Frecuentemente acuden al foro armas.es cazadores que llevados por por la prisa y la ilusión disparan una pregunta a bocajarro: "¿Qué visor me compro?"
Para cuando llega a este punto, el demandante de información ya se ha dado cuenta de que elegir y adquirir un visor es más complicado y a menudo más oneroso que elegir un rifle y un calibre.
Las dos primeras respuestas que se suelen encontrar son: "Depende del uso que le vayas a dar" y "el mejor que puedas permitirte". Ambas son respuestas vagas si bien la primera es necesaria y la segunda no necesariamente acertada pues la calidad (y el precio que lleva aparejado) no siempre garantizan que cualquier modelo de visor ofrezca lo que el demandante necesita.
Son tantos los parametros que definen una "mira telescópica" (así las llamábamos antes) que es un error enorme limitarse a elegir ateniéndose solamente al precio y al rango de ampliación.
Delante, dentro y detrás de un visor hay muchas más cosas que importan: transmisión de luz, índice crepuscular, distancia libre al ojo, salida pupilar, robustez, tamaño del tubo, campo de visión, impermeabilidad y estanqueidad, peso, tipo de retícula... ¡Casi nada! Sobre todo si tenemos en cuenta que sobre algunas de estas características se han formado falsas creencias y axiomas que tienen frecuentes excepciones.
Para repasar todas las partes que componen un visor "de tubo" y sus características no me ha quedado más remedio que escribir este "ladrillo" en el que he evitado tecnicismos y fórmulas matemáticas pretendiendo ser una guía para distinguir un buen visor y para saber también qué prestaciones y características debe ofrecer según los distintos usos.
EL OBJETIVO
Por empezar por algún sitio y ya que últimamente se ha puesto de moda dar mucha importancia al tamaño de la "campana" comenzaré diciendo que, para conseguir una gran luminosidad, puede ser más decisiva una óptica buena que una óptica grande. Es una obviedad que se suele pasar por alto.
A igualdad de tamaño en el objetivo (lente frontal) es la calidad de las lentes lo que redunda en una mayor luminosidad.
Por otra parte, los objetivos grandes y luminosos de 50 ó 56 mm son imprescindibles únicamente cuando necesitamos un factor crepuscular muy alto porque trabajamos con escasa luz ambiental y muchos aumentos (aguardos, caza en el interior de bosques oscuros o recechos al alba y al ocaso). Para un rececho diurno típico basta con 40-42 mm, pues un objetivo de gran diámetro no hace sino añadir peso, encarecer el equipo y, por su mayor volumen, quedar más expuesto a golpes.
Un objetivo de diámetro moderado, como este de 40 mm es lo más indicado para recechos diurnos.
Son los aumentos los que "absorben" luz y es por esto que los fabricantes emplean grandes objetivos, con alto factor crepuscular, en visores con gran poder de ampliación; mientras que los visores de poca ampliación están equipados con objetivos pequeños e incluso carecen de campana sin que esto sea mayor inconveniente en condiciones normales de luz.
Además los visores de gran diámetro de objetivo obligan a un montaje más alto para dejar sitio a la campana. Es un inconveniente que normalmente redunda en un peor encare y que se soluciona con una culata más alta o bien con una carrillera suplementaria o elevable. Hay fabricantes que para evitar esto incluso han lanzado series especiales con el objetivo y su campana recortados semicircularmente en la parte inferior y que en un montaje convencionalmente bajo abrazan el cañón sin llegar a tocarlo.
No hay que olvidar que independientemente del tamaño del objetivo, el seguro de aleta de algunos rifles de cerrojo obliga también a un montaje elevado para que el ocular no impida su libre movimiento.
LA CALIDAD ÓPTICA
Fabricar buenas lentes requiere complejos tratamientos de materiales muy específicos. La pureza del compuesto base para que no presente inclusiones, la ausencia de microburbujas, la homogeneidad en las superficies, un adecuado pulido y otras muchas cosas precisan de una aparatología de alto coste que produce lentes muy caras, aunque quizá no tanto como podría deducirse por el precio de algunas marcas.
