En este artículo vamos a adentrarnos en el mundo de los tiradores designados y sus rifles semiautomáticos. Haremos un recorrido histórico, analizaremos sus características técnicas, sus condiciones de uso, sus municiones y ópticas.
Semiautomático vs Cerrojo
Este es uno de los debates continuos que se mantienen perennes en el mundo de las armas, es una discusión que suele escucharse entre compañeros cuando se habla de la idoneidad de un sistema u otro para realizar disparos a larga distancia. Muchas veces en este tipo de conversaciones se pierde la perspectiva y la discusión se centra únicamente en términos de precisión. Hoy en día la tecnología ha permitido a algunos modelos de rifles semiautomáticos alcanzar la precisión de los rifles de cerrojo.
Aunque es cierto que hablando en términos de ratio precisión/inversión el resultado es claro, podemos obtener una excelente precisión con una inversión razonable en un rifle de cerrojo. Mientras que para igualar esa misma capacidad de agrupación con un rifle semiautomático, deberemos multiplicar varias veces el dinero empleado. Como anécdota citar que el HK PSG-1 costaba la friolera cifra de 10.000 USD en los años 70s, precio que incluso se ha mantenido hasta nuestros días, tanto por sus cualidades como por considerarse una rara pieza de coleccionismo. También es importante decir que la oferta de rifles semiautomáticos con ese nivel de precisión es muy reducida.
Los parámetros de la precisión en un rifle
Con respecto a un rifle y considerando una munición ideal, que tenga siempre el mismo comportamiento, son dos los aspectos críticos determinantes para su precisión:
En primer lugar, los rifles de cerrojo son intrínsecamente más precisos porque son más “simples” mecánicamente, tienen menos piezas móviles en el sistema de acerrojamiento. Menos elementos en movimiento significa menos variables a considerar en la precisión y por tanto un entorno más controlado para que el comportamiento del arma sea siempre el mismo, para esa munición con un comportamiento que hemos convertido en constante en la ecuación de la precisión.
El segundo aspecto es la unión del cañón a la acción y si hay otros elementos en contacto con el mismo. En general en los rifles de cerrojo el cañón está únicamente unido a la acción por su base y el guardamanos / chasis no toca con él en ningún punto. Además la solidez constructiva de la acción y la profundidad de amarre del cañón a la misma son cualidades también determinantes. Esto le permite al cañón “flotar” libremente, con lo que vibra sin interferencias tras cada disparo, teniendo siempre el mismo comportamiento. Para sacar lo mejor del mismo sólo necesitaremos encontrar la carga y proyectil más adecuados.
Como sabemos, en el caso de los rifles semiautomáticos muchos de ellos operados por gases, lo que supone un importante inconveniente. El conducto o paso que conecta la perforación del cañón con el tubo que lleva estos gases al pistón o directamente al cerrojo (Direct Impingement), impide que floten libremente. Aunque hay algunos rifles semiautomáticos, como el HK G3 o el CETME, que funcionan por diferentes variantes de un sistema de retroceso retardado de masas, Esto ha permitido desarrollar versiones de francotirador como el PSG-1, donde el cañón sólo está unido a la acción en su base.
En alguna conversación con compañeros de afición se suele argumentar que el que la toma de gases este unida al cañón no debería ser un problema, ya que impedirá siempre vibrar de la misma manera al cañón, con lo que las condiciones siempre serán las mismas. Desgraciadamente esto no es así, el cañón tras los diferentes disparos sufre un mayor o menor calentamiento con las consiguientes dilataciones, que se transmiten a la toma de gases. Esto hace que este elemento ofrezca una resistencia variable a la oscilación del cañón, repercutiendo por tanto en la precisión. Además en los sistemas de pistón, este elemento introduce una vibración directa sobre el cañón justo cuando el proyectil está abandonando la boca del mismo. En definitiva, un sistema por gases introduce más variables sobre la precisión de un cañón, cuando sabemos que para obtener esta cualidad menos es más.
