El argentino Abel A. Doménech es un auténtico experto en materia de armas blancas. Reconocido a nivel internacional, el señor Abel Doménech ha publicado en lengua española 5 libros dedicados a la cuchillería. Con él hemos hablado largo y tendido sobre lo que él mismo denomina su “pasión fierrera".
Abel A. Doménech posa junto a algunos de sus cuchillos.
-¿De dónde viene su afición por los cuchillos y las armas de fuego en general?
No puedo precisar con exactitud el origen o cuándo prendió en mí la “pasión fierrera". Creo firmemente que este tipo de pasiones vienen con uno en los propios genes, y luego, en determinado momento de nuestras vidas, y por algunas circunstancias particulares, se desatan. Recuerdo mis juegos de mi temprana y ya lejana niñez, pretendiendo imitar a los cowboys de los westerns o los detectives de la TV, y mis revólveres, pistolas y pistoleras de juguete. También recuerdo mis visitas a las vidrieras de las cuchillerías, admirando aquellas joyas prohibidas a mi edad, que me hacían sus guiños con el brillo de sus filos y hojas pulidas. Y mis primeros pasos tirando con mi primer riflecito de aire comprimido, regalo de mi padre cuando tenía 10 u 11 años, y más tarde, con una carabina del .22LR, prestada por un amigo, a los 14 o 15 años. Y también mi primer cuchillo, que sólo se me permitía usar para “churrasquear" porque tenía unos 8 años cuando mi padre me lo regaló.
Mi verdadera pasión se desató a los 24 o 25 años, con la compra de una carabina Winchester .22 semiautomática, y una pistola Bersa del mismo calibre, y con mi primer cuchillo “importante": un Randall Modelo 3 de caza. Desde entonces, han pasado unos 35 años, durante los cuales me dediqué al coleccionismo, a la investigación, y a mi tarea de escritor especializado en armas de fuego y cuchillería, con la publicación de cientos de artículos sobre armas y cuchillos, en diferentes revistas de mi país (Argentina), de Brasil, EE.UU., España, y Francia.
-¿Cuántos cuchillos figuran en su colección?, ¿a cuál de todos ellos le tiene mayor estima? No podría precisar cuántos, pero seguro que son muchos... muchos. Imagínese qué puede hacer la pasión de un coleccionista después de 30 años de dedicación, de visitar países, conocer artesanos, fabricantes, otros coleccionistas colegas… Mis intereses también han ido variando, a medida que avanzaban mis investigaciones para cada uno de mis libros, y así me he volcado alternativamente, a los artesanales, a los militares y de combate, a los criollos o gauchos, a las
navajas y plegables, etc. Piezas compradas, otras que son producto de trueques entre coleccionistas, otras muchas, regalos de amigos y familiares conocedores de mi afición, de artesanos y de fabricantes, como recuerdo de una visita, de un artículo publicado, o más importante, como testimonio de una amistad, integran mi colección.
Réplica actual de un bowie estilo inglés del siglo XIX.
-¿Cuál es la pieza que más le ha costado conseguir (tanto a nivel económico como a nivel de búsqueda)?
Esta es otra pregunta muy difícil de responder. Hay piezas que pueden tener un alto precio, pero que después de todo se pueden adquirir con sólo ingresar a una buena cuchillería, si uno tiene el dinero necesario. Otras piezas requieren de tiempo, mucho tiempo, para esperar que aparezcan en el mercado, y a veces no es posible adquirirlas. Luego sucede un hallazgo inesperado, dónde y cuándo uno menos lo espera. El tiempo y la paciencia son fundamentales en el coleccionismo. Yo no poseo piezas de precios muy altos, de esos que nos hacen asombrar al escuchar la cifra, porque sencillamente, no soy un hombre rico. Pero en tanto tiempo de transitar el mundo del coleccionismo he tenido la suerte de poder hacerme de alguna pieza verdaderamente interesante, digna de una gran colección. Y esto ha sido por haber tenido mucha suerte, y como suele decirse, por estar en el lugar adecuado en el momento justo. Esas piezas están fotografiadas en mis libros y prefiero que quienes recorran sus páginas, los descubran allí mismo. Inmortalizadas para siempre entre tantos recuerdos, vivencias y experiencias.
Hay piezas sin embargo que sin ser ni muy caras ni muy raras, tienen un valor muy especial para mí por el lugar donde las encontré, por la persona a la que se las adquirí, o por quien me las obsequió. He tenido la suerte de viajar mucho, tratando de conocer lugares y personas vinculadas con mi pasión por armas de fuego y cuchillos: Albacete, Toledo, Thiers, Laguiole, Solingen, el taller de
Randall en Orlando, Florida, San Antonio, Texas, o Hartford, Connecticut, el lugar donde vivió, trabajó y ahora descansa Samuel Colt… son algunos de esos lugares de donde tengo un recuerdo en mi memoria y en mi corazón, y alguna pieza para motivar ese recuerdo.