Existe una clase de lentes que tienen la facultad de producir una dispersión de luz muy baja, Es decir, conservan la imagen íntegra al reducir el efecto prisma del vidrio, que descompone la luz en los siete colores del espectro visible al ojo humano.
Gracias a ellas encontramos imágenes nítidas y bien contrastadas, sin aberraciones cromáticas como efectos arcoiris o halos de color formando siluetas (mas visibles en objetos negros).
Normalmente esta óptica se asocia a sustancias como la fluorita y algunos aparatos ópticos con ellos construidos suelen llevar siglas como ED (Extralow Dispersion), LD (Low Dispersión) ó APO (Apocromático).
También en los objetivos fotográficos se identifican las lentes de baja dispersión
Por otra parte, los visores de gran calidad cuentan con un alto "poder separador" que se puede comprobar fácilmente al observar a su través una trama de líneas denominada "mira de definición" que contiene una serie de tramas de diferentes grosores. También tienden a reducir otras aberraciones típicas de las lentes derivadas de su forma y que hacen que la imagen aparezca borrosa y oscura en los márgenes del campo visual o deformadas con un característico "efecto barril". El diseño del sistema óptico y sus distintos grupos de lentes tiene también gran importancia en este aspecto.
Una mira de definición básica
Para probar "a ojo" (nunca mejor dicho) la calidad de un visor, lo mejor es que lo sometamos a algunas pruebas sencillas que a veces se pueden hacer en el mismo establecimiento donde dispongan de él, sin ser tan exhaustivas como para aportar datos técnicos definitivos.
La madre del cordero es buscar las zonas oscuras, las de contraluz o aquellas en las que la luz incida perpendicularmente e incluso directamente sobre el objetivo (No seáis burros y no miréis directamente al Sol). O sea que se trata de ponerlo complicado para ver qué tal responde el visor en esas situaciones ya que con buena luz y visualizando objetos bien contrastados, incluso muchos de los modernos visores económicos ofrecen una imagen más que decente.
IMPORTANCIA LAS DE LAS LENTES MULTICAPA
Es el tratamiento multicapa y no otra cosa lo que facilita una mayor transmisión de la luz. Este aspecto es fundamental pues un objetivo grande que capte mucha luz no servirá de nada si no está tratado y cubierto de una serie de capas que evitan que una gran cantidad de luz sea reflejada como haría cualquier vidrio vulgar.
Este veterano Tasco japonés indica que sus lentes están dotadas de capa (fully coated).
Hay que tener en cuenta que del total de luz que incide en el objetivo hay que ir restando una pequeña cantidad que es reflejada cada vez que la luz (imagen) atraviesa la superficie de las lentes. Cada lente tiene dos caras en las que se producen estas pérdidas por reflexión y cuantas más lentes contenga un visor y peor tratadas estén, más luz se perderá. Además esas reflexiones internas añaden una luz difusa entre lentes que empeora notablemente la nitidez y que se suele denominar "luz residual".
Así, al ojo llega la luz incidida menos la reflejada. Esto viene definido por la transmisión de luz y se calcula que puede llegar al ojo algo más de un 95 % de la luz si las lentes tienen un buen tratamiento multicapa. Este porcentaje puede bajar hasta el 80 % o menos si las lentes tienen una sola capa.
EL TUBO
Otra moda, como la de buscar a toda costa una gran campana, es la de despreciar los visores con tubo de una pulgada dando por hecho que la luz se transmite mejor por uno de 30 mm... Como si al de medida anglosajona "no le cupiese dentro" la misma cantidad de luz que al de medida europea. Es frecuente encontrar esta creencia incluso en personas que tienen ciertas nociones de óptica.
Las lentes internas, si son de buena calidad, transmiten la luz que le han enviado las lentes anteriores con independencia de su tamaño; así que la cuestión no está ahí, sino en el hecho de que a un tubo de mayor diámetro le caben lentes más grandes que reducen menos el tamaño de la imagen recibida. Ciertamente esto puede mejorar en algo la calidad de la imagen pero francamente yo no he sido capaz de captar tal diferencia y creo que la diferencia de tamaño del tubo no justifica descartar un visor que hemos encontrado adecuado a nuestras necesidades.