Usabilidad del cerrojo vs semiautomático
Aunque una plataforma de rifle puede superar a la otra en ciertas aplicaciones o casos, también debemos entender que una plataforma determinada es solo una herramienta para una determinada tarea y puede no ser aplicable en todas las situaciones. Es por tanto fácil deducir que unos y otros presentan sus ventajas e inconvenientes, siendo una combinación de varias circunstancias las que determinarán la idoneidad de uso. Vamos a exponer algunos factores importantes que condicionan su empleo, que servirán para mostrarnos sus fortalezas y debilidades.
Número de objetivos u objetivos en movimiento
Los francotiradores militares pueden encontrarse situaciones, ofensivas o defensivas, con múltiples objetivos, a veces incluso mezclados con civiles, donde la rapidez de disparo sea una variable crítica. Esta circunstancia puede ser también determinante en algunas modalidades competitivas, tanto en el ámbito civil como militar. Es en estas situaciones, donde la capacidad de poder repetir el tiro rápidamente sin cambiar la postura ni perder miras es determinante, cuando los fusiles semiautomáticos se imponen a los de cerrojo. Por ejemplo esta fue una de las más importantes circunstancias que motivo, tras la traumática experiencia sufrida por la policía alemana en los atentados terroristas de las Olimpiadas de Munich 72, el desarrollo del proyecto PSG-1.
Los escenarios de batalla actuales son dinámicos y cambiantes, un francotirador puede verse abocado a disparar sobre objetivos en movimiento o sobre diferentes tipos vehículos. Un rifle semiautomático presenta una ventaja importante en este aspecto, con su mayor potencia de fuego puede disparar mayor número de proyectiles sobre el objetivo que un cerrojo durante una ventana de tiempo.
Tipos de objetivos
No es lo mismo ser un francotirador militar que uno de tipo policial, en el primer caso prima causar bajas al enemigo y en el segundo proteger la vida de inocentes. Un francotirador, de los cuerpos especiales policiales, muchas veces tiene que lidiar con criminales que usan rehenes como parapetos. Es por ello que en este último caso y en situaciones límite, la precisión es absolutamente crucial para evitar bajas de inocentes. Es aquí donde un rifle de cerrojo es la solución más habitual, aunque como veremos, hay algunas agencias que poseen rifles semiautomáticos con precisión por debajo del ½ MOA, gracias a su dotación presupuestaria.
En operaciones militares también pueden darse necesidades de precisión extrema para objetivos concretos, que debido a su importancia y casuística de la operación, sólo es posible efectuarles un único disparo. Bien porque la ventana de oportunidad es única o bien porque nuestras posibilidades de ser detectado y huida se vean comprometidas.
Por otra parte, hay misiones que pueden implicar la destrucción de objetivos estratégicos no humanos. Es en estos casos donde los calibres más potentes, especialmente el .50 BMG con rifles de cerrojo, quienes son los más adecuados para completar con éxito la misión. Un ejemplo, en 1993 en Mogadiscio un francotirador perteneciente a los Navy Seals fue capaz de destruir un vehículo blindado de origen chino dotado de batería antiaérea, un ZSU-23-4, usando munición explosiva Raufoss en su Barrett de cerrojo del calibre .50 BMG.
Esta acción concreta impresionó especialmente al General de División Carl Ernst, responsable de las fuerzas estadounidenses en Somalia, que potenció e impulsó el entrenamiento de francotiradores, además de la mejora de su armamento en todo el ejército de los EEUU.
Roles tácticos
Dentro del mundo militar hay una clara distinción entre los efectivos encargados de realizar disparos a larga distancia. Normalmente se suelen segmentar entre tiradores designados y francotiradores. Incluso estos roles, en algunos casos, provienen de tácticas tradiciones de algunos de estos ejércitos.
