Curiosidades Militares

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
Brasilla
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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2018 18:01

La musica es universal


Quedan tres meses exactamente para que se realice el 156º Aniversario de la melodía "TAPS", titulo que se cree viene de esta frase "close the (beer) taps (and send the troops back to camp)".

Esta melodía es la que suena en todos los funerales de militares estadounidenses y que fue registrada por el BG Daniel Butterfield del Ejército del Potomac durante la Campaña de la Península. Aunque como no puede ser de otra forma, todo lo relacionado con la GCA tiene su leyenda y su controversia.

Todos admiten que es una melodía que deriva del toque "Military Tattoo" vulgarmente conocido como Toque de Silencio que ya por la Guerra de los Treinta Años se tocaba con tambores para anunciar que eran las 21:30 y por tanto hora de volver al cuartel y de que no se sirviese más cerveza en las tabernas. Luego derivó en el toque "Scott's Tattoo" que era el toque de silencio en el USArmy hasta 1860 que se adoptó el toque del ejército francés. Luego Butterfield retomó la melodía escocesa y compuso durante su estancia en Harrison's Landing esta nueva versión.

Pero la controversia comienza sobre quien fue el primero en utilizarla en un funeral.

La gran mayoría dicen que fue el Capitán John C. Tidball que la tocó en el funeral en honor a un cabo de su batería durante la Campaña de la Península en Julio de 1862, y que ante la proximidad de las líneas enemigas y por tanto de la imposibilidad de realizar los tres disparos de ordenanza en honor del difunto, se optó por relizar este toque de corneta en su honor.

Los más "románticos" dicen que fue el Capitán Robert Ellicombe del Ejército del Potomac quien al encontrar el cadáver de su hijo que se había alistado en el Ejército del Norte de Virginia, descubrió en su bolsillo esta melodía y la tocó en su honor durante el funeral.

El romanticismo es más bonito, aunque no hay registro de ningún Capt. Ellicombe en el Ejército del Potomac en la Campaña de la Península.

Unos meses más tarde este toque de corneta fue empleado tanto por lo yankees como por los confederados.

Saludos
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2018 18:07

La muerte de un obispo

MUERE UN OBISPO: LA MUERTE DEL GENERAL LEONIDAS “BISHOP” POLK (CSA) EN PINE MOUNTAIN.

Leonidas Polk era el Obispo Episcopal de Luisiana antes del inicio de la guerra civil. Graduado de West Point, no dudaría en poner su biblia y su espada al servicio de la Confederación en 1861.
Durante la Campaña de Atlanta, estaba al mando de uno de los cuerpos del Ejército de Johnston. Pine Mountain, en las afueras de Atlanta, es una elevación de unos centenares de mentros sobre el resto del terreno circundante, y como posición militar en la línea confederada, la misma era cuestionable, pues si bien ofrecía un buen panorama de las líneas federales, sobresalía de la línea defensiva confederada, por lo que estaba demasiado expuesta al fuego enemigo.

El 14 de junio de 1864, los generales Joseph Johnston y Hardee decidieron ascender a la crítica posición, peligrosamente expuesta, para valorar por sí mismos la posibilidad de abandonarla y así rectificar la línea del ejército confederado, para lo que invitaron al General Polk. Sería su última acción de guerra. Luego de desmontar sus caballos, se reunió casi una multitud, entre generales, sus ayudantes y los oficiales al mando de la posición. Esto fue notado por un siempre atento Sherman, quien estaba inspeccionando sus posiciones.

Su artillería había estado silenciada con el objetivo de economizar municiones, pero Sherman ordenó al Mayor General Oliver Howard, que disparara inmediatamente sobre el grupo de oficiales confederados.

La infantería sudista repetidamente advirtió a los mandos conderados que estaban en la mira de los cañones federales. El primer disparo dispersó a la mayoría de los oficiales, pero por alguna razón no a Polk se retrasó (algunas versiones indican que quiso dar un último vistazo a las posiciones unionistas, otras que pretendió decir una plegaria), y el segundo disparo partió de una pieza de 12 pulgadas a cargo de un soldado de orígen prusiano de apellido Dilger. El proyectil alcanzó a Polk en su brazo izquierdo, atavesándole el pecho y saliendo por el costado derecho, muriendo de forma instantánea.

En su bolsillo se encontraron algunas copias de un libro con salmos religiosos cuyo autor era el propio Polk, y de las que Johnston guardaría un ejemplar como uno de sus bienes más preciados.
Si bien sus cualidades militares siempre han sido puestas en tela de juicio, su pérdida fue un gran golpe para la moral de los soldados del Ejército de Tennessee, pues Polk era muy apreciado por los mismos, así como para todo el Sur.

Al día siguiente, Sherman mencionaría en un informe para el General Halleck: “Ayer matamos a Bishop Polk, y hoy hemos mejorado nuestras posiciones….”

La posición de Pine Mountain fue abandonada esa misma noche por los sudistas.

Los primeros soldados yanquis que alcanzaron a la mañana siguiente la cima de Pine Mountain, encontraron una nota manuscrita que decía: “Ustedes, yanquis hijos de p….., han matado a nuestro querido “Viejo Polk.”

El cuerpo de Polk fue transladado a Atlanta para un funeral con todos los honores.

Posteriormente, en el sur circuló el rumor que el artillero autor del disparo, el tal Dilger, se había suicidado por matar a tan notable clérigo.....

Saludos
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2018 18:17

Muerto por .....


Para mí, la muerte más extraña e ignominiosa fue la del General Philip Kearney. Uno de los generales que ofrecían mayor promesa (Lincoln lo consideró como reemplazo de McLellan), Kearny vio unas tropas a la distancia en la batalla de Chantilly. Al acercarse se dio cuenta de que eran tropas enemigas, y dio media vuelta y se echó a cabalgar en la otra dirección.

Los sureños le gritaron que se entregara y entonces dispararon mientras él trataba de distanciarse de ellos. De pronto cayó muerto, pero no pudieron encontrar el agujero de la bala. Por tratarse de un general prominente (muchos de los oficiales sureños lo conocían de West Point) le hicieron una autopsia. Encontraron la bala, pero por delicadeza no quiero ser más explícito, pues creo que ya es obvio por donde le entró.

Saludos
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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2018 18:20

Agradecido a su salvadora


El Capitán Richard J. Hancock, regresaba con su regimiento del infructuoso ataque a Washington, con la esperanza de que le dejaran regresar a Charlottesville para casarse. Desgraciadamente, en Winchester tropezaron con los federales, y en la batalla fue herido y capturado.

Se estaba recuperando en el hospital militar de Winchester, cuando una voluntaria de simpatías sureñas llamada Tillie Russell se ofreció para cuidar a los prisioneros.

Cuando se enteró que el capitán estaba para casarse, se sintió conmovida y consiguiéndole ropas de mujer, lo ayudó a escapar de la prisión de Winchester.

El Capitán nunca regresó a su regimiento, pues la guerra acabó antes de que se recuperara. Se casó con su prometida, la hija de un terrateniente. Buscando inversiones después de la guerra invirtió en caballos de carreras de raza, y de ahí salió una línea famosa (el "Ellerslie stud") que ha ganado el Kentucky Derby varias veces. Pero Hancock no sabía cómo demostrar su agradecimiento a su salvadora, hasta que tuvo una idea muy original. ¡Le puso a uno de sus mejores caballos de carrera el nombre de Tillie Russell!

