Excmo. Sr. D. Julian ROMERO DE IBARROLA Maestre de Campo de los Tercios EspañolesJulián Romero de Ibarrola (Huélamo, 1518 - Alessandria o Solero, 13 de octubre de 1577) fue un militar español del siglo XVI que alcanzó el grado de maestre de campo, fue caballero de Santiago y miembro del Consejo de guerra en Flandes.
Fue hijo de Pedro de Ibarrola, hidalgo maestro de obras natural de Puebla de Aulestia en Vizcaya y de Juana Romero, natural de Torrejoncillo de Huete en Cuenca.
Soldado en los tercios
En 1534, a la edad de 15 o 16 años, partió de Torrejoncillo con unos soldados que habían de embarcarse para la Jornada de Túnez, haciéndose popular años más tarde que había servido allí como mozo del atambor, del soldado que toca dicho instrumento.
¡ Mentís
vos, y vos, y quien creyó
que yo fui tamborinero !
Mozo de atambor sí fui,
y soy también caballero,
y agora verás aquí
quién es Julián Romero.
Se asume que durante unos años sirvió como soldado en Italia y solo se vuelve a tener noticia de él cuando regresaban las tropas por mar tras el asedio de Saint-Dizier en 1544 recién licenciadas y tomaron tierra en Dover y después en Plymouth, donde pasaron al servicio del rey Enrique VIII de Inglaterra como mercenarios.
Mercenario y caballero en InglaterraCon Pedro de Gamboa como maestro de campo, los soldados españoles y Julián Romero entre ellos, acudieron a la frontera de Escocia en 1545; allí brillaron en la batalla de Pinkie Cleugh, catastrófica para los escoceses, quienes la llamaron "Sábado negro" al dejarse casi 15.000 muertos y 2.000 prisioneros. Sin embargo, la guerra con la corona francesa hizo que se trasladaran prontamente al territorio que la corona inglesa tenía en Francia y se alojasen en el campamento que los ingleses tenían en el puerto de Calais. Desde allí participarán en diversos encuentros que contra las tropas de Francisco I de Francia hubo en la zona de Boulogne-sur-Mer y Ardres, hoy en la región de Norte-Paso de Calais, hasta que se firmó la paz entre ambos monarcas el 7 de junio de 1546.
Duelo con Antonio MoraAntonio Mora, capitán español que servía a Francisco I de Francia, había retado en duelo a Pedro de Gamboa, y Julián Romero se ofreció para disputar el combate en nombre de este último. Como ambos capitanes, Mora y Romero, servían a los dos monarcas, Francisco y Enrique, el duelo tuvo mayor trascendencia que una simple disputa personal y se organizó un campo en Fontainebleau para que las personalidades, entre ellos, el rey y su heredero, así como los embajadores ingleses, pudieran presenciarlo. Julián Romero resultó vencedor y, siendo premiado por el rey de Francia como ganador, recibió del rey inglés la distinción de Sir.
Guerra en EscociaEn Escocia, el 11 de septiembre de 1547, tras la batalla de Pinkie Cleugh, Romero recibió la distinción de knight banneret, como caballero que sirve bajo su propia bandera («knight having vassals under his banner»). En 1549 es nombrado maestre de campo en sustitución de Gamboa. Tras la caída en desgracia de William Paget, la mayoría de soldados españoles que se hallaban en Gran Bretaña pasaron a Flandes y allí Romero se integró en las tropas del Emperador Carlos V, reconociéndosele el grado de capitán alcanzado por sus servicios en Inglaterra.
Capitán de los Tercios
Guerras con Francia
Romero se hallaba en Gante en 1552 y pasó a defender las tierras del Principado de Lieja. En 1554 participó en la campaña de Picardía, hallándose en la defensa de Dinant; fue hecho prisionero por los franceses después de que capturaran la plaza. Se especula si acompañó a Felipe II de España durante su estancia en Inglaterra tras su matrimonio con María Tudor.
