A partir de 1919, la compañía G.A.C. (Gárate, Anitua y Compañía) produjo una copia de la carabina Winchester Mod. 1892 que denominó carabina Tigre. Este arma de palanca del calibre .44-40 se sirvió de dotación oficial durante varios años en la Guardia Civil.
En España las armas Winchester se consideraron inadecuadas para armar a la Infantería debido a su munición, pues aunque contaban con poder de choque, carecía de precisión a larga distancia. Pero Winchester no se amilanó, y los representantes de esta fábrica norteamericana le ofrecieron al ministro de Marina tres variantes del Modelo 1873 a un precio que variaba entre 22 y 26 pesos, facilitándoles también algunas armas a la Guardia Civil para que realizasen las pertinentes pruebas. Tampoco les acompañó la fortuna con estos cuerpos; sin embargo, su ligereza, precisión y capacidad de fuego las hicieron muy atractivas para la Escolta Real, donde pasó a prestar servicio en 1873, si bien el número de armas no fue muy significativo ya que las cuatro secciones que la componían sumaban sólo 150 hombres.
A pesar de todo, en 1892 el Gobierno español adquirió 2.500 unidades de una tercerola Winchester que luego se copiarían en la Fábrica de Armas de Oviedo. Tan solo 11 meses después de haber recibido las originales, esta fábrica ya suministraba 50 tercerolas diarias. Por Real Orden del 1 de julio de 1893, se estableció que la Caballería de la Guardia Civil fuera dotada de unas 1.700 tercerolas a un precio de 79,28 pesetas cada una.
Como ya he mencionado y constatado por el pequeño número de ejemplares fabricados, las armas Winchester no obtuvieron en el Ejército español una buena acogida, probablemente debido a que se encontraba en servicio el excelente fusil Remington Mod. 1871 sistema Rolling Block. Sin embargo, una pequeña fábrica armera de Eibar vio en ellas una excelente arma de cara a los ciudadanos y a las fuerzas de seguridad. Fue así como nació la Carabina Tigre.
El origen
En 1892, tras la desaparición de la sociedad Larrañaga, Gárate y Compañía, los Gárate se juntaron a José Francisco Anitua, Eulogio Anitua y Nemesio Astaburuaga para fundar una nueva sociedad: la G.A.C., siglas de Gárate, Anitua y Compañía. Como el resto de las fábricas de Eibar, se dedicó a la fabricación de armas, en particular de pistolas semiautomáticas y revólveres oscilantes, aunque también producían rifles y escopetas. A partir de 1919 produjo una copia de la carabina Winchester Mod. 1892 que denominó carabina Tigre, habiendo constatado dos variantes que denominaremos como Modelo Corto y Modelo Largo.
Las principales diferencias entre ambas residían en la longitud de su cañón (49cm en el modelo corto y 54cm en el largo), el diseño de sus alzas (graduada de 0 a 20 en el modelo corto y de 2 a 10 en el largo), la ubicación del nombre del fabricante (en el costado izquierdo del cañón en el modelo corto y en la parte superior en el largo), y otros factores de menor importancia, como que la anilla delantera se sujete con uno o dos tornillos.
¿A qué se debe que la GAC fabricara simultáneamente dos modelos tan similares? Teniendo en cuenta la realidad socioeconómica española de las décadas de 1920 y 1930, donde no tenían rival que hiciera rifles de palanca, sus beneficios pudieron haber sido mayores si sólo hubieran fabricado uno. ¿Entonces? Lo he comentado con otros aficionados y hemos llegado a una conclusión: dado que el Modelo Corto era un clon del Winchester 1892 del cual tenían la patente, la GAC buscó en el Largo un resquicio legal por si Winchester decidía retirársela. Y es que en 1919 la GAC poseía esa patente de fabricación por sólo un periodo de 5 años, que era lo que marcaba la Ley, y sabiendo que durante ese periodo el rifle alcanzaría renombre al ser los únicos fabricantes, pasados estos años y habiendo conquistado el mercado no tenían intención de pagarle otra vez a Winchester por su patente.
