Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Hoplon » 28 Ene 2018 22:37

En la novela de Julio Verne "20.000 leguas de viaje submarino" el Capitán Nemo se surte de plata en los pecios de los galeones de Rande.

Brasilla
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 28 Ene 2018 22:41

Tienes toda la razón, de hecho en la edición que tengo yo de esa novela, hay unos grabados de buzos recogiendo la plata.
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 28 Ene 2018 22:50

Batalla de SANTA CRUZ DE TENERIFE 1.706


El ataque a Santa Cruz de Tenerife del 6 de noviembre de 1706​ fue un conflicto menor enmarcado en el contexto de la Guerra de Sucesión Española que siguió a la muerte sin descendencia de Carlos II.

Al mando de 13 navíos, el contraalmirante de la armada inglesa John Jennings, tras un primer intento de desembarco que fue rechazado por la artillería española, conminó a las autoridades de la isla a sumarse al bando austracista partidario del pretendiente Carlos VI bajo amenaza de tomar militarmente la ciudad. El corregidor José de Ayala y Rojas, encargado de la defensa española durante la ausencia del gobernador Agustín de Robles, se negó, confirmando la fidelidad de las islas al rey Felipe V, tras lo cual la flota inglesa se retiró de su posición frente al puerto al día siguiente.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 28 Ene 2018 22:58

Sitio de Barcelona de 1.706


El sitio de Barcelona de 1706 fue una de las batallas de la Guerra de Sucesión Española. El 9 de octubre de 1705 Barcelona se había rendido a las fuerzas de la Gran Alianza y allí Carlos III el Archiduque había instalado su corte, por lo que Felipe V intentó recuperar la capital del Condado de Cataluña. Un ejército borbónico integrado por 18.000 hombres a las órdenes del duque de Noailles y del mariscal Tessé inició el sitio de la ciudad el 3 de abril de 1706, mientras el propio Felipe V se instalaba en Sarriá. A finales de abril los borbónicos ya controlaban el castillo de Montjuic desde donde prepararon el asalto a la ciudad. Pero el 8 de mayo llegaba a Barcelona una flota angloholandesa compuesta por 56 barcos y con más de 10.000 hombres a bordo al mando del almirante John Leake, lo que obligó a retirarse a los borbónicos. Felipe V cruzó la frontera francesa volviendo a entrar de nuevo en España por Pamplona.

Carlos II nombró en su último testamento a Felipe de Anjou como su sucesor. Felipe entró en Barcelona el 2 de octubre y las Cortes catalanas finalmente se cerraron el 14 de enero de 1702 con el juramento de las constituciones catalanas por el rey. Por su lado, los aliados propusieron al archiduque Carlos, comenzando así las hostilidades.

Tomado Gibraltar, en agosto de 1705 el archiduque se embarcó en Lisboa en dirección al Mediterráneo. Se detuvo en Altea donde fue proclamado rey y se extendió la revuelta valenciana de los maulets liderada por Joan Baptista Basset. Barcelona rodeada por las tropas aliadas de Charles Mordaunt capituló el 9 de octubre de 1705, de manera que el 22 de octubre entró en Barcelona el archiduque Carlos, quien el 7 de noviembre de 1705 juró las instituciones catalanas, bajo el nombre de Carlos III. Lord Peterborough avanzó hacia Valencia y a finales del año, el archiduque ya controlaba la mayor parte de principado de Cataluña y el reino de Valencia. John Leake recibió el encargo de patrullar el Mediterráneo y se dirigió a Lisboa a reparar y reposar la flota.

Felipe de Anjou se negó a darse por vencido y consciente del peligro que suponía Barcelona en manos del enemigo decidió atacar y pidió a René de Froulay de Tessé que se dirigiera a toda velocidad a Barcelona avanzando desde Lérida y poder recibir nuevos refuerzos desde Francia, dirigidos por Luis Alejandro de Borbón, conde de Toulouse, con cañones y munición. Las tropas llegaron el 3 de abril de 1706 a la ciudad e iniciaron el asedio. Felipe llegó desde Madrid.

Los borbónicos, con la presencia del mismo Felipe de Anjou que se estableció en Sarriá, contaban con 18 000 hombres y el apoyo de Luis Alejandro de Borbón.

Para defender Barcelona el archiduque Carlos contaba con 8500 hombres: 4500 miembros de la Coronela, 2000 de infantería entre ingleses, alemanes y holandeses, unos 1000 catalanes regulares encuadrados en el Regimiento de Reales Guardias Catalanas y el regimiento de Barcelona y un millar más de voluntarios catalanes. Además unos 400 dragones, de los cuales 250 eran catalanes y el resto ingleses.

La flota aliada

El 3 de abril de 1706, los 21 barcos de línea de John Leake se reunieron en Gibraltar con los 6 de John Price,5​ y con los 7 barcos de línea y seis fragatas de Jacob van Wassenaer Obdam el Jove, flota en la que estaba embarcado James Stanhope. El día 5, Leake recibió una carta del archiduque Carlos informándole de que los borbónicos pretendían asediar Barcelona, y le pedía ayuda. Llegaron a Altea el 18 de abril, donde al día siguiente se unió Sir George Byng con catorce barcos de línea, y tres días después la flota de Hovenden Walker, con cinco más.

La flota aliada se dirigió a Mallorca y de allí a Tortosa, donde el 26 de abril embarcaron 2000 hombres de Lord Peterborough. Creyendo que las fuerzas de tierra de los franceses podrían realizar un asalto desesperado sobre la ciudad, Leake ordenó a Byng y a Wassenaar adelantarse.

El asedio

El 19 de abril el castillo de Montjuic, el cual René de Froulay de Tessé creía que era la llave para tomar la ciudad, fue atacado con la artillería y la mayor parte de la infantería, donde Arthur Chichester (Lord Donegal) resistió con setecientos casacas rojas.

El archiduque Carlos, aunque podía huir fácilmente por mar, decidió esperar la flota de auxilio, y morir si se diese el caso. Lord Donegal, resistió hasta el día 26, cuando cayó en manos borbónicas. La muralla de la ciudad fue atacada con artillería en la zona de San Antonio, donde se produjo una importante fisura.

El 27 de abril las tropas aliadas consiguieron entrar en la ciudad desembarcando en barcas de pescadores, una vez la flota de Luis Alejandro de Borbón huyó al saber de la gran flota aliada que se aproximaba.​ Los borbónicos, que podían haber ofrecido resistencia, huyeron en un completo desorden y perseguidos por los migueletes abandonaron la artillería y las municiones, hasta el punto que Felipe de Anjou tuvo que huir hacia Francia y volver a España por Navarra.

Consecuencias

La captura de material de guerra fue muy importante: 106 cañones de bronce, 27 morteros, 5000 barriles de pólvora, 40 000 cartuchos, 500 barriles de balas de mosquetes, 2000 bombas, 2000 granadas y 12 300 granadas de mano.

Cataluña estuvo a partir de entonces definitivamente en manos aliadas. Las tropas que no estaban destinadas en Cataluña embarcaron, y Charles Mordaunt (Lord Peterborough) desembarcó en Valencia el 13 de mayo. Estando en Altea, se celebró un Consejo de Guerra que determinó dirigirse al asedio de Cartagena, donde los habitantes locales querían tomar parte a favor del archiduque Carlos.

Entre todos los prisioneros no se han encontrado más que doce catalanes, de los que haré al momento un presente a las galeras a fin que no se hable de ellos jamás

Mariscal Tessé

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 28 Ene 2018 23:07

Sitio de Gibraltar 1.704 - 1.705


El asedio franco-español de Gibraltar de 1704-1705 fue llevado a cabo poco tiempo después de la toma de Gibraltar por un contingente anglo-holandés en nombre del archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión Española.

Tras la toma de la ciudad el rey Felipe V ordenó al marqués de Villadarias, capitán general de Andalucía, la empresa de poner sitio a la ciudad y recobrarla. De este modo, aunque las fuentes documentales no son claras en cuanto a las fechas, el 4 de octubre de 1704 se presentan en el campo de Gibraltar las tropas españolas compuestas por unos nueve mil efectivos, principalmente los correspondientes a los ejércitos de Andalucía y Extremadura y tres mil soldados franceses. Al mando de los soldados galos se encontraría el general Cavane que también debía mandar a doce navíos y veinte piezas de artillería.