En 1557 se distingue en la batalla de San Quintín, donde le será amputada una pierna tras ser herido por bala de mosquete. En 1558, Felipe II le concede el hábito de la Orden de Santiago y ese mismo año participa en la Batalla de Gravelinas
Castellano en FlandesEn 1559 es castellano de Damvillers y asimismo se le hace castellano de Douai. Establecida con la corona francesa la Paz de Cateau-Cambrésis, se produce la repatriación de las tropas españolas residentes en Flandes, partiendo el 10 de enero de 1561 desde Zelanda.
Capitán en La GoletaEn abril de 1561, el capitán Romero se halla en Málaga para embarcarse con tres compañías para reforzar la guarnición de La Goleta, a donde llega a finales de mayo. En septiembre de ese mismo año pide el traslado a Felipe II, regresando a España en 1562, donde visita a sus parientes maternos en Torrejoncillo. Después, marchó a Madrid.
[b]Socorro de Malta[/b]
Al ser asediada Malta por los turcos en 1565, Felipe II envió los tercios de Italia en su socorro y entre ellos se hallaba Julián Romero, cuya compañía se hallaba guardando Siracusa, con rango de capitán. A causa del fallecimiento de Melchor de Robles en septiembre, Romero lo sustituyó en el cargo de maestre de campo del Tercio de Sicilia.
Maestre de campo del Tercio de Sicilia
Guerra de Flandes
Romero marchó a Flandes en 1567 encabezando el tercio de Sicilia y participó en diversas acciones en los primeros años de guerra, como la Batalla de Jemmingen.
En otoño de 1569 regresó licenciado a España y allí estuvo residiendo una temporada hasta que en 1572 partió desde Laredo con el IV Duque de Medinaceli y 6 compañías de infantes bisoños que llegaron a Ostende en junio de 1572.
Romero participó en el asedio de Mons y perdió un brazo al ser herido por un tiro de arcabuz; dirigió una encamisada en el campamento de Guillermo de Orange. A finales de 1572 participó en el asedio de Haarlem y perdió un ojo también por herida de arcabuz. Recuperado rápidamente, continuó en el asedio hasta que plaza capituló en julio de 1573. Tras el asedio, tuvo que lidiar con el amotinamiento de las tropas españolas, sublevadas por el atraso acumulado de las pagas, viendo amenazada su propia vida. En ese mismo año se halló en el asedio de Alkmaar.
En 1574, Luis de Requesens le encargó socorrer con una armada de bajeles a las tropas cercadas en Middelburg y tuvo que llegar a la costa a nado al perder su nave. En ese mismo año participó además en la Batalla de Mook y luego acudió al asedio de Leiden. Reducido su tercio a 12 compañías por la comisión de reforma de Requesens, y viéndose cansado y mutilado, con su familia en España, y apreciando que no se reconocían adecuadamente sus méritos, dio aviso al gobernador de los Países Bajos de que renunciaría a su cargo, aunque continuó sin embargo en el mismo hasta el final del conflicto.
En 1575 participó en el asedio a Zierikzee, prolongado hasta junio de 1576 y, tras unirse a los soldados amotinados en Aalst, trabajó en el socorro a las tropas españolas cercadas en Amberes.
Tras el Edicto perpetuo de 1577, las tropas españolas se vieron obligadas a abandonar los Países Bajos y fueron conducidas a Italia. Se alojaron en Liguria y se les ordenó embarcarse para España en junio de ese año. Julián Romero fue nombrado castellano de Cremona; pero don Juan de Austria solicitó después el regreso de los tercios y a Julián Romero se le encargó que dirigiera a las tropas que debían marchar desde Italia a Flandes con rango de Maestre de Campo General.
En el trayecto entre Alessandria della Paglia y Solero le sorprendió la muerte mientras conducía las tropas montando a caballo. Tenía 59 años y había perdido un ojo, una pierna, un brazo, tres hermanos y un hijo en combate, viviendo como militar toda su vida.