Así que por miedo a que la fábrica americana le retirara la licencia del Modelo Corto, hizo pequeños cambios que sólo afectaron a su estética (ya que mecánicamente ambos modelos eran iguales), para que no pudieran acusarla de plagio, naciendo así el Modelo Largo. Estos fueron: Añadir medio centímetro de longitud, cambiar el guión a cola de milano, hacer el cañón más grueso y de mejor calidad, e introducir en la culata una trampilla deslizante para meter la baqueta.
Tras habernos puesto en contacto con la dirección de Gárate, Anitua y Cía. para solicitarles información, nos contestaron literalmente: “En cuanto a la información técnica e histórica que nos solicita, gustosamente le hubiéramos complacido, no pudiendo hacerlo puesto que durante la Guerra Civil nuestros archivos quedaron completamente destruidos”. Así que para poder datar adecuadamente los ejemplares vivos de esta carabina tenemos que fijarnos en la existencia o no de punzones sobre la recámara. Los que no llevan punzones son anteriores al 16 de abril de 1924, fecha en que por Real Orden se obligó a que todas las armas pasaran por el Banco Oficial de Pruebas de Eibar (BOPE), donde se constataría su calidad por medio de un punzón. Los que llevan punzones del BOPE, antes de implantarse el código de letras/año en 1927, tenemos que conformarnos con datarlos entre el 16 de Abril de 1924 y una indeterminada fecha de 1927, a partir de la cual, fijándonos en la letra que va bajo una estrella, podemos saber con exactitud en que año fue construida.
Después de la guerra
La finalización de la Primera Guerra Mundial llevó a una gran crisis que obligó a buscar nuevos mercados y nuevos productos. La G.A.C., de manos de Eulogio Gárate Osoro, que era un gran aficionado al ciclismo, decidió en 1927 simultanear la fabricación de bicicletas y armas, tarea que se realizó hasta 1936 en que dio comienzo la Guerra Civil y en la que la fábrica quedó totalmente destruida por los bombardeos, perdiéndose así toda la documentación. En 1928, se dotó de algunas unidades del Tigre a la Guardia Civil, pues permitía mayor movilidad y comodidad que el mosquetón Mauser para portarla y usarla en el interior de los trenes.
El Instituto Armado era el responsable de la seguridad en este transporte, por lo que buscaba un arma manejable y a la vez más eficaz que la pistola para repeler una agresión efectuada desde el interior o el exterior del tren. Finalmente, tras las pruebas practicadas e informes recibidos, el Teniente General Burguete de la Guardia Civil, elevó sendas propuestas al Ministro de la Guerra, en escritos de 25 de enero y 17 de febrero de 1926 para que se autorizara la carabina Tigre, exclusivamente para las fuerzas que prestaran servicio de escolta de trenes. Fruto de ello, la R.O.C. de 5 de marzo de 1926, autorizó su uso para tal cometido.
Tanto las copias de las carabinas Winchester realizadas por la Fábrica de Armas de Oviedo, como las de Gárate, Anitua y Cia fueron muy empleadas durante nuestra Guerra Civil por ambos bandos, sobre todo por el republicano, ya que la mayoría de los arsenales donde se guardaban las armas largas reglamentarias cayeron en manos del bando nacional. Una vez terminada la guerra, era habitual ver estas carabinas en manos de Guardias Jurados y Forestales. La última vez que vi una carabina Tigre de servicio fue en la década de 1980 en Andalucía, y lo portaba un guarda forestal. Seguramente estaba haciendo una de sus últimas rondas. Hoy en día, casi un siglo después de haber sido fabricadas, todavía son utilizadas por particulares para sus actividades cinegéticas, lo que nos da una idea de su enorme calidad.