel día la batalla y el rey fue sostenido en pie en su carro frente a los arameos, y a la tarde murió; la sangre de la herida corría por el fondo del carro".
"Jehú [que viajaba en carro] tensó el arco en su mano y alcanzó a Joram entre los hombros; la flecha le atravesó el corazón y se desplomó en su carro".
Parece ser que fueron los hititas(5) los que introdujeron el uso del carro de guerra evolucionado en la Edad del Bronce en Oriente Medio. Este pueblo desarrolló un modelo de carro más ligero gracias a las ruedas de cuatro radios, pudiendo transportar dicho carro hasta tres guerreros. El Imperio Hitita controlaba grandes rutas de comercio y eso desembocó en una serie de conflictos bélicos con sus vecinos asirios, hurritas y egipcios. Precisamente la batalla de Qadesh (1288 a.C.) fue sin duda la batalla de carros de guerra más grande de la Antigüedad. En el bando del rey hitita Muwatallis II lucharon hasta tres mil setecientos de estos carros. No erramos mucho si nos atrevemos a decir que la batalla de Qadesh fue el Kurks de la Antigüedad.
El carro de guerra egipcio
Para hablar del carro de guerra egipcio primero tenemos que mencionar a los hicsos. Se cree que estos misteriosos invasores del Bajo Egipto trajeron consigo la utilización del caballo y el carro de guerra a la tierra de los faraones. Los egipcios consiguieron expulsar a los hicsos entre el año 1555 y 1580 a.C. Tras esta guerra de liberación los egipcios se vieron obligados a modernizar su tecnología bélica con la introducción del carro de guerra y las armas de bronce en su arsenal, pues hasta ese momento habían obviado la utilización de estos vehículos y la cría de caballos.
La fuerza de los carros de guerra consistió en un primer momento en los vehículos capturados al enemigo en el campo de batalla. Por ejemplo, en sus correrías por la actual Palestina, el faraón Tutmosis III capturo 900 carros tras la toma de la ciudad de Megido.
Más tarde los egipcios sólo se limitaron a reproducir este tipo de carro cananeo, aunque no sin dificultad ya que muchos de los materiales empleados para fabricarlos no se encontraban en Egipto (madera de roble, olmo, sicómoro y abedul). Las partes del carro de guerra usado por los egipcios eran la caja, el timón, el eje, las ruedas y el yugo.
El carro egipcio tenía unas peculiaridades que lo hacían diferente del de las demás culturas circundantes. Para empezar el eje, que medía un metro de largo, no estaba en el centro de la caja donde iba situada la tripulación, sino en la parte más atrasada. Simplemente con esta colocación se conseguía mayor estabilidad.
La caja permitía una tripulación máxima de dos ocupantes. Sus medidas eran un metro de ancho, cuarenta y cinco centímetros de fondo y setenta y seis centímetros de alto. El material básico de construcción era la madera, y posteriormente se añadían pieles o juncos para cerrar la caja. Para conseguir que la madera adquiriera formas curvas, se moldeaba con vapor. A la caja del carro se le solían añadir aljabas llenas de flechas tanto para la guerra como para la caza.
En el caso de los carros del faraón y los nobles, estas partes se recubrían de metales como el oro. El suelo de la cabina por lo general estaba fabricado con tiras de pieles flexibles o tela.
Las ruedas de los carros, fabricadas también en madera, tenían seis radios, lo que le conferían mayor robustez y seguridad.
El timón era la pieza que unía la caja del carro con los caballos que tiraban de él. Esta pieza poseía una articulación que permitía una movilidad y una amortiguación mayor que en los demás carros. Esto contribuía a dar una mayor estabilidad a los tripulantes, sobre todo al arquero cuando disparaba sus flechas en movimiento.
El coste de su fabricación sólo podía recaer en las clases nobles, de ahí que su presencia en los campos de batalla correspondiera a este sector social.
Gracias a la arqueología moderna podemos saber cómo eran estos carros. Solamente ocho son los que han llegado conservados hasta la actualidad desde los tiempos faraónicos. Seis corresponden al ajuar funerario del archiconocido faraón Tutankamón, otro el de Yuia (General del cuerpo de carros del faraón Amenhotep III), los hallados en el Valle de los Reyes y el encontrado por Ipólito Rosellini en una tumba tebana desconocida.
La base principal del ejército egipcio era la infantería. Los carros de guerra eran unidades que se añadían a las divisiones de a pie. La organización básica de esta fuerza partía del escuadrón de 25 carros, siendo el grupo de 50 lo más común en el campo de batalla. Aún así existían unidades de mayor entidad que reunían hasta 250 carros(6). La tripulación estaba compuesta por un conductor y un arquero.
