Mucho se ha escrito ya sobre el AK-47 y sus múltiples derivados. Su nombre es sinónimo de fiabilidad, resistencia, robustez, pero sobre todo, revolución. Y es que el AK47 ha conseguido erigirse en el gran protagonista de los principales conflictos armados del último sexenio. Esta omnipresencia en todos los escenarios bélicos de las últimas décadas ha propiciado que el AK-47 sea considerado por muchos como el mejor fusil de asalto de la historia.
Los verdaderos orígenes de esta mítica arma se remontan a la Segunda Guerra Mundial. Y como suele suceder en estos casos, todo se debe a la genialidad de un talentoso mecánico de carros de combate del Ejército Rojo. Mikhail Timofeevich Kalashnikov era un joven soldado de apoyo cuando cayó herido en una batalla contra las tropas de la Alemania Nazi. Kalashnikov fue alcanzado por uno de los modernos subfusiles germanos, armas con una elevada cadencia de fuego y que marcaron el desarrollo de los primeros años del conflicto. El Ejército de la URSS carecía de este tipo de armas, lo que despertó en el joven Kalashnikov el deseo de trabajar en la confección de un subfusil para equipar a las huestes soviéticas. Así, durante su larga estancia en el hospital y mientras sanaban sus heridas, Mikhail estudió con detenimiento el funcionamiento de los subfusiles alemanes, sobre todo de uno en concreto: el Stg-44.
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En el momento en que pudo recuperar la movilidad de sus brazos, Kalashnikov se puso manos a la obra en pos de la creación del primer subfusil “rojo". Así, en 1942 Mikhail presentó a sus superiores un prototipo con un funcionamiento dual (tiro semiautomático y en ráfaga) y que disparaba munición del calibre 7,62 Tokarev. Sin embargo, el Ejército soviético rechazó la primera propuesta de Kalashnikov, quien lejos de amilanarse, decidió volver a probar suerte con una nueva arma. Esta vez el joven mecánico de carros de combate presentó una ametralladora ligera con el mismo funcionamiento por retroceso de masas, pero que, lamentablemente, corrió la misma suerte que su predecesora (1943). Un año después, el testarudo Kalashnikov volvió a intentarlo, en esta ocasión con una carabina semiautomática que empleaba el mismo cerrojo y cargador del Garand estadounidense. Pero su arma se vio superada por la “criatura" de otro gran diseñador: Sergei Gavrilovich Simonov, padre del legendario SKS 45.
Tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial el ejército soviético organizó un nuevo concurso para elegir el arma oficial de sus tropas. A estas pruebas Kalashnikov acudió con un nuevo prototipo caracterizado por su funcionamiento por toma de gases, su cajón de mecanismos abierto por arriba y por disponer el seguro en el lado derecho del fusil. Corría el año 1946 y ese prototipo sería el arma que posteriormente se convertiría en el archiconocido AK-47. Sin embargo, este mítico fusil, nacido oficiosamente el 20 de febrero de 1947 en la ciudad de Izhevsk (capital de la antigua República de Udmurtia, perteneciente a la URSS), no fue adoptado oficialmente por el Ejército Rojo hasta el año 1949.
Hugo Chávez con una nueva versión del fusil AK.
Protagonista en el campo de batalla
Desde entonces, la leyenda del AK-47 no ha dejado de crecer. Hoy en día, casi 60 años después de alumbramiento, se calcula que se han fabricado más de 70 millones de unidades, muchas de las cuales se hallan en los arsenales estatales de al menos 82 países. Además, según las últimas estimaciones, un mínimo de 14 naciones fabrican sus propias versiones del AK-47. Entre estos variados productores se encuentran países de bajo influencia comunista, como Cuba, China o Corea del Norte, además de otras naciones más “occidentalizadas" como Finlandia, Sudáfrica, e incluso Estados Unidos. Uno de los últimos estados en armarse con este clásico fusil ha sido Venezuela. En este sentido, el gobierno presidido por Hugo Chávez ha adquirido recientemente 100.000 fusiles tipo Kalashnikov de fabricación rusa para equipar a sus soldados. Al mismo tiempo, el país sudamericano también ha comprado los derechos para fabricar fusiles AK y su munición en Venezuela.
