Curiosidades Militares
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Re: Curiosidades Militares
Eso les pasó por creerse las promesas de los yanquis, que al fin y al cabo no son más que unos hijos de la Gran ........ a.
Siempre cuando Inglaterra se metió en una guerra, acababa perdiendo aquél a quien fueron a ayudar
ganaba la guerra, pero acababa expoliado, y sus hijos han heredado esa "virtud"
Así han acabado los ingleses de ser un islote de piratas y ladrones, han evolucionado en las formas, pero siguen manteniendo el fondo.
Saludos cordiales
Siempre cuando Inglaterra se metió en una guerra, acababa perdiendo aquél a quien fueron a ayudar
ganaba la guerra, pero acababa expoliado, y sus hijos han heredado esa "virtud"
Así han acabado los ingleses de ser un islote de piratas y ladrones, han evolucionado en las formas, pero siguen manteniendo el fondo.
Saludos cordiales
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.
Marco Tulio Cicerón.
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La Guardia Civil como Policía Militar en Bosnia-Herzegovina
IFOR: LA PRIMERA MISION DE LA BENEMERITA EN LA OTAN. LA GUARDIA CIVIL COMO POLICIA MILITAR EN BOSNIA-HERZEGOVINA
Con la firma de los acuerdos de Paz el 21 de noviembre de 1995 en la base militar de Dayton, sita en el Estado de Ohio (EE.UU.), se ponía fin al conflicto armado que asolaba Bosnia-Herzegovina desde hacía tres años.
Pocos días después y concretamente el día 15 de diciembre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dictaba la Resolución número 1.031 por la que se daba luz verde a la Operación denominada IFOR (Implementation Force) que comandada por la OTAN integraría a fuerzas terrestres navales y aéreas de 34 países entre los que se encontraba España.
La misión se activaba el día 20 de diciembre con una duración prevista de un año. Ello implicaba el fin de la Operación UNPROFOR (Fuerzas de Protección de la ONU en la Antigua Yugoslavia) que tan meritoriamente se había distinguido por su encomiable labor de ayuda humanitaria a la población civil que sufría las miserias de la guerra civil.
Como consecuencia de las nuevas necesidades estratégicas y tácticas la Agrupación Táctica "ARAGON" de "Cascos Azules" españoles se transformaba en la Brigada Española (SPABRI) con un área de responsabilidad de casi diez mil kilómetros cuadrados situada en sur de Bosnia-Herzegovina.
El nuevo despliegue español supuso que además de los destacamentos de Medugorje, Dracevo y Mostar hubo que instalar otros dos en la zona serbia: Nevesinje y Trebinje.
La necesidad de la Guardia Civil de Tráfico.
A partir de ese momento el Control de Movimientos de los numerosos convoyes militares de todas las unidades de IFOR que recorrieran las carreteras de la zona de operaciones especiales pasa a manos de la 4ª Sección del Estado Mayor de la SPABRI.
La vigilancia del tráfico y la prevención de accidentes de circulación se habían convertido en una de las principales preocupaciones para el Mando español. No en vano había que lamentar que de los quince muertos que habían sufrido nuestras Fuerzas Armadas en Bosnia-Herzegovina durante la etapa de UNPROFOR, nueve se debían a accidentes de tráfico.
Los franceses e italianos habían comenzado a desplegar en sus respectivas zonas a la Gendarmería y a los Carabineros. Por parte española se pesó inmediatamente en la Guardia Civil, un Cuerpo de naturaleza militar y misiones policiales, que en este caso y a través de su Agrupación de Tráfico se configuraba como el más idóneo y eficaz.
Entre el EMMOT (Estado Mayor del Mando Operativo Terrestre) y la DIGEGUCI (Dirección General de la Guardia Civil) se establecieron los contacto oportunos que dieron como resultado que el día 1 de febrero de 1996 aterrizaran en el aeropuerto de Split (Croacia) el primer contingente de la Guardia Civil de Tráfico compuesto por 1 Capitán, 3 Sargentos 1º y 9 Guardias Civiles (7 de la especialidad de motorista y 2 de la de atestados).
En el mismo avión del Ejercito del Aire llegaron dos vehículos Nissan Patrol blindados y seis motocicletas T/T Yamaha 350 que utilizarían durante sus patrullas en las próximos meses.
El CCMOV (Centro de Control de Movimientos) de la SPABRI se activaría en el seno de la 4ª Sección del E.M. d el Cuartel General español sito en Medugorje bajo el mando del Capitán y auxiliado por dos suboficiales y uno de los guardias.
En el Destacamento de Dracevo ubicado a 5 kilómetros de la frontera bosnio-croata y casi a pie de la carretera nacional M-17 (Metkovic - Sarajevo) se instalaría el otro suboficial y el resto de los guardias civiles al objeto de formar dos equipos de control de movimientos y uno de atestados. En su labor de vigilancia del tráfico militar serían apoyados por otros dos equipos de control de movimientos franceses pertenecientes al Escuadrón de Circulación de la División "Salamandra" y que actuaría bajo mando español, formando de esta forma patrullas mixtas.
La Guardia Civil como Policía Militar.
En el mes de mayo se producía el relevo de la Brigada "ARAGON" formada principalmente por fuerzas de Cazadores de Alta Montaña y de Caballería por la Brigada "ALMOGAVARES" constituida en su mayor parte por unidades Paracaidistas y de Infantería de Marina.
En los primeros meses se pudo comprobar la idoneidad de la elección de la Guardia Civil de Tráfico para desarrollar sus misiones específicas en la zona de operaciones, siendo objeto de numerosos elogios y felicitaciones nacionales y extranjeras por su ejemplar comportamiento.
Sin embargo su reducido número no permitía asumir las numerosas funciones que como consecuencia del desarrollo de los Acuerdos de Paz se habían venido generando. Así por ejemplo y entre otras, el proceso electoral en la ciudad de Mostar bajo protección española, la apertura del terminal nacional en el aeropuerto de Ortiges bajo responsabilidad del EALOG. (Escalón Avanzado Logístico) y la posibilidad de actuaciones de IFOR encaminadas a la detención de antiguos contendientes acusados de crímenes de guerra por el Tribunal Internacional de la Haya.
Todo ello motivaría que el mando de la Brigada "ALMOGAVARES" reclamase un mayor número de efectivos de la Guardia Civil al objeto de configurar una Unidad de Policía Militar que conforme a las más moderna doctrina de la OTAN asumiera eficazmente las tres funciones principales: Circulación, Seguridad y Asuntos Legales.
El Ministerio de Defensa dio luz verde al proyecto y pocos días antes de la celebración de las elecciones de Mostar llegaban los refuerzos necesarios al aeropuerto mostareño de Ortiges.
La Unidad de la Guardia Civil bajo dependencia directa del General Jefe de la Brigada quedaba configurada con un Capitán al frente de la misma y 36 hombres más: 11 de la Agrupación de Tráfico, 19 de la Agrupación Rural de Seguridad y 6 del Servicio de Policía Judicial. Había nacido la primera Unidad de Policía Militar de la Guardia Civil desde que la Compañía del Benemérito Instituto que acompañó a la División Azul en el frente ruso regresara a España en el año 1944.
Las misiones de Policía Militar.
Las principales misiones que ha desempeñado esta Unidad de la Guardia Civil a lo largo de la Operación IFOR.
Vigilancia del tráfico y control de movimientos de convoyes militares, instruyendo en su caso los correspondientes atestados por accidentes de circulación.
Acompañamiento de columnas militares y convoyes de ayuda humanitaria así como de civiles desplazados o refugiados.
Protección de autoridades, destacando en este caso los especiales cometidos seguridad inmediata y próxima que llevaron a cabo con ocasión de la visita del Presidente del Gobierno Español a la zona de operaciones en el mes de julio.
Control y vigilancia de las actividades de los cuerpos policiales civiles y militares de los tres bandos (bosnios, croatas y serbios) que pudieran implicar restricción a la libertad de movimientos de la población civil.
Mantenimiento de la seguridad durante los procesos electorales de los meses de junio y septiembre.
Control de seguridad y equipajes de los vuelos militares españoles que despegaban del aeropuerto militar de Ortiges.
Enlace con la Policía de la Unión Europea Occidental destacada en la Administración de Mostar y con la Policía Civil de la ONU (IPTF - Internacional Police Task Force) en donde también existían contingentes de la Guardia Civil.
Investigación de delitos de cualquier naturaleza que pudiera producirse por o contra miembros de la Brigada Española (SPABRI).
Hacerse cargo en su caso de la detención, custodia y traslado de las personas acusadas de crímenes de guerra por el Tribunal de la Haya que hubieran sido encontrados por las fuerzas españolas.
Intervención e Instrucción de actas de depósito de las armas, municiones y explosivos hallados o intervenidos por las fuerzas españolas.
Uniformidad, armamento, equipos y vehículos.
Durante su estancia en Bosnia-Herzegovina han soportado temperaturas que oscilaron entre los 15 grados bajo cero del invierno y los 38 grados sobre cero del verano, adecuando por lo tanto su vestuario y equipo a las condiciones climatológicas.
Inicialmente usaron la uniformidad de campaña color verde propia de la Guardia Civil y el correspondiente brazalete identificativo de Policía Militar.
Posteriormente se les dotó con el uniforme mimetizado del Ejército de Tierra aunque siguieron utilizando la boina verde y demás distintivos específicos de la Benemérita. Era la primera Unidad de la Guardia Civil que vestía el uniforme de campaña del Ejército de Tierra.
El armamento ligero fue el reglamentario en la Guardia Civil. Como arma corta utilizaron la pistola de doble acción marca Star modelo 30M con capacidad de 15+1 cartuchos del calibre 9 milímetros parabellum.
Dado las singulares características de las misiones encomendadas y de la propia zona de operaciones se desechó el empleo del Subfusil siendo dotados todos sus componentes sin excepción, de Capitán a Guardia, con el fusil de asalto CETME modelo LC calibre 5'56 milímetros NATO aunque algunos de los miembros de la Agrupación Rural de Seguridad usaron el CETME modelo C calibre 7'62 milímetros NATO.
Ello se debió a poder utilizarlo en su caso para el lanzamiento de material antidisturbio del que también estaban dotados.
Los gendarmes y los soldados del escuadrón de circulación francés que hicieron patrullas mixtas con ellos estaban dotados de la pistola marca MAC modelo 50 calibre 9 milímetros parabellum y del fusil de asalto FAMAS calibre 5'56 milímetros NATO.
Cuando para determinadas misiones de reconocimiento y protección se les dotó por parte de la 2ª Bandera Paracaidista los vehículos BMR, llevaron la ametralladora pesada Browning modelo M2 calibre 12'70 milímetros. Los vehículos franceses que les acompañaban iban dotados de una ametralladora ligera calibre 7'62 milímetros NATO. Asimismo todos los componentes de la Unidad fueron dotados del casco de combate modelo Marte 01-85 así como de los correspondientes chalecos mimetizados antifragmentos.
Además de los 2 vehículos blindados y las 6 motocicletas de la Guardia Civil citadas inicialmente recibieron vía marítima y aérea otros 6 vehículos más de los que 3 eran blindados y del mismo tipo que utiliza el Grupo Antiterrorista Rural en Vascongadas.
Anécdotas y curiosidades.
Aunque durante los once meses de Misión IFOR podrían contarse por centenares, sólo vamos a citar algunas.
Destacar por ejemplo la cara de alegría y bocinazos que pegó un camionero de Asturias al encontrarse con una patrulla de motoristas de la Guardia Civil de Tráfico por las carreteras bosnias. Cuando se paró a hablar con ellos les confesó que en España no le pasaba lo mismo pero que a más de 3.000 kilómetros era diferente.
Algo similar les pasó a un grupo de camioneros catalanes que transportaban un convoy de ayuda humanitaria y que no podían cruzar la frontera bosnio-croata por interminables problemas burocráticos hasta que apareció la Guardia Civil para ayudarles.
Recordar la cara de sorpresa de algunos soldados de Caballería o de Infantería de Marina cuando al desembarcar en el puerto croata de Ploce vieron que el paso de los convoyes militares eran regulados por motoristas de la Guardia Civil de Tráfico.
Hasta incluso cuando "GOMA ESPUMA" se trasladó a Medugorje para emitir un programa radiofónico en directo no pudieron evitar comenzar diciendo "¡Tío! Nos vamos a Bosnia y adivina lo que nos encontramos, ¡Una pareja de Tráfico!, ¡ni aquí nos libramos de las multas!".
En definitiva muchas anécdotas como la de aquella familia de Zaragoza que se había adentrado como turistas por la zona y tuvieron un pequeño contratiempo con su vehículo. Cuando se paró una patrulla de la Benemérita para auxiliarles no podían dar crédito a sus ojos.
Otros temas que llamaron la atención de los Guardias Civiles (aparte lo mal que conducen los nativos del lugar por unas carreteras destrozadas por la guerra) ha sido la gran variedad de armamento y municiones, no sólo en manos de las fuerzas militares de los 34 países de la Operación IFOR sino de los antiguas partes contendientes y de la población civil. Posiblemente sería muy difícil reunir una mayor cantidad de modelos de diferentes fusiles Kalasnikov en sus versiones AK-47 calibre 7'62 milímetros y AK-74 calibre 5'45 milímetros.
Todo ello sin citar las pistolas semiautomáticas de las que tal vez llamó más la atención por ser más desconocida la de fabricación croata modelo VM17 calibre 9 milímetros parabellum y 16 cartuchos de capacidad.
El 20 de diciembre de 1996 finalizaba la Misión IFOR y comenzaba con una duración prevista de 18 meses una nueva operación SFOR (Fuerza de Estabilización de la Paz). La Guardia Civil continuaría allí
Saludos
Con la firma de los acuerdos de Paz el 21 de noviembre de 1995 en la base militar de Dayton, sita en el Estado de Ohio (EE.UU.), se ponía fin al conflicto armado que asolaba Bosnia-Herzegovina desde hacía tres años.
Pocos días después y concretamente el día 15 de diciembre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dictaba la Resolución número 1.031 por la que se daba luz verde a la Operación denominada IFOR (Implementation Force) que comandada por la OTAN integraría a fuerzas terrestres navales y aéreas de 34 países entre los que se encontraba España.
La misión se activaba el día 20 de diciembre con una duración prevista de un año. Ello implicaba el fin de la Operación UNPROFOR (Fuerzas de Protección de la ONU en la Antigua Yugoslavia) que tan meritoriamente se había distinguido por su encomiable labor de ayuda humanitaria a la población civil que sufría las miserias de la guerra civil.
Como consecuencia de las nuevas necesidades estratégicas y tácticas la Agrupación Táctica "ARAGON" de "Cascos Azules" españoles se transformaba en la Brigada Española (SPABRI) con un área de responsabilidad de casi diez mil kilómetros cuadrados situada en sur de Bosnia-Herzegovina.
El nuevo despliegue español supuso que además de los destacamentos de Medugorje, Dracevo y Mostar hubo que instalar otros dos en la zona serbia: Nevesinje y Trebinje.
La necesidad de la Guardia Civil de Tráfico.
A partir de ese momento el Control de Movimientos de los numerosos convoyes militares de todas las unidades de IFOR que recorrieran las carreteras de la zona de operaciones especiales pasa a manos de la 4ª Sección del Estado Mayor de la SPABRI.
La vigilancia del tráfico y la prevención de accidentes de circulación se habían convertido en una de las principales preocupaciones para el Mando español. No en vano había que lamentar que de los quince muertos que habían sufrido nuestras Fuerzas Armadas en Bosnia-Herzegovina durante la etapa de UNPROFOR, nueve se debían a accidentes de tráfico.
Los franceses e italianos habían comenzado a desplegar en sus respectivas zonas a la Gendarmería y a los Carabineros. Por parte española se pesó inmediatamente en la Guardia Civil, un Cuerpo de naturaleza militar y misiones policiales, que en este caso y a través de su Agrupación de Tráfico se configuraba como el más idóneo y eficaz.
Entre el EMMOT (Estado Mayor del Mando Operativo Terrestre) y la DIGEGUCI (Dirección General de la Guardia Civil) se establecieron los contacto oportunos que dieron como resultado que el día 1 de febrero de 1996 aterrizaran en el aeropuerto de Split (Croacia) el primer contingente de la Guardia Civil de Tráfico compuesto por 1 Capitán, 3 Sargentos 1º y 9 Guardias Civiles (7 de la especialidad de motorista y 2 de la de atestados).
En el mismo avión del Ejercito del Aire llegaron dos vehículos Nissan Patrol blindados y seis motocicletas T/T Yamaha 350 que utilizarían durante sus patrullas en las próximos meses.
El CCMOV (Centro de Control de Movimientos) de la SPABRI se activaría en el seno de la 4ª Sección del E.M. d el Cuartel General español sito en Medugorje bajo el mando del Capitán y auxiliado por dos suboficiales y uno de los guardias.
En el Destacamento de Dracevo ubicado a 5 kilómetros de la frontera bosnio-croata y casi a pie de la carretera nacional M-17 (Metkovic - Sarajevo) se instalaría el otro suboficial y el resto de los guardias civiles al objeto de formar dos equipos de control de movimientos y uno de atestados. En su labor de vigilancia del tráfico militar serían apoyados por otros dos equipos de control de movimientos franceses pertenecientes al Escuadrón de Circulación de la División "Salamandra" y que actuaría bajo mando español, formando de esta forma patrullas mixtas.
La Guardia Civil como Policía Militar.
En el mes de mayo se producía el relevo de la Brigada "ARAGON" formada principalmente por fuerzas de Cazadores de Alta Montaña y de Caballería por la Brigada "ALMOGAVARES" constituida en su mayor parte por unidades Paracaidistas y de Infantería de Marina.
En los primeros meses se pudo comprobar la idoneidad de la elección de la Guardia Civil de Tráfico para desarrollar sus misiones específicas en la zona de operaciones, siendo objeto de numerosos elogios y felicitaciones nacionales y extranjeras por su ejemplar comportamiento.
Sin embargo su reducido número no permitía asumir las numerosas funciones que como consecuencia del desarrollo de los Acuerdos de Paz se habían venido generando. Así por ejemplo y entre otras, el proceso electoral en la ciudad de Mostar bajo protección española, la apertura del terminal nacional en el aeropuerto de Ortiges bajo responsabilidad del EALOG. (Escalón Avanzado Logístico) y la posibilidad de actuaciones de IFOR encaminadas a la detención de antiguos contendientes acusados de crímenes de guerra por el Tribunal Internacional de la Haya.
Todo ello motivaría que el mando de la Brigada "ALMOGAVARES" reclamase un mayor número de efectivos de la Guardia Civil al objeto de configurar una Unidad de Policía Militar que conforme a las más moderna doctrina de la OTAN asumiera eficazmente las tres funciones principales: Circulación, Seguridad y Asuntos Legales.
El Ministerio de Defensa dio luz verde al proyecto y pocos días antes de la celebración de las elecciones de Mostar llegaban los refuerzos necesarios al aeropuerto mostareño de Ortiges.
La Unidad de la Guardia Civil bajo dependencia directa del General Jefe de la Brigada quedaba configurada con un Capitán al frente de la misma y 36 hombres más: 11 de la Agrupación de Tráfico, 19 de la Agrupación Rural de Seguridad y 6 del Servicio de Policía Judicial. Había nacido la primera Unidad de Policía Militar de la Guardia Civil desde que la Compañía del Benemérito Instituto que acompañó a la División Azul en el frente ruso regresara a España en el año 1944.
Las misiones de Policía Militar.
Las principales misiones que ha desempeñado esta Unidad de la Guardia Civil a lo largo de la Operación IFOR.
Vigilancia del tráfico y control de movimientos de convoyes militares, instruyendo en su caso los correspondientes atestados por accidentes de circulación.
Acompañamiento de columnas militares y convoyes de ayuda humanitaria así como de civiles desplazados o refugiados.
Protección de autoridades, destacando en este caso los especiales cometidos seguridad inmediata y próxima que llevaron a cabo con ocasión de la visita del Presidente del Gobierno Español a la zona de operaciones en el mes de julio.
Control y vigilancia de las actividades de los cuerpos policiales civiles y militares de los tres bandos (bosnios, croatas y serbios) que pudieran implicar restricción a la libertad de movimientos de la población civil.
Mantenimiento de la seguridad durante los procesos electorales de los meses de junio y septiembre.
Control de seguridad y equipajes de los vuelos militares españoles que despegaban del aeropuerto militar de Ortiges.
Enlace con la Policía de la Unión Europea Occidental destacada en la Administración de Mostar y con la Policía Civil de la ONU (IPTF - Internacional Police Task Force) en donde también existían contingentes de la Guardia Civil.
Investigación de delitos de cualquier naturaleza que pudiera producirse por o contra miembros de la Brigada Española (SPABRI).
Hacerse cargo en su caso de la detención, custodia y traslado de las personas acusadas de crímenes de guerra por el Tribunal de la Haya que hubieran sido encontrados por las fuerzas españolas.
Intervención e Instrucción de actas de depósito de las armas, municiones y explosivos hallados o intervenidos por las fuerzas españolas.
Uniformidad, armamento, equipos y vehículos.
Durante su estancia en Bosnia-Herzegovina han soportado temperaturas que oscilaron entre los 15 grados bajo cero del invierno y los 38 grados sobre cero del verano, adecuando por lo tanto su vestuario y equipo a las condiciones climatológicas.
Inicialmente usaron la uniformidad de campaña color verde propia de la Guardia Civil y el correspondiente brazalete identificativo de Policía Militar.
Posteriormente se les dotó con el uniforme mimetizado del Ejército de Tierra aunque siguieron utilizando la boina verde y demás distintivos específicos de la Benemérita. Era la primera Unidad de la Guardia Civil que vestía el uniforme de campaña del Ejército de Tierra.
El armamento ligero fue el reglamentario en la Guardia Civil. Como arma corta utilizaron la pistola de doble acción marca Star modelo 30M con capacidad de 15+1 cartuchos del calibre 9 milímetros parabellum.
Dado las singulares características de las misiones encomendadas y de la propia zona de operaciones se desechó el empleo del Subfusil siendo dotados todos sus componentes sin excepción, de Capitán a Guardia, con el fusil de asalto CETME modelo LC calibre 5'56 milímetros NATO aunque algunos de los miembros de la Agrupación Rural de Seguridad usaron el CETME modelo C calibre 7'62 milímetros NATO.
Ello se debió a poder utilizarlo en su caso para el lanzamiento de material antidisturbio del que también estaban dotados.
Los gendarmes y los soldados del escuadrón de circulación francés que hicieron patrullas mixtas con ellos estaban dotados de la pistola marca MAC modelo 50 calibre 9 milímetros parabellum y del fusil de asalto FAMAS calibre 5'56 milímetros NATO.
Cuando para determinadas misiones de reconocimiento y protección se les dotó por parte de la 2ª Bandera Paracaidista los vehículos BMR, llevaron la ametralladora pesada Browning modelo M2 calibre 12'70 milímetros. Los vehículos franceses que les acompañaban iban dotados de una ametralladora ligera calibre 7'62 milímetros NATO. Asimismo todos los componentes de la Unidad fueron dotados del casco de combate modelo Marte 01-85 así como de los correspondientes chalecos mimetizados antifragmentos.
Además de los 2 vehículos blindados y las 6 motocicletas de la Guardia Civil citadas inicialmente recibieron vía marítima y aérea otros 6 vehículos más de los que 3 eran blindados y del mismo tipo que utiliza el Grupo Antiterrorista Rural en Vascongadas.
Anécdotas y curiosidades.
Aunque durante los once meses de Misión IFOR podrían contarse por centenares, sólo vamos a citar algunas.
Destacar por ejemplo la cara de alegría y bocinazos que pegó un camionero de Asturias al encontrarse con una patrulla de motoristas de la Guardia Civil de Tráfico por las carreteras bosnias. Cuando se paró a hablar con ellos les confesó que en España no le pasaba lo mismo pero que a más de 3.000 kilómetros era diferente.
Algo similar les pasó a un grupo de camioneros catalanes que transportaban un convoy de ayuda humanitaria y que no podían cruzar la frontera bosnio-croata por interminables problemas burocráticos hasta que apareció la Guardia Civil para ayudarles.
Recordar la cara de sorpresa de algunos soldados de Caballería o de Infantería de Marina cuando al desembarcar en el puerto croata de Ploce vieron que el paso de los convoyes militares eran regulados por motoristas de la Guardia Civil de Tráfico.
Hasta incluso cuando "GOMA ESPUMA" se trasladó a Medugorje para emitir un programa radiofónico en directo no pudieron evitar comenzar diciendo "¡Tío! Nos vamos a Bosnia y adivina lo que nos encontramos, ¡Una pareja de Tráfico!, ¡ni aquí nos libramos de las multas!".
