Aneccdotas curiosas de la WWII
RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
La "Rosa Blanca de Stalingrado"
Como es habitual en la aviación, las mayores glorias recayeron en las pilotos de caza. La más famosa fue Lilya, nombre de guerra de Lidia Litvyak, nacida en Moscú en 1921. Junto a la francotiradora Ludmila Pavlichenko a quien se adjudicaron más de 300 alemanes muertos fue el icono de la mujer guerrera para el Ministerio de Propaganda. Lilya, a quien los corresponsales describían como una mujer notablemente bella hasta en la URSS se reproducían los clichés sexistas- había comenzado en el Regimiento 586, pero por sus cualidades pronto la transfirieron al mixto 286.
Volando un caza Lavochkin La-5, obtuvo sus tres primeras victorias: un Me-109 y un bimotor Ju-88 el 13 de septiembre de 1942 y un segundo bimotor el 27. Se trataba de una buena marca, porque este avión tenía grandes problemas si se encontraba con cazas enemigos a alta cota. A fines de enero de 1943 fue transferida al Regimiento 296 junto con otras dos pilotos que destacaban por su habilidad. Una de ellas, Katia Budanova, con 11 victorias confirmadas y 20 oficiosas. Tras realizar el curso de transición para volar los Yak-1, el 11 de febrero de 1943 destruyó otro Ju-88, pero fue derribada por los Focke-Wulf 190 de la escolta. Sobrevivió y 6 días después fue condecorada con la Orden de la Bandera Roja y ascendida a teniente. Con la seguridad que dan las estrellas de mando se permitió alguna de las veleidades propias de los ases y su mecánica Pasportnikova le pintó dos lirios blancos su apodo en el fuselaje y pegó una postal con rosas amarillas en el panel de instrumentos. El 1 de marzo derribó un Ju-88 y un escolta Focke-Wulf, alcanzando oficialmente la categoría de as. El 15 mandaba a tierra otros dos bimotores alemanes, pero fue alcanzada por la nutrida escolta. Logró regresar a la base bastante agujereada y fue hospitalizada hasta mayo. Para entonces Litvyak ya era muy famosa incluso entre los alemanes, que la bautizaron "La Rosa Blanca de Stalingrado".
Cuando se reincorporó al 296, éste había sido redenominado "Regimiento 73 de la Guardia" y alcanzado el status de unidad de elite. Fue uno de los 288 grupos que alcanzó esta categoría en cuatro años de guerra. Entre el 5 y el 31 de mayo derribó dos enemigos más. El 16 y 18 de julio tuvo que aterrizar en territorio enemigo. La primera ocasión volvió a pie a sus líneas y la segunda un compañero aterrizó para recogerla. El 1 de agosto se vio envuelta en su último combate. Regresaba de escoltar una unidad de Il-2 cuando 8 Me-109 les atacaron sobre Orel. Anteriormente había entrado en melées contra una docena de enemigos y salido ilesa, pero los alemanes reconocieron que era la "Rosa Blanca" y concentraron sus ataques sobre ella. Logró destruir dos, pero los demás la derribaron. Ni ella ni su nave fueron localizadas durante la guerra, aunque erigieron un monumento de mármol en su memoria en Krasy Luch. Sus restos fueron hallados finalmente en 1979 y en mayo de 1990 Mikhail Gorbachov le conferió el título de "Héroe de la Unión Soviética".
Como es habitual en la aviación, las mayores glorias recayeron en las pilotos de caza. La más famosa fue Lilya, nombre de guerra de Lidia Litvyak, nacida en Moscú en 1921. Junto a la francotiradora Ludmila Pavlichenko a quien se adjudicaron más de 300 alemanes muertos fue el icono de la mujer guerrera para el Ministerio de Propaganda. Lilya, a quien los corresponsales describían como una mujer notablemente bella hasta en la URSS se reproducían los clichés sexistas- había comenzado en el Regimiento 586, pero por sus cualidades pronto la transfirieron al mixto 286.
Volando un caza Lavochkin La-5, obtuvo sus tres primeras victorias: un Me-109 y un bimotor Ju-88 el 13 de septiembre de 1942 y un segundo bimotor el 27. Se trataba de una buena marca, porque este avión tenía grandes problemas si se encontraba con cazas enemigos a alta cota. A fines de enero de 1943 fue transferida al Regimiento 296 junto con otras dos pilotos que destacaban por su habilidad. Una de ellas, Katia Budanova, con 11 victorias confirmadas y 20 oficiosas. Tras realizar el curso de transición para volar los Yak-1, el 11 de febrero de 1943 destruyó otro Ju-88, pero fue derribada por los Focke-Wulf 190 de la escolta. Sobrevivió y 6 días después fue condecorada con la Orden de la Bandera Roja y ascendida a teniente. Con la seguridad que dan las estrellas de mando se permitió alguna de las veleidades propias de los ases y su mecánica Pasportnikova le pintó dos lirios blancos su apodo en el fuselaje y pegó una postal con rosas amarillas en el panel de instrumentos. El 1 de marzo derribó un Ju-88 y un escolta Focke-Wulf, alcanzando oficialmente la categoría de as. El 15 mandaba a tierra otros dos bimotores alemanes, pero fue alcanzada por la nutrida escolta. Logró regresar a la base bastante agujereada y fue hospitalizada hasta mayo. Para entonces Litvyak ya era muy famosa incluso entre los alemanes, que la bautizaron "La Rosa Blanca de Stalingrado".
Cuando se reincorporó al 296, éste había sido redenominado "Regimiento 73 de la Guardia" y alcanzado el status de unidad de elite. Fue uno de los 288 grupos que alcanzó esta categoría en cuatro años de guerra. Entre el 5 y el 31 de mayo derribó dos enemigos más. El 16 y 18 de julio tuvo que aterrizar en territorio enemigo. La primera ocasión volvió a pie a sus líneas y la segunda un compañero aterrizó para recogerla. El 1 de agosto se vio envuelta en su último combate. Regresaba de escoltar una unidad de Il-2 cuando 8 Me-109 les atacaron sobre Orel. Anteriormente había entrado en melées contra una docena de enemigos y salido ilesa, pero los alemanes reconocieron que era la "Rosa Blanca" y concentraron sus ataques sobre ella. Logró destruir dos, pero los demás la derribaron. Ni ella ni su nave fueron localizadas durante la guerra, aunque erigieron un monumento de mármol en su memoria en Krasy Luch. Sus restos fueron hallados finalmente en 1979 y en mayo de 1990 Mikhail Gorbachov le conferió el título de "Héroe de la Unión Soviética".
RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
Una singularidad en el bando nazi: Hanna Reitsch
Berlín, noche del 26 de mayo de 1945. La capital del que debía haber sido el "Reich de los 1000 años" agoniza. El cielo está rojo por los incendios y el estallido de las bombas y granadas, las calles rotas por los embudos de las explosiones. Poco antes del alba, junto a la Puerta de Brandemburgo aterriza un pequeño avión de despegue en corto, un Fieseler Storch. La piloto y el general von Greim se acercan corriendo a la Cancillería. Allí la piloto estrecha por última vez la temblorosa mano del Führer. Horas después la avioneta despega. Greim había sido nombrado comandante de la agonizante Luftwaffe en sustitución de Göring y debía dirigirse a Munich para reunirse con el nuevo jefe del estado, el almirante Döenitz. Sería el último avión alemán en salir de Berlín. ¿Quién era aquella mujer?
Se llamaba Hanna Reitsch y era la excepción que confirmaba la regla, una de las escasas féminas que lograron un nombre propio en la machista y patriarcal sociedad nazi. Había pocos precedentes. Marga von Etzdorf, la primera piloto de la Lufthansa, se había suicidado en 1933 tras destruir su aparato en un aterrizaje forzoso en Alepo. Un oficial de l´Armée de L´Air la humilló en publico y ella se pegó un tiro como respuesta. La capitana Melitta Schiller, condesa Stauffenberg tras su matrimonio, doctora en Ciencias Físicas, condecorada por el mismo Hitler tras realizar 1.500 peligrosísimos picados para probar unos secretos instrumentos de vuelo. Ahí terminaba la lista de las aviadoras alemanas.
Hanna Reitsch, una de las mejores pilotos de todos los tiempos, nació en Hirschberg, Silesia, en 1912. Rubia de ojos azules y brillantes, de sonrisa franca, hubiese cumplido los cánones raciales arios de no ser por su poco más de metro y medio de altura y sus 43 kilos. Ya de niña advirtió a su padre que de mayor sería médico misionero y efectuaría sus desplazamientos en avión. Al final se cumplió sólo la segunda parte de su sueño. Con 19 años realizó un curso en la escuela de vuelo sin motor de Grunen. Era la única mujer del grupo y, pese a que se estrelló en el primer despegue, pronto advirtieron que era la mejor de la promoción. Poco antes del examen final consiguió el récord femenino de resistencia en planeador al mantenerse cinco horas en el aire. Desde 1934 trabajó en el Instituto Alemán de Investigación de Planeadores de Darmstadt y ese año fue la única mujer en la expedición que estudió las condiciones térmicas en Brasil y Argentina. Un año después logró batir el récord de distancia al volar 160 kilómetros en línea recta con su planeador. En 1936 fue la encargada de probar un mecanismo de frenado aerodinámico que ya había causado una serie de accidentes mortales. Una vez descubierto donde residía el fallo, esos frenos se instalaron en todos los bombarderos en picado. En 1937 cruzó los Andes en planeador, afrontando las peligrosas y desconocidas corrientes térmicas de la cordillera.
Ese mismo año la reorganizada aviación militar alemana la requirió como piloto de pruebas en la base de Rechlin y Hitler le confirió el título honorario de capitán de escuadrilla. Fue la primera mujer en pilotar un helicóptero y elevó monstruos aeronáuticos como el planeador Messerschmitt "Gigant" de 34 toneladas. También probó el misil Henschel 293 y condujo el prototipo del Me-163 a 800 km/h. Al aterrizar este último sobre su panza carecía de tren de aterrizaje- sufrió un grave accidente, pero sobrevivió. Ella llamaba eufemísticamente a todos los prototipos militares que probaba "Guardianes de las Puertas de la Paz". En marzo de 1941 recibió la Cruz de Hierro de 2ª clase de manos del Führer. Su vuelo más memorable se relaciona con el desarrollo de las primera bombas volantes. Se trataba de un extraordinario avión-cohete sin piloto, el Fieseler 103, más conocida como V-1. En este arma secreta el mando alemán había puesto grandes esperanzas. Se confiaba que su uso masivo contra Gran Bretaña obligase a la rendición aliada. Pero el cohete presentaba la engorrosa tendencia a desplomarse en pleno vuelo y explotar. Se habían construido algunas V-1 con puesto de pilotaje para solucionar los problemas relativos al control de vuelo, pero ningún aviador había sobrevivido para explicar donde radicaba el defecto que hacía caer a las V-1. De nuevo requirieron a Hanna para realizar una prueba que ningún hombre se atrevía a realizar. Ella aceptó.. La aviadora fue radiando el comportamiento del cohete y las lecturas de los instrumentos, pues nadie esperaba que pudiese redactar un informe a su vuelta. Parecía un vuelo suicida, pero Hanna logró mantener el avión en el aire lo suficiente para detectar lo que fallaba e incluso logró aterrizarlo casi intacto en una marisma. Afortunadamente las V-1 no lograron alterar el desarrollo de la guerra, pero no fue porque Hanna Reitsch no lo intentara.
Tras salir de Berlín el 26 de mayo de 1945, se refugió en Austria, donde la detuvieron los Aliados al final de la guerra. Estuvo encarcelada 15 meses por su papel en el desarrollo de armas terroristas como la V-1. En 1951 escribió su biografía, en 1955 obtuvo la medalla de bronce en el Campeonato Internacional de Planeadores de Madrid ¡era la única mujer participante! - y en 1959 paseó a Nehru en vuelo sin motor sobre Nueva Delhi. Desde 1962 dirigió la Escuela de Planeadores de Ghana, donde entabló amistad con el presidente Nkrumah. Hanna, que en toda su carrera había establecido más de 40 marcas mundiales de altura y velocidad, principalmente en planeadores, pero también con aviones a motor de explosión, jet y cohete, murió en Francfort en 1979.