El cuento lo pueden encontrar en "Grandmother stories from the Land of used-to-be" por Howard Meriwether Lovett (se encuentra en el Internet) entre otras fuentes, con una foto del caballo.

Saludos
.
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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2018 18:48

Hacer honor a la palabra dada


Bueno, aquí va una anecdota de antes de la guerra sobre el gran Stonewall Jackson, que nos muestra que siendo un jóven su determinación y sentido del honor ya eran rasgos presentes en su personalidad:


Siendo un adolescente, había estado pescando en el brazo occidental del río Monongahela, uno de sus sitios al aire libre favoritos. Con su caña al hombro de la que colgaba un pescado de tamaño respetable, regresó al poblado cercano de Weston. Para dicha época estaba tratando de hacerse sus primeros dinerillos por medio del producto de su pesca, por lo que entró en contacto con Conrad Kester, un comerciante local para proveerlo de peces de determinado tamaño a un precio convenido.

En su camino al pueblo, pasaba por delante de la casa de un vecino prominente, el Coronel John Talbott, y el coronel, que sabía de la habilidad como pescador del jóven Jackson, le dijo:

-Tom, bonito ejemplar has pescado, cuanto dinero quieres por él ?
-El pescado ya está vendido, Coronel Talbott.
-Te daré un dólar por él, Tom.
-No puedo aceparlo, Coronel Talbott, ya está vendido al señor Kester.
-Pero Tom, te daré un dólar con veinticinco. Estoy seguro que él te dará mucho menos que eso.
Entonces Tomas Jackson se detuvo y le explicó cortesmente:

-Coronel Talbott, tengo un acuerdo con el señor Kester para proveerlo de pescados de un determinado tamaño mínimo por cincuenta centavos cada uno. Me ha comprado incluso algunos que eran más pequeños que lo estipulado, por lo que ahora el obtendrá este de gran tamaño también por cincuenta centavos.”

Al llegar al pueblo, Kester, al enterarse del incidente, le ofreció un dólar por el pez, pero el jóven Jackson no aceptó ni un centavo más que lo previamente acordado.

Ciertos asuntos eran cuestión de honor en el viejo sur........

Saludos cordiales
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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2018 18:53

Cumplir la palabra dada


A mediados de mayo de 1863, poco después de la Batalla de Chancellorsville, se produciría un pintoresco incidente entre piquetes de guardia confederados y federales y que refleja la rectitud de cierto general de la Unión.

Un soldado rebelde desafió a unos soldados federales de New Jersey, de que era capaz de atravesar nadando el río Potomac si le permitían regresar de vuelta a sus líneas, con lo cual estuvieron de acuerdo. Al llegar a la orilla, el sudista fue inmediatamente capturado por los soldados yanquis, quienes lo llevaron al cuartel del General Reynolds como prisionero de guerra.

Al enterarse del suceso, el General Reynolds hizo que inmediatamente liberaran al prisionero confederado y le permitieran atravesar el río de vuelta a sus líneas, diciéndoles a los atónitos muchachos de New Jersey que no era correcto mentir o engañar de esa manera, ni siquiera al enemigo.

John Fulton Reynolds era de la clase de oficiales que creían que el honor y la verdad debían prevalecer en cualquier circunstancia, tanto en la paz como en tiempos de guerra.

Saludos
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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2018 19:02

EL OTRO SHERMAN

Sin la fama ni los laureles del famoso William Tecumseh Sherman, Thomas W.Sherman, que tambien llegaria a ser General de la Union durante la guerra civil, presenta algun aspecto curioso en su biografia.

En 1833, era tal su afan por ingresar a la Academia Militar de West Point, que le solicito personalmente una recomendación para su admisión en dicha institución al mismísimo presidente de los Estados Unidos, Andrew Jackson, luego de haber caminado hasta Washington desde su estado natal de Rhode Island (mas de 600 kilometros !!!).

Durante la guerra con Mexico se distinguio en la Batalla de Buena Vista, y durante la Guerra Civil actuaria mayormente en el teatro de operaciones occidental, partipando en la toma de Port Royal y luego organizando las defensas de New Orleans.

El 27 de mayo de 1863, al mando de una división de la fuerza del General Banks durante el ataque a Port Hudson, resultó gravemente herido, por lo que le amputaron la pierna derecha. Tal era la gravedad de sus heridas, debatiendose varios días entre la vida y la muerte, que el periódico de su ciudad natal de Newport (Rhode Island) llego a publicar un extenso obituario sobre su persona !!!!.

Pasaría el resto de la guerra en puestos burocraticos en Luisiana, siendo ascensido al final de la misma al rango de General en honor a los servicios prestados a la Union.

Saludos



Saludos.
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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor RAFAELMIN » 01 Abr 2018 03:11

Enhorabuena Brasilla por el hilo!!

No había entrado nunca. Me he leído las primeras páginas, interesantes y amenas, cuando tenga un rato de asueto continúo con la lectura.

De nuevo gracias.

Saludos.

Brasilla
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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 01 Abr 2018 20:20

Buenas tardes noches


RAFAELMIN escribió:

Enhorabuena Brasilla por el hilo!!

No había entrado nunca. Me he leído las primeras páginas, interesantes y amenas, cuando tenga un rato de asueto continúo con la lectura.

De nuevo gracias.

Saludos.



La intención del hilo es esa, entretener, amenizar y divertir un rato, al mismo tiempo que enseñar algunas anecdotas de la vida militar y de los diferentes conflictos que ha tenido el mundo.

Saludos cordiales
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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 01 Abr 2018 20:31

Un par de opiniones sobre la División Azul


Un par de anécdotas que he leido sobre las tropas españolas bajo el mando alemán:

"Como tropa, los españoles son un montón de galopines. Es imposible conseguir que limpien los fusiles, y en cuanto a sus centinelas, sólo existen teóricamente. No recogen el correo y, si lo hacen, es cuando todo el mundo está durmiendo. Llegan los rusos, y los nativos tienen que despertarlos; pero nunca han cedido una pulgada de terreno; no podemos imaginar sujetos con menos miedo; apenas se protegen; se burlan de la muerte. Sé, en todo caso, que nuestros hombres están siempre contentos de tenerlos de vecinos. Leyendo los escritos de Goeben nos damos cuenta de que los españoles no han cambiado en cien años: siguen siendo extraordinariamente valientes y sufridos, pero muy indisciplinados."

(Palabras de Adolf Hitler sobre de la División Azul, a finales de 1941).


La División Azul española es vigorosa, pero indisciplinada e inquieta. Los soldados padecen frío y quieren mujeres, ya que las píldoras antieróticas, tan eficaces para los alemanes, no les hacen mella. Tras muchas protestas, el comandante alemán los autorizó a ir a un burdel e hizo que se les distribuyesen preservativos, pero después hubo contraorden, pues estaba prohibida cualquier relación con polacas. Los españoles, en protesta, inflaron los preservativos y los ataron a los extremos de sus fusiles, y así se pudo ver un día, en los suburbios de Varsovia, un desfile de quince mil preservativos, portados por los divisionarios españoles."