En definitiva muchas anécdotas como la de aquella familia de Zaragoza que se había adentrado como turistas por la zona y tuvieron un pequeño contratiempo con su vehículo. Cuando se paró una patrulla de la Benemérita para auxiliarles no podían dar crédito a sus ojos.
Otros temas que llamaron la atención de los Guardias Civiles (aparte lo mal que conducen los nativos del lugar por unas carreteras destrozadas por la guerra) ha sido la gran variedad de armamento y municiones, no sólo en manos de las fuerzas militares de los 34 países de la Operación IFOR sino de los antiguas partes contendientes y de la población civil. Posiblemente sería muy difícil reunir una mayor cantidad de modelos de diferentes fusiles Kalasnikov en sus versiones AK-47 calibre 7'62 milímetros y AK-74 calibre 5'45 milímetros.
Todo ello sin citar las pistolas semiautomáticas de las que tal vez llamó más la atención por ser más desconocida la de fabricación croata modelo VM17 calibre 9 milímetros parabellum y 16 cartuchos de capacidad.
El 20 de diciembre de 1996 finalizaba la Misión IFOR y comenzaba con una duración prevista de 18 meses una nueva operación SFOR (Fuerza de Estabilización de la Paz). La Guardia Civil continuaría allí
Saludos

Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.
Marco Tulio Cicerón.
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El Armamento de la I Guerra Mundial
LA HISTORIA DEL ARMAMENTO DE LA I GUERRA MUNDIAL EN EL MUSEO DE BRUSELAS
La que fue denominada como la “Gran Guerra” y la “Guerra de las Guerras” comenzó con una pistola belga FN modelo 1910 de 7’65 mm.
El 28 de junio de 1914 se perpetraba en Sarajevo el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero del trono del Imperio Austro-húngaro, y su esposa, Sofía Chotek.
El magnicida se trataba de un joven estudiante nacionalista serbio llamado Gavrilo Princip, quien efectuó varios disparos con una pistola belga FN modelo 1910 de 7’65 mm. browning. Sin embargo, muchos creyeron erróneamente que se trataba de un modelo 1900, más conocida en la época, lo cual motivó que desde entonces fuera bautizada, popular y equivocadamente, con el sobrenombre de “mata duques”.
Por cierto, precisamente en ARMAS nº 290, se tuvo la oportunidad de mostrar a los lectores la auténtica pistola protagonista de tan terrible suceso al igual que en los nº 18 y 144 se dedican sendos artículos a ambos modelos de la prestigiosa firma belga.
Como consecuencia de dicho atentado, cometido en la capital de Bosnia, entonces integrada en el Imperio Austrohúngaro, se exigió por parte de su gobierno, poder practicar una minuciosa investigación en el interior del territorio serbio.
El asesino pertenecía a la organización paneslavista denominada “Mano Negra”, que aspiraba a unos Balcanes dominados por Serbia, motivo por el cual se tenía la sospecha de que estaba relacionada con los servicios secretos de dicho país.
Consecuente con ello, el 23 de julio siguiente, el Imperio Austro-húngaro lanzó a Serbia un ultimátum con la exigencia de responder en un plazo máximo de cuarenta y ocho horas.
De los diez puntos que éste contenía sólo uno no fue aceptado, lo cual se aprovechó por Austria-Hungría para declarar formalmente -el día 28- el inicio de hostilidades contra Serbia. Acababa de comenzar la que sería hasta entonces, la más extensa, terrible y sangrienta guerra de todas las conocidas.
No obstante, hay que decir que el luctuoso hecho acontecido en Sarajevo no fue más que el detonante de una tensa situación que se venía gestando desde mucho tiempo atrás, y que de no haber sucedido, más pronto que tarde otra hubiera sido la excusa para el inicio del conflicto armado.
Por un lado estaba la política expansionista del Imperio Alemán o II Reich, sometido al cerco diplomático de otras potencias europeas, entre las que destacaba Francia, que no podía olvidar la derrota que había sufrido en la Guerra Franco-Prusiana de 1870-71, con la pérdida de Alsacia y Lorena que pasaron a integrar la soberanía territorial germana.
Y por otra parte estaban las consecuencias de la descomposición del antiguo Imperio Otomano, que todavía hoy día -un siglo después- se siguen padeciendo, y que entonces dio lugar al nacimiento de Albania, Bulgaria, Grecia, Montenegro, Rumanía y Serbia como estados independientes. La conflictividad surgida entre algunos de ellos había dado ya lugar entre 1910 y 1913, a dos contiendas bélicas que han pasado a ser conocidas como las Guerras Balcánicas.
A su vez, detrás de todo ello estaban la rivalidad germano-británica por intereses coloniales y comerciales así como el afán expansionista del Imperio Austro-húngaro -incondicional aliado del alemán- hacia los Balcanes, así como el gran interés del Imperio Ruso, ligado cultural e históricamente a los eslavos –“pueblos del sur”- por poder tener salida a las aguas mediterráneas.
Dicha situación, que se estaba viviendo en el escenario europeo, había dado lugar desde hacía tres décadas a una política de alianzas entre las principales potencias de la época, pasando finalmente a constituir por una parte, Francia, Inglaterra y Rusia, la llamada Triple Entente, y por otra, Alemania, Austria-Hungría e Italia, la conocida como Triple Alianza.
El periodo conocido como el de la “Paz Armada”, durante el cual las diferentes potencias europeas dedicaron ingentes cantidades de capital para la adquisición de material bélico y durante el cual se inventaron y perfeccionaron nuevos tipos y sistemas de armas, había llegado a su fin.
El 29 de julio la flota austro-húngara del Danubio bombardeó la capital serbia, Belgrado, que respondió con su artillería. La guerra había comenzado a materializarse. Rusia anunció ese mismo día la movilización parcial de su ejército para acudir en defensa de Serbia.
El 1 de agosto Alemania declaró a su vez la guerra a Rusia y a partir de ahí, el conflicto fue extendiéndose en tiempo y espacio hasta superar el teatro de operaciones europeo e implicar a más de una treintena de países, no finalizando hasta cuatro años después, concretamente el 11 de noviembre de 1918.
El papel de Belgica
Ya que este artículo tiene como objeto final la impresionante y magnífica sala que dedica el Museo Real del Ejército y de Historia Militar de Bruselas a la Primera Guerra Mundial –y muy especialmente al armamento utilizado por todos los países contendientes- justo es dedicar al menos unas líneas a nuestra nación anfitriona.
El mismo día que Alemania declaró la guerra a Rusia, el gobierno belga anunció que mantendría su neutralidad armada en cualquier conflicto, postura que quedaba garantizada por Francia e Inglaterra.
Sin embargo de poco le iba a servir ya que al día siguiente, 2 de agosto, Alemania invadió la también neutral Luxemburgo y lanzó un ultimátum a Bélgica para que permitiera atravesar su territorio a las tropas germanas sin impedimentos de ninguna clase, con la intención de prevenir un posible ataque francés.
Un día más tarde, 3 de agosto, el gobierno belga lo rechazó rotundamente mientras que Francia e Inglaterra le confirmaron su apoyo armado en caso de sufrir el ataque del ejército alemán.
La respuesta de los germanos no se hizo esperar y ese mismo día declararon la guerra a Francia, haciendo lo mismo también con Bélgica a la mañana siguiente e invadiendo a continuación su territorio, lo cual provocó a su vez la declaración formal de guerra por parte de Inglaterra, ya que era garante de la soberanía belga.
Desde 1839, nueve años después de la creación de Bélgica como estado soberano, estaba en vigor un Tratado mediante el que se garantizaba la neutralidad de dicha nación en caso de un conflicto en el que estuvieran implicados Alemania, Francia e Inglaterra.
Los alemanes activaron el llamado Plan Schlieffen, ideado en 1905 y bautizado así en honor a su promotor, un antiguo jefe del Estado Mayor del II Reich llamado Alfred Graf von Schlieffen.
Dicho plan, pensado para el caso de que se tuviera que combatir simultáneamente en el frente occidental y oriental, consistía básicamente en que Alemania cedería inicialmente posiciones en el este de Prusia Oriental y se retiraría al Bajo Vístula, todo ello en beneficio del frente oeste para poder dedicar el mayor esfuerzo ofensivo contra Francia, su principal enemigo de la época.
Según lo planeado, Alemania lanzaría el grueso de sus fuerzas a través de Bélgica con la pretensión de evitar las fortificaciones defensivas fronterizas galas –conforme su idea de maniobra- para envolver rápidamente desde el norte, y con el máximo de medios en su ala derecha, las débiles posiciones francesas de esa zona, romperlas a continuación, cercar a las tropas enemigas y destruirlas finalmente.
Nada más alcanzar dicho objetivo, reconcentraría la mayor parte de sus recursos en el frente oriental y lanzaría una potente ofensiva sobre Rusia cuya movilización militar era más lenta.
El rey Alberto llamó a valones y flamencos para tomar las armas y defender Bélgica, llegándose a movilizar 267.000 hombres, aunque apenas pudieron resistir la poderosa embestida del ejército alemán y su potente artillería, que en poco tiempo atravesó por la fuerza de las armas buena parte de su territorio y atacó a los franceses en su propio suelo.
Sin embargo, el Plan Schlieffen, cuyo autor no llegó a ver su activación ya que había fallecido en 1913, no dio finalmente el fruto esperado, dada la fuerte resistencia ofrecida por las tropas franco-británicas en la sangrienta Batalla del Marne que se libró a principios del mes de septiembre de 1914. Aquello obligó a los alemanes a detener su ofensiva y dio paso a lo que sería conocida como la terrible guerra de las trincheras.
Bélgica fue escenario a lo largo del conflicto, de durísimos combates entre ambos bandos, falleciendo en los mismos centenares de miles de combatientes.
Mención especial merece la ciudad belga de Ypres y su entorno, que pasó a la historia por ser el primer lugar donde se emplearon gases tóxicos -22 de abril de 1915- y que sufrió una devastación total siendo necesaria su completa reconstrucción al finalizar la guerra. Hoy día posee un interesantísimo museo dedicado a aquella contienda y tiene en sus alrededores un total de 170 cementerios militares.
La Primera Guerra Mundial supuso al ejército belga unas 93.000 bajas (14.000 muertos, 45.000 heridos y 34.000 prisioneros y desaparecidos) además de la vida de más de 30.000 civiles. Si bien se tratan de unas cifras comparativamente muy pequeñas respecto a las de otros países que superaron el millón de muertos, revistieron gran importancia para esa pequeña nación que había pretendido mantenerse neutral.
La importancia del armamento.
Cuando comenzó la contienda todos pensaron que sería corta y que finalizaría para antes de Navidades. Nada más lejos de la realidad. El empleo masivo inicial de la infantería fue demencial y pronto se probó estéril frente al nuevo tipo de armas que con profusión se emplearon en los frentes, constituyendo prácticamente también el fin de las cargas de la caballería.
Desde la Guerra Franco-Prusiana de 1870-71, el armamento había evolucionado mucho y su peso en el combate sería decisivo. Fusiles de repetición, ametralladoras y artillería pesada, serían las grandes estrellas en el combate terrestre, junto al mortero, que vería la luz como consecuencia de la guerra de trincheras. Otros inventos como el gas tóxico y los lanzallamas fueron también novedosos en dicho conflicto.
Todas las armas fueron mejoradas y el empleo de algunas de ellas obligó a modificar, a costa de centenares de miles de vidas, la propia táctica de los ejércitos. Así por ejemplo, en defensiva, la ametralladora acabó con los ataques de la caballería y los masivos de la infantería.
La dilatada guerra de trincheras obligó a las fortificaciones de posiciones y refugios, reforzándolas y protegiéndolas como nunca había sido necesario hasta entonces.
La artillería, a su vez, multiplicó los calibres hasta cifras no conocidas antes, aumentó el alcance de los proyectiles y mejoró las direcciones de tiro, obteniendo con ello una mayor eficacia, pasando a ostentar un protagonismo trascendental en las batallas.
Otros medios novedosos fueron el carro de combate –bautizado inicialmente con el nombre de tanque- y el avión, aunque todavía en esta contienda tendrían una participación y efectividad muy primarias.
La Sala 1914-1918 del Museo.
El Museo Real del Ejército y de Historia Militar de Bruselas conserva y expone una de las mejores y más completas colecciones europeas de armamento portátil y uniformes de todos los países contendientes en la Primera Guerra Mundial que se pueden visitar.
También es de justicia destacar su gran variedad de armas de apoyo y piezas de artillería y municiones así como la magnífica restauración que presentan algunos de los carros de combate más emblemáticos de la contienda.
Desde luego la primera impresión que se lleva el visitante no puede ser mejor cuando al abandonar la “Sala Histórica”, se adentra en la “Sala 1914-1918”, tras serle franqueada la entrada por un soldado alemán que monta guardia en su garita de campaña.
A sus ojos se abre un amplio espacio repleto de toda clase de material bélico de la época, perfectamente ordenado, identificado y descrito en los dos principales idiomas oficiales de Bélgica –francés y neerlandés- sobrevolados por un aeroplano militar germano que pende colgado del techo.
El armamento portátil, que comprende tanto armas blancas (espadas, sables y bayonetas) como de fuego (pistolas, revólveres, carabinas, mosquetones y fusiles) así como el de apoyo (ametralladoras medias y pesadas, además de morteros) se expone en vitrinas específicas dedicadas en exclusiva a ello, bien como complemento de los maniquíes que visten la diferente uniformidad de cada país contendiente en su correspondiente expositor o bien en manos de los propios protagonistas en alguna de las recreaciones existentes.
Entre los complementos, pertrechos y demás materiales de uso bélico destacan tanto los primeros tipos de máscara antigás que tuvieron que emplear los combatientes ante el novedoso uso de tan mortífera arma química como los curiosos y pesados protectores corporales y de cabeza –especie de chalecos y cascos de acero- que portaban aquellos que ocupaban determinados puestos en las trincheras de vanguardia.
Y por último, no pueden dejarse de mencionar los cuadros de pintura sobre temática bélica, las banderas y estandartes así como diversos carteles de propaganda militar difundidos por algunos de los países contendientes.
Bien sirva, tan sólo a modo de una muy pequeña representación ante el elevadísimo número de piezas que se exponen, las fotografías que ilustran estas páginas y sus correspondientes comentarios a pie de las mismas.
Balance final.
En la Primera Guerra Mundial participaron un total de 32 países, que a su vez se dividieron en dos bandos muy desiguales: 28 por un lado y 4 por otro.
Entre los primeros destacaron, por orden alfabético, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Francia, Grecia, Inglaterra, Italia, Japón, Portugal, Rumania, Rusia y Serbia, mientras que en frente tenían a los Imperios Alemán, Austro-húngaro, y Otomano así como a Bulgaria.
Lo más terrible de aquella contienda fue el elevadísimo coste de vidas humanas -realmente impresionante- que llegó a alcanzar una cifra absolutamente desconocida hasta entonces y que los historiadores no terminaron de concretar pero que rondaba los doce millones de muertos.
Pero lo peor de todo fue que la que se conoció como la “Guerra de todas las Guerras” y la “Guerra que pusieran fin a todas las Guerras”, no sirvió para que se aprendiera de las terribles consecuencias que un conflicto de esas características y dimensiones tenía para la Humanidad, pues apenas dos décadas después comenzaría la Segunda Guerra Mundial, que casi quintuplicaría el coste de vidas humanas, amén de los cuantiosísimos daños materiales que se producirían.
Saludos
La que fue denominada como la “Gran Guerra” y la “Guerra de las Guerras” comenzó con una pistola belga FN modelo 1910 de 7’65 mm.
El 28 de junio de 1914 se perpetraba en Sarajevo el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero del trono del Imperio Austro-húngaro, y su esposa, Sofía Chotek.
El magnicida se trataba de un joven estudiante nacionalista serbio llamado Gavrilo Princip, quien efectuó varios disparos con una pistola belga FN modelo 1910 de 7’65 mm. browning. Sin embargo, muchos creyeron erróneamente que se trataba de un modelo 1900, más conocida en la época, lo cual motivó que desde entonces fuera bautizada, popular y equivocadamente, con el sobrenombre de “mata duques”.
Por cierto, precisamente en ARMAS nº 290, se tuvo la oportunidad de mostrar a los lectores la auténtica pistola protagonista de tan terrible suceso al igual que en los nº 18 y 144 se dedican sendos artículos a ambos modelos de la prestigiosa firma belga.
Como consecuencia de dicho atentado, cometido en la capital de Bosnia, entonces integrada en el Imperio Austrohúngaro, se exigió por parte de su gobierno, poder practicar una minuciosa investigación en el interior del territorio serbio.
El asesino pertenecía a la organización paneslavista denominada “Mano Negra”, que aspiraba a unos Balcanes dominados por Serbia, motivo por el cual se tenía la sospecha de que estaba relacionada con los servicios secretos de dicho país.
Consecuente con ello, el 23 de julio siguiente, el Imperio Austro-húngaro lanzó a Serbia un ultimátum con la exigencia de responder en un plazo máximo de cuarenta y ocho horas.
De los diez puntos que éste contenía sólo uno no fue aceptado, lo cual se aprovechó por Austria-Hungría para declarar formalmente -el día 28- el inicio de hostilidades contra Serbia. Acababa de comenzar la que sería hasta entonces, la más extensa, terrible y sangrienta guerra de todas las conocidas.
No obstante, hay que decir que el luctuoso hecho acontecido en Sarajevo no fue más que el detonante de una tensa situación que se venía gestando desde mucho tiempo atrás, y que de no haber sucedido, más pronto que tarde otra hubiera sido la excusa para el inicio del conflicto armado.
Por un lado estaba la política expansionista del Imperio Alemán o II Reich, sometido al cerco diplomático de otras potencias europeas, entre las que destacaba Francia, que no podía olvidar la derrota que había sufrido en la Guerra Franco-Prusiana de 1870-71, con la pérdida de Alsacia y Lorena que pasaron a integrar la soberanía territorial germana.
Y por otra parte estaban las consecuencias de la descomposición del antiguo Imperio Otomano, que todavía hoy día -un siglo después- se siguen padeciendo, y que entonces dio lugar al nacimiento de Albania, Bulgaria, Grecia, Montenegro, Rumanía y Serbia como estados independientes. La conflictividad surgida entre algunos de ellos había dado ya lugar entre 1910 y 1913, a dos contiendas bélicas que han pasado a ser conocidas como las Guerras Balcánicas.
A su vez, detrás de todo ello estaban la rivalidad germano-británica por intereses coloniales y comerciales así como el afán expansionista del Imperio Austro-húngaro -incondicional aliado del alemán- hacia los Balcanes, así como el gran interés del Imperio Ruso, ligado cultural e históricamente a los eslavos –“pueblos del sur”- por poder tener salida a las aguas mediterráneas.
Dicha situación, que se estaba viviendo en el escenario europeo, había dado lugar desde hacía tres décadas a una política de alianzas entre las principales potencias de la época, pasando finalmente a constituir por una parte, Francia, Inglaterra y Rusia, la llamada Triple Entente, y por otra, Alemania, Austria-Hungría e Italia, la conocida como Triple Alianza.
El periodo conocido como el de la “Paz Armada”, durante el cual las diferentes potencias europeas dedicaron ingentes cantidades de capital para la adquisición de material bélico y durante el cual se inventaron y perfeccionaron nuevos tipos y sistemas de armas, había llegado a su fin.
El 29 de julio la flota austro-húngara del Danubio bombardeó la capital serbia, Belgrado, que respondió con su artillería. La guerra había comenzado a materializarse. Rusia anunció ese mismo día la movilización parcial de su ejército para acudir en defensa de Serbia.
El 1 de agosto Alemania declaró a su vez la guerra a Rusia y a partir de ahí, el conflicto fue extendiéndose en tiempo y espacio hasta superar el teatro de operaciones europeo e implicar a más de una treintena de países, no finalizando hasta cuatro años después, concretamente el 11 de noviembre de 1918.
El papel de Belgica
Ya que este artículo tiene como objeto final la impresionante y magnífica sala que dedica el Museo Real del Ejército y de Historia Militar de Bruselas a la Primera Guerra Mundial –y muy especialmente al armamento utilizado por todos los países contendientes- justo es dedicar al menos unas líneas a nuestra nación anfitriona.
El mismo día que Alemania declaró la guerra a Rusia, el gobierno belga anunció que mantendría su neutralidad armada en cualquier conflicto, postura que quedaba garantizada por Francia e Inglaterra.
Sin embargo de poco le iba a servir ya que al día siguiente, 2 de agosto, Alemania invadió la también neutral Luxemburgo y lanzó un ultimátum a Bélgica para que permitiera atravesar su territorio a las tropas germanas sin impedimentos de ninguna clase, con la intención de prevenir un posible ataque francés.
Un día más tarde, 3 de agosto, el gobierno belga lo rechazó rotundamente mientras que Francia e Inglaterra le confirmaron su apoyo armado en caso de sufrir el ataque del ejército alemán.
La respuesta de los germanos no se hizo esperar y ese mismo día declararon la guerra a Francia, haciendo lo mismo también con Bélgica a la mañana siguiente e invadiendo a continuación su territorio, lo cual provocó a su vez la declaración formal de guerra por parte de Inglaterra, ya que era garante de la soberanía belga.
Desde 1839, nueve años después de la creación de Bélgica como estado soberano, estaba en vigor un Tratado mediante el que se garantizaba la neutralidad de dicha nación en caso de un conflicto en el que estuvieran implicados Alemania, Francia e Inglaterra.
Los alemanes activaron el llamado Plan Schlieffen, ideado en 1905 y bautizado así en honor a su promotor, un antiguo jefe del Estado Mayor del II Reich llamado Alfred Graf von Schlieffen.
Dicho plan, pensado para el caso de que se tuviera que combatir simultáneamente en el frente occidental y oriental, consistía básicamente en que Alemania cedería inicialmente posiciones en el este de Prusia Oriental y se retiraría al Bajo Vístula, todo ello en beneficio del frente oeste para poder dedicar el mayor esfuerzo ofensivo contra Francia, su principal enemigo de la época.
Según lo planeado, Alemania lanzaría el grueso de sus fuerzas a través de Bélgica con la pretensión de evitar las fortificaciones defensivas fronterizas galas –conforme su idea de maniobra- para envolver rápidamente desde el norte, y con el máximo de medios en su ala derecha, las débiles posiciones francesas de esa zona, romperlas a continuación, cercar a las tropas enemigas y destruirlas finalmente.
Nada más alcanzar dicho objetivo, reconcentraría la mayor parte de sus recursos en el frente oriental y lanzaría una potente ofensiva sobre Rusia cuya movilización militar era más lenta.
El rey Alberto llamó a valones y flamencos para tomar las armas y defender Bélgica, llegándose a movilizar 267.000 hombres, aunque apenas pudieron resistir la poderosa embestida del ejército alemán y su potente artillería, que en poco tiempo atravesó por la fuerza de las armas buena parte de su territorio y atacó a los franceses en su propio suelo.
Sin embargo, el Plan Schlieffen, cuyo autor no llegó a ver su activación ya que había fallecido en 1913, no dio finalmente el fruto esperado, dada la fuerte resistencia ofrecida por las tropas franco-británicas en la sangrienta Batalla del Marne que se libró a principios del mes de septiembre de 1914. Aquello obligó a los alemanes a detener su ofensiva y dio paso a lo que sería conocida como la terrible guerra de las trincheras.
Bélgica fue escenario a lo largo del conflicto, de durísimos combates entre ambos bandos, falleciendo en los mismos centenares de miles de combatientes.
Mención especial merece la ciudad belga de Ypres y su entorno, que pasó a la historia por ser el primer lugar donde se emplearon gases tóxicos -22 de abril de 1915- y que sufrió una devastación total siendo necesaria su completa reconstrucción al finalizar la guerra. Hoy día posee un interesantísimo museo dedicado a aquella contienda y tiene en sus alrededores un total de 170 cementerios militares.
La Primera Guerra Mundial supuso al ejército belga unas 93.000 bajas (14.000 muertos, 45.000 heridos y 34.000 prisioneros y desaparecidos) además de la vida de más de 30.000 civiles. Si bien se tratan de unas cifras comparativamente muy pequeñas respecto a las de otros países que superaron el millón de muertos, revistieron gran importancia para esa pequeña nación que había pretendido mantenerse neutral.
La importancia del armamento.
Cuando comenzó la contienda todos pensaron que sería corta y que finalizaría para antes de Navidades. Nada más lejos de la realidad. El empleo masivo inicial de la infantería fue demencial y pronto se probó estéril frente al nuevo tipo de armas que con profusión se emplearon en los frentes, constituyendo prácticamente también el fin de las cargas de la caballería.