Berlín, noche del 26 de mayo de 1945. La capital del que debía haber sido el "Reich de los 1000 años" agoniza. El cielo está rojo por los incendios y el estallido de las bombas y granadas, las calles rotas por los embudos de las explosiones. Poco antes del alba, junto a la Puerta de Brandemburgo aterriza un pequeño avión de despegue en corto, un Fieseler Storch. La piloto y el general von Greim se acercan corriendo a la Cancillería. Allí la piloto estrecha por última vez la temblorosa mano del Führer. Horas después la avioneta despega. Greim había sido nombrado comandante de la agonizante Luftwaffe en sustitución de Göring y debía dirigirse a Munich para reunirse con el nuevo jefe del estado, el almirante Döenitz. Sería el último avión alemán en salir de Berlín. ¿Quién era aquella mujer?
Se llamaba Hanna Reitsch y era la excepción que confirmaba la regla, una de las escasas féminas que lograron un nombre propio en la machista y patriarcal sociedad nazi. Había pocos precedentes. Marga von Etzdorf, la primera piloto de la Lufthansa, se había suicidado en 1933 tras destruir su aparato en un aterrizaje forzoso en Alepo. Un oficial de l´Armée de L´Air la humilló en publico y ella se pegó un tiro como respuesta. La capitana Melitta Schiller, condesa Stauffenberg tras su matrimonio, doctora en Ciencias Físicas, condecorada por el mismo Hitler tras realizar 1.500 peligrosísimos picados para probar unos secretos instrumentos de vuelo. Ahí terminaba la lista de las aviadoras alemanas.
Hanna Reitsch, una de las mejores pilotos de todos los tiempos, nació en Hirschberg, Silesia, en 1912. Rubia de ojos azules y brillantes, de sonrisa franca, hubiese cumplido los cánones raciales arios de no ser por su poco más de metro y medio de altura y sus 43 kilos. Ya de niña advirtió a su padre que de mayor sería médico misionero y efectuaría sus desplazamientos en avión. Al final se cumplió sólo la segunda parte de su sueño. Con 19 años realizó un curso en la escuela de vuelo sin motor de Grunen. Era la única mujer del grupo y, pese a que se estrelló en el primer despegue, pronto advirtieron que era la mejor de la promoción. Poco antes del examen final consiguió el récord femenino de resistencia en planeador al mantenerse cinco horas en el aire. Desde 1934 trabajó en el Instituto Alemán de Investigación de Planeadores de Darmstadt y ese año fue la única mujer en la expedición que estudió las condiciones térmicas en Brasil y Argentina. Un año después logró batir el récord de distancia al volar 160 kilómetros en línea recta con su planeador. En 1936 fue la encargada de probar un mecanismo de frenado aerodinámico que ya había causado una serie de accidentes mortales. Una vez descubierto donde residía el fallo, esos frenos se instalaron en todos los bombarderos en picado. En 1937 cruzó los Andes en planeador, afrontando las peligrosas y desconocidas corrientes térmicas de la cordillera.
Ese mismo año la reorganizada aviación militar alemana la requirió como piloto de pruebas en la base de Rechlin y Hitler le confirió el título honorario de capitán de escuadrilla. Fue la primera mujer en pilotar un helicóptero y elevó monstruos aeronáuticos como el planeador Messerschmitt "Gigant" de 34 toneladas. También probó el misil Henschel 293 y condujo el prototipo del Me-163 a 800 km/h. Al aterrizar este último sobre su panza carecía de tren de aterrizaje- sufrió un grave accidente, pero sobrevivió. Ella llamaba eufemísticamente a todos los prototipos militares que probaba "Guardianes de las Puertas de la Paz". En marzo de 1941 recibió la Cruz de Hierro de 2ª clase de manos del Führer. Su vuelo más memorable se relaciona con el desarrollo de las primera bombas volantes. Se trataba de un extraordinario avión-cohete sin piloto, el Fieseler 103, más conocida como V-1. En este arma secreta el mando alemán había puesto grandes esperanzas. Se confiaba que su uso masivo contra Gran Bretaña obligase a la rendición aliada. Pero el cohete presentaba la engorrosa tendencia a desplomarse en pleno vuelo y explotar. Se habían construido algunas V-1 con puesto de pilotaje para solucionar los problemas relativos al control de vuelo, pero ningún aviador había sobrevivido para explicar donde radicaba el defecto que hacía caer a las V-1. De nuevo requirieron a Hanna para realizar una prueba que ningún hombre se atrevía a realizar. Ella aceptó.. La aviadora fue radiando el comportamiento del cohete y las lecturas de los instrumentos, pues nadie esperaba que pudiese redactar un informe a su vuelta. Parecía un vuelo suicida, pero Hanna logró mantener el avión en el aire lo suficiente para detectar lo que fallaba e incluso logró aterrizarlo casi intacto en una marisma. Afortunadamente las V-1 no lograron alterar el desarrollo de la guerra, pero no fue porque Hanna Reitsch no lo intentara.
Tras salir de Berlín el 26 de mayo de 1945, se refugió en Austria, donde la detuvieron los Aliados al final de la guerra. Estuvo encarcelada 15 meses por su papel en el desarrollo de armas terroristas como la V-1. En 1951 escribió su biografía, en 1955 obtuvo la medalla de bronce en el Campeonato Internacional de Planeadores de Madrid ¡era la única mujer participante! - y en 1959 paseó a Nehru en vuelo sin motor sobre Nueva Delhi. Desde 1962 dirigió la Escuela de Planeadores de Ghana, donde entabló amistad con el presidente Nkrumah. Hanna, que en toda su carrera había establecido más de 40 marcas mundiales de altura y velocidad, principalmente en planeadores, pero también con aviones a motor de explosión, jet y cohete, murió en Francfort en 1979.
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RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
[citando a: Georg]
Josef Zwernemann:
Erich Hartmann fue su flanqueador a principios de su participación en la guerra. En abril de 1944 Zwernemann peleaba en Italia contra la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. En un combate contra P-51 Mustangs fue alcanzado y tuvo que lanzarse en paracaídas cerca del Lago Garde. Mientras bajaba, los Mustangs lo ametrallaron, matándolo. Los pilotos americanos, por cierto, fueron los únicos que de manera regular recurrían a la práctica de ametrallar a pilotos que bajaban en paracaídas
http://pilotosdelaluftwaffe.tripod.com/lw-hechos3.htm
http://www.forosegundaguerra.com/viewtopic.php?p=79118
http://www.google.es/search?sourceid=navclient&hl=es&ie=UTF-8&rlz=1T4GZEZ_esES282ES282&q=Luftwaffe+piloto+pilotos+americanos+paracaidas
Gracias amigo mio, quien lo hubiera pensado de los norteamericanos, de los rusos me lo creo todo, pero no lo imagine.
saludos
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RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
Prisioneros del sol naciente.
Estaba leyendo unas historias y parece increible.
los norteamericanos estrangularon las lineas de aprovisionamiento japonesas en el pacifico reduciendolas a algo meramente simbolico, se vieron los japoneses en la necesidad de usar sampanes y barcos de madera para intentar eludir la deteccion por parte de los submarinos enemigos y lograr aprovisionar y ayudar a guarniciones aisladas en las islas ocupadas, estos barcos debian ser abordados y revisados pues eran tripulados por civiles sin ninguna identificacion, procediendo luego a destruir los barcos con cargas explosivas o fuego de cañon, en una oportunidad una tripulacion de presa al abordar el barco se vio sorprendido por un avion de vigilancia enemigo, por lo cual se sumergio el submarino, fueron rescatados dos dias despues por el submarino, ya casi al borde de la desesperacion esperando ver en el orizonte barcos enemigos que los capturarian.
Solo en 1944 se transportaron en 53 barcos cargueros japoneses 47,057 prisioneros aliados de diferentes nacionalidades, de campamentos de prisioneros situados de una parte a otra mas segura ante el avance de los norteamericanos. 30 de esos barcos fueron hundidos costando la vida a 17,383 de ellos, a bordo de esos barcos en condiciones infrahumanas se perdieron ademas 674, atribuidas a suicidios, privaciones, hambre, asesinatos por colaborar con el enemigo, y por enfermedades como la septicemia por tomar su propia orina por la sed.
Increible.
Estaba leyendo unas historias y parece increible.
los norteamericanos estrangularon las lineas de aprovisionamiento japonesas en el pacifico reduciendolas a algo meramente simbolico, se vieron los japoneses en la necesidad de usar sampanes y barcos de madera para intentar eludir la deteccion por parte de los submarinos enemigos y lograr aprovisionar y ayudar a guarniciones aisladas en las islas ocupadas, estos barcos debian ser abordados y revisados pues eran tripulados por civiles sin ninguna identificacion, procediendo luego a destruir los barcos con cargas explosivas o fuego de cañon, en una oportunidad una tripulacion de presa al abordar el barco se vio sorprendido por un avion de vigilancia enemigo, por lo cual se sumergio el submarino, fueron rescatados dos dias despues por el submarino, ya casi al borde de la desesperacion esperando ver en el orizonte barcos enemigos que los capturarian.
Solo en 1944 se transportaron en 53 barcos cargueros japoneses 47,057 prisioneros aliados de diferentes nacionalidades, de campamentos de prisioneros situados de una parte a otra mas segura ante el avance de los norteamericanos. 30 de esos barcos fueron hundidos costando la vida a 17,383 de ellos, a bordo de esos barcos en condiciones infrahumanas se perdieron ademas 674, atribuidas a suicidios, privaciones, hambre, asesinatos por colaborar con el enemigo, y por enfermedades como la septicemia por tomar su propia orina por la sed.
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RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
Anecdota de ayer ampliada.
Prisiones de acero
Durante la Segunda Guerra Mundial, más de 70.000 prisioneros de guerra aliados y trabajadores forzados asiáticos fueron trasladados en mercantes japoneses a través de las vastas extensiones del Asia ocupada. Estos buques fueron llamados "naves infierno", y por una buena razón. Los prisioneros y los trabajadores esclavos eran hacinados en apestosas bodegas, mugrientas por el polvo de carbón, sirope de azúcar solidificado y estiércol de caballo de viajes anteriores. Sin agua, o casi, enfermos, maltratados y descuidados, se cocían con un calor inimaginable en sus prisiones de acero.
Muchos murieron. Algunos enloquecieron. Otros fueron asesinados. Algunas de las crueldades que padecieron fueron extraordinarias incluso para un prisionero de los japoneses. En un barco atestado de prisioneros el agua suministrada era, de lejos, insuficiente y, según recuerda un preso, "fétida y corrompida, cubierta con una capa gruesa y verdosa de basura." Dos bidones fueron enviados desde cubierta conteniendo agua de mar y orina. "Sois ratas," se mofó el intérprete del buque, " y como ratas vais a morir."
Cerca de 62.000 prisioneros fueron transportados por 56 naves. Al menos 22.000 murieron asesinados, de hambre, de enfermedades y por dejadez o fueron muertos inconscientemente por sus camaradas, puesto que los buques prisión japoneses no mostraban la cruz roja exigida por la Convención de Ginebra cuando se transportaba prisioneros. Esta cruel práctica convertía a los abarrotados cargueros en blanco de cualquier avión o submarino aliado y ningún piloto o capitán de submarino podía saber que su presa transportaba compatriotas o aliados. El Arisan Maru, por ejemplo, fue torpedeado al este de Hong Kong en Octubre de 1944 por un submarino americano puede que por el Snook o el Shark (ninguno regresó de su patrulla). De los aproximadamente 1.800 prisioneros que embarcaba el Arisan Maru, tan sólo ocho sobrevivieron, cinco de ellos, desnudos y demacrados, lograron abrirse paso hacia la libertad en China.