En la parte británica el Príncipe de Hesse-Darmstadt que por aquel entonces se había hecho cargo del gobierno de Gibraltar mandó artillar la zona cercana al istmo así como crear diversos tipos de obstáculos para impedir el asalto a la ciudad. Por orden del comandante de ingenieros Bernardo Eligazaray se construyó una batería de veinte piezas en la falda norte del peñón y se fortificó la Torre del Diablo, antigua torre almenara árabe. A las puertas de la ciudad ya en las zonas arenosas del istmo se construyó una laguna unida a la bahía de Algeciras por una esclusa y un profundo foso que impedía el paso de los sitiadores a la ciudad. Los efectivos militares presentes en Gibraltar eran de apenas tres mil hombres que habían quedado tras la toma de la ciudad y a los que se habían unido soldados desertores del ejército español.

Durante los primeros días de asedio las fuerzas españolas se centraron en despejar la zona del istmo derruyendo un viejo molino y construyendo las primeras líneas de ataque desde el 21 de octubre. El comandante del Cuerpo de ingenieros Bernardo Elizagaray supervisó la construcción de una batería de cuatro morteros que debía atosigar las defensas norte de la ciudad. Se completaría esta primitiva linéa de ataque sobre el istmo con otras baterías, terminadas los días 6 y 8 de noviembre, que batían contra las baterías de la falda de la montaña y la batería oriental.

Los sitiados por su parte mandaron anclar una galeota en el muelle norte de la ciudad desde la cual podía abrirse fuego a las fuerzas españolas. Tras varios días de acción el oficial de Marina Cabaret mandó atacar el barco durante la noche con algunas lanchas, incendiándolo.

Los sitiados pidieron ayuda a la escuadra de Sir John Leake que se encontraba por aquel entonces en las proximidades de Lisboa, la llegada de los dieciocho barcos del británico coincidió con un intento de los sitiadores de trasladar tres mil hombres en barcas hasta el muelle sur de la ciudad, este plan fue abortado a tiempo para impedir que los barcos británicos los acometieran en aguas de la bahía, no corrieron sin embargo la misma suerte dos fragatas y un bergantín franceses que se encontraban en la zona y que acabaron ardiendo tras la huida de su tripulación, un cuarto barco, una fragata llamada L’Etoile hubo de combatir durante cuatro horas con la escuadra inglesa para finalmente ser capturada. Tras esta coyuntura las aguas de la Bahía de Algeciras fueron dominadas por la escuadra británica y la artillería española en tierra tuvo que dejar sus acciones hacia la ciudad para impedir que el cañoneo desde el mar acabara con ella.

El día 11 de noviembre, según Juan Romero de Figueroa,​ se acometió un intento de ataque desde tierra cuando unos quinientos hombres al mando del coronel Figueroa y guiados por el pastor local Simón Susarte pretendió tomar las alturas del peñón, el intento se saldó con la muerte de la expedición mientras esperaba la acción simultánea del ejército del istmo.

A los pocos días se produjo un intento de desembarco británico en el istmo frustrado por la acción de las tropas de Don Luis Solís y el marqués de Paterna.

Las trincheras españolas continuaban avanzando hacia la ciudad bajo el fuego gibraltareño. El mantenimiento de estas trincheras resultó tremendamente costoso por estos días debido al temporal de lluvia que arreció en la zona durante estos días.

Los barcos británicos en esto salieron de la ciudad camino de Lisboa pues se encontraban avisados de una inminente llegada de barcos franceses mandados por el barón de Pointy. Desde Lisboa y ante la tardanza de los apoyos españoles los británicos lograron mandar víveres a la ciudad por mar, muchas de aquellas barcazas fueron capturadas a la altura de Cádiz pero otras muchas lograron llegar a su destino el día 9 de noviembre y atenuar las penurias que ya por aquel entonces estaban pasando los sitiados.

El 6 de febrero el ejército sitiador logra hacer brecha en las murallas norte de la ciudad y a pesar de la estrecha abertura dejada, insuficiente para un eficaz asalto al amanecer del día siguiente se manda atacar la ciudad por ese punto a dieciocho compañías. El fuego británico de las faldas del monte hicieron fuego contra los sitiadores que se arrojaron contra el muro, la mitad de ellos pertenecían al cuerpo de granaderos; este asalto debía ser apoyado desde la retaguardia por los franceses pero apenas llegaron los españoles a la brecha se retiraron los franceses por no poder resistir el fuego inglés, indefensos, los granaderos españoles hubieron de hacer lo mismo dejando cerca de doscientos muertos entre sus filas a los pies de Gibraltar.

Entre tanto el día 8 de febrero de 1705 llegó al campo español un refuerzo de efectivos de cuatro mil hombre que debían sustituir a los sitiadores que habían caído presos de la enfermedad o del fuego británico. Desde Francia se envió también el mariscal de Tessé que reemplazó al mariscal de Berwik y hacerse cargo de las tropas. El marqués de Villadarias toma esta sustitución como un insulto personal y junto a otros generales españoles se retira del campamento llevando sus quejas al rey de Francia.

El mariscal de Tessé pretendía tomar la ciudad con ataques conjuntos desde tierra y mar, para ello debía aún esperar la llegada del marqués de Pointy y sus trece navíos, esta tuvo lugar el 28 de febrero, inmediatamente los barcos bombardearon la ciudad de Gibraltar para intentar un posterior desembarco desde el sur, en la zona próxima a Punta Europa. La acción sin embargo no pudo llevarse a cabo debido al temporal de viento y lluvia que en esos días azotaron la zona, si se pudo sin embargo capturar tres barcos de transporte ingleses antes de que llegasen a atracar en el puerto.

Ante la llegada de los barcos franceses desde Gibraltar se pide en regreso del almirante Leake que zarpa de Lisboa el día 6 de marzo; éste había reforzado su flota hasta un total de cuarenta barcos, entre ellos cuatro holandeses y ocho portugueses. La llegada el 17 de marzo de Leake sembró el temor entre la escuadra francesa de la bahía que rápidamente se apresuró a salir hacia el mediterráneo, los primeros barcos en pasar por Punta Europa fueron atacados por las baterías de la zona, en esos momentos la escuadra inglesa se encontraba ya en las proximidades de punta Carnero y emprendió la persecución de los buques franceses capturando los buques Arrogant, Ardent, Marquis, ante el hostigamiento británico el almirante Pointy manda quemar los buques Magnanime y Lis tras haber desembarcado sus tropas en Marbella.

[b]La llegada de la paz[/b]

Ante tal catástrofe el mariscal de Tesse envía una carta al rey de Francia informándole que debía retirarse del campo y levantar el sitio de Gibraltar. Así lo hizo dejando en la zona tropas que mantuviesen las posiciones españolas. Durante los ocho meses que duró el sitio cayeron en las proximidades de Gibraltar unos diez mil hombres de los ejércitos hispano franceses.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 28 Ene 2018 23:12

Sitio de KEHL 1.703


El Sitio de Kehl de 1703 fue una acción militar de la Guerra de Sucesión Española, en la cual fuerzas francesas y españolas bajo el mando del Duque de Villars capturaron la fortaleza del Sacro Imperio Romano en Kehl, frente a Estrasburgo en el Rhin. Las operaciones de asedio empezaron el 20 de Febrero de 1703, tras la temprana salida de Villars sus cuarteles invernales. La fortaleza, defendida por 3,500 hombres de Luis Guillermo de Baden-Baden, capituló el 10 de Marzo.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 01:12

Sitios de PENSACOLA 1.707


Los sitios de Pensacola fueron dos intentos de los británicos, apoyados por los amerindios muscogui, de tomar el pueblo y fortaleza de Pensacola en 1707, que por entonces era uno de los dos mayores asentamientos de la Florida española junto con San Agustín. Los ataques, que formaron parte de la Guerra de la reina Ana —el teatro norteamericano de la Guerra de Sucesión Española—, tuvieron como resultado la quema del pueblo. Asimismo, provocaron la huida de la mayoría de la población india, a pesar de que el fuerte resistió las repetidas ofensivas.

El primero de los asedios se produjo en agosto de 1707 y tuvo como consecuencia la destrucción de la localidad. No obstante, el fuerte de San Carlos de Austria resistió la acometida. Una segunda expedición llegó a la zona a finales del mes de noviembre del mismo año y perpetró ataques durante tres noches consecutivas, todos ellos sin éxito, antes de retirarse. El gobernador de Pensacola, Sebastián de Moscoso, cuya guarnición se vio mermada por enfermedad, reclutó a los criminales convictos para que prestasen ayuda en la defensa del fuerte.