Desde la Guerra Franco-Prusiana de 1870-71, el armamento había evolucionado mucho y su peso en el combate sería decisivo. Fusiles de repetición, ametralladoras y artillería pesada, serían las grandes estrellas en el combate terrestre, junto al mortero, que vería la luz como consecuencia de la guerra de trincheras. Otros inventos como el gas tóxico y los lanzallamas fueron también novedosos en dicho conflicto.
Todas las armas fueron mejoradas y el empleo de algunas de ellas obligó a modificar, a costa de centenares de miles de vidas, la propia táctica de los ejércitos. Así por ejemplo, en defensiva, la ametralladora acabó con los ataques de la caballería y los masivos de la infantería.
La dilatada guerra de trincheras obligó a las fortificaciones de posiciones y refugios, reforzándolas y protegiéndolas como nunca había sido necesario hasta entonces.
La artillería, a su vez, multiplicó los calibres hasta cifras no conocidas antes, aumentó el alcance de los proyectiles y mejoró las direcciones de tiro, obteniendo con ello una mayor eficacia, pasando a ostentar un protagonismo trascendental en las batallas.
Otros medios novedosos fueron el carro de combate –bautizado inicialmente con el nombre de tanque- y el avión, aunque todavía en esta contienda tendrían una participación y efectividad muy primarias.
La Sala 1914-1918 del Museo.
El Museo Real del Ejército y de Historia Militar de Bruselas conserva y expone una de las mejores y más completas colecciones europeas de armamento portátil y uniformes de todos los países contendientes en la Primera Guerra Mundial que se pueden visitar.
También es de justicia destacar su gran variedad de armas de apoyo y piezas de artillería y municiones así como la magnífica restauración que presentan algunos de los carros de combate más emblemáticos de la contienda.
Desde luego la primera impresión que se lleva el visitante no puede ser mejor cuando al abandonar la “Sala Histórica”, se adentra en la “Sala 1914-1918”, tras serle franqueada la entrada por un soldado alemán que monta guardia en su garita de campaña.
A sus ojos se abre un amplio espacio repleto de toda clase de material bélico de la época, perfectamente ordenado, identificado y descrito en los dos principales idiomas oficiales de Bélgica –francés y neerlandés- sobrevolados por un aeroplano militar germano que pende colgado del techo.
El armamento portátil, que comprende tanto armas blancas (espadas, sables y bayonetas) como de fuego (pistolas, revólveres, carabinas, mosquetones y fusiles) así como el de apoyo (ametralladoras medias y pesadas, además de morteros) se expone en vitrinas específicas dedicadas en exclusiva a ello, bien como complemento de los maniquíes que visten la diferente uniformidad de cada país contendiente en su correspondiente expositor o bien en manos de los propios protagonistas en alguna de las recreaciones existentes.
Entre los complementos, pertrechos y demás materiales de uso bélico destacan tanto los primeros tipos de máscara antigás que tuvieron que emplear los combatientes ante el novedoso uso de tan mortífera arma química como los curiosos y pesados protectores corporales y de cabeza –especie de chalecos y cascos de acero- que portaban aquellos que ocupaban determinados puestos en las trincheras de vanguardia.
Y por último, no pueden dejarse de mencionar los cuadros de pintura sobre temática bélica, las banderas y estandartes así como diversos carteles de propaganda militar difundidos por algunos de los países contendientes.
Bien sirva, tan sólo a modo de una muy pequeña representación ante el elevadísimo número de piezas que se exponen, las fotografías que ilustran estas páginas y sus correspondientes comentarios a pie de las mismas.
Balance final.
En la Primera Guerra Mundial participaron un total de 32 países, que a su vez se dividieron en dos bandos muy desiguales: 28 por un lado y 4 por otro.
Entre los primeros destacaron, por orden alfabético, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Francia, Grecia, Inglaterra, Italia, Japón, Portugal, Rumania, Rusia y Serbia, mientras que en frente tenían a los Imperios Alemán, Austro-húngaro, y Otomano así como a Bulgaria.
Lo más terrible de aquella contienda fue el elevadísimo coste de vidas humanas -realmente impresionante- que llegó a alcanzar una cifra absolutamente desconocida hasta entonces y que los historiadores no terminaron de concretar pero que rondaba los doce millones de muertos.
Pero lo peor de todo fue que la que se conoció como la “Guerra de todas las Guerras” y la “Guerra que pusieran fin a todas las Guerras”, no sirvió para que se aprendiera de las terribles consecuencias que un conflicto de esas características y dimensiones tenía para la Humanidad, pues apenas dos décadas después comenzaría la Segunda Guerra Mundial, que casi quintuplicaría el coste de vidas humanas, amén de los cuantiosísimos daños materiales que se producirían.
Saludos

Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.
Marco Tulio Cicerón.
Re: Curiosidades Militares
El "Polvorín de los Balcanes" lo definió perfectamente Winston Churchill cuando dijo: "El problema de los Balcanes es que producen más historia de la que pueden digerir".
Y dos anécdotas sobre el utlimátum alemán a Bélgica y la respuesta, tanto belga como británica:
Cuando el rey Alberto I de Bélgica leyó el ultimátum alemán que exigía "paso libre" por Bélgica, Alberto contestó: "reino sobre un país, no sobre una carretera".
Por su parte, cuando el ministro británico de asuntos exteriores (Grey) le recordó al canciller alemán (Bethmann-Hollweg) el tratado sobre la neutralidad de Bélgica, el alemán le preguntó si Gran Bretaña iba a entrar en guerra "por un pedazo de papel".
La respuesta de Grey no tuvo desperdicio: ante el Parlamento británico, enseñó un billete de una libra y dijo: "¿Veis esto? También es un pedazo de papel. Pero si en todo el mundo se acepta como dinero es porque está respaldado por la palabra de la Gran Bretaña".
Y dos anécdotas sobre el utlimátum alemán a Bélgica y la respuesta, tanto belga como británica:
Cuando el rey Alberto I de Bélgica leyó el ultimátum alemán que exigía "paso libre" por Bélgica, Alberto contestó: "reino sobre un país, no sobre una carretera".
Por su parte, cuando el ministro británico de asuntos exteriores (Grey) le recordó al canciller alemán (Bethmann-Hollweg) el tratado sobre la neutralidad de Bélgica, el alemán le preguntó si Gran Bretaña iba a entrar en guerra "por un pedazo de papel".
La respuesta de Grey no tuvo desperdicio: ante el Parlamento británico, enseñó un billete de una libra y dijo: "¿Veis esto? También es un pedazo de papel. Pero si en todo el mundo se acepta como dinero es porque está respaldado por la palabra de la Gran Bretaña".
Re: Curiosidades Militares
JotaErre escribió:
La respuesta de Grey no tuvo desperdicio: ante el Parlamento británico, enseñó un billete de una libra y dijo: "¿Veis esto? También es un pedazo de papel. Pero si en todo el mundo se acepta como dinero es porque está respaldado por la palabra de la Gran Bretaña".
La Gran Bretaña también fue garante del Memorando de Budapest en 1994:
https://www.abc.es/internacional/2014041 ... 91706.html
Ucrania entregó su arsenal nuclear de 1.800 cabezas nucleares, el tercero del planeta, bajo la protección de los EUA y GB. En 2004 Ucrania asistió impotente a la anexión de Crimea por parte de Rusia: los garantes del acuerdo se des******ban de risa.
Ya en 1939 cuando Hitler se anexionó los Sudetes Checos hubo parlamentarios británicos que comentaron que "Hitler no hacía más que desfilar por su patio trasero".
Conviene desconfiar de las palabras grandilocuentes de los gintonics, han traicionado a practicamente todo el mundo.
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Re: Curiosidades Militares
El que quiera fiarse de los hijos de la Gran ...... a puede hacerlo, al fin y al cabo el hombre es el único animal que tropieza dos y hasta tres veces con la misma piedra, personalmente si estoy en La Mancha y uno de ellos me dice que le indique el para el norte lo saco a la A-4 y lo pongo en dirección Cadiz, con la recomendación de no parar en los primeros 500 kms.
anglo hablantes Go Home (A hacer puñetas)
Saludos cordiales
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Marco Tulio Cicerón.
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El Moro Vizcaino
El Moro Vizcaíno
La historia del «Moro vizcaíno» es una de esas historias impresionantes que se dieron en el Marruecos del siglo XIX. Un prestigioso militar español que deja el Ejército y se adentra en el corazón de un Marruecos pobre y rural haciéndose pasar por uno de ellos y describiendo posteriormente un increíble viaje. Esta es su historia:
Don José María de Murga y Mugártegui, más conocido como “el moro vizcaíno”, nació en Bilbao, en 1827, en el seno de una acomodada familia, recibiendo una esmerada educación en los Escolapios de San Antonio, en Madrid, y en los Jesuitas de Loyola, cursando después estudios militares en el Colegio General Militar optando por el arma de Caballería, siendo nombrado oficial de Húsares de Pavía y de Montesa.
Ascendido a teniente en 1847, participó en la lucha contra las tropas carlistas en el Maestrazgo, siendo promovido a capitán en 1849. Mientras tanto, fue nombrado Caballero de la Legión de Honor francesa y en 1854 fue ascendido a comandante. Se interesó vivamente por la Guerra de Crimea, que se iniciaba por aquellas fechas, para lo que pidió la separación voluntaria del servicio y se incorporó al ejército francés que estaba luchando en esa guerra. En Crimea quedó fascinado por el mundo islámico, acentuando su interés con su paso por Constantinopla.
A su regreso de Crimea se reincorporó al ejército español pero por poco tiempo ya que en junio de 1861 solicitó su separación voluntaria del ejército para viajar al Magreb por su cuenta, alegando que se iba para: “dar a conocer la organización de aquel país y ser útil a la patria si otra vez se llegase a suscitar una guerra”.
Para prepararse se marchó a París a estudiar árabe y luego se doctoró en cirugía menor en el Hospital San Carlos de Madrid mientras estudiaba sin cesar las costumbres y usos marroquíes y árabes. Hablaba español, vasco, francés, inglés y árabe.
En 1863 Murga llegó a Marruecos por Tánger completamente disfrazado de «moro», vestido con chilaba y turbante. Primero se hizo pasar por español renegado y ejerció de curandero. Poco después pasó a Larache donde continuó su formación y adoptó el nombre definitivo: El Hach Mohammed el Bagdady, y acompañado de un sirviente y un asno ejerció de curandero y mercader recorriendo el interior del Marruecos más profundo. Pasó múltiples privaciones y la sed y el sol abrasador pusieron a prueba su resistencia física. Sus pantorrillas al descubierto se cubrieron de llagas, las fiebres endémicas del país hicieron también presa en él, pero no le desanimaron en su tarea.
Recorrió las tierras de Fez, Mequinés, Casablanca, Azzemmur, Mogador, Mazagán y Rabat, trabajando como mercader, cuenta cuentos, peregrino y mendigo lo que permitió conocer la vida cotidiana de los magrebíes y sus mezquitas, tomando constantemente nota de cuanto veía de interés. Aunque pretendía continuar en Marruecos, su amigo el dr. Isern, médico de la Legación Española en Tánger, en vista de su deplorable estado de salud, le persuadió para que regresara a España, lo que hizo en febrero de 1866, tras tres años recorriendo Marruecos.
Recuerdos Marroquíes....
Regresó a Vizcaya donde pasó a limpio sus notas, las tradujo ya que estaban escritas en árabe para no delatarse, redactó y publicó su obra «Recuerdos Marroquíes del Moro Vizcaíno, José María de Murga el Hach Mohammed el Bagdady», un conjunto de textos bastante irónicos repletos de observaciones y descripciones sobre las costumbres, la política y diversos aspectos históricos y geográficos del Marruecos de la época, que forman uno de los libros de viajes más amenos e interesantes que se han escrito.
En su libro de recuerdos expresa libremente sus sentimientos de la siguiente manera:
"Entre los árabes he pasado algunos de los buenos días de mi vida. Si por desgracia, las vicisitudes políticas o los reveses de fortuna me obligasen a buscar un asilo fuera de mi patria, entre ellos se me habría de encontrar.
Y nada me costaría el adaptar su género de vida, que me es bien conocido; puesto que hoy, en medio de las comodidades que trae consigo la civilización, muy a mentido la tristeza se apodera de mi alma y echo de menos los campos silenciosos de Berbería y la estera hospitalaria del Aduar."
Entre 1870 y 1872 fue nombrado Diputado General de Vizcaya.
En abril de 1873, “el moro vizcaíno” emprendió su segundo viaje a Marruecos, siguiendo toda la costa atlántica hasta llegar a la altura de Canarias, donde pasó a las islas para regresar a España ya que las úlceras en los pies y piernas le impedían continuar y además la situación política que se vivía en su tierra con una nueva guerra carlista. Las anotaciones de este segundo viaje no han sido publicadas y se conservan en la casa familiar de Torre Bidarte, en Marquina.
En 1875 se presentó voluntario liberal para luchar contra los carlistas que sitiaban Bilbao, pero sus heridas no le permitieron tomar parte activa en la defensa de la ciudad.
En 1876 Murga, a pesar de su precario estado de salud, intentó realizar un tercer viaje a Marruecos, pero le sorprendió la muerte en Cádiz el 1 de diciembre, antes de que pudiera embarcar.
José María de Murga tuvo un antecesor en el siglo XVIII cuando el catalán Domingo Francisco Jorge Badía y Leblich se hizo pasar por marroquí, con el nombre de Alí Bey el-Abbassi, y trabajó como espía al servicio de Carlos IV, pero eso es otra historia…
Saludos
La historia del «Moro vizcaíno» es una de esas historias impresionantes que se dieron en el Marruecos del siglo XIX. Un prestigioso militar español que deja el Ejército y se adentra en el corazón de un Marruecos pobre y rural haciéndose pasar por uno de ellos y describiendo posteriormente un increíble viaje. Esta es su historia:
Don José María de Murga y Mugártegui, más conocido como “el moro vizcaíno”, nació en Bilbao, en 1827, en el seno de una acomodada familia, recibiendo una esmerada educación en los Escolapios de San Antonio, en Madrid, y en los Jesuitas de Loyola, cursando después estudios militares en el Colegio General Militar optando por el arma de Caballería, siendo nombrado oficial de Húsares de Pavía y de Montesa.
Ascendido a teniente en 1847, participó en la lucha contra las tropas carlistas en el Maestrazgo, siendo promovido a capitán en 1849. Mientras tanto, fue nombrado Caballero de la Legión de Honor francesa y en 1854 fue ascendido a comandante. Se interesó vivamente por la Guerra de Crimea, que se iniciaba por aquellas fechas, para lo que pidió la separación voluntaria del servicio y se incorporó al ejército francés que estaba luchando en esa guerra. En Crimea quedó fascinado por el mundo islámico, acentuando su interés con su paso por Constantinopla.
A su regreso de Crimea se reincorporó al ejército español pero por poco tiempo ya que en junio de 1861 solicitó su separación voluntaria del ejército para viajar al Magreb por su cuenta, alegando que se iba para: “dar a conocer la organización de aquel país y ser útil a la patria si otra vez se llegase a suscitar una guerra”.
Para prepararse se marchó a París a estudiar árabe y luego se doctoró en cirugía menor en el Hospital San Carlos de Madrid mientras estudiaba sin cesar las costumbres y usos marroquíes y árabes. Hablaba español, vasco, francés, inglés y árabe.
En 1863 Murga llegó a Marruecos por Tánger completamente disfrazado de «moro», vestido con chilaba y turbante. Primero se hizo pasar por español renegado y ejerció de curandero. Poco después pasó a Larache donde continuó su formación y adoptó el nombre definitivo: El Hach Mohammed el Bagdady, y acompañado de un sirviente y un asno ejerció de curandero y mercader recorriendo el interior del Marruecos más profundo. Pasó múltiples privaciones y la sed y el sol abrasador pusieron a prueba su resistencia física. Sus pantorrillas al descubierto se cubrieron de llagas, las fiebres endémicas del país hicieron también presa en él, pero no le desanimaron en su tarea.
Recorrió las tierras de Fez, Mequinés, Casablanca, Azzemmur, Mogador, Mazagán y Rabat, trabajando como mercader, cuenta cuentos, peregrino y mendigo lo que permitió conocer la vida cotidiana de los magrebíes y sus mezquitas, tomando constantemente nota de cuanto veía de interés. Aunque pretendía continuar en Marruecos, su amigo el dr. Isern, médico de la Legación Española en Tánger, en vista de su deplorable estado de salud, le persuadió para que regresara a España, lo que hizo en febrero de 1866, tras tres años recorriendo Marruecos.
Recuerdos Marroquíes....
Regresó a Vizcaya donde pasó a limpio sus notas, las tradujo ya que estaban escritas en árabe para no delatarse, redactó y publicó su obra «Recuerdos Marroquíes del Moro Vizcaíno, José María de Murga el Hach Mohammed el Bagdady», un conjunto de textos bastante irónicos repletos de observaciones y descripciones sobre las costumbres, la política y diversos aspectos históricos y geográficos del Marruecos de la época, que forman uno de los libros de viajes más amenos e interesantes que se han escrito.
En su libro de recuerdos expresa libremente sus sentimientos de la siguiente manera:
"Entre los árabes he pasado algunos de los buenos días de mi vida. Si por desgracia, las vicisitudes políticas o los reveses de fortuna me obligasen a buscar un asilo fuera de mi patria, entre ellos se me habría de encontrar.
Y nada me costaría el adaptar su género de vida, que me es bien conocido; puesto que hoy, en medio de las comodidades que trae consigo la civilización, muy a mentido la tristeza se apodera de mi alma y echo de menos los campos silenciosos de Berbería y la estera hospitalaria del Aduar."
Entre 1870 y 1872 fue nombrado Diputado General de Vizcaya.
En abril de 1873, “el moro vizcaíno” emprendió su segundo viaje a Marruecos, siguiendo toda la costa atlántica hasta llegar a la altura de Canarias, donde pasó a las islas para regresar a España ya que las úlceras en los pies y piernas le impedían continuar y además la situación política que se vivía en su tierra con una nueva guerra carlista. Las anotaciones de este segundo viaje no han sido publicadas y se conservan en la casa familiar de Torre Bidarte, en Marquina.
En 1875 se presentó voluntario liberal para luchar contra los carlistas que sitiaban Bilbao, pero sus heridas no le permitieron tomar parte activa en la defensa de la ciudad.
En 1876 Murga, a pesar de su precario estado de salud, intentó realizar un tercer viaje a Marruecos, pero le sorprendió la muerte en Cádiz el 1 de diciembre, antes de que pudiera embarcar.
José María de Murga tuvo un antecesor en el siglo XVIII cuando el catalán Domingo Francisco Jorge Badía y Leblich se hizo pasar por marroquí, con el nombre de Alí Bey el-Abbassi, y trabajó como espía al servicio de Carlos IV, pero eso es otra historia…
Saludos

Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.
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El Hijo de la Sultana Rubia
El hijo de la Sultana rubia Sultán Sidi-Mohamed (1757-1790)
Siguiendo la ruta de las distintas historias que se cuentan en el Marruecos de la época de la administración española, hoy cuento un episodio que se produjo a finales del siglo XVIII en los tiempos de esplendor del Sultanato marroquí, escrito por uno de nuestros corresponsales militares del momento. Dice así:
Sobre mediados de la centuria décima octava, asentábase bajo el augusto quitasol de los Jerifes, el Sultán Sidi-Mohamed III, hijo de Muley Abdallah, aquel sabio Príncipe, que reinó como soberano en Fez y Marraquesh, en el Sus, el Tafilete y el Tuat y que embaucado por la desaprensión y travesura del mentado enredador político, duque de Riperdá, prestóle el calor de su egregia protección, alzándole hasta el envidiado puesto de Primer Consejero del Imperio.
Apenas Sidi-Mohamed alcanzó el Trono, por muerte de su padre Abdallah, dio evidentes pruebas de como pueden caminar en amigable unión la prudencia del varón justo, la sabiduría del docto imán y la energía del guerrero conductor de pueblos; pues en poco tiempo y sin grandes quebrantos consiguió castigar y disolver la guardia negra de los cien mil, creada por su abuelo Muley Ismail, y que por obra y gracia de su intromisión en la política, llegó a ser mucho más peligrosa a los propios monarcas marroquíes que a sus enemigos interiores y exteriores.
Paso del Sultán
Hubiera sido un Rey perfecto este gran Soberano, si la flaqueza de la carne y su desmesurada afición a las bellezas cristianas, no le acarrearan en las postrimerías de su vida, grandes disgustos por desavenencias conyugales, que al trascender fuera de los muros del harem, ensombrecieron un tanto su reputación de hombre piadoso elegido por el Altísimo para mantener siempre viva la fe del Islam.
Quiso la suerte, que antes de fundar la ciudad de Suera, que nosotros llamamos Mogador y en ocasión de restaurar las murallas de Fez, harto maltratadas por la pesadumbre de los tiempos y la incuria de los hombres, llegase a sus regios oídos la destreza y habilidad en el arte de construir, de un cierto ingeniero, inglés de nación, apellidado Brown y esposo feliz de una linda irlandesita de nacarada tez y áurea cabellera.
Muy sabroso bocado debió parecer a Sidi-Mohamed la gentil ingeniera porque, si bien la historia permanece muda en cuanto a la suerte que caber pudiera al cuitado míster Brown, fenecido acaso por traicionero golpe de un pedrusco mal asentado en su alveolo, su desconsolada viuda encontró presto y eficaz alivio a su pena en los robustos brazos del Monarca Islamita, del que concibió un hijo varón llamado Muley Yezíd, poco tiempo después de haber sido elevada a la dignidad de Sultana favorita. Este Muley Yezid heredó de su madre el color del pelo, recibiendo el sobrenombre del «Zaar» (el Rojo) y según fue creciendo, demostró un carácter caprichoso y voluble, que más tarde había de ser causa de constantes revueltas en el gobierno del Imperio. Los consejos maternales le hicieron tomar verdadera pasión por todo lo inglés, cuando precisamente el orgullo británico era insoportable para el buen Sultán Sidi-Mohamed, quien desde el principio de su reinado distinguió a los españoles muy por encima de los otros cristianos establecidos en sus dominios.
Al correr de los años hicieronse patentes las opuestas simpatías de padre e hijo, pues mientras el primero, trocado en excelente y leal amigo de nuestro Carlos III, a raíz del sitio de Melilla finado en el año 1774, dio veraces pruebas de amor a España, nombrando como su primer Ministro a un renegado andaluz y habilitándonos el puerto de Tánger para el refugio y abastecimiento de los navíos de la Real Armada Española, por entonces empeñada en el sitio de Gibraltar. Muley Yezid el «Zaar» manifestó a las claras su predilección por Inglaterra, fraguando en la sombra una conspiración contra el autor de sus días, que gracias al buen olfato del renegado primer Ministro pudo descubrirse a tiempo.
El mal aconsejado Príncipe esquivó las paternas iras huyendo hacia Tetuán, donde residía el representante del Gobierno Británico y durante la marcha detúvose a descansar en un pequeño aduar yebli, cuyos habitantes temerosos de incurrir en el Real desagrado, le suplicaron reverentes se alejase de allí con toda presteza.
El «Zaar» saltó sobre su corcel, pero por más que le clavó las espuelas en los ijares, no consiguió hacerle dar un paso; entonces el ladino Príncipe, exclamó, dirigiéndose a los aldeanos: ¿Teméis las amenazas de un hombre y no escucháis las advertencias de Dios? ¿Sois más torpes que este animal, que comprende que mí misión está aquí? A la vista de aquel prodigio, los sencillos cabileños creyeron en la intervención divina a favor de Muley Yezid, que pronto hizo en el dicho aduar su cuartel general de la rebeldía, al que se unieron poco después bastantes caídes y soldados de la disuelta guardia negra.
Lleno de santa indignación quiso Sidi-Mohamed marchar en persona contra los revoltosos, pero una grave dolencia le postró en el lecho y al cabo de una semana expiró, entre las lamentaciones de los buenos muslimes que tan felices habían sido bajo su paternal gobierno.
El nuevo Sultán no disimuló su inquina contra los españoles y por primera providencia mandó decapitar al primer Ministro de su padre, después de haberle hecho despellejar vivo y sus manos, cortadas a cercén, fueron clavadas en las puertas del Consulado Español de Tetuán; nuestro representante atendió presuroso tan contundente aviso y más que a paso se alejó de tan peligrosa vecindad, poniendo agua de por medio.
Habiéndonos pillado, como siempre, totalmente desprevenidos el brusco cambio de política, fue sobre manera fácil y hacedero a Muley Yezid, ayudado por sus rubios amigos, los ingleses, arrancarnos la concesión, que sobre el puerto de Tánger nos hiciera su padre Sidi-Mohamed, dejándonos por puertas y sin otro derecho que el del pataleo diplomático, reducido durante varios años a notas y contra-notas; es decir, música celestial.