Es probable que durante el reinado del faraón Tutmosis III estas unidades actuaran con cierta independencia de la infantería, lo cual no era impedimento para que en su despliegue fueran acompañados normalmente por unidades de infantería ligera.
Merece especial mención la figura de esta infantería, pues eran auténticos corredores. Como ya hemos dicho, su función era avanzar junto al carro de guerra para apoyarlo y rematar a los heridos que causaba el arquero. El hecho de matar a los enemigos que quedaban a retaguardia se debía a que éstos podían atacar aún por la espalda a la tripulación del carro.
En cuanto a su utilización táctica, ésta se basaba en la agilidad y rapidez para tomar posiciones en el campo de batalla, permitiendo así poder hacer un buen uso del arco. Estos carros carecían de protección pasiva alguna, exceptuando el escudo que podía portar el auriga para protegerse él y el arquero.
En la batalla los carros cargaban contra el enemigo en conjunto, lanzando flechas o lanzas. Cuando los enfrentamientos acababan favorablemente, los carros eran un instrumento insuperable para la persecución de las fuerzas enemigas en desbandada. Muchas batallas debieron acabar con sus enemigos alanceados por la espalda mientras huían.
El arco compuesto era el instrumento que daba un significado final al carro de guerra, aunque no debemos olvidar el uso de jabalinas. La efectividad de los arcos ha quedado plasmada en reconstrucciones modernas sobre su uso, ya que su alcance podía rondar entre los 300 y 400 metros. Las flechas eran capaces de perforan las corazas de la época. Además del arco, los tripulantes podían llevar espadas de bronce en forma de hoz recta llamadas khopesh, dagas y hachas de bronce.
La batalla de Qadesh es el mejor ejemplo del buen uso del carro de guerra en el campo de batalla. Los hititas disponían de un potente ejército cuya base fundamental eran los carros de guerra(7). Sus carros, a diferencia de los egipcios, eran más grandes, más pesados y más lentos. El eje estaba colocado en el centro de la plataforma, por lo que la velocidad y la estabilidad se reducían, pero a su vez permitía aumentar la capacidad de la tripulación en tres hombres.
La unidad básica del carro se componía de un conductor, un lancero y un escudero. El primero iba desarmado y se encargaba exclusivamente de conducir el carro. El lancero u arquero llevaba la carga ofensiva desde el carro e iba provisto de una coraza de escamas de metal, mientras que el escudero defendía a los dos anteriores embarcado o desde el suelo, a semejanza de los corredores egipcios.
Para los hititas había otro componente al que prestaban más atención. Hasta ahora no hemos hablado de los animales que eran la fuerza motora del carro. Asnos, onagros o caballos eran los que tiraban de estos ingenios. Los hititas tenían entre sus filas a Kikuli(8), un adiestrador de caballos de origen hurrita(9), especialista en criar y entrenar a los caballos para que fueran más fuertes y rápidos. La robustez de estos caballos permitía transportar hasta el lugar de la batalla al escudero/corredor totalmente descasado, todo lo contrario que sus homónimos egipcios.
El carro hitita era un arma estrictamente ofensiva, diseñada para romper la formación de la infantería enemiga. La estructura del carro estaba pensada para desempeñar esta función, pues eran vehículos muy pesados. La inercia de una carga en campo abierto podía hacer estragos en el enemigo. El hándicap residía en su lentitud y escasa maniobrabilidad. A esto hay que añadirle su tendencia a volcar si se practicaban giros en ángulos muy cerrados.
Para sacar el máximo partido a los carros hititas, las batallas debían desarrollarse en terrenos llanos y amplios, primero para sacar provecho de la fuerza con la que los carros cargaban y segundo para poder maniobrar cómodamente.
Dicha batalla comenzó con una carga de los carros hititas contra la infantería egipcia que se dirigía al campamento del faraón. La fuerza de la carga de los carros de guerra pesados desbarató la columna egipcia formada por infantería y carros.
Consumado el éxito de la carga, los hititas arremetieron seguidamente contra el campamento del faraón, olvidándose por completo de los supervivientes egipcios. Este fue uno de los primeros errores que cometieron aquel día.
Los carros hititas, habiendo llegado a las puertas del campamento, tuvieron que enfrentarse a los carros egipcios y a las compañías de infantería que el faraón Ramsés II había dejado en la reserva.
