Probamos el nuevo Remington R-25 en calibre .243Win. Un fusil semiautomático con acabado en tonos camuflaje Mossy Oak que supone la última evolución del mítico AR-10.
La memoria humana es en muchas ocasiones caprichosa y juega con nuestros recuerdos a su antojo. Sólo así se puede explicar que un fusil de la trascendencia del AR-10 haya acabado viviendo en un segundo plano cuando nos acercamos a la vida de Eugene Stoner. El padre del archiconocido M16 o AR-15, también lo fue unos años antes del AR-10, un rifle de asalto diseñado para disparar cartuchos del calibre 7,62x51mm (.308win) y que fue patentado bajo la firma de ArmaLite en 1956. A pesar de que posteriormente, el sistema de acción del AR-10 demostró sus buenas aptitudes, su vida quedó marcada por un hecho insólito: el rotundo fracaso cosechado durante las pruebas de tortura a las que fue sometido en la elección del rifle de dotación para el ejército estadounidense. El cañón del AR-10, fabricado con una aleación de aluminio y acero, reventó en una de las pruebas y esta mancha negra acompañó durante mucho tiempo al fusil diseñado por Stoner. Tanto es así, que, a excepción de las ventas realizadas a los ejércitos de algunos países como Portugal o Sudán, la fabricación del AR-10 acabó aparcada en un cajón.
Sin embargo, pocos años después del fracaso de este rifle, el propio Stoner y Armalite se atrevieron a lanzar una versión evolucionada de su primitivo AR-10. La principal variación entre ambos fusiles se hallaba en el calibre, dejando a un lado el potente e incontrolable en fuego automático 7,62x51mm, y apostando por un cartucho más liviano y manejable: el 5,56x45mm (.223rem). Nacía así el AR-15 o M16, uno de los rifles de asalto más populares del planeta. Desde entonces, y estamos hablando de los años que van a caballo entre la década de 1950 y 1960, la identificación del pueblo estadounidense con su M16 ha sido total. Tanto que prácticamente podría decirse que no existe un aficionado a las armas en el país de las barras y estrellas que no posea en su armero una de las múltiples versiones existentes de la plataforma del M16.
Esta proliferación de rifles equipados con el esqueleto diseñado por Eugene Stoner también despierta el interés de los tiradores de otros países, como por ejemplo España. Así, siempre que un nuevo “hijo” de la plataforma del AR-15, o como en este caso del AR-10, aterriza en España, todos los aficionados a las armas de nuestro país se “pelean” por conseguirlo. Y no porque sean mejores o peores armas, sino simplemente porque este tipo de modelos, tan afamados allende nuestras fronteras, a España tristemente siguen llegando con cuentagotas. Por eso, es una gran noticia para todos que la casa Remington, quien dispone desde hace algún tiempo de su propia variante del AR-15 en calibre .223 (el conocido como R-15), exporte a nuestro país su nuevo R-25. Un fusil semiautomático con el concepto del AR-10 y que, por el momento, ya se comercializa en España en el calibre .243 Win. Vamos a conocerlo con más detalle.
Reconocible a pesar del camuflaje
Lo primero que irremediablemente salta a la vista del Remington R-25 es su camuflaje Mossy Oak Treestand. Este tipo de acabados, muy a la moda en los últimos tiempos, nos indica bien a las claras cuál es su principal finalidad: la caza. En Estados Unidos es muy habitual cazar alimañas o pequeñas especies (lo que allí se conoce como varmint) con este tipo de armas semiautomáticas de calibres intermedios. En nuestro país está práctica no es tan común, pero sin duda el acabado de camuflaje del Remington R-25 tiene su innegable atractivo. Como decimos, este nuevo semiautomático de Remington está disponible en 3 tipos de calibres: el .243rem, que es el que de momento se comercializa en España; el 7mm-08, que no se descarta que pueda llegar próximamente a nuestro país; y el .308win, un modelo vetado en España al ser considerado un calibre de guerra cuando se usa en un arma semiautomática.
Gracias a la colaboración de Borchers, importador y distribuidor de Remington en España, y de la armería Calvete de Valencia, hemos tenido acceso a una de estas unidades del R-25 en calibre .243 Win. Nada más sujetarlo, comprobamos que estamos ante un rifle relativamente pesado (3,9 kilos) pero al mismo tiempo muy equilibrado. Tanto es así que el rifle se sostiene perfectamente en posición vertical, lo que da muestras de su excelente y compensada configuración. Por otra parte, el encare del Remington R-25 resulta muy cómodo, tanto por el diseño de su culata, prácticamente recta, como por su empuñadura de pistolete y su guardamanos cilíndrico.
Uno de los aspectos más destacados a nivel externo de este fusil semiautomático es el largo raíl Picatinny que lleva montado sobre su cajón de mecanismos. Esto posibilita la instalación de diversos elementos tácticos o de puntería, como por ejemplo una linterna, un visor holográfico, o una mira óptica de pocos aumentos. Nosotros optamos por acoplarle el visor TRIAX de Shilba, distribuido en España por Comercial el Caldén, y del que ya os hemos hablado en números anteriores (ver la pasada edición de diciembre-enero). Con este visor podemos ajustar nuestros disparos hasta distancias de hasta 100 metros, que será la distancia en la que posiblemente nos vayamos a mover en la mayoría de nuestras jornadas de caza con este rifle.
Aunque como ya hemos señalado en varias ocasiones, el nuevo R-25 está concebido inicialmente para un uso cinegético, también cabe la posibilidad de que el usuario le saque un buen rendimiento en el polígono de tiro. Ahora bien, si estamos pensando en conseguir excelentes agrupaciones con este fusil, tal vez su compra no sea la mejor opción. En todo caso, y dada la naturaleza “customizable” de este tipo de rifles nacidos de la plataforma del AR-15, sí que sería posible afinar y mejorar el rendimiento del R-25 para el tiro de precisión. En este sentido, uno de los primeros cambios que tendríamos que acometer sería el del disparador. El modelo de serie es demasiado pesado (cerca de 2,4 kg) para este tipo de disparos en los que se busca la máxima precisión. También sería conveniente modificar el cañón, ya que, a pesar de ser flotante y tener una terminación acanalada, no estaría a la altura de los cañones empleados por los rifles digamos más “deportivos”.