Colección de bowies antiguos del siglo XIX.
-¿Por qué cree que el cuchillo Bowie es uno de los más famosos del mundo?, ¿qué características le han aupado a lo más alto?
El
bowie es una tipología de cuchillo que aparece en el territorio norteamericano desde finales del siglo XVIII, pero que recién adquiere su nombre de tal, y su renombre y fama, a partir del uso que le diera Jim Bowie, un oscuro personaje de la frontera norteamericana, famoso por su habilidad para pelear con su cuchillo de gran tamaño, y que actuó hacia los años 1820. Su cuchillo pasó a ser famoso especialmente después de su muerte en la batalla de El Álamo, en 1836. Poco más tarde, el cuchillo de Bowie es reinterpretado por los artesanos americanos de la época, y fundamentalmente, por la industria cuchillera de Sheffield, que aprovecha con muy buenos resultados económicos, la fama y la demanda de este tipo de cuchillos. Sin embargo, la época de oro del bowie fue muy efímera, sucumbiendo ante el perfeccionamiento y mejora de la fiabilidad del arma de fuego, ocurrida hacia la segunda mitad del siglo XIX, con la aparición del cartucho metálico. Para los años 1870, el bowie reduce su tamaño y se convierte de herramienta y arma blanca, en un
cuchillo de caza.
Claro, a mediados del siglo XX, viene el rescate de la historia de Jim Bowie, por parte de la novela primero, y de los coleccionistas y primeros investigadores después, hacia 1950. Le siguen el cine, la televisión, y la mecha de la inmortalidad está encendida, y estalla de la mano de los grandes coleccionistas norteamericanos, a partir de los años 1970 en adelante. La característica decisiva de la fama y popularidad de la que goza en la actualidad, puede residir en gran parte en la belleza y variedades de su diseño, que no es único como suele creerse. Pero fundamentalmente, en lo colorido de su historia, la del personaje que le cedió su nombre y en el periodo de la conquista del oeste en que fue empleado. Todo ello recreado, ensalzado y exportado al mundo por novelistas, guionistas, fabricantes, artesanos y creativos comerciantes de los EEUU.
Cuchillos Randall de combate.
-Bowie o Randall: ¿con cuál de ellos se quedaría y por qué?
Es difícil proponer esta alternativa, puesto que el bowie es una tipología, estrictamente histórica hoy en día, o tal vez, un estilo si queremos verlo así. Mientras que Randall es actualmente una marca, con mucha leyenda, originada en un visionario, Bo Randall, y mantenida vigente en la actualidad por su hijo y nietos, en una operación que mantienen en Orlando, Florida. Por cierto, que Randall ofrece bowies entre su amplia gama de modelos, que incluye variedades para todos los gustos y actividades. Randall tuvo la virtud de crear, sin proponérselo, todo un movimiento, que es el de la cuchillería artesanal a nivel mundial. Además, impuso un estilo propio, porque si bien comenzó copiando a un cuchillero de su época, William Scagel, le dio una vuelta de tuerca creativa a la genialidad de Scagel. Sus diseños son considerados hoy día como verdaderos clásicos, y fueron copiados y vueltos a copiar. Bo Randall inspiró a muchos de los más famosos artesanos cuchilleros de la actualidad. Los cuchillos Randall son seguidos y perseguidos por una enorme cantidad de coleccionistas de todo el mundo, que no dudan en soportar los casi 10 años de espera que supone adquirir un Randall directamente de su taller, consolidando su fama y su popularidad. Luego, regresando a su pregunta inicial: como coleccionista de piezas antiguas, y por su colorida historia, no dudo en responder “un bowie"; y como usuario, o tal vez como coleccionista de cuchillos modernos, no dudaría en elegir o recomendar un Randall.
-En su web asegura que la firma Spyderco fue la precursora de los cuchillos plegables modernos. ¿Qué ventajas presentan estos cuchillos plegables respecto a los modelos tradicionales? Efectivamente, siento que es así. A pesar de que sus diseños y formas no son convencionales, y ni siquiera podríamos calificarlos de bonitos, no hay duda de su funcionalidad, de su diseño racional, del buen compromiso de precio y muy alta calidad constructiva y de materiales que poseen. Luego, han impuesto características que fueron presentadas originalmente por esta marca, y que después fueron adoptadas por todos, absolutamente todos, los fabricantes de cuchillos de hoja plegable de la actualidad. Fundamentalmente, el clip, la apertura con una sola mano, el uso de diferentes sistemas de bloqueo muy fiables, la popularización del filo dentado (perlado), el uso de materiales muy modernos para empuñaduras, y de aceros de última tecnología para las hojas. Todo ello puede el lector apreciarlo en cualquier plegable moderno, pero no existía antes de Spyderco.