(Impresiones del conde Ciano sobre la División Azul, a finales de 1941).

No hay duda de la españolidad de la tropa

Saludos
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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 01 Abr 2018 20:51

Pequeña historia de la División Azul ( I )


Villanos para unos y héroes para otros, estos soldados protagonizaron hechos insólitos como caminar 1.000 Km. para llegar al combate

Tras dar por finalizado el entrenamiento, los divisionarios recibieron sus primeras órdenes: partir hacia Rusia para reforzar a las fuerzas alemanas. Sin embargo, se planteó un problema para la División Azul debido a que, aunque podían ser trasladados hasta Polonia en tren, se les informó de que deberían hacer a pie una distancia de casi 900 kilómetros (un espacio similar al que separa el sur de Andalucía del norte del País Vasco) para llegar a Smolensko, cerca de Moscú.

«Llegadas todas las expediciones, comenzó la parte más dura del viaje hasta el frente, por la falta de transporte motorizado, los españoles deberían cubrir casi 900 kilómetros a pie (…). Los cálculos estimaban que en unos 40 los días necesarios para llegar hasta allí, donde los divisionarios embarcarían nuevamente en ferrocarril hasta Dno», determina el historiador Xavier Moreno Juliá.

La dureza del calzado, acompañada por las nubes de polvo que se provocaban por la marcha y la falta de alimento, hacían el camino insoportable. Además, la hilera que los soldados españoles formaban era tan larga que había aproximadamente entre dos y tres días de camino entre el grupo de cabeza y el del final. .

«En esa marcha se nos rompieron los zapatos y llegamos a acabar casi medio desnudos. Además, el problema también fue el frío que sufrimos que, aunque no era tan intenso como el que sufrimos luego, nos afectó mucho más porque nos cogió medio desnudos tras la caminata, sin apenas zapatos, que se habían roto. Fue muy duro», recuerda el divisionario Juan José Sanz.

«Aquella salvaje marcha se cobró 11 vidas humanas (sólo la explosión de una mina mató a 4 soldados e hirió a otros 34), y dejó fuera de juego a 3013 hombres más, mayoritariamente en la condición de aspeados. Mató también a 44 caballos e inutilizó a otros 957, así como 77 vehículos, algunos perdidos para siempre», explica Juliá. A pesar de todo, tras varias semanas se encontraron por fin cerca de su objetivo.

No obstante, el destino todavía guardaba una agria sorpresa para los soldados. Justo antes de llegar a Moscú, fueron informados de que debían volver sobre sus pasos. «La División Azul recibió la orden de girar y desandar unos cien kilómetros hasta Orsha, y dirigirse, en dirección norte, hasta Vitebsk, donde tomaría el tren hasta Novgorod. En pocas palabras: las necesidades de Hitler en el sector norte del frente ruso y los malos informes que la Plana de Enlace alemana en la División Azul envió al mando alemán (españoles mal uniformados y con comportamientos mediterráneos, alejados de los parámetros germánicos), decidieron a aquel a enviar a los españoles al sector norte del frente», finalizada el historiador. Tras llegar definitivamente a su posición, la División Azul entraría finalmente en batalla.

Saludos :saluting-soldier:
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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 01 Abr 2018 20:55

Pequeña historia de la División Azul ( II )


El primer frente en el que la División Azul combatió fue cerca de un río navegable de más de 200 kilómetros de largo, el Voljov, situado al norte de Rusia. «Al Voljov los españoles llegaron entre los días 10 y 11 de octubre de 1941, y el 12, fiesta de la Hispanidad, entraron en combate. El frío era ya intenso, por debajo de los cero grados centígrados, y el Ejército alemán -y con él la División Azul- carecía de equipo de invierno, en tanto que Hitler había previsto que la campaña rusa iba a estar acabada en unos dos meses», señala el historiador Xavier Moreno Juliá.

Tras llegar, la División Azul trató de llevar a cabo una serie de pequeñas conquistas al otro lado del río. «Hubo un corto período de ofensiva hispano-alemana con la toma de varias poblaciones de escaso valor, en tanto que no sobrepasaban la catalogación de aldeas. Y llegaron, en su avance hasta tres poblaciones que pasarían a ser fundamentales: Otenski al norte, Possad en el centro, y Posselok, la más oriental, al sur; las tres, cercanas al río Vischera, afluente oriental del Voljov», afirma el experto.

No obstante, esta ofensiva no se extendió mucho y en poco tiempo los rusos iniciaron si propio asalto. «Siguieron cinco semanas de sufrimiento atroz en Possad y Otenski, en tanto que Posselok fue abandonada. Atacadas por la infantería, la artillería y la aviación, las dos poblaciones se convirtieron en tumba abierta de cientos de españoles», explica el historiador.

Al final, el 7 de diciembre el general español al mando de la operación recibió la orden de retirada por parte de los alemanes. No hubo más que decir, la División Azul cruzó la orilla y se apostó para la defensa de sus nuevas posiciones.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 01 Abr 2018 21:01

Pequeña historia de la División Azul ( III )


Los españoles no tuvieron que esperar mucho para volver a combatir, pues a los pocos días de retirarse de sus posiciones avanzadas fueron atacados por centenares de soldados rusos. «El 27, una posición española ubicada entre las localidades de Udarnik y Lobkovo fue atacada. El pelotón, que estaba al mando de un alférez, fue aniquilado y los cuerpos de sus hombres, clavados en el suelo con picos para romper el hielo», afirma el historiador.

Esta gran derrota fue conocida como la tragedia de la «Posición intermedia». Sin embargo, los españoles decidieron no dejar este suceso impune y devolvieron el envite de manos del comandante Tomás García Rebull quien, finalmente, casi aniquiló en su totalidad a la fuerza rusa. La venganza se había cumplido para estos militares.

Por aquel tiempo, las bajas de la División Azul eran ya considerables, pero nada comparables con las del ejército nazi. «El 31 de diciembre de 1941 la División Azul había visto morir a 1.400 de sus hombres, en tanto que el Ejército alemán, desbordado desde hacía ya tres semanas ante Moscú (5 de diciembre, ataque del general Zhukov con reservas siberianas), contaba ya con un cuarto de millón de muertos», explica Juliá.

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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 01 Abr 2018 21:04

Pequeña historia de la División Azul ( IV )


El cruce del lago Ilmen: La muerte helada


Soldados españoles resisten al «general invierno»

Después de resistir los ataques soviéticos, la División Azul protagonizó una de sus acciones más valerosas, la cual consistió en cruzar un lago helado para socorrer a una unidad alemana que estaba siendo «machacada» por fuerzas soviéticas. Concretamente, esta acción se desarrolló en el lago Ilmen (cerca del frente del río Voljov) del 10 al 21 de enero al mando del español José Manuel Ordás.

«El año 1942 vio el cruce del Lago Ilmen -al sur de las posiciones de la División Azul- por la recientemente creada Compañía de Esquiadores. El lago, completamente helado, fue cruzado a pie, pero con muy mala suerte, pues la trayectoria prevista tuvo que anularse ante las grietas que se abrían ante los españoles», determina el historiador Xavier Moreno Juliá.

Estas dificultades provocaron que tuviera que cambiarse el itinerario inicial por uno más largo. Esto fue letal para las tropas españolas, que tuvieron que soportar una temperatura de nada menos que 52 grados bajo cero. «Finalmente, tras once días de penalidades, los españoles encontraron a los alemanes, que habían podido zafarse del acoso soviético», explica el experto.

La acción no fue demasiado satisfactoria para los españoles, que sufrieron 102 bajas por congelación acompañadas de una gran cantidad de heridos. «Poco hubiesen podido hacer para ayudarles (a los alemanes), pues quedaban sólo doce hombres ilesos de un contingente inicial de 240», sentencia el historiador.

«Esta acción fue aprovechada por el general español Muñoz Grandes para dar publicidad a su División Azul, por medio del envío de un álbum con los telegramas enviados y recibidos durante el cruce del lago. El alto mando alemán quedó impresionado y la noticia llegó a Berlín. A partir de entonces, luchar al lado de los españoles pasó a ser señal de buena suerte para el soldado alemán», explica Juliá. Después de estos envites, Berlín anunció al mundo la victoria en el Voljov.

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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 01 Abr 2018 21:06

Pequeña historia de la División Azul ( V )


El sitio de Leningrado

Tras el frente del río Voljov, los españoles fueron enviados hacia Leningrado (una de las principales ciudades rusas) para ayudar a las tropas alemanas a mantener el cerco de la ciudad, sitiada por el ejército nazi. Mediante este asedio, Hitler pretendía que la ciudad muriera de hambre al contar con más de 3.000.000 de ciudadanos.

«El frente de Leningrado, a diferencia del anterior, el del río Voljov, era estático. En un primer momento, había incluso la intención alemana de tomar por asalto la ciudad, por lo que fue llevada la División Azul hasta allí, al objeto de cubrir el flanco suroriental del ataque», sentencia el historiador Xavier Moreno Juliá..

Sin embargo, Hitler tuvo que detener finalmente el sitio de esta ciudad. «Tenía que dar prioridad a la batalla que se desarrollaba en el sector sur del frente ruso, en Stalingrado, donde sus tropas comenzaban a tener serias dificultades. De ahí que Leningrado se convirtiese en núcleo de asedio por parte de las tropas alemanas, apoyadas por las españolas. Además, se daba la circunstancia de que aquel nuevo frente era en gran medida urbano, a diferencia del anterior, fundamentalmente rural» explica el historiador.

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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 01 Abr 2018 21:09

Pequeña historia de la División Azul ( VI )


Muerte en Krasni Bor y regreso a España

Pero, sin duda, la acción más valerosa de la División Azul fue la defensa de la ciudad rusa de Krasni Bor, cerca de Leningrado. «Acaeció el 10 de febrero de 1943. Ese día, 38 batallones soviéticos salieron de Kolpino, el barrio industrial de Leningrado ante el que estaba acantonada la División Azul, apoyados por unos ochenta tanques, unas 150 baterías y un número indeterminado de "organillos de Stalin", esto es, de lanzadoras de proyectiles», destaca el historiador Xavier Moreno Juliá.

«El embate fue tal, que en menos de veinticuatro horas acabó con la vida de 1.125 españoles, hirió a más de mil y unos noventa se dieron por desaparecidos. Los infantes alemanes, a cuyo mando estaba el general Philipp Kleffel, tardaron casi diez horas en intervenir, una más que su aviación. Tan sólo con los muertos de aquel día, España saldó -e invirtió dieciséis veces- la mortandad en combate de la Legión Cóndor, que sobrepasó en poco la cifra de trescientos hombres», finaliza el experto.

La vuelta a España

Finalmente, y tras decenas de combates, la División Azul fue relevada y enviada a España a pesar de que algunos de sus integrantes se negaban a marcharse del frente. Muchos, de hecho, consiguieron permanecer un poco más en combate formando nuevas unidades hasta que volvieron a su país de origen, donde, hoy por hoy, son queridos y odiados.

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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 01 Abr 2018 23:17

El duelo más épico entre un francotirador nazi y uno soviético



El 23 de marzo de 1915 nació Vasili Záitsev, uno de los soldados rusos más condecorados por su puntería y su valor en Stalingrado


En la Segunda Guerra Mundial lograron destacarse desde los determinantes carros de combate alemanes, hasta los militares soviéticos que combatieron valerosamente en la primera línea del frente. Sin embargo, esta contienda también dejó escritos para la posteridad nombres como el de Vasili Záitsev, un soldado que –armado únicamente con un fusil de precisión- logró sembrar el caos entre los nazis a pesar de luchar desde retaguardia. Su misión: acabar con los oficiales enemigos generando así el desconcierto en el enemigo que trataba de conquistar Stalingrado. Tantos quebraderos de cabeza causaron sus bajas en el oponente, que el propio Hitler envió a un tirador de élite a acabar con su vida, lo que generó uno de los duelos entre francotiradores más épicos jamás recordados.

La estepa rusa vio nacer a Vasili Grigórievich Záitsev, uno de los francotiradores más destacados de la U.R.S.S., el 23 de marzo de 1915. La región en la que vino al mundo fue el pueblo de Yeléninskoye, en los montes Urales, una zona situada al sur este del país cuyo frío extremo curtió a este soviético desde su infancia. Último eslabón de una larga familia de cazadores, no tuvieron que pasar muchos inviernos hasta que nuestro protagonista empezó a ser instruido en el arte del disparo y del camuflaje por su abuelo, Andréi Alexéievich. Con todo, la edad a la que realizó su primer disparo es una total incógnita, pues no informa de ello en sus memorias. En ellas se limita a señalar que su infancia terminó cuando le pusieron un arco en las manos. «Dispara apuntando con firmeza y mira a los ojos a tu presa, ya no eres un chiquillo», le dijo por entonces su mentor.

Desde ese momento, ya fuera mediante flechas o cartuchos de escopeta, el pequeño «Vasia» empezó a entrenarse en el arte de «hacerse invisible» (como él mismo afirmaba) para acechar y acabar con sus presas. Su pequeña estatura y su escasa envergadura le ayudaban a tal fin y pronto se hizo un verdadero maestro de la caza. «Pongamos que queremos echarle un vistazo a una cabra, para ello, hay que camuflarse de tal modo que el animal que nos mire como si fuéramos un arbusto o una brizna de heno. Hay que permanecer inmóviles, sin respirar ni pestañear. Si lo que queremos es acercarnos a la madriguera de un conejo, tendremos que reptar en la dirección del viento, para que bajo nuestro peso no cruja ni una sola hebra de hierba», explica el propio Záitsev en su obra«Memorias de un francotirador en Stalingrado».

En los años siguientes, Vasili aprendió las reglas de todo buen cazador, trucos que, posteriormente, puso en práctica cuando se hizo francotirador. Aunque, en esos casos, matando fascistas en lugar de ciervos. Con apenas diez años, adquirió la capacidad de interpretar las huellas de los animales como aquel que lee un libro y consiguió construir escondrijos tan bien camuflados que pasaban desapercibidos hasta para su abuelo. Aprendió tan rápido que, cuando tan sólo tenía doce años, Andréi le regaló su primera escopeta de caza. «Me puse firmes y me la colgó al hombro. Yo era tan bajito que la culata de la escopeta tocaba el suelo, pero por lo menos ya no era un niño», añade Záitsev. Ese también fue el día en que su padre le dio un consejo que jamás olvidaría en Stalingrado: «Usa cada bala a conciencia, Vasili. Aprende a disparar y no yerres nunca».

Además de aprender a disparar como un auténtico experto, Vasili se fue curtiendo poco a poco en los montes Urales hasta tal punto que, con 13 y 14 años, solía pasar varias noches fuera de su casa acechando a una presa. En una ocasión, por ejemplo, durmió dos noches a la intemperie para acabar con un lobo que, tras caer en una de sus trampas, había huido. Todo ello, con la única ayuda de su escopeta, sus perros y una fogata que impidió que las fieras acabaran con él tras la llegada de la oscuridad. Cuando regresó a casa con el cadáver de su víctima a hombros, sus familiares no solo no le felicitaron por la captura, sino que no giraron ni siquiera la cabeza. Para ellos, aquello era algo totalmente normal.

El niño se hace soldado

Las estaciones fueron pasando y, a los 22 años, Vasili fue llamado a filas tras haber cursado estudios superiores en contabilidad. A pesar de su corta estatura, fue aceptado como marinero y pudo ponerse la codiciada telniashka, la camisa propia de los militares destacados en el mar. «Durante cinco años lucí la telniashka con orgullo. Me prepararon para combatir en mar abierto… aunque finalmente me destinaron a luchar en tierra firme», añade Záitsev. Por entonces no le quedó más remedio que cambiar el ancla por el fusil, pues Adolf Hitler acababa de romper el pacto de no agresión firmado con la U.R.S.S. tras la conquista de Polonia y había invadido las tierras de Stalin en el marco de la «Operación Barbarroja». Hacían falta, por lo tanto, cuántos más soldados mejor para hacer frente a los miles de alemanes que atravesaban Rusia a pasos agigantados.

«La guerra había estallado un año antes. Después de mucho solicitar que me enviaran al frente, me incluyeron por fin en una lista de marineros que iban a ser transferidos a infantería», determina nuestro protagonista. «Vasia» fue entonces subido a un tren con rumbo a Stalingrado, donde se libraba una cruenta batalla entre los soviéticos (dispuestos a defender la ciudad que llevaba el nombre de su «camarada supremo» a costa de cuantas bajas hicieran falta) y los nazis (empeñados en tomar el enclave para infringir un tremendo golpe moral a sus enemigos). «Al frente. ¡Por fin! Durante el viaje, largo y tedioso, las ruedas no dejaron de tabletear. Yo no veía la hora de llegar a mi destino, y la lentitud del tren me exasperaba. Nuestro país estaba en peligro ¡a toda máquina!», completa el soldado.

Pero, para desesperación de Záitsev, aún les quedaba una última parada por realizar en las afueras de Stalingrado antes de entrar en plena refriega. En ella, todos los soldados aprendieron unas técnicas poco ortodoxas de combate cuerpo a cuerpo mediante «armas» como las palas de combate (ideadas para cavar zanjas), las clásicas bayonetas del fusil Mosin-Nagant e, incluso, sus propias manos. A su vez, la unidad de marineros de la que formaba parte Vasili aprendió a lanzar granadas a una posición enemiga. La máxima de los comisarios políticos soviéticos era que en la ciudad se acometía al enemigo metro a metro, y no serían pocas las ocasiones en las que tendrían que hacer uso de esas nuevas formas de matar. No andaban nada desencaminados.

La llegada a Stalingrado


El 22 de septiembre de 1942, la 284 División de Fusileros(en la que se encuadraba Záitsev) llegó hasta el río Volga. En la orilla contraria se hallaba su objetivo: la ciudad de Stalingrado. Por entonces, el enclave no guardaba nada de su antiguo esplendor, pues los múltiples edificios habían sido derribados por las más de 1.000 toneladas de bombas lanzadas por la fuerza aérea alemana (la «Luftwaffe»). Los soviéticos, por su parte, luchaban calle por calle contra las tropas de Hitler, ansiosas de conquistar cada uno de los edificios. Casi se podía decir que no había frente de batalla, sino pequeños reductos diseminados de resistencia soviética que debían ser reforzados constantemente con grupos como el de Vasili para poder seguir dando guerra a los nazis. «La ciudad parecía un infierno de llamas y azufre, los edificios quemados brillaban como tizones y los incendios consumían a los hombres», añade nuestro protagonista.

Aquella noche, Vasili cruzó como un soldado más el Volga junto a sus compañeros. Sin embargo, este trayecto fue bastante diferente a la que narra la película «Enemigo a las puertas»(la producción hollywoodense que cuenta sus vivencias). Y es que, mientras que en el largometraje se explica que el barco en el que viajaba recibió un fuego incisivo de la «Luftwaffe», la realidad es que fue un camino tranquilo sólo interrumpido por el temor de que la susodicha barcaza se fuera a pique debido a su ingente cantidad de agujeros. Tampoco es exacta la película al mostrarnos su primer día en la ciudad, pues tuvo que esperar toda una jornada para entrar en combate.

Su primer combate

El primer disparo que realizó Záitsev en Stalingradose sucedió en la mañana del 23 de agosto. Fue entonces cuando su unidad recibió la orden de tomar una fábrica (cuya localización no se detalla en sus memorias) ubicada cerca de varios depósitos de carburante. Toda la zona estaba defendida por un grupo de nazis cuyos miembros contaban con artillería ligera y varias ametralladoras MG-42. El ataque soviético estuvo precedido por varias andanadas de misiles enviados por los lanzacohetes katiusha. «Pudimos ver como los katiushas pulverizaron las baterías de morteros de los “boches” [nazis] y como los alemanes salían despedidos con cada cohete que tocaba el suelo. Era impresionante ver las llamas amarillas de las explosiones y a los hombres saltando en pedazos en todas direcciones», explica Vasili.

Tras la andanada de cohetes, nuestro protagonista se preparó para combatir. «El teniente se levantó, alzó la pistola y gritando “¡En nombre de la patria!” corrió hacia los depósitos de gasolina dónde se habían apostado las ametralladoras alemanas», añade Záitsev. Acto seguido, y como respuesta al asalto de la infantería soviética, las MG-42 empezaron a tabletear con el clásico «Tac-tac.-tac» que indicaba el inicio de los disparos. En medio del ataque masivo, y entre la lluvia de balas, Vasili recibió un difícil encargo: «El teniente me ordenó que corriera hacia unos edificios medio derruidos y que atacara los nidos de ametralladoras con granadas».

Sin pensar en que recibir el impacto de uno de aquellos cartuchos significaría la muerte, Záitsev se dirigió a través de las balas y cayó, según explica en sus memorias, una posición enemiga ubicada en uno de los flancos de los alemanes (cerca de los depósitos de combustible). El acto permitió a sus compañeros avanzar, pero lo peor estaba por llegar. Y es que, al ver que la unidad de marineros empezaba a romper las defensas que habían establecido, los «boches» ordenaron disparar a los morteros que habían logrado sobrevivir a los katiushas.

