La presencia de Rusia en Venezuela dio lugar en 2011 a la rúbrica de un acuerdo en el que se establecería una fábrica de Kalahsnikov en el país todavía gobernado por el dictador Hugo Chávez. A pesar de que el inicio de la producción se señaló en 2012, esta semana se ha hecho oficial que Venezuela comenzará a producir AK-103 en su fábrica (y AK-104 en menor medida) en 2019.
Por supuesto este movimiento de Venezuela, perpetrado por Hugo Chávez, fue concebido con sendas declaraciones "anti-imperialistas", muy en la línea del dictador: "Con este acto de hoy estamos derrotando la pretensión hegemónica imperialista del gobierno de los Estados Unidos", dijo Chávez mientras realizaba la entrega oficial del modelo AK-103 a los soldados venezolanos. Además, grupos opositores al entonces gobierno del dictador señalaron la intención de Chávez de usar la factoría para abastecer a grupos armados afines al régimen.
Volviendo al tema que nos atañe, las armas, todo este despliegue gira en torno a los fusiles AK-103 y AK-104, dos evoluciones directas del AK-47 que respetan el calibre y diseño del original, modernizando algunos detalles como la inclusión de piezas de polímero. Estos fusiles llegaron a Venezuela en 2006 -remplazando a los viejos fusiles FN FAL-, tras un acuerdo del Ministerio de Defensa de Venezuela con la compañía rusa Rosoboronexport. Tal fue el éxito que en 2011 el Gobierno de Venezuela anunció el ensamblaje de una factoría de Kalashnikov en el país, para agilizar el flujo de fusiles AK-103.
Curiosamente, el proyecto se paralizó prácticamente hasta nuestros días debido a una estafa de la misma empresa contratista, que llegó a apropiarse de más de 18 millones de dólares del gobierno venezolano. Esta semana pudimos saber mediante el diario Infodefensa.com que la construcción de la planta se reanudaba, varios años después, bajo la acción de otro contratista ruso.
La planta de Kalashnikov en Maracay dará trabajo a 800 personas y será capaz de fabricar 25.000 fusiles AK-103 al año, lo que la convierte en un importante punto geopolítico, ya que potencialmente suministrará fusiles al propio país y a aquellos que desee exportar sus armas. Por supuesto, la gran inquietud de la mirada internacional es: ¿a quién y para qué están destinados los fusiles?