Sus dimensiones suelen impresionar hasta el más pintado, no sólo por el enorme tamaño de sus hojas, sino también por la poderosa masa con la que se exhiben ante nuestros ojos. Así son los machetes, unas armas blancas que además de servir como unas prácticas herramientas de trabajo, también pueden utilizarse como unas eficaces y lesivas armas de corte. Aunque sus orígenes y definición no están del todo claros, la mayoría de expertos en armas blancas sí que coinciden en afirmar que, por lo general, podría considerarse como un machete todo aquel cuchillo con una hoja de entre 32 y 45 centímetros de largo que pueda emplearse tanto para actividades agrícolas (limpiar la maleza, segar, cortar pequeñas ramas o troncos…), como para actuar como arma de ataque o defensa. Dentro de esta somera definición quedan englobadas por lo tanto un buen número de armas blancas de grandes dimensiones que, a lo largo de la historia, se han utilizado bien para trabajos de campo, bien como herramientas de ataque.
Por su propia esencia y características, el machete podría categorizarse como un arma a medio camino entre la clásica espada y el hacha de combate. Aunque prácticamente desde el inicio de la prehistoria han emergido armas y herramientas que responderían a los criterios básicos de lo que hoy en día se considera un machete, no fue hasta prácticamente la llegada de los siglos XIX y XX cuando los Ejércitos de diversas naciones introdujeron este tipo de arma en el arsenal de dotación de sus huestes. Un buen ejemplo, y aunque no fue una dotación oficial como tal la entendemos, durante la guerra de Independencia de Cuba (1895-1898), los guerreros de la isla caribeña utilizaron el machete como su principal arma contra las fuerzas españolas. Así, estos cuchillos de largas dimensiones no sólo fueron durante varios años su mejor herramienta para cortar la caña de azúcar, sino que también se convirtieron en el mejor aliado para derrocar a las tropas ibéricas.
Con el abaratamiento del precio del acero, el uso del machete se popularizó y extendió a prácticamente todas las regiones del planeta, teniendo un papel tristemente destacado en países africanos como Ruanda, donde el machete fue el arma más usada durante las guerras tribales y el genocidio que asoló la nación a mediados de la década de 1990.
Evolución y tipos
Dada su ambigua definición, y la constante evolución y readaptación que este arma ha sufrido a lo largo de los últimos tiempos, hoy en día nos encontramos con una gran variedad de machetes, todos ellos con sus propias características y particularidades regionales. Aunque la catalogación de los diferentes tipos de machetes casi podría aproximarse a la veintena, sólo nos haremos eco de los más conocidos o populares, como por ejemplo el bolo filipino, el kukri nepalí, el panga africano, o el parang asiático. Por sus excelentes prestaciones y su extenso uso tanto en el terreno civil como en el sector militar (sobre todo el bolo y el kukri), todos estos machetes se han ganado un reconocimiento propio, llegando a ser fácilmente reconocibles por los aficionados a este tipo de armas blancas.
La principal diferencia entre estos machetes y el resto de tipos que no hemos nombrado pero que están también suficientemente reconocidos, estriba en el diseño de la hoja y el mango, así como en algunos casos en el uso de determinados materiales especiales. De esta forma, con sólo ver la silueta de alguno de estos machetes, un buen aficionado puede saber a simple vista de qué modelo o tipo de machete se trata.
Dentro de esta gran variedad de machetes actuales, existe un modelo cuyo diseño es casi exclusivamente de uso militar. Se trata del machete Tanto, un arma que como su propio nombre indica dispone de la clásica hoja Tanto de diseño japonés, rematada con una punta extremadamente fuerte, y que originariamente fue concebida para atravesar armaduras. Otra subcategoría muy popular y que hoy en día cuenta con un gran surtido de modelos sería la de los machetes de supervivencia. En este caso, se trata de unas herramientas equipadas con unas hojas de gran masa y un filo muy cortante que destacan por su gran versatilidad, ya que pueden ofrecer un óptimo rendimiento en diferentes situaciones.
Posibles usos del machete
Precisamente, la versatilidad es uno de los puntos más fuertes del machete, ya que sus posibles usos o aplicaciones son casi proporcionales a la amplia oferta de modelos disponibles en el mercado actual. Una tienda online especializada en la venta de este tipo de armas blancas, la estadounidense machetespecialists.com, enumera hasta 25 posibles usos del machete, donde encontramos desde los más evidentes, como la limpieza y el mantenimiento de sendas o caminos naturales, el talado de un pequeño tronco o ramas secas para iniciar un fuego, la limpieza de una zona de acampada, o el ineludible uso como arma de defensa; hasta otras aplicaciones menos usuales, como la apertura de un coco u otras frutas con cáscaras duras, o el desolle de un animal recién abatido.
Como vemos, la gran variedad de estos posibles usos hacen que el machete se vea hoy en día como una herramienta de gran ayuda para diferentes perfiles: desde el cazador que lo utilizará para abrirse campo entre la maleza del monte, limpiar su puesto o zona de tiro, o incluso desollar a la pieza cobrada; hasta el jardinero o pequeño agricultor que lo empleará como una herramienta más de su trabajo diario, valiéndose de él para cavar y plantar las semillas de su cosecha, o limpiar y trillar el grano del fruto ya recogido.
Teniendo en cuenta todos estos parámetros, podemos asegurar que el machete sigue siendo actualmente un arma blanca de gran valor entre numerosos colectivos, ya que la larga longitud de su hoja (generalmente más de 35 cm), su equilibrado diseño, y su contrastada capacidad de corte ante casi cualquier superficie, lo convierten en un instrumento operativo y tremendamente eficaz en los escenarios más dispares.
