Ha llegado a mis manos un librito que me está llegando al alma y no me resisto a compartir con vosotros algún pasaje. Se lo he leído a mi mujer pero se queda igual

El perro, nuestro nunca desmentido compañero, se acerca cabeza al viento y tembloroso de emoción, a lo largo de un trigo de monte, hacia un xestal[*] que corona cimero la colina. Allí, estremecido y rígido a la vez, se clava de repente en el suelo apuntando sus húmedas narices a las oscuras verdes ramas. “Entra…”, le decimos, dominándonos pero con cierto temblor también en la voz. Se proyecta el can. Del xestal, un fuerte vuelo de arrancada hace temblar el vacío. Un ave, retrasada, se eleva a su vez, negra contra el sol lanzando un cacareo chirriante, casi como un reto. El retumbo de los disparos, que quiebra los cristales de la mañana, suena casi como blasfemia. Bajo un aire de porcelana de estampa de cacería antigua, caen dos pájaros de pies rojos y plumas suaves como la seda: la hora de la perdiz ha sonado en el gran reloj del monte.(J.M Castroviejo, 1962)
[*]Un xestal es un piornal o escobonal, en gallego.
Feliz año a todos
