Subfusil "Naranjero"
Subfusil "Labora".
Los subfusiles "Naranjero" y "Labora" desempeñaron un papel fundamental en la Guerra Civil (1936-1939), el suceso más truculento de la historia bélica de España. Dos bandos, nacionales y republicanos, libraron un combate a muerte con el objetivo de imponer su criterio y conquistar el poder. Sin embargo, a nivel armamentístico, este acontecimiento supuso el descubrimiento de un importante número de pistolas, rifles, subfusiles y ametralladoras que todavía hoy permanecen vivos en la memoria de muchos combatientes. Entre los modelos más populares y originales figuran el “Naranjero" y el “Labora". El primero es un subfusil con un diseño similar al Schmeisser MP-28 II alemán y que fue creado extraoficialmente en las filas del bando republicano. El segundo destaca por contar con un aspecto único y elegante, totalmente diferente al resto de subfusiles europeos de la época. Su eficacia y fiabilidad les ayudaron a ganarse un hueco dentro de las armas históricas de la Guerra Civil.
Durante los tres largos años en los que España se vio inmersa en un conflicto bélico interno, el número exacto de armas empleadas por los soldados de uno y otro bando todavía hoy resulta desconocido. Países como Francia o la URSS suministraron armamento al bando republicano, mientras que las tropas nacionales obtuvieron ayuda por parte de Alemania e Italia. Sin embargo, conforme avanzaba la guerra y los republicanos iban perdiendo terreno y efectivos, la necesidad hizo agudizar el ingenio de sus soldados, quienes se vieron obligados a crear un subfusil capaz de hacer frente al MP-28 II alemán utilizado por las tropas nacionales. Bajo este contexto nacieron dos armas extraoficiales que contaron con un notable protagonismo en los últimos episodios de la Guerra Civil. Popularmente conocidos como el “Naranjero" y el “Labora", estos dos subfusiles, fabricado sin licencia en el caso del “Naranjero", ayudaron a los republicanos a mantener vivas sus esperanzas de derrotar al cada vez más poderoso frente nacional.
Detalle del cañón del Naranjero.
A día de hoy, los orígenes del “Naranjero" resultan todavía prácticamente desconocidos. La mayoría de la comunidad armamentística asocia su creación con unos talleres valencianos ubicados en Alberique, de ahí que este subfusil recibiera el sobrenombre de “Naranjero" en honor a la fruta más popular del Mediterráneo español. Sin embargo, el hecho de que ninguna de las aproximadamente 2.000 unidades fabricadas desde 1938 hasta el final de la guerra presente ningún tipo de indicación sobre su origen no permite asegurarlo a ciencia cierta. El diseño de este subfusil extraoficial es idéntico al del MP-28 II creado por el alemán Hugo Schmeisser. La principal diferencia entre estas dos armas radica en el calibre utilizado, ya que mientras que el subfusil germano empleaba el 9mm Parabellum clásico (9mm x 19), el “Naranjero" fue calibrado para disparar cartuchos 9mm Largo (9mm x 23). Por otro lado, el arma fabricada por los republicanos también presentaba un peso y un tamaño ligeramente superior, así como un cargador desechable con capacidad para albergar hasta 36 proyectiles. Sin embargo, resultaba muy complicado, incluso para los propios oficiales republicanos, poder diferenciar a simple vista un auténtico MP-28 II de un “Naranjero".
"Miliciano herido de muerte" de Robert Capa.
La otra gran aportación republicana al sector de los subfusiles fue el denominado “Labora". A diferencia del “Naranjero", el “Labora" tiene algo más claros sus orígenes. Producido por primera vez en 1938 en la fábrica número 15 de Olot, recibió la denominación de “Labora Fontbernat" y su creación fue promovida por la Comisión de Industrias de Guerra de la Generalitat catalana. Se trata de un subfusil con un diseño único, lo que le diferenciaba del resto de armas semiautomáticas de la época. El “Labora" tuvo menos protagonismo en el frente que su compañero de batallas, el “Naranjero". El motivo fundamental fue su costosa fabricación, lo que propició que apenas se produjeran cerca del millar de unidades hasta la conclusión de la guerra. Al igual que el “Naranjero", el “Labora" empleaba cartuchos del calibre 9mm Largo, que podían dispararse con cargadores desechables para 20 y 36 proyectiles.
Tras la conclusión del conflicto bélico en 1939 la producción del “Labora" fue cancelada definitivamente. Sin embargo, el “Naranjero" continuó fabricándose, esta vez con licencia oficial, en el arsenal de La Coruña. De esta forma, un subfusil que había nacido al amparo de los soldados republicanos pasaba a convertirse en una de las armas de vanguardia de las tropas nacionales durante la posguerra. Todavía hoy en día, estas dos armas siguen presentes en la memoria de muchos españoles que las tuvieron en sus manos durante la historia más negra de su país. Esperemos que no se repita.