Además, si a lo que damos importancia es al tamaño de la imagen que se forma en las lentes internas, hay fabricantes que, utilizando bastidores más estrechos, meten en tubos de una pulgada lentes tan grandes como las que albergan muchos de los visores con tubo de 30 mm.
Un tubo que contenga grandes lentes es deseable en condiciones muy concretas relacionadas siempre con visores de enorme poder de magnificación. Por ejemplo en una ampliación de 35 ó 40 X muchos de los cuales están equipados con tubos de 35 mm, por ejemplo.
EL OCULAR
Y tras pasar por el objetivo y el interior, llegamos al ocular, que nos va a transmitir todo el trabajo bueno o malo que hayan hecho las otras lentes y que viene a ser el proyector de la imagen.
En el ocular encontramos también importantes variables como el diámetro de las pupilas de salida (que está relacionado con la luminosidad) y la distancia libre al ojo. Estos dos factores determinan la comodidad a la hora de apuntar relajadamente, sin "efecto túnel" (ese que da la sensación de estar mirando por un tubo), sin oscurecimientos y sin que se nos canse la vista.
Un "efecto túnel" reducido facilita la observación y es relajante para el ojo.
En cualquier caso, el diámetro de las pupilas de salida (tamaño de la imagen en el ocular) es tanto más grande cuantos menos aumentos se emplean por una cuestión de luminosidad y de óptica. Los expertos nos dicen que un diámetro pupilar de 7 mm es suficiente puesto que ese es precisamente el diámetro de la pupila del ojo humano en su máxima dilatación. Bueno... en mi opinión si el ojo humano tiene una "ventana" de 7 mm (la pupila) le bastará una ventana exterior de 7 mm pero indudablemente siempre le resultará más relajante mirar por una ventana mucho más grande, no?
En algunos rifles de gran calibre o en situaciones en las que hay que encarar rápidamente es exigible que el visor quede al menos a 9 centímetros del ojo para evitar un desagradable chichón o un doloroso corte en la ceja.
Ojo a este asunto, porque una vez que un visor nos golpea, automáticamente le cogemos miedo y será difícil que volvamos a disparar con confianza y precisión. ¡Que me lo digan a mi con el 300 WM a mis 18 añitos! Hasta que descubrí sus maravillas pasaron varios años en los que preferí disfrutarlo mirándolo. En estos casos un protector de goma o neopreno en el ocular aporta un poco de seguridad.
Dos oculares con protector para el ojo. El primero con un caucho suplementario y el segundo con un fino filete de caucho integrado de origen
Hay rifles que por su diseño dejan el montaje del visor un poco lejos y otros en los que queda directamente muy lejos y no hay más remedio que optar por un montaje complicado para acercarlo o, si ello es posible, por un "long eye relief" o visor de larga distancia al ojo, de los que se usan sobre todo en armas cortas y que permiten ver toda la imagen en el ocular sin necesidad de aproximarse a él. Su desventaja es que suelen ser visores de pocos aumentos.
También en el ocular podremos encontrar un anillo de enfoque. En un tiro de rececho posiblemente nos dé tiempo de ajustarlo, pero para aquellas situaciones en las que deberemos disparar sin dilación, ajustaremos de manera que podamos ver tanto la retícula como la imagen enfocadas en un rango de distancias lo más grande posible. Si este anillo de enfoque está en último plano como mando independiente, tanto mejor para hacer su manejo más fácil.
Anillo de enfoque y reostato de iluminación grandes facilitan su uso con guantes.
Algunos visores antiguos o de menor calidad conservan el sistema de enfoque girando todo el ocular y fijándolo después con una rosca de presión.
Visores con buena luminosidad y buenas condiciones de luz ambiente favorecen una gran profundidad de campo que evita tener que estar ajustando continuamente el anillo de enfoque.