El ultimo Maestre de la Orden de Santiago Alonso de Cárdenas padre del descubridor del Cañón del colorado García López de Cárdenas, trajo junto con el Jesuita Farronius el chocolate al monasterio de Ucles (Cuenca) centro de la orden de Santiago, primer sitio de Europa donde se probó el chocolate que al ver las virtudes de tan prodigioso brevaje y por orden de Carlos I (V) fue llevado a Flandes y sobre todo al camino español, enseñado a preparar para las tropas de los tercios, donde cuenta la tradición fué llevado por el conquense Julián Romero Ibarrola cuando fué nombrado Caballero de Santiago y fué Julian Romero el que con su tropas y la logística de los Tassimo, que durante más de 100 años enseñaron a hacer chcolate a los Alemanes Suizos y especialmente a los belgas y Suizos aunque estos perfeccionaran las tecnicas que apredieron de los reposteros Castellanos: Conquenses Leoneses y también Aragoneses, fue en el monasterio de piedra tras el periplo desde Uclés y Jábaga (Cuenca) por Molina de Aragón (caminos de la historia, ruta del hierro, camino de Santiago, ruta del cacao) en el monasterio de piedra en Nuevalos donde se fundo el primer obrador de chocolate de Europa.
[b]Consejero real[/b]
En agosto de 1572, Romero es designado por Felipe II miembro del Consejo de Guerra en Flandes, destacando en esta labor en el periodo comprendido entre la muerte de Luis de Requesens, y la llegada de Juan de Austria como nuevo gobernador de los Países Bajos.
Matrimonio y descendencia
Contrajo matrimonio con María Gaytán, con la que tuvo una única hija, Francisca Romero, bautizada en mayo de 1571. En Flandes había tenido, al menos, tres hijos ilegítimos, un joven, que murió siendo soldado en 1574, una hija llamada Juliana Romero, y un hijo llamado Pedro de Ibarrola.4
La figura de Julián Romero en el mundo de la culturaJulián Romero fue pintado por El Greco por encargo de la hija del militar, Francisca Romero, para colgarse en sala del capítulo del Convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid, del cual doña Francisca fue fundadora. Dicho cuadro se conserva en el Museo del Prado.
Literatura Lope de Vega, autor teatral, compuso una comedia basada en la figura del personaje, que fue publicada por la Real Academia de la Historia en 1916, en el Volumen VII de las obras de Lope de Vega.
Pierre de Bourdeille, señor de Brantôme, quien conoció personalmente a Julián Romero durante la estancia de ambos en Mesina en 1566, le dedicó algunos pasajes en sus obras.
*Michel de Montaigne menciona a Julián Romero en sus Essais ("Ensayos", lib I, cap. 6.º) a propósito de lo peligroso que puede ser el momento de parlamentar durante una guerra o asedio. Comenta Montaigne que Julián Romero cometió un error de aprendiz al salir de la ciudad asediada de Dinant a parlamentar con el enemigo porque a la vuelta se encontró la plaza conquistada.
Además, el poeta Diego Jiménez de Ayllón, en su ciclo dedicado a los soldados más destacados de su época, compuso para Romero un soneto.
El dramaturgo dieciochesco José de Cañizares tomó su vida como inspiración para su comedia Ponerse hábito sin pruebas y el valor como ha de ser, el guapo Julián Romero (1739), también conocida como El valor como ha de ser, El valiente como ha de ser o El guapo Julián Romero, simplemente.5
Referencias
Lope de Vega, Comedia famosa de Julián Romero, jornada III. En dicha comedia se recrea en el primer acto cómo Julián Romero entró al servicio del tambor. Aunque la obra es de ficción, el biógrafo de tan célebre soldado, Antonio Marichalar, le otorga a la misma cierta credibilidad en algunos de sus pasajes. Marichalar indica que esta comedia es "pródiga en errores anacrónicos" y "algunos de los acontecimientos que refiere no corresponden a la realidad biográfica de Julián".
Diversos soldados profesionales españoles pasaron a servir al rey inglés por entonces: Pedro de Gamboa, Pedro Negro, Cristóbal Díaz, Alonso de Villasirga, Luis de Noguera y otros que obtuvieron reconocimientos por sus servicios en forma de títulos y pensiones.
El contador del ejército de Flandes e historiador Antonio Carnero indicó que murió súbitamente por apoplejía, mientras otros autores dejaron escrito que murió al caer del caballo.
"Sir Julián de Romero, el temido «mediohombre» de los Tercios de Flandes", César Cervera en Abc de Madrid, 18 de diciembre de 2015.
Juan Fernando Fernández Gómez, "Sobre la comedia El guapo Julián Romero de José de Cañizares", en Estudios ofrecidos a Emilio Alarcos Llorach, vol. IV, 1979, ISBN 84-7468-021-2, págs. 407-418.
ARTICULO EN ABC 18-12-2015Sir Julián de Romero, el temido «mediohombre» de los Tercios de FlandesCuando murió tenía 59 años, había perdido un ojo, una pierna y un brazo, tres hermanos y un hijo en combate. Al embalsamarlo hallaron que tenía el corazón sumamente grande y con pelo
No existía en su tiempo otro medio más democrático de ascender en la escala social que el ejército castellano. Hasta que la corrupción terminó por quebrar el sistema en el siglo XVII, los Tercios de Flandes permitían una oportunidad en igualdad de condiciones para voluntarios, nobles, hidalgos o campesinos. Natural de Torrejoncillo del Rey (Cuenca), Julián Romero de Ibarrola se lanzó en 1534 –el año en el que Carlos V reorganizó las coronelías para crear los tercios– a la captura de esa oportunidad.
Con dieciséis años, Julián ingresó en los tercios como mochilero y mozo de tambor. En el entonces manso Flandes, que años después se convertiría en un fango de turbulencias, el castellano sirvió en los ejércitos de Carlos V hasta el año 1543. Por entonces, ya convertido en capitán, Julián Romero acudió a Inglaterra en condición de mercenario del monarca Enrique VIII Tudor, cuya alianza con España se mantenía aún impertérrita. En las islas inglesas, el capitán castellano participó en la célebre batalla de Pinkie. La contienda es hoy en día recordada por ser la última batalla campal entre escoceses e ingleses y, quizá, la primera moderna en suelo británico. La derrota escocesa fue de entidad: casi 15.000 muertos y 2.000 prisioneros. Sobre los méritos del Romero debieron ser elevados, puesto que Enrique VIII le ascendió con presteza: de maestre de campo a sir y banneret. Lejanas sonaban entonces las miserias en Torrejoncillo del Rey para un caballero inglés con vasallos bajo su bandera («knight having vassals under his banner»).
Sir Julián al servicio de Felipe II0
Julián Romero no podía continuar al servicio de la casa Tudor, cuya escisión con la Iglesia de Roma cada vez resultaba más honda. Al fin y al cabo, el castellano solo había acudido a Inglaterra por orden de su verdadero monarca, Carlos V. Tras más de una década al servicio de los intereses ingleses –lo cual sería de provecho, ante su conocimiento de la lengua y la cultura, para planear ataques contra la pérfida Isabel I–, Julián Romero fue recibido con los brazos abiertos en España. Felipe II, inmerso en otro episodio de las guerras contra Francia, le designó maestro de campo y caballero de Santiago.
No era Felipe II, ni mucho menos, de aquellos que dieran algo sin esperar recibir el doble a cambio. Julián Romero se situó a la cabeza de la infantería española e italiana, que, alineada en el centro, venció a los franceses en San Quintín. Pocos años después, en Gravelinas, otra derrota francesa, Romero lideró a los arcabuceros españoles en su empeño por rebajar a la altura del betún la moral francesa. Durante un periodo estuvo preso de los franceses, lo cual no le impidió batirse en duelo en Fontainebleau con un caballero español al servicio de Francia, al que acusó de traidor.
