El tomahawk era una especie de hacha de guerra que, en manos de un adiestrado guerrero indio, podía causar estragos en el bando enemigo, ya que podía utilizarse tanto en un combate cuerpo a cuerpo, como a modo de arma arrojadiza.
El 7º Regimiento de Caballería es uno de los cuerpos más famosos del Ejército de Estados Unidos. Su destacado papel y sus continuas batallas en pos de la conquista del Oeste americano durante el pasado siglo XVIII se ha llevado a la gran pantalla en multitud de ocasiones. Sus principales antagonistas, las tribus indias de sioux, cheyennes o arapahoes, gozaban de un enorme respeto entre los soldados del 7º de Caballería, sobre todo por culpa de una de sus míticas armas blancas: el tomahawk. Esta especie de hacha, en manos de un adiestrado guerrero indio, podía causar estragos en el bando enemigo, ya que podía utilizarse tanto en un combate cuerpo a cuerpo, como a modo de arma arrojadiza. En este último terreno las tribus indias tenían una especial habilidad, y es que a lomos de sus veloces caballos eran capaces de lanzar el tomahawk con tanta precisión y eficacia que solía provocar numerosas bajas en las filas del Ejército estadounidense.
Los orígenes del tomahawk no están demasiado claros, aunque la mayoría de fuentes históricas que han estudiado su pasado apuntan a que su nacimiento procede de una mezcla cultural entre los nativos del oeste americano y la tradición de los primeros colonos europeos. Los primeros tomahawk de los que se tiene constancia tenían hojas de piedra, aunque pronto empezaron a utilizarse otros materiales de superiores características, como el hierro o el bronce. A pesar de esta lógica evolución, también se tiene constancia de diferentes tomahawk más rudimentarios cuya cabeza estaba elaborada con la esquelética quijada de un caballo.
La mayoría de estas hachas de guerra contaban con un pequeño mango de madera de unos 50-60 cm de largo, mientras que su cabeza presentaba diferentes diseños. Por una de las caras presentaba el clásico diseño de hacha, con la hoja bastante afilada y cuya función principal era la de cortar casi cualquier superficie que se cruzara en su camino; mientras que en el otro extremo se podía encontrar desde un diseño más puntiagudo, a modo de cuchillo y que se podía clavar fácilmente; hasta uno más redondeado que podía hacer las veces de martillo y cuya función era más bien la de golpear.
Como arma de guerra o de combate, el tomahawk está considerado como un arma de corto o medio alcance, con una gran efectividad si se maneja con cierta destreza y su usuario tiene un entrenamiento adecuado. En su aparición en el programa televisivo “The Deadliest Warrior” (El guerrero más letal), el tomahawk se mostró como un arma tremendamente versátil y, según los expertos informáticos y asesores técnicos del programa, prácticamente ineludible en lanzamientos a 3 metros de distancia. De hecho, basándose en su alta velocidad y la fuerza de su impacto, los expertos consideraron que el lanzamiento de un tomahawk sólo podría esquivarse a partir de una distancia de 7 metros.
Por otro lado, la mayoría de usuarios de estas hachas de guerra decoraban sus propios tomahawk con pequeñas piedras de plata, plumas de aves, y demás elementos decorativos que hacían de sus armas una herramienta totalmente personalizada. En determinadas ocasiones incluso, estos tomahawk decorados solían regalarse al jefe de la tribu o a alguna personalidad respetada dentro del grupo tribal.
En este sentido, además de un evidente componente bélico, el tomahawk también representaba un importante factor social. Sobre todo, aquellos tomahawk que se utilizaban también como pipas de la paz (con el mango completamente hueco en su interior). Compartir y fumar a través del tomahawk simbolizaba pues la paz entre dos pueblos enfrentados. Otra curiosidad relacionada con el tomahawk es que la popular frase “enterrar el hacha de guerra” está muy vinculada a esta arma blanca. Y es que cuando tras una dura batalla, dos pueblos indios se declaraban la paz, el símbolo que se utilizaba para refrendarla eran dos tomahawk debidamente consagrados y que se enterraban en un lugar sagrado.
El tomahawk en el siglo XXI
A pesar de ser un arma muy tradicional, con prácticamente 200 años de historia, en los últimos tiempos el tomahawk ha conseguido volver a la primera línea de las armas de guerra. Y lo ha hecho gracias a un nuevo programa de equipamiento profesional promovido por el Pentágono y destinado a lo que desde Estados Unidos se conoce como el “soldado del siglo XXI”. Dentro de este programa de material y equipamiento básico para el soldado del futuro se ha decidido incluir al tomahawk como arma blanca de dotación oficial. Y lo ha hecho a través de varias compañías norteamericanas que, en los últimos años, han lanzado al mercado renovados diseños de esta mítica arma blanca. Entre las firmas más conocidas se encuentran la American Tomahawk Company, la famosa SOG Knives, y la casa RMJ Tactical. Muchos de sus productos ya se han podido ver en manos de soldados estadounidenses desplazados a diversos escenarios bélicos de la actualidad, como por ejemplo Irak o Afganistán.
Los nuevos tomahawk emplean materiales mucho más sofisticados que los primeros modelos de piedra o de esqueleto de caballo. Estos cambios se plasman tanto en el material con el que están fabricadas sus hojas (acero forjado y mecanizado de gran dureza), como en el que presentan sus mangos (polímeros y nylon de gran resistencia). Aunque hay un elemento que se mantiene intacto respecto a los primitivos tomahawk usados por los nativos americanos: su incuestionable efecto intimidador.