Los esfuerzos de Gran Bretaña y España por colonizar el sureste de Norteamérica entraron en conflicto a mediados del siglo XVII.​ La población española de Florida era bastante reducida en aquel momento. Desde su fundación en el siglo XVI, los españoles habían establecido una red de misiones, cuyos principales objetivos consistían en apaciguar a la población india y convertirla al catolicismo.​ La fundación de Charles Town —en la actualidad, Charleston, Carolina del Sur— por los ingleses en 1670 en la recién —1663— creada Provincia de Carolina avivó las tensiones entre ambas potencias.

A principios del siglo XVIII, varios comerciantes carolineses, como Anthony Dodsworth y Thomas Nairne, pactaron alianzas con indios muscoguis en las cuencas de los ríos que desembocaban en el golfo de México. Los indígenas les vendían esclavos y pieles de animales a cambio de armas. Estos comerciantes penetraron en la Florida española, lo que provocó represalias y ataques de ambos bandos.

En 1700, el gobernador de Carolina, Joseph Blake, amenazó a los españoles, advirtiéndoles de que las reivindicaciones británicas sobre Pensacola, fundada por los españoles en 1698, iban a aumentar. Pierre Le Moyne d'Iberville, francés fundador de Mobile, advirtió al comandante español de Pensacola en enero de 1702 de que debía armar a los indios apalaches y formar una fuerte defensa contra las incursiones inglesas en territorio español.

D'Iberville se ofreció incluso a suministrarle las provisiones y el equipamiento necesarios. No obstante, un intento de llevar a cabo una expedición punitiva contra los creeks resultó en una estruendosa derrota de los españoles y sus aliados apalaches en octubre de 1702, poco después de que llegaran las noticias de que Inglaterra había entrado en la Guerra de Sucesión Española.​ Tras un intento fallido de los ingleses de tomar San Agustín, varios grupos de indios liderados por los carolineses se apoderaron de algunos pueblos españoles gracias a numerosos ataques llevados a cabo contra la red de misiones españolas entre 1703 y 1706.

Los franceses organizaron una expedición contra Charles Town en 1706, que resultó un fracaso y alentó a las autoridades de Carolina a atacar nuevamente a los españoles en Pensacola y a los propios franceses en Mobile.​ Nairne propuso una gran expedición como respuesta al ataque francés contra Charles Town, para la cual pensaba reclutar a mil quinientos indios que colaboraran en la toma de Mobile, pero las divisiones políticas existentes en Carolina hicieron imposible la ejecución del plan.

Primer sitio: 12-20 de agosto

En 1707, Pensacola se encontraba bajo el mando de Sebastián de Moscoso. Se desconoce el tamaño exacto de su guarnición a fecha de 1707, aunque en un principio el número de componentes estaba fijado en 220.​ No obstante, esa cifra se alcanzaba muy raramente 12​ debido a dos razones principales: en primer lugar, era difícil reclutar soldados, ya que el destino era indeseado; a ello se sumaba la tasa de deserción, que era considerable.​ En 1708, Moscoso cifró el número de miembros de su guarnición —reducido por los eventos de 1707— en cien, de los cuales la mayoría no tenía el equipamiento necesario y algunos ni siquiera espadas. El regimiento tenía su base en el fuerte de San Carlos de Austria, una empalizada construida en 1698.

Los registros existentes no describen la composición de las fuerzas que llevaron a cabo el ataque a Pensacola en agosto de 1707, a excepción de mencionar que estaban compuestas por «varios cientos de tallapoosas y algunos comerciantes de Carolina del Sur». El asedio comenzó el 12 de agosto con la llegada de una banda de entre veinte y treinta indios, los cuales comenzaron a aterrorizar a los indígenas que residían fuera de los límites del fuerte. Estos se hicieron con varios prisioneros, entre los que se contaban varias mujeres y algunos niños, e incendiaron algunas viviendas.

El gobernador Moscoso disparó uno de los cañones del fuerte, lo que dispersó a los atacantes; gracias a la confusión, algunos de los cautivos consiguieron zafarse. Dos días más tarde, desaparecieron diez hombres que habían salido del fuerte para realizar la colada.​ El 14 de agosto, unos trescientos indios aparecieron enfrente del fuerte y se desató una batalla que se prolongó durante varias horas.

Los ataques, así como el saqueo del pueblo, se reanudaron al día siguiente. Tras estos enfrentamientos, la actividad se detuvo hasta el día 18, en el que se izó la bandera inglesa en una casa cercana al fuerte.​ Esto alentó a Moscoso a abrir fuego desde el fortín, dando lugar a una batalla que duró hasta la caída de la noche. Ese día, los atacantes quemaron el resto del pueblo, mientras que los hombres de Moscoso tuvieron que esforzarse para evitar que el fuerte también se viese afectado por las llamas.

Este hecho marcó el fin de los asaltos contra la fortaleza. Sin embargo, las zonas que se encontraban más allá del alcance de los cañones del fuerte no estuvieron seguras hasta el siguiente mes. Además, desaparecieron varias personas que se habían alejado demasiado de la zona.

Segundo sitio: 28-30 de noviembre

Jean-Baptiste Le Moyne de Bienville llegó a Pensacola con quinientos hombres con la intención de socorrer a los españoles, pero el sitio ya se había levantado.

El segundo sitio comenzó el 27 de noviembre con la llegada de un contingente de aproximadamente veinte comerciantes surcarolineses y trescientos creeks, entre los que se encontraban principalmente tallapoosas y alabamas. Ese día, un inglés —no identificado en los informes españoles, pero que posiblemente era Thomas Nairne— trajo consigo un documento escrito en inglés en el que se demandaba la rendición.​

Como ninguno de los españoles podía entender el contenido del mismo, Nairne fue expulsado. Posteriormente, un hugonote francés tradujo oralmente la reclamación de rendición a los españoles.​ Moscoso se negó a aceptar las condiciones, a pesar de que su guarnición se había visto considerablemente mermada por las enfermedades.​ A medianoche, los sitiadores iniciaron un ataque contra el fuerte que resultó inefectivo y duró hasta el amanecer, momento en el que volvieron a exigir la rendición.​

Moscoso se negó nuevamente.​ Con el objetivo de reforzar sus efectivos, reclutó a convictos que estaban retenidos en la celaduría de la fortaleza para colaborar en la defensa.​ A cambio de su servicio, les ofreció dinero y la libertad, de modo que estos aceptaron el ofrecimiento.​ Los sitiadores volvieron a atacar el fuerte durante las dos noches siguientes, pero no consiguieron logros de importancia.​ O bien en la noche del 29 de noviembre o en la del 30, murió uno de los jefes creek. Aparentemente, esto terminó por minar la moral de los atacantes, que levantaron el sitio la siguiente mañana.​ Aparte del fallecimiento de uno de los líderes, se cree que los sitiadores habían sufrido otras importantes bajas.

La noticia del ataque llegó el 24 de noviembre a oídos de los franceses que se encontraban en Mobile.​ El gobernador Jean-Baptiste Le Moyne de Bienville reunió a cien franceses y cuatrocientos indios con la intención de socorrer a los españoles.​ A pesar de ello, cuando llegaron a Pensacola el 8 de diciembre se enteraron de que el sitio había finalizado una semana antes.

Estos fueron los últimos ataques importantes contra Pensacola a lo largo de la guerra, a pesar de que se produjeron escaramuzas y secuestros posteriores sin gran importancia. Muchos de los indios que huyeron del lugar durante los sitios no regresaron jamás, por lo que Pensacola se vio reducida a poco más que su guarnición. El gobernador Bienville supo gracias a un español, que había escapado de las manos de los ingleses, que Mobile también era uno de los blancos fijados para los ataques.​ Con el objetivo de repeler el ataque, aumentó y mejoró las defensas de la ciudad en 1708. Sin embargo, y a pesar de que un poblado indio cercano fue atacado en mayo de 1709, ésta nunca fue sitiada.