En 1563, el Gran Duque de Alba convocó a lo más granado de las tropas y oficiales españoles para ahogar la rebelión de Flandes; y allí acudió Julián Romero como Sargento Mayor General de los 1.500 soldados del Tercio de Sicilia. Flandes, convertido en un lodazal para los intereses hispanos, fue un laberinto de glorias y derrotas para muchos de aquellos capitanes. Pese a que el Duque de Alba desinfló sin dificultad las aspiraciones militares del principal líder de la rebelión, Guillermo de Orange, el castellano fue incapaz de comprender la situación política del país y, ante la ausencia de Felipe II –que había anunciado su llegada una vez terminada la represión–, el veterano general sumergió el conflicto en un punto de no retorno.
Del descrédito militar de la familia Orange participó, con gran empeño, Julián Romero en la batalla de Jemmingen. La frontera alemana con los Países Bajos fue testigo de una guerra de desgaste entre el Duque y Luis de Nassau –hermano de Guillermo de Orange– que, en contra de la intención del castellano, terminó en un choque frontal. Luis de Nassau, junto a un ejercito de 12.000 hombres, cometió el error de encerrarse en una península entre los ríos Ems y Dollar. Su escasa ventaja era que controlaba un puente de amplia senda que le brindaba la posibilidad de una retirada limpia. Pero cuando los españoles cargaron contra los rebeldes, poco pudo hacer Nassau mas que ordenar la destrucción del puente. No en vano, la sorpresa llegó cuando los españoles se abalanzaron a través del armazón en llamas con las barbas y ropajes en ascuas.
Tras reconstruir el puente, el Duque de Alba ordenó avanzar al resto de tropas. El enemigo quedó acorralado cerca de la localidad de Jemmingen. A falta del grueso del ejercito, los maestres de campo Julián Romero y Sancho de Londoño se dirigieron, con los Tercios de Sicilia y el de Lombardía, respectivamente, hacia la vanguardia enemiga. Las tropas de Nassau frenaron por varias veces las acometidas de los tercios de Romero y Londoño. Incluso se atrevieron a contraatacar. Julián Romero pidió refuerzos al verse superado en tres ocasiones al Duque de Alba, quien negó las tres veces como San Pedro. Cuando los españoles comenzaron a retroceder y el ejercito rebelde reveló su grueso, el Duque de Alba ejecutó su auténtico plan y precipitó todo el ejército sobre los rebeldes con un desenlace de 7.000 bajas entre las tropas de Nassau. Una carnicería.
No era el marinero que se necesitaba en el norteEl sustituto del Duque de Alba, Luis de Requesens –lugarteniente de Don Juan de Austria en la batalla de Lepanto– no gozaba del talento militar de su predecesor, uno de los grandes generales de su tiempo, pero la debilidad de la hacienda real obligaba a buscar una solución pacífica a la rebelión local contra su soberano, el Rey Felipe II. Así, antes de partir para Bruselas, el nuevo gobernador publicó una amnistía general, la abolición del Tribunal de Tumultos, símbolo de la represión española y la derogación del impuesto de las alcabalas. No obstante, el cambio de estrategia de la Monarquía hispánica fue interpretado entre las filas rebeldes como un síntoma de flaqueza y, a finales del otoño de 1573, Requesens tuvo que recurrir nuevamente a las armas para imponer su autoridad.
En el mapa militar heredado del Gran Duque de Alba, aunque se mantenía bajo control la mayor parte de Flandes, se habían perdido las ciudades norteñas en la zona de Holanda y de Zelanda. En febrero de 1574 se extravió el importante puerto de Middelburg, lo cual obligó a Requesens a redoblar los esfuerzos navales, pero sin obtener apenas resultados.
«Vuestra excelencia bien sabía que yo no era marinero, sino infante; no me entregue más armadas, porque si ciento me diese, es de temer que las pierda todas»Requesens reunió una precaria flota para auxiliar dos lejanas guarniciones (Ramua y Middlegurgo) en la provincia de Zelanda, que era una de las más hostiles a la autoridad real. Julián Romero partió al mando de 62 navíos de guerra, cuya estabilidad era como poco cuestionable. La flota rebelde, mayor en número y calidad, desarmó la escuadra española al primer encuentro. Tras resistir el ataque simultaneo de cuatro navíos, Julián Romero y diez soldados se echaron al agua. Al llegar a la orilla donde se situaba Requesens, el maestre de campo se dirigió al comendador de Castilla en palabras gruesas: «Vuestra excelencia bien sabía que yo no era marinero, sino infante; no me entregue más armadas, porque si ciento me diese, es de temer que las pierda todas». El Imperio español no tenía una flota adaptada a las características de las costas del norte de Europa y su auténtico poder manaba de la superioridad de su infantería, los Tercios Castellanos.
