
Taller Armero: ¿cómo combatir la oxidación y corrosión de nuestras armas? | ||||||||||||||||
santiagoruiz (23/07/2007) | ||||||||||||||||
![]() |
||||||||||||||||
Los poseedores de armas, tanto si las usan ocasionalmente como si lo hacen en exceso, cada vez que echan mano de ellas suelen enfrentarse a un desagradable problema. Normalmente, el arma suele presentar marcas de óxido en algunas de sus piezas, se encuentra llena de suciedad acumulada, e incluso hay zonas donde el pavonado ha desaparecido y se ve ese “picado" tan molesto que perturba la belleza del arma.
Si vivimos en lugares cercanos a la costa, en sitios de montaña muy húmedos, o portamos un arma corta disimulada debajo de la ropa, esto traerá consigo que nuestras armas sean propensas a sufrir corrosión y oxidación. Otro aspecto poco deseable es almacenar nuestra munición en lugares inapropiados, lo que conlleva el natural envejecimiento y humedecimiento de la pólvora contenida en nuestras municiones. Esto no será perceptible hasta que usemos el arma y falle estrepitosamente. Para evitar este tipo de situaciones debemos limpiar y revisar el arma en busca de óxido o síntomas de desaparición del pavonado que la protege por el roce con la ropa o la funda.
Si persistimos en ese descuido, la suciedad seguirá acumulándose y llegado el momento trabará los mecanismos internos del arma, dificultando su funcionamiento. La presencia de residuos extraños en el ánima del cañón incidirá en la precisión del arma, y después de un tiempo puede llegar a causar accidentes muy graves. El tirador está obligado a planificar un mantenimiento mínimo de las partes que componen su arma, y debe tener en cuenta siempre las normas de seguridad que debe adoptar al hacerlo. Es importante conseguir información sobre nuestra arma y ejercitarse en su desarme básico. También es aconsejable proveerse de los materiales y útiles de limpieza adecuados. Para la limpieza del arma dispondremos de una mesa en un área bien iluminada y ventilada, lejos de las distracciones y sobre todo de niños curiosos. Esta tarea debemos disfrutarla y no verla como un castigo. Debemos proceder por partes, identificando cada uno de los agentes atacantes y procediendo a neutralizarlos. La oxidación y corrosión dependen de varios factores que ya conocemos, como el oxígeno presente en la atmósfera y el vapor de agua o humedad ambiental. Pero existen otros agentes menos conocidos como son los humos corrosivos, que se producen en el momento del disparo y que contienen fósforos, salitres y azufres, que son parte de la composición de la pólvora. Los ácidos y sales que contiene nuestro sudor también entran en juego cuando manipulamos el arma. Estas sustancias se quedan en la superficie del arma y la atacan. Por todo ello, efectuaremos la limpieza del arma de acuerdo a estas consideraciones: 1. Los cartuchos que no utilizamos los guardaremos en un sitio seguro y seco.
4. Las partes de madera de nuestras armas les dan un toque de belleza y distinción, aunque por motivos prácticos tendemos a sustituirlas por otras de materiales sintéticos. Pero si mantenemos las piezas de madera, deberemos corregir los arañazos y roturas. Con un producto adecuado, les pasaremos un trapo húmedo para limpiar el polvo y posibles residuos. Luego le aplicaremos un aceite de teca o similar. Siempre hay que evitar que la madera se seque, de lo contrario se volverá quebradiza. 5. Las superficies exteriores del arma han de limpiarse con un trapo suave. Habrá que revisar a fondo, buscando en la superficie rastros de desaparición del pavonado o aparición del óxido. En las guías de las correderas buscaremos desgaste o elementos incrustados que puedan crear problemas. Después, aplicaremos aceite con un paño a fin de mantenerla a tono.
Hablé con el jefe de laboratorios de donde trabajo acerca de las características de estos materiales y el me dio la grata sorpresa de que en los laboratorio se usan estos materiales para deshidratar algunas muestras y me proporcionó un poco. Son unos cristales de color azul intenso, que a medida que absorben la humedad que los rodea se vuelven blancos, y para recuperar su función sólo hay que calentarlos poniéndolos en un horno eléctrico (ojo, no en un microondas), o cerca de una bombilla hasta que recuperan su color. Yo guardo estos cristales en un bote dentro de mi armero y en bolsitas en el interior de la funda de mi escopeta. Desde entonces, no me ha dado problemas y mis municiones se mantienen a tono. Existe un producto que conseguí en el supermercado que cumple la misma función y es de Stanhome. Sin embargo, para mi gusto los granos son demasiado grandes. Espero que este artículo les ayude un poco y si consigo otra información y tratamientos ya escribiré algo más. |