El Oryoku Maru fue bombardeado y hundido por un avión americano frente a la península de Batán en Filipinas a mediados de Diciembre de 1944. A bordo había más de 1.600 prisioneros americanos, de los cuales unos 1.340 sobrevivieron a ese calvario. Los supervivientes fueron repartidos entre el Brazil Maru y el Enoura Maru, que transportaría unos 1.000. Ambos buques zarparon hacia Japón vía Takao Harbor, Formosa, donde fueron atacados de nuevo por aviones americanos. El Enora Maru se hundió, llevándose consigo un número indeterminado, pero grande, de prisioneros.
Prisiones de acero
Durante la Segunda Guerra Mundial, más de 70.000 prisioneros de guerra aliados y trabajadores forzados asiáticos fueron trasladados en mercantes japoneses a través de las vastas extensiones del Asia ocupada. Estos buques fueron llamados "naves infierno", y por una buena razón. Los prisioneros y los trabajadores esclavos eran hacinados en apestosas bodegas, mugrientas por el polvo de carbón, sirope de azúcar solidificado y estiércol de caballo de viajes anteriores. Sin agua, o casi, enfermos, maltratados y descuidados, se cocían con un calor inimaginable en sus prisiones de acero.
Muchos murieron. Algunos enloquecieron. Otros fueron asesinados. Algunas de las crueldades que padecieron fueron extraordinarias incluso para un prisionero de los japoneses. En un barco atestado de prisioneros el agua suministrada era, de lejos, insuficiente y, según recuerda un preso, "fétida y corrompida, cubierta con una capa gruesa y verdosa de basura." Dos bidones fueron enviados desde cubierta conteniendo agua de mar y orina. "Sois ratas," se mofó el intérprete del buque, " y como ratas vais a morir."
Cerca de 62.000 prisioneros fueron transportados por 56 naves. Al menos 22.000 murieron asesinados, de hambre, de enfermedades y por dejadez o fueron muertos inconscientemente por sus camaradas, puesto que los buques prisión japoneses no mostraban la cruz roja exigida por la Convención de Ginebra cuando se transportaba prisioneros. Esta cruel práctica convertía a los abarrotados cargueros en blanco de cualquier avión o submarino aliado y ningún piloto o capitán de submarino podía saber que su presa transportaba compatriotas o aliados. El Arisan Maru, por ejemplo, fue torpedeado al este de Hong Kong en Octubre de 1944 por un submarino americano puede que por el Snook o el Shark (ninguno regresó de su patrulla). De los aproximadamente 1.800 prisioneros que embarcaba el Arisan Maru, tan sólo ocho sobrevivieron, cinco de ellos, desnudos y demacrados, lograron abrirse paso hacia la libertad en China.
El Oryoku Maru fue bombardeado y hundido por un avión americano frente a la península de Batán en Filipinas a mediados de Diciembre de 1944. A bordo había más de 1.600 prisioneros americanos, de los cuales unos 1.340 sobrevivieron a ese calvario. Los supervivientes fueron repartidos entre el Brazil Maru y el Enoura Maru, que transportaría unos 1.000. Ambos buques zarparon hacia Japón vía Takao Harbor, Formosa, donde fueron atacados de nuevo por aviones americanos. El Enora Maru se hundió, llevándose consigo un número indeterminado, pero grande, de prisioneros.
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RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
Sigue el infortunio.
El Fuku Maru fue hundido por un avión de la Armada americana en la bahía de Subic, Filipinas, en Septiembre del 44, matando a más de 1.200 prisioneros británicos y holandeses. 63 hombres sobrevivieron, pero para ellos el horror no había terminado: fueron transferidos al funesto Oryoku Maru. Dos barcos prisión más, conocidos tan sólo como PS 3 y PS 4, fueron hundidos por las fuerzas aliadas, el primero bombardeado en la bahía de Manila, el segundo torpedeado entre Hong Kong y Formosa. Entre ambos, unos 2.700 prisioneros murieron.
El Kachidoki Maru, torpedeado pos el USS Pampanito frente a la isla de Hainan, se llevó sobre 400 prisioneros de guerra británicos con él, y un número indeterminado murió cuando el HMS Truculent hundió el Harukiku Maru en el estrecho de Malaca. Un total de 1.159 prisioneros anglo-americanos perecieron cuando el USS Sealion envió al fondo del mar al Rokyo Maru cerca de la isla de Hainan en septiembre del 44 , y el USS Paddlefish hundió el Shiniyo Maru frente a Mindanao el mismo mes matando a 700 americanos más. Los prisioneros que trataban de escapar del Shiniyo Maru fueron tiroteados por los guardas japoneses mientras luchaban por salir de las bodegas o del agua. Y el Lisbon Maru, torpedeado por el USS Grouper in Octubre de 1944, se hundió con otros 846 prisioneros, permaneciendo en el recuerdo el asalto sin armas que hicieron algunos hombres del Regimiento Middlesex, que arrasó y mató a varios de los centinelas japoneses asignados para mantener a los prisioneros en las bodegas del buque mientras se iba a pique.
Aún siendo trágicas las pérdidas a bordo del Arisan Maru, el Shiniyo Maru y los demás, aún siendo horribles las crueldades y abandonos de los japoneses en estos buques, no fueron la peor tragedia entre los cientos de muertes de prisioneros de guerra a manos de compatriotas. Esta distinción pertenece al hundimiento, en Octubre de 1944, del Junyo Maru.
El Junyo Maru era un viejo mercante de tres islas y una sola chimenea, con un desplazamiento aproximado de 5.000 toneladas y aparejado por el gobierno japonés. Al parecer había sido construido en Glasgow en 1913, aunque un prisionero contó que alguien había visto una placa que rezaba: "Liverpool, 1908". Había pertenecido a tres navieras británicas diferentes hasta que recaló en manos japonesas. Había cambiado cinco veces de nombre. El último, Junyo, significa "halcón" en japonés. Maru es simplemente la designación normalizada japonesa para mercante (*).
El Junyo Maru tenía algo más de 400 pies [122 metros] de eslora y una manga de 53 pies [16 metros], y fue propiamente calificado por un prisionero como un "cubo de roña". El 18 de Septiembre de 1944 viajaba desde Batavia (actual Yakarta), Java, abarrotado con unos 2.300 prisioneros de guerra holandeses, británicos, australianos, indonesios y unos pocos americanos y unos 4.200 trabajadores esclavos javaneses, denominados romushas. Había zarpado hacia Padang al norte de la costa oeste de Sumatra. Su cargamento humano estaba destinado a trabajar en el tristemente célebre ferrocarril de Sumatra, que se construía para transportar carbón desde el oeste hasta la costa este de Sumatra, desde donde sería embarcado hacia Singapur.
El Fuku Maru fue hundido por un avión de la Armada americana en la bahía de Subic, Filipinas, en Septiembre del 44, matando a más de 1.200 prisioneros británicos y holandeses. 63 hombres sobrevivieron, pero para ellos el horror no había terminado: fueron transferidos al funesto Oryoku Maru. Dos barcos prisión más, conocidos tan sólo como PS 3 y PS 4, fueron hundidos por las fuerzas aliadas, el primero bombardeado en la bahía de Manila, el segundo torpedeado entre Hong Kong y Formosa. Entre ambos, unos 2.700 prisioneros murieron.
El Kachidoki Maru, torpedeado pos el USS Pampanito frente a la isla de Hainan, se llevó sobre 400 prisioneros de guerra británicos con él, y un número indeterminado murió cuando el HMS Truculent hundió el Harukiku Maru en el estrecho de Malaca. Un total de 1.159 prisioneros anglo-americanos perecieron cuando el USS Sealion envió al fondo del mar al Rokyo Maru cerca de la isla de Hainan en septiembre del 44 , y el USS Paddlefish hundió el Shiniyo Maru frente a Mindanao el mismo mes matando a 700 americanos más. Los prisioneros que trataban de escapar del Shiniyo Maru fueron tiroteados por los guardas japoneses mientras luchaban por salir de las bodegas o del agua. Y el Lisbon Maru, torpedeado por el USS Grouper in Octubre de 1944, se hundió con otros 846 prisioneros, permaneciendo en el recuerdo el asalto sin armas que hicieron algunos hombres del Regimiento Middlesex, que arrasó y mató a varios de los centinelas japoneses asignados para mantener a los prisioneros en las bodegas del buque mientras se iba a pique.
Aún siendo trágicas las pérdidas a bordo del Arisan Maru, el Shiniyo Maru y los demás, aún siendo horribles las crueldades y abandonos de los japoneses en estos buques, no fueron la peor tragedia entre los cientos de muertes de prisioneros de guerra a manos de compatriotas. Esta distinción pertenece al hundimiento, en Octubre de 1944, del Junyo Maru.
El Junyo Maru era un viejo mercante de tres islas y una sola chimenea, con un desplazamiento aproximado de 5.000 toneladas y aparejado por el gobierno japonés. Al parecer había sido construido en Glasgow en 1913, aunque un prisionero contó que alguien había visto una placa que rezaba: "Liverpool, 1908". Había pertenecido a tres navieras británicas diferentes hasta que recaló en manos japonesas. Había cambiado cinco veces de nombre. El último, Junyo, significa "halcón" en japonés. Maru es simplemente la designación normalizada japonesa para mercante (*).
El Junyo Maru tenía algo más de 400 pies [122 metros] de eslora y una manga de 53 pies [16 metros], y fue propiamente calificado por un prisionero como un "cubo de roña". El 18 de Septiembre de 1944 viajaba desde Batavia (actual Yakarta), Java, abarrotado con unos 2.300 prisioneros de guerra holandeses, británicos, australianos, indonesios y unos pocos americanos y unos 4.200 trabajadores esclavos javaneses, denominados romushas. Había zarpado hacia Padang al norte de la costa oeste de Sumatra. Su cargamento humano estaba destinado a trabajar en el tristemente célebre ferrocarril de Sumatra, que se construía para transportar carbón desde el oeste hasta la costa este de Sumatra, desde donde sería embarcado hacia Singapur.
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RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
mas.
Tal y como era habitual en los barcos infierno, las condiciones a bordo del Junyo Maru eran atroces. Entre las cubiertas los japoneses habían metido andamios de bambú para crear más cubiertas, y las bodegas las habían llenado de literas de tres o cuatro alturas. Cada nivel fue rellenado con prisioneros, muchos de ellos enfermos, débiles y consumidos. Las literas se ocuparon rápidamente. Muchos hombres tuvieron que permanecer de pie, otros tuvieron que sentarse con las piernas recogidas o que acurrucarse en bodegas cubiertas con una sustancia pegajosa y negra, seguramente los restos de un cargamento de caña de azúcar mezclados con los restos de posteriores cargamentos de carbón o mineral de hierro. Las dos bodegas de proa, números uno y dos, y la cubierta de proa se abarrotaron con los desgraciados romushas. La cubierta de popa y las bodegas tres y cuatro albergaron a los prisioneros de guerra.
No había agua suficiente, ni letrinas, excepto unas pocas cajas suspendidas por la borda desde la cubierta superior. Algunos prisioneros estaban demasiado débiles como para alcanzar estos primitivos servicios, y los excrementos humanos se acumulaban en las bodegas y goteaba por las escotillas. Algunos prisioneros permanecieron en la cubierta superior, expuestos al viento y la heladora lluvia durante la noche y al brutal sol del trópico durante el día; el resto se cocían en los hornos de hierro inferiores. Los hombres se sentaban en las grúas de carga y en las escotillas, de las que se había quitado todo tipo de cobertura para permitir un mayor paso de aire. Incluso antes de que la nave zarpara, la peste de los cuerpos humanos y sus excrementos era espantosa. Muchos prisioneros padecían malaria o disentería, o ambas. Algunos murieron; otros perdieron la cordura. La enfermedad y el debilitamiento llevaban a una muerte segura. Prácticamente no había sistemas salvavidas a bordo. Un bote salvavidas colgaba a cada lado de la isleta central, algunas balsas de goma se apilaban en la cubierta. Esto era todo a lo que los prisioneros podían aspirar. Un testigo dice que los japoneses se colocaron chalecos salvavidas nada mas zarpar, pero para los prisioneros no había chalecos.
