"No hay que subestimar el poder destructivo de las mentiras. Cuando comenzó la guerra en 1939, mi familia huyó hacia el Este y nos quedamos unos años en Leópolis, entonces ocupada por la Unión Soviética. La ciudad estaba llena de refugiados y circulaba el rumor de que se llevarían a cabo deportaciones masivas a gulags en Siberia y Kazajistán. Para apaciguar la situación, un oficial soviético dio un discurso asegurando que los rumores eran falsos –lo que hoy llamaríamos "noticias falsas"– y que cualquier persona que los difundiera sería arrestado. Dos días después, comenzaron las deportaciones a los gulags y miles de personas partieron hacia su muerte.
Esas personas y millones de otras más, incluida mi familia, fueron asesinadas por las mentiras. Mi país y gran parte del continente fue destruido por las mentiras. Y ahora las mentiras amenazan no solo a la memoria de aquella época, sino también los logros hemos conseguido desde entonces. La generación de hoy no puede darse el lujo de decir que no fue advertida o que no sabían las consecuencias que pueden traer las mentiras.
Enfrentarse a las mentiras a veces significa enfrentarse a verdades incómodas sobre uno mismo y sobre su país. Es mucho más fácil perdonarse a uno mismo y condenar a los demás que hacer lo inverso; pero esto es algo que todos debemos hacer. Yo he hecho las paces con la Alemania moderna, y espero que todos los europeos puedan hacer lo mismo.
Finalmente, nunca os imaginéis que vuestro mundo no puede derrumbarse, como lo hizo el nuestro. Esta puede parecer la lección más evidente, pero solo porque es la más importante. Un día estaba yo disfrutando de una adolescencia idílica en mi casa en Lodz, y al siguiente estábamos huyendo. No pude regresar a mi casa vacía sino hasta cinco años más tarde, y ya no era un joven sin preocupaciones sino un superviviente del Holocausto y veterano del Ejército Nacional temeroso de la policía secreta de Stalin, el NKVD. Acabé mudándome a lo que entonces era el territorio británico de Palestina, donde se llevaba a cabo una guerra por la independencia de una patria judía que yo ni sabía que tenía.
Quizás porque era solo un niño, no pude ver las nubes de tormenta que se acercaban, pero creo que muchos otros –más viejos y más sabios que yo– estaban en el mismo estado infantil que yo.
Si llega el desastre, os daréis cuenta de que todos los mitos que lleváis en el corazón ya no sirven de nada. Veréis lo que es vivir en una sociedad que ha colapsado moralmente, haciendo que vuestros prejuicios y conjeturas se derrumben ante vuestros ojos. Y cuando todo haya acabado, veréis cómo, sin prisa pero sin pausa, estas duras lecciones son olvidadas a medida que los testigos vayan muriendo y ocupen su lugar nuevos mitos.
Stanisłao Aronson"
Tan cierto como estos cinco consejos:
1) Tómate un minuto y piensa. No te creas la noticia ni compartas el texto de inmediato.
2) ¿Te causó una reacción emocional muy grande? Desconfía. Las noticias inventadas se hacen para causar grandes sorpresas o rechazo.
3) ¿Confirma alguna convicción que ya tenías? También es una técnica habitual de las noticias inventadas. Desarrolla el hábito de desconfiar e investigar.
4) ¿La noticia está "pidiendo" que creas en ella o "muestra" por qué desconfiar? Cuando una noticia es cierta, es más probable que cite fuentes, que incluya enlaces y que cite documentos oficiales (en decir, que sea transparente).
5) Producir un reportaje tan pronto como acontecen los eventos toma tiempo y exige profesionales cualificados. Desconfía de las noticias "bomba" en el calor del debate.
El arte de la guerra:
"Emplea a tus soldados sólo en combatir, sin comunicarles tu estrategia. Déjales conocer los beneficios que les esperan, pero no les hables de los daños potenciales. Si la
verdad se filtra, tu estrategia puede hundirse. Si los soldados empiezan a preocuparse, se volverán vacilantes y
temerosos."
Un saludo.

Nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta.