El Tirador Selecto o Designated Marksman (DM) es un soldado especialmente entrenado para conseguir bajas en disparos a distancias superiores a 400 metros. Para ello, se necesita un rifle de un calibre como el 7.62x51mm y una mira óptica adecuada. En definitiva, un proyecto DMR.
Los enfrentamientos armados siempre han sido cíclicos, no hay dos guerras iguales pero sí muchas parecidas, provocando un fenómeno curioso tanto en la doctrina militar como en las tácticas: Lo que funciona hoy no es lo que funcionó ayer, y tampoco lo que funcionará mañana, pero lo que funcionó ayer o antes de ayer, seguramente vaya a funcionar mañana. Esta lección histórica se olvida con frecuencia y muchas veces la actualidad provoca que, lo que hace tiempo decidimos dejar de utilizar por considerarlo obsoleto o inservible, vuelva a ser necesario. Si tenemos suerte y no ha pasado mucho tiempo, encontraremos lo que buscamos olvidado en algún almacén y si tememos mucha suerte, en perfectas condiciones de conservación. Pero si no tenemos suerte, o fuimos incapaces de ser previsores, lo más seguro es que no lo encontremos, y si hallamos algo, seguro que no estará bien conservado ni operativo, ni tendremos las herramientas ni la maquinaría apropiada para volver a ponerlo en funcionamiento.
Normalmente, los ejércitos se equipan a corto plazo siguiendo sus necesidades operativas, pero a largo plazo buscan suministrarse en base a sus doctrinas. Cuando ambas van acorde, la cadena de suministros es fluida y sigue un patrón lógico, pero cuando existen discrepancias entre los planes de futuro y la realidad, comenzamos a tener problemas que no solo afectan a la operatividad de las unidades en zona, si no también a la cadena de suministros. Si además todo lo anterior lo combinamos con una gestión poco responsable con el dinero público, podemos encontrarnos que ciertas acciones no solo destruyen un material de gran valor por considerarlo obsoleto equivocadamente, si no que además la falta de planificación hace que tenga que volver a invertirse más dinero público en reponerse apropiadamente ese material que es necesario por razones operativas. Si además como es el caso de España el dinero público escasea y no puede proveerse de ese material a quien realmente lo necesita, nos encontramos que una gestión irresponsable no solo ha causado un daño económico, si no que además pone vidas en peligro.
¿Por qué tiene tanta importancia la economía en esté artículo? Pues porque sencillamente tanto la marcha del 7.62 como la llegada del 5.56 se fundamentó principalmente en motivos económicos. En los años 60 quedó patente que el .308 Win (7.62x52) era un calibre excesivo. Tenía unas capacidades aerodinámicas excelentes, mucha energía, era altamente letal e incapacitante, pero era pesado. La Guerra de Vietnam fue principalmente una guerra aérea, los suministros se movían por aire, las tropas se movían por aire, y todo lo que se mueve por aire cuesta más dinero que moverlo por tierra. Además, la economía cobró una importancia vital en la planificación, y se llegó a la conclusión de que incapacitar a un soldado enemigo sin matarle era económicamente más dañino que eliminarlo permanentemente, y operativamente en combate, resultaba más disfuncional para el bando que sufría la baja, puesto que había que dedicar tropas para protegerlo, estabilizarlo y evacuarlo.
El nacimiento del 5.56 fue un resultado lógico de esta doctrina. Un proyectil menos letal, diseñado para incapacitar más que matar, mucho más ligero, lo que ahorrana costes de transporte y aumentaba la movilidad de la tropa; y otra característica también mucho más importante: era mucho más pequeño, lo que aumentaba la cantidad de munición transportada, haciéndolos mucho más efectivos en combate al disponer de más potencia y tiempo de proyección del fuego.
El final de la Guerra de Vietnam reafirmó al 5.56 como calibre ideal. La OTAN lo adoptó como su calibre base en 1977 y tanto la invasión de Granada como en la de Panamá, junto a otros conflictos menores, refutaron su utilidad, haciendo que el 7.62 quedase poco a poco desplazado de calibre principal a calibre de apoyo de ametralladora o de misiones especificas como francotirador, y prácticamente olvidado en la línea normal de suministro de las armas principales de tropa. Tanto es así que las ametralladores de apoyo que normalmente habían utilizado el 7.62 comenzaron a utilizar el 5.56, y una gran parte de los ejércitos que hasta entonces habían dotado a sus tropas de fusiles en calibre 7.62, comenzaron a dotarlos de armas en calibre 5.56.