Antes de que el Junyo Maru zarpara, un prisionero inglés realizó un desesperado intento de fuga arrojándose por la borda y nadando hacia la orilla. Fue capturado por algunos miembros de la tripulación en un lanchón, apaleado, devuelto al buque infierno y encadenado. Si alguien más trataba de escapar, se les dijo a los prisioneros, el castigo sería la muerte.
El Junyo Maru aparejó de Batavia el 16 de Septiembre. Girando al oeste por el estrecho de la Sonda, sobrepasó la volcánica isla de Krakatoa y tomó rumbo noroeste, paralelo a la costa oeste de Sumatra. El 17 aproó hacia el puerto de Padang, aproximadamente en el centro de esta alargada isla. Esa noche cayó una lluvia torrencial, empapando a los hombres en cubierta y colándose en la bodega para ir a mezclarse con la pegajosa masa en la que los hombres estaban sentados o acurrucados. Los prisioneros en cubierta, desprotegidos, temblaban por el frío, pero no había ningún refugio.
El buque navegaba a unas 15 ó 20 millas de la costa, escoltado por dos naves que un prisionero describió como una corveta y una cañonera, y durante el día bajo la cobertura de uno o dos aviones. Aunque los escoltas alguna vez circunnavegaban el carguero, la mayoría del viaje lo hicieron a su zaga, uno en cada banda. El comandante de la escolta puede que fuera descuidado, perezoso o ambas cosas, o puede que estuviera convencido de que este viaje sería un paseo. Si fue así, pronto se daría cuenta de lo equivocado que estaba.
En las azules aguas del océano Indico un reluciente escualo de acero aguardaba, acechando las rutas de navegación japonesas a lo largo de la costa de Sumatra. Ningún escolta se interpondría entre él y su presa. Era el submarino Tradewind [Vientos Alisios], un clase Tritón de doble hélice de la Royal Navy, comandado por Capitán de Corveta S.L.C. Maydon. Un buque nuevo, puesto en servicio justo un año antes en Chatham, Inglaterra, el Tradewind desplazaba 1.300 toneladas. Podía dar más de 15 nudos en superficie y casi 9 sumergido. Y podía ser demoledor: montaba 11 tubos lanzatorpedos de 21 pulgadas [533 milímetros] con 17 cargas, y un impresionante armamento de superficie con un cañón de 4 pulgadas [102 mm.], un Oerlikon anti-aéreo de 20 mm. y tres ametralladoras. Su radio de patrulla era de 8.000 millas a 8 nudos.
El Tradewind había zarpado de Trincomalee, Ceilán (actual Sri Lanka), el 8 de Septiembre. Para el 17 ya se hallaba cruzando su zona de patrulla, aunque se hallaba seriamente mermado por fallos tanto en su radar como en su periscopio principal. Pero su comandante estaba hecho de buena pasta, y estaba decidido a continuar su patrulla un día más.
Tal y como era habitual en los barcos infierno, las condiciones a bordo del Junyo Maru eran atroces. Entre las cubiertas los japoneses habían metido andamios de bambú para crear más cubiertas, y las bodegas las habían llenado de literas de tres o cuatro alturas. Cada nivel fue rellenado con prisioneros, muchos de ellos enfermos, débiles y consumidos. Las literas se ocuparon rápidamente. Muchos hombres tuvieron que permanecer de pie, otros tuvieron que sentarse con las piernas recogidas o que acurrucarse en bodegas cubiertas con una sustancia pegajosa y negra, seguramente los restos de un cargamento de caña de azúcar mezclados con los restos de posteriores cargamentos de carbón o mineral de hierro. Las dos bodegas de proa, números uno y dos, y la cubierta de proa se abarrotaron con los desgraciados romushas. La cubierta de popa y las bodegas tres y cuatro albergaron a los prisioneros de guerra.
No había agua suficiente, ni letrinas, excepto unas pocas cajas suspendidas por la borda desde la cubierta superior. Algunos prisioneros estaban demasiado débiles como para alcanzar estos primitivos servicios, y los excrementos humanos se acumulaban en las bodegas y goteaba por las escotillas. Algunos prisioneros permanecieron en la cubierta superior, expuestos al viento y la heladora lluvia durante la noche y al brutal sol del trópico durante el día; el resto se cocían en los hornos de hierro inferiores. Los hombres se sentaban en las grúas de carga y en las escotillas, de las que se había quitado todo tipo de cobertura para permitir un mayor paso de aire. Incluso antes de que la nave zarpara, la peste de los cuerpos humanos y sus excrementos era espantosa. Muchos prisioneros padecían malaria o disentería, o ambas. Algunos murieron; otros perdieron la cordura. La enfermedad y el debilitamiento llevaban a una muerte segura. Prácticamente no había sistemas salvavidas a bordo. Un bote salvavidas colgaba a cada lado de la isleta central, algunas balsas de goma se apilaban en la cubierta. Esto era todo a lo que los prisioneros podían aspirar. Un testigo dice que los japoneses se colocaron chalecos salvavidas nada mas zarpar, pero para los prisioneros no había chalecos.
Antes de que el Junyo Maru zarpara, un prisionero inglés realizó un desesperado intento de fuga arrojándose por la borda y nadando hacia la orilla. Fue capturado por algunos miembros de la tripulación en un lanchón, apaleado, devuelto al buque infierno y encadenado. Si alguien más trataba de escapar, se les dijo a los prisioneros, el castigo sería la muerte.
El Junyo Maru aparejó de Batavia el 16 de Septiembre. Girando al oeste por el estrecho de la Sonda, sobrepasó la volcánica isla de Krakatoa y tomó rumbo noroeste, paralelo a la costa oeste de Sumatra. El 17 aproó hacia el puerto de Padang, aproximadamente en el centro de esta alargada isla. Esa noche cayó una lluvia torrencial, empapando a los hombres en cubierta y colándose en la bodega para ir a mezclarse con la pegajosa masa en la que los hombres estaban sentados o acurrucados. Los prisioneros en cubierta, desprotegidos, temblaban por el frío, pero no había ningún refugio.
El buque navegaba a unas 15 ó 20 millas de la costa, escoltado por dos naves que un prisionero describió como una corveta y una cañonera, y durante el día bajo la cobertura de uno o dos aviones. Aunque los escoltas alguna vez circunnavegaban el carguero, la mayoría del viaje lo hicieron a su zaga, uno en cada banda. El comandante de la escolta puede que fuera descuidado, perezoso o ambas cosas, o puede que estuviera convencido de que este viaje sería un paseo. Si fue así, pronto se daría cuenta de lo equivocado que estaba.
En las azules aguas del océano Indico un reluciente escualo de acero aguardaba, acechando las rutas de navegación japonesas a lo largo de la costa de Sumatra. Ningún escolta se interpondría entre él y su presa. Era el submarino Tradewind [Vientos Alisios], un clase Tritón de doble hélice de la Royal Navy, comandado por Capitán de Corveta S.L.C. Maydon. Un buque nuevo, puesto en servicio justo un año antes en Chatham, Inglaterra, el Tradewind desplazaba 1.300 toneladas. Podía dar más de 15 nudos en superficie y casi 9 sumergido. Y podía ser demoledor: montaba 11 tubos lanzatorpedos de 21 pulgadas [533 milímetros] con 17 cargas, y un impresionante armamento de superficie con un cañón de 4 pulgadas [102 mm.], un Oerlikon anti-aéreo de 20 mm. y tres ametralladoras. Su radio de patrulla era de 8.000 millas a 8 nudos.
El Tradewind había zarpado de Trincomalee, Ceilán (actual Sri Lanka), el 8 de Septiembre. Para el 17 ya se hallaba cruzando su zona de patrulla, aunque se hallaba seriamente mermado por fallos tanto en su radar como en su periscopio principal. Pero su comandante estaba hecho de buena pasta, y estaba decidido a continuar su patrulla un día más.
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RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
Torpedeados, y el infierno se desato
Tanto él como la dotación de 61 hombres del Tradewind pronto obtuvieron un par de pequeños éxitos contra los japoneses. El día 13 el Tradewind emergió para abordar un sampán en la bahía de Sungei Pinang, desalojó a la tripulación de cinco hombres y un mono el mono se había ganado su sustento arrojando cocos desde los palmerales y lo hundió. Tres días después, frente a Indrapura Point, el Tradewind paró y abordó el Bintang Pasisir ( Estrella de la Orilla), un gran prao, permitiéndole continuar viaje cuando una rápida búsqueda reveló que cargaba tan sólo nuez moscada y canela en rama. Solamente la documentación del barco quedó retenida.
Como una hora después de abandonar al Bintang Pasisir, la tripulación del Tradewind abordó otro prao, descubriendo que cargaba cemento para los japoneses. Siete de los ocho tripulantes fueron enviados a la orilla en un bote el octavo dijo que prefería quedar prisionero de los británicos y la partida de abordaje colocó en el prao dos cargas de demolición. Voló por los aires, y así consta en el informe del comandante Maydon, "con un satisfactorio esparcimiento del cemento japonés". En este momento alguien del submarino estudió con detenimiento la documentación del Bintang Pasisir, descubriendo que aparte de la inocente carga de nueces y canela también portaba cemento, hierro y barriles de clavos. Al igual que el cemento satisfactoriamente esparcido por el Tradewind, este cargamento también era para los japoneses de Benkulen, en la costa sur de Sumatra.
Así que el Tradewind invirtió la marcha en busca del prao, lo que consiguió un par de horas después. La dotación de la nave fue enviada a tierra, y Maydon ordenó quemar el Bintang Pasisir, luego lo acribilló con el Oerlikon. Mientras el prao se hundía el Tradewind partió en busca de caza mayor.
Dos días más tarde, el 18, la encontró. Alrededor de las 3 P. M., el oficial de guardia, el alférez de navío en la reserva P. C. Daley, divisó un penacho de humo a través del periscopio secundario, unas 13.000 yardas [11.900 metros] al sur. Maydon ordenó a toda máquina hacia el blanco. Puesto que, y así lo hace constar Maydon en su informe, "el cálculo de la distancia y de la velocidad mediante el periscopio secundario es muy imprecisa por encima de las 4.000 yardas" tuvo que cerrar distancias. Según lo hacía descubrió que se aproximaba a "un viejo mercante", un buque de tres islas, de unas 4.000 a 5.000 toneladas con una sola chimenea y dos mástiles. Maydon calculó que cargaría "unos dos tercios de su capacidad total". A larga distancia, sin el periscopio principal, no pudo imaginar cual era su carga.
El comandante del Tradewind pudo apreciar que el carguero tenía dos escoltas uno a estribor y otro por la aleta de babor. Fueron identificados en el informe de patrulla del Tradewind como lanchas a motor y la tripulación captó sus ecos en el radar. A pesar de su presencia, Maydon decidió a tacar, calculando que la velocidad del blanco sería de unos 8 nudos por los ecos del asdic (sonar). El blanco estaba zigzagueando, pero "zigzagueó complaciente de nuevo a su derrota original". Por lo que, poco antes de las 4 P. M., el Tradewind se hallaba en posición con un ángulo correcto sobre la derrota del lento carguero y a unas 1.800 yardas.
Momentos después el Tradewind disparó 4 torpedos con intervalos de 15 segundos, se sumergió y viró. Como un minuto y medio más tarde la tripulación oyó una explosión, y 15 segundos después otra. Los escoltas del Junyo Maru prepararon un ataque con cargas de profundidad, lanzando tres, pero para entonces el submarino se hallaba muy profundo y alejándose. Pasado algo más de un cuarto de hora tras el segundo impacto de torpedo, el asdic del Tradewind captaba los crujidos del destrozado pecio.