«Las bombas incendiarias de los alemanes provocaron un gran fuego y los tanques de gasolina comenzaron a estallar», explica el cazador de los Urales. El fuego se empezó a propagar entre su ropa impregnada de combustible, por lo que los soviéticos no tuvieron más remedio que quedarse en cueros y asaltar al enemigo… ¡Desnudos! Sea como fuere, terminaron logrando su objetivo a pesar de sufrir múltiples bajas. Así acabó el primer combate del futuro francotirador más famoso de Stalingrado. «Nos parapetamos entre las pequeñas casas que flanqueaban la calle. Alguien me lanzó una lona para que me cubriera. Nos quedamos así, desnudos hasta que nos trajeron nuevos uniforme. Aquel grupo de soldados rusos desnudos acababa de superar su bautismo de fuego», completa Záitsev.

Tras aquel extraño combate, Vasili vivió como cualquier otro soldado anónimo en Stalingrado. Eso implicaba sufrir la privación de la comida (escasa en aquella orilla del Volga) y del sueño (pues el enemigo no se tomaba descansos). A su vez, pudo entender de primera mano lo que era defender aquella ciudad maldita en la que se luchaba no ya por cada calle, sino por cada habitación de un edificio. De hecho, no era raro que –por ejemplo- nazis y soviéticos pasaran la noche en la misma fábrica debido a que cada bando había logrado conquistar una parte. «Algunas veces podíamos escuchar las ventosidades del enemigo al otro lado de la pared», explica Záitsev en sus memorias.

De soldado anónimo, a francotirador


Los meses siguieron pasando y Záitsev continuó combatiendo sin ser conocido por nadie más que sus compañeros. Esto no tardaría en cambiar cuando, casi por azar, demostró su puntería. Según explica Vasili, corría una mañana de octubre cuando su unidad se hallaba descansando cerca de las ruinas de un edificio. En ese momento, y totalmente de improviso, una ametralladora pesada enemiga ubicada a unos 600 metros empezó a escupir ráfagas contra ellos. Era necesario acabar con los alemanes que la manejaban si no querían morir bajo sus balas, por lo que el cazador de los Urales decidió poner a prueba su puntería a costa de arriesgar su vida. «Empuñé el fusil y, casi sin apuntar, disparé. El tirador cayó. A los pocos segundos aparecieron otros dos, pero logré abatirlos rápidamente de un único disparo», añade nuestro protagonista.

Esta increíble muestra de habilidad dejó impresionado al coronel Batiuk (uno de sus oficiales) quien ordenó que Vasili fuera ascendido a francotirador y que le fuera entregado un fusil Mosin-Nagant equipado con una mira telescópica. «-Camarada Záitsev- me dijo –ya lleva usted tres. Siga la cuenta a partir de aquí-. Aunque las circunstancias no me permitieron incrementar la lista ese mismo día. En primer lugar, porque las bajas provocadas por los francotiradores deben verificarse mediante la cumplimentación de unos formularios en los que había que describir la situación y estampar la firma tanto del tirador como de un testigo, y yo todavía no estaba familiarizado con el proceso», completa el soldado en sus memorias. Fuera como fueses, ese fue el comienzo de uno de los tiradores de élite más famosos de toda la historia.

Ya como francotirador, Záitsev no tardó en sembrar el pánico entre sus enemigos haciendo uso de todo lo que había aprendido de su abuelo. Su especialidad era acabar con los soldados enemigos con una sola bala, y hacerlo en el fragor de la batalla y bajo el ruido de los disparos para evitar ser descubierto. Pronto se hizo famoso por camuflarse de una manera tan perfecta que, incluso, lograba engañar a los ojos más entrenados. En una ocasión, de hecho, uno de sus compañeros pasó varias veces cerca de él sin encontrarle. Los soldados tampoco tardaron en entender lo importante que era tener cerca a un tirador experto que, llegado el momento, pudiera acabar con los servidores de ametralladoras pesadas (algo que les facilitaba sumamente el avance sobre una posición enemiga).

Vasili era tan efectivo –y los francotiradores soviéticos tan escasos- que los mandos le solicitaron que entrenara a un grupo de tiradores de élite con los que sembrar el desconcierto entre los enemigos. Como los recursos no eran especialmente abundantes en lo que se refiere a hombres, los oficiales limitaron su «reclutamiento» a militares que hubieran sido heridos en combate. Así se unieron a sus filas combatientes como Mijaíl Ubozhenco, Nikolái Kúlikov o el gigantesco Alexánder Griázev (quien, en lugar de portar el clásico Mosin-Nagant para francotiradores, solía acudir a la batalla con un fusil anti-carro de unos 20 kilogramos de peso). Todos ellos, y otros tantos, se convirtieron poco a poco en el terror de los nazis, quienes sabían que asomar el casco por encima de la trinchera podía acabar en una muerte segura.

A sus nuevos pupilos, Vasili les intentó enseñar todo aquello que él había aprendido siendo un niño. Tampoco faltaron los consejos sobre cómo acabar con los nazis de la forma más eficiente. En una de las primeras clases que Záitsev dio a Ubozhenco, por ejemplo, le explicó cómo dejar fuera de combate a dos enemigos teniendo únicamente un poco de cuidado a la hora de apretar el gatillo. «Disparar sobre un soldado que está construyendo una trinchera es como jugar al billar. Siempre tienes que pensar cuál será la jugada siguiente. Si disparas ahora, mientras te da la espalda, él y la pala caerán al foso. Pero si esperas y le das cuando está de cara, la pala se quedará arriba, a este lado del terraplén. Así, cuando su compañero vaya a recogerla, podrás abatirle a él también», explicó el tirador a su alumno.

A su vez, les explicó que, a pesar de que un francotirador necesita apenas dos segundos para disparar y segar una vida, los preparativos hasta llegar a ese punto llevan horas. Y es que, previamente era necesario dedicar varias horas a reconocer el terreno, hacer un croquis en su libreta con las defensas nazis y la distancia a la que se hallaban, construir una posición para pasar desapercibidos y, finalmente, tener la paciencia necesaria para acabar únicamente con el blanco al que se va a buscar (usualmente, un oficial o un servidor de ametralladora). Tampoco olvidó decirles que un militar con su misión debía estar bien descansado para «trabajar» de la manera más eficiente, aunque esa era una premisa que no solían cumplir. En una ocasión, tanto Vasili como sus alumnos estuvieron varias noches sin dormir debido a los cruentos combates que tuvieron que soportar en la colina Mamáyev (una posición sobre la que se dominaba casi toda Stalingrado y que, por lo tanto, estaba constantemente bajo ataques de uno y otro bando).

Primeros duelos

Además de acabar con la vida de decenas de soldados enemigos (los números oficiales dicen que entre 220 y 245 objetivos) Vasili se hizo pronto famoso por dar buena cuenta de los francotiradores enemigos. Una tarea nada sencilla, pues requería de una dedicación completa. Y es que, además de reconocer el terreno -como hacía siempre para abatir a un enemigo-, Záitsev tenía que realizar todo tipo de indagaciones para descubrir dónde se encontraba su objetivo. Para empezar, debía hablar durante horas con múltiples heridos para saber si los agujeros que tenían en el cuerpo habían sido hechos o no por tiradores de élite.

Viendo sus heridas y averiguando posteriormente la región en la que habían sido disparados, podía discernir el lugar exacto en el que se hallaba su oponente. Detectar a su contrincante sabiendo su emplazamiento tampoco era sencillo, y Záitsev solía hacerlo valiéndose de señales tan minúsculas como el reflejo de la óptica de su fusil, la llama de su mechero o, si el nazi era muy torpe, el humo del cigarrillo que se encendía para calmar los nervios.