ROBUSTEZ Y ESTANQUEIDAD.
Son dos de las virtudes irrenunciables en un visor que va a tener que soportar la vibración de los disparos, eventuales golpes y caídas, inclemencias externas, cambios de temperatura...
Ni que decir tiene que la retícula es una de las partes más delicadas y que con más facilidad puede quedar afectada por estas condiciones de trabajo. Su anclaje debe ser firme para no desajustarse y al mismo tiempo mínimamente flexible para evitar que sus filamentos se rompan con las vibraciones del disparo.
Es deseable también que el tubo sea de una pieza, sin secciones unidas mediante rosca o soldadura. Preferentemente de aluminio aeronáutico recubierto para conferir resistencia y ligereza al conjunto. El titanio es un material ideal para este cometido y alguna marca sugiere en el nombre de sus visores haberlo adoptado para este cometido (cosa que dudo), pero es más frecuente encontrar este metal en las monturas que en el visor.
Tubo tallado en una pieza sin roscas ni juntas entre secciones.
La estanqueidad y la impermeabilidad se consiguen con sellados efectivos y juntas tóricas o cuadrangulares de ajuste perfecto en el ensamblaje que reducirán los empañamientos y que se cuele la humedad.
Otra característica irrenunciable es que los visores estén rellenos con nitrógeno y que se garantice la ausencia de partículas que hayan podido quedar dentro del tubo durante el proceso de fabricación.
Otro buen detalle es que el exterior sea anodizado para que no produzca reflejos visibles por las piezas que pretendemos cazar. Los hay incluso camuflados con colores o dibujos "real tree" de hojas y ramas.
Se está haciendo frecuente que los fabricantes den un tratamiento a la facetas exteriores del objetivo y del ocular para paliar el efecto del agua que puede depositarse e ellas. Estos tratamientos son útiles en condiciones de lluvia o niebla pues concentran el agua en pequeñas gotitas o rompen su tensión superficial y la desalojan de la lente... Aunque la verdad es que el agua siempre será el mayor enemigo de la caza con visor.
En estos casos hay quien emplea tapas de apertura rápida, muy prácticas en los recechos pero que nos obligan a un movimiento extra con la consecuente pérdida de tiempo si en una batida se nos presenta una res sin avisar, algo que es mucho más frecuente precisamente cuando llueve porque el ruido del agua al caer "camufla" a menudo el ruido de la pieza al cumplir en nuestra postura.
Esos días infernales utilizo un truco: dejo el rifle apoyado en vertical muy a mano y pongo sobre el objetivo un trocito de papel sulfurizado que cae al suelo al coger el rifle. Cómo tengo esta cabeza y a veces se me olvida el papelito, me las tengo que arreglar con una hoja de haya o algo impermeable que tenga a mano. Estoy seguro de que truquillos tan chuscos como este se usan a menudo aunque no se confiesen.
AMPLIACIÓN Y CAMPO VISUAL
Aunque existen visores de aumentos fijos para usos muy concretos, lo más frecuente es encontrarlos con aumentos variables en rangos muy diferentes según el uso que se les vaya a dar.
Su nomenclatura indica los aumentos con dos cifras seguidas de una "X". Por ejemplo, un 3-9X nos indica que estamos ante un visor que tiene 3 aumentos de mínimo con un zoom que llega hasta los 9 aumentos de máximo. Por lo general tras estos guarismos hay una tercera cifra que indica el diámetro del objetivo en milímetros.
Este es uno de los aspectos más importantes a la hora de elegir un visor para un tipo de caza concreta.
Cuanto menor es el aumento, mayor es ángulo de visión y por tanto mayor es también el campo visual que abarca. El sentido común sugiere que para disparos cortos y/o sobre piezas en movimiento (monterías y batidas) necesitaremos pocos aumentos (1-4X por ejemplo) que ofrezcan un gran campo visual para centrar y seguir la pieza con facilidad. Por el contrario, para disparos a gran distancia sobre pieza quieta (recechos) necesitaremos de un gran poder de ampliación (4-12X por ejemplo) para "acercar" la imagen lo más posible. Existen también visores de uso mixto que abarcan un rango de ampliaciones intermedias (2-8X por ejemplo).