Todos estos datos convierten al hijo de Kalashnikov en posiblemente el mejor fusil de asalto de la historia, o al menos sí en el más utilizado y popular. Tanto es así que el AK-47 ha conseguido erigirse en un auténtico símbolo revolucionario, un icono que incluso está presente en las banderas de los países de Mozambique y Zimbabwe. En el primer caso, su aparición se debe a que los mozambiqueños consideran que el AK-47 fue un elemento esencial para conseguir su independencia. Sin embargo, África no ha sido el único escenario donde el rifle diseñado por Kalashnikov ha contado con una gran aceptación. Últimamente en Irak, hace pocos años en Afganistán, y hace varias décadas en Vietnam, el protagonismo del AK-47 resulta incontestable. Bien en manos de las tropas comunistas del Viet Cong, bien en manos de los taliban, el AK-47 siempre se ha mostrado como un arma robusta, fiable y muy fácil de utilizar. Un fusil capaz de hacer frente con ciertas garantías a sus principales antagonistas, entre los que cabe citar al estadounidense M16.
Doble imagen del popular AK-74.
Sin embargo, para poder estar a la altura de su “partenier" norteamericano y sus numerosos derivados, el fusil diseñado por Mikhail T. Kalashnikov también ha tenido que superar diversas revisiones. Una de las más importantes coincidió precisamente con el conflicto vietnamita. En aquella guerra entre el bloque comunista y el capitalista (ambos representados por la URSS y EEUU respectivamente), los soldados estadounidenses presentaron al mundo un nuevo concepto de fusil de asalto que empleaba un calibre menor al 7,62 característico del AK-47. Esta diferencia entre el 7,62 soviético y el 5,56 americano provocó que el Ejército Rojo se lanzara a la búsqueda de una nueva arma capaz de disparar con un calibre similar al del M16 (1974). Los diseñadores soviéticos presentaron varios modelos a concurso, pero tal y como ocurrió en 1947, el prototipo elegido fue el diseño de Kalashnikov. Nacía así el AK-74, un arma preparada para el calibre 5,45x39mm (menos potente pero más controlable en disparos a ráfagas) y que además suponía una versión mejorada del ya mítico AK-47. Concretamente, el nuevo AK-74 contaba con una renovada bocacha apagallamas y con un innovador cargador sintético de tonalidad rojiza.
Producción internacional
El lanzamiento del AK-74 coincidió con una apertura de la producción a otros países de influencia comunista. Así, naciones como Rumanía, Hungría, Polonia, o la antigua Yugoslavia iniciaron la comercialización de fusiles AK-47, AKM (una variante del AK-47 surgida a principios de los años 60 y cuya principal diferencia con el modelo original radica en el estampado de su cajón de mecanismos), y por supuesto AK-74. Esta primitiva liberalización supuso el primer paso de lo que llegaría tras la caída del Muro de Berlín, el final del Pacto de Varsovia y el desmoronamiento de la URSS. En este sentido, a partir de la década de los 90, Rusia ha trabajado incansablemente en el lanzamiento de nuevos modelos de fusiles tipo Kalashnikov, llegando a convertirse en una de las principales fuentes de ingresos de la débil economía post-comunista.
Dentro de todos estas versiones y derivados del diseño original de Mikhail Kalashnikov destaca la conocida como serie 100. Se trata de un grupo de fusiles de asalto que, basándose en el concepto original del arma de 1947, han conseguido adaptarse a los nuevos tiempos y mostrarse como armas funcionales y relativamente modernas. Tanto es así que en algunos países sudamericanos, como por ejemplo Venezuela o Uruguay, los rifles AK-101 y AK-102 se han convertido en armas oficiales de sus tropas. Ambas armas han abandonado el característico 5,45x39mm del AK-74 y lo han sustituido por el calibre 5,56x45 OTAN.
Este hecho demuestra que, lejos de estar próximos a su desaparición, a los fusiles Kalashnikov les queda todavía una larga vida por delante. Su robustez, fiabilidad, ligereza y fácil manejo han acabado convirtiendo al AK-47 y todos sus derivados en posiblemente uno de los mejores fusiles de asalto de la historia. Desde hace varios años se viene hablando del Abakhan 94 como el sustituto del AK-74. Sin embargo, visto lo visto, parece que el historiador estadounidense Edward Clinton Ezell acertará en sus pronósticos, pues todo parece indicar que nada en este mundo podrá sustituir al Kalashnikov antes de 2025. Veremos si tiene razón.