Dado que el periscopio principal estaba fuera de servicio, el Tradewind no podía realizar una exhaustiva búsqueda de aviones o de apreciar con exactitud el armamento que poseían los escoltas. Para que Maydon hubiera podido evaluar la fuerza de su armamento, como escribió en su informe, "hubiera sido necesario esperar a que hubieran rescatado a los náufragos para emerger y cañonearlos. Bajo las actuales circunstancias esto no se consideró prudente." Maydon recargó los tubos y esperó pacientemente hasta las 5 antes de volver a emerger a cota periscópica y arriesgarse a echar un vistazo por el periscopio secundario. La mar se hallaba vacía, excepto por la silueta de un escolta a unas tres millas. El blanco había desaparecido, y el Tradewind se marchó. La noche le cogió navegando en superficie hacia el sur a través de una lluvia torrencial. A su estela, en la oscuridad, la mar se hallaba llena de hombres agonizantes.
El Junyo Maru se había ido al fondo, y lo había hecho rápidamente. Un torpedo había impactado en su proa, el segundo en su popa, el primero lanzó al aire una lluvia de restos metal, madera y seres humanos. El dañado carguero pronto comenzó a hundirse por la popa, mientras su sirena aullaba. El pánico cundió en las abarrotadas bodegas.
Los prisioneros de su interior tan sólo disponían de una escala de hierro por la que huir de su trampa de acero, y los hombres lucharon y pelearon por alcanzar esta única salida. Otros lograron encaramarse y alzarse a pulso por las escotillas. Algunos hombres tras alcanzar la cubierta ayudaron a que otros pudieran escapar de la confusa masa de la bodega. En cubierta el oficial de mayor rango de entre los prisioneros, un capitán inglés llamado Upton, daba órdenes para despejar la zona de las lanchas de goma y poder botarlas. Muchos de los cautivos se pusieron a trabajar siguiendo sus indicaciones. Mientras tanto los guardas japoneses corrían arriba y abajo sin sentido algunos saltaron al agua llevando todavía sus fusiles.
Tanto él como la dotación de 61 hombres del Tradewind pronto obtuvieron un par de pequeños éxitos contra los japoneses. El día 13 el Tradewind emergió para abordar un sampán en la bahía de Sungei Pinang, desalojó a la tripulación de cinco hombres y un mono el mono se había ganado su sustento arrojando cocos desde los palmerales y lo hundió. Tres días después, frente a Indrapura Point, el Tradewind paró y abordó el Bintang Pasisir ( Estrella de la Orilla), un gran prao, permitiéndole continuar viaje cuando una rápida búsqueda reveló que cargaba tan sólo nuez moscada y canela en rama. Solamente la documentación del barco quedó retenida.
Como una hora después de abandonar al Bintang Pasisir, la tripulación del Tradewind abordó otro prao, descubriendo que cargaba cemento para los japoneses. Siete de los ocho tripulantes fueron enviados a la orilla en un bote el octavo dijo que prefería quedar prisionero de los británicos y la partida de abordaje colocó en el prao dos cargas de demolición. Voló por los aires, y así consta en el informe del comandante Maydon, "con un satisfactorio esparcimiento del cemento japonés". En este momento alguien del submarino estudió con detenimiento la documentación del Bintang Pasisir, descubriendo que aparte de la inocente carga de nueces y canela también portaba cemento, hierro y barriles de clavos. Al igual que el cemento satisfactoriamente esparcido por el Tradewind, este cargamento también era para los japoneses de Benkulen, en la costa sur de Sumatra.
Así que el Tradewind invirtió la marcha en busca del prao, lo que consiguió un par de horas después. La dotación de la nave fue enviada a tierra, y Maydon ordenó quemar el Bintang Pasisir, luego lo acribilló con el Oerlikon. Mientras el prao se hundía el Tradewind partió en busca de caza mayor.
Dos días más tarde, el 18, la encontró. Alrededor de las 3 P. M., el oficial de guardia, el alférez de navío en la reserva P. C. Daley, divisó un penacho de humo a través del periscopio secundario, unas 13.000 yardas [11.900 metros] al sur. Maydon ordenó a toda máquina hacia el blanco. Puesto que, y así lo hace constar Maydon en su informe, "el cálculo de la distancia y de la velocidad mediante el periscopio secundario es muy imprecisa por encima de las 4.000 yardas" tuvo que cerrar distancias. Según lo hacía descubrió que se aproximaba a "un viejo mercante", un buque de tres islas, de unas 4.000 a 5.000 toneladas con una sola chimenea y dos mástiles. Maydon calculó que cargaría "unos dos tercios de su capacidad total". A larga distancia, sin el periscopio principal, no pudo imaginar cual era su carga.
El comandante del Tradewind pudo apreciar que el carguero tenía dos escoltas uno a estribor y otro por la aleta de babor. Fueron identificados en el informe de patrulla del Tradewind como lanchas a motor y la tripulación captó sus ecos en el radar. A pesar de su presencia, Maydon decidió a tacar, calculando que la velocidad del blanco sería de unos 8 nudos por los ecos del asdic (sonar). El blanco estaba zigzagueando, pero "zigzagueó complaciente de nuevo a su derrota original". Por lo que, poco antes de las 4 P. M., el Tradewind se hallaba en posición con un ángulo correcto sobre la derrota del lento carguero y a unas 1.800 yardas.
Momentos después el Tradewind disparó 4 torpedos con intervalos de 15 segundos, se sumergió y viró. Como un minuto y medio más tarde la tripulación oyó una explosión, y 15 segundos después otra. Los escoltas del Junyo Maru prepararon un ataque con cargas de profundidad, lanzando tres, pero para entonces el submarino se hallaba muy profundo y alejándose. Pasado algo más de un cuarto de hora tras el segundo impacto de torpedo, el asdic del Tradewind captaba los crujidos del destrozado pecio.
Dado que el periscopio principal estaba fuera de servicio, el Tradewind no podía realizar una exhaustiva búsqueda de aviones o de apreciar con exactitud el armamento que poseían los escoltas. Para que Maydon hubiera podido evaluar la fuerza de su armamento, como escribió en su informe, "hubiera sido necesario esperar a que hubieran rescatado a los náufragos para emerger y cañonearlos. Bajo las actuales circunstancias esto no se consideró prudente." Maydon recargó los tubos y esperó pacientemente hasta las 5 antes de volver a emerger a cota periscópica y arriesgarse a echar un vistazo por el periscopio secundario. La mar se hallaba vacía, excepto por la silueta de un escolta a unas tres millas. El blanco había desaparecido, y el Tradewind se marchó. La noche le cogió navegando en superficie hacia el sur a través de una lluvia torrencial. A su estela, en la oscuridad, la mar se hallaba llena de hombres agonizantes.
El Junyo Maru se había ido al fondo, y lo había hecho rápidamente. Un torpedo había impactado en su proa, el segundo en su popa, el primero lanzó al aire una lluvia de restos metal, madera y seres humanos. El dañado carguero pronto comenzó a hundirse por la popa, mientras su sirena aullaba. El pánico cundió en las abarrotadas bodegas.
Los prisioneros de su interior tan sólo disponían de una escala de hierro por la que huir de su trampa de acero, y los hombres lucharon y pelearon por alcanzar esta única salida. Otros lograron encaramarse y alzarse a pulso por las escotillas. Algunos hombres tras alcanzar la cubierta ayudaron a que otros pudieran escapar de la confusa masa de la bodega. En cubierta el oficial de mayor rango de entre los prisioneros, un capitán inglés llamado Upton, daba órdenes para despejar la zona de las lanchas de goma y poder botarlas. Muchos de los cautivos se pusieron a trabajar siguiendo sus indicaciones. Mientras tanto los guardas japoneses corrían arriba y abajo sin sentido algunos saltaron al agua llevando todavía sus fusiles.
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RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
El final.
La tripulación logró poner en el agua los dos botes salvavidas que colgaban por los costados de la isleta central, y los prisioneros no sólo lanzaron las balsas de goma, sino trozos de madera y todo aquello que pudiera flotar. Cada vez más hombres saltaban por la borda según el agonizante carguero se hundía más de la popa. Desde el agua los hombres podían apreciar los boquetes de los torpedos en sus bandas, enormes brechas de unos 20 pies [6 metros].
Mientras el cañonero cruzaba la zona lanzando cargas de profundidad, la corveta comenzó a recoger supervivientes. Algunos prisioneros fueron recogidos, pero la mayoría de los rescatados fueron japoneses, cada uno de los cuales ondeaba una pequeña bandera japonesa, al parecer eran parte de su equipo.
Los aterrorizados romushas se agruparon en la proa. Tan sólo unos pocos intentaron salvarse arrojándose por la borda, otros pocos trataron de subir al mástil de proa para escapar de las ascendientes aguas. En ese momento los japoneses tenían ya uno de los botes salvavidas en el agua, pero se inundó rápidamente debido a un agujero. Cuando los prisioneros trataron de aferrarse a los costados del semihundido bote, los japoneses los rechazaron a hachazos.
Cuanto más se hundía en el agua el Junyo Maru, más se elevaba su proa en el aire y el grupo de romushas comenzó a deslizarse hacia la popa y las despiadadas aguas. Entonces el carguero se deslizó velozmente hacia abajo, su proa casi vertical, y desapareció, dejando la superficie del Océano Indico cubierta de hombres luchando por sobrevivir.
La noche cayó y las estrellas hicieron su aparición. Los supervivientes se aferraban a lanchas y restos mientras duraban las fuerzas. A su alrededor todo era hombres agonizantes en la noche, gritando por ayuda en la oscuridad, pero la ayuda no llegaba. Un grupo recogió a los camaradas más cansados en su casi hundida lancha y se alejó de los gritos, temiendo que su balsa no podría con un solo hombre más. Algunos nadadores finalmente renunciaban, dejándose arrastrar bajo las aguas. Un hombre mordió a otro en el cuello para beber su sangre. Al amanecer, la corveta japonesa regresó y algunos de los que todavía estaban vivos fueron recogidos. El resto fue abandonado.
De los aproximadamente 1.700 prisioneros de guerra occidentales y 500 indonesios, 1.500 murieron. De los romushas, más de 4.300, tan sólo un par de cientos sobrevivieron. Siendo tan precisos como es posible, más de 5.600 hombres se hundieron con el Junyo Maru o perecieron posteriormente en la mar. Esto sin contar los supervivientes que trabajaron hasta la muerte, fueron asesinados o fallecieron por enfermedades a 120º [Fahrenheit, 50º Celsius] durante la construcción del ferrocarril de Sumatra. De los 680 rescatados de la mar y enviados a trabajar al ferrocarril, según un superviviente escribió, solamente 96 prisioneros de guerra sobrevivieron; no hubo supervivientes entre los desgraciados romushas.
Tanto el Tradewind como su capitán sobrevivieron a la guerra. El submarino estuvo en servicio hasta su pase a la reserva naval en Portsmouth en 1953. Fue desguazado dos años después. Durante muchos años Maydon no supo nada del cargamento del buque que había hundido al oeste de Sumatra. No fue hasta muchos años después del hundimiento en que empezó a cartearse con un superviviente, cuando preguntó por la carga del Junyo Maru. Los submarinistas siempre habían temido, escribió, que "pudiéramos hundir a nuestra propia gente." Sólo entonces supo, por boca del superviviente, que sus torpedos habían matado a cientos de compatriotas y aliados. El efecto de esta revelación en Maydon solamente podemos imaginarlo.
Nadie culpa al comandante del Tradewind, un bravo marino cumpliendo con sus órdenes, ni a los combatientes occidentales cuyas bombas y torpedos acabaron con las vidas de muchos aliados y compatriotas. La auténtica culpa recae en los japoneses, no sólo por su cruel y brutal trato hacia los prisioneros y los trabajadores esclavos, sino por su negativa a mostrar la cruz roja como aviso que aquellos buques infierno transportaban prisioneros de guerra. Enarbolar este respetado símbolo no hubiera costado nada. Y se hubieran salvado cientos de vidas. Algunas cosas son difíciles de perdonar.