Si el cazador de los Urales no encontraba a su enemigo de esta guisa, solía poner señuelos para que su contrario disparase y desvelase su posición. Entre ellos, el que más utilizaba era ubicar en una posición determinada un maniquí ataviado con ropa soviética para que pareciese un francotirador. Todo ello, a sabiendas de que la forma de actuar de los alemanes era bien diferente a la de los soviéticos «Por lo general, los francotiradores nazis tomaban posiciones dentro de sus propias líneas defensivas, mientras que los nuestros se apostaban en el límite de la línea del frente. Además, los “boches” dejaban muchos señuelos, lo que hacía aún más difícil encontrar el objetivo correcto. Con la experiencia aprendí dos cosas esenciales: observar atentamente y tener templanza», señala Záitsev.

«Vasia» tuvo uno de sus primeros duelos contra un francotirador nazi en la colina Mamáyev. Su oponente fue un soldado que había acabado días antes con uno de sus compañeros. Tras investigar la zona, el ruso se percató de que, muy probablemente, el «boche» había hecho fuego desde el interior de una caja de munición ubicada entre varios arcones similares. La posición se hallaba tras una gran planicie y algunos metros detrás de las trincheras alemanas. Conociendo el lugar, ya sólo quedaba esperar en su pozo de tirador a que el enemigo hiciera un movimiento en falso. Sin embargo, harto de esperar, tendió una trampa a su presa junto con su compañero.

«Kúlikov retrocedió y con un palo levantó un casco unos centímetros por encima del terraplén en el que estábamos. El alemán disparó un tiro que atravesó el casco. Me sorprendió que hubiera picado el cebo. […] Observé por la mira como el tirador alemán acercaba la mano a la recámara y recogía el casquillo vacío. Recoger los cartuchos vacíos era el procedimiento habitual cuando se daba en el blanco. Al hacerlo, levantó la cabeza ligeramente de la mira. Eso dejaba a la vista los pocos centímetros de cuero cabelludo que yo necesitaba para apuntar… y en ese instante sonó mi disparo. La bala le dio en el nacimiento del pelo, el casco le cayó sobre la frente y el rifle quedó inmóvil, con el cañón en el interior de la caja», destaca en sus memorias Záitsev.

No menos impactante fue el combate que mantuvo con un francotirador alemán en la fábrica Octubre Rojo (en el centro de la ciudad). Aquel día, Záitsev fue requerido para acabar con un enemigo que había herido a tres soldados y a un teniente. En palabras de nuestro protagonista, el alemán era astuto, pues actuaba detrás de sus compañeros y camuflaba el sonido de sus disparos con el de las ráfagas de las ametralladoras. Era imposible saber dónde se hallaba, por lo que Vasili y su compañero (un novato apellidado Gorozháev) tendrían que emplearse a fondo. Para ello, se ubicaron tras uno de los muros del edificio y esperaron a que el enemigo disparase primero para poder descubrirle.

Záitsev decidió solicitar la ayuda de un capitán que sabía alemán para lograr desesperar a su oponente. Así pues, dijo a su superior que gritara insultos en germano con un altavoz. El plan funcionó a medias, porque un bombardeo interrumpió al oficial y éste, debido al sobresalto, tuvo que soltar su megáfono. Con todo, parece que sí logró hartar al enemigo, pues cuando el agitador trató de recuperarlo, el francotirador disparó desvelando su posición. No obstante, éste no se limitó a lanzar tan sólo un cartucho. «Sonó otro disparo, la bala pasó volando junto a mi oreja. En efecto, se había apostado frente a nosotros y buscaba la confrontación. Dos disparos más, uno tras otro. El nazi disparaba con rapidez y decisión. Me tenía acorralado tras los ladrillos, bastaba moverme un poco para que una bala explosiva pasara silbando junto a mi cabeza», destaca Vasili.

Al verse arrinconado, «Vasia» decidió dejar pasar unas horas y, finalmente, puso en práctica un curioso plan: ordenó a su compañero que buscase un espejo y dirigiese la luz del sol hacia los ojos de su enemigo. Cuando todo estuvo preparado, Gorozháev cumplió su cometido y, mediante esa distracción, dio a Záitsev un espacio de unos segundos para poder escapar del punto en el que estaba acorralo. A su vez, remató el plan ubicando un maniquí en su lugar y poniéndose a cubierto. La trampa estaba lista. Tras eludir el molesto reflejo, el alemán disparo contra el muñeco, desveló su posición de nuevo y el binomio soviético acabó con su vida. Otra muesca más en la culata del Mosin del cazador de los Urales.

El reto definitivo


A pesar de haber acabado con decenas de enemigos expertos, a Záitsev todavía le quedaba un último reto al que enfrentarse: un «superfrancotirador» (así le conocieron los mandos soviéticos) que había sido enviado por la plana mayor alemana para darle caza. «Al interrogar a un prisionero, supimos que los mandos de la “Wehrmacht” estaban seriamente preocupados por los daños infligidos por nuestros francotiradores, y que un tal mayor Konings, director de la Escuela de Francotiradores de la “Wehrmacht”, en las afueras de Berlín, había sido enviado a Stalingrado con el propósito de liquidar al, en palabras del prisionero, “gran conejo ruso”», explica Vasili. La noticia no pareció preocupar demasiado a los oficiales rojos. «Un mayor es pan comido para nuestros chicos. Tendrían que haber enviado al Führer en persona», dijo un coronel al saber la noticia.

A pesar de la calma mostrada por sus superiores, la noticia no gustó demasiado a Záitsev. Y más le inquietó cuando, tras unos breves combates en los días posteriores, Konings logró herir a dos de los francotiradores más experimentados de la unidad soviética. «El maestro», como comenzaban a conocer al alemán, sería un blanco difícil de abatir. Como primera medida, Vasili se dirigió junto con Kúlikov a la zona en la que el nazi había vencido a sus dos compañeros. Allí, su enemigo les dio la bienvenida a su modo. «El día estaba terminando. De repente, apareció un casco que se movía despacio por la trinchera. ¿Debíamos disparar? No, era una trampa: la inclinación del casco era muy poco natural. Lo movía el ayudante del francotirador, mientras este esperaba a que yo me delatase. De modo que permanecimos inmóviles hasta la noche», completa nuestro protagonista. La caza había comenzado, y solo la paciencia determinaría quien sería el vencedor.

En los siguientes días, el binomio soviético escudriñó con suma cautela lastrincheras enemigas buscando al «maestro», pero fue en balde. Por su parte, Konings no mostró los dientes hasta la tercera jornada. Su aparición la hizo cuando un comisario político llamado Danilov llegó a la trinchera para saludar a Záitsev y afirmó que había descubierto desde una posición de retaguardia donde se hallaba el enemigo. Al levantarse para señalar el lugar, el alemán le disparó un tiro perfecto que hirió al oficial. «Sólo un francotirador de élite era capaz de hacer un disparo como ese, sólo un especialista podía haber disparado con semejante rapidez y precisión. Sin duda, el alemán era un experto en el arte del camuflaje», afirma «Vasia».

