Orígenes
Los antepasados de los fusiles de asalto CETME (y de otros modelos actuales) fueron los SturmGewëhr o fusiles de asalto alemanes de la Segunda Guerra Mundial. Estas nuevas armas se desarrollaron con el objetivo de combinar la precisión y alcance de los fusiles clásicos con la potencia de fuego automático de las ametralladoras. Así, en 1949 se creó en España el centro de estudios técnicos y materiales especiales, un organismo ideado para investigar y desarrollar nuevos equipos para los ejércitos españoles. A este centro llegaron algunos técnicos alemanes que colaboraron en el diseño de los nuevos fusiles. Sólo un año después, en 1950, el estado mayor emitió el encargo de desarrollar un fusil automático con un alcance eficaz de 1.000 metros, que pesase menos de cuatro kilos, midiese un metro de longitud y se alimentase con cargadores de 30 cartuchos. Nacía así el primer CETME.
El primer paso fue diseñar el calibre adecuado a estos requerimientos. Surgió así el cartucho 7,92x40 CETME, una estupenda munición con unas excelentes cualidades de vuelo y penetración. Este cartucho contaba con un proyectil ligero de 6,8 gramos de peso con núcleo de aluminio y refuerzo en latón. Al mismo tiempo, en el centro se desarrollaron dos prototipos del arma:
-CETME modelo 1; con un sistema de acerrojamiento rígido y toma de gases.
-CETME modelo 2; de acerrojamiento semirígido con retroceso de masas.
Sin embargo, el cartucho 7,92x40 CETME no cumplía con las leyes de la guerra al no tener una camisa metálica completa. Este hecho, unido a la elección por parte de la OTAN del calibre 7.62x51, motivó que se adoptara este tipo de cartucho para el fusil CETME.
Modelos A y B
En 1957 el Ejército de Tierra español adopto el modelo en las variantes A1 (selector de tiro en el lado derecho y culatín plegable) y A2 (con asa de transporte). Al año siguiente, el modelo B, preparado para los cartuchos de 7,62 (tanto OTAN como CETME) reemplazaba al modelo A. El CETME B también fue adoptado por los otros servicios de las Fuerzas Armadas españolas (la Armada y el Ejército del Aire). Este modelo ya disponía de bocacha apaga llamas, un asa de transporte mejorada y un bípode integrado.
Seguramente, éste haya sido uno de los mejores fusiles de asalto de la historia. Este modelo fue adoptado por los tres ejércitos de las Fuerzas Armadas españolas en 1964 y es el máximo exponente de esta legendaria familia. Muy duro, pesado y resistente, prestó servicio durante más de dos décadas en España (aun hoy en día quedan algunos en la infantería de marina, lo cual dice mucho de su calidad). Su fama de seguro y fiable es enorme, no sólo en España sino en otros muchos lugares del mundo.
El CETME C poseía una recámara estriada que facilitaba la extracción de las vainas por muy malas que fuesen las condiciones. Incluso, se le podía adaptar un bípode (a diferencia del B, que lo llevaba ya instalado) que hacía también funciones de corta alambres, mientras que su guardamanos era de madera (de ahí su popular mote de “chopo"). Sus miras fueron cambiadas por unas de tipo “librillo" a distancias de 100, 200, 300 y 400 metros. Por otra parte, el selector de tiro cambió su posición al lado izquierdo del arma, posibilitando así su accionamiento con el dedo pulgar, y fue dotado de un carril para poder montar un visor telescópico. Como dato curioso, el CETME C desacerrojaba a 3kg de presión, mientras que su pariente alemán, el G-3, lo hacía a 1kg.
Modelos L: los hermanos pequeños
Desde 1966 y hasta 1980 se desarrolló esta variante con la idea de modernizar el diseño para cumplir con los requisitos tácticos y poder utilizar el nuevo cartucho 5.56x45 OTAN. Para la producción de los CETME L se aprovechó la experiencia en materiales plásticos adquirida con los prototipos del modelo E, que en su momento tuvieron culata, guardamanos y cargadores fabricados en plástico, además de un alza diopter similar a la del G-3. A pesar de todo, estos prototipos nunca llegaron a fabricarse en serie ni a ser adoptados por el Ejército español.
Otras novedades destacadas de los CETME L fueron la posibilidad de retener el cierre atrás para facilitar su revista, la nueva bocacha de tres “pétalos" abandonada después por el diseño anterior, y los acabados en pintura verde. Estos modelos (L, LC y LV) han sido utilizados por las FAS españolas en gran cantidad de zonas de conflicto como los Balcanes, el Kurdistán, o más recientemente Afganistán e Irak hasta su sustitución por el avanzado H&K G36 E.
Con este rifle la industria armamentística española demostró, como tantas otras veces, que con los apoyos necesarios podía situarse entre las punteras a nivel mundial. Lástima que en los últimos años no se garantizase la independencia tecnológica de nuestra industria y de nuestras Fuerzas Armadas, pues estaba más que demostrado que podíamos estar a la altura de los mejores si se ponía empeño en ello. Ahora le toca demostrar al H&K G36 (tataranieto del CETME) que puede ser un digno heredero de la saga.