Los hijos de Sidi-Mohamed se enzarzaron en una guerra civil que terminó con el reinado del Al-Yezid
No contento el «Zaar» con habernos expulsado violentamente de sus dominios», se atrevió a declararnos una guerra que no llegó a estallar, por haberse alzado en armas contra él, sus hermanos Hissan y Muslama, con la colaboración del general Abderrahman ben Nasir, que le tomaron las ciudades de Fez y Marrakesh y a la postre le vencieron en una batalla que le costó el Trono y la vida, después de un tempestuoso reinado de dos años en constante guerra civil.
España apoyó el levantamiento contra Yezid y Carlos IV mandó las fragatas “Santa Catalina” y “Santa Florentina” con dinero y pertrechos de guerra para los sublevados.
Saludos
Siguiendo la ruta de las distintas historias que se cuentan en el Marruecos de la época de la administración española, hoy cuento un episodio que se produjo a finales del siglo XVIII en los tiempos de esplendor del Sultanato marroquí, escrito por uno de nuestros corresponsales militares del momento. Dice así:
Sobre mediados de la centuria décima octava, asentábase bajo el augusto quitasol de los Jerifes, el Sultán Sidi-Mohamed III, hijo de Muley Abdallah, aquel sabio Príncipe, que reinó como soberano en Fez y Marraquesh, en el Sus, el Tafilete y el Tuat y que embaucado por la desaprensión y travesura del mentado enredador político, duque de Riperdá, prestóle el calor de su egregia protección, alzándole hasta el envidiado puesto de Primer Consejero del Imperio.
Apenas Sidi-Mohamed alcanzó el Trono, por muerte de su padre Abdallah, dio evidentes pruebas de como pueden caminar en amigable unión la prudencia del varón justo, la sabiduría del docto imán y la energía del guerrero conductor de pueblos; pues en poco tiempo y sin grandes quebrantos consiguió castigar y disolver la guardia negra de los cien mil, creada por su abuelo Muley Ismail, y que por obra y gracia de su intromisión en la política, llegó a ser mucho más peligrosa a los propios monarcas marroquíes que a sus enemigos interiores y exteriores.
Paso del Sultán
Hubiera sido un Rey perfecto este gran Soberano, si la flaqueza de la carne y su desmesurada afición a las bellezas cristianas, no le acarrearan en las postrimerías de su vida, grandes disgustos por desavenencias conyugales, que al trascender fuera de los muros del harem, ensombrecieron un tanto su reputación de hombre piadoso elegido por el Altísimo para mantener siempre viva la fe del Islam.
Quiso la suerte, que antes de fundar la ciudad de Suera, que nosotros llamamos Mogador y en ocasión de restaurar las murallas de Fez, harto maltratadas por la pesadumbre de los tiempos y la incuria de los hombres, llegase a sus regios oídos la destreza y habilidad en el arte de construir, de un cierto ingeniero, inglés de nación, apellidado Brown y esposo feliz de una linda irlandesita de nacarada tez y áurea cabellera.
Muy sabroso bocado debió parecer a Sidi-Mohamed la gentil ingeniera porque, si bien la historia permanece muda en cuanto a la suerte que caber pudiera al cuitado míster Brown, fenecido acaso por traicionero golpe de un pedrusco mal asentado en su alveolo, su desconsolada viuda encontró presto y eficaz alivio a su pena en los robustos brazos del Monarca Islamita, del que concibió un hijo varón llamado Muley Yezíd, poco tiempo después de haber sido elevada a la dignidad de Sultana favorita. Este Muley Yezid heredó de su madre el color del pelo, recibiendo el sobrenombre del «Zaar» (el Rojo) y según fue creciendo, demostró un carácter caprichoso y voluble, que más tarde había de ser causa de constantes revueltas en el gobierno del Imperio. Los consejos maternales le hicieron tomar verdadera pasión por todo lo inglés, cuando precisamente el orgullo británico era insoportable para el buen Sultán Sidi-Mohamed, quien desde el principio de su reinado distinguió a los españoles muy por encima de los otros cristianos establecidos en sus dominios.
Al correr de los años hicieronse patentes las opuestas simpatías de padre e hijo, pues mientras el primero, trocado en excelente y leal amigo de nuestro Carlos III, a raíz del sitio de Melilla finado en el año 1774, dio veraces pruebas de amor a España, nombrando como su primer Ministro a un renegado andaluz y habilitándonos el puerto de Tánger para el refugio y abastecimiento de los navíos de la Real Armada Española, por entonces empeñada en el sitio de Gibraltar. Muley Yezid el «Zaar» manifestó a las claras su predilección por Inglaterra, fraguando en la sombra una conspiración contra el autor de sus días, que gracias al buen olfato del renegado primer Ministro pudo descubrirse a tiempo.
El mal aconsejado Príncipe esquivó las paternas iras huyendo hacia Tetuán, donde residía el representante del Gobierno Británico y durante la marcha detúvose a descansar en un pequeño aduar yebli, cuyos habitantes temerosos de incurrir en el Real desagrado, le suplicaron reverentes se alejase de allí con toda presteza.
El «Zaar» saltó sobre su corcel, pero por más que le clavó las espuelas en los ijares, no consiguió hacerle dar un paso; entonces el ladino Príncipe, exclamó, dirigiéndose a los aldeanos: ¿Teméis las amenazas de un hombre y no escucháis las advertencias de Dios? ¿Sois más torpes que este animal, que comprende que mí misión está aquí? A la vista de aquel prodigio, los sencillos cabileños creyeron en la intervención divina a favor de Muley Yezid, que pronto hizo en el dicho aduar su cuartel general de la rebeldía, al que se unieron poco después bastantes caídes y soldados de la disuelta guardia negra.
Lleno de santa indignación quiso Sidi-Mohamed marchar en persona contra los revoltosos, pero una grave dolencia le postró en el lecho y al cabo de una semana expiró, entre las lamentaciones de los buenos muslimes que tan felices habían sido bajo su paternal gobierno.
El nuevo Sultán no disimuló su inquina contra los españoles y por primera providencia mandó decapitar al primer Ministro de su padre, después de haberle hecho despellejar vivo y sus manos, cortadas a cercén, fueron clavadas en las puertas del Consulado Español de Tetuán; nuestro representante atendió presuroso tan contundente aviso y más que a paso se alejó de tan peligrosa vecindad, poniendo agua de por medio.
Habiéndonos pillado, como siempre, totalmente desprevenidos el brusco cambio de política, fue sobre manera fácil y hacedero a Muley Yezid, ayudado por sus rubios amigos, los ingleses, arrancarnos la concesión, que sobre el puerto de Tánger nos hiciera su padre Sidi-Mohamed, dejándonos por puertas y sin otro derecho que el del pataleo diplomático, reducido durante varios años a notas y contra-notas; es decir, música celestial.
Los hijos de Sidi-Mohamed se enzarzaron en una guerra civil que terminó con el reinado del Al-Yezid
No contento el «Zaar» con habernos expulsado violentamente de sus dominios», se atrevió a declararnos una guerra que no llegó a estallar, por haberse alzado en armas contra él, sus hermanos Hissan y Muslama, con la colaboración del general Abderrahman ben Nasir, que le tomaron las ciudades de Fez y Marrakesh y a la postre le vencieron en una batalla que le costó el Trono y la vida, después de un tempestuoso reinado de dos años en constante guerra civil.
España apoyó el levantamiento contra Yezid y Carlos IV mandó las fragatas “Santa Catalina” y “Santa Florentina” con dinero y pertrechos de guerra para los sublevados.
Saludos

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Marco Tulio Cicerón.
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Proclama del General Cabrera
Proclama del general Cabrera al ejército carlista de Aragón, en Cantavieja, el 24 de noviembre de 1835
Entre los años 1.833 y 1.840, durante la Primera Guerra Carlista, el general Ramón Cabrera Griñó convirtió la localidad de Cantavieja, en el Maestrazgo turolense, en su residencia y Cuartel General de las fuerzas carlistas en Aragón.
Aquí se editó y publicó el Boletín del Ejército Real de los Reinos unidos de Aragón, Valencia y Murcia, hasta el 15 de Julio de 1837, llamado popularmente como el “Boletín de Cantavieja” que daba cuenta de la actividad militar en el Estado Carlista. Al general Cabrera, por sus hazañas y hechos militares y por su carisma le pusieron el apelativo de “Tigre del Maestrazgo”.
Cantavieja quedará ya por siempre unido al de aquellos carlistas montaraces y románticos, que hicieron de una humilde villa bajoaragonesa su capital espiritual y el baluarte sagrado de sus ensueños de resistencia y reconquista.
El 11 de noviembre de 1835, don Carlos nombra a Cabrera Comandante General del Bajo Aragón, dotando a sus fuerzas de una organización militar de la que hasta entonces carecían y convirtiendolos en un verdadero ejército fiel a la causa carlista.
PROCLAMA DEL GENERAL CABRERA AL EJÉRCITO CARLISTA DE ARAGÓN, DESDE EL CUARTEL GENERAL DE CANTAVIEJA, EL 24 DE NOVIEMBRE DE 1835:
“Voluntarios: ¡Viva el Rey!Al encargarme del mando de las fuerzas existentes en este reino, suelo privilegiado de decisión y lealtad, con que la munificencia del Rey nuestro señor se ha dignado honrarme, no puedo menos de dirigiros mi voz y manifestaros los sentimientos que me animan en favor de la justa, santa y legítima causa que con tanta gloria como admiración defendemos.Testigo desde el primer día de vuestras proezas y sufrimientos, no me considero digno de ponerme a vuestro frente; pero, sumiso a las órdenes de nuestro amado soberano, os prometo el sacrificio de mi reposo y existencia, y os probaré, con la ayuda de Dios, que deseo corresponder a la augusta confianza que me dispensa el mejor de los monarcas.
Grande es, sin duda, la empresa que me propongo, y ciertamente desconfiaría de su buen éxito si no contase con vuestro valor, vuestros sacrificios y decisión, con la espontánea cooperación del país y con la justicia de la causa.No lo dudéis, valientes e invencibles voluntarios: vuestras armas serán el azote de los que cobardemente cebaron las suyas en inocentes sacerdotes, pacíficos paisanos, débiles mujeres y carlistas indefensos.Voluntarios: unión, valor, subordinación y confianza en vuestros jefes; amor y protección al país que nos sostiene y contempla. Con estas bases conseguiremos el aprecio de nuestros conciudadanos y vengaremos el ultraje hecho a nuestra santa religión y veneradas leyes, colocando en el trono de sus mayores a nuestro idolatrado y legítimo Monarca.Voluntarios: sea nuestro lema: Viva la Religión! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Patria!"
Saludos
Entre los años 1.833 y 1.840, durante la Primera Guerra Carlista, el general Ramón Cabrera Griñó convirtió la localidad de Cantavieja, en el Maestrazgo turolense, en su residencia y Cuartel General de las fuerzas carlistas en Aragón.
Aquí se editó y publicó el Boletín del Ejército Real de los Reinos unidos de Aragón, Valencia y Murcia, hasta el 15 de Julio de 1837, llamado popularmente como el “Boletín de Cantavieja” que daba cuenta de la actividad militar en el Estado Carlista. Al general Cabrera, por sus hazañas y hechos militares y por su carisma le pusieron el apelativo de “Tigre del Maestrazgo”.
Cantavieja quedará ya por siempre unido al de aquellos carlistas montaraces y románticos, que hicieron de una humilde villa bajoaragonesa su capital espiritual y el baluarte sagrado de sus ensueños de resistencia y reconquista.
El 11 de noviembre de 1835, don Carlos nombra a Cabrera Comandante General del Bajo Aragón, dotando a sus fuerzas de una organización militar de la que hasta entonces carecían y convirtiendolos en un verdadero ejército fiel a la causa carlista.
PROCLAMA DEL GENERAL CABRERA AL EJÉRCITO CARLISTA DE ARAGÓN, DESDE EL CUARTEL GENERAL DE CANTAVIEJA, EL 24 DE NOVIEMBRE DE 1835:
“Voluntarios: ¡Viva el Rey!Al encargarme del mando de las fuerzas existentes en este reino, suelo privilegiado de decisión y lealtad, con que la munificencia del Rey nuestro señor se ha dignado honrarme, no puedo menos de dirigiros mi voz y manifestaros los sentimientos que me animan en favor de la justa, santa y legítima causa que con tanta gloria como admiración defendemos.Testigo desde el primer día de vuestras proezas y sufrimientos, no me considero digno de ponerme a vuestro frente; pero, sumiso a las órdenes de nuestro amado soberano, os prometo el sacrificio de mi reposo y existencia, y os probaré, con la ayuda de Dios, que deseo corresponder a la augusta confianza que me dispensa el mejor de los monarcas.
Grande es, sin duda, la empresa que me propongo, y ciertamente desconfiaría de su buen éxito si no contase con vuestro valor, vuestros sacrificios y decisión, con la espontánea cooperación del país y con la justicia de la causa.No lo dudéis, valientes e invencibles voluntarios: vuestras armas serán el azote de los que cobardemente cebaron las suyas en inocentes sacerdotes, pacíficos paisanos, débiles mujeres y carlistas indefensos.Voluntarios: unión, valor, subordinación y confianza en vuestros jefes; amor y protección al país que nos sostiene y contempla. Con estas bases conseguiremos el aprecio de nuestros conciudadanos y vengaremos el ultraje hecho a nuestra santa religión y veneradas leyes, colocando en el trono de sus mayores a nuestro idolatrado y legítimo Monarca.Voluntarios: sea nuestro lema: Viva la Religión! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Patria!"
Saludos

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Re: Curiosidades Militares
Hoplon escribió:JotaErre escribió:
La respuesta de Grey no tuvo desperdicio: ante el Parlamento británico, enseñó un billete de una libra y dijo: "¿Veis esto? También es un pedazo de papel. Pero si en todo el mundo se acepta como dinero es porque está respaldado por la palabra de la Gran Bretaña".
La Gran Bretaña también fue garante del Memorando de Budapest en 1994:
https://www.abc.es/internacional/2014041 ... 91706.html
Ucrania entregó su arsenal nuclear de 1.800 cabezas nucleares, el tercero del planeta, bajo la protección de los EUA y GB. En 2004 Ucrania asistió impotente a la anexión de Crimea por parte de Rusia: los garantes del acuerdo se des******ban de risa.
Ya en 1939 cuando Hitler se anexionó los Sudetes Checos hubo parlamentarios británicos que comentaron que "Hitler no hacía más que desfilar por su patio trasero".
Conviene desconfiar de las palabras grandilocuentes de los gintonics, han traicionado a practicamente todo el mundo.
Ya lo dijo Lord Palmerston: "Gran Bretaña no tiene amigos eternos ni enemigos eternos: tiene intereses eternos".
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Benedicto XIII El Papa Luna
Benedicto XIII, el Papa Luna. ¿Héroe o villano?
De ilustre y noble familia, Pedro Martínez de Luna fue el segundo hijo de Juan Martínez II de Luna y María Pérez de Gotor. Nació en el castillo familiar de su madre en Illueca (Zaragoza) hacia 1328 y vivió 95 años.
El ser pequeño de talla y delgado de cuerpo no debió condicionarle su temprana afición a las letras, pues cuando fue preciso manejó la espada con la misma firmeza que la palabra. De acuerdo con la costumbre y la tradición, el segundón de los Luna y Pérez de Gotor hubo de encaminar su vida hacia los estudios y la carrera eclesiástica. Se instaló en la Universidad de Montpellier (incluida ya en los dominios del rey de Francia, aunque impregnada del espíritu aragonés), donde se especializó en derecho canónico y explicó decretales durante varios cursos.
El papado se había instalado en Aviñón, territorio independiente vigilado y controlado por la monarquía francesa. El rey Pedro IV de Aragón, que buscaba recuperar la influencia en la curia pontificia, nombra a Pedro de Luna cardenal. Por su prestigio y méritos, el papa Gregorio XI le designará cardenal diácono en 1376, pero se le conocerá como el cardenal de Aragón.
Dos años después, Gregorio XI traslada la curia a Roma. Junto al cardenal aragonés también gozaba de gran prestigio en la corte papal, Juan Fernández de Heredia, natural de Munébrega, consejero del pontífice, almirante de su escuadra y Gran Maestre de la Orden de Jerusalén.
A la muerte de Gregorio XI, su sucesión se presenta compleja y discutida dando lugar al Cisma de Occidente tras la elección consecutiva de dos papas: Urbano VI, que residirá en Roma y que poco después se considerará su elección ilegítima por haberse realizado bajo coacción; y Clemente VII, que fue nombrado nuevo pontífice y que residiría en Avigñón.
El cardenal Pedro Martínez de Luna desarrolló una intensa actividad recorriendo las cortes europeas para lograr el reconocimiento de Clemente VII como verdadero Papa. Tras la muerte de éste, el aragonés fue elegido como su sucesor.
El 22 de septiembre de 1394, todos los cardenales de Aviñón se concordaron pro vía de escrutinio y eligieron al cardenal de Aragón como sumo pontífice con el nombre de Benedicto XIII; tenía 66 años y hacía el número 203 en la lista de sucesores de Pedro. Benedicto XIII tuvo que defender con argumentos jurídicos y con la fuerza los derechos de los que nunca dudó y a los que jamás renunció.
La ofensiva contra el Papa fue terrible: sus enemigos cercaron el palacio de Aviñón donde el pontífice permaneció encerrado durante cuatro años hasta que logró escapar con el apoyo del rey de Aragón. Entre 1403 y 1410 vuelve a ser un viajero infatigable. Si hasta entonces había dos papas, tras la elección del papa romano Bonifacio IX, hubo tres. Benedicto XIII trató de llegar a un acuerdo con el papa romano Inocencio VII, sustituto de Bonifacio IX, con el fin de defender sus derechos. Se pretendía conseguir la renuncia de Benedicto XIII que, con tenacidad, se negó siempre a ello (de ahí viene el dicho “seguir en sus XIII”).
El concilio de Pisa de 1409, que resultó un fracaso ya que se eligió a un tercer papa y se declaró a los dos papas reinantes como cismáticos y perjuros. Esta sentencia decía textualmente:
"Pedro de Luna (Benedicto XIII) y Angelo Corrario (Gregorio XII), herejes y cismáticos, quedan despojados de todas sus dignidades y excluidos de la comunión de la Iglesia y los fieles exonerados de su obediencia".
Sus más íntimos colaboradores iban muriendo, Fernández de Heredia, el obispo de Tarazona Pérez Calvillo, el duque de Orleáns y el rey Martín I el Humano, y otros lo abandonaban incapaces de seguir con firmeza.
El rey francés Carlos VI, apoyado por el clero y la Universidad de París, volvió a retirarle el apoyo y le conminó a renunciar al Papado. La respuesta de Benedicto XIII fue lanzar la excomunión a todo aquel que se opusiera a su causa.
Benedicto XIII, nunca se dio por vencido y nunca reconoció ser un antipapa sino un papa legítimo. Sus razones parecen ser muy lógicas: sostenía que si el Concilio de Pisa había condenado sin distinción a todos los papas elegidos desde el origen del cisma, entonces, había anulado todos sus actos y decretos, entre ellos, el nombramiento de cardenales, por lo que el único cardenal legítimo y con derecho a elegir papa era él, pues no había más supervivientes entre los cardenales anteriores a Urbano VI.
Así se defendió el Papa Luna al ser instado a renunciar, aunque su propuesta no fue aceptada:
“Renunciaré si lo deseáis. Mas en tal caso, renunciad ambos conmigo y, reunidos en cónclave, votemos nuevo papa. Mas sucede que yo soy el pontífice más antiguo y que soy el único cardenal vivo elevado a tal dignidad por el único papa cuya legalidad no es discutida: nuestro antecesor. Por tanto, siendo como soy el único cardenal ajeno a nuestros pontificados, sólo yo puedo salir elegido nuevo papa”.
Benedicto XIII propició la elección de un rey para Aragón en el Compromiso de Caspe, a favor de la candidatura de Fernando I de Antequera.
En 1417 el Concilio de Constanza puso fin y resolvió la sentencia contra él y lo depuso como Papa. Benedicto XIII se refugió en Peñíscola y ya ni siquiera Fernando I le apoyaría. Aislado en el castillo de Peñíscola, el Papa Luna permanecerá fiel a sus convicciones mientras se elige como nuevo Papa en Roma a Martín V quien le declara hereje y lo excomulga.
Pedro de Luna muere creyéndose el legítimo ocupante del solio pontificio, el 23 de noviembre de 1422. Su muerte no se hizo pública hasta mucho después cuando los cardenales que él había nombrado se repartieron el tensor pontificio. Para la historia eclesiástica romana, sencillamente fue un antipapa. En sus veintisiete años de pontificado, vio pasar a siete rivales por la silla pontificia. La prueba de su ilegitimidad nunca estuvo muy clara ya que el siguiente papa que eligió el nombre de Benedicto, fue en el 172 y optó por el número XIV, y sólo por la presión de los romanos, que nunca quisieron reconocer al Papa Luna, se vio forzado a tomar el nombre de Benedicto XIII.
Su cadáver fue enterrado en un salón del castillo de Peñíscola, desde donde su sobrino, el capitán don Rodrigo, lo trasladó a la casa familiar de Illueca donde permaneció hasta la Guerra de Sucesión. A principios del siglo XVIII fue desenterrado y su cadáver arrojado a río Aranda, de dónde se rescató el cráneo y que fue a parar al palacio de Sabiñán.
En el año 2002 se recuperó el cráneo del Papa luna en un suceso rocambolesco que tuvo un buen final: la calavera del Papa Luna fue robada del palacio de los condes de Arguillo, en Sabiñán, por unos delincuentes que pretendían cobrar un rescate. Este fue el último capítulo de un hombre que tuvo una vida conflictiva y rodeada de altercados incluso en la tumba.
Saludos
De ilustre y noble familia, Pedro Martínez de Luna fue el segundo hijo de Juan Martínez II de Luna y María Pérez de Gotor. Nació en el castillo familiar de su madre en Illueca (Zaragoza) hacia 1328 y vivió 95 años.
El ser pequeño de talla y delgado de cuerpo no debió condicionarle su temprana afición a las letras, pues cuando fue preciso manejó la espada con la misma firmeza que la palabra. De acuerdo con la costumbre y la tradición, el segundón de los Luna y Pérez de Gotor hubo de encaminar su vida hacia los estudios y la carrera eclesiástica. Se instaló en la Universidad de Montpellier (incluida ya en los dominios del rey de Francia, aunque impregnada del espíritu aragonés), donde se especializó en derecho canónico y explicó decretales durante varios cursos.
El papado se había instalado en Aviñón, territorio independiente vigilado y controlado por la monarquía francesa. El rey Pedro IV de Aragón, que buscaba recuperar la influencia en la curia pontificia, nombra a Pedro de Luna cardenal. Por su prestigio y méritos, el papa Gregorio XI le designará cardenal diácono en 1376, pero se le conocerá como el cardenal de Aragón.
Dos años después, Gregorio XI traslada la curia a Roma. Junto al cardenal aragonés también gozaba de gran prestigio en la corte papal, Juan Fernández de Heredia, natural de Munébrega, consejero del pontífice, almirante de su escuadra y Gran Maestre de la Orden de Jerusalén.
A la muerte de Gregorio XI, su sucesión se presenta compleja y discutida dando lugar al Cisma de Occidente tras la elección consecutiva de dos papas: Urbano VI, que residirá en Roma y que poco después se considerará su elección ilegítima por haberse realizado bajo coacción; y Clemente VII, que fue nombrado nuevo pontífice y que residiría en Avigñón.
El cardenal Pedro Martínez de Luna desarrolló una intensa actividad recorriendo las cortes europeas para lograr el reconocimiento de Clemente VII como verdadero Papa. Tras la muerte de éste, el aragonés fue elegido como su sucesor.
El 22 de septiembre de 1394, todos los cardenales de Aviñón se concordaron pro vía de escrutinio y eligieron al cardenal de Aragón como sumo pontífice con el nombre de Benedicto XIII; tenía 66 años y hacía el número 203 en la lista de sucesores de Pedro. Benedicto XIII tuvo que defender con argumentos jurídicos y con la fuerza los derechos de los que nunca dudó y a los que jamás renunció.
La ofensiva contra el Papa fue terrible: sus enemigos cercaron el palacio de Aviñón donde el pontífice permaneció encerrado durante cuatro años hasta que logró escapar con el apoyo del rey de Aragón. Entre 1403 y 1410 vuelve a ser un viajero infatigable. Si hasta entonces había dos papas, tras la elección del papa romano Bonifacio IX, hubo tres. Benedicto XIII trató de llegar a un acuerdo con el papa romano Inocencio VII, sustituto de Bonifacio IX, con el fin de defender sus derechos. Se pretendía conseguir la renuncia de Benedicto XIII que, con tenacidad, se negó siempre a ello (de ahí viene el dicho “seguir en sus XIII”).
El concilio de Pisa de 1409, que resultó un fracaso ya que se eligió a un tercer papa y se declaró a los dos papas reinantes como cismáticos y perjuros. Esta sentencia decía textualmente:
"Pedro de Luna (Benedicto XIII) y Angelo Corrario (Gregorio XII), herejes y cismáticos, quedan despojados de todas sus dignidades y excluidos de la comunión de la Iglesia y los fieles exonerados de su obediencia".
Sus más íntimos colaboradores iban muriendo, Fernández de Heredia, el obispo de Tarazona Pérez Calvillo, el duque de Orleáns y el rey Martín I el Humano, y otros lo abandonaban incapaces de seguir con firmeza.
El rey francés Carlos VI, apoyado por el clero y la Universidad de París, volvió a retirarle el apoyo y le conminó a renunciar al Papado. La respuesta de Benedicto XIII fue lanzar la excomunión a todo aquel que se opusiera a su causa.
Benedicto XIII, nunca se dio por vencido y nunca reconoció ser un antipapa sino un papa legítimo. Sus razones parecen ser muy lógicas: sostenía que si el Concilio de Pisa había condenado sin distinción a todos los papas elegidos desde el origen del cisma, entonces, había anulado todos sus actos y decretos, entre ellos, el nombramiento de cardenales, por lo que el único cardenal legítimo y con derecho a elegir papa era él, pues no había más supervivientes entre los cardenales anteriores a Urbano VI.
Así se defendió el Papa Luna al ser instado a renunciar, aunque su propuesta no fue aceptada:
“Renunciaré si lo deseáis. Mas en tal caso, renunciad ambos conmigo y, reunidos en cónclave, votemos nuevo papa. Mas sucede que yo soy el pontífice más antiguo y que soy el único cardenal vivo elevado a tal dignidad por el único papa cuya legalidad no es discutida: nuestro antecesor. Por tanto, siendo como soy el único cardenal ajeno a nuestros pontificados, sólo yo puedo salir elegido nuevo papa”.
Benedicto XIII propició la elección de un rey para Aragón en el Compromiso de Caspe, a favor de la candidatura de Fernando I de Antequera.
En 1417 el Concilio de Constanza puso fin y resolvió la sentencia contra él y lo depuso como Papa. Benedicto XIII se refugió en Peñíscola y ya ni siquiera Fernando I le apoyaría. Aislado en el castillo de Peñíscola, el Papa Luna permanecerá fiel a sus convicciones mientras se elige como nuevo Papa en Roma a Martín V quien le declara hereje y lo excomulga.
Pedro de Luna muere creyéndose el legítimo ocupante del solio pontificio, el 23 de noviembre de 1422. Su muerte no se hizo pública hasta mucho después cuando los cardenales que él había nombrado se repartieron el tensor pontificio. Para la historia eclesiástica romana, sencillamente fue un antipapa. En sus veintisiete años de pontificado, vio pasar a siete rivales por la silla pontificia. La prueba de su ilegitimidad nunca estuvo muy clara ya que el siguiente papa que eligió el nombre de Benedicto, fue en el 172 y optó por el número XIV, y sólo por la presión de los romanos, que nunca quisieron reconocer al Papa Luna, se vio forzado a tomar el nombre de Benedicto XIII.
Su cadáver fue enterrado en un salón del castillo de Peñíscola, desde donde su sobrino, el capitán don Rodrigo, lo trasladó a la casa familiar de Illueca donde permaneció hasta la Guerra de Sucesión. A principios del siglo XVIII fue desenterrado y su cadáver arrojado a río Aranda, de dónde se rescató el cráneo y que fue a parar al palacio de Sabiñán.
En el año 2002 se recuperó el cráneo del Papa luna en un suceso rocambolesco que tuvo un buen final: la calavera del Papa Luna fue robada del palacio de los condes de Arguillo, en Sabiñán, por unos delincuentes que pretendían cobrar un rescate. Este fue el último capítulo de un hombre que tuvo una vida conflictiva y rodeada de altercados incluso en la tumba.
Saludos

Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.
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Pedro II el Católico "El Rey que se enfrentó al papado"
Alfonso II murió en 1196 con treinta y nueve años. Le sucedió su hijo Pedro II que contaba con 17 años y quedó bajo la tutela de su madre doña Sancha hasta que cumpliese los veinte años, según había expresado su padre en el testamento.
Pedro heredó el reino de Aragón, el Condado de Barcelona y todas las tierras del Mediodía francés desde Béziers hasta Aspe; su hermano Alfonso heredó Provenza, Milán, Gévaudán y Rouergue. Ambos hermanos mantendrán siempre buenas relaciones, tanto personales como políticas, no así con su madre con quien se enfrentaría en varias ocasiones por cuestiones de los castillos de frontera, aunque apartaron diferencias mediante los tratados de Ariza (1200) y Daroca (1201).
Pedro II, desde finales de 1196, comenzó una intensa actividad política. La expansión militar hacia el sur había quedado frenada, desde la derrota de Alarcos (1196), y tivo que dirigirse hacia el levante. En 1204 toma Rubielos de Mora, Ademuz y Castielfabib. Se efectúan repoblaciones en zonas de Montalbán, en manos de las Órdenes Militares. En el año 1206 y los siguientes, los reyes cristianos peninsulares alcanzan una serie de acuerdos para estabilizar las fronteras y retomar la expansión hacia el sur de manera conjunta.
En el Mediodía francés, a los territorios de su hermano Alfonso, se suman como feudatarios del rey aragonés Bearne, Bigorra, Commingers, Carcasona-Béziers, Melgueil y Nîmes y los condados de Foix y Toulouse (la infanta Leonor, hermana de Pedro II, se casó con el conde Ramón VI de Tolosa). Su matrimonio con María de Montpellier permitió la incorporación del señorío a la Corona de Aragón.
Aunque la Corona se encontraba en una difícil situación económica (el rey había hipotecado sus rentas y tenía grandes deudas con algunos nobles aliados), las rentas del señorío de Montpellier le permitieron viajar a Roma para ser coronado por el papa Inocencio III. Esto significó al rey ser considerado como destacado paladín de la cristiandad y fiel vasallo del Papado. La ceremonia se celebró en 1205 y concedió una bula por la que autorizaba, a partir de entonces, a celebrarse en Zaragoza por el arzobispo de Tarragona, metropolitano de la Corona de Aragón. Será La Seo de Zaragoza el lugar donde se coronarán preferentemente los reyes de Aragón.
Dos hechos importantes caracterizan su reinado: su participación en las Navas de Tolosa y su enfrentamiento con el Papado al defender a sus vasallos, partidarios de la herejía cátara.
En 121 el rey de Castilla, Alfonso VIII, dirigió una batalla decisiva contra los Almohades en las Navas de Tolosa, en la que participaron junto al rey castellano, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón. La victoria cristiana sobre el caudillo almohade Al-Nasir, despejó el camino de la reconquista del sur peninsular. Pedro II abrió una brecha en el muro de la ciudad de Úbeda por el que penetraron los ejércitos cristianos y arrasaron la ciudad y esclavizaron o degollaron a sus habitantes. Los reyes cristianos habían conseguido reforzar su prestigio guerrero y obtener un cuantioso botín.
El papa Inocencio III, convencido de la superioridad pontificia sobre los soberanos terrenales, predicó diversas cruzadas, siendo la cruzada contra los cátaros o albigenses la primera contra cristianos. El sur de Francia era un territorio que ansiaba la monarquía de los capetos. Hubo durante años intentos de acercamiento entre los herejes cátaros y la iglesia romana que no fructificaron. El papa decidió atajarla y equiparó la herejía con el crimen de lesa majestad, por lo que los herejes eran considerados cono proscritos y sus bienes podían ser confiscados y convocó una cruzada al mando de Simón de Monfort.
Pedro II se declaró protector de los señoríos occitanos amenazados y de Toulouse, vasallos suyos, aunque su hijo estaba bajo tutela de Simón de Monfort y pendía sobre él la excomunión decretada por el papa Inocencio III. Los ejércitos cruzados cercaron la ciudad de Muret y se enfrentaron, el 12 de septiembre de 1213, en la llanura de Muret donde murió el rey aragonés y propició el fin de la herejía cátara y de la influencia de la Corona de Aragón en el Mediodía francés. El historiador y arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada resumía así la contienda:
«Y el Rey Pedro con unos pocos aragoneses y mayor número de catalanes, y condes de Tolosa y otros barones de la Francia gótica, dio la batalla a los franceses junto al castillo de Muret; y por designio de Dios, el rey y los aragoneses, que fueron los únicos que varonilmente persistieron en la batalla, quedaron muertos en el campo, mientras que los condes de Tolosa y de Foix, con algunos catalanes, volvieron la espalda y huyeron. Murieron allí con el rey, los ricoshombres de Aragón Aznar Pardo y su hijo Pedro Pardo, don Gómez de Luna y don Miguel de Luesia y otros muchos de los más principales de Aragón. El rey, que fue siempre muy católico, no fue a esa guerra para ayudar a los herejes, sino por la obligación que tenía con sus vasallos».
Pedro II excomulgado por el mismo el Papa que lo coronó, permaneció enterrado en los Hospitalarios de Toulouse, hasta que en 1217 el papa Honorio III autorizó el traslado de sus restos al panteón real de Santa María de Sijena en Huesca, donde fue enterrado fuera del recinto sagrado.
Saludos
Pedro heredó el reino de Aragón, el Condado de Barcelona y todas las tierras del Mediodía francés desde Béziers hasta Aspe; su hermano Alfonso heredó Provenza, Milán, Gévaudán y Rouergue. Ambos hermanos mantendrán siempre buenas relaciones, tanto personales como políticas, no así con su madre con quien se enfrentaría en varias ocasiones por cuestiones de los castillos de frontera, aunque apartaron diferencias mediante los tratados de Ariza (1200) y Daroca (1201).
Pedro II, desde finales de 1196, comenzó una intensa actividad política. La expansión militar hacia el sur había quedado frenada, desde la derrota de Alarcos (1196), y tivo que dirigirse hacia el levante. En 1204 toma Rubielos de Mora, Ademuz y Castielfabib. Se efectúan repoblaciones en zonas de Montalbán, en manos de las Órdenes Militares. En el año 1206 y los siguientes, los reyes cristianos peninsulares alcanzan una serie de acuerdos para estabilizar las fronteras y retomar la expansión hacia el sur de manera conjunta.
En el Mediodía francés, a los territorios de su hermano Alfonso, se suman como feudatarios del rey aragonés Bearne, Bigorra, Commingers, Carcasona-Béziers, Melgueil y Nîmes y los condados de Foix y Toulouse (la infanta Leonor, hermana de Pedro II, se casó con el conde Ramón VI de Tolosa). Su matrimonio con María de Montpellier permitió la incorporación del señorío a la Corona de Aragón.
Aunque la Corona se encontraba en una difícil situación económica (el rey había hipotecado sus rentas y tenía grandes deudas con algunos nobles aliados), las rentas del señorío de Montpellier le permitieron viajar a Roma para ser coronado por el papa Inocencio III. Esto significó al rey ser considerado como destacado paladín de la cristiandad y fiel vasallo del Papado. La ceremonia se celebró en 1205 y concedió una bula por la que autorizaba, a partir de entonces, a celebrarse en Zaragoza por el arzobispo de Tarragona, metropolitano de la Corona de Aragón. Será La Seo de Zaragoza el lugar donde se coronarán preferentemente los reyes de Aragón.
Dos hechos importantes caracterizan su reinado: su participación en las Navas de Tolosa y su enfrentamiento con el Papado al defender a sus vasallos, partidarios de la herejía cátara.
En 121 el rey de Castilla, Alfonso VIII, dirigió una batalla decisiva contra los Almohades en las Navas de Tolosa, en la que participaron junto al rey castellano, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón. La victoria cristiana sobre el caudillo almohade Al-Nasir, despejó el camino de la reconquista del sur peninsular. Pedro II abrió una brecha en el muro de la ciudad de Úbeda por el que penetraron los ejércitos cristianos y arrasaron la ciudad y esclavizaron o degollaron a sus habitantes. Los reyes cristianos habían conseguido reforzar su prestigio guerrero y obtener un cuantioso botín.
El papa Inocencio III, convencido de la superioridad pontificia sobre los soberanos terrenales, predicó diversas cruzadas, siendo la cruzada contra los cátaros o albigenses la primera contra cristianos. El sur de Francia era un territorio que ansiaba la monarquía de los capetos. Hubo durante años intentos de acercamiento entre los herejes cátaros y la iglesia romana que no fructificaron. El papa decidió atajarla y equiparó la herejía con el crimen de lesa majestad, por lo que los herejes eran considerados cono proscritos y sus bienes podían ser confiscados y convocó una cruzada al mando de Simón de Monfort.
Pedro II se declaró protector de los señoríos occitanos amenazados y de Toulouse, vasallos suyos, aunque su hijo estaba bajo tutela de Simón de Monfort y pendía sobre él la excomunión decretada por el papa Inocencio III. Los ejércitos cruzados cercaron la ciudad de Muret y se enfrentaron, el 12 de septiembre de 1213, en la llanura de Muret donde murió el rey aragonés y propició el fin de la herejía cátara y de la influencia de la Corona de Aragón en el Mediodía francés. El historiador y arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada resumía así la contienda:
«Y el Rey Pedro con unos pocos aragoneses y mayor número de catalanes, y condes de Tolosa y otros barones de la Francia gótica, dio la batalla a los franceses junto al castillo de Muret; y por designio de Dios, el rey y los aragoneses, que fueron los únicos que varonilmente persistieron en la batalla, quedaron muertos en el campo, mientras que los condes de Tolosa y de Foix, con algunos catalanes, volvieron la espalda y huyeron. Murieron allí con el rey, los ricoshombres de Aragón Aznar Pardo y su hijo Pedro Pardo, don Gómez de Luna y don Miguel de Luesia y otros muchos de los más principales de Aragón. El rey, que fue siempre muy católico, no fue a esa guerra para ayudar a los herejes, sino por la obligación que tenía con sus vasallos».
Pedro II excomulgado por el mismo el Papa que lo coronó, permaneció enterrado en los Hospitalarios de Toulouse, hasta que en 1217 el papa Honorio III autorizó el traslado de sus restos al panteón real de Santa María de Sijena en Huesca, donde fue enterrado fuera del recinto sagrado.
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El Concilio Cadaverico
Los pecados del Vaticano II: El Concilio Cadavérico
El episodio más macabro del papado es, sin duda, el conocido como "concilio cadavérico" o "sínodo del cadáver".
Tras la muerte en 888 de Carlos el Gordo, el Imperio carolingio se desmembró, disputándose la corona dos facciones: la de los francos orientales o alemanes y la de los francos occidentales o franceses.
El entonces papa Formoso, hombre inteligente y activo, coronó en febrero de 891 a Lamberto de Espoleto, líder de los franceses, pero más tarde se retractó y un año después impuso la corona imperial a su rival Arnolfo de Carintia, rey de los francos orientales. A la muerte de Formoso, en el año 896, le sucedió Bonifacio VI, que sólo duró quince días en el pontificado, siendo elegido nuevo papa Esteban VI, un ferviente partidario de los Espoleto.
La indignación por la consagración que había hecho Formoso de Arnolfo como emperador era de tal magnitud que, a instancias de Agiltrudis, madre de Lamberto, Esteban VI reunió y presidió un sínodo para procesar al difunto papa: se exhumó su cadáver momificado y, revestido de sus ornamentos pontificios, fue sentado en un trono y sometido a juicio.
El proceso fue una pantomima: se acusó a Formoso de distintos delitos como el perjurio y la violación de cánones, y de su defensa se encargó un diácono que contestaba a las acusaciones en su nombre. Formoso fue condenado, se le despojó de sus dignidades papales, se le amputaron los dedos pulgar, índice y corazón de la mano derecha, que era con los que impartía la bendición, y se arrojó su cuerpo al Tíber. Según algunas crónicas, el cadáver quedó varado en las redes de unos pescadores, y según otras, fue recogido por un eremita, pero el caso es que se conservó y se le dio una sepultura clandestina. En el verano de ese mismo año se produjo una rebelión popular que terminó con el pontificado de Esteban VI, que fue encarcelado y más tarde estrangulado en la prisión.
A Esteban VI le sucedió Romano y a éste Teodoro II, que celebró un nuevo sínodo para rehabilitar la figura de Formoso, volviendo sus restos a San Pedro con todos los honores dignos de un papa. El pontificado de Formoso abrió lo que se conoce como "siglo oscuro" o "siglo de hierro". A lo largo de esta centuria se sucedieron treinta papas, de los cuales más de la mitad murieron de forma violenta, a menudo después de ser depuestos y de sufrir cárcel, torturas y terribles mutilaciones.
Saludos
El episodio más macabro del papado es, sin duda, el conocido como "concilio cadavérico" o "sínodo del cadáver".
Tras la muerte en 888 de Carlos el Gordo, el Imperio carolingio se desmembró, disputándose la corona dos facciones: la de los francos orientales o alemanes y la de los francos occidentales o franceses.
El entonces papa Formoso, hombre inteligente y activo, coronó en febrero de 891 a Lamberto de Espoleto, líder de los franceses, pero más tarde se retractó y un año después impuso la corona imperial a su rival Arnolfo de Carintia, rey de los francos orientales. A la muerte de Formoso, en el año 896, le sucedió Bonifacio VI, que sólo duró quince días en el pontificado, siendo elegido nuevo papa Esteban VI, un ferviente partidario de los Espoleto.
La indignación por la consagración que había hecho Formoso de Arnolfo como emperador era de tal magnitud que, a instancias de Agiltrudis, madre de Lamberto, Esteban VI reunió y presidió un sínodo para procesar al difunto papa: se exhumó su cadáver momificado y, revestido de sus ornamentos pontificios, fue sentado en un trono y sometido a juicio.
El proceso fue una pantomima: se acusó a Formoso de distintos delitos como el perjurio y la violación de cánones, y de su defensa se encargó un diácono que contestaba a las acusaciones en su nombre. Formoso fue condenado, se le despojó de sus dignidades papales, se le amputaron los dedos pulgar, índice y corazón de la mano derecha, que era con los que impartía la bendición, y se arrojó su cuerpo al Tíber. Según algunas crónicas, el cadáver quedó varado en las redes de unos pescadores, y según otras, fue recogido por un eremita, pero el caso es que se conservó y se le dio una sepultura clandestina. En el verano de ese mismo año se produjo una rebelión popular que terminó con el pontificado de Esteban VI, que fue encarcelado y más tarde estrangulado en la prisión.
A Esteban VI le sucedió Romano y a éste Teodoro II, que celebró un nuevo sínodo para rehabilitar la figura de Formoso, volviendo sus restos a San Pedro con todos los honores dignos de un papa. El pontificado de Formoso abrió lo que se conoce como "siglo oscuro" o "siglo de hierro". A lo largo de esta centuria se sucedieron treinta papas, de los cuales más de la mitad murieron de forma violenta, a menudo después de ser depuestos y de sufrir cárcel, torturas y terribles mutilaciones.
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De Guardia Civil a Guerrillero
BERNABÉ LÓPEZ CALLE, UN GUARDIA CIVIL, JEFE DE LA AGRUPACIÓN GUERRILLERA “FERMÍN GALAN”.
Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en la Revista Oficial "GUARDIA CIVIL", núm. 728, correspondiente al mes de diciembre de 2004, págs. 74-77.
El original está ilustrado con cuatro fotografías en color y una en blanco y negro.
Fue reproducido en la Revista "El Hacho", núm. 11, págs. 12-14, correspondiente al año 2005.
Uno de los aspectos menos conocidos en la historia del Maquis es la presencia de antiguos guardias civiles formando parte de sus “partidas”.
Esta es la historia del más destacado de ellos.
Durante la década de los años 40 y principios de los 50 del siglo pasado, nuestro Cuerpo se vio obligado a librar una guerra “silenciosa y silenciada” contra un enemigo nada convencional. Unos lo denominaron “Maquis” a semejanza del movimiento de resistencia francesa surgido contra la invasión alemana durante la 2ª Guerra Mundial mientras que otros lo llamaron “Bandolerismo”. Actualmente la denominación que suele emplearse en los diferentes foros es el de “Guerrilla”, un vocablo por cierto bastante más español que el de “Maquis”.
Precisamente este año se ha cumplido el LX aniversario (1944-2004) de la “invasión” por el valle de Arán y que pretendió el levantamiento popular contra el régimen de entonces con el apoyo de los Aliados que se encontraban combatiendo a los alemanes al otro lado de los Pirineos. Sin embargo no se produjo ni lo uno ni lo otro y con el tiempo terminaron siendo abandonados incluso por sus propios dirigentes.
Entre los muchos aspectos poco conocidos de dicho periodo de nuestra historia, está la participación de guardias civiles al otro lado del monte, pero no integrando las famosas “contrapartidas” sino las mismas “partidas” de guerrilleros. Al igual que durante nuestra trágica Guerra Civil hubo miembros del Cuerpo a ambos lados de las trincheras, algo similar aconteció en la posguerra, aunque con una balanza mucho más descompensada.
La historia que hoy se aborda es la de uno de aquellos hombres, Bernabé López Calle -el “Comandante Abril”-, por cierto bastante atípico respecto al perfil de un antiguo agente del orden dada su militancia anarquista, y que llegó a ser el jefe de la Agrupación Guerrillera “Fermín Galán” que actuó entre las provincias de Cádiz y Málaga.
Sargento de Artillería y Guardia Civil de Caballería.
Bernabé nació el 30 de mayo de 1899 en la localidad malagueña de Montejaque e ingresó el 21 de febrero de 1921 en el Ejército para realizar el servicio militar obligatorio, siendo destinado al 4º Regimiento de Artillería Pesada en Córdoba, donde pronto destacó por sus aptitudes. Al año siguiente ascendió a cabo y dos más tarde al empleo de sargento al pasar a la Reserva, habiendo participado en las campañas de Marruecos.
Casado y con 25 años de edad, solicitó el 15 de septiembre de 1924 su ingreso en la Guardia Civil, “en clase de guardia 2º de Caballería con destino en cualquier Comandancia, con preferencia la de Málaga”, alegando como circunstancia especial “haber tomado parte en más de dos hechos de armas”. Los informes de antecedentes reservados adquiridos sobre su persona y familiares fueron favorables así como los recibidos del Ejército donde consta –en contra de lo habitual de la época- un buen grado de instrucción en lectura, escritura y aritmética, además de los propios en cuanto a disciplina militar y manejo del arma.
El 13 de diciembre se presentó en la comandancia malagueña –mandada entonces por el teniente coronel Antonio Ruiz Jiménez- donde fue sometido a examen consistente en dictado, lectura y diversas pruebas aritméticas que superó satisfactoriamente ingresando el 1 de febrero de 1925, siendo destinado a la Comandancia de Caballería del 21º Tercio de la Guardia Civil en Barcelona.
En la revista del mes de junio de ese mismo año fue trasladado con carácter forzoso a la Comandancia de Caballería del 4º Tercio en Sevilla, debiéndose encontrar bien en su nuevo destino ya que el 20 de septiembre renunció al derecho que tenía concedido para pasar al Escuadrón de Caballería de la Comandancia de Málaga.
En los años siguientes su expediente personal registra durante su actuación durante las tareas de extinción de un incendio, resultando lesionado. Los hechos ocurrieron el 27 de junio de 1929 con ocasión del siniestro sufrido en la fábrica de losetas de Manuel Barneto, sita en la población sevillana de Lora del Río, cuando bajo las órdenes de su comandante de puesto, el cabo Cristóbal Carranza Galván, “al subir a un tinglado que existe en la parte posterior de dicha fábrica el Guardia 2º Bernabé López Calle cayó a tierra produciéndose, según el médico D. Angel Miazza que en aquel sitio se encontraba y que lo reconoció, la dislocación del hombro derecho, manifestando el facultativo que por la carencia de medios para hacer la reducción, convendría fuese trasladado a esta Capital”.
Por otra parte, durante su destino en ese Tercio –mandado por el coronel Manuel Gómez García- su expediente personal recoge también un incidente por el que fue severamente sancionado, cuando prestaba provisionalmente sus servicios como ordenanza del teniente Ildefonso Martínez Gómez en la localidad de Lora del Río.