Ese disparo permitió a Záitsev determinar la zona aproximada desde la que operaba su enemigo y, en base a ello, establecer una serie de lugares en los que probablemente se escondería. Así pues, intuyó que la más probable sería un escondrijo que había detrás de unos cuantos ladrillos apilados y una chapa metálica. Hasta ese momento, el lugar había pasado desapercibido, por lo que era sin duda un nido de francotirador perfecto. Para corroborar su presentimiento, Vasili ordenó a su compañero que alzara un guante militar atado a un palo por encima de la trinchera y… ¡premio, Konings disparó! «Ahí tenemos a nuestra serpiente», afirmó por su parte Kúlikov.

El binomio sabía dónde estaba su oponente, pero la caza debería esperar, pues cayó la noche y, con ella, los bombardeos de la «Luftwaffe». La pareja decidió que la mañana siguiente tampoco sería apropiada, pues la inclinación del sol podría haber hecho que las miras de sus fusiles resplandecieran al sol, lo que habría delatado su posición.

La trampa llegó después de la hora de comer. «Kúlikov se quitó el casco y lo levantó despacio, tentando una finta que solo un tirador experto era capaz de ejecutar. El enemigo disparó. Kúlikov se puso en pie, gritó y fingió desplomarse», completa Vasili. Konings cayó en la trampa y, a continuación, alzó la cabeza por encima de la plancha de hierro para corroborar si había dado a su presa. Záitsev, por su parte, estaba preparado. «Apreté el gatillo y la cabeza del nazi desapareció», finaliza el cazador de los Urales.

Caída la noche, Záitsev y Kúlikov acudieron a la posición enemiga para recoger el cadáver de Konings y, finalmente, entregaron su documentación a sus mandos como prueba. El resto, como se suele decir, es historia. Tras la liberación de Stalingrado, Vasili fue condecorado como Héroe de la Unión Soviética y recibió dos órdenes de Lenin y dos órdenes de la Bandera Roja (entre otras tantas).

Finalmente, este héroe de la U.R.S.S. falleció en 1991, con una lista de entre 220 y 245 objetivos abatidos a sus espaldas. Curiosamente, sus palabras más recordadas fueron «Yo sólo sirvo a la Unión Soviética». Esta fue la frase de un soldado cuyas hazañas, a día de hoy, son criticadas por no pocos historiadores que afirman que sus vivencias fueron exageradas por los mandos de Stalin para lograr crear un héroe artificial.

Saludos cordiales
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: Curiosidades Militares

Mensajepor Brasilla » 01 Abr 2018 23:44

Simo Häyhä "La muerte blanca"



Teniente Segundo
Años de servicio 1925-1940
Apodo La Muerte Blanca
Lealtad Bandera de Finlandia Finlandia
Condecoraciones Cruz de Mannerheim
Participó en
Segunda Guerra Mundial

Guerra de Invierno



Nacimiento: 17 de diciembre de 1905 Rautjärvi, (Gran Ducado de Finlandia, Imperio ruso Flag of Russia.svg, actual Finlandia Flag of Finland.svg)
Fallecimiento 1 de abril de 2002 Hamina,

Ocupación Cazador, criador de perros

Simo Häyhä (17 de diciembre de 1905 – 1 de abril de 2002), apodado por el ejército soviético "Biélaya Smiértch" (en ruso: Белая смерть, en finés: Valkoinen Kuolema, y en español: La Muerte Blanca). Fue un soldado finlandés que combatió contra los soviéticos durante la Guerra de Invierno, de 105 días de duración, matando a 505 soldados enemigos, y convirtiéndose en el francotirador que más soldados enemigos ha matado en la historia.1​

Simo Häyhä nació en el pequeño pueblo de Rautjärvi, el 17 de diciembre de 1905, cerca de la actual frontera finesa con Rusia, e inició su servicio militar en 1925.

Participación en la Guerra de Invierno


Durante la Guerra de Invierno de 1939-1940 entre Finlandia y la Unión Soviética, sirvió como francotirador contra el invasor ruso. Actuando a temperaturas que oscilaban entre -20° y -40° C, y vestido completamente de camuflaje blanco, Häyhä mató a más de 505 soldados enemigos. El recuento diario de los enemigos muertos se llevaba a cabo en el campo de batalla por los mismos francotiradores finlandeses.

Häyhä utilizaba el fusil estándar M28 Pystykorva, una variante finlandesa del fusil soviético Mosin-Nagant, y prefería no usar mira telescópica para no aumentar el tamaño del blanco que ofrecía al enemigo durante los combates, y porque con frecuencia, los francotiradores eran delatados por el reflejo del sol en las lentes de estas miras. Con tan bajas temperaturas, las miras podían empañarse o romperse con facilidad.

Otra de sus tácticas consistía en compactar la nieve delante de él para que al disparar no se removiese. A su vez, para evitar que el vaho de su aliento le delatase, se llenaba la boca de nieve. Su corta estatura, 1,52 m, también le resultó de gran ayuda a la hora de pasar inadvertido en el combate.

Además de sus bajas con el fusil, Häyhä tiene también acreditado haber matado a otros doscientos soldados con el subfusil finlandés Suomi KP/-31. Häyhä mató a todos los soldados soviéticos durante un periodo de tres meses. El 6 de marzo de 1940, Häyhä fue herido en la cara por una bala explosiva enemiga. Antes de esto, los rusos habían elaborado multitud de planes para acabar con él, incluyendo el envío de francotiradores y ataques de artillería, que no consiguieron ningún resultado. Se presume que el disparo que le hirió fue realizado al azar, y las heridas lo dejaron en estado de coma.

Häyhä fue rescatado por sus compañeros, quienes relataron posteriormente que «la mitad de su cara había desaparecido». El 13 de marzo, el mismo día en que se firmó la paz entre la Unión Soviética y Finlandia, Häyhä recuperó el conocimiento. Tras la guerra, fue ascendido de cabo a teniente segundo por el mariscal de campo Carl Gustaf Emil Mannerheim. Ni antes que él ni posteriormente ningún soldado ha obtenido un ascenso en circunstancias tan dramáticas en la historia militar de Finlandia.

Vida posterior



Simo Häyhä tardó varios años en recuperarse de la herida causada por la bala que le había atravesado la mandíbula y le había destrozado la mejilla izquierda. Tras la Segunda Guerra Mundial se dedicó a la caza, sobre todo de alces, y a la cría de perros, y en varias ocasiones cazó con el presidente finlandés Urho Kekkonen.

Cuando en 1998 se le preguntó cómo llegó a ser tan buen tirador, simplemente contestó que «practicando». Sobre su formidable récord de muertes, decía que «Hice lo que se me ordenó lo mejor que pude». Simo Häyhä pasó sus últimos años en una pequeña aldea llamada Ruokolahti, situada en el sudeste de Finlandia cerca de la frontera con Rusia. Falleció el 1 de abril de 2002 por muerte natural.

Cultura popular


Simo Häyhä ha servido de inspiración para la canción "White Death," perteneciente al álbum Coat of Arms del grupo musical sueco de power metal Sabaton. Simo Häyhä aparece en la novela ligera Unlimited Antihero como héroe contratado por el personaje secundario Ana.

Saludos
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.


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