para la existencia de los seres vivos, encargaron
a Prometeo y a Epimeteo que distribuyeran las
cualidades necesarias entre todos ellos de
modo conveniente. El impulsivo Epimeteo (el
que piensa Después, esto es, tarde) tomó la
iniciativa y encomendó a su previsor hermano
que se limitase a supervisar su tarea. De
este modo, dotó a unos animales de fuerza,
a otros de velocidad, a otros de fecundidad,
etc., de modo que todas las especies pudieran
sobrevivir. Pero agotó todas las posibilidades y
todavía quedaba la especie humana. Prometeo
hubo de intentar resolver el problema robando
a Hefestos el fuego y a Atenea las ciencias y las
artes. De este modo, el hombre fue equipado con
cualidades divinas; por eso inventó la religión,
el lenguaje, la vivienda, los cultivos, las artes
útiles y los saberes. Pero Prometeo no había
tenido tiempo de robar la política, propiedad
de Zeus, y sin ella los hombres no podían vivir
asociados y se despedazaban mutuamente
(¡el estado de naturaleza hobbesiano!). Zeus
se compadeció entonces de la raza humana
y encargó a Hermes que le proporcionara el
pudor y la justicia. Pero debía hacerlo, además,
no según la división del trabajo, como las
demás artes, sino ‘a todos y cada uno’, ya que
‘si solamente las tuvieran algunos, las ciudades
no podrían subsistir, pues aquí no ocurre como
en las demás artes’. Y añadió Zeus: ‘Además,
establecerá en mi nombre esta ley: que todo
hombre incapaz de participar del pudor y de
la justicia debe ser condenado a muerte como
una plaga de la ciudad’. Y concluye Platón: Por
eso, en las demás artes y saberes se recurre
a los especialistas, pero ‘en la justicia y, en
general, en la virtud política’ todos los hombres
participan y, por lo mismo, pueden opinar
libremente sobre lo justo y lo injusto. Porque
sin virtud política no se es hombre.
Un placer compañero Hoplon.

Un saludo.