Dos ejemplos frecuentes de rango de ampliación
No obstante hay dos importantísimos detalles que conviene dejar claros:
1º.– Los campos visuales máximos y mínimos que se observan pueden ser distintos en visores que indican tener los mismos aumentos.
Esto ocurre no sólo entre distintas marcas sino también entre distintos modelos de la misma marca. Incluso hay visores que con mayor poder de ampliación nominal abarcan más campo que otros que teóricamente tienen menos aumentos.
Por ejemplo, dos visores 1,5-6X pueden ofrecer amplitudes de campo distintas y ocurre que hay visores que tienen 2X de aumento mínimo que ofrecen más campo visual que otros que tienen 1,5X.
Para conocer estos detalles basta ir al catálogo de especificaciones técnicas. Las tablas nos indicarán el campo visual en escala de x pies a 100 yardas o de x metros a 100 metros. Por ejemplo, un visor 1,5-6X con un campo visual de 24-6,9 significa que, a 100 metros, el campo que vemos en mínimo aumento mide 24 metros de diámetro. A la misma distancia y en máximo aumento, ese campo mide 6,9 metros.
2ª.– La cantidad de aumento necesario dependerá también de la costumbre, habilidad y gusto del cazador. En mi caso, por ejemplo, siendo diestro de mano y de ojo (es mi ojo derecho el que prevalece en la visión binocular), tengo facilidad para centrar las piezas y por eso me acostumbré a disparar con un visor 2X con amplitud de campo de 15 metros incluso a animales muy próximos. Tanto es así que recientemente he cambiado de visor para las batidas y he optado por un visor que no llega a 20 metros de campo visual en mínimo aumento. Un campo visual de más de 25 metros, me desconcierta, veo las piezas demasiado pequeñas y no me adapto bien.
Se tiende, por moda o gusto general, a elegir visores de batida con enormes campos visuales y la idea no está mal ya que "tirando de zoom" podremos reducir ese campo siempre que lo necesitemos, reservando el mínimo para puestos muy cerrados... Pero a mi no me va, pues me arreglo bien con un campo mínimo en torno a los 18-20 metros garantizándome un zoom con ampliación suficiente para cuando los disparos son largos.
No obstante en determinados usos y paisajes muy cerrados un visor gran angular es una verdadera delicia pues permite apuntar con los dos ojos abiertos sin tener doble visión y con un casi inexistente "efecto túnel", lo que facilita un centrado inmediato de la pieza a cortísima distancia.
Resulta curioso que en otro tiempo, los visores fueran concebidos solamente para cazar a grandes distancias y que ha sido mucho más recientemente cuando la industria y los cazadores se han dado cuenta de que los visores también tienen su papel en las distancias cortas y medias para facilitar la toma de puntos sin necesidad de alinear alza, punto de mira y pieza.
Son tan útiles estos visores a corta distancia que me hacen preferirlos a los holográficos o de pantalla por muchísimas razones: robustez, fiabilidad, mantienen la retícula aunque se agoten las baterías, ésta es visible aun en las peores condiciones de luz y aparece siempre en el centro de la imagen con independencia del ajuste, etc.
Un detalle que conviene señalar es que, a distancias moderadas, un gran poder de magnificación puede hacer que valoremos mal un trofeo creyéndolo más grande de lo que es.
Ricardo Medem Sanjuán hablaba en uno de sus libros de un error cometido así sobre una pieza que le pareció "una catedral venatoria" para encontrarse después con un animal de cuerna discreta. Yo también he sufrido esa experiencia por hacer una valoración rápida basada en el tamaño aparente; así que no os paséis de aumentos o en caso de disponer de tiempo no dudéis en tomar alguna referencia para mesurar correctamente un trofeo.
Muchos cazadores practican distintas modalidades de caza (con y sin luz, a larga y a corta distancia) y desean emplear el mismo visor en todo momento. ¿Hay uno que sirva para todo?
