El arte de la avancarga

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El arte de la avancarga
Desde la época en la que la Edad Media daba sus últimos coletazos hasta prácticamente el principio del siglo XX, el panorama armamentístico estuvo dominado por las armas de avancarga.
El arte de la avancarga
R. F. (armas.es) 21/07/06
Detalle del cañón de un fusil de avancarga
Desde la época en la que la Edad Media daba sus últimos coletazos hasta prácticamente el principio del siglo XX, el panorama armamentístico estuvo dominado por las armas de avancarga. Durante casi 400 años, estas armas históricas intervinieron en los grandes conflictos de nuestro planeta. La Revolución Francesa, la Guerra de Secesión estadounidense, la conquista del Salvaje Oeste… en todos estos acontecimientos, las armas de avancarga desempeñaron un papel absolutamente protagonista. Hoy en día, en pleno siglo XXI, existe un amplio número de amantes de estas clásicas armas caracterizadas por su peculiar estilo de carga, por el empleo de pólvora negra y por la especial forma de sus proyectiles. 

Las armas de avancarga reciben tal apelativo por el hecho de que se cargan por delante, es decir, por la boca del cañón. Por norma general, el proceso de carga de una de estas armas resulta bastante sencillo. En primer lugar, el tirador debe introducir por la boca del cañón una determinada cantidad de pólvora negra. A continuación, debe depositar el proyectil dentro del cañón y empujarlo junto con la pólvora hasta el fondo de la recámara. Para realizar esta operación, el tirador deberá ayudarse de una baqueta o de un iniciador. Sin embargo, este proceso varía en las armas de avancarga denominadas “de percusión". En este caso, el tirador debe montar el martillo y a continuación colocar el fulminante dentro de una pieza que va enroscada a un lado del cañón y que recibe el nombre de chimenea. 

Polvorera
Todas las armas de avancarga emplean grandes calibres y funcionan con pólvora negra. Este material, con un origen prácticamente desconocido que se remonta a hace miles de años (algunos sitúan su descubrimiento en China, aunque también hay referencias europeas), es totalmente diferente de la actual pólvora sin humo que utilizan todos los cartuchos de hoy en día. Precisamente, la aparición de esta pólvora nitrocelulosa, blanca, o sin humo, supuso el fin de la hegemonía de las armas de avancarga. Los nuevos cartuchos que a partir del siglo XX empezaron a emplear la pólvora sin humo se mostraron más potentes y veloces que los de pólvora negra, por lo que el uso de las armas de avancarga quedó relegado al terreno deportivo. 

Desde entonces hasta la actualidad, el número de adeptos a estas clásicas armas ha crecido de forma notable. De hecho, hoy en día, el tiro con armas de avancarga es una de las disciplinas deportivas con más seguidores dentro del mundo de las armas, algo que se demuestra en los numerosos campeonatos que se realizan periódicamente en prácticamente todos los rincones del planeta. A pesar de que la mayoría de participantes acude a estas competiciones con réplicas de armas originales, no resulta extraño ver a excelentes tiradores armados con ejemplares auténticos de más de un siglo de antigüedad. Y es que las primeras armas de avancarga de las que se tiene constancia, datan de los últimos años de la Edad Media. Los privilegiados de aquella época que disponían de una de estas armas utilizaban una mecha para encender la pólvora del cañón. Con el paso de los años, este sistema de acción quedó obsoleto y fue sustituido por una rueda con dientes que al girar contra una piedra de ágata producía las chispas necesarias para prender la pólvora. Por último, a principios del siglo XIX se desarrolló el popular sistema de percusión, que es el que utilizan la mayoría de armas de avancarga actuales. 

Al igual que las escopetas, las primeras armas de avancarga tenían el cañón liso, por lo que el proyectil, que normalmente tenía una forma esférica, perdía bastante estabilidad durante el vuelo. Este hecho reducía de forma notable la precisión de estas primeras armas de avancarga, así que para solucionar este problema los fabricantes comenzaron a producir armas de avancarga con cañones con ánima rayada. Sin embargo, a pesar de este cambio, el vuelo de las balas esféricas todavía no era tan estable como se pretendía. Este hecho propició que, paulatinamente, los proyectiles de las armas de avancarga adoptaran una forma cónica. De esta forma, apareció el célebre proyectil Minié y la maxi-bala, un proyectil con el que los tiradores pueden obtener una precisión similar a la de cualquier arma actual. 


A pesar de que el principal uso de las armas de avancarga es el tiro deportivo, hay quien no se conforma con utilizar las armas de avancarga en los campos o polígonos y prefiere emplearlas para la caza. Esta práctica, que en España llegó a estar prohibida durante algún tiempo, cuenta con un buen número de adeptos que buscan experimentar las mismas emociones que sintieron los primeros cazadores con armas de fuego. Sin embargo, el uso de estas armas de avancarga no resulta muy recomendable para las monterías o las batidas, ya que su lento proceso de recarga reduce notablemente las posibilidades de abatir al objetivo. 

En cuanto al principal uso de este tipo de armas, la Federación Española de Tiro Olímpico reconoce esta disciplina deportiva dentro de la categoría de tiro de precisión. Dentro de este ámbito deportivo se encuentra precisamente uno de los principales atractivos de las armas de avancarga: su versatilidad. En este sentido, el tirador dispone de un amplio abanico de modelos por los que decantarse. Revólveres de percusión, pistolas de duelos, fusiles, escopetas… cualquiera de estas armas puede satisfacer los deseos de los tiradores más exigentes. Y con cualquiera de ellas se puede participar en los numerosos campeonatos internacionales de tiro con armas históricas.

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