Por otra parte debemos tener presente que estos roles son cambiantes y evolucionan a la vez que lo hace la tecnología armamentística, junto con las estrategias militares. El rol de tirador designado nace con los soldados rusos, un modelo que hunde sus raíces en los tiradores selectos de la Guerra de Crimea en el siglo XIX. Donde tiradores seleccionados, empleando sus mosquetes, causaban el terror entre las tropas enemigas abatiendo oficiales a grandes distancias. Desde entonces y hasta hace relativamente poco, concretamente la primera Guerra de Chechenia (1994 – 1996), los rusos han apostado tradicionalmente por esta figura intermedia entre el efectivo de infantería y el francotirador. Algo por otra parte que se reflejaba en sus planes y metodología de formación.
En otros ejércitos, como el norteamericano, conviven las dos figuras, el tirador designado y el francotirador. La función de un tirador designado es la de proveer de fuego rápido de largo alcance dentro de un grupo de efectivos de infantería, normalmente un pelotón. Una figura que se ha visto impulsada por la alta especialización del francotirador y la evolución de los rifles semiautomáticos.
En el caso del francotirador militar es un soldado altamente especializado que realiza misiones contra objetivos seleccionados y que opera sólo o más habitualmente en binomio con un observador. Son tres las tareas principales del observador:
• Proveer de protección al francotirador, ya que su un rifle de cerrojo especialmente pesado y largo no tiene la versatilidad de un rifle semiautomático. Para ello este suele portar un rifle de asalto, con capacidad de fuego automático.
• Ayudar en la localización de objetivos, reduciendo la fatiga visual del francotirador.
• Colaborar en los cálculos antes y después de efectuar el disparo, observando la trayectoria del proyectil.
Entorno Urbano vs Rural
Desde hace años los entornos urbanos son el teatro de operaciones donde se desarrollan las guerras modernas. Esto lógicamente condiciona las tácticas y equipamiento de los francotiradores militares. Siendo en estos ambientes donde definitivamente los rifles semiautomáticos brillan. Debemos tener en cuenta que el hecho de ser francotirador va más allá de tumbarse en el suelo y apretar un disparador, especialmente en estos entornos urbanos. Los francotiradores no aparecen por arte de magia en las posiciones de tiro, sino que deben llegar a ellas de forma segura desde los puntos de infiltración. Algo que seguramente se repetirá de forma constante a lo largo de los días que dure la misión. Además si queremos reutilizar en el futuro esas posiciones de tiro, tendremos un trabajo idéntico de vuelta para la huida.
Como hemos visto en el punto anterior, un equipo de francotirador está formado por un observador y el propio francotirador. En estas circunstancias un rifle de cerrojo se presenta ciertamente problemático. No es ni mucho menos el arma adecuada para para moverse limpiando estancias, pasillos, huecos de escalera o esquinas. Esto significa que estaremos descargando todo este trabajo sobre el observador. Cuando es conocido que un mínimo de dos efectivos correctamente equipados son los necesarios para este tipo de tareas.
Esta situación puede subsanarse en parte si el rol de francotirador esta equipado por ejemplo con un rifle semiautomático de cañón no excesivamente largo en calibre 7,62x51 OTAN. Quiero decir al respecto, como ya he comentado en algún otro artículo, que la longitud del cañón no influye en su precisión. Un cañón más corto proporciona una menor velocidad del proyectil y por tanto un menor alcance, lo que se traduce en una trayectoria parabólica más acentuada. Por ejemplo un proyectil del 7,62x51 OTAN en un cañón de tan solo 16”, retiene una velocidad de más de 1000 fps a 800 m, suficiente para abatir un objetivo humano.
Los entornos rurales, se prestan en general a mayores distancias de abate, por lo que se requieren calibres más potentes, como el .300 Win. Mag., .338 Lapua Mag. y 50 BMG, que requieren de rifles con personal especialmente entrenado.
Distancia de disparo
Es obvio que cuanto mayor sea la distancia de disparo, más precisión requeriremos, viniendo determinada esta en muchos casos por el entorno. No es lo mismo enfrentarse en un entorno boscoso o jungla, que presumiblemente permite una aproximación sigilosa al objetivo, que estar desplegado en las yermas montañas de Afganistán, donde las distancias de tiro son naturalmente mayores.