España no fue una excepción, y muchos de los que leen este artículo e hicieron la mili en los años 90 supongo que recordarán cómo los CETME C eran retirados en favor de los más ligeros CETME L, y tras la falta de fiabilidad de éstos, luego sustituidos por los HK G36. En nuestro caso, el shock emocional fue grande, puesto que pasamos de un sistema duro, fiable y de gran potencia como era el CETME C, a un arma muy mediocre y continua fuente de problemas como el CETME L. Al asociar calibre a arma, mucha gente en España tuvo la noción de que el nuevo calibre 5.56 era un error, por no decir un retroceso. En ese tiempo se daban discusiones interminables en las cantinas de los cuarteles entre detractores del 5.56 y sus defensores. La realidad parecía dar la razón a los segundos: las guerras habían cambiado y causar daño económico era desde el punto de vista táctico y estratégico lo correcto; pero el tiempo acabaría volviendo a dar la razón a los primeros. De hecho, mientras estas discusiones en los cuarteles comenzaban a cerrarse y nuestros CETME C ya eran prácticamente historia, el derribo de dos helicópteros durante una operación fallida en un país africano marcaría el retorno del 7.62 a primera línea.
En 1994 en apoyo de una misión humanitaria en Somalia, unidades especiales del Ejército americano trataron de atrapar a uno de los señores de la Guerra. Durante el trascurso de la operación dos helicópteros Blackhawk fueron derribados, y un grupo de unos 50 soldados americanos quedó atrapado y rodeado por 1.500 combatientes somalíes durante una noche entera. Durante los combates, los americanos notaron que sus rifles de 5.56 no eran capaces de incapacitar a los somalíes, y que en muchos casos necesitaban más de 3 disparos para tumbar a la misma persona, mientras que a los somalíes les bastaba un solo impacto de AK para incapacitar a un americano. Y eso sin contar que las puntas M119 “Green Tip” diseñadas para perforar blindajes traspasaban a los combatientes enemigos sin rotar ni detenerse, perforándoles limpiamente y transmitiendo muy poca energía.
Tras la operación de Somalia, las SFs americanas criticaron duramente al 5.56 y encargaron a su mando, el SOCOM, que buscase de forma inmediata calibres alternativos. Cuando no había daño económico que causar, lo que estaba en juego era la propia supervivencia contra un número superior de oponentes. Y aquí el 5.56 simplemente no era apto. Las criticas contra el 5.56 se alzaron en EEUU hasta el punto que muchas publicaciones empezaron a criticar su desempeño en conflictos como Irak y Afganistán, donde surgió otro problema añadido, que era la pérdida de energía de este calibre por encima de los 400 metros, convirtiéndolo en una munición poco útil para suprimir fuego enemigo de forma selecta, es decir, conseguir bajas contundentes a esa distancia usando el fuego preciso de un soldado especialmente entrenado para esa misión: el Tirador Selecto o Designated Marksman (DM).
El 5.56 servía para hacer fuego de saturación, útil contra agrupaciones considerables de combatientes enemigos, pero cuando los que disparan eran solamente 3 individuos que se mueven en una motocicleta armados con AK, el fuego de saturación no es efectivo para detenerles, por que ellos terminarán sus dos cargadores y saldrán corriendo, con el agravante de que si alcanzas a alguno solamente lo hieres, mientras que si ellos te alcanzan a ti, pueden matarte. Allí fue donde los americanos, alemanes y demás miembros de la OTAN volvieron a mirar sus armeros y almacenes buscando un fusil o rifle para sus Tiradores Selectos, y encontraron sus M14 y G3 plastificados desde hacía dos décadas, designándolos como Rifles de Tirador Selecto (DMR). En nuestro caso, nosotros volvimos a por nuestros CETME C y no encontramos nada de nada.
Aprovechando los avances técnicos, los americanos no perdieron ni un minuto en equipar a sus viejos M14 con raíles tácticos y demás accesorios modernos como bípodes ligeros, frenos de boca, amortiguadores de retroceso, y miras de última generación. Alemanes, noruegos y demás usuarios del G3 les imitaron. Al instante, aparecieron versiones como el M-14 EBR y el G3ZF-DMR. El resultado fue que los tiradores selectos de estos países se presentaron rápidamente en la Zona con una plataforma barata y muy efectiva. Otras naciones como el Reino Unido, al no encontrar nada en sus arsenales, tuvieron que dotarse con celeridad y adoptar rifles como el L129A1 de LMT, basado en el AR-10.
