Buenas noches:
Esta vez he liquidado al jabalí que se ha puesto por delante. Nada espectacular; unos 65 kg a ojo de buen cubero. A las 22:00 horas, después de tenerlo media hora comiendo y dando vueltas.
Os aclaro: el bueno fue el del martes, aunque me han dicho que si el jabalí abatido tiene unos 65 kg. no es el caporal. Mejor, me he dicho, porque le he tirado con desgana y casi por obligación.
Agustín, Yogi, Menut, Wilcow y demás amigos. El tiro: los tiros no iban bien por tres factores; primero: se acabó el lote de munición y creo que esta nueva tiene más grains (este extremo aún tengo que comprobarlo); segundo, la puesta a tiro no se hizo bien, aunque no había demasiada desviación, sumada ésta a los demás factores, hacían que los tiros no fuesen todo lo precisos que debieran serlo, sobre todo cuando cazas en un sitio donde el rastreo más allá de los 60 metros es casi imposible. El tercer factor era única y exclusivamente culpa mía y grave. El último en disparar el arma fue mi armero y no corregí las dioptrías. De día no notaba mucho la diferencia, pero de noche, la cruz roja se me desdoblaba y no comprendía por qué.
Hoy nos hemos tomado tiempo en la galería de tiro y ha quedado todo muy claro. Faltaba probarlo en condiciones reales.
Que se han presentado: tres semanas tres jabalíes. A las nueve treinta entró y me percato de que era un machete solitario, muy lucido. Pero que en condiciones normales se habría ido tan tranquilo porque no le hubiese disparado.
He dudado mucho por varias razones: por el animal que era, porque no tenía compromiso para carnear, porque el campo es un lodazal, sobre todo donde ha caído. He cogido barro hasta en el carnet de identidad, por eso he tardado en ponerme al ordenador. He querido dejar todo ordenado, excepto el rifle, que limpiaré mañana tranquilamente y guardaré en su sitio.
Después de pensarlo mucho he apretado el gatillo como al desgaire, sentado en la silla y con un apoyo que no era el más adecuado: con las piernas cruzadas. Con mala visión le he apuntado al cuello y ha caído redondo; estaba además entre matas. Mañana le sacaré una foto y os la pondré. Ni se ha movido.
Esos son mis tiros. Ahora ya está todo claro y se han ido los gafes y demás tonteras. La puesta a tiro. No es que disparara mal, no, es que esos centímetros marcaban la diferencia entre dejar al jabalí en el sitio o que fuera a morir a otro lado, puesto que el disparo en algunos órganos no causa una muerte tan fulminante como en otras zonas. Porque os digo que los dos anteriores la han palmado. Lo sé con seguridad.
Sencillamente: la bala, igual que en la diana esta mañana, ha ido hacia donde la he dirigido. Ni más ni menos. Y no he tirado al codillo.
Esta es la historieta de los dos últimos "fallos" o tiros imprecisos.
Tengo ganas de cazar un par de ciervas, pero es que se me han escapado las ocasiones de hacerlo en septiembre o en octubre y Yogi lleva razón: programar una cacería en esa zona por esas fechas es una ruleta rusa, o ni siquiera eso, porque seguro que casi ni se podrá llegar o salir.
Y no quiero meterle a mi mujer ni a mi hijo soponcios de esa clase, porque no están acostumbrados a moverse por esas zonas climáticas y menos aún en coche.
Mi idea era hacer turismo; tirarle yo a una cierva y dejarle a mi hijo la otra. Coger los solomillos para mis experimentos culinarios

y vuelta a casa. Ahora sé que tengo que traerme otras partes que dice Agustín. No lo olvidaré.
Pero buscaré otro momento o en otro sitio. Si veo algo os tendré al corriente.
Un abrazo, que me voy a descansar, pues mañana temprano toca acarrear jabalí
