Hungría no se ha caracterizado a lo largo de su historia por ser un país con una gran tradición armamentística. Sin embargo, entre su escueta producción armera nacional, hemos rescatado un arma con un diseño muy particular, la histórica pistola Frommer Stop M1912 del calibre .32 ACP.
Hungría no se ha caracterizado a lo largo de su historia por ser un país con una gran tradición armamentística. Sin embargo, entre su escueta producción armera nacional, hemos rescatado un arma con un diseño muy particular, que llama la atención por la poco ortodoxa ubicación de su muelle recuperador, instalado sobre el cañón en lugar de en su ubicación habitual, justo por debajo. Los lectores más veteranos, o al menos los más aficionados a este tipo de armas históricas, y en este caso concreto, ya centenarias, a buen seguro habrán adivinado que estamos hablando de la pistola Frommer Stop M1912.
Esta arma semiautomática de simple acción y martillo a la vista debe su peculiar diseño a la figura de Rudolf Frommer, quien tras dar vida a esta original pistola, vio como el Ejército del por aquel entonces antiguo imperio Austro-Húngaro la eligió como arma corta de dotación oficial para sus huestes. Lo más sorprendente de esta historia es que Frommer no era ni ingeniero, ni mecánico, ni mucho menos un prestigioso diseñador de armamento. De hecho, no estaba acostumbrado a trabajar con este tipo de productos en los que priman el aceite y el acero. Su trabajo real estaba directamente vinculado al sector financiero, desde donde pudo entrar en contacto con el arsenal estatal de “Fegyver és Gépgyár”, más conocido por sus siglas FEG.
Tras conceder desde su banco una línea de crédito a la compañía húngara para que iniciara la fabricación de rifles Mannlicher, Frommer empezó a interesarse por el diseño de las armas de fuego, y lo hizo a un ritmo vertiginoso. De hecho, entre los años 1900 y 1934, Rudolf Frommer presentó nada menos que más de 100 patentes, la mayoría de ellas relacionadas directamente con el sector armamentístico.
Una de esas patentes o invenciones sería la que a la postre le daría fama mundial, colocando su insigne apellido junto al nombre de esta original y ya histórica pistola semiautomática. El modelo primitivo de la pistola Frommer Stop se alimentaba con cartuchos del calibre 7.65mm Frommer, una versión un poco más potente que la del estándar 7.65x17mm, o .32 ACP en su denominación anglosajona. En todo caso, el arma era perfectamente compatible con el calibre .32, sin duda el cartucho que más se utilizó junto a esta pistola. Como curiosidad, en las postrimerías de su tiempo de producción la Frommer Stop también se recalibró para disparar munición del 9 Corto, aunque las unidades recamaradas para este tipo de cartuchos fueron realmente escasas.
Aunque el arma ha llegado a nuestros días con el sobrenombre de Frommer Stop M1912, la denominación original con la que se bautizó a esta histórica pistola fue Frommer Stop Pisztoly, siendo el apelativo británico “Stop” una evidente muestra de intenciones de su principal objetivo: parar a sus enemigos. Utilizamos este término bélico porque donde más se prodigó esta arma corta fue en el campo de batalla, fundamentalmente durante la Gran Guerra, donde sirvió no sólo en las filas del imperio Austro-Húngaro, sino que también se vendieron miles de unidades a los ejércitos de Alemania, Bulgaria y Turquía.
El arsenal de Femaru, sito en Budapest y productor también de la popular pistola policial FEG calibre 9mm Parabellum, fue la principal planta de fabricación de esta histórica arma. Por citar unos datos más concretos, se calcula que desde el inicio de su producción, más o menos a principios de la década de 1910, y hasta el año 1929, coincidiendo prácticamente con el fin del periodo de entreguerras, se fabricaron entre 350.000 y 360.000 unidades de la Frommer Stop.
El cañón abajo, el muelle arriba
Para su época, la Frommer Stop poseía un diseño tan complejo como difícil de mantener; aunque por otro lado, ese mismo diseño y construcción se mostraban realmente robustos y resistentes, lo que unido a su perfecta combinación con la munición del calibre 7.65mm hacían de esta pistola un arma muy eficaz y fiable. Para su alimentación, se utilizaba un cargador extraíble con capacidad para almacenar hasta 7 cartuchos del calibre .32. Su sistema de acción era por retroceso completo, para lo que requería el empleo de un muelle recuperador de largo recorrido y que, como hemos comentado anteriormente, se ubicaba justo encima del cañón.
Precisamente sobre el tubo que envolvía y protegía al muelle recuperador iban colocados sus elementos de puntería, unos sencillos y espartanos puntos de mira de hierro. Para intentar dotarla de una mayor precisión, Frommer montó su modelo Stop con un cañón de 10 cm, el cual encajaba perfectamente en los 16,5 cm de longitud total del arma. Por lo que respecta a su sistema de seguridad, la pistola carecía de cualquier tipo de seguro manual de aleta o de palanca. En su lugar, Rudolf Frommer optó por instalar un seguro de empuñadura, al más puro estilo de la mítica M1911 de Colt.
Frommer fue un gran defensor del sistema de recuperación de largo retroceso (long recoil), el cual aplicó decididamente en su diseño. De hecho, tanta era su fe ciega en este mecanismo que incluso se atrevió a alterar por completo la silueta estándar de una pistola, colocando el alojamiento del muelle recuperador por encima del cañón para así tener más espacio libre. Sin embargo, la complejidad interna de dicho mecanismo propició que su expansión al resto de pistolas posteriores al modelo Stop acabara siendo un rotundo fracaso. De hecho, hoy en día prácticamente las únicas armas que operan mediante este sistema de acción por largo o completo retroceso son algunos modelos de escopetas semiautomáticas. Respecto al cierre de la Frommer Stop, su diseñador apostó por un cerrojo que, a simple vista, podría considerarse una versión en miniatura del cerrojo del rifle Steyr Mannlicher M95.
Los coleccionistas que todavía conservan algún ejemplar en buen estado de esta centenaria pistola, icono de la producción armera magiar, aseguran que su precisión es realmente buena, incluso superior a la de algunos modelos coetáneos. El principal inconveniente viene una vez más de la mano de su delicadeza interior, la cual requiere para su perfecto funcionamiento de una continua y meticulosa limpieza por parte del tirador (algo que, como podemos imaginar, no estarían dispuestos a realizar la mayoría de soldados que se batieron el cobre en la Primera Guerra Mundial).