La tripulación logró poner en el agua los dos botes salvavidas que colgaban por los costados de la isleta central, y los prisioneros no sólo lanzaron las balsas de goma, sino trozos de madera y todo aquello que pudiera flotar. Cada vez más hombres saltaban por la borda según el agonizante carguero se hundía más de la popa. Desde el agua los hombres podían apreciar los boquetes de los torpedos en sus bandas, enormes brechas de unos 20 pies [6 metros].
Mientras el cañonero cruzaba la zona lanzando cargas de profundidad, la corveta comenzó a recoger supervivientes. Algunos prisioneros fueron recogidos, pero la mayoría de los rescatados fueron japoneses, cada uno de los cuales ondeaba una pequeña bandera japonesa, al parecer eran parte de su equipo.
Los aterrorizados romushas se agruparon en la proa. Tan sólo unos pocos intentaron salvarse arrojándose por la borda, otros pocos trataron de subir al mástil de proa para escapar de las ascendientes aguas. En ese momento los japoneses tenían ya uno de los botes salvavidas en el agua, pero se inundó rápidamente debido a un agujero. Cuando los prisioneros trataron de aferrarse a los costados del semihundido bote, los japoneses los rechazaron a hachazos.
Cuanto más se hundía en el agua el Junyo Maru, más se elevaba su proa en el aire y el grupo de romushas comenzó a deslizarse hacia la popa y las despiadadas aguas. Entonces el carguero se deslizó velozmente hacia abajo, su proa casi vertical, y desapareció, dejando la superficie del Océano Indico cubierta de hombres luchando por sobrevivir.
La noche cayó y las estrellas hicieron su aparición. Los supervivientes se aferraban a lanchas y restos mientras duraban las fuerzas. A su alrededor todo era hombres agonizantes en la noche, gritando por ayuda en la oscuridad, pero la ayuda no llegaba. Un grupo recogió a los camaradas más cansados en su casi hundida lancha y se alejó de los gritos, temiendo que su balsa no podría con un solo hombre más. Algunos nadadores finalmente renunciaban, dejándose arrastrar bajo las aguas. Un hombre mordió a otro en el cuello para beber su sangre. Al amanecer, la corveta japonesa regresó y algunos de los que todavía estaban vivos fueron recogidos. El resto fue abandonado.
De los aproximadamente 1.700 prisioneros de guerra occidentales y 500 indonesios, 1.500 murieron. De los romushas, más de 4.300, tan sólo un par de cientos sobrevivieron. Siendo tan precisos como es posible, más de 5.600 hombres se hundieron con el Junyo Maru o perecieron posteriormente en la mar. Esto sin contar los supervivientes que trabajaron hasta la muerte, fueron asesinados o fallecieron por enfermedades a 120º [Fahrenheit, 50º Celsius] durante la construcción del ferrocarril de Sumatra. De los 680 rescatados de la mar y enviados a trabajar al ferrocarril, según un superviviente escribió, solamente 96 prisioneros de guerra sobrevivieron; no hubo supervivientes entre los desgraciados romushas.
Tanto el Tradewind como su capitán sobrevivieron a la guerra. El submarino estuvo en servicio hasta su pase a la reserva naval en Portsmouth en 1953. Fue desguazado dos años después. Durante muchos años Maydon no supo nada del cargamento del buque que había hundido al oeste de Sumatra. No fue hasta muchos años después del hundimiento en que empezó a cartearse con un superviviente, cuando preguntó por la carga del Junyo Maru. Los submarinistas siempre habían temido, escribió, que "pudiéramos hundir a nuestra propia gente." Sólo entonces supo, por boca del superviviente, que sus torpedos habían matado a cientos de compatriotas y aliados. El efecto de esta revelación en Maydon solamente podemos imaginarlo.
Nadie culpa al comandante del Tradewind, un bravo marino cumpliendo con sus órdenes, ni a los combatientes occidentales cuyas bombas y torpedos acabaron con las vidas de muchos aliados y compatriotas. La auténtica culpa recae en los japoneses, no sólo por su cruel y brutal trato hacia los prisioneros y los trabajadores esclavos, sino por su negativa a mostrar la cruz roja como aviso que aquellos buques infierno transportaban prisioneros de guerra. Enarbolar este respetado símbolo no hubiera costado nada. Y se hubieran salvado cientos de vidas. Algunas cosas son difíciles de perdonar.
                                    Â
RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
[citando a: santiagoruiz][citando a: Georg]
Josef Zwernemann:
Erich Hartmann fue su flanqueador a principios de su participación en la guerra. En abril de 1944 Zwernemann peleaba en Italia contra la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. En un combate contra P-51 Mustangs fue alcanzado y tuvo que lanzarse en paracaídas cerca del Lago Garde. Mientras bajaba, los Mustangs lo ametrallaron, matándolo. Los pilotos americanos, por cierto, fueron los únicos que de manera regular recurrían a la práctica de ametrallar a pilotos que bajaban en paracaídas
http://pilotosdelaluftwaffe.tripod.com/lw-hechos3.htm
http://www.forosegundaguerra.com/viewtopic.php?p=79118
http://www.google.es/search?sourceid=navclient&hl=es&ie=UTF-8&rlz=1T4GZEZ_esES282ES282&q=Luftwaffe+piloto+pilotos+americanos+paracaidas
Gracias amigo mio, quien lo hubiera pensado de los norteamericanos, de los rusos me lo creo todo, pero no lo imagine.
saludos
A mí tambien me sorprendió, pero de todas formas, ya sabeis eso de que la historia la escriben los vencedores. Pero el tiempo es fiel aliado de la verdad , y poco a poco se van descubriendo las barbaridades que cometieron todos los contendientes.
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RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
Os tengo un poco abandonados...:R Perdonadme chicos...
Voy a transcribir una historia que he encontrado en el libro "Kaputt"de Curzio Malaparte. Advierto que no he podido confirmar si es verídica. En este libro Malaparte (que era corresponsal de guerra y capitán de "alpini" italiano), narra sus experiencias en la guerra de un modo demasiado surrealista, onírico y un tanto alucinatorio por lo que es dificil saber qué es verídico y qué metafórico...Por lo que he podico ver por ahí hay gente que le da veracidad y otros no...yo me inclino a pensar que es una metáfora pero como es escalofriante os la pongo...Nos situamos en la toma del IStmo de Carelia por las tropas finlandesas en la Guerra de continuación (1941-42):
"El hecho sucedió en octubre del año pasado. Las vanguardias finlandesas al rebasar la selva de Vroksi, asomaron al umbral del salvaje e ilimitado bosque de Raikkola. El bosque estaba lleno de tropas rusas. Casi toda la artillería soviética de sector septentrional del istmo de Carelia huyendo de la redada de los soldados finlandeses, se había dirigido hacia el lago Ladoga, con la esperanza de poder embarcar las piezas y los caballos, poniéndolos a salvo al otro lado del lago. Pero las gabarras y los remolcadores soviéticos tardaban en llegar; cada hora de retraso podría ser fatal, ya que a causa del intenso y rabioso frío podía helarse el lago de un momento a otro. Mientras tanto las tropas finlandesas compuestas de sissit se insinuaban por los alrededores del bosque y cercaban a los rusos por todas partes atacándoles por los flancos y la espalda.
El tercer día, un enorme incendió iluminó el bosque de Raikkola. Los hombres, los caballos y los árboles aprisionados en el terrible cerco de fuego, lanzaban terribles voces. Los sissit asediaban el incendio, diparando contra el muro de llamas y humo para taponar toda salida. Enloquecidos de terror, los caballos de la artillería soviética, en número casi de un millar, se arrojaron a la hoguera, rompiendo el asedio de las llamas y las ametralladoras. Muchos perecieron en el fuego pero la mayoría alcanzó la orilla del lago y se echó al agua.
El lago es poco profundo en aquel punto, apenas tiene dos metros, pero a un centenar de pasos de la orilla, el fondo se precipita en cortado. Reducidos a aquel breve espacio (la orilla en esta parte del Ladoga forma una pequeña ensenada), entre el agua profunda y la muralla de fuego, los caballos se agruparon temblando de frío y de miedo, con la cabeza erguida fuera del agua. Los más cercanos a la orilla, asaltados por las lenguas de llamas, se encabritaban y se montaban sobre sus compañeros, intentando alejarse a patadas y mordiscos. En el furor de la refriega fueron soprendidos por el hielo. Durante las noches baja el viento del Norte (El viento del Norte baja gritando como un angel exterminador, del mar de Murmansk, y la tierra muere repentinamente). EL frío se hace terrible y agudísimo. De golpe, con su característico y vibrante sonido de cristal golpeado, se heló el agua. EL mar, los lagos, los ríos se hielan de repente, debido a la rotura, que sucede de un instante a otro, del equilibrio térmico. Hasta la onda marina se detiene en el aire, convirtiéndose en una onda de hielo en el vacío.
AL día siguiente, cuando las primeras patrullas de sissit, de chamuscados cabellos y tiznados rostros, caminando cautelosos sobre las cenizas todavía calientes a través del bosque carbonizado, llegaron a la orilla del lago, un horrendo y maravillosos espectaculo apareció ante sus ojos. El lago era como una inmensa lápida de marmol blanco, sobre la que aparecían como colocadas centenares y centenares de cabezas de caballos. Daban la impresión de estar cortadas por el filo de una guillotina, pues eran sólo las cabezas las que emergían de la costra de hielo. Todas miraban hacia la orilla. En los ojos abiertos brillaba aun la blanca llama del terror. Junto a la orilla un revoltijo de caballos ferozmente encabritados, salía fuera de la carcel de hielo.
Luego vino el invierno, el viento del Norte barría silbando la nieve. La superficie del lago estaba siempre limpia y tersa como para un partido de hockey. En los opacos días del interminable invierno, hacía el mediodía cuando cae del cielo un poco de luz mortecina, los soldados del coronel Merikallio, bajaban al lago e iban a sentarse sobre las cabezas de los caballos que parecían las de un tiovivo."
:8:8:8:8:8:8:8:8:8:8:8:8::8:8:8:8:8:8:8:8:8:8:8:8:8
Supuestamente, hasta que llegó el deshielo no pudieron sacar a los caballos de su jaula y el aire se lleno del aroma fofo de la carne putrefacta...
Ya digo que me inclino a pensar que es una metáfora sobre la guerra...pero ¿no se os han puesto los pelos como escarpias? A mi se me ponen cada vez que lo leo...:_(
Saludos, camaradas
Voy a transcribir una historia que he encontrado en el libro "Kaputt"de Curzio Malaparte. Advierto que no he podido confirmar si es verídica. En este libro Malaparte (que era corresponsal de guerra y capitán de "alpini" italiano), narra sus experiencias en la guerra de un modo demasiado surrealista, onírico y un tanto alucinatorio por lo que es dificil saber qué es verídico y qué metafórico...Por lo que he podico ver por ahí hay gente que le da veracidad y otros no...yo me inclino a pensar que es una metáfora pero como es escalofriante os la pongo...Nos situamos en la toma del IStmo de Carelia por las tropas finlandesas en la Guerra de continuación (1941-42):
"El hecho sucedió en octubre del año pasado. Las vanguardias finlandesas al rebasar la selva de Vroksi, asomaron al umbral del salvaje e ilimitado bosque de Raikkola. El bosque estaba lleno de tropas rusas. Casi toda la artillería soviética de sector septentrional del istmo de Carelia huyendo de la redada de los soldados finlandeses, se había dirigido hacia el lago Ladoga, con la esperanza de poder embarcar las piezas y los caballos, poniéndolos a salvo al otro lado del lago. Pero las gabarras y los remolcadores soviéticos tardaban en llegar; cada hora de retraso podría ser fatal, ya que a causa del intenso y rabioso frío podía helarse el lago de un momento a otro. Mientras tanto las tropas finlandesas compuestas de sissit se insinuaban por los alrededores del bosque y cercaban a los rusos por todas partes atacándoles por los flancos y la espalda.