Una fuerza francesa con base en Mobile se apoderó de Pensacola en 1719, durante la guerra de la Cuádruple Alianza. No obstante, los españoles la recuperaron al final de la contienda.26​ El lugar en el que se encontraba el fuerte de San Carlos de Austria se halla en la actualidad dentro del término de Fuerte Barrancas, un Hito Histórico Nacional, cuya construcción comenzó a finales del siglo XVIII

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Última edición por Brasilla el 29 Ene 2018 01:21, editado 1 vez en total.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 01:20

Batalla de TALAMANCA


La Batalla de Talamanca (13 y 14 de agosto de 1714) fue una victoria de los partidarios catalanes del archiduque Carlos o austracistas al mando del Marqués del Poal sobre las tropas borbónicas de Felipe V al mando del Conde de Montemar, en el actual municipio de Talamanca (Barcelona), en el marco de la Campaña de Cataluña (1713-1714) —última fase de la Guerra de Sucesión Española—. El combate de Talamanca fue la última victoria militar del ejército austracista que obligó a las fuerzas borbónicas a retirarse hasta Sabadell.

Talamanca, junto con otras poblaciones de la montaña de la Cataluña Central, como Mura, era entonces un punto de importancia geoestratégica, ya que se dominaba el paso del collado de Estenalles, que conectaba la plana vallesana con la Cataluña interior. El Coronel Antonio Desvalls y de Vergós, nombrado marqués del Poal y comandante supremo de todas las tropas austracistas en el exterior de Barcelona con acuartelamiento en Cardona, se encontraba con sus fuerzas en el castillo de Talamanca.

Desde allí vio la llegada de las tropas borbónicas desde Mussarra, masía situada en el actual término municipal de Monistrol de Calders. Tanto el Coronel Antonio Desvalls como el jefe borbónico Conde de Montemar eran conocedores de la importancia de aquel territorio y ambos aspiraban a dominarlo, uno para mantener comunicaciones con la Barcelona asediada para intentar auxiliar la ciudad, y el otro para impedirlo.

La batalla

Los tropas borbónicas, comandadas por José Carrillo de Albornoz conde de Montemar, se encontraban en el llano de Mussarra, al noreste de Talamanca, donde instaló su puesto de mando. Los borbónicos sumaban más de 3.000 hombres, menos de la mitad de ellos de caballería. La batalla comenzó el 13 de agosto, en la riera de Talamanca, y se prolongó hasta el día 14, con las tropas austracistas persiguiendo a los borbónicos hasta la vista de Sabadell, con enfrentamientos en Sant Llorenç Savall y Castellar del Vallès.

La victoria del ejército austracista en la batalla se debió en buena parte al conocimiento de la complicada orografía del territorio y a la mejor visión sobre el escenario de la batalla. Entre sus mandos figuraban algunos de los oficiales más destacados que integraban el ejército del pretendiente Carlos en Cataluña: el coronel Pedro Bricfeus, el coronel Francisco Busquets y Mitjans y los coroneles de fusileros Armengol Amill, Juan Vilar y Ferrer y Ramón de Rialp.

Las narraciones de la época hablan de unas 650 bajas, entre muertos y heridos, cifra elevada en la carta del marqués del Poal a los Consellers de Barcelona hasta 800 bajas borbónicas. No se puede precisar el número exacto de muertos, pero se calcula que aproximadamente murieron 100 hombres, 80 de los cuales borbónicos, y alrededor de 20 austracistas. El campo de batalla ha sido objeto de prospecciones arqueológicas y existe la intención de musealizar el mismo.

Consecuencias

El resultado de la batalla fue la victoria de las tropas austracistas sobre las borbónicas y la retirada de éstas hasta Sabadell. Reunidos los oficiales del ejército del Pretendiente en un Consejo de guerra en Olesa de Montserrat, decidieron proseguir la ofensiva para auxiliar a Barcelona rompiendo el asedio. Pero a pesar de que lo intentaron por todos los medios, incluso por mar, la intentona se vio frustrada. Pocos días después, el 12 de septiembre de 1714, la ciudad de Barcelona capituló ante las tropas borbónicas del mariscal de Francia, duque de Berwick.

Tras el fracaso de la intentona para auxiliar a la ciudad asediada, las tropas austracistas en el exterior de la ciudad se replegaron a su acuartelamiento en la fortaleza de Cardona, de la que era gobernador Manuel Desvalls, hermano del coronel Antonio Desvalls. Finalmente, el 18 de septiembre de 1714, el gobernador de la plaza Manuel Desvalls rindió el castillo al Conde de Montemar, dándose por concluidas todas las operaciones militares en la región de Cataluña.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 01:25

Sitio de TOLON 1.707


El asedio de Tolón duró del 29 de julio al 21 de agosto de 1707 en el marco de la Guerra de Sucesión Española. Las fuerzas aliadas hubieron de levantar el asedio sin conseguir capturar la ciudad.

Pese a una cierta obstaculización por parte de Víctor Amadeo II de Saboya, el príncipe Eugenio de Saboya decidió cruzar el río Var el 11 de julio y llegó a Fréjus el 16 de julio de 1707, donde se unió a la flota británica que mandaba el almirante Shovell. Sin embargo, las tergiversaciones de Víctor Amadeo II de Saboya permitieron que los refuerzos españoles al mando del Duque de Berwick llegaran en socorro de la plaza de Tolón el 26 de julio, antes que los aliados.

La batalla

El 14 de agosto, el mariscal Tessé volvió a ocupar las alturas de Santa Catalina, de importancia crucial, que los aliados habían tomado al asalto la semana precedente. Eugenio de Saboya, al comprobar que su retaguardia se veía amenazada y sus posibilidades de conquistar Tolón habían disminuido sensiblemente, abandonó el asedio el 22 de agosto de 1707 y se retiró detrás del río Var.

En esta batalla, el marino y futuro almirante español Blas de Lezo, recibió el impacto de una esquirla que le causó la pérdida del globo ocular izquierdo.

Consecuencias

El intento de ocupar Tolón costó 10.000 hombres a Eugenio de Saboya y permitió que los ingleses dominaran en adelante el Mediterráneo, ya que los franceses además habían hundido sus navíos en el puerto de Tolón para evitar que la escuadra cayera en manos del enemigo.

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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 01:36

Toma austracista de MALLORCA


La toma austracista de Mallorca fue un episodio de la Guerra de Sucesión Española que tuvo lugar el 27 de septiembre de 1706 cuando el Gran i General Consell del reino de Mallorca decidió rendirse ante la presencia en el puerto de Palma de una flota angloholandesa de la Gran Alianza que apoyaba al Archiduque Carlos en sus pretensiones a ocupar el trono de la Monarquía Hispánica frente al borbón Felipe V, que había sido designado como sucesor un mes antes de morir por el último rey de la Casa de Austria, Carlos II.

Con el alineamiento del reino de Mallorca a favor de la causa austracista —aunque Menorca no sería tomada hasta dos años después— todos los estados de la Corona de Aragón se habían decantado por el Archiduque, mientras la Corona de Castilla apoyaba a Felipe V, como lo había demostrado la fracasada primera entrada en Madrid del archiduque Carlos que había tenido lugar tres meses antes.

El proyecto de tomar las Islas Baleares se ideó al mismo tiempo que se planeaba la ofensiva austracista sobre Madrid. El objetivo era conseguir para la flota de guerra aliada —integrada por barcos inglesa y holandesa— una base segura y un centro de aprovisionamiento para sus operaciones navales en el Mediterráneo.1​

En las tres islas baleares existía un partido austracista que mantenía contactos con los austracistas catalanes a través de Joan Antoni de Boixadors, conde de Savellà, cuya esposa estaba emparentada con destacados nobles mallorquines. Por eso el Archiduque Carlos le puso al frente de la expedición y en cuanto fuera ocupado el reino de Mallorca desempeñaría el cargo de gobernador en su nombre.

La escuadra aliada formada por unos 35 barcos, en su mayoría ingleses, primero se dirigió a Ibiza que capituló el 19 de septiembre de 1706 nada más avistar la flota. Inmediatamente el Consell d'Eivissa proclamó a Carlos III y juró obediencia al conde de Savellà. Seis días después la flota se presentó en el puerto de Palma y el día 26 estallaba un motín popular austracista durante el cual algunas casas y tiendas de franceses y de algunos señalados felipiestas fueron saqueadas, lo que dificultó la resistencia del virrey de Mallorca, Baltasar Escrivá de Híjar, conde de la Alcudia, que contaba con pocos efectivos para la defensa de la isla. Así el día 27 de septiembre el Gran i General Consell decidió capitular.

