Hoy en día decir machete es pensar inevitablemente en la saga de películas de acción creadas por Robert Rodríguez y protagonizadas por Danny Trejo. En ellas el protagonista absoluto es un violento ex-federal mexicano que se caracteriza por llevar encima decenas de este tipo de este arma: el machete, un cuchillo grande, etimológicamente ligado a la palabra española “macho” (entre otras), que no llega al tamaño de una espada o sable.
De unos 60 cm de longitud, el machete tiene un solo filo, más agudo en el tercio cercano a la punta, y tradicionalmente se le ha relacionado con un uso: abrirse paso por la selva. Es por esto que este cuchillo es usado sobre todo en regiones de sudamérica, en las que la selva se muestra más frondosa y es vital llevar equipo como este para viajar a través. No obstante, la historia del machete es una maravilla de cruces de estilo y tradiciones que se remontan a todo el mundo, incluyendo España, por lo que su uso y forma siempre se han adaptado a la zona.
Remontándonos al siglo IV A.C.
La primera aparición del antecesor del que hoy conocemos como machete se remonta al siglo IV A.C. en el que existía un cuchillo llamado Machaira. Este era usado como cuchillo de cocina o de carnicero, o incluso para sacrificios, como afirmaba Aristóteles en uno de sus escritos, en los que destacaba su capacidad para descuartizar a la víctima. No sería, sin embargo, hasta los años venideros que comenzaríamos a ver la machaira como arma de guerra, puesto que fueron empleadas como arma para la caballería. El filósofo y militar Jenofonte diría de la machaira que la capacidad cortante de su único filo era vital para que los jinetes pudieran asestar golpes de arriba a abajo. El también filósofo e historiador Polibio comenzó a llamar Machaera a la espada que evolucionaría en un tipo de Gladio romano de un solo filo, en lo que sería el comienzo de la evolución imparable de este cuchillo que empezaría su viaje por todo el mundo, comenzando por el recóndito Nepal o incluso las tierras de Hispania, que acabarían siendo nuestro país, España.
Si nos remontamos al siglo I A.C., encontramos un escrito de Séneca, el cual habla de una de las famosas anécdotas militares del gran Julio César. En ella, el imperator romano habla sobre una especie de machaera hispana que fue capaz de dañar el casco y la cabeza de un soldado romano. Teniendo en cuenta la época, César podría estar hablando de la afamada “falcata” (término acuñado en el siglo XIX por eruditos), un arma usada tanto para corte como estocada y conocida por los cronistas por su templanza, dureza y corte de su metal, al punto de que influiría mucho en el diseño de los gladios. Si observamos su diseño, queda claro que el machete y la falcata son armas de la misma familia.
Aunque encontramos otros posibles antecedentes en la historia del mundo (como el Khopesh egipcio) no sería hasta siglos más tarde que comenzaríamos a ver el diseño actual del machete. Concretamente, en el siglo XVII, encontramos en un diccionario de español antiguo esta definición de machete: cuchillo grande empleado por los campesinos, que lo llevan en el cinturón; también espada corta.
Curiosamente, vemos que ya se le daba uso agrícola y que ya se ligaba con su uso por parte de la capas humildes de la sociedad. Esto queda reflejado en la historia en episodios como la conquista de América y sus guerras civiles. Tras ser usados por militares españoles provenientes de Canarias contra invasores ingleses, el 10 de octubre de 1868 el famoso sargento independentista Máximo Gómez se lanzaría contra el ejército español al grito de “¡al machete!”, haciendo que los insurgentes cubanos la adoptasen como su arma simbólica, llegando a inclinar la balanza en varias ocasiones gracias a su fiable filo.
A partir de este momento, el machete quedaría ligado a la historia de sudamérica, a tal punto que, dependiendo de la zona, es rara la casa que en la actualidad no posee uno de estos cuchillos. De hecho, es uno de las enseñas no oficiales de países como Colombia, donde compite con el hacha en las actividades agrícolas y, tristemente, por el uso que le dan grupos de guerrilla como las FARC. Si la horca y la hoz son el símbolo de los levantamientos obreros de la vieja europa, es el machete el que cumple esta función en Latinoamérica.
Usos en la actualidad
El machete sigue siendo una herramienta versátil que puede emplearse en la vida cotidiana o en defensa, aunque solo es parte de un equipo fijo en ciertas zonas de corte selvático o de ciertos conflictos.
En cuanto a su uso militar, en la actualidad el machete se ha visto relegado a herramienta para despejar el terreno. Es una práctica habitual el ver grupos tácticos con dos hileras vigilando el terreno, mientras que un efectivo avanzado va despejando el camino de obstáculos, algo indispensable cuando el objetivo está escondido en lo profundo de la jungla. No obstante, el uso del machete militar se ha refinado a tal punto que se le ha dotado de una nueva evolución: el Machete Tanto, una versión de este arma blanca que es rediseñada para ser un producto exclusivamente diseñado para el combate.
El Machete Tanto es un híbrido entre el cuchillo militar y el machete clásico que mezcla lo mejor de ambos: por una parte luce la enorme e intimidante hoja de los machetes y sigue conservando su poder de corte y choque. Por otra parte, se ve beneficiada de técnicas milenarias de fabricación japonesa, que esgrimen la artesanía de las Katanas Tanto, unos cuchillos precursores del famoso Wakizashi, un arma destinada a la defensa del Samurai. Gracias a esto, el machete está diseñado para gozar de una mayor fuerza en la punta, gracias a que esta está alineada con la espina de la hoja y tiene forma cincelada, lo cual mejora las capacidades punzantes del arma, sin reducir las cortantes. Además, los americanos responsables de este “machete japonés” le añaden, en ocasiones, otros detalles más tradicionales de la cultura militar occidental como dientes de sierra en la parte contraria al filo. Una verdadera obra maestra de la ingeniería militar, que fusiona lo mejor de 2 mundos.
Hemos hablado de los usos militares que se le dan en la actualidad al machete, pero como hemos comentado anteriormente, el machete es una de las herramientas más famosas y útiles en la vida diaria de muchos países. Como hemos indicado antes, quizá los países sudamericanos son los que enarbolan el uso del machete, sobre todo para avanzar en la selva o incluso en el control de malezas. No obstante, al machete agrícola se le dan algunos usos concretos como la recolección de caña de azúcar, en terrenos en los que la maquinaria no puede ser desplegada tanto por las inclemencias como por el precio, momento en el que el machete se convierte en la mejor solución.
Además, no debemos olvidar la fama del machete en África, en lo que desgraciadamente se ha convertido en una costumbre brutal, ya que es bastante común que las guerrillas locales “pasen por el machete” a poblaciones enteras, en lo que llaman “limpiezas raciales”, orquestadas por el señor de la guerra que corresponda a cada sitio, creando algunos de los actos violentos más lamentables de la historia de la humanidad.
Sea cual sea su uso, lo que queda claro es que el machete es un arma con una historia antiquísima y más de mil años de templanza y refinación, algo alejado de la imagen de arma tosca y poco elegante que transmite la cultura popular. A pesar de la creencia de que su origen es sudamericano o español, decenas de pueblos históricos han usado variantes propias de un instrumento que transmite historia en cada una de las muescas de su metal.
Y lo que es más importante: la historia del machete dice que siempre ha sido un arma para toda la gente, desde el antiguo Egipto hasta nuestros días. Así que si tienes dudas, ya sabes:
¡no hace falta ser John Rambo para tener un machete!