El tercer día, un enorme incendió iluminó el bosque de Raikkola. Los hombres, los caballos y los árboles aprisionados en el terrible cerco de fuego, lanzaban terribles voces. Los sissit asediaban el incendio, diparando contra el muro de llamas y humo para taponar toda salida. Enloquecidos de terror, los caballos de la artillería soviética, en número casi de un millar, se arrojaron a la hoguera, rompiendo el asedio de las llamas y las ametralladoras. Muchos perecieron en el fuego pero la mayoría alcanzó la orilla del lago y se echó al agua.
El lago es poco profundo en aquel punto, apenas tiene dos metros, pero a un centenar de pasos de la orilla, el fondo se precipita en cortado. Reducidos a aquel breve espacio (la orilla en esta parte del Ladoga forma una pequeña ensenada), entre el agua profunda y la muralla de fuego, los caballos se agruparon temblando de frío y de miedo, con la cabeza erguida fuera del agua. Los más cercanos a la orilla, asaltados por las lenguas de llamas, se encabritaban y se montaban sobre sus compañeros, intentando alejarse a patadas y mordiscos. En el furor de la refriega fueron soprendidos por el hielo. Durante las noches baja el viento del Norte (El viento del Norte baja gritando como un angel exterminador, del mar de Murmansk, y la tierra muere repentinamente). EL frío se hace terrible y agudísimo. De golpe, con su característico y vibrante sonido de cristal golpeado, se heló el agua. EL mar, los lagos, los ríos se hielan de repente, debido a la rotura, que sucede de un instante a otro, del equilibrio térmico. Hasta la onda marina se detiene en el aire, convirtiéndose en una onda de hielo en el vacío.
AL día siguiente, cuando las primeras patrullas de sissit, de chamuscados cabellos y tiznados rostros, caminando cautelosos sobre las cenizas todavía calientes a través del bosque carbonizado, llegaron a la orilla del lago, un horrendo y maravillosos espectaculo apareció ante sus ojos. El lago era como una inmensa lápida de marmol blanco, sobre la que aparecían como colocadas centenares y centenares de cabezas de caballos. Daban la impresión de estar cortadas por el filo de una guillotina, pues eran sólo las cabezas las que emergían de la costra de hielo. Todas miraban hacia la orilla. En los ojos abiertos brillaba aun la blanca llama del terror. Junto a la orilla un revoltijo de caballos ferozmente encabritados, salía fuera de la carcel de hielo.
Luego vino el invierno, el viento del Norte barría silbando la nieve. La superficie del lago estaba siempre limpia y tersa como para un partido de hockey. En los opacos días del interminable invierno, hacía el mediodía cuando cae del cielo un poco de luz mortecina, los soldados del coronel Merikallio, bajaban al lago e iban a sentarse sobre las cabezas de los caballos que parecían las de un tiovivo."
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Supuestamente, hasta que llegó el deshielo no pudieron sacar a los caballos de su jaula y el aire se lleno del aroma fofo de la carne putrefacta...
Ya digo que me inclino a pensar que es una metáfora sobre la guerra...pero ¿no se os han puesto los pelos como escarpias? A mi se me ponen cada vez que lo leo...:_(
Saludos, camaradas
"Si el Rey de España tuviera
cuatro como Barceló,
Gibraltar fuera de España
que de los ingleses, no."
Coplilla popular. Cadiz, siglo XVIII
cuatro como Barceló,
Gibraltar fuera de España
que de los ingleses, no."
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- santiagoruiz
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RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
[citando a: Joseph_Porta]
Os tengo un poco abandonados...:R Perdonadme chicos...
Voy a transcribir una historia que he encontrado en el libro "Kaputt"de Curzio Malaparte. Advierto que no he podido confirmar si es verídica. En este libro Malaparte (que era corresponsal de guerra y capitán de "alpini" italiano), narra sus experiencias en la guerra de un modo demasiado surrealista, onírico y un tanto alucinatorio por lo que es dificil saber qué es verídico y qué metafórico...Por lo que he podico ver por ahí hay gente que le da veracidad y otros no...yo me inclino a pensar que es una metáfora pero como es escalofriante os la pongo...Nos situamos en la toma del IStmo de Carelia por las tropas finlandesas en la Guerra de continuación (1941-42):
"El hecho sucedió en octubre del año pasado. Las vanguardias finlandesas al rebasar la selva de Vroksi, asomaron al umbral del salvaje e ilimitado bosque de Raikkola. El bosque estaba lleno de tropas rusas. Casi toda la artillería soviética de sector septentrional del istmo de Carelia huyendo de la redada de los soldados finlandeses, se había dirigido hacia el lago Ladoga, con la esperanza de poder embarcar las piezas y los caballos, poniéndolos a salvo al otro lado del lago. Pero las gabarras y los remolcadores soviéticos tardaban en llegar; cada hora de retraso podría ser fatal, ya que a causa del intenso y rabioso frío podía helarse el lago de un momento a otro. Mientras tanto las tropas finlandesas compuestas de sissit se insinuaban por los alrededores del bosque y cercaban a los rusos por todas partes atacándoles por los flancos y la espalda.
El tercer día, un enorme incendió iluminó el bosque de Raikkola. Los hombres, los caballos y los árboles aprisionados en el terrible cerco de fuego, lanzaban terribles voces. Los sissit asediaban el incendio, diparando contra el muro de llamas y humo para taponar toda salida. Enloquecidos de terror, los caballos de la artillería soviética, en número casi de un millar, se arrojaron a la hoguera, rompiendo el asedio de las llamas y las ametralladoras. Muchos perecieron en el fuego pero la mayoría alcanzó la orilla del lago y se echó al agua.
El lago es poco profundo en aquel punto, apenas tiene dos metros, pero a un centenar de pasos de la orilla, el fondo se precipita en cortado. Reducidos a aquel breve espacio (la orilla en esta parte del Ladoga forma una pequeña ensenada), entre el agua profunda y la muralla de fuego, los caballos se agruparon temblando de frío y de miedo, con la cabeza erguida fuera del agua. Los más cercanos a la orilla, asaltados por las lenguas de llamas, se encabritaban y se montaban sobre sus compañeros, intentando alejarse a patadas y mordiscos. En el furor de la refriega fueron soprendidos por el hielo. Durante las noches baja el viento del Norte (El viento del Norte baja gritando como un angel exterminador, del mar de Murmansk, y la tierra muere repentinamente). EL frío se hace terrible y agudísimo. De golpe, con su característico y vibrante sonido de cristal golpeado, se heló el agua. EL mar, los lagos, los ríos se hielan de repente, debido a la rotura, que sucede de un instante a otro, del equilibrio térmico. Hasta la onda marina se detiene en el aire, convirtiéndose en una onda de hielo en el vacío.
AL día siguiente, cuando las primeras patrullas de sissit, de chamuscados cabellos y tiznados rostros, caminando cautelosos sobre las cenizas todavía calientes a través del bosque carbonizado, llegaron a la orilla del lago, un horrendo y maravillosos espectaculo apareció ante sus ojos. El lago era como una inmensa lápida de marmol blanco, sobre la que aparecían como colocadas centenares y centenares de cabezas de caballos. Daban la impresión de estar cortadas por el filo de una guillotina, pues eran sólo las cabezas las que emergían de la costra de hielo. Todas miraban hacia la orilla. En los ojos abiertos brillaba aun la blanca llama del terror. Junto a la orilla un revoltijo de caballos ferozmente encabritados, salía fuera de la carcel de hielo.
Luego vino el invierno, el viento del Norte barría silbando la nieve. La superficie del lago estaba siempre limpia y tersa como para un partido de hockey. En los opacos días del interminable invierno, hacía el mediodía cuando cae del cielo un poco de luz mortecina, los soldados del coronel Merikallio, bajaban al lago e iban a sentarse sobre las cabezas de los caballos que parecían las de un tiovivo."
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Supuestamente, hasta que llegó el deshielo no pudieron sacar a los caballos de su jaula y el aire se lleno del aroma fofo de la carne putrefacta...
Ya digo que me inclino a pensar que es una metáfora sobre la guerra...pero ¿no se os han puesto los pelos como escarpias? A mi se me ponen cada vez que lo leo...:_(
Saludos, camaradas
En finlandis era increible el frio, tal vez sea cierto, miles de rusos se congelaron y los amontonaban a la orilla del camino como troncos.
Da escalofrios pensar en estar alli. ;) ;) ;)
Saludos porta.
                                    Â
RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
[citando a: santiagoruiz][citando a: Joseph_Porta]
Os tengo un poco abandonados...:R Perdonadme chicos...
Voy a transcribir una historia que he encontrado en el libro "Kaputt"de Curzio Malaparte. Advierto que no he podido confirmar si es verídica. En este libro Malaparte (que era corresponsal de guerra y capitán de "alpini" italiano), narra sus experiencias en la guerra de un modo demasiado surrealista, onírico y un tanto alucinatorio por lo que es dificil saber qué es verídico y qué metafórico...Por lo que he podico ver por ahí hay gente que le da veracidad y otros no...yo me inclino a pensar que es una metáfora pero como es escalofriante os la pongo...Nos situamos en la toma del IStmo de Carelia por las tropas finlandesas en la Guerra de continuación (1941-42):
"El hecho sucedió en octubre del año pasado. Las vanguardias finlandesas al rebasar la selva de Vroksi, asomaron al umbral del salvaje e ilimitado bosque de Raikkola. El bosque estaba lleno de tropas rusas. Casi toda la artillería soviética de sector septentrional del istmo de Carelia huyendo de la redada de los soldados finlandeses, se había dirigido hacia el lago Ladoga, con la esperanza de poder embarcar las piezas y los caballos, poniéndolos a salvo al otro lado del lago. Pero las gabarras y los remolcadores soviéticos tardaban en llegar; cada hora de retraso podría ser fatal, ya que a causa del intenso y rabioso frío podía helarse el lago de un momento a otro. Mientras tanto las tropas finlandesas compuestas de sissit se insinuaban por los alrededores del bosque y cercaban a los rusos por todas partes atacándoles por los flancos y la espalda.
El tercer día, un enorme incendió iluminó el bosque de Raikkola. Los hombres, los caballos y los árboles aprisionados en el terrible cerco de fuego, lanzaban terribles voces. Los sissit asediaban el incendio, diparando contra el muro de llamas y humo para taponar toda salida. Enloquecidos de terror, los caballos de la artillería soviética, en número casi de un millar, se arrojaron a la hoguera, rompiendo el asedio de las llamas y las ametralladoras. Muchos perecieron en el fuego pero la mayoría alcanzó la orilla del lago y se echó al agua.
El lago es poco profundo en aquel punto, apenas tiene dos metros, pero a un centenar de pasos de la orilla, el fondo se precipita en cortado. Reducidos a aquel breve espacio (la orilla en esta parte del Ladoga forma una pequeña ensenada), entre el agua profunda y la muralla de fuego, los caballos se agruparon temblando de frío y de miedo, con la cabeza erguida fuera del agua. Los más cercanos a la orilla, asaltados por las lenguas de llamas, se encabritaban y se montaban sobre sus compañeros, intentando alejarse a patadas y mordiscos. En el furor de la refriega fueron soprendidos por el hielo. Durante las noches baja el viento del Norte (El viento del Norte baja gritando como un angel exterminador, del mar de Murmansk, y la tierra muere repentinamente). EL frío se hace terrible y agudísimo. De golpe, con su característico y vibrante sonido de cristal golpeado, se heló el agua. EL mar, los lagos, los ríos se hielan de repente, debido a la rotura, que sucede de un instante a otro, del equilibrio térmico. Hasta la onda marina se detiene en el aire, convirtiéndose en una onda de hielo en el vacío.