Tras desembarcar el conde de Savellà reunió al Consell al que asistió la representación al completo de los artesanos y de los payeses ('campesinos'), pero no así la de los otros estamentos de los que sólo asistieron la mitad de sus representantes, "lo que resulta indicativo de los apoyos políticos con que contó Carlos III", según Joaquim Albareda. En esa sesión del Consell se aprobaron las capitulaciones, entre las que figuraba la confirmación de «todos los privilegios, prágmáticas, franquezas» concedidos a la Ciudad y al Reino en tiempo de Carlos II, pero no los «concedidos por los serenísimos reyes pasados», tal como reclamó el Consell al conde Savellà.

Después de esta reunión del Consell el Archiduque fue proclamado el 4 de octubre como rey de Mallorca con el título de Carlos III, actuando como plenipotenciario suyo el conde de Savellà —que en diciembre sería nombrado virrey y capitán general del reino de Mallorca—. El 6 de octubre embarcaron para Almería el conde de Alcudia, y otros destacados felipistas, como el obispo Francesc de la Portilla y el jurista de la Audiencia, Francesc Ametller.

La insurrección austracista de Menorca y la reconquista borbónica

La noche del 11 de octubre tuvo lugar una insurrección austracista iniciada en Ciudadela que se hizo con el control de toda Menorca. Joan Miquel Saura fue nombrado gobernador por el conde de Savellà, quien juró en nombre de Carlos III los privilegios de la isla. Pero el dominio austracista duró sólo tres meses, porque en cuanto la flota aliada abandonó las islas Baleares, se presentó una flota francesa en Mahón y recuperó la isla para los borbónicos el 1 de enero de 1707.

La represión contra los austracistas fue muy dura y se convirtió en una ola de terror cuando en febrero fue descubierta una nueva conspiración en favor de Carlos III el Archiduque. Treinta y tres personas fueron ejecutadas. En noviembre de 1707 el gobernador borbónico, el castellano Diego Leonardo Dávila, "suprimió los privilegios de la isla, restringió el sistema de representación y ordenó que los jurados mayores de las villas [equivalentes a los jurats del Reino de Valencia] fueran nombrados por el rey".

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 01:44

Toma borbonica de MALLORCA 1.715


La toma borbónica de Mallorca fue el último episodio de la Guerra de Sucesión Española. Tuvo lugar el 2 de julio de 1715 cuando la isla de Mallorca —el último reducto de la resistencia austracista que apoyaba a Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico en sus pretensiones a ocupar el trono de la Monarquía Hispánica— capituló ante la llegada de una flota borbónica, diez meses después de la caída de Barcelona en poder de Felipe V de España. A continuación fue ocupada Ibiza, pero no la isla de Menorca, ya que según lo estipulado en el Tratado de Utrecht pasó a soberanía de Gran Bretaña, bajo la que permanecería casi sin interrupción hasta 1802 (Tratado de Amiens).

La capitulación de Mallorca

Una vez producida la caída de Barcelona en septiembre de 1714, el último reducto austracista era el Reino de Mallorca que desde 1706, como el resto de los estados de la Corona de Aragón, se había alineado con el Archiduque Carlos, quien a finales de 1711 había sido proclamado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Durante los meses siguientes Mallorca e Ibiza —Menorca según el Tratado de Utrecht había pasado a soberanía británica— estuvieron gobernadas por el virrey nombrado por Carlos VI, el marqués de Rubí, que contaba con el apoyo de fuerzas imperiales y con la presencia de algunos catalanes que se habían refugiado allí a causa de la derrota de los austracistas del Principado.

Según informó el general británico conde de Peterborouhg los mallorquines pidieron la protección del rey de Gran Bretaña «no pudiendo asumir de ningún modo sufrir la esclavitud de los españoles y considerándose siempre como súbditos del emperador». Por su parte el enviado británico Matthew Prior comunicó al gobierno francés que era una «fábula sin fundamento alguno» que Jorge I hubiera «ofrecido a los mallorquines entregarse a Inglaterra» o que «les acogería en caso que decidieran entregarse».

En mayo de 1715, cuando ya parecía inminente la ocupación borbónica de la isla, un emisario del emperador Carlos VI, el austracista Juan Amor de Soria, intentó negociar en París las condiciones de la rendición, que incluirían el mantenimientos de las «libertades» del reino y de toda la Corona de Aragón. Pero las conversaciones no produjeron ningún resultado. «Beneficiándose de la pasividad de los británicos, ahora con los whigs en el gobierno, los ejércitos francés y español ocuparon la isla, que capituló el 2 de julio».​ El 11 julio el virrey Rubí entregaba las llaves de Palma de Mallorca al general francés Claude d'Asfeld, después de más de treinta días de resistencia al avance de las tropas borbónicas.

El Decreto de Nueva Planta del Reino de Mallorca

A diferencia de lo ocurrido tras la toma austracista de Mallorca en la que el representante del archiduque Carlos reunió al Gran i General Consell ante el que confirmó «todos los privilegios, prágmáticas, franquezas» concedidos a la Ciudad y al Reino en tiempo de Carlos II,​ Felipe V de Borbón promulgó un Decreto de Nueva Planta el 15 de noviembre de 1715, similar al Decreto de Nueva Planta de Valencia y de Aragón de 1707, por el que quedaron abolidas las leyes e instituciones propias del Reino de Mallorca —lo que no hicieron los británicos en Menorca—. Así, como ha señalado, Núria Sales, «con la Nueva Planta el Reino de Mallorca dejaba de existir para convertirse en un simple título honorífico».

El Gran i General Consell fue abolido, y sus poderes pasaron al capitán general, la nueva máxima autoridad en las islas con mayores atribuciones que el virrey al que sustituyó, y a la Real Audiencia que suplantó a la suprimida Audiencia. El sistema insaculatorio (de sac i sort) para la elección de los cargos fue suprimido y a partir de entonces serían designados por el rey o por el capitán general. Asimismo fue suprimido el derecho público —no así el derecho privado, que se mantuvo como en el Reino de Aragón tras el segundo Decreto de Nueva Planta de 1711; lo contrario de lo que sucedió en el Reino de Valencia—. Asimismo Mallorca perdió el derecho a acuñar moneda propia.

En cuanto al régimen local se impuso el sistema castellano del corregidor y los regidores despareciendo la representación del estamento popular. Así en 1718 el ayuntamiento de Palma de Mallorca quedó formado por 20 regidores, 16 caballeros —nobleza— y 4 ciutadans honrats, sistema que se aplicó al resto de municipios de la isla. En el Cronicón de Campaner se dijo: «si bien quedaron los caballeros muy satisfechos de empuñar ellos solos el gobierno económico de la Ciudad, en breve se desengañaron viendo que su autoridad no era como la que tuvieron los jurados». Sin embargo, si bien es cierto que la Real Audiencia podía suspender cualquier acuerdo de los municipios, estos tenían competencias, por ejemplo, sobre jornales lo que permitió a la nobleza imponerse sobre las clases populares, que no estaban representadas en los municipios —al contrario de lo que sucedía durante la «época foral»—.

Menorca bajo dominio británico

Menorca, conquistada por una escuadra anglo-holandesa en 1708 en plena Guerra de Sucesión Española, pasó a la soberanía de Gran Bretaña en virtud del Tratado de Utrecht de 1713 y así permaneció a lo largo del siglo XVIII hasta la firma del Tratado de Amiens de 1802, excepto durante la Guerra de los Siete Años (1756-1763) que estuvo ocupada por los franceses y entre 1782 y 1797 en que estuvo bajo la soberanía del rey de España.

Como el interés británico por Menorca era estrictamente militar —tener una base naval en pleno Mediterráneo Occidental en el que Mahón constituía un excelente puerto natural, de ahí que pasara a ser la nueva capital de la isla frente a la aristocrática Ciudadela—, la Corona mantuvo las instituciones y leyes propias de Menorca, excepto la Inquisición española que fue abolida. Así los municipios continuaron siendo universitats gobernadas por los históricos jurats que representaban a los diferentes estamentos. En Ciutadella ('Ciudadela' en castellano) eran cuatro: un cavaller (noble), un ciutadá (burgués), un pagès (campesino) y un menestral (artesano).