El proyecto DMR español
En España hemos hecho nuestros pinitos, aunque debido al poco interés por este problema desde la administración, las propias unidades han tenido que parchear usando rifles de francotirador para esta misión, dotando a sus G36 de visores más potentes o intentar mejorar los pocos CETME C que quedaban. Como ocurrió en la BRIPAC, cuyo proyecto fue financiado principalmente por los propios tiradores. Otras unidades han estado probando otros prototipos. Las más pudientes directamente han probado las versiones del HK 417 o del FN SCAR, designadas para esa misión, mientras que otras han buscado paquetes que ayudasen a actualizar sus CETME C. Heckler & Koch, de hecho, sabiendo que el precio de sus HK 417 y G28 puede ser muy alto, ha creado paquetes intermedios para G3, algunos de ellos pueden ser usados por nuestros CETME, aunque cualquier configuración que se decida implica invertir en un buen visor.
Recientemente, algunas Unidades Especiales españolas han probado un paquete DMR modular basado en el sistema G3 diseñado por la empresa RKS PLUS (www.rksplus.com), que puede ser total o parcialmente exportado al CETME. Al igual que el L129A1 británico, la piedra angular consiste en un visor Trijicon ACOG 6x48 fuertemente anclado al armazón del rifle mediante una montura plana de bajo perfil. Esta es la inversión más costosa y la ventaja es que si en algún momento se adopta un rifle más moderno, el visor ACOG puede reutilizarse. A este paquete lo complementan un guardamanos táctico de tres raíles para accesorios UTG o Brugger & Thomet, en función del peso que deseemos ahorrar, un Bípode Harris modelo “S” extensible de 6” a 9”, que puede ser canteado para adaptarse al terreno; un disparador ajustado a 1,5 kg de dos tiempos fabricado por la marca alemana ULH, que suaviza mucho el disparo consiguiendo un gran aumento de la precisión; y para terminar una culata Magpul PRS 2 completamente ajustable, y un “reductor” o buffer de goma para amortiguar los impactos del cierre contra la culata.
Con este paquete actual y un cañón de 18”, la precisión del sistema se sitúa entre los 1,5 - 2 MOA. Los operadores han conseguido con facilidad y de forma repetitiva disparos a la cabeza contra siluetas “agachadas” a una distancia de 300 metros. Además, el gran campo visual del visor Trijicon ACOG permite que el observador de un equipo de francotirador pueda definir al tirador sus objetivos, al mismo tiempo que le provee de fuego de apoyo. También se han conseguido con facilidad impactos en metales a distancias de 600 metros de forma repetitiva, en definitiva, aquello que se necesita para detener a un enemigo disparando un AK a 400 metros con un solo disparo.
Tenemos los tiradores, la preparación, los medios y la herramienta plenamente desarrollada, pero desgraciadamente como siempre, lo único que nos falta es la voluntad desde los altos mandos de emplear el sistema en combate. El problema no es simplemente económico, como se escudan, es también doctrinal y
político, ya que alguien decidió que este sistema no volvería a ser necesario en España y decidió borrar al CETME C y todos sus componentes de nuestros arsenales. Y por no dar la razón al tiempo y reconocer que se equivocó, no se quiere volver a introducir plataformas de tirador selecto en 7.62 en la línea de suministro. Eso sería reconocer tácitamente el error, y mucho peor, reconocer que se han tirado millones de euros de los contribuyentes a la basura por falta de vista y planificación.
Para empeorar la situación, la economía española tampoco permite proveerse de nuevos sistemas como el FN SCAR y el HK 417, por lo que estos errores de doctrina y planificación a largo plazo han tenido consecuencias mucho más dañinas. Menos mal que la improvisación de nuestras tropas les permite adaptarse a todo. Seguramente, en cuanto la situación económica mejore los mandos y sus jefes políticos entrarán en razón y seguramente tendremos DMR nuevos en nuestro arsenal, ya sean el SCAR o el 417, como algún otro CETME o G3 adaptado y modernizado. Esperemos que esta vez hayamos aprendido la lección y éstos no acaben en la trituradora.