¡Uff! Está complicado, pero sí que disponemos de visores normalmente muy caros que sirven para todo. Por ejemplo el 1,7-10X42 ó el 2-10X50 de una famosa firma austriaca tienen un amplio campo de visión, a pesar de esos dos aumentos mínimos, al tiempo disponen de un buen máximo, tienen una excelente luminosidad e índice crepuscular y para colmo se pueden elegir en una variedad de retículas iluminadas y sin iluminar en la que seguro que se encuentra una a nuestro gusto y necesidad.
Si no queremos complicarnos tanto, quizá podamos encontrar un 2-8X con retícula plex que sin ser maravilloso cubra bien las espectativas de un uso mixto.
LA RETÍCULA
Es propiamente la mira situada dentro del tubo que empleamos para apuntar.
Hay retículas en primer plano y en segundo plano.
En un visor de aumentos variables, la retícula en primer plano está instalada delante del "zoom" o grupo de lentes móviles que aproximándose o separándose al girar el anillo correspondiente varían la ampliación de la pieza observada. El zoom modifica el tamaño virtual de todo lo que se encuentre por delante de él y en consecuencia, al incrementar la potencia de ampliación, si la retícula se encuentra en primer plano, se amplia también su tamaño.
Esto puede ser útil en muy determinados casos; pero es del todo desaconsejable cuando queremos aumentar el tamaño virtual de una pieza situada lejos y mantener invariable el grosor de la retícula para afinar sobre el punto que queremos alcanzar.
La verdad es que cada vez es menos frecuente encontrar visores con retículas en primer plano, aunque los hay para misiones concretas. Incluso los más sofisticados poseen dos retículas; una en primer plano y otra en segundo plano.
Las retículas en segundo plano no se ven afectadas por el efecto ampliador del zoom y mantendrán su grosor con independencia de la ampliación elegida.
Hay multitud de retículas. Las podemos encontrar fabricadas a partir de finísimas láminas o hilos metálicos o de otro material sujetos sobre un bastidor y las hay que están grabadas o delineadas sobre una lente o pantalla (lo que reduce al mínimo el riesgo de rotura).
En cuanto a sus dibujos los hay también muy diferentes y para muy distintos cometidos pero los más empleados en caza son los siguientes:
– "Cross Hair": dos filamentos muy finos en toda su longitud que constituyen una delgadísima cruz.
– "Ballistic Plex" o "BDC": hilos finos que están cruzados en la línea vertical (y a veces en la horizontal) por otros segmentos de hilos finos formando una escala.
– La "Mildot": hilos más o menos finos que presentan un rosario de puntos en la zona central, que pueden estar tanto en vertical como en horizontal.
– La "Plex" y "Fine Plex": dos filamentos cruzados más o menos gruesos con las secciones más finas en la zona central en que se cruzan.
– La "Nº 4" o "German 4": barras muy gruesas a las 9 a las 3 y a las 6 (según ideograma de una esfera horaria) que se tornan en finos filamentos en su confluencia. Carece de barra a las 12.
– La "Nº 6": igual que la 4 pero con el poste vertical completo y fino desde el centro hacia arriba.
– La "Dot": un sencillo punto de mayor o menor tamaño en el centro de la imagen.
Cuatro retículas: la Nº6 (con punto iluminado), una Plex, una Mildot y una Dot (iluminada).
Las tres primeras se emplean en disparos a larga distancia o de rececho pues permiten afinar sobre una pieza lejana y que se ve pequeña a pesar de haber puesto al máximo los aumentos. Los modelos ballistic y mildot incluso permiten calcular distancias y corregir la caída y desviación de la bala por viento lateral con la escala de líneas o de puntos. La cuarta se suele emplear en un uso mixto y las dos últimas se emplean en disparos a corta distancia en los que se necesita una rápida captación de la pieza y de la retícula. No obstante, la retícula 4, gracias a su fina zona central, puede ser empleada también en rececho.