La lengua propia siguió siendo la oficial y de uso público. «Contrastaba, por ejemplo, la Societat Maonesa de Cultura fundada en 1778 donde todo se hacía en mallorquin, con la Real Sociedad de Amigos del País del Reino de Mallorca fundada el mismo año en Palma que competía en celo con la Real Audiencia y con el obispado en materia de campañas sistemáticas de extirpación del "dialecto mallorquín" e imposición del castellano». Esto redundó en el florecimiento de la literatura en catalán en la isla con figuras como Joan Ramis o Antoni Febrer hasta tal punto que algunos estudiosos han llamado al último tercio del siglo XVIII el «periodo menorquín de la literatura mallorquina».

El primer gobernador británico fue sir Richard Kane, que estuvo en el cargo entre 1712 y 1736, y dejó muy buen recuerdo por las medidas que tomó como la construcción de la carretera entre Mahón y Ciudadela —el «camí d'en Kane»—, el desecamiento de muchos aiguamolls —zonas pantanosas—, o la introducción en la isla del cultivo de la trepadella (esparceta) y otras plantas forrajeras. Asimismo, la presencia de la flota británica acabó con las incursiones de los piratas berberiscos del norte de África, con lo que la población a partir de entonces pudo instalarse en la costa sin temor a ser atacada.

Cuando a partir de 1802 por el Tratado de Amiens Menorca pasó a soberanía española perdió sus instituciones de autogobierno y en su lugar se impuso el centralismo a través de Palma de Mallorca; el mallorquín dejó de ser la lengua oficial para serlo el castellano; fue suprimida la libertad de comercio y Mahón dejó de ser un puerto franco; los menorquines perdieron la exención de servir en el Ejército y en la Marina que habían conservado no sin dificultades bajo la dominación británica; y al desaparecer la flota británica volvió la amenaza de los piratas berberiscos del norte de África.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 02:03

Toma de GIBRALTAR 1.704


La toma de Gibraltar tuvo lugar el 4 de agosto de 1704 en el contexto de la Guerra de Sucesión Española por parte de la flota angloholandesa comandada por George Rooke y el príncipe de Hesse-Darmstadt. La intención del ataque era la de añadir la fuerte plaza de Gibraltar a la causa del Archiduque Carlos.

El gobierno de la ciudad, sin embargo, se mostró fiel a Felipe V. Los enfrentamientos entre la flota de la bahía de Algeciras y la guarnición española apenas duraron dos días cuando,con un gran desequilibrio entre las tropas sitiadoras y defensoras, los soldados ingleses del capitán Whitaker lograron tomar tierra en el Muelle Nuevo de la ciudad, tomaron rehenes entre la población civil y obligaron a los mandos españoles a levantar bandera parlamentaria e iniciar las negociaciones de la rendición y capitulación que tendría lugar el 4 de agosto.

En 1700 el último rey de la Casa de Austria, Carlos II, murió sin descendencia. De los dos aspirantes al trono, Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV de Francia) y Carlos de Habsburgo (hijo del emperador Leopoldo I), el testamento dejó como heredero al pretendiente francés. La no aceptación de esta decisión por parte de los austriacos y las reticencias de Inglaterra y las Provincias Unidas sobre una posible unión entre España y Francia, llevaron a lo que se conoce como Guerra de Sucesión Española.

Las hostilidades comenzaron en 1701 y llegaron a la Península en 1704. En España, la mayor parte de los territorios de la Corona de Aragón se posicionaron a favor del Archiduque, mientras que el resto apoyó al Borbón, convirtiéndose el conflicto en una auténtica guerra civil. En este contexto y habiendo sido proclamado rey Felipe V desembarcó en Lisboa el archiduque de Austria el 9 de marzo de 1704.1​ Desde esta posición y apoyado por el rey de Portugal marcharían las tropas terrestres contra diversas posiciones extremeñas que Portugal reclamaba como propias.

Al mismo tiempo dos de las principales potencias marítimas europeas, el Reino Unido y las Provincias Unidas se dirigen hacia Barcelona capturando dos galeones de camino y presentándose frente a la ciudad el 17 de mayo. A la flota comandada por el Almirante George Rooke se unió el Príncipe de Hesse-Darmstadt, virrey de Cataluña que confiaba en que la ciudad sería fiel al heredero de Austria.​ Sin embargo el gobernador barcelonés Francisco de Velasco rehusó entregar la ciudad y adherirse a los intereses austríacos. Tras acercarse la flota a la ciudad, desembarcaron en ella 3000 hombres que abrieron fuego disuasorio, pero ante la oposición de las guarniciones y ciudadanos de Barcelona las tropas debieron reembarcar y la flota puso rumbo al sur, donde, según los informantes holandeses, la ciudad de Gibraltar se hallaba desguarnecida.

El 1 de agosto de 1704 una flota angloneerlandesa de 61 buques de guerra, con una dotación de 4.000 cañones, 9.000 infantes y 25.000 marineros llegaron a la Bahía de Algeciras situándose frente al puerto de Gibraltar,defendido por tan solo 100 soldados y poco más de 400 personas civiles armadas.​

Esta plaza era especialmente importante debido a su situación estratégica en el estrecho de Gibraltar y nudo de comunicaciones entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo y a sus propias características ya que se consideraba a la propia orografía de la ciudad el punto más fuerte de su defensa. En Gibraltar se encontraban además las antiguas fortificaciones almohades y castellanas realizadas durante el reinado de Carlos V que daban al sitio fama de inexpugnable.

Tan pronto como se observó desde la ciudad el imponente ejército de los sitiadores, el gobernador de la ciudad, el general de batalla Diego de Salinas, y el Alcalde Mayor, Cayo Antonio Prieto, reunieron a los mandos militares para plantear el modo más eficaz de defender la plaza. Gibraltar en estas fechas contaba con una población de alrededor de 5.000 habitantes y una escasa dotación militar (consistente en 100 hombres y un número similar de cañones).

Las baterías y gran parte de las fortificaciones tenían más de un siglo de existencia, al haber sido diseñadas y construidas sobre las defensas de la ciudad medieval, bajo el mandato de Carlos V, con los diseños y la dirección del ingeniero Calvi.​ Conocedores de que la guarnición no sería suficiente para soportar un asedio, se reclutaron rápidamente a soldados y civiles. En las primeras horas de ese 1 de agosto se repartirán en las diferentes baterías y puestos de defensa hasta 470 hombres.

Al mando del Maestre de Campo Juan de Medina, 200 hombres irían al Muelle Viejo, situado al norte de la ciudad, a los pies de la alcazaba; el Maestre de Campo Diego de Dávila y Pacheco con 170 hombres se situaría junto a la Puerta de Tierra, entrada a la ciudad desde el istmo; el Capitán de Caballos Francisco Toribio de Fuertes por su parte junto a 20 milicianos, 8 soldados y varios vecinos se establecerían en el muelle nuevo, al sur de la ciudad. En el castillo permanecieron los 72 hombres que habitualmente formaban su guarnición, 6 de ellos artilleros.

Tras unas cargas de artillería naval realizadas con objetivo intimidatorio, se produjeron los primeros movimientos del ejército anglo-holandés, consistentes en el desembarco de entre 3.000 y 4.000 hombres de infantería en la zona conocida como Punta Mala, actual Puente Mayorga, para establecer su campamento. En las siguientes horas, tras el establecimiento en tierra del ejército, se mandaron desde el campamento a la ciudad dos cartas; la primera de ellas fechada en Lisboa el 5 de mayo y firmada por el archiduque de Austria, instaba a los gobernantes de Gibraltar a la rendición y al reconocimiento del archiduque como legítimo heredero al trono de España, apelando a la fidelidad que la ciudad había mantenido a su tío, Carlos II. Se garantizaban en la misiva las propiedades y privilegios de los gibraltareños al reconocer éstos su autoridad, mientras se señalaba que el caso contrario sería considerado hostil y se emprenderían acciones bélicas contra la ciudad por parte de los aliados británicos y holandeses. En la segunda carta, redactada en el mismo campamento y fechada por tanto el 1 de agosto, el mismo Príncipe de Hesse-Darmstadt manifestaba su deseo de que la ciudad ejecutara la voluntad del legítimo rey de España, evitando el asedio y asalto de Gibraltar.

El cabildo en pleno, junto a los mandos militares gibraltareños, respondía ese mismo día mediante carta al campamento, manifestando su total reconocimiento de Felipe V como rey de España y la disposición a sacrificar sus vidas en la defensa de Gibraltar y sus habitantes.