En la mañana del 11 de febrero de 1930, Bernabé, vestido de paisano –algo que tenían prohibido los guardias civiles de la época- se dirigió a la finca de “Las Lapas” donde se reunió con el guarda de la misma, Emilio Gómez Rodríguez, y un hijo de éste, provistos de escopetas para cazar furtivamente alguna pieza.
Al no tener suerte se desplazaron al coto de “La Rejaquera”, donde fueron sorprendidos por el guarda jurado Juan Saldaña Recuero que estaba acompañado de Nicomedes Naranjo y de Lorenzo Vélez. Bernabé dio a conocer su condición de guardia civil y fueron autorizados a cazar los conejos que les aparecieran en su camino de salida de dicho coto, si bien no lo hicieron precisamente por el lado más corto. Pero poco después y en dicho rodeo, encontraron al citado guarda-jurado enzarzado a golpes con otro cazador que había sido también sorprendido furtivamente. Bernabé intervino para separarlos y restablecer el orden, quedando deacuerdo todos los presentes que dicho incidente sería olvidado sin más.
Sin embargo cuando al día siguiente el cabo comandante del puesto de Alcolea del Río se presentó de servicio por aquellos parajes, le faltó tiempo al guarda jurado del coto para contar el incidente. Incoadas las correspondientes diligencias ante el juzgado de instrucción por aquella agresión se localizó al mentado cazador que resultó ser un guardia municipal llamado Rafael Fernández Alvarez, mientras que el resto de los protagonistas fueron denunciados ante el juzgado municipal por una infracción a la ley de caza.
Conocida la condición de guardia civil de Bernabé, fue sancionado con un mes de arresto en calabozo ya que “ha cazado sabiendo que como individuo del Cuerpo le está prohibido incluso obtener licencia y abusar después de la autorización relativa que le concedió el que representaba al dueño y que con motivo de presenciar la lucha de un cazador con el guarda –sin poder intervenir como agente de la autoridad por que al cometer igual falta que los demás cazadores perdió la fuerza moral” así como trasladado a otro puesto, ya que ello no le originaría grave perjuicio, “toda vez que se encuentra en buena situación económica, y solamente tiene esposa y un hijo de corta edad”.
Hasta entonces Bernabé carecía de “nota desfavorable en su historial, observa buena conducta y merece igual concepto”. Tras cumplir el arresto de un mes en el calabozo fue trasladado al puesto de Trigueros en Huelva, “por haberse permitido cazar con varios paisanos”, según parte suscrito por su jefe de Comandancia, el teniente coronel Román Gómez Sánchez. Aquel castigo le decidió a solicitar que le fuera nuevamente concedido el derecho a pasar al Escuadrón de Caballería de Málaga.
En marzo de 1931 pasó por fin destinado allí, donde al mes siguiente le sorprendió la proclamación de la 2ª República, siéndole asignado el puesto de Antequera desde donde vivió sin mayor protagonismo todos los agitados y turbulentos avatares del lustro siguiente hasta que el 18 de julio de 1936 se produjo la sublevación militar.
Guerra Civil y comandante del Ejército Popular de la República.
En los días siguientes, tras estar acuartelados bajo las órdenes del teniente Luis Muñoz Muruga que se mantuvo leal al gobierno de Madrid, guardias civiles y milicianos practicaron conjuntamente registros domiciliarios y detenciones entre los considerados desafectos a la República.
La actuación del propio Bernabé durante aquellas jornadas debió de ser clave según se desprende de una carta manuscrita suya, redactada en el frente de Madrid el 18 de diciembre de 1938 y dirigida al coronel Manuel Moreno Molina, presidente de la “Comisión Liquidadora de la disuelta Guardia Nacional Republicana”, (nueva denominación que se le había dado a la Guardia Civil en la zona gubernamental por Decreto del Ministerio de la Gobernación de 30-08-1936 y que por otro de 26-12-1936 fue disuelta y sus componentes pasaron a integrarse en el nuevo Cuerpo de Seguridad) a quien se dirigió en solicitud de certificación de su expediente personal para poder legalizar su situación y empleo ostentado ante el Ministerio de la Gobernación, ya que hace constar que “para premiar mi lealtad al Gobierno y a la causa del pueblo por cuyos hechos pidieron mi empleo de Capitán todas las organizaciones y partidos y de hecho me nombraron Jefe de todas las fuerzas militares y de milicias de aquella ciudad donde permanecí hasta la pérdida de ella y de toda la provincia de Málaga”.
El 20 de diciembre de 1938 -según certificación expedida por el capitán Ambrosio Rueda García, perteneciente al Cuerpo de Seguridad (Grupo Uniformado)- Bernabé ostentaba el empleo de “Mayor de Infantería en Campaña” (asimilado a Comandante) y se encontraba al mando del Batallón de Ametralladoras nº 17. El final de la contienda le sorprendió al frente de la 70ª Brigada Mixta de la que se hizo cargo tras el golpe del coronel Segismundo Casado López en Madrid y los encarnizados combates que hubo en marzo de 1939 entre anarquistas y comunistas.
Derrota, prisión y expulsión.
Detenido y conducido a Antequera se le instruyó por el teniente Pascual de Liñán, juez instructor del Juzgado Militar Permanente nº 16 de Málaga en Antequera, el procedimiento sumarísimo de urgencia nº 1.014-1939 por el delito de “Rebelión militar” y se decretó su prisión incondicional.
Por otra parte la Guardia Civil inició su propio procedimiento interno de depuración. Así el 24 de octubre de 1941 el Director General de la Guardia Civil, general de división Eliseo Alvarez Arenas, ordenaba a la Comandancia de Málaga, la instrucción de una “información depuradora para esclarecer la actuación y conducta que observara durante el dominio rojo”. El día 23 de diciembre el Director General acordaba “su expulsión de las filas del Cuerpo”.
Pero los asuntos pendientes de Bernabé con la justicia militar no habían finalizado todavía pues el 18 de mayo de 1942 el capitán general de la 3ª Región (Valencia), comunicaba a la Dirección General del Cuerpo que el juzgado militar nº 2 de dicha plaza había comenzado la instrucción del procedimiento nº 249-V-42, a la vez que por una parte se solicitaba su situación y destino, ya que se ignoraba su domicilio, informándose de que “dicho individuo tuvo su actuación en los primeros días del Glorioso Movimiento Nacional por los pueblos de Jimera de Liva (Málaga), Jimena y San Roque (Cádiz), siendo hermano de un tal Pedro que actuó por las sierras de Ronda con el bandido Flores Arocha, que era Teniente, habiéndose replegado al avance de las Gloriosas Fuerzas Nacionales hacia Málaga y después a Almería, desconociéndose más antecedentes del mismo”.
Por último el 7 de octubre de 1942 se incoó procedimiento sumarísimo nº 742 por el Juzgado Militar Eventual nº 7 de Ronda por el supuesto delito de asesinato cometido en diciembre de 1936 en Cartajima (Málaga) en la persona del falangista Blas Becerra García, entre cuyos encartados estaba Bernabé por haberlo entregado a los milicianos.
Jefe de la Agrupación Guerrillera “Fermín Galán”.
Ante la posibilidad de ser encarcelado Bernabé desapareció el 6 de abril de 1943 de su domicilio de Montejaque y se echó al monte como “guerrillero” acompañado de su hijo Miguel López García –próximo a realizar el servicio militar obligatorio- siendo declarado rebelde y publicada su requisitoria.
Bernabé tras varios años de vicisitudes con una “partida” anarquista que actuaba entre la zona del Campo de Gibraltar y la Serranía de Ronda, terminaría por unirse en febrero de 1949 –tras tres años de diversos contactos- con la agrupación comunista “Stalingrado” que lideraba Pablo Pérez Hidalgo (a) “Manolo el Rubio”, quien había tenido como segundo suyo de plena confianza a otro antiguo guardia civil llamado José Chicón Martínez, aunque éste finalmente terminó por entregarse a sus antiguos compañeros. De dicha unión surgió la efímera “Agrupación de Guerrilleros Fermín Galán”. Bernabé fue nombrado jefe de la misma mientras que Pablo lo fue del “Estado Mayor”.
Todas las vicisitudes –no exentas de muertes, atracos, secuestros y enfrentamientos armados- serían recogidas en dos importantes documentos: “Resumen del problema de Bandolerismo en la demarcación de la 237ª Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz desde el año 1947 al 1950”, y muy especialmente el extenso “Informe sobre Bandolerismo” emitido por el teniente coronel Roger Oliete Navarro, jefe de la expresada Comandancia y emitido el 25 de marzo de 1952, “en cumplimiento a lo ordenado por la Dirección General del Cuerpo, en Nota Informativa, número 90, de la 2ª Sección de Estado Mayor, de fecha 12 de enero de 1952”.
Traición y muerte en el monte.
En la noche del 30 de diciembre de 1949 la suerte cambió funestamente para Bernabé. Este se había desplazado junto a seis de sus hombres con la idea de secuestrar a Francisco Sánchez Sánchez, dueño del cortijo “Linares” y de Luis Lara Gerona, dueño del cortijo “Jurado”.
Uno de aquellos, Francisco Fernández Cornejo (a) “Largo Mayo”, que había abandonado el campamento guerrillero con el pretexto de buscar comida, se presentó en la casa-cuartel de Medina Sidonia para delatar a su jefe y resto de compañeros de la partida.
Por su esposa supo que la Guardia Civil se había presentado varias veces en su domicilio para prometer que si entregaba no le ocurriría nada. Anteriormente el 26 de febrero de 1945, su hermano Juan había sido detenido como cómplice del atraco a la finca “Alquería” acontecido el 28 de enero de ese mismo año y el 13 de marzo de 1946, su hermano José (a) “El Chiquito” había resultado muerto en un enfrentamiento con fuerzas del Cuerpo en la finca “Charco Dulce” y no quería terminar como ellos.
Inmediatamente se dieron las órdenes oportunas para establecer bajo el mando del teniente José Giraldo González, “Jefe de los Servicios de Represión de Bandoleros”, un dispositivo de cerco en la zona del “Cerro de la Atalaya” y concretamente en el paraje muy intrincado y de difícil acceso conocido por el “Haza del Cabezón” –donde estaba instalado el campamento guerrillero- con fuerzas de la Guardia Civil de dicha residencia, Benalup de Sidonia (Casas Viejas), Chiclana de la Frontera y Cádiz, siendo el propio “Largo Mayo”, vestido con uniforme de guardia civil para no ser reconocido, quien les guió hasta el mismo campamento.
Avistado el emplazamiento se inició al amanecer el ataque con el lanzamiento de varias granadas de mano seguido de abundante fuego de fusilería y subfusil. Los “guerrilleros” respondieron inmediatamente y durante varios minutos, aprovechando parte de ellos la confusión surgida para huir. Juan Ruiz Huercano (a) “El Capitán” cayó muerto al inicio por la metralla de las granadas y Bernabé a pesar de ser alcanzado por alguno de los disparos siguió defendiéndose haciendo fuego con una pistola hasta caer también muerto.
El resto de la partida –Miguel López García (a) “Joselillo” y “Darío” que terminó siendo asesinado de un disparo en la cabeza el 17 de noviembre de 1950 en la localidad gaditana de Zahara de la Sierra por Manuel Palma Mesa (a) “El Bigotes”, que también terminó delatando a sus compañeros, Juan Toledo Martínez (a) “Caracoles”, Alfonso Sánchez Gómez (a) “Potaje” y Juan Francisco Domínguez Gómez (a) “Pedro de Alcalá”- había huido aprovechando la confusión del combate y la accidentada orografía de la zona.
Los cadáveres de Bernabé y Huercano fueron trasladados esa misma mañana del día 31 hasta la localidad de Medina Sidonia en cuyo cementerio fueron enterrados posteriormente en una fosa anónima.
Su inscripción en el registro civil de Medina Sidonia por Antonio de Zárraga Gómez -secretario del juzgado municipal- no se produjo hasta el 10 de enero de 1950, siendo Tomás Gámez Cárdenas el juez sustituto. Dichas inscripciones fueron practicadas “en virtud de Orden del Teniente Juez Instructor del Juzgado Eventual de esta plaza, de la 237ª Comandancia de la Guardia Civil”, al haber fallecido “a consecuencia de tiroteo sostenido con la Guardia Civil, según resulta del oficio de dicho Cuerpo”.
Respecto a “Largo Mayo” la Guardia Civil cumplió su promesa y no fue encarcelado ni sufrió castigo alguno, siendo autorizado, tras efectuar los trámites oportunos, a residir en el domicilio familiar, sito en la misma localidad, si bien continuó siendo confidente del Cuerpo hasta la desaparición del Maquis.
Desde entonces ha pasado más medio siglo y el antiguo guardia civil de Antequera que fue jefe de los “guerrilleros” forma ya parte de las leyendas que se cuentan por las sierras de Cádiz y Ronda
Saludos
Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en la Revista Oficial "GUARDIA CIVIL", núm. 728, correspondiente al mes de diciembre de 2004, págs. 74-77.
El original está ilustrado con cuatro fotografías en color y una en blanco y negro.
Fue reproducido en la Revista "El Hacho", núm. 11, págs. 12-14, correspondiente al año 2005.
Uno de los aspectos menos conocidos en la historia del Maquis es la presencia de antiguos guardias civiles formando parte de sus “partidas”.
Esta es la historia del más destacado de ellos.
Durante la década de los años 40 y principios de los 50 del siglo pasado, nuestro Cuerpo se vio obligado a librar una guerra “silenciosa y silenciada” contra un enemigo nada convencional. Unos lo denominaron “Maquis” a semejanza del movimiento de resistencia francesa surgido contra la invasión alemana durante la 2ª Guerra Mundial mientras que otros lo llamaron “Bandolerismo”. Actualmente la denominación que suele emplearse en los diferentes foros es el de “Guerrilla”, un vocablo por cierto bastante más español que el de “Maquis”.
Precisamente este año se ha cumplido el LX aniversario (1944-2004) de la “invasión” por el valle de Arán y que pretendió el levantamiento popular contra el régimen de entonces con el apoyo de los Aliados que se encontraban combatiendo a los alemanes al otro lado de los Pirineos. Sin embargo no se produjo ni lo uno ni lo otro y con el tiempo terminaron siendo abandonados incluso por sus propios dirigentes.
Entre los muchos aspectos poco conocidos de dicho periodo de nuestra historia, está la participación de guardias civiles al otro lado del monte, pero no integrando las famosas “contrapartidas” sino las mismas “partidas” de guerrilleros. Al igual que durante nuestra trágica Guerra Civil hubo miembros del Cuerpo a ambos lados de las trincheras, algo similar aconteció en la posguerra, aunque con una balanza mucho más descompensada.
La historia que hoy se aborda es la de uno de aquellos hombres, Bernabé López Calle -el “Comandante Abril”-, por cierto bastante atípico respecto al perfil de un antiguo agente del orden dada su militancia anarquista, y que llegó a ser el jefe de la Agrupación Guerrillera “Fermín Galán” que actuó entre las provincias de Cádiz y Málaga.
Sargento de Artillería y Guardia Civil de Caballería.
Bernabé nació el 30 de mayo de 1899 en la localidad malagueña de Montejaque e ingresó el 21 de febrero de 1921 en el Ejército para realizar el servicio militar obligatorio, siendo destinado al 4º Regimiento de Artillería Pesada en Córdoba, donde pronto destacó por sus aptitudes. Al año siguiente ascendió a cabo y dos más tarde al empleo de sargento al pasar a la Reserva, habiendo participado en las campañas de Marruecos.
Casado y con 25 años de edad, solicitó el 15 de septiembre de 1924 su ingreso en la Guardia Civil, “en clase de guardia 2º de Caballería con destino en cualquier Comandancia, con preferencia la de Málaga”, alegando como circunstancia especial “haber tomado parte en más de dos hechos de armas”. Los informes de antecedentes reservados adquiridos sobre su persona y familiares fueron favorables así como los recibidos del Ejército donde consta –en contra de lo habitual de la época- un buen grado de instrucción en lectura, escritura y aritmética, además de los propios en cuanto a disciplina militar y manejo del arma.
El 13 de diciembre se presentó en la comandancia malagueña –mandada entonces por el teniente coronel Antonio Ruiz Jiménez- donde fue sometido a examen consistente en dictado, lectura y diversas pruebas aritméticas que superó satisfactoriamente ingresando el 1 de febrero de 1925, siendo destinado a la Comandancia de Caballería del 21º Tercio de la Guardia Civil en Barcelona.
En la revista del mes de junio de ese mismo año fue trasladado con carácter forzoso a la Comandancia de Caballería del 4º Tercio en Sevilla, debiéndose encontrar bien en su nuevo destino ya que el 20 de septiembre renunció al derecho que tenía concedido para pasar al Escuadrón de Caballería de la Comandancia de Málaga.
En los años siguientes su expediente personal registra durante su actuación durante las tareas de extinción de un incendio, resultando lesionado. Los hechos ocurrieron el 27 de junio de 1929 con ocasión del siniestro sufrido en la fábrica de losetas de Manuel Barneto, sita en la población sevillana de Lora del Río, cuando bajo las órdenes de su comandante de puesto, el cabo Cristóbal Carranza Galván, “al subir a un tinglado que existe en la parte posterior de dicha fábrica el Guardia 2º Bernabé López Calle cayó a tierra produciéndose, según el médico D. Angel Miazza que en aquel sitio se encontraba y que lo reconoció, la dislocación del hombro derecho, manifestando el facultativo que por la carencia de medios para hacer la reducción, convendría fuese trasladado a esta Capital”.
Por otra parte, durante su destino en ese Tercio –mandado por el coronel Manuel Gómez García- su expediente personal recoge también un incidente por el que fue severamente sancionado, cuando prestaba provisionalmente sus servicios como ordenanza del teniente Ildefonso Martínez Gómez en la localidad de Lora del Río.
En la mañana del 11 de febrero de 1930, Bernabé, vestido de paisano –algo que tenían prohibido los guardias civiles de la época- se dirigió a la finca de “Las Lapas” donde se reunió con el guarda de la misma, Emilio Gómez Rodríguez, y un hijo de éste, provistos de escopetas para cazar furtivamente alguna pieza.
Al no tener suerte se desplazaron al coto de “La Rejaquera”, donde fueron sorprendidos por el guarda jurado Juan Saldaña Recuero que estaba acompañado de Nicomedes Naranjo y de Lorenzo Vélez. Bernabé dio a conocer su condición de guardia civil y fueron autorizados a cazar los conejos que les aparecieran en su camino de salida de dicho coto, si bien no lo hicieron precisamente por el lado más corto. Pero poco después y en dicho rodeo, encontraron al citado guarda-jurado enzarzado a golpes con otro cazador que había sido también sorprendido furtivamente. Bernabé intervino para separarlos y restablecer el orden, quedando deacuerdo todos los presentes que dicho incidente sería olvidado sin más.
Sin embargo cuando al día siguiente el cabo comandante del puesto de Alcolea del Río se presentó de servicio por aquellos parajes, le faltó tiempo al guarda jurado del coto para contar el incidente. Incoadas las correspondientes diligencias ante el juzgado de instrucción por aquella agresión se localizó al mentado cazador que resultó ser un guardia municipal llamado Rafael Fernández Alvarez, mientras que el resto de los protagonistas fueron denunciados ante el juzgado municipal por una infracción a la ley de caza.
Conocida la condición de guardia civil de Bernabé, fue sancionado con un mes de arresto en calabozo ya que “ha cazado sabiendo que como individuo del Cuerpo le está prohibido incluso obtener licencia y abusar después de la autorización relativa que le concedió el que representaba al dueño y que con motivo de presenciar la lucha de un cazador con el guarda –sin poder intervenir como agente de la autoridad por que al cometer igual falta que los demás cazadores perdió la fuerza moral” así como trasladado a otro puesto, ya que ello no le originaría grave perjuicio, “toda vez que se encuentra en buena situación económica, y solamente tiene esposa y un hijo de corta edad”.
Hasta entonces Bernabé carecía de “nota desfavorable en su historial, observa buena conducta y merece igual concepto”. Tras cumplir el arresto de un mes en el calabozo fue trasladado al puesto de Trigueros en Huelva, “por haberse permitido cazar con varios paisanos”, según parte suscrito por su jefe de Comandancia, el teniente coronel Román Gómez Sánchez. Aquel castigo le decidió a solicitar que le fuera nuevamente concedido el derecho a pasar al Escuadrón de Caballería de Málaga.
En marzo de 1931 pasó por fin destinado allí, donde al mes siguiente le sorprendió la proclamación de la 2ª República, siéndole asignado el puesto de Antequera desde donde vivió sin mayor protagonismo todos los agitados y turbulentos avatares del lustro siguiente hasta que el 18 de julio de 1936 se produjo la sublevación militar.
Guerra Civil y comandante del Ejército Popular de la República.
En los días siguientes, tras estar acuartelados bajo las órdenes del teniente Luis Muñoz Muruga que se mantuvo leal al gobierno de Madrid, guardias civiles y milicianos practicaron conjuntamente registros domiciliarios y detenciones entre los considerados desafectos a la República.
La actuación del propio Bernabé durante aquellas jornadas debió de ser clave según se desprende de una carta manuscrita suya, redactada en el frente de Madrid el 18 de diciembre de 1938 y dirigida al coronel Manuel Moreno Molina, presidente de la “Comisión Liquidadora de la disuelta Guardia Nacional Republicana”, (nueva denominación que se le había dado a la Guardia Civil en la zona gubernamental por Decreto del Ministerio de la Gobernación de 30-08-1936 y que por otro de 26-12-1936 fue disuelta y sus componentes pasaron a integrarse en el nuevo Cuerpo de Seguridad) a quien se dirigió en solicitud de certificación de su expediente personal para poder legalizar su situación y empleo ostentado ante el Ministerio de la Gobernación, ya que hace constar que “para premiar mi lealtad al Gobierno y a la causa del pueblo por cuyos hechos pidieron mi empleo de Capitán todas las organizaciones y partidos y de hecho me nombraron Jefe de todas las fuerzas militares y de milicias de aquella ciudad donde permanecí hasta la pérdida de ella y de toda la provincia de Málaga”.
El 20 de diciembre de 1938 -según certificación expedida por el capitán Ambrosio Rueda García, perteneciente al Cuerpo de Seguridad (Grupo Uniformado)- Bernabé ostentaba el empleo de “Mayor de Infantería en Campaña” (asimilado a Comandante) y se encontraba al mando del Batallón de Ametralladoras nº 17. El final de la contienda le sorprendió al frente de la 70ª Brigada Mixta de la que se hizo cargo tras el golpe del coronel Segismundo Casado López en Madrid y los encarnizados combates que hubo en marzo de 1939 entre anarquistas y comunistas.
Derrota, prisión y expulsión.
Detenido y conducido a Antequera se le instruyó por el teniente Pascual de Liñán, juez instructor del Juzgado Militar Permanente nº 16 de Málaga en Antequera, el procedimiento sumarísimo de urgencia nº 1.014-1939 por el delito de “Rebelión militar” y se decretó su prisión incondicional.
Por otra parte la Guardia Civil inició su propio procedimiento interno de depuración. Así el 24 de octubre de 1941 el Director General de la Guardia Civil, general de división Eliseo Alvarez Arenas, ordenaba a la Comandancia de Málaga, la instrucción de una “información depuradora para esclarecer la actuación y conducta que observara durante el dominio rojo”. El día 23 de diciembre el Director General acordaba “su expulsión de las filas del Cuerpo”.
Pero los asuntos pendientes de Bernabé con la justicia militar no habían finalizado todavía pues el 18 de mayo de 1942 el capitán general de la 3ª Región (Valencia), comunicaba a la Dirección General del Cuerpo que el juzgado militar nº 2 de dicha plaza había comenzado la instrucción del procedimiento nº 249-V-42, a la vez que por una parte se solicitaba su situación y destino, ya que se ignoraba su domicilio, informándose de que “dicho individuo tuvo su actuación en los primeros días del Glorioso Movimiento Nacional por los pueblos de Jimera de Liva (Málaga), Jimena y San Roque (Cádiz), siendo hermano de un tal Pedro que actuó por las sierras de Ronda con el bandido Flores Arocha, que era Teniente, habiéndose replegado al avance de las Gloriosas Fuerzas Nacionales hacia Málaga y después a Almería, desconociéndose más antecedentes del mismo”.
Por último el 7 de octubre de 1942 se incoó procedimiento sumarísimo nº 742 por el Juzgado Militar Eventual nº 7 de Ronda por el supuesto delito de asesinato cometido en diciembre de 1936 en Cartajima (Málaga) en la persona del falangista Blas Becerra García, entre cuyos encartados estaba Bernabé por haberlo entregado a los milicianos.
Jefe de la Agrupación Guerrillera “Fermín Galán”.