El segundo error que cometieron los hititas fue introducirse dentro del campamento egipcio. La configuración de sus carros impedía prácticamente cualquier movimiento, quedando empantanados y a merced de los arqueros del faraón.
El mismo Ramsés II montó en su carro y salió encabezando un ataque contra los hititas. Los arqueros embarcados asaetearon a los hititas sin piedad ayudados por la velocidad y agilidad de sus carros. En cambio los lanceros hititas no tuvieron oportunidad de acercarse a los egipcios. El enfrentamiento desembocó en la huida de los supervivientes hititas. Éstos, perseguidos por los carros egipcios, fueron masacrados.
El rey Muwatallis al ver el descalabro, ordenó una carga de carros encabezada por los nobles que le acompañaban, para atacar el campamento egipcio. En esos momentos una nueva fuerza de carros de guerra e infantería amorrea, aliados de los egipcios, que llegaba en auxilio del faraón, destrozó nuevamente a los hititas.
El final de la batalla estaba ya cerca. Destruida la principal fuerza de carros hititas y capturados muchos de los nobles que participaron en la última carga de carros, Muwatallis solicitó una tregua a Ramsés II. En el campo de batalla los egipcios se alzaron con la victoria, pero en el plano político geoestratégico los verdaderos vencedores fueron los hititas.
La subjetiva victoria egipcia nos da una idea de la importancia de estos carros en la batalla como plataformas móviles de fuego y como transporte de arqueros. También podemos señalar que podían desempeñar misiones de reconocimiento, escolta y rescate.
Quizás alguien se pregunte como después de tanto tiempo transcurrido desde la batalla, podemos poseer datos tan precisos de la misma. Nada de lo que ocurre en la actualidad es nuevo. La propaganda del poder hace ya siglos que está inventada. El poema escrito por el escriba egipcio Pentaur es uno de los primeros ejemplos de este tipo de propaganda. Dicho poema narra la batalla de Qadesh ensalzando en todo momento la figura de Ramsés II.
El texto del poema ha llegado hasta nosotros grabado en piedra en templo de Karnak y en papiro. De dicho poema podemos sacar dos fragmentos. El primero se refiere a cuando los hititas atacan a la columna egipcia:
“Sin embargo había lanzado sus hombres y sus caballos pasando la multitud como los granos de arena: tenía tres hombres en un solo carro que estaba equipado con armas e instrumentos de guerra. Habían sido reunidos para ocultarse detrás de la ciudad de Kadesh, y en ese momento llegaban del lado sur de Kadesh y cortaban el ejército de Ra por la mitad, mientras llegaba: ya no supo donde prepararse para combatir.”
Otro es cuando se produce el contraataque del faraón:
“Entonces Su Majestad apareció en gloria como su padre Montu; endosó el equipo de batalla y se puso su corselete.”
“Entonces Su Majestad partió al galope y entró en la horda de los vencidos de Hatti, solo, sin nadie con él. Su Majestad se puso a mirar alrededor de él y vio que le rodeaban 2.500 carros, compuestos por los mejores guerreros de los vencidos de Hatti y de las numerosas regiones extranjeras que estaban con ellos, de Arzawa, de Masa y de Pidasa, habiendo tres hombres por carro, actuando con fuerza, mientras que no había ningún oficial superior conmigo, ni carros, ni soldados del ejército, ni escuderos, mi infantería y mis carros se habían dispersado delante y no había quedado ni uno para combatirlos.”
(Continuará...)
**Notas a pie de página
1 Las más famosas son Moisés y Ben-Hur.
2 Las fuentes escritas nos aportan muchos datos que a priori deben ser puestos en duda por el historiador y el lector, sobre todo lo que se refiere a cifras. La manipulación y la propaganda son motivos para desconfiar de las citas que se incluyen en el artículo.
3 Cultura surgida en el centro de Europa en el primer milenio antes de Cristo, e influida por el último período de la cultura del Bronce. Su nombre proviene de una localizad del Tirol austríaco.
4 Cultura continuadora de la de Hallstatt, cuyo nombre deriva de un yacimiento ubicado en la actual Suiza.
5 Población de origen indoeuropeo que se instaló en el centro de Turquía
entre los siglos XVIII y XII a.C.
6 El “Jefe de Huestes” que era el que mandaba esta unidad, estaba subordinado directamente al jefe del ejército.
7 En el idioma hitita los carros se denominaban “Tiyawa”, que traducido al español significa “estar de pie”.
8 Kikuli fue el autor del primer y más antiguo manual de adiestramiento de caballos, datado aproximadamente alrededor del año 1350 a.C.
9 Referencia a la cultura.