La respuesta desde tierra llegaría el viernes 2 de agosto, cuando una segunda carta del Príncipe de Hesse-Darmstadt llegaba a la ciudad pidiendo la rendición inmediata de la plaza en de media hora, tras la cual comenzarían los bombardeos. La rendición no se produjo y, viendo el almirante Rooke que en la ciudad se comenzaban a preparar las defensas, mandó a los vicealmirantes Byng y Vander Dussen situar sus navíos en una línea frente a la ciudad con el objetivo de dificultar las obras de defensa. El viento sin embargo era demasiado fuerte y la formación no puede llevarse a cabo.

El asalto se aplazaba momentáneamente, salvo una pequeña escaramuza llevada a cabo durante la noche, en la que varias lanchas cañoneras al mando del capitán Whitaker conseguían sorprender en los muelles a un barco corsario francés allí situado. Ese mismo día había salido desde la ciudad una carta dirigida al marqués de Villadarias, Capitán General de Andalucía, informando de la situación de la ciudad, la magnitud del ejército sitiador, guarnición de Gibraltar y solicitándose ayuda militar ante la imposibilidad de defender la plaza.

La tarde del 2 de agosto, el Príncipe de Hesse-Darstadt, al mando de mil ochocientos soldados de infantería, se situó en el istmo a escasos metros de las murallas de Gibraltar mientras que la flota al mando de George Rooke formó en una línea frente a la ciudad.​ A las 5 de la mañana del 3 de agosto navíos y lanchas cañoneras abrían fuego contra las defensas gibraltareñas.​

En apenas cinco horas los daños en el frente de la ciudad eran numerosos y aunque no se había conseguido abrir brecha en las murallas y las diferentes baterías eran aún operativas el pánico cunde en la ciudad y mujeres y niños salen por la puerta de Carlos V en dirección a el Santuario de Nuestra Señora de Europa situado al sur, en la Punta Europa. Al mismo tiempo la concentración de tropas de defensa en el frente de la bahía dejaba desguarnecida la costa oriental y desde barcas unos 100 hombres de los batallones catalanes partidarios del aspirante austriaco aprovechan esta circunstancia para subir mediante escalas por los precipicios y tomar tierra en la actualmente conocida como Catalan Bay.

Desde el primer momento de la ofensiva los bombardeos se centraban en los dos muelles gibraltareños al ser las zonas mejor defendidas y de más fácil desembarco. Trascurridas varias horas el Almirante Rooke mandaba al capitán Whitaker asaltar el Muelle Nuevo. Pero serían los navíos de los capitanes Hicks y Jumper junto a 100 marineros los que se acercarían a la posición al encontrarse mejor situados para ello. La toma del Muelle Nuevo permitiría el asalto de la ciudad desde el sur al situarse fuera de las murallas.

Viendo cómo la guarnición de esos muelles abandonaba el puesto antes de la llegada de los asaltantes decidían los británicos que las tropas se acercasen y ocupasen la batería. Sin embargo el movimiento de los defensores no se había limitado a regresar a la ciudad sino que el capitán Bartolomé Castaño viendo que el puerto sería rápidamente ocupado había mandado colocar minas en la torre allí situada, llamada de Leandro, antes de evacuar las tropas y con la intención de sorprender a los sitiadores.

La explosión de la torre coincidió como estaba planeado con la llegada de los hombres de Hicks y Jumper resultando que 7 lanchas fueran alcanzadas, unos 50 hombres muertos y otros 60 heridos.​ El movimiento defensivo había cumplido su objetivo pero el muelle sur había quedado sin defensa. Los supervivientes de la voladura de la batería y varias chalupas con 600 hombres al mando de Whittaker pudieron tomarlo inmediatamente y avanzar sin resistencia hasta una pequeña batería con cañones de a ocho situada a mitad de camino de la ciudad.

Capitulación y Toma de Gibraltar

Entre los refugiados de la ermita de la Virgen de Europa corrió entonces la voz de que el enemigo se encontraba en tierra y regresaron a la ciudad a defender sus posesiones; la confusión cundió entre los defensores cuando varios proyectiles cayeron cerca de los civiles dando la impresión de que se hacía fuego contra ellos. Situados los sitiadores entre la ciudad y la capilla quedaron retenidas mujeres y niños en este punto por los hombres del Almirante Byng.

Ante tal imagen Diego de Salinas y sus oficiales decidieron tras cinco horas de bombardeo levantar bandera parlamentaria. El fuego sobre Gibraltar cesó y varios oficiales anglo-holandeses acudieron al cabildo de la ciudad a debatir las condiciones de la capitulación. El alcalde Cayo Antonio y los regidores gibraltareños expusieron su disposición a rendir la ciudad al considerarla indefendible solicitando las condiciones más beneficiosas para ellos previa liberación de los rehenes de Punta de Europa.

Esta tradicional versión del conflicto ha sido contradicha por la crítica reciente. Según ésta al rendirse, la plaza disponía de prácticamente toda su artillería, abundante munición, pólvora, agua y suministros. No había padecido apenas bajas y sus defensas se encontraban casi intactas.​ Así la toma de rehenes por los marinos ingleses aparece como causa fundamental de la capitulación de una plaza que, según las propias fuentes inglesas, podría haber resistido largo tiempo. En 1702 estas mismas tropas invasoras habían cometido todo tipo de desmanes contra la población civil en la bahía de Cádiz.

La ciudad fue entregada finalmente el 4 de agosto por el gobernador al Príncipe de Hesse-Darmstadt al ser aceptados por las dos partes los seis puntos principales de la capitulación de Gibraltar: que los oficiales y soldados podrían salir con sus armas, los soldados con lo que pudieran cargar en sus hombros y los caballeros con sus caballos, que se podrían sacar de la ciudad tres cañones con 12 cargas de pólvora y balas, que los gibraltareños podrían cargar con pan, carne y vino para 7 días de marcha, que se podría así mismo cargar con la ropa y los cofres de oficiales y cabildo y lo que quedara en la ciudad podría ser enviado más tarde, que a todo aquel que permaneciera en la ciudad se le respetarían todos los privilegios que tuvieran así como los tribunales de la ciudad y derechos religiosos y por último que los mandos militares de Gibraltar debían señalar la posición de todos los almacenes de pólvora, munición y armas de la ciudad. Quedaban excluidos de esta capitulación todos los ciudadanos franceses que quedarían como prisioneros de guerra siendo sus bienes confiscados.

Tras firmar la capitulación el cabildo de Gibraltar redactó y mandó una carta al rey de España en la que se exponían las condiciones en las que se había desarrollado el sitio, las escasas defensas con las que contaban para defender la ciudad y el sacrificio de los gibraltareños al exponerse a una fuerza militar muy superior.​ Al día siguiente los gibraltareños que decidieron abandonar la ciudad salían por la Puerta de Tierra hacia las poblaciones cercanas desfilando junto a sus banderas, el pendón de la ciudad y entre redobles de tambores.​ De los aproximadamente 5000 habitantes de Gibraltar permanecieron en ella no más de 70 personas, muchas de ellas enfermas y un número importante de religiosos como el párroco de la Iglesia de Santa María, Juan Romero de Figueroa.

Batalla de Vélez-Málaga primer intento de reconquista

Una flota francesa al mando del conde de Toulouse intentó recuperar Gibraltar pocas semanas después enfrentándose a la flota angloholandesa al mando de Rooke el 24 de agosto a la altura de Málaga. La batalla naval de Málaga fue una de las mayores de la guerra. Duró trece horas pero al amanecer del día siguiente la flota francesa se retiró, con lo que Gibraltar continuó en manos de los aliados. Así que finalmente consiguieron lo que habían venido intentando desde el fracaso de la toma de Cádiz en agosto de 1702: una base naval para las operaciones en el Mediterráneo de las flotas inglesa y holandesa.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 02:22

Asedio de TURIN 1.706


El Asedio de Turín de 1706 tuvo lugar con el cerco a la ciudadela fortificada piamontesa por parte del ejército franco-español (asedio que duró 117 días) durante el curso de los acontecimientos bélicos de la Guerra de Sucesión Española, a cuya conclusión se firmó el Tratado de Utrecht (1713) que reconocía a Víctor Amadeo II, duque de Saboya, como el primer rey de su dinastía.

Por sus relevantes circunstancias y la importancia de la ciudad (una de las poquísimas capitales europeas sometidas a asedio), el hecho tuvo una gran resonancia internacional.