AL día siguiente, cuando las primeras patrullas de sissit, de chamuscados cabellos y tiznados rostros, caminando cautelosos sobre las cenizas todavía calientes a través del bosque carbonizado, llegaron a la orilla del lago, un horrendo y maravillosos espectaculo apareció ante sus ojos. El lago era como una inmensa lápida de marmol blanco, sobre la que aparecían como colocadas centenares y centenares de cabezas de caballos. Daban la impresión de estar cortadas por el filo de una guillotina, pues eran sólo las cabezas las que emergían de la costra de hielo. Todas miraban hacia la orilla. En los ojos abiertos brillaba aun la blanca llama del terror. Junto a la orilla un revoltijo de caballos ferozmente encabritados, salía fuera de la carcel de hielo.
Luego vino el invierno, el viento del Norte barría silbando la nieve. La superficie del lago estaba siempre limpia y tersa como para un partido de hockey. En los opacos días del interminable invierno, hacía el mediodía cuando cae del cielo un poco de luz mortecina, los soldados del coronel Merikallio, bajaban al lago e iban a sentarse sobre las cabezas de los caballos que parecían las de un tiovivo."
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Supuestamente, hasta que llegó el deshielo no pudieron sacar a los caballos de su jaula y el aire se lleno del aroma fofo de la carne putrefacta...
Ya digo que me inclino a pensar que es una metáfora sobre la guerra...pero ¿no se os han puesto los pelos como escarpias? A mi se me ponen cada vez que lo leo...:_(
Saludos, camaradas
En finlandis era increible el frio, tal vez sea cierto, miles de rusos se congelaron y los amontonaban a la orilla del camino como troncos.
Da escalofrios pensar en estar alli. ;) ;) ;)
Saludos porta.
Leí Kaput hace mas de veinte años y ciertamente, sea cierta o no, esa narración sigue rondando mi cabeza, mas aún porque tengo caballos y se que son mucho mejores que los hombres, de modo que la crueldad con esas nobles bestias es doblemente intolerable.
Saludos.
Cien millones de ducados en picos, palas y azadones para enterrar a los muertos del enemigo. [...] Finalmente, por la paciencia al haber escuchado estas pequeñeces del rey, que pide cuentas a quien le ha regalado un reino, cien millones de ducados.
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RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
Los animales en las guerras sufren mas que los soldados, y en esos climas mas. :_( :_( :_(
                                    Â
RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
Combate aereo España USA.
En noviembre de 1942 los Aliados desembarcaron en el Marruecos francés y en Argelia, lo que supuso llevar la guerra hasta las mismísimas fronteras españolas. Desde el principio, los aviones aliados violaron el espacio aéreo español de forma deliberada y continuada. En muchísimas ocasiones, estas violaciones dieron lugar a la aparición de cazas españoles en el área, que armados de paciencia y con órdenes expresas de Madrid no abrieron fuego contra los incursores.
Una de esas ocasiones en que los cazas españoles podrían haber causado una escabechina entre los aparatos aliados, tuvo lugar el 8 de noviembre, cuando varios cazas interceptaron una formación de C-47 Skytrains sin escolta cargados de paracaidistas en Estutel, cerca de Melilla. Sin embargo, los aparatos españoles no hicieron fuego, limitándose a escoltar a los aviones norteamericanos fuera del espacio aéreo propio.
Además de estos encuentros con aviones aliados, hubo otros menos amistosos con aparatos de la Francia de Vichy, llegando a combatir los He112 con Dewoitine 520 galos en varias ocasiones sin pérdidas por parte de ningún bando.
Sin embargo, los aliados siguieron sin respetar el espacio aéreo español, y el primer incidente serio ocurrió el 3 de marzo de 1943. Ese día, los puestos de observación de tierra observaron como una formación de cazabombarderos aliada violaba nuevamente la soberanía española cruzando a Marruecos desde Argelia. Recibida la noticia en el 27º Grupo de Caza, se ordenó que los Heinkels salieran a interceptarlos.
En noviembre de 1942 los Aliados desembarcaron en el Marruecos francés y en Argelia, lo que supuso llevar la guerra hasta las mismísimas fronteras españolas. Desde el principio, los aviones aliados violaron el espacio aéreo español de forma deliberada y continuada. En muchísimas ocasiones, estas violaciones dieron lugar a la aparición de cazas españoles en el área, que armados de paciencia y con órdenes expresas de Madrid no abrieron fuego contra los incursores.
Una de esas ocasiones en que los cazas españoles podrían haber causado una escabechina entre los aparatos aliados, tuvo lugar el 8 de noviembre, cuando varios cazas interceptaron una formación de C-47 Skytrains sin escolta cargados de paracaidistas en Estutel, cerca de Melilla. Sin embargo, los aparatos españoles no hicieron fuego, limitándose a escoltar a los aviones norteamericanos fuera del espacio aéreo propio.
Además de estos encuentros con aviones aliados, hubo otros menos amistosos con aparatos de la Francia de Vichy, llegando a combatir los He112 con Dewoitine 520 galos en varias ocasiones sin pérdidas por parte de ningún bando.
Sin embargo, los aliados siguieron sin respetar el espacio aéreo español, y el primer incidente serio ocurrió el 3 de marzo de 1943. Ese día, los puestos de observación de tierra observaron como una formación de cazabombarderos aliada violaba nuevamente la soberanía española cruzando a Marruecos desde Argelia. Recibida la noticia en el 27º Grupo de Caza, se ordenó que los Heinkels salieran a interceptarlos.
En algunos momentos y en algun lugar es conveniente llevarla, pero mi consejo es que cuanto menos mejor.
RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
El Teniente Miguel Entrena Klett, despegó inmediatamente con su He112B2 del aeródromo de Nador y ascendió hasta los 3.500m detectando casi inmediatamente la presencia de 11 cazabombarderos norteamericanos (P-38F1 Lightnings del 14th Fighter Group con base en Youk-les-Bains, Argelia) volando en dos formaciones, de cinco y seis aparatos a diferentes alturas. Para atacar con alguna posibilidad, Entrena se posicionó a mayor altura (4.000m) entre los P-38 y el sol.
Eligió de las dos formaciones estadounidenses, la que volaba a mayor altura, y se lanzó disparando contra uno de los bimotores. El aparato fue alcanzado por varios proyectiles del cañón de 20mm del He112, y uno de sus motores comenzó a arder desprendiendo humo.
El piloto estadounidense no saltó. Preocupado seguramente por no quedar en territorio español (lo que habría supuesto el internamiento, maniobró hacia la frontera hispano francesa entre Marruecos y Argelia, consiguiendo hacer un aterrizaje forzoso a orillas del río Mulluya, justo en la frontera pero ya en territorio francés (controlado por los Aliados desde 1942 tras los desembarcos de la Operación Torch). El P-38 sufrió serios daños en la toma de tierra porque debido a los impactos recibidos, sólo una de las dos ruedas laterales descendió, con lo que al final, el aterrizaje se produjo sobre su panza.
Este incidente pudo haber tenido consecuencias internacionales, pero los Aliados, implicados en la campaña africana y con toda la Segunda Guerra Mundial por delante todavía, no tomaron represalias sobre España. Del mismo modo, desde Madrid se dio órdenes expresas a los interceptores de que sólo en el caso de ser atacados estarían autorizados a disparar sobre aviones aunque se hallaran en territorio español.
Eligió de las dos formaciones estadounidenses, la que volaba a mayor altura, y se lanzó disparando contra uno de los bimotores. El aparato fue alcanzado por varios proyectiles del cañón de 20mm del He112, y uno de sus motores comenzó a arder desprendiendo humo.
El piloto estadounidense no saltó. Preocupado seguramente por no quedar en territorio español (lo que habría supuesto el internamiento, maniobró hacia la frontera hispano francesa entre Marruecos y Argelia, consiguiendo hacer un aterrizaje forzoso a orillas del río Mulluya, justo en la frontera pero ya en territorio francés (controlado por los Aliados desde 1942 tras los desembarcos de la Operación Torch). El P-38 sufrió serios daños en la toma de tierra porque debido a los impactos recibidos, sólo una de las dos ruedas laterales descendió, con lo que al final, el aterrizaje se produjo sobre su panza.
Este incidente pudo haber tenido consecuencias internacionales, pero los Aliados, implicados en la campaña africana y con toda la Segunda Guerra Mundial por delante todavía, no tomaron represalias sobre España. Del mismo modo, desde Madrid se dio órdenes expresas a los interceptores de que sólo en el caso de ser atacados estarían autorizados a disparar sobre aviones aunque se hallaran en territorio español.
En algunos momentos y en algun lugar es conveniente llevarla, pero mi consejo es que cuanto menos mejor.
RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
General der Infanterie Anton Dostler
El primer general aleman en ser ejecutado después de la guerra fue el General der Infanterie Anton Dostler.
En la noche del 22 al 23 de marzo de 1944, durante una operación a pequeña escala detrás de las líneas enemigas en el norte de Italia, un grupo de 15 ítalo-estadounidenses fueron capturados mientras intentaban ejecutar una misión de voladura de un tunel de ferrocarril.
Los 15 soldados fueron capturados antes de que lo lograran, y fueron fusilados sumariamente por las instrucciones del general Dostler, el cual simplemente puso en funcionamiento la orden del Führer del 18 de octubre de 1942 la cual ordenaba que fuesen pasados por las armas todos los enemigos que fuesen encontrados en operaciones de comando.
Sin embargo, el seguir órdenes no salvó a Dostler del pelotón de fusilamento.
Después de un juicio de cinco días fue encontrado culpable de un crimen de guerra y sentenciado a muerte. El 27 de noviembre de 1944 el comandante del teatro del Mediterráneo, Teniente General Matthew Ridgeway comfirmó la sentencia.
A las 8 a.m. del 1ro de diciembre de 1944 el general Dostler fue atado a una estaca en el campo de tiro del 803º batallón de Policía Militar, cerca de Aversa, Italia. Una venda fue sujeta sobre su cabeza, un blanco sujeto a su pecho y la orden de fuego fue dada a 12 hombres enlistados del US Army que compusieron el pelotón de fusilamiento.
El general Dostler se encuentra enterrado en el cementerio alemán de guerra en Pomezia, algunos km al sur de Roma.
El primer general aleman en ser ejecutado después de la guerra fue el General der Infanterie Anton Dostler.
En la noche del 22 al 23 de marzo de 1944, durante una operación a pequeña escala detrás de las líneas enemigas en el norte de Italia, un grupo de 15 ítalo-estadounidenses fueron capturados mientras intentaban ejecutar una misión de voladura de un tunel de ferrocarril.
Los 15 soldados fueron capturados antes de que lo lograran, y fueron fusilados sumariamente por las instrucciones del general Dostler, el cual simplemente puso en funcionamiento la orden del Führer del 18 de octubre de 1942 la cual ordenaba que fuesen pasados por las armas todos los enemigos que fuesen encontrados en operaciones de comando.
Sin embargo, el seguir órdenes no salvó a Dostler del pelotón de fusilamento.
Después de un juicio de cinco días fue encontrado culpable de un crimen de guerra y sentenciado a muerte. El 27 de noviembre de 1944 el comandante del teatro del Mediterráneo, Teniente General Matthew Ridgeway comfirmó la sentencia.
A las 8 a.m. del 1ro de diciembre de 1944 el general Dostler fue atado a una estaca en el campo de tiro del 803º batallón de Policía Militar, cerca de Aversa, Italia. Una venda fue sujeta sobre su cabeza, un blanco sujeto a su pecho y la orden de fuego fue dada a 12 hombres enlistados del US Army que compusieron el pelotón de fusilamiento.
El general Dostler se encuentra enterrado en el cementerio alemán de guerra en Pomezia, algunos km al sur de Roma.
En algunos momentos y en algun lugar es conveniente llevarla, pero mi consejo es que cuanto menos mejor.
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RE: Aneccdotas curiosas de la WWII
A los que ganan las guerras no les importa eso de " cumplimos ordenes" ;) ;) ;)
eso a pasado antes y ahora.
saludos
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saludos
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