Ante la posibilidad de ser encarcelado Bernabé desapareció el 6 de abril de 1943 de su domicilio de Montejaque y se echó al monte como “guerrillero” acompañado de su hijo Miguel López García –próximo a realizar el servicio militar obligatorio- siendo declarado rebelde y publicada su requisitoria.
Bernabé tras varios años de vicisitudes con una “partida” anarquista que actuaba entre la zona del Campo de Gibraltar y la Serranía de Ronda, terminaría por unirse en febrero de 1949 –tras tres años de diversos contactos- con la agrupación comunista “Stalingrado” que lideraba Pablo Pérez Hidalgo (a) “Manolo el Rubio”, quien había tenido como segundo suyo de plena confianza a otro antiguo guardia civil llamado José Chicón Martínez, aunque éste finalmente terminó por entregarse a sus antiguos compañeros. De dicha unión surgió la efímera “Agrupación de Guerrilleros Fermín Galán”. Bernabé fue nombrado jefe de la misma mientras que Pablo lo fue del “Estado Mayor”.
Todas las vicisitudes –no exentas de muertes, atracos, secuestros y enfrentamientos armados- serían recogidas en dos importantes documentos: “Resumen del problema de Bandolerismo en la demarcación de la 237ª Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz desde el año 1947 al 1950”, y muy especialmente el extenso “Informe sobre Bandolerismo” emitido por el teniente coronel Roger Oliete Navarro, jefe de la expresada Comandancia y emitido el 25 de marzo de 1952, “en cumplimiento a lo ordenado por la Dirección General del Cuerpo, en Nota Informativa, número 90, de la 2ª Sección de Estado Mayor, de fecha 12 de enero de 1952”.
Traición y muerte en el monte.
En la noche del 30 de diciembre de 1949 la suerte cambió funestamente para Bernabé. Este se había desplazado junto a seis de sus hombres con la idea de secuestrar a Francisco Sánchez Sánchez, dueño del cortijo “Linares” y de Luis Lara Gerona, dueño del cortijo “Jurado”.
Uno de aquellos, Francisco Fernández Cornejo (a) “Largo Mayo”, que había abandonado el campamento guerrillero con el pretexto de buscar comida, se presentó en la casa-cuartel de Medina Sidonia para delatar a su jefe y resto de compañeros de la partida.
Por su esposa supo que la Guardia Civil se había presentado varias veces en su domicilio para prometer que si entregaba no le ocurriría nada. Anteriormente el 26 de febrero de 1945, su hermano Juan había sido detenido como cómplice del atraco a la finca “Alquería” acontecido el 28 de enero de ese mismo año y el 13 de marzo de 1946, su hermano José (a) “El Chiquito” había resultado muerto en un enfrentamiento con fuerzas del Cuerpo en la finca “Charco Dulce” y no quería terminar como ellos.
Inmediatamente se dieron las órdenes oportunas para establecer bajo el mando del teniente José Giraldo González, “Jefe de los Servicios de Represión de Bandoleros”, un dispositivo de cerco en la zona del “Cerro de la Atalaya” y concretamente en el paraje muy intrincado y de difícil acceso conocido por el “Haza del Cabezón” –donde estaba instalado el campamento guerrillero- con fuerzas de la Guardia Civil de dicha residencia, Benalup de Sidonia (Casas Viejas), Chiclana de la Frontera y Cádiz, siendo el propio “Largo Mayo”, vestido con uniforme de guardia civil para no ser reconocido, quien les guió hasta el mismo campamento.
Avistado el emplazamiento se inició al amanecer el ataque con el lanzamiento de varias granadas de mano seguido de abundante fuego de fusilería y subfusil. Los “guerrilleros” respondieron inmediatamente y durante varios minutos, aprovechando parte de ellos la confusión surgida para huir. Juan Ruiz Huercano (a) “El Capitán” cayó muerto al inicio por la metralla de las granadas y Bernabé a pesar de ser alcanzado por alguno de los disparos siguió defendiéndose haciendo fuego con una pistola hasta caer también muerto.
El resto de la partida –Miguel López García (a) “Joselillo” y “Darío” que terminó siendo asesinado de un disparo en la cabeza el 17 de noviembre de 1950 en la localidad gaditana de Zahara de la Sierra por Manuel Palma Mesa (a) “El Bigotes”, que también terminó delatando a sus compañeros, Juan Toledo Martínez (a) “Caracoles”, Alfonso Sánchez Gómez (a) “Potaje” y Juan Francisco Domínguez Gómez (a) “Pedro de Alcalá”- había huido aprovechando la confusión del combate y la accidentada orografía de la zona.
Los cadáveres de Bernabé y Huercano fueron trasladados esa misma mañana del día 31 hasta la localidad de Medina Sidonia en cuyo cementerio fueron enterrados posteriormente en una fosa anónima.
Su inscripción en el registro civil de Medina Sidonia por Antonio de Zárraga Gómez -secretario del juzgado municipal- no se produjo hasta el 10 de enero de 1950, siendo Tomás Gámez Cárdenas el juez sustituto. Dichas inscripciones fueron practicadas “en virtud de Orden del Teniente Juez Instructor del Juzgado Eventual de esta plaza, de la 237ª Comandancia de la Guardia Civil”, al haber fallecido “a consecuencia de tiroteo sostenido con la Guardia Civil, según resulta del oficio de dicho Cuerpo”.
Respecto a “Largo Mayo” la Guardia Civil cumplió su promesa y no fue encarcelado ni sufrió castigo alguno, siendo autorizado, tras efectuar los trámites oportunos, a residir en el domicilio familiar, sito en la misma localidad, si bien continuó siendo confidente del Cuerpo hasta la desaparición del Maquis.
Desde entonces ha pasado más medio siglo y el antiguo guardia civil de Antequera que fue jefe de los “guerrilleros” forma ya parte de las leyendas que se cuentan por las sierras de Cádiz y Ronda
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Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.
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La cartilla de racionamiento
Las Cartillas de Racionamiento
Los años de la dictadura en España fueron tiempos de cartillas de racionamiento, de penurias, de escasez… Pero también dicen que el hambre agudiza el ingenio y de eso en este país vamos “sobraos”.
En los años 40, debido a la guerra, a la política económica de Franco y al aislamiento internacional, en España escaseaban los alimentos. El gobierno decidió controlar la distribución de las mercancías, asignando a cada persona cierta cantidad de los productos básicos más escasos: azúcar, arroz, aceite, pan, judías..., que había que recoger con la Cartilla de Racionamiento. Estas cartillas se establecieron el 14 de mayo de 1939 y se suprimieron en 1952.
Funcionaba la distribución de alimentos mediante la asignación de una cartilla personal llamada "Cartilla de Racionamiento", que mediante cupones y previo pago de los mismos se asignaba a cada ciudadano, alimentos de primera necesidad. El suministro lo designaba la Comisaría General de Abastos que cada semana anunciaban públicamente el porcentaje, la cantidad y precio de los alimentos que se adjudicaban.
Cada ciudadano tenía asignado el proveedor o tienda de comestibles que podía utilizar. Era imposible adquirir de una forma legal cualquier alimento que no estuviera controlado por el Racionamiento, salvo que se acudiera al mercado negro que se llamaba "estraperlo", con precios por muy encima de lo establecido por la Comisaría de Abastecimientos. Las personas que se salían de la normativa legal tenían altos riegos de ser condenados con penas de cárcel.
«Las cartillas eran de 1ª, 2ª o 3ª categoría» en función del nivel social, el estado de salud y el tipo de trabajo del cabeza de familia. Los productos que se entregaban eran básicamente: garbanzos, boniatos, bacalao, aceite, azúcar y tocino; de cuando en cuando se encontraban maravillas como café, chocolate, membrillo o jabón. Rara vez se repartía carne, leche o huevos, que sólo se encontraban en el mercado negro.
Se presenta una tabla para hacer idea de los alimentos que se suministraba a cada persona por semana, que podía cambiar según las necesidades, cantidad y alimentos circulantes en cada momento según criterio de Comisaría de Abastecimientos.
-Un cuarto de litro de aceite.
-Cien gramos de azúcar terciada.
-Cien gramos garbanzos.
-Doscientos gramos de jabón.
-Un kilo de patatas.
-Un bollito diario de pan
La leche era uno de los bienes más preciados en un país que libraba una batalla contra el hambre que dejaron las balas. El pan, que era negro, porque el blanco era un artículo de lujo, quedó reducido a 150 ó 200 gramos por cartilla. Muchas veces en las casas se hacía el pan por la noche para evitar a los agentes de la Fiscalía, pero al día siguiente lo encontraban por el olor y decomisaban el pan. A veces la gente desenterraba los animales muertos y se los comía. Se tenía que contar con el permiso de las autoridades para hacer la matanza. Lógicamente la cantidad de comida era insuficiente y la gente tenía que buscarse la vida. Los gatos se degustaban por liebres (”dar gato por liebre”), patatas a lo pobre, patatas al Avión (patatas hervidas con laurel y un toque de colorante marca “el Avión”), leche aguada, guisos de castañas y bellotas, achicoria por café… Pero el más curioso de todos: “tortilla de patatas sin patatas ni huevos”.
“La parte blanca de las naranjas situada entre la cáscara y los gajos se apartaba y se ponía en remojo a modo de patatas cortadas. Los huevos eran sustituidos por una mezcla formada por cuatro cucharadas de harina, diez de agua, una de bicarbonato, pimienta molida, aceite, sal y colorante para darle el tono de la yema.”
No sé cuál sería el resultado final de esta peculiar tortilla pero no me diréis que no era ingenioso.
Saludos
Los años de la dictadura en España fueron tiempos de cartillas de racionamiento, de penurias, de escasez… Pero también dicen que el hambre agudiza el ingenio y de eso en este país vamos “sobraos”.
En los años 40, debido a la guerra, a la política económica de Franco y al aislamiento internacional, en España escaseaban los alimentos. El gobierno decidió controlar la distribución de las mercancías, asignando a cada persona cierta cantidad de los productos básicos más escasos: azúcar, arroz, aceite, pan, judías..., que había que recoger con la Cartilla de Racionamiento. Estas cartillas se establecieron el 14 de mayo de 1939 y se suprimieron en 1952.
Funcionaba la distribución de alimentos mediante la asignación de una cartilla personal llamada "Cartilla de Racionamiento", que mediante cupones y previo pago de los mismos se asignaba a cada ciudadano, alimentos de primera necesidad. El suministro lo designaba la Comisaría General de Abastos que cada semana anunciaban públicamente el porcentaje, la cantidad y precio de los alimentos que se adjudicaban.
Cada ciudadano tenía asignado el proveedor o tienda de comestibles que podía utilizar. Era imposible adquirir de una forma legal cualquier alimento que no estuviera controlado por el Racionamiento, salvo que se acudiera al mercado negro que se llamaba "estraperlo", con precios por muy encima de lo establecido por la Comisaría de Abastecimientos. Las personas que se salían de la normativa legal tenían altos riegos de ser condenados con penas de cárcel.
«Las cartillas eran de 1ª, 2ª o 3ª categoría» en función del nivel social, el estado de salud y el tipo de trabajo del cabeza de familia. Los productos que se entregaban eran básicamente: garbanzos, boniatos, bacalao, aceite, azúcar y tocino; de cuando en cuando se encontraban maravillas como café, chocolate, membrillo o jabón. Rara vez se repartía carne, leche o huevos, que sólo se encontraban en el mercado negro.
Se presenta una tabla para hacer idea de los alimentos que se suministraba a cada persona por semana, que podía cambiar según las necesidades, cantidad y alimentos circulantes en cada momento según criterio de Comisaría de Abastecimientos.
-Un cuarto de litro de aceite.
-Cien gramos de azúcar terciada.
-Cien gramos garbanzos.
-Doscientos gramos de jabón.
-Un kilo de patatas.
-Un bollito diario de pan
La leche era uno de los bienes más preciados en un país que libraba una batalla contra el hambre que dejaron las balas. El pan, que era negro, porque el blanco era un artículo de lujo, quedó reducido a 150 ó 200 gramos por cartilla. Muchas veces en las casas se hacía el pan por la noche para evitar a los agentes de la Fiscalía, pero al día siguiente lo encontraban por el olor y decomisaban el pan. A veces la gente desenterraba los animales muertos y se los comía. Se tenía que contar con el permiso de las autoridades para hacer la matanza. Lógicamente la cantidad de comida era insuficiente y la gente tenía que buscarse la vida. Los gatos se degustaban por liebres (”dar gato por liebre”), patatas a lo pobre, patatas al Avión (patatas hervidas con laurel y un toque de colorante marca “el Avión”), leche aguada, guisos de castañas y bellotas, achicoria por café… Pero el más curioso de todos: “tortilla de patatas sin patatas ni huevos”.
“La parte blanca de las naranjas situada entre la cáscara y los gajos se apartaba y se ponía en remojo a modo de patatas cortadas. Los huevos eran sustituidos por una mezcla formada por cuatro cucharadas de harina, diez de agua, una de bicarbonato, pimienta molida, aceite, sal y colorante para darle el tono de la yema.”
No sé cuál sería el resultado final de esta peculiar tortilla pero no me diréis que no era ingenioso.
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Marco Tulio Cicerón.
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Una de curiosidades médicas
Curiosidades médicas en la Historia
Un ciudadano canadiense conocido solo como George fue, probablemente, la primera persona en practicarse a sí mismo una lobotomía, operación que consiste en cortar ciertas fibras del lóbulo frontal de cerebro. Deprimido por padecer una manía obsesiva que le hacía comprobar continuamente si las cosas estaban en su sitio, las ventanas cerradas y su cartera en el bolsillo, decidió suicidarse disparándose un tiro en la boca. La bala no le mató, pero penetró en el lóbulo frontal izquierdo de su cerebro. Cuando se recuperó de la herida, estaba en posesión de todas sus facultades, y curado de su obsesión.
Antes del descubrimiento de la anestesia en 1842, los médicos intentaban narcotizar por diversos medios a los pacientes que debían operar. Semiafixiarlos, emborracharlos, congelar la parte del cuerpo que debían intervenir, o hacerles inhalar los humos de plantas narcóticas quemadas eran los procedimientos más comunes.
Claro que, en esos mismos tiempos anteriores a la anestesia, la reputación de los cirujanos venia dada por la rapidez y destreza con que manejaban el escalpelo. En el siglo XVIII, el actor William Cheselden, del Hospital Santo Tomás de Londres, tardaba menos de un minuto en cortar, meter el dedo y extraer una piedra de la vejiga de un paciente. Más tarde, en el siglo XIX, el doctor, Robert Liston, del University College, se hizo famoso por el tiempo que tardaba en amputar una pierna: menos de 30 segundos.
En la antigua Babilonia, si un medico mataba accidentalmente a su paciente, se le condenaba a la amputación de ambas manos. Cuando el paciente era un esclavo, al galeno no le pasaba nada… pero estaba obligado a compensar al amo con un esclavo nuevo.
Además de cómo explosivo, la nitroglicerina también se utilizaba ya en el siglo XIX como un vasodilatador para curar la angina de pecho.
El cáncer también era frecuente en la prehistoria, según una investigación de los antropólogos alemanes Michael Schultz, de Gotingan, y Alfred Czarnetzki, de Tubingen. De los 80 esqueletos estudiados del cementerio prehistórico de Viesenhauser, próximo a Stuttgart, uno de cada cinco difuntos presentaban huellas de tumores malignos.
John Hunter, cirujano del rey Jorge III y uno de los mas destacados médicos de su tiempo, fue pionero en la cirugía de los trasplantes, al implantar el diente de una persona en la cresta de un gallo. Hunter murió a causa de los experimentos realizados consigo mismo.
A principios del siglo XIX, Francia importaba anualmente entre 30 y 40 millones de sanguijuelas. Estas eran utilizadas por los médicos para eliminar la sangre de las mordeduras de serpientes, y también como anticoagulante e cirugía plástica y de reimplantacion de extremidades semiamputadas. A causa de la demanda, estos chupadores de sangre llegaron a estar en verdadero peligro de extinción.
Hasta finales del siglo XIX, para saber si una persona era diabética, los médicos probaban la orina o la vertían en las proximidades de un hormiguero, con objeto de ver si el dulce atraía a los golosos insectos.
Antiguamente, para librarse de las pesadillas, se recomendaba meter tres mañanas seguidas las manos en el retrete; previamente se rociaba con aceite el sanitario.
Para curar la locura, los médicos babilonios recetaban al enfermo la hoguera o el entierro vivo, sistema que naturalmente acababa con la enfermedad de raíz.
La primera cesárea de la historia fue practicada a Elizabeth Alespachin en el año 1500 por su marido Nufer, un castrador de cerdos del poblado suizo de Turgovia.
A Virginia Argue, una californiana de 80 años, al ser operada de un supuesto tumor en el ovario derecho, se le encontró un diamante, incluso tallado. El medico supuso que pudo caer en el cuerpo de la mujer 52 años antes, cuando se le practicó una cesárea. Probablemente, se desprendió del anillo de una de las enfermeras presentes en la operación.
Durante años, la India ha sido el primer país exportador de esqueletos humanos, destinados a las aulas de medicina de diversos países europeos. El gobierno prohibió este comercio en 1987, ante los rumores de que la exportación propiciaba los asesinatos de niños, para luego vender sus cráneos. Ante la repentina escasez, el precio de los esqueletos se multiplicó en todo el mundo.
El vampirismo no es un fenómeno sobrenatural, sino una enfermedad. Así lo han diagnosticado psiquiatras sudafricanos, tras tratar diversos pacientes que tenían una necesidad imperiosa de beber sangre humana. Si no podían obtenerla, se cortaban las venas y bebían la suya propia.
En la Inglaterra del siglo XIX, las escuelas de medicina requerían tantos cadáveres para las practicas de sus estudiantes, que se organizó un verdadero mercado negro. Los avispados John Wiliam Burke y William Hare, al no poder encontrar cuerpos, los “fabricaban". Cuando fueron detenidos en 1930, se les atribuyeron entre 15 y 30 asesinatos. Fueron ahorcados junto con el doctor Knox, profesor de anatomía de la Universidad de Edimburgo, su principal cliente.
Saludos
Un ciudadano canadiense conocido solo como George fue, probablemente, la primera persona en practicarse a sí mismo una lobotomía, operación que consiste en cortar ciertas fibras del lóbulo frontal de cerebro. Deprimido por padecer una manía obsesiva que le hacía comprobar continuamente si las cosas estaban en su sitio, las ventanas cerradas y su cartera en el bolsillo, decidió suicidarse disparándose un tiro en la boca. La bala no le mató, pero penetró en el lóbulo frontal izquierdo de su cerebro. Cuando se recuperó de la herida, estaba en posesión de todas sus facultades, y curado de su obsesión.
Antes del descubrimiento de la anestesia en 1842, los médicos intentaban narcotizar por diversos medios a los pacientes que debían operar. Semiafixiarlos, emborracharlos, congelar la parte del cuerpo que debían intervenir, o hacerles inhalar los humos de plantas narcóticas quemadas eran los procedimientos más comunes.
Claro que, en esos mismos tiempos anteriores a la anestesia, la reputación de los cirujanos venia dada por la rapidez y destreza con que manejaban el escalpelo. En el siglo XVIII, el actor William Cheselden, del Hospital Santo Tomás de Londres, tardaba menos de un minuto en cortar, meter el dedo y extraer una piedra de la vejiga de un paciente. Más tarde, en el siglo XIX, el doctor, Robert Liston, del University College, se hizo famoso por el tiempo que tardaba en amputar una pierna: menos de 30 segundos.
En la antigua Babilonia, si un medico mataba accidentalmente a su paciente, se le condenaba a la amputación de ambas manos. Cuando el paciente era un esclavo, al galeno no le pasaba nada… pero estaba obligado a compensar al amo con un esclavo nuevo.
Además de cómo explosivo, la nitroglicerina también se utilizaba ya en el siglo XIX como un vasodilatador para curar la angina de pecho.
El cáncer también era frecuente en la prehistoria, según una investigación de los antropólogos alemanes Michael Schultz, de Gotingan, y Alfred Czarnetzki, de Tubingen. De los 80 esqueletos estudiados del cementerio prehistórico de Viesenhauser, próximo a Stuttgart, uno de cada cinco difuntos presentaban huellas de tumores malignos.
John Hunter, cirujano del rey Jorge III y uno de los mas destacados médicos de su tiempo, fue pionero en la cirugía de los trasplantes, al implantar el diente de una persona en la cresta de un gallo. Hunter murió a causa de los experimentos realizados consigo mismo.
A principios del siglo XIX, Francia importaba anualmente entre 30 y 40 millones de sanguijuelas. Estas eran utilizadas por los médicos para eliminar la sangre de las mordeduras de serpientes, y también como anticoagulante e cirugía plástica y de reimplantacion de extremidades semiamputadas. A causa de la demanda, estos chupadores de sangre llegaron a estar en verdadero peligro de extinción.
Hasta finales del siglo XIX, para saber si una persona era diabética, los médicos probaban la orina o la vertían en las proximidades de un hormiguero, con objeto de ver si el dulce atraía a los golosos insectos.
Antiguamente, para librarse de las pesadillas, se recomendaba meter tres mañanas seguidas las manos en el retrete; previamente se rociaba con aceite el sanitario.
Para curar la locura, los médicos babilonios recetaban al enfermo la hoguera o el entierro vivo, sistema que naturalmente acababa con la enfermedad de raíz.
La primera cesárea de la historia fue practicada a Elizabeth Alespachin en el año 1500 por su marido Nufer, un castrador de cerdos del poblado suizo de Turgovia.
A Virginia Argue, una californiana de 80 años, al ser operada de un supuesto tumor en el ovario derecho, se le encontró un diamante, incluso tallado. El medico supuso que pudo caer en el cuerpo de la mujer 52 años antes, cuando se le practicó una cesárea. Probablemente, se desprendió del anillo de una de las enfermeras presentes en la operación.
Durante años, la India ha sido el primer país exportador de esqueletos humanos, destinados a las aulas de medicina de diversos países europeos. El gobierno prohibió este comercio en 1987, ante los rumores de que la exportación propiciaba los asesinatos de niños, para luego vender sus cráneos. Ante la repentina escasez, el precio de los esqueletos se multiplicó en todo el mundo.
El vampirismo no es un fenómeno sobrenatural, sino una enfermedad. Así lo han diagnosticado psiquiatras sudafricanos, tras tratar diversos pacientes que tenían una necesidad imperiosa de beber sangre humana. Si no podían obtenerla, se cortaban las venas y bebían la suya propia.
En la Inglaterra del siglo XIX, las escuelas de medicina requerían tantos cadáveres para las practicas de sus estudiantes, que se organizó un verdadero mercado negro. Los avispados John Wiliam Burke y William Hare, al no poder encontrar cuerpos, los “fabricaban". Cuando fueron detenidos en 1930, se les atribuyeron entre 15 y 30 asesinatos. Fueron ahorcados junto con el doctor Knox, profesor de anatomía de la Universidad de Edimburgo, su principal cliente.
Saludos

Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.
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La Leyenda del Holandes Errante
Leyenda del Holandés Errante
La leyenda del Holandés Errante es la más famosa leyenda sobre un barco fantasma que nunca llegó a puerto y fue condenado a vagar para siempre por los océanos del mundo. El velero es siempre visto en la distancia, a veces resplandeciendo con una luz fantasmal. Si otro barco lo saluda, su tripulación tratará de hacer llegar sus mensajes a tierra, a personas muertas siglos atrás. Pues esta es su historia:
Una bruñida calina se cernía sobre las azules aguas de False Bay, campo de juego situado junto al mar, en la punta más meridional de África del Sur. Era un día ardientemente caluroso de marzo de 1939, y sobre las blancas arenas de la playa de Glencairn unas 60 personas descansaban junto a las cálidas aguas del océano Índico.
De repente, de la bruma surgió un magnifico buque totalmente aparejado, de los que comerciaban con las Indias Occidentales siglos atrás. Quienes lo vieron llamaron a los demás, y pronto la playa era un hervidero humano que comentaba la aparición.
Desapareció sin dejar rastro
Según la noticia aparecida al día siguiente en un periódico, el barco, con todas sus velas henchidas, pese a que no soplaba la menor brisa, parecía mantener el rumbo hacia Muizenberg.
El British Sount Africa Annual de 1939 informaba: "Como guiado por un misterioso empeño, el barco navegaba en línea recta mientras que los visitantes de la playa de Glencairn, sacudidos de su letargo, discutían vivamente los motivos y razones del barco, que parecía dirigirse hacia su propia destrucción en las arenas de Strandfontein. Pero, precisamente cuando la excitación alcanzaba su punto álgido, el misterioso barco se desvaneció en el aire, tan extrañamente como había aparecido".