En 1700 moría sin descendencia el rey Carlos II de España (último representante de la Casa de Austria). Desde hacía ya unos años, las condiciones de salud del soberano, que nunca habían sido buenas, empeoraban peligrosamente. Las monarquías europeas, conocedoras de la situación, comenzaron un complejo trabajo diplomático de cara a la sucesión.

Se movilizaron particularmente Luis XIV de Francia y el emperador Leopoldo I: el primero porque se había casado con la infanta española María Teresa de Austria, hija de Felipe IV y hermanastra de Carlos II; y el segundo porque se había casado con la también hija de Felipe IV, la infanta Margarita Teresa de Austria.

En realidad, lo que estaba en juego era el control de la Monarquía Española con sus dominios en Europa y las Indias. Además los Habsburgo de Austria reclamaban derechos como parientes directos de la hasta entonces casa reinante en España.

Carlos II, indeciso, pidió consejo al Pontífice, el cual temiendo que si la corona española recaía en manos de los Habsburgo austríacos se podría volver a repetir aquella concentración de poder que se dio con el emperador Carlos V, aconsejó al soberano que lo mejor sería la sucesión borbónica. Además Carlos II estaba sometido a la presión del partido filipista de la Corte de Madrid, encabezado por el primado de España, el cardenal Luis Manuel Fernández Portocarrero, que en esos momentos era el encargado de dirigir la política española. Todo esto hizo que finalmente se decidiese por designar como sucesor a Felipe de Anjou, segundogénito del Delfín de Francia, nieto de Luis XIV y bisnieto por línea materna de Felipe IV, como así rezaba su testamento:

...declaro sea mi sucesor, en caso de que Dios me lleve sin dejar hijos, al Duque de Anjou, hijo segundo del Delfín, y como tal le llamo a la sucesión de todos mis Reinos y dominios, sin excepción de ninguna parte de ellos...

La apertura del testamento desató el conflicto, ya que la nueva alianza España-Francia estaba destinada a romper el equilibrio europeo. El conflicto que estalló, conocido como Guerra de Sucesión Española, tuvo una duración de 10 años y concluyó con los tratados de Utrecht (1713) y Rastatt (1714).

El conflicto enfrentó por una parte a Inglaterra, el Imperio, Portugal, Dinamarca y la República de Holanda y de otra a Francia y España, la cual había aceptado a Felipe de Anjou como nuevo rey con el nombre de Felipe V.

El ducado de Saboya se encontraba entre Francia y el Ducado de Milán, territorio español, y constituía, por tanto, un corredor militar natural que conectaba a ambos aliados, por lo cual Luis XIV casi obligó al duque Víctor Amadeo II a una alianza con los franco-españoles.

Víctor Amadeo II, aconsejado por su primo el Príncipe Eugenio de Saboya-Carignano, conde de Soisson y general de las tropas imperiales, tuvo la intuición de que esta vez la batalla principal entre Francia y el Imperio tendría lugar en Italia y no en Flandes o Lorena. Sobre la base de este convencimiento, decidió aliarse con los Habsburgo, que eran los únicos que, en caso de victoria, podían garantizar la independencia del Estado saboyano.

De hecho, una alianza con Francia, en caso de victoria de esta última, no habría hecho más que acentuar el estado de sumisión de los Saboya a los galos, que ya duraba cerca de un siglo, mientras que el emperador le prometía el Montferrato, parte de la Lomellina y de la Valsesia, el Vigevanasco y parte de la provincia de Novara.

Fue una elección hábil e inteligente, pero al mismo tiempo arriesgada, porque en caso de derrota del ejército saboyano, habría sido completamente desposeído de sus dominios.

La elección efectuada por Víctor Amadeo II en el otoño de 1703 (Tratado de Turín) indujo a Luis XIV a iniciar las operaciones, primero contra Saboya y después el Piamonte.

La ciudadela

Situadas entre dos fuegos (al oeste Francia y al este el ejército español, que controlaba la Lombardía), las tierras saboyanas fueron rodeadas y atacadas por tres ejércitos. Perdidas Susa, Vercelli, Chivasso, Ivrea y Niza en 1704, solo resistía la ciudadela de Turín, fortificación mandada erigir por el duque Manuel Filiberto de Saboya 140 años antes.

Importante fue el rol jugado por las llamadas gallerie di mina, túneles excavados en el subsuelo circundante a la ciudadela, en los cuales se movía un cuerpo especial de soldados: eran en total 51 más 350 excavadores que patrullaban este intrincado laberinto de galerías haciendo explotar barriles de explosivos bajo las filas de los soldados franceses. La profundidad de las galerías, dispuesta sobre dos niveles, alcanzaba casi los 14 m.

El sistema de galerías de minas y contraminas, utilizado desde antiguo, tomó un nuevo impulso y sistematización después de la caída de Famagosta (Chipre) en 1571, en la cual los otomanos las usaron bajo los muros enemigos.

Ya en 1572 Manuel Filiberto ordenó la construcción de un sistema de contraminas para defender el bastión de San Lazzaro. Para los aprovisionamientos hídricos, la ciudadela fue dotada del llamado Cisternone, un enorme pozo (cuya forma recordaba al de San Patrizio de Orvieto), gracias al cual la plaza fuerte gozaba de una fuente de agua casi perenne. Estas medidas bélicas, que se fueron engrandeciendo con los años, hicieron de Turín una de las ciudades mejor defendidas de Europa.

En agosto de 1706 los ejércitos franco-españoles estaban preparados para atacar Turín y situados en las cercanías de la ciudadela, pero el comandante, Louis d'Aubusson de la Feuillade, pensaba que los hombres a su disposición eran todavía insuficientes y prefirió esperar refuerzos. Esta decisión se reveló un error porque dará tiempo a la ciudad para fortificarse hasta la colina y reagruparse en torno a la ciudadela en previsión de un largo asedio.

[b]El asedio[/b]

El asedio se inició el 14 de mayo cuando las tropas franco-españolas (compuestas por más de 40.000 hombres) se colocaron estratégicamente de frente a la fortaleza. Según la leyenda, ese día un eclipse de sol oscureció el campo de batalla a las 10:15, permitiendo ver la constelación de Tauro. El sol era el símbolo de Luis XIV y este hecho animó sobremanera a las tropas defensoras, que se imaginaron una fácil victoria.

El mariscal de Francia, el marqués Sébastien Le Prestre de Vauban, experto en técnicas de asedio, habría preferido un ataque lateral a la fortaleza considerando la red de galerías de contraminas como un obstáculo infranqueable, pero La Feuillade no hizo caso y ordenó a 48 ingenieros militares excavar numerosas líneas de trincheras. Aquello que para Vauban era un peligroso cavillo delle mine se reveló de hecho como fatal.

Por su parte los asediados, apoyados por la población (que participó directamente en la batalla), infligieron numerosas bajas al ejército enemigo. La batalla continuó durante todo el verano de 1706.

El 8 de junio el duque de La Feuillade envió un mensajero a Víctor Amadeo con una oferta en la que daba al duque la posibilidad de huir libremente de Turín para escapar de los bombardeos. Luis XIV había dado órdenes de no poner en peligro la vida del soberano enemigo, pero éste rehusó incluso comunicar la ubicación de sus apartamentos a fin de que no fuesen bombardeados: «Il mio alloggio è là dove la battaglia è più furiosa» («Mi alojamiento es allá donde la batalla es más furiosa»), habría sido su respuesta.

De todas formas, el duque no tenía intención de permanecer en la ciudad por mucho tiempo: el 17 de junio Víctor Amadeo II dejó Turín para encontrarse con el príncipe Eugenio de Saboya, su primo, que estaba yendo en su ayuda al mando de las tropas imperiales. La ciudad fue dejada bajo la dirección del general austríaco Wirich Philipp von Daun.

El principal objetivo de los franceses fue dar con una entrada a la fortaleza que les permitiese penetrar en masa. La operación no se reveló nada fácil: entre el 13 y el 14 de agosto fue descubierta una entrada, a la cual los asediadores pudieron acceder después de numerosas bajas. Cuando todo parecía ya perdido, los asediados la hicieron explotar sepultando a sus enemigos.

Diez días después, los franceses se lanzaron a un ataque sangriento a la Mezzaluna di Soccorso con 38 compañías de granaderos. Los piamonteses se defendieron utilizando también material inflamable. Al final, la victoria fue de los turineses, que obligaron a los enemigos a retirarse, pero sobre el campo de batalla quedaron más de 400 víctimas solo de parte saboyana. Temiendo el brote de una epidemia, el conde