Publicado en el Harvard Journal of Law and Public Policy (se puede consultar online en la web www.law.harvard.edu), dicho estudio viene a confirmar a través de un laborioso compendio de datos estadísticos que las sociedades donde existen más armas de fuego en manos de ciudadanos no siempre son las más violentas. Por citar sólo uno de los ejemplos más llamativos, en un país tan pequeño y restrictivo como Luxemburgo, donde la tenencia de armas de fuego está absolutamente prohibida para la sociedad civil, la tasa de homicidios es nueve veces más alta que la de Alemania, donde se contabilizan unas 30.000 armas por cada 100.000 habitantes (0,93 homicidios por cada 100.000 habitantes en Alemania; y 9,01 homicidios por cada 100.000 habitantes en Luxemburgo).
En Estados Unidos, país de referencia en lo que a la lucha por los derechos y libertades individuales se refiere, este estudio ha tenido una gran repercusión mediática, sobre todo porque colectivos como la NRA (Asociación Nacional del Rifle) se han encargado de utilizarlo para desmontar muchos de los argumentos que los lobbys anti-armas del país norteamericano esgrimen contra la 2ª enmienda de su Constitución (la que da derecho a cada ciudadano estadounidense a poseer su propia arma de fuego). En la vieja Europa, donde no existe una cultura tan acérrima a favor de la tenencia de armas de fuego para toda la sociedad civil, ha pasado un poco más desapercibido, aunque algunas asociaciones como la española ANARMA o los medios especializados como el nuestro sí que se han hecho eco de esta interesante información. En todo caso, lo más importante de las numerosas conclusiones que se pueden extraer de este estudio avalado por una de las universidades más prestigiosas del mundo, es que una vez más se demuestra que las armas no son malas por sí solas, pues son objetos inertes, y que su buen o mal uso depende exclusivamente de la persona que está detrás, es decir, del ser humano que la empuña. Por lo tanto, no es de recibo atacar a las armas de fuego de forma sistemática, culpándolas de cualquier asesinato u homicidio que se realiza con ellas. A quien hay que culpar, responsabilizar y castigar es siempre al ciudadano que abre fuego con ella.
Curiosamente, pocos días antes del cierre de esta edición, el departamento legislativo de la NRA informaba a través de su web de un nuevo movimiento del lobby anti-armas estadounidense. De forma paradójica, la protagonista volvía a ser la Universidad de Harvard, cuya escuela de salud pública ha recibido una donación de 350 millones de dólares por parte de la Fundación Morningside (declarada anti-armas), para estudiar la violencia armada (“gun violence”) y otros complejos asuntos relacionados con la salud pública y que suponen un reto para Estados Unidos y el resto del mundo. Acción-reacción, ¿quién ganará la partida?
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