Cuchillos plegables de la firma estadounidense Spyderco.
-En los últimos años, firmas como la italiana Extrema Ratio están fabricando cuchillos de alta gama a un precio elevado. ¿Qué le parece esta apuesta comercial?
Me parece una apuesta muy arriesgada para una empresa comercial, pero al mismo tiempo advierto que lo está haciendo con mucho éxito, y bien merecido por cierto. Arriesgado, porque ya he comentado sobre la posición de una industria, y su meta de maximizar beneficios, y cuando se presenta un producto de alta gama y alto precio, con tanta competencia en modelos, orígenes, y precios en el mercado, siempre existe el riesgo de no encontrar el nicho de mercado que se busca. Ex Ratio parece haberlo encontrado. Sus productos poseen un diseño muy distintivo, de vanguardia, que inspiran la sensación que luego es comprobada, de gran solidez. El diseño a la vez que atrevido, a veces futurístico, es sin embargo, práctico para los fines que fue creado, y se asocia con el empleo de materiales de gran calidad en su construcción. El nicho del usuario de un producto de alta calidad y gran diseño, y dispuesto a pagar un alto precio, existe por lo visto, y fue detectado por Ex Ratio, que también consiguió la respuesta positiva y favorable del sector militar, especialmente en grupos especiales, dotaciones de helicópteros, o grupos de salvataje. En materia de plegables de tipo “táctico", creo personalmente que sus productos son verdaderamente revolucionarios, y que poseen un gran diseño y gran calidad constructiva.
Plegable táctico de Böker diseñado por Jim Wagner.
-Para concluir, ¿cómo ve las perspectivas de futuro del negocio de la cuchillería?, ¿hacia qué dirección considera que debe enfocarse para seguir creciendo?
Yo no soy un experto en el aspecto comercial de la industria cuchillera, por lo cual solo puedo opinar “desde afuera", como un observador de varios fenómenos. Por un lado, veo el peso que tiene la competencia de la industria oriental, con precios increíblemente bajos y una calidad más que aceptable para el usuario medio de cuchillería. No tanto para el profesional que usa un cuchillo en su actividad, o para el verdadero conocedor o coleccionista, pero sí para el resto de los consumidores. Esta competencia es obviamente resistida y vista con ojos atentos y preocupados por las industrias localizadas en lugares tradicionales como Albacete, Thiers, Solingen o Scarpería. Pero curiosamente, así como “combaten" al embate oriental incorporando nuevas tecnologías productivas y ofreciendo diseños revolucionarios y nuevos materiales, y hasta se realizan alianzas entre estas famosas regiones cuchilleras nombradas para resistirlas en conjunto, son los propios fabricantes de esos lugares de Europa quienes permiten el “filtrado" de la temida presencia oriental, al crear líneas de comercialización o de producción que importan y ofrecen en sus propios catálogos, con lo cual alimentan y fomentan el crecimiento de aquella industria. Esto de ninguna manera pretende ser una crítica por mi parte, puesto que ya dije que no soy un experto, y además los dueños y conductores de estas empresas europeas saben mejor que yo lo que hacen, pero no deja de llamarme poderosamente la atención esta dualidad que existe.
Por otro lado, el alto desarrollo tecnológico de producción y diseño alcanzado por la industria cuchillera de producción masiva y en grandes volúmenes, crea paradójicamente -y afortunadamente por cierto- un nicho, una brecha, que da lugar al desarrollo de la cuchillería artesanal, cuya producción va dirigida fundamentalmente al coleccionista o al usuario conocedor y exigente, pues brinda ciertas características que la cuchillería industrial no puede brindar: la personalización, la exclusividad, la pieza única, el embellecimiento con grabados, y otras decoraciones, el uso de materiales exclusivos en el encabado, o el prestar gran atención a detalles de gran fineza en el acabado o en el diseño. Todas ellas, características que se alejan de las posibilidades de la cuchillería industrial por su concepción misma, pero que seguramente son apreciadas por el amante de la cuchillería de alta calidad. Por tanto, la cuchillería artesanal no es competencia de la industrial, sino que se complementan perfectamente y sin interferirse en absoluto.