Cuando decidí restaurar esta carabina, me propuse hacerlo con unos métodos que se pudieran utilizar en la cocina o la terraza de un piso normal y corriente de cualquier población. Es decir, que no hubiera que tener un taller o lugar específico, ni herramientas especiales, y con productos fáciles de guardar sin ocupar mucho espacio. El estado en el que el arma llego a mi poder era verdaderamente lamentable, como se puede apreciar en las siguientes fotografías.
Las partes metálicas estaban totalmente oxidadas, la madera invadida por la carcoma, por lo que el reto para su recuperación se hizo más atractivo. Y puesto que siempre he mantenido que no hay nada imposible, sino que solo es más difícil hacerlo, me puse “manos a la obra". El primer paso fue desmontar todas las piezas del arma, teniendo cuidado de no estropear ninguna. Usé una llave de correa para desenroscar el tapón de la cámara sin dañarle, ayudándome de un compresor de muelles.
En este caso, el alza y el punto de mira, debido a la cantidad de óxido que tenían, opté por desmontarlo después de una buena limpieza con un antióxido. Este producto lo venden distintas marcas ya preparado. Y este es el resultado de aplicar el antióxido, frotar y aclarar con agua fría un par de veces y meter la lana de acero en algunas partes que se resistían.
En la fotografía, prácticamente no se aprecian, pero las piezas estaban llenas de cráteres, producidos por el óxido, sobre todo en el cañón y la cámara, que habían hecho desaparecer las inscripciones, salvo algunas letras sueltas, que pude deducir que la inscripción era: “ C Y T BASCARAN EIBAR". En el tapón de la cámara pone, claramente, “COMETA V", debajo del dibujo de un cometa. Para quitar estos cráteres, tuve que lijar las piezas grandes y pulirlas para pavonarlas.
Para pavonar las piezas, he utilizado dos métodos distintos. Uno en frío para las piezas grandes, y el otro en caliente para las piezas pequeñas. Este método también se puede utilizar en las piezas grandes, siempre que se alcance la misma temperatura en toda la pieza, de lo contrario el color se degradará en función de la temperatura alcanzada en cada parte de la pieza. El método en caliente, consiste en calentar la pieza en función del color que quieras obtener, cuanto mas “al rojo", mas negro. Yo utilizo una lamparilla de fontanero.
Después de calentar la pieza a la temperatura deseada, se sumerge en aceite de automóvil, si es usado mejor, y se deja enfriar.
¡OJO!, si se van a pavonar muchas piezas, no debe usarse un recipiente de vidrio; el aceite alcanza una temperatura tan alta que lo puede romper. Para pavonar en frío, he usado un producto pavonador, de venta en armerías, aplicándolo según las instrucciones de uso. Utilizar guantes con estos productos. Para evitar tocar la pieza con las manos me he fabricado el primer aparato de la fotografía. El otro es el compresor de muelles que mencionaba al principio, muy útil e imprescindible para montar y desmontar el resorte, el pistón con el cuero y el tapón de la cámara.
Una vez colocadas las piezas en el aparato, primero les aplico un desengrasante, de la misma marca que el pavón, se deja actuar el producto durante unos minutos, se aclaran con agua fría y se seca. Después, con la ayuda de una esponja o pincel, aplico el pavón sobre la pieza lo más uniformemente posible, sin dejar gotas, ayudándome de un utensilio de metal o madera para poder girar la pieza sin tocarla con las manos.
De esta forma se impregna el cañón, la cámara y el tapón de la misma. Se deja actuar el pavón durante unos minutos, según las normas de uso de cada producto.
A continuación se aclara con abundante agua fría.
Se seca y si el acabado no es satisfactorio se pule muy suave con lana de acero muy fina, “00", y se repite la aplicación del pavón. En este caso apliqué el producto dos veces.
Si entre capa y capa de pavón fuera necesario interrumpir el trabajo hasta el día siguiente, se pueden seguir dos métodos: Uno es dar una capa fina de aceite para armas, también sirve un tres en uno o similar, con lo que, al reanudar el trabajo, hay que repetir la aplicación del desengrasante y continuar con el proceso como la primera vez. El otro es dejarlo tal cual y al día siguiente, pulir con lana de acero muy fina para quitar el óxido, como se aprecia en la fotografía, y repetir la aplicación del pavón, como si fuera continuación del día anterior.
Si el acabado es el deseado, se aplica un poco de aceite para armas o similar y se pule, muy suavemente, con lana de acero muy fina. El resultado es el de la siguiente fotografía.
En esta fotografía, están las piezas pavonadas y las que he tenido que sustituir por nuevas, como muelles, cuero, arandelas y algún tornillo que estaba defectuoso o que se deterioró la cabeza al sacarle. El émbolo o pistón no considere necesario pavonarle y me limite a limpiarlo, pulirlo y engrasarlo convenientemente. La pieza de plástico del alza la reconstruí con una masilla especial para reparar plásticos duros, y después la lijé y pinté con una pintura para maquetas de plástico. Estos productos los adquirí en una tienda de maquetas.
Este es el resultado de las piezas metálicas ya montadas, y efectuadas pruebas de disparo satisfactorias.
La reconstrucción de la culata fue un poco más complicada. Aparentemente tenía una consistencia aceptable, más bien parecía sucia, con bastantes agujeritos de carcoma, muchos arañazos y golpes más o menos profundos, como se puede ver en estas dos fotografías.
La parte delantera estaba recubierta de un material como caucho, plástico o silicona, que era lo que mantenía la madera unida. Después de limpiarla, lijarla y quitar este material, apareció la realidad que se aprecia en las siguientes fotografías.
La parte delantera se deshacía al simple contacto de los dedos.
Detalles de la parte delantera, prácticamente comida por la carcoma.
Lo primero que hice fue aplicar un tratamiento anti-carcoma profundo, inyectando el producto en cada uno de los agujeritos e impregnando a fondo toda la culata, en especial la parte delantera. Lo deje secar durante dos días y después apliqué, en abundancia, un barniz protector de la madera, incoloro y muy diluido, con el propósito de que calara bien en los poros y, al secarse, diera a la madera una consistencia suficiente para poder aplicar la masilla epoxi de madera. Aun así, rellené el hueco con la cámara, para tener más garantías de que soportaría la presión necesaria para aplicar la masilla. Con esta masilla rellené y modelé todas las faltas de madera que tenía la culata.
Después de seca la masilla, la lijé, la di forma y la pulí, hasta dejarla como si estuviera pintada.
El problema que tiene esta masilla es que no admite tintes al agua para madera, y aunque tanto el anti-carcoma como el barniz eran incoloros, al secarse, dejaron la madera con tonos claros y oscuros que la hacían bastante fea. Si a esto añadimos que al tapar los poros de las carcomas quedaba con más lunares que un dálmata, al final opté por darle un tapa poros en toda la culata, puliéndolo con lana de acero muy fina.
Terminado el pulido correspondiente la culata estaba preparada para recibir el barniz. Después apliqué dos capas de barniz tinte brillante, color caoba, puliendo entre capa y capa, y terminando con una última capa de barniz incoloro satinado. El resultado fue este.
Y después de montar las partes metálicas, este es el resultado final de mi carabina Cometa V.
Particularmente me agrada bastante el resultado de la recuperación de esta arma. Las pruebas que he realizado de potencia y precisión son muy aceptables, dentro de las limitaciones que siempre ha tenido esta carabina, nunca fue ni muy potente ni muy precisa, y he procurado que se pareciera lo más posible al modelo original. He conservado todas las piezas que tenia de origen y, para las que tuve que sustituir, afortunadamente encontré piezas originales Cometa