Las elecciones europeas ya están aquí y como cualquier otro proceso electoral, tiene una importancia trascendental para los usuarios de armas de nuestro país y por extensión en el resto de Europa. La progresiva cesión de soberanía nacional, al conglomerado de lo que se conoce por Unión Europea (UE), no ha traído nada bueno en materia de legislación de armas a los ciudadanos del viejo continente. Entre otras cosas, porque quien decide este tipo de políticas no son cargos electos, sino burócratas en el sentido más negativo del término. Funcionarios que escapan al control y escrutinio de la ciudadanía, representando un auténtico peligro para nuestras libertades.
Solo tenemos que ver lo sucedido en Suiza hace unos días, cuando los ciudadanos de aquel país votaron a favor de mayores controles en materia de armas, nada menos que por un 67% de los votos. ¿Qué es lo que ha pasado en un país, donde el tiro es poco menos que el deporte nacional y la milicia es el sistema defensivo del país? Pues que la UE es una apisonadora que dispone todo tipo de recursos: dinero, medios de comunicación, medios coercitivos y funcionarios a su servicio.
Durante la campaña del referéndum, los suizos fueron bombardeados con el discurso del miedo, avisándoles que votar NO, era salir del espacio Schengen y supondría un cataclismo económico. Mientras tanto, las asociaciones pro-armas, con muy limitados medios económicos y en una campaña fundamentada en Redes Sociales junto con el viejo método del boca a boca, peleaban en una lucha desigual.
Hace falta una reforma urgente de los mecanismos legislativos de la UE y eso solo puede ser posible a través de formaciones políticas que lleven en su programa cambios de calado en la misma. Además, solo aquellos que defiendan la caza, las armas y el mundo rural en general, son los que nos ofrecen cierta esperanza. Decimos esto porque se atisban en el horizonte europeo tiempos difíciles para nuestro sector.
En el 2020 tenemos revisión de la Directiva de Armas Europea, donde es seguro que la Comisión intentará recuperar el terreno que tuvo que retroceder en el 2016, cuando la presión de cazadores, tiradores, coleccionistas e industria armera pudieron amortiguar y reducir las pretensiones iniciales de los burócratas de Bruselas. Su hoja de ruta es desarmar completamente a la ciudadanía, lo pretendieron hacer de una vez, ante el fracaso, se decidieron por la “táctica del salchichón”, rodaja a rodaja.
Después del ataque a las armas de fuego, se ha abierto el frente contra las armas blancas. A finales del pasado año, los parlamentarios que formaron el Comité Especial sobre Terrorismo del Parlamento Europeo, emitieron un informe en el que hacía una serie de recomendaciones a los Estados miembros para combatir el terrorismo. Nos ha resultado preocupante encontrar una de ellas, concretamente la 194, que alienta y empuja a crear prohibiciones sobre armas blancas. No sería de extrañar que estas recomendaciones acaben en Directiva o bien se introduzcan en la actual Directiva de Armas.
Finalmente, de nuevo la Comisión Europea, basándose en este caso en un informe de la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA), tiene en el punto de mira a los cazadores europeos, planteando una prohibición de la munición que use plomo.
Es hora de plantarse y enfrentarse a un monstruo de maneras totalitarias, que obsesionado con nuestras armas y forma de vida, está dispuesto a acabar con nuestras aficiones con el manido argumento de la “Seguridad Pública”.