En los días que siguieron a la aparición del barco fantasma se expusieron diversas teorías. Una de ellas afirmaba que los espectadores de Glencairn habían visto un espejismo, y que el barco misterioso era, por algún fenómeno de refracción de la luz, la imagen de algún barco que navegaba a varios cientos de millas de distancia. Como señalaban quienes lo vieron, el casco ancho y achatado, y la alta popa, e incluso el aparejo, eran muy distintos de cualquier buque moderno. Era inconfundiblemente un buque mercante del siglo XVII.
La señora Helene Tydell se hallaba aquel día en la playa, entre la multitud de testigos que presenciaron el hecho. "Digan lo que digan los escépticos, aquel barco no era otro que el Holandés errante", declaró.
Un hábil marino
Incluso antes de que inspirase a Wagner su ópera "Der Fliegende Hollander", la leyenda del Holandés Errante era conocida por innumerables generaciones de marinos de todo el mundo. Lejanos antecedentes demuestran que en 1680 un barco holandés que hacia la travesía a las Indias Orientales, mandado por el capitán Hendrik van der Decken, navegaba desde Amsterdam a la colonia de Batavia, en las Indias Orientales holandesas. Van der Decken, de disposición aventurera e intrépida, gozaba al parecer de pocos escrúpulos y de mala reputación. Pero era un hábil marino, y los propietarios del barco no tuvieron inconveniente en confiarle el mando del buque, pese a sus fanfarronadas en las tabernas del muelle, en las que afirmaba que volvería con una fortuna.
Todo pareció ir bien para Von der Decken y su tripulación mientras navegaron hacia el sur por los soleados mares tropicales, pero cerca del Cabo de Buena Esperanza un repentino temporal hizo jirones las velas y destrozó el timón. Conforme pasaron los días y las semanas, el barco era zarandeado a la altura del cabo, incapaz de avanzar frente al viento que soplaba en dirección sudeste. Según la leyenda, Van der Decken se enfureció cada vez mas al ver que ninguna de sus habilidades y conocimientos de navegación le servían para bordear el cabo. No hacía otra cosa que proferir juramentos.
Maldijo al todopoderoso
Aprovechando el desesperado animo de Van der Decken, el diablo le sugirió en sueños que desafiara el intento del todopoderoso de impedirle bordear el cabo. Ciego de rabia, el capitán holandés profirió el reto:
Frenético lanzó el espantoso juramento, gritando potentemente sobre el estruendo de la tempestad:
"Desafío al poder de Dios a detener el curso de mi destino y mi resuelta carrera.
Ni el mismo diablo despertará mi temor aunque tenga que surcar los mares hasta el día del juicio".
No se sabe quien citó por primera vez las palabras del capitán, pero el castigo llegó rápidamente cuando el Ángel del Señor ordenó que Van der Decken errase para siempre por los mares "hasta que las trompetas del Señor rasgasen los cielos".
El barco acabaría hundiéndose y la tripulación moriría, pero Van der Decken ha de proseguir su vigilia hasta el día del juicio final.
Van der Decken y su barco no llegaron nunca a Batavia. Desde 1680 son innumerables las gentes que han visto su barco.
Se dice que cualquier buque que aviste al barco fantasma tendrá mala suerte.
Así aconteció cuando el difunto Jorge V, guardiamarina en el buque de guerra británico Bacchante, vio el barco fantasma y a una figura en la popa vestida con un antiguo uniforme, mientras el Bacchante navegaba a 50 millas del cabo. Al día siguiente un miembro de la tripulación se cayó del aparejo del barco y se mató, sin que nadie pudiera evitarlo.
La última vez que se le vio en el cabo fue en septiembre de 1942, cuando cuatro personas sentadas en la terraza de Mouille Point, en la ciudad de El Cabo, divisaron al fantasmal navío dirigiéndose hacia la bahía de Table, para desaparecer tras la isla de Robben.
Opinión de los científicos
Los científicos siguen insistiendo en que lo que Jorge V y los bañistas de la playa vieron fueron espejismos, y que otros barcos se han visto del mismo modo. En cierta ocasión se divisó en Aden un barco correo que navegaba rumbo a la India. Su cuaderno de bitácora demostró más tarde que se hallaba a unas 200 millas de distancia.
Pero la ciencia no ha podido explicar aún los múltiples detalles análogos descritos por quienes han visto el barco, ni que el hecho de que los barcos de este tipo hubieran navegado por última vez hace ya más de 200 años.
La leyenda del Holandés Errante ha sido inmortalizada en todos los campos de la representación: novela, teatro, ópera y cine. Así la obra de teatro The Flying Dutchman (1826), del dramaturgo inglés Edward Fitzball, la novela The Phantom Ship ("El buque fantasma", 1837) de Frederick Marryat, la Ópera El Holandés Errante (1843.), de Richard Wagner y la película De Vliegende Hollander (“El Holandés Errante”)( 1995), dirigida por Jos Stelling, son buenos ejemplos de ello
Saludos
La leyenda del Holandés Errante es la más famosa leyenda sobre un barco fantasma que nunca llegó a puerto y fue condenado a vagar para siempre por los océanos del mundo. El velero es siempre visto en la distancia, a veces resplandeciendo con una luz fantasmal. Si otro barco lo saluda, su tripulación tratará de hacer llegar sus mensajes a tierra, a personas muertas siglos atrás. Pues esta es su historia:
Una bruñida calina se cernía sobre las azules aguas de False Bay, campo de juego situado junto al mar, en la punta más meridional de África del Sur. Era un día ardientemente caluroso de marzo de 1939, y sobre las blancas arenas de la playa de Glencairn unas 60 personas descansaban junto a las cálidas aguas del océano Índico.
De repente, de la bruma surgió un magnifico buque totalmente aparejado, de los que comerciaban con las Indias Occidentales siglos atrás. Quienes lo vieron llamaron a los demás, y pronto la playa era un hervidero humano que comentaba la aparición.
Desapareció sin dejar rastro
Según la noticia aparecida al día siguiente en un periódico, el barco, con todas sus velas henchidas, pese a que no soplaba la menor brisa, parecía mantener el rumbo hacia Muizenberg.
El British Sount Africa Annual de 1939 informaba: "Como guiado por un misterioso empeño, el barco navegaba en línea recta mientras que los visitantes de la playa de Glencairn, sacudidos de su letargo, discutían vivamente los motivos y razones del barco, que parecía dirigirse hacia su propia destrucción en las arenas de Strandfontein. Pero, precisamente cuando la excitación alcanzaba su punto álgido, el misterioso barco se desvaneció en el aire, tan extrañamente como había aparecido".
En los días que siguieron a la aparición del barco fantasma se expusieron diversas teorías. Una de ellas afirmaba que los espectadores de Glencairn habían visto un espejismo, y que el barco misterioso era, por algún fenómeno de refracción de la luz, la imagen de algún barco que navegaba a varios cientos de millas de distancia. Como señalaban quienes lo vieron, el casco ancho y achatado, y la alta popa, e incluso el aparejo, eran muy distintos de cualquier buque moderno. Era inconfundiblemente un buque mercante del siglo XVII.
La señora Helene Tydell se hallaba aquel día en la playa, entre la multitud de testigos que presenciaron el hecho. "Digan lo que digan los escépticos, aquel barco no era otro que el Holandés errante", declaró.
Un hábil marino
Incluso antes de que inspirase a Wagner su ópera "Der Fliegende Hollander", la leyenda del Holandés Errante era conocida por innumerables generaciones de marinos de todo el mundo. Lejanos antecedentes demuestran que en 1680 un barco holandés que hacia la travesía a las Indias Orientales, mandado por el capitán Hendrik van der Decken, navegaba desde Amsterdam a la colonia de Batavia, en las Indias Orientales holandesas. Van der Decken, de disposición aventurera e intrépida, gozaba al parecer de pocos escrúpulos y de mala reputación. Pero era un hábil marino, y los propietarios del barco no tuvieron inconveniente en confiarle el mando del buque, pese a sus fanfarronadas en las tabernas del muelle, en las que afirmaba que volvería con una fortuna.
Todo pareció ir bien para Von der Decken y su tripulación mientras navegaron hacia el sur por los soleados mares tropicales, pero cerca del Cabo de Buena Esperanza un repentino temporal hizo jirones las velas y destrozó el timón. Conforme pasaron los días y las semanas, el barco era zarandeado a la altura del cabo, incapaz de avanzar frente al viento que soplaba en dirección sudeste. Según la leyenda, Van der Decken se enfureció cada vez mas al ver que ninguna de sus habilidades y conocimientos de navegación le servían para bordear el cabo. No hacía otra cosa que proferir juramentos.
Maldijo al todopoderoso
Aprovechando el desesperado animo de Van der Decken, el diablo le sugirió en sueños que desafiara el intento del todopoderoso de impedirle bordear el cabo. Ciego de rabia, el capitán holandés profirió el reto:
Frenético lanzó el espantoso juramento, gritando potentemente sobre el estruendo de la tempestad:
"Desafío al poder de Dios a detener el curso de mi destino y mi resuelta carrera.
Ni el mismo diablo despertará mi temor aunque tenga que surcar los mares hasta el día del juicio".
No se sabe quien citó por primera vez las palabras del capitán, pero el castigo llegó rápidamente cuando el Ángel del Señor ordenó que Van der Decken errase para siempre por los mares "hasta que las trompetas del Señor rasgasen los cielos".
El barco acabaría hundiéndose y la tripulación moriría, pero Van der Decken ha de proseguir su vigilia hasta el día del juicio final.
Van der Decken y su barco no llegaron nunca a Batavia. Desde 1680 son innumerables las gentes que han visto su barco.
Se dice que cualquier buque que aviste al barco fantasma tendrá mala suerte.
Así aconteció cuando el difunto Jorge V, guardiamarina en el buque de guerra británico Bacchante, vio el barco fantasma y a una figura en la popa vestida con un antiguo uniforme, mientras el Bacchante navegaba a 50 millas del cabo. Al día siguiente un miembro de la tripulación se cayó del aparejo del barco y se mató, sin que nadie pudiera evitarlo.
La última vez que se le vio en el cabo fue en septiembre de 1942, cuando cuatro personas sentadas en la terraza de Mouille Point, en la ciudad de El Cabo, divisaron al fantasmal navío dirigiéndose hacia la bahía de Table, para desaparecer tras la isla de Robben.
Opinión de los científicos
Los científicos siguen insistiendo en que lo que Jorge V y los bañistas de la playa vieron fueron espejismos, y que otros barcos se han visto del mismo modo. En cierta ocasión se divisó en Aden un barco correo que navegaba rumbo a la India. Su cuaderno de bitácora demostró más tarde que se hallaba a unas 200 millas de distancia.
Pero la ciencia no ha podido explicar aún los múltiples detalles análogos descritos por quienes han visto el barco, ni que el hecho de que los barcos de este tipo hubieran navegado por última vez hace ya más de 200 años.
La leyenda del Holandés Errante ha sido inmortalizada en todos los campos de la representación: novela, teatro, ópera y cine. Así la obra de teatro The Flying Dutchman (1826), del dramaturgo inglés Edward Fitzball, la novela The Phantom Ship ("El buque fantasma", 1837) de Frederick Marryat, la Ópera El Holandés Errante (1843.), de Richard Wagner y la película De Vliegende Hollander (“El Holandés Errante”)( 1995), dirigida por Jos Stelling, son buenos ejemplos de ello
Saludos

Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.
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La Leyenda de San Jorge
La leyenda de San Jorge
Hoy día en que se celebra la festividad de San Jorge patrón de Aragón, os voy a contar su historia y su leyenda. Primero decir que existen muchas leyendas sobre San Jorge y que es un santo muy venerado en Europa desde la Edad Media como abanderado de la lucha de la cristiandad contra los infieles.
San Jorge nació hacia el año 275 o 280 en Capadocia en tiempos del Imperio Romano. Era hijo de una familia noble romana de religión cristiana. Siendo niño perderá a su padre, Geroncio y viajará con su madre Policromía a Palestina, al pueblo de Lydda, de donde era su madre, y donde se criaría. En Palestina recibirá el tratamiento de caballero, llegando a ser tribuno y comes si haber alcanzado los 30 años, un hecho difícilmente alcanzable por aquel entonces. Pronto pasó a formar parte de la guardia personal del emperador Diocleciano. Éste emperador emitió un decreto autorizando la persecución de los cristianos por todo el imperio.
Jorge recibió órdenes de participar en la persecución y prefirió dar a conocer su condición de cristiano y criticar la decisión del emperador. Diocleciano enojado lo mandó torturar y posteriormente lo ejecutó. Tras diversas torturas fue decapitado frente a las murallas de Nicomedia el 23 de abril del 303. Su cuerpo fue enterrado en Lydda.
En el 494 Jorge de Capadocia fue canonizado por el papa Gelasio II. A partir de entonces se cuentan numerosas leyendas, hazañas y milagros sobre su figura. Su tumba todavía es venerada por los cristianos, principalmente por los ortodoxos griegos. En la inscripción de su tumba se lee: “San Jorge, portador del estandarte” en griego.
La leyenda del dragón
Una de las más famosas leyendas de San Jorge es la del dragón. Dicha leyenda dice así:
Siendo un joven oficial en tierras de Libia, estuvo en la ciudad de Silene, donde acudían dragones. Cuenta la leyenda que un dragón, estuvo atacando la ciudad durante un largo periodo de tiempo. El dragón era muy feroz y se llevaba niños, jóvenes y mujeres. Un buen día, el dragón exigió que le entregarán a la bella hija del Rey de Silene. El monarca horrorizado ofreció al dragón todas las pertenencias que tenía a cambio de la vida de su hija. El pueblo se indignó de aquellas palabras y exigió al rey que entregara a su hija ya que ellos habían perdido a sus hijos y seres queridos durante los ataques del dragón. Pero el rey no quería aquella muerte para su hija y para apaciguar los deseos del pueblo, aceptó entregarle a la princesa. La bendijo y la dejó a fuera de las murallas de su ciudad para que el dragón la recogiera.
San Jorge que en ese momento llegó a la ciudad se encontró con la bella joven a la que le preguntó que ocurría puesto que lloraba desconsolada. La doncella le respondió a sus preguntas como pudo y San Jorge le ofreció su ayuda y su protección. En ese momento, llegó el dragón enfurecido y San Jorge montó sobre su caballo, sacó su espada y se le enfrentó. Mientras luchaba se encomendó a Dios ofreciéndole aquella bestia del mal a cambio de la victoria. En su armadura el símbolo de la cruz en blanco lucía sobre su pecho y mientras luchaba seguía encomendándose al todopoderoso.
Una vez que venció al animal, pidió a la princesa que atara al cuello del dragón su cinturón. Las gentes del pueblo que siguieron el combate desde las murallas salieron a ver muerto al dragón, cargaron en carro a la bestia todavía viva y adormecida, a causa del impacto del caballero cristiano con su espada. Una vez en la ciudad, ante toda la población y del rey, San Jorge les dijo:
“El monstruo está dormido, no despertará, pero Dios quiere que le honréis recibiendo el sacramento del bautismo. Dejad vuestras creencias y entregaros al dios de los cristianos y a cambio yo mataré al dragón con mi espada”.
Enseguida que el dragón parecía que iba despertando la gente se horrorizó y se dejaron bautizar por el santo. En cuando el dragón despertó, San Jorge montó en su caballo y con un su espada atravesó al dragón, cayendo desplomado al suelo y entregando a Dios su victoria.
Su leyenda la trajeron los marineros y cruzados venidos de Siria en el siglo xi. Fue Grecia el primer país que introduce en su liturgia la vida de este santo. El emperador Constantino I construyó una iglesia en su honor convirtiéndolo en un beato para la iglesia ortodoxa griega. Los cruzados de la Tercera Cruzada (1189-1192) intentaron recuperar la iglesia destruida años atrás en el 1010 y posteriormente volvió a ser destruida por Saladino en el año 1191. No se pudo construir ninguna iglesia en aquel emplazamiento hasta el siglo XIX, en el año 1872.
La leyenda en Aragón
En Aragón la devoción a San Jorge, presentado como ideal del caballero cristiano, adquirió especial relevancia a partir del siglo xii, gracias a las órdenes militares, a los relatos de los cruzados y sobre todo, a la casa real aragonesa. Parece ser que San Jorge vino a Aragón de la mano del rey Pedro I, que parece ser, se le apareció durante la batalla de Alcóraz (Huesca) en el año 1096. Batalla rodeada de leyenda que relata cómo las tropas moras, situadas en Huesca buscaron el socorro del rey de Zaragoza Almozaben, que acudió al sitio con innumerables tropas. Al campamento cristiano acudió toda la nobleza montañesa con sus huestes, pero era inmensamente mayor el ejército musulmán.
Apareció entonces San Jorge luciendo cruz roja en pecho y escudo, y trayendo un caballo con él con las mismas cruces. Comenzada la batalla, todos quedaron admirados por su valor, siendo la victoria para los cristianos. En vano buscaron al caballero anónimo, San Jorge, para darle las gracias, pues había desaparecido como había llegado. Encontraron a su acompañante que contó que estando en Antioquía en la guerra de las cruzadas de Oriente, mataron a su caballo y al encontrarse en el suelo, lanzó el grito de guerra "¡San Jorge, a ellos!. Y cuenta la leyenda que inmediatamente vio a su lado a un joven caballero, que lo montó a la grupa de su caballo y volando por los aires lo transportó desde Tierra Santa a Aragón, a los llanos de Alcoraz en auxilio de los cristianos de Huesca, contribuyendo a su victoria sobre los moros.
Pedro II fue fundó en el año 1202 la orden militar de San Jorge en un castillo de Tarragona. Su hijo, Jaime I “El Conquistador” también habla de San Jorge en su libro de hechos, en la que relata que se le apareció el santo cuando estaba conquistando Mallorca y Valencia. Desde entonces, su leyenda está muy vinculada a la corona de Aragón.
San Jorge fue siempre el segundo patrón de Cataluña, después de Sant Jaume y el primero de Aragón, y adoptado como uno de los santos más venerados de la costa levantina española.
Saludos
Hoy día en que se celebra la festividad de San Jorge patrón de Aragón, os voy a contar su historia y su leyenda. Primero decir que existen muchas leyendas sobre San Jorge y que es un santo muy venerado en Europa desde la Edad Media como abanderado de la lucha de la cristiandad contra los infieles.
San Jorge nació hacia el año 275 o 280 en Capadocia en tiempos del Imperio Romano. Era hijo de una familia noble romana de religión cristiana. Siendo niño perderá a su padre, Geroncio y viajará con su madre Policromía a Palestina, al pueblo de Lydda, de donde era su madre, y donde se criaría. En Palestina recibirá el tratamiento de caballero, llegando a ser tribuno y comes si haber alcanzado los 30 años, un hecho difícilmente alcanzable por aquel entonces. Pronto pasó a formar parte de la guardia personal del emperador Diocleciano. Éste emperador emitió un decreto autorizando la persecución de los cristianos por todo el imperio.
Jorge recibió órdenes de participar en la persecución y prefirió dar a conocer su condición de cristiano y criticar la decisión del emperador. Diocleciano enojado lo mandó torturar y posteriormente lo ejecutó. Tras diversas torturas fue decapitado frente a las murallas de Nicomedia el 23 de abril del 303. Su cuerpo fue enterrado en Lydda.
En el 494 Jorge de Capadocia fue canonizado por el papa Gelasio II. A partir de entonces se cuentan numerosas leyendas, hazañas y milagros sobre su figura. Su tumba todavía es venerada por los cristianos, principalmente por los ortodoxos griegos. En la inscripción de su tumba se lee: “San Jorge, portador del estandarte” en griego.
La leyenda del dragón
Una de las más famosas leyendas de San Jorge es la del dragón. Dicha leyenda dice así:
Siendo un joven oficial en tierras de Libia, estuvo en la ciudad de Silene, donde acudían dragones. Cuenta la leyenda que un dragón, estuvo atacando la ciudad durante un largo periodo de tiempo. El dragón era muy feroz y se llevaba niños, jóvenes y mujeres. Un buen día, el dragón exigió que le entregarán a la bella hija del Rey de Silene. El monarca horrorizado ofreció al dragón todas las pertenencias que tenía a cambio de la vida de su hija. El pueblo se indignó de aquellas palabras y exigió al rey que entregara a su hija ya que ellos habían perdido a sus hijos y seres queridos durante los ataques del dragón. Pero el rey no quería aquella muerte para su hija y para apaciguar los deseos del pueblo, aceptó entregarle a la princesa. La bendijo y la dejó a fuera de las murallas de su ciudad para que el dragón la recogiera.
San Jorge que en ese momento llegó a la ciudad se encontró con la bella joven a la que le preguntó que ocurría puesto que lloraba desconsolada. La doncella le respondió a sus preguntas como pudo y San Jorge le ofreció su ayuda y su protección. En ese momento, llegó el dragón enfurecido y San Jorge montó sobre su caballo, sacó su espada y se le enfrentó. Mientras luchaba se encomendó a Dios ofreciéndole aquella bestia del mal a cambio de la victoria. En su armadura el símbolo de la cruz en blanco lucía sobre su pecho y mientras luchaba seguía encomendándose al todopoderoso.
Una vez que venció al animal, pidió a la princesa que atara al cuello del dragón su cinturón. Las gentes del pueblo que siguieron el combate desde las murallas salieron a ver muerto al dragón, cargaron en carro a la bestia todavía viva y adormecida, a causa del impacto del caballero cristiano con su espada. Una vez en la ciudad, ante toda la población y del rey, San Jorge les dijo:
“El monstruo está dormido, no despertará, pero Dios quiere que le honréis recibiendo el sacramento del bautismo. Dejad vuestras creencias y entregaros al dios de los cristianos y a cambio yo mataré al dragón con mi espada”.
Enseguida que el dragón parecía que iba despertando la gente se horrorizó y se dejaron bautizar por el santo. En cuando el dragón despertó, San Jorge montó en su caballo y con un su espada atravesó al dragón, cayendo desplomado al suelo y entregando a Dios su victoria.
Su leyenda la trajeron los marineros y cruzados venidos de Siria en el siglo xi. Fue Grecia el primer país que introduce en su liturgia la vida de este santo. El emperador Constantino I construyó una iglesia en su honor convirtiéndolo en un beato para la iglesia ortodoxa griega. Los cruzados de la Tercera Cruzada (1189-1192) intentaron recuperar la iglesia destruida años atrás en el 1010 y posteriormente volvió a ser destruida por Saladino en el año 1191. No se pudo construir ninguna iglesia en aquel emplazamiento hasta el siglo XIX, en el año 1872.
La leyenda en Aragón
En Aragón la devoción a San Jorge, presentado como ideal del caballero cristiano, adquirió especial relevancia a partir del siglo xii, gracias a las órdenes militares, a los relatos de los cruzados y sobre todo, a la casa real aragonesa. Parece ser que San Jorge vino a Aragón de la mano del rey Pedro I, que parece ser, se le apareció durante la batalla de Alcóraz (Huesca) en el año 1096. Batalla rodeada de leyenda que relata cómo las tropas moras, situadas en Huesca buscaron el socorro del rey de Zaragoza Almozaben, que acudió al sitio con innumerables tropas. Al campamento cristiano acudió toda la nobleza montañesa con sus huestes, pero era inmensamente mayor el ejército musulmán.
Apareció entonces San Jorge luciendo cruz roja en pecho y escudo, y trayendo un caballo con él con las mismas cruces. Comenzada la batalla, todos quedaron admirados por su valor, siendo la victoria para los cristianos. En vano buscaron al caballero anónimo, San Jorge, para darle las gracias, pues había desaparecido como había llegado. Encontraron a su acompañante que contó que estando en Antioquía en la guerra de las cruzadas de Oriente, mataron a su caballo y al encontrarse en el suelo, lanzó el grito de guerra "¡San Jorge, a ellos!. Y cuenta la leyenda que inmediatamente vio a su lado a un joven caballero, que lo montó a la grupa de su caballo y volando por los aires lo transportó desde Tierra Santa a Aragón, a los llanos de Alcoraz en auxilio de los cristianos de Huesca, contribuyendo a su victoria sobre los moros.
Pedro II fue fundó en el año 1202 la orden militar de San Jorge en un castillo de Tarragona. Su hijo, Jaime I “El Conquistador” también habla de San Jorge en su libro de hechos, en la que relata que se le apareció el santo cuando estaba conquistando Mallorca y Valencia. Desde entonces, su leyenda está muy vinculada a la corona de Aragón.
San Jorge fue siempre el segundo patrón de Cataluña, después de Sant Jaume y el primero de Aragón, y adoptado como uno de los santos más venerados de la costa levantina española.
Saludos

Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.
Marco Tulio Cicerón.
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