En el mes de julio del 2018, saltaba la noticia de que los planos de una pistola de polímero denominada “Liberator”, volvían a estar en línea para poder ser descargados por quien quisiera. Previamente en 2013, la ATF (Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives) cerró la web donde estaban colgados, aduciendo que la descarga estaba abierta a todo el mundo y que se incurría en un delito de exportación ilegal de armas. Su creador, Cody Wilson, interpuso una demanda, a través de una asociación pro segunda enmienda que el mismo había impulsado, fallando el tribunal a su favor y por tanto permitiendo de nuevo la difusión de los planos por la red. Mas allá de los titulares que suscita la noticia y la alarma que provocan los medios de comunicación generalistas, la noticia tiene un calado importante para los derechos y libertades, que vamos a tratar de explicar en este pequeño artículo.
Pero antes de seguir con el artículo, queremos recordaros que, de acuerdo a nuestro Reglamento de Armas, en su artículo 11: "solo se podrá efectuar en instalaciones oficialmente controladas, que se someterán a las prescripciones generales y especiales del presente Reglamento, aunque la producción se realice en régimen de artesanía". En la actualidad fabricar un arma con una impresora 3D, atendiendo al artículo 566 del código penal, puede conllevar una pena de prisión de 5 a 10 años.
Pasado de las armas en EEUU
Desde mucho antes de la aparición de las impresoras 3D, los ciudadanos norteamericanos de numerosos Estados, pueden ejercer su derecho de fabricar sus propias armas sin que tengan necesidad de registrarlas. Eso sí, bajo ciertas condiciones recogidas bajo una ley de ámbito federal, como explica la ATF en su propia web: “No se requiere una licencia para fabricar un arma de fuego únicamente para uso personal. Sin embargo, se requiere una licencia para fabricar armas de fuego para la venta o distribución. La ley prohíbe que una persona ensamble un rifle semiautomático o una escopeta no deportiva de 10 o más partes importadas, así como armas de fuego que no puedan ser detectadas por detectores de metales o máquinas de rayos X. Además, la fabricación de un arma de fuego NFA requiere un pago de impuestos y la aprobación anticipada de ATF.
” Es decir, que es posible para un ciudadano de EEUU construirse sus pistolas y/o rifles sin necesidad de que el estado se entere, siempre que sean para uso exclusivo personal y no sean armas recogidas en la National Firearms Act (NFA). Estas últimas son las armas automáticas, silenciadores, rifles con cañones por debajo de las 16” o con una longitud total menor de 26”, escopetas con cañones por debajo de las 18” o con una longitud total menor de 26” y artilugios explosivos.
Teniendo en cuenta, que el único elemento que requiere de numeración y por tanto de registro y control es el armazón del arma, se entenderá fácilmente lo sencillo que es construirse un arma propia. Más aún cuando existe toda una industria alrededor que vende productos que ayudan a fabricarse estos elementos. Se trata de armazones de pistola y rifles finalizados en un 80%, considerados por la ATF elementos de venta libre, como puede ser un pisapapeles. Estos armazones sin acabar se suministran con plantillas que delimitan las áreas de material sobrante. De tal manea que, con un taladro, una dremel, una lima y un poco de papel de lija, pueden ser acabado en casa sin mucho esfuerzo. El resto de componentes, son de venta libre: cañón, cerrojo, corredera, piecerío interno, etc.
Muchos de nuestros lectores se sorprenderán y pensarán a que viene el escándalo de la pistola imprimible, si los norteamericanos llevan décadas pudiéndose construir sus armas de uso personal. ¿Qué diferencia hay entre ir a una armería comprar todos los elementos necesarios pagando en efectivo y un arma impresa? Pues que en el primer caso tenemos un arma plenamente funcional y segura para nuestra integridad, mientras que en el segundo tenemos un pequeño engendro, que a lo sumo aguanta una decena de disparos del 9 mm Corto hasta autodestruirse y de paso llevarse nuestra mano o incluso alguna otra parte de nuestra anatomía.
El presente y las armas en 3D
El presente está protagonizado por las impresoras 3D de polímero, como hemos podido ver en el apartado anterior, con respecto al pasado funcionalmente no supone adelanto alguno. Si por el contrario técnicamente que permiten vislumbrar un futuro prometedor, pero sobre todo es una victoria en cuanto a las libertades ciudadanas, en concreto a lo que atañe a la libertad de expresión en EEUU, la primera enmienda. Las actuales impresoras de polímero tienen una capacidad limitada a la hora de producir armas y será muy difícil que, a pesar de que aparezcan nuevos compuestos, las armas que impriman aguanten más allá de unos pocos disparos. Además, que nadie piense que es tan fácil como meter el plano en el ordenador y darle a una tecla, se requieren conocimientos generales de mecanizado.
Lo importante reside precisamente en el mensaje global y amplificado que transmiten contra el control de armas, y que viene a decir que, dicho control, es como poner puertas al campo. Cualquiera en su casa, sin ningún tipo de conocimiento en la materia, con poseer una impresora 3D y un archivo informático descargado de internet, podría construir un arma de fuego no registrada, sin que la administración o el Estado tenga conocimiento de ello. Realmente esto llevando sucediendo hace muchos en EEUU y no ha representado un problema de seguridad pública. La tecnología sobrepasa y desborda las limitaciones que impone Ley una y otra vez, como es el caso de las armas 3D.
¿Es viable un futuro con armas en 3D?
El futuro es sin duda de las impresoras, pero de las de metal férrico, hoy en día inasequibles para la mayoría de los ciudadanos. De momento las impresoras de metal no férrico (capaces de operar con bronce, cobre, latón, etc.) han experimentado importantes bajadas de precios en los últimos años. Por lo que es predecible que, en la próxima década, ocurrirá lo mismo con las de metales férricos, estarán al alcance de cualquier aficionado o grupo de aficionados.
¿Supondrá esto un grave problema de seguridad publica en el futuro? Por la experiencia norteamericana, seguramente no más que ahora. La solución es legislar sobre el uso ilegitimo e ilegal de estas y de cualquieras otras armas, y crear leyes que se adapten a la realidad y al uso legítimo, en lugar de forzar a la realidad a pasar por nuestras leyes. Legislando sobre su uso y no sobre los objetos como tal, no limitando la libertad de las personas a obtener información. Además, en el caso de las personas capacitadas legalmente para poseer armas de fuego, tampoco estaríamos limitando este derecho.
Resumen
Legislar intentando impedir el uso ilegitimo de armas 3D o la distribución de sus archivos en internet es sumamente complicado, por no decir imposible, de ahí el motivo por el que decimos que este tipo de armas posiblemente sean el final del control de armas tal y como lo conocemos ahora. De hecho, su creador Cody Wilson lo ha declarado expresamente así tras conocerse la sentencia.