Cuando Wittman realizó su hazaña, el Tigre I era uno de los mejores carros del mundo. Bien probado en combate, con algunos de sus fallos corregidos, y con un tren logístico perfectamente establecido detrás. Y no olvidemos que sus tripulantes eran “experten” del frente oriental, y además, habían entrenado durante más de medio año en el Tigre I antes de entrar en combate.
Ninguna de estas ventajas tuvo Billotte…
Empecemos por el Char B1…si el tigre nació como acelerada pero puntera respuesta al T-34 y al KV-1; el carro francés heredaba una concepción errónea y obsoleta de la guerra acorazada. Su uso era de apoyo a la infantería, con un cañón pequeño para enfrentarse a otros carros y un Howitzer para demoler fortificaciones, en un lento pero inexorable avance de apoyo a la infantería.
Y en esas llegó la revolución de la Blitzkrieg, y tocó adaptarlo a las nuevas divisiones blindadas del ejército francés. Resultado: nadie sabía como emplearlo (de hecho se crearon con tal fin un engendro llamado Divisions Cuirassées de Réserve o DCRs, una especie de divisiones acorazadas para la infantería)…ni como apoyarlo logísticamente. Y aquí se verían las mayores pérdidas en mayo y junio de 1940: sin combustible o averiados, o ambos. Forzados a realizar largas marchas, lo que no había sido previsto nunca. Un carro magnífico para las tácticas de 1917…pero suicida en las de 1940.
Si existiera un premio a la más sádica e incomoda concepción de roles de la tripulación, el premio se lo levaba de calle el Char B1. La torreta la ocupaba el comandante, que mandaba, cargaba y apuntaba el cañón de 47 mm. Y ya puestos supongo que limpiaba, cocinaba y cuidaba a los niños…total…a sus pies y a la izquierda del casco, y mirando hacia éste, el operador de radio, con un equipo pesado y obsoleto, que se basaba más en el morse que en la voz. Genial si te atacan los apaches…pero no muy útil cuando tienes enfrente a Guderian.
A la derecha del operador de radio, estaba el cargador del cañón de 75 mm, que además, se encargaba de su azimut. Ese cañón, ya que parecía que no trabajaba mucho, lo apuntaba y disparaba…el ¡conductor del Char B1! Encima de su portillo de visión tenía una mira binocular L.710. La elevación requerida se la transmitía al cargador, mientras que el apuntado lateral se hacía moviendo todo el carro.
Para ello, los ingenieros franceses, colocaron en la suspensión un ingenioso sistema, el Naeder. Con él se realizaban movimientos muy rápidos y finos, que permitían apuntar aún mejor. Y con ello crearon el mayor problema que tuvo el Char B1bis. El citado sistema requería de un entretenimiento constante y muy preciso para que no se averiase, pues de hacerlo, significaba la inmovilización total del tanque. De hecho, en marchas un poco prolongadas, era normal añadir a la tripulación del B1bis, un par de mecánicos (se les llamaba gráficamente Graisseurs, que en las paradas se ocupaban, junto con el conductor, de mantenerlo). Imaginaros, en una guerra de movimiento tan fluida como la acorazada, que pasaba si un Char B1 era sorprendido con esos seis tripulantes metidos a presión en una cámara ya exigua de por sí.
