VBull escribió:La cuenta es simple, supongamos que esos 2 millones largos de funcionarios que sobran están percibiendo de media 18.000€ al año:
18.000 x 2.000.000 = 36.000.000.000 € al año.
Y además hay que sumarle el coste de cada poltrona en forma de ordenador, aire acondicionado y calefacción, electricidad, edificio, mobiliario, beneficios sociales, etc; supongamos tirando por lo bajo una media de 2.500€ por funcionario y año:
2.500 x 2.000.000 = 5.000.000.000 € al año.
Te estás quedando muy corto en la estimación de los costes salariales de los funcionarios españoles. La realidad es que ganan un 30-45% más que los puestos similares en el sector privado. No hace falta decir donde se trabaja más horas y donde hay más vacaciones.
Mantener a los funcionarios ya cuesta más que antes de la crisisEl salario de los funcionarios cuesta alrededor de 120.000 millones de euros al año.
https://www.elmundo.es/economia/2016/04/ ... b4679.html1) ¿Seguro que todos esos funcionarios sobran? Lo dicho, en Alemania, la proporción de funcionarios no es mucho más baja que la nuestra, en Francia, Bélgica y Holanda, ligeramente más alta, y en Dinamarca, Suecia y Noruega, como un 50% superior a la de España... ¿todos esos países son tan tontos como para tener millones de funcionarios que sobran?
Como ya hemos comentado el concepto de funcionario de otros países no tiene nada que ver con el caso nuestro donde son trabajos de por vida sin exigencia alguna de evaluación seria. En otros países no existe la figura del funcionario con puesto vitalicio.
2) Lo ideal sería que los políticos sean gente que está en contacto con la realidad económica y social del país. Y para eso, hay opciones peores que el que sean funcionarios. Por lo menos, si antes de entrar en política se han sacado una oposición, al menos han demostrado que pueden hacer algo en la vida. Además, el ser funcionarios les garantiza que si dejan la política, no se van a morir de hambre, lo cual es una garantía (débil, pero mejor que nada) de independencia política, pues saben que su subsistencia no depende exclusivamente de estar a buenas con el que manda.
Sacar una oposición no implica más que constancia en el estudio, lo cual está muy bien, pero no dice nada sobre otras multiples cualidades necesarias para liderar una organización, sea del tipo que sea. El opositor medio busca seguridad, lo cual es lo opuesto del riesgo de un empresario, la audacia de un descubridor o innovador en materia tecnológica. Dejo aparte la infinidad de puestos públicos vitalicios obtenidos por múltiples maneras que no tienen nada que ver con una oposición seria, con lo que en muchos casos ni constancia en el estudio se puede asegurar. En cuanto a la independencia de criterio que tienen los políticos españoles, sean o no funcionarios se comprueba todos los días: tiende a 0.
¿Por qué ocurre esto? Aparte de la clásica cooptación entre oligarquías políticas, la titulitis española ha idealizado el funcionariado hasta niveles insoportables, creado unos privilegios inimaginables para ellos. ¿Habeis ido alguna vez en una lista electoral? Yo fui una vez y me enteré de que si hubiera sido funcionario tendría un permiso "especial" de 15 días para hacer campaña electoral.
El problema de nuestros políticos no es que provengan del funcionariado, sino que, dejando aparte la política, no han hecho nada en la vida. Zapatero puede ser el ejemplo más claro (y no es, ni mucho menos, el peor), pero si empezáis a mirar en los segundos y terceros escalones de la política, el perfil que abunda es el de "político profesional", que no ha hecho nada más en la vida que dedicarse a la política (y, en algunos casos, completar una carrera): se han apuntado muy jóvenes al partido de turno, han ido cumpliendo órdenes y recibiendo carguitos (presidente de las juventudes del partido de su pueblo, secretario general de la agrupación del barrio, responsable de políticas para deportes de la juventud, y cosas parecidas), han procurado llamar la atención de los jefes del partido y estar a buenas con ellos, se han curtido en las puñaladas traperas que se reparten en ese tipo de politiqueo... y, sin más bagaje que ese, un buen día te los encuentras nombrados directores generales, delegados del Gobierno o asesores del Ministro. Yo creo que, a pesar de todo, la mayoría son honrados, y algunos de ellos, incluso competentes, pero es que no han hecho nada más en la vida.
Pues no
La figura del político profesional sin otro oficio ni beneficio existe - Pepiño Blanco, Arsenio Fernández de Mesa o ZP - pero en una cuantía muy inferior a la del funcionario, que son habitualmente el 60-70% de los diputados nacionales y autonómicos y gran parte de los ministros y consejeros autonómicos. Comprobarlo es tan fácil como acceder a las páginas web de los gobiernos y parlamentos españoles. Para ser subdelegado del gobierno hay que ser funcionario grupo A1. (En Galicia el 80-90% del gobierno autonómico, incluidos todos sus presidentes, proceden de la Función Pública).
Y por otro lado - aunque ello escandalice a la titulitis española - no es necesario tener grandes títulos universitarios para tener criterio y ser un empresario de éxito. Ahí tenemos el ejemplo de Amancio Ortega y otros muchos empresarios españoles cuya escuela fue su trabajo duro desde la adolescencia. ¿Ha sido mejor vicepresidenta la abogada del estado Soraya que ministro Pepiño Blanco? NO. ¿Fue mejor ministros de defensa el ex miembro del Cuerpo Jurídico de la Armada Federico Trillo que la vulgar licenciada en derecho Carmen Chacón? NO. ¿Es mejor presidente el brillante registrador Rajoy que el apenas licenciado ZP? A mi modo de ver son casi exactamente lo mismo en cuanto a forma de gobernar.
En definitiva, aquí se echa de menos la figura del profesional de prestigio metido en política, que cuando lo hace es masacrado por el funcionario-político de turno. El caso más notorio fue el de Manuel Pizarro. Por contra, en países como Estados Unidos es prácticamente imposible optar a un puesto político sin tener una exitosa carrera profesional detrás, seas demócrata o republicano.
Saludos
El orden humano se parece al Cosmos en que, de vez en cuando, precisa hundirse en el fuego para renacer de nuevo. Ernst Junger. Sobre los acantilados de mármol.