En 1902 Browning crea la primera escopeta de ciclo semiautomático fiable. Su sistema de accionamiento era el que se conoce como “de largo retroceso del cañón", que puede parecer similar al de corredera, ya que el cargador y la pieza elevadora de cartuchos funcionan de igual forma, pero cuya similitud es sólo superficial. En el fondo hay grandes diferencias.
Este sistema fue usado durante aproximadamente medio siglo sin cambiar nada. Entonces, nuevamente la casa Winchester anunció su modelo 50 que en realidad quedó puesto a punto en 1954 (52 años después que la inmediatamente anterior). Esta escopeta buscaba rebajar el retroceso en el hombro producido por el retroceso del cañón. Para ello, separó la recámara del resto y sólo esta parte era la que retrocedía junto con el bloque de cierre. Pero surgió un problema con el que no se contaba; el plomo de los perdigones y la combustión de la pólvora ensuciaban mucho el exterior de la recámara, deteniendo el funcionamiento después de una determinada cantidad de disparos.
La inercia de masas
Más adelante, se desarrolló un sistema semiautomático tan efectivo que actualmente es uno de los más usados: se trata del sistema por inercia de masas. Para retardar la apertura del cierre hasta que las presiones descienden, se interpone un muelle que, junto al peso y la inercia del cerrojo, retrasan un momento la apertura. Momento fugaz pero suficiente para que cuando se desplaza el cierre, el ciclo se produzca sin inconvenientes. Por otra parte, el muelle se comprime más cuanto mayor sea la potencia del cartucho; de esta forma se pueden disparar todo tipo de cargas, desde muy suaves hasta magnum, sin que se produzcan fallos de alimentación ni encasquillamientos.
En 1955 la marca High Standard fabricó una escopeta que aprovechaba los gases de la combustión para desbloquear el cerrojo. Es decir, lo que todos conocemos como toma de gases. Esto consiste en tomar una pequeña parte de la presión generada por los gases de la combustión en el cañón y dirigirla hacia atrás, a través de un tubo dentro de la chimaza (es la parte inferior delantera de la escopeta donde se apoya la mano izquierda para un diestro, comúnmente mal denominada guardamanos).
El sistema era bueno y los cartuchos empezaron a usar taco, provocando que al eliminar el contacto del plomo con el cañón se obstruyera. Y así es como resurgió este sistema. Tanto, que hoy en día cualquier escopeta semiautomática trabaja con uno de los sistemas descritos, siendo el de gases el que gana terreno día a día. Aunque también tiene su inconveniente: obliga a disponer de mecanismos muy robustos que en las armas con recámara para cartuchos magnum acusan mucho el retroceso. Por ello, actualmente se han realizado avances en el sentido de lograr que funcionen tanto con carga suave como potente. La solución ha sido la incorporación de una válvula autorregulable en la toma de gases que le otorga un accionamiento similar al de la apertura retardada por inercia de masas. De esta forma, independientemente de la carga del cartucho, se puede usar un cerrojo con menos masa que pega menos.
Escopetas en evolución
Actualmente, las semiautomáticas están en evolución, integrando novedades como el sistema para retirar manualmente el cartucho de la recámara sin que ésta se vea alimentada por otro desde el cargador. Esta posibilidad se denomina en Europa “cut-off" y en América se le conoce generalmente como “safe-unload". Definitivamente, una semiautomática actual guarda ya poco que ver con una de aquellas primeras. Mientras en Europa se utilizaban escopetas yuxtapuestas de equilibrio y configuración ideales para la caza de campo; en Estados Unidos se hizo patente la necesidad de escopetas para tirar a unos gansos salvajes que efectuaban su pasada a una altura jamás vista antes. Esto permitía matar en el monte enormes pavos tan sigilosos como un rebeco y, sobre todo, para las bulliciosas modalidades de tiro en clubes y recintos cerrados. Para estas modalidades donde el tiro era más de precisión que de habilidad, y donde la forma de tirar se asemejaba más a la de un rifle que a la de una escopeta a tenazón, resultaba una idea muy seductora.
La semiautomática en la caza española
Para empezar, digamos que, salvo los ojeos, en nuestro país se caza andando. En una escopeta yuxtapuesta, la propia forma del arma permite que la culata tenga una acentuada curvatura que pone la cantonera muy afuera con respecto a los cañones. Esto se llama ventaja y sirve para compensar la distancia entre la clavícula y el ojo del tirador. Con esta configuración, el tirador que camina de frente puede levantar el arma y apuntar casi sin perfilarse, apuntando casi de frente.
En una semiautomática la culata es mucho más recta y el tirador debe ladearse retrasando el hombro para realizar la puntería. Esto retarda el tiro en unos metros de desplazamiento de la presa, que tanto al conejo como a la perdiz marcan la diferencia. En el club se tira con el arma en la misma posición y, a veces, arrancando desde el propio hombro. En estos casos, el inconveniente se vuelve una ventaja.
Hay todavía una última defensa en favor de estas armas. Lo constituye la capacidad de múltiples cartuchos. Sin embargo, salvo en muy raras excepciones, es difícil que se nos plantee la posibilidad de repetir el tiro en las mismas circunstancias. En otras palabras: si en nuestra escopeta de dos cañones tenemos un primer choke que va desde mucho para una situación hasta poco para otra, y a continuación tenemos otro que arranca donde se quedó el primero y nuevamente cubre avatares desde lo mucho hasta lo poco es obvio que disponemos de una gran variedad de oportunidades poniendo algo de nuestra parte.
Con una escopeta de un solo cañón, disponemos sólo de un choke que debemos elegir al comenzar la jornada, y además con agravantes. Es cierto que las modernas tienen chokes intercambiables y hay una amplia gama de los mismos, pero no resulta operativo cambiar de choke en medio del campo. Además, los chokes intercambiables son menos efectivos que los fijos y con los cañones largos los chokes trabajan peor. Además de que nuestra escopeta tenga capacidad para alojar cinco cartuchos en el almacén, la legislación actual está limitada a tres.