Conviene decir que habitualmente las retículas están en consonancia con los aumentos de los visores, pues no sería lógico emplear un "dot" grueso en un visor de muchos aumentos que taparía la pieza entera, ni una complicada ballistic plex o una finísima cross hair en visores de pocos aumentos que se emplean en disparos rápidos a piezas en movimiento en los que una retícula sencilla y bien visible es fundamental para hacer buena puntería.
En el caso de los visores con punto, la superficie que cubre el punto suele venir especificada en el libro de características técnicas y viene expresada en MOAS (en el capítulo siguiente explico que significan esas siglas).
Lo mismo ocurre en los visores con retícula en cruz, que en menos casos de los deseables especifican en el libro de características técnicas las "subtensiones" o medidas de terreno real que abarca cada fracción de la retícula.
Para más abundamiento estas retículas pueden ser opacas o iluminadas (total o parcialmente); siendo esto último muy conveniente en condiciones de escasa luz y en zonas donde la maleza hace confusa o poco visible la retícula.
Para disparos en aguardo nocturno la retícula iluminada se convierte también en una buena amiga (una cruz negra, sobre un jabalí negro en una noche negra se ve fatal). Sin embargo en esta modalidad de caza también es imprescindible que la intensidad de la iluminación sea regulable, pues en un ambiente de gran oscuridad una retícula brillantemente iluminada o que produce reflejos dentro del propio visor deslumbra e impide ver claramente la pieza.
LA TORRETAS
Son los mandos giratorios que actúan sobre la retícula orientándola para hacerla coincidir con el punto de impacto.
Las hay muy complicadas con una o varias escalas previstas para variar de forma fácil e inmediata el ajuste según la distancia a la presa o la bala empleada. En este punto nos podríamos perder en un mar de explicaciones y modelos así que nos limitaremos a las sencillas.
Conviene que las torretas de regulación no tengan piezas plásticas que acaben desgastándose o produciendo su movimiento involuntario con el consecuente desajuste.
En los visores de origen continental europeo las escalas de las torretas suelen venir expresadas en centímetros/metros, mientras que en las inglesas, norteamericanas y en muchas procedentes de oriente, vienen en pulgadas/yardas.
Esa escala indica la equivalencia en desplazamiento de la retícula a 100 metros ó 100 yardas. O sea que cada fracción de giro de la torreta (cada click de la escala) equivale al desplazamiento del punto de impacto en x centímetros a 100 metros o en x pulgadas a 100 yardas.
Así, según las escalas empleadas por el fabricante, en las torretas podremos ver inscripciones como estas que son sólo unos ejemplos:
1 click = 1 cm/100 m.
1 click = 1/4"/100 yds.
Torreta en centímetros y torreta en pulgadas.
También podemos encontrar escalas en MOA (minute of angle).
El minuto angular es una división del grado y es suficiente con saber que equivale, en números redondos, a 3 centímetros a 100 metros. Por ejemplo, si cada click de las torretas corrige 1/4 de MOA, el punto de impacto se desplazará 0,75 centímetros a 100 metros.
La inscripción sería: 1 click = 1/4 MOA.
Gracias a estas escalas, a la hora de ajustar el visor al rifle, sabemos cuántos clicks debemos girar para aproximar el centro de la retícula al punto de impacto para que visor y arma apunten al mismo sitio.
Es condición de los buenos visores que las escalas indiquen correctamente los desplazamientos, pues hay visores de baja calidad en los que los desplazamientos reales por cada click no se corresponden con lo que indica la escala nominal y dificultan la puesta a tiro.
EL AJUSTE DE PARALAJE
A modo de una tercera torreta añadida a las de corrección en altura y en deriva, podemos encontrar el reostato que regula la intensidad de iluminación de la retícula (que puede estar también situado en el ocular) o un mando para eliminar el error de paralaje (no "paralelaje", como le llaman algunos). Este mando actúa sobre una lente interna para enfocar, pero en muchos visores este enfoque se encuentra en forma de anillo en el objetivo.