Por orden del general catalán, otro ilustre oficial, Sancho Dávila, hizo valer esa superioridad de los Tercios en la batalla de Mook, que tuvo lugar en el valle del Mosa. Allí perecieron dos hermanos de Guillermo de Orange, pero se obtuvieron pocas ventajas militares a consecuencia de lo que ocurrió tras la batalla. Cuando las tropas españolas avanzaban hacia Zelanda, se extendió un motín generalizado entre los ejércitos hispánicos por el retraso en las pagas de la soldada. El 1 de septiembre de 1575, Felipe II declaró la suspensión de pagos de los intereses de la deuda pública de Castilla y la financiación del Ejército de Flandes quedó en punto muerto. Sin fondos, sin tropas, y cercado por el enemigo, que contraatacó al oler la sangre, Luis de Requesens trató de cerrar un pacto con las provincias católicas durante el tiempo que su salud se lo permitió. Enfermizo desde que era un niño, el catalán falleció en Bruselas el 5 de marzo de 1576, a causa posiblemente de la peste, dejando por primera vez inacabada una tarea que le había encomendado su Rey y amigo Felipe II.
El fallido regreso del castellano de FlandesLa rapidez con la que se propagó la enfermedad imposibilitó que el Comendador de Castilla pudiera dejar orden de su sucesión. Fue el conde de Mansfeld quien se hizo cargo temporalmente del mando del disperso ejército de 86.000 hombres, que llevaban más de dos años y medio sin cobrar. Sancho Dávila, junto a otros veteranos capitanes como Julián Romero, Mondragón, Bernardino de Mendoza y Hernando de Toledo, trataron sin éxito de convencer a los amotinados para permanecer unidos ante el enemigo común: los rebeldes, que aprovecharon las disensiones para medrar terreno. En noviembre de 1576, Sir Romero fue uno de los que acudió a Amberes, acompañado de 600 soldados, para defender a las tropas españolas acorraladas por los rebeldes. Por desgracia, el rescate devino en masacre, en lo que ha venido a conocerse como el saqueo de Amberes.
Felipe II no saldó su gran deseo, pero si convino cederle la castellanía de Hedín en Flandes
La imagen dada por los españoles en Amberes convenció a católicos y calvinistas de la necesidad de expulsar al invasor. Pero no iban a tardar en darse cuenta de que el problema iba más allá de una invasión extranjera, en realidad, era una guerra civil que daría forma a lo que hoy son los territorios de Bélgica, Luxemburgo y Holanda. Tras el fracaso del Edicto Perpetuo que había obligaba a las tropas españolas a abandonar Flandes, Don Juan de Austria –remplazo del fallecido Requesens– reclamó, una vez más, la vuelta de los españoles en 1577. Julián Romero, de 59 años, falto de un brazo, una pierna y un ojo –perdido durante el asedio a Haarlem–, falleció mientras adiestraba a jóvenes soldados en Italia a la espera de su nueva aventura en Flandes. Al embalsamarlolo hallaron que tenía el corazón sumamente grande y con pelo.
En los últimos años de vida, sus mayores ambiciones fueron regresar a España, donde llevaba nueve años ausente, y la concesión de una castellanía –gobernador de una fortaleza–. Felipe II no saldó su gran deseo, pero si convino cederle la castellanía de Hedín en Flandes. Difícilmente los sueños de aquel humilde mozo de Torrejoncillo del Rey sopesaron algún día convertirse en sir inglés o en castellano de una hostil tierra llamada Flandes.
Saludos

Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.