Otro ejemplo son los entornos urbanos, donde en principio las distancias vienen acotadas por los tipos de edificaciones, por su altura y disposición urbanística. Las distancias son más contenidas y la posibilidad de múltiples objetivos muy elevada. Aunque por otra parte se presta a que nuestros enemigos tengan mayores posibilidades de parapetarse, lo que exigirá una buena precisión y en algunos casos la capacidad de atravesar estas barreras, algo que normalmente solo es posible con los calibres más potentes de cerrojo.
La distancia efectiva sobre un blanco humano para un rifle semiautomático estándar se sitúa en un rango máximo de los 600 – 800 metros. En el caso de los francotiradores militares con rifles de cerrojo y dependiendo del calibre, esta distancia máxima se amplía hasta alrededor de los 2,5 km.
Misiones Especiales
Pueden darse circunstancias especiales donde el tipo de misión puede condicionar el tipo de arma a emplear, son miles las combinaciones de posibles, citaremos solo algunos ejemplos:
En el caso de disparos desde plataformas aéreas, estas exigen un número elevado de cartuchos para abatir un objetivo, debido a las obvias dificultades que entraña el disparo desde un vehículo en movimiento de estas características. En este caso concreto, donde un rifle semiautomático con su velocidad a la hora de repetir el disparo para corregir el impacto de forma controlada, se muestra claramente superior.
Otra ventaja que presenta un rifle semiautomático, es que a diferencia del cerrojo, no nos obliga a realizar movimientos para alimentar el rifle tras cada disparo, movimientos que puede delatar nuestra posición. Algo crítico cuando se trata de estar emboscados y ocultos con el entorno. Durante la Segunda Guerra Mundial, una de las quejas recurrentes de los francotiradores británicos era que solían ser descubiertos cuando acerrojaban el rifle para efectuar el segundo disparo. Además y siguiendo en esta línea, su menor retroceso, gracias a los sistemas de recuperación con muelles del cerrojo, es también una virtud.
Otro ejemplo son las misiones de vigilancia especial y de desactivación de artefactos explosivos (EOD) para garantizar rutas limpias, exigen máxima precisión y técnicas de ocultación. Un ejemplo, en 2004 en Iraq el Sargento de Marines David Jensen observó durante la noche como un grupo de insurgentes manipulaba un coche abandonado al borde de una carretera transitada por el ejército de EEUU. A la mañana siguiente observó con sus binoculares como encima del salpicadero del mismo había un teléfono móvil, uno de los sistemas de detonación preferidos de los terroristas iraquís. Este francotirador fue capaz de destruir ese dispositivo mediante dos disparos, primero destruyendo la ventanilla lateral y después el dispositivo.
Cuando se trata de operaciones encubiertas en las que no se puede dejar pista alguna de la autoría de las mismas o queremos evitar dejar rastro alguno, que pueda suponer nuestra localización o identificación, el cerrojo permite un mayor control de las vainas percutidas.
Disponibilidad
Este es un aspecto no menor, ya que la disponibilidad de recursos para francotiradores, por cuestiones económicas o de localización, son otros aspectos determinantes. Muchas guerrillas y grupos de insurgentes solo tienen acceso a los rifles que les son proporcionados por gobiernos afines, que su capacidad financiera permite o bien que el mercado negro dispone.
En resumen de todo lo anterior podemos deducir que no todos los francotiradores usan rifles de cerrojo, pero que si todos los tiradores designados usan rifles semiautomáticos con algunos matices. Como veremos existen rifles semiautomáticos en calibres .338 Lapua Magnum y .50 BMG que son de uso por francotiradores. Son armas pesadas, para tiros estáticos y misiones con requisitos especiales. Por su capacidad para alcanzar objetivos por encima de los 2 km, requieren de una formación específica, que va más allá de las capacidades de un tirador designado.