Metido en este fregado no queda más remedio que explicar en qué consiste el error de paralaje: es el que se produce cuando, debido a la distancia entre objeto apuntado y visor (mucha o poca) la imagen se forma en un plano paralelo a la retícula y en casos extremos se ve desenfocada. Si en esta situación movemos el ojo veremos que, sin mover el visor, la retícula varía el lugar al que apunta. Este efecto suele estar acompañado de un oscurecimiento variable en los márgenes del campo visual.
Para darse cuenta de cómo va esto, es suficiente con simularlo con las manos: supongamos que la palma de la mano derecha es la retícula y la palma de la mano izquierda es la imagen captada. Si ponemos una palma sobre otra, da igual desde qué punto de vista miremos nuestras manos, siempre las veremos juntas. Pero si distanciamos las manos poniéndolas paralelas una ante la otra sin moverlas, observaremos que si variamos nuestro punto de vista varía también la coincidencia aparente de las dos manos.
Así, en el visor puede ocurrir que no estemos apuntando al lugar que creemos estar cubriendo con la retícula. Actuando sobre el mando de paralaje la imagen se aproxima hasta la retícula para evitar ese error.
Estos correctores se emplean en visores de precisión o de rececho con muchos aumentos donde el error de paralaje puede hacer fallar una pieza.
¿Y qué ocurre entonces con los visores que no disponen de este ajuste? Vienen ajustados de fábrica en un punto medio dependiendo de sus aumentos. Por ejemplo los visores 3-9X están libres de paralaje a unos 100 metros. Ese sería el punto de error 0. El error de paralaje aumentará tanto más cuanto más alejada esté la pieza del punto 0, tanto por delante como por detrás.
CUÁNTO DINERO INVERTIR
Ya conocemos, a "grosso modo" y sin tecnicismos los datos que necesitamos para comprar el visor que se adecua a nuestras necesidades; pero después de lo leído todo indica que las mayores ventajas se encuentran en los visores cuyo precio no cuadra con nuestras posibilidades (¡mundo perro!).
A este respecto se puede decir que el visor es tanto o más importante que el arma y merece la pena esperar y ahorrar; pero también hay que decir que no es imprescindible adquirir un visor de primera marca si eso nos desequilibra la economía.
Hay fabricantes mejores y peores, pero en general cada uno dispone de líneas de fabricación comunes en las que montan visores de diferentes calidades. Así que lo mejor, en mi opinión, es optar por una marca que ofrezca buena relación calidad/precio y una buena garantía. Es decir; conviene elegir los visores de gama alta en marcas de precio medio y casi me atrevería a decir que de gama baja de las grandes marcas, si es que estos pueden considerarse gama baja.
En la óptica no hay confusión: lo más caro suele ser lo mejor; pero hay que tener en cuenta que, como en otros muchos bienes de consumo, los precios de los visores están sometidos a costes que no siempre están directamente relacionados con su calidad: la imagen de marca, la investigación y desarrollo, el país de procedencia el coste de su mano de obra, la dotación humana y material de las factorías, el diseño exterior y los acabados, la presentación del producto, su publicidad, su garantía, su servicio técnico y su difusión incrementan también el precio y puede que esto no nos aporte demasiado a la hora de apuntar.
Por último (¡Aleluya!) permitidme un consejo: comprad sabiendo lo que compráis. No lo hagáis a ciegas. En la elección de un visor, mirar por el "bujero" lo es todo. Para eso viene de maravilla visitar las ferias de caza en las que los distribuidores ponen sus visores a disposición del público.
Poned en orden vuestras necesidades y también vuestras singularidades porque comprar el mejor visor del mundo no garantiza una adaptación a nuestras preferencias y nuestra forma de querer ver la caza. Por el contrario, precipitarse y elegir cualquiera que aparentemente vaya a servirnos por lo que indica su nomenclatura nos puede dar alguna desagradable sorpresa. Y si tenéis dudas, preguntad: los "tontos" que preguntan son los que se enteran de las cosas; los que van de enterados o se avergüenzan de preguntar, se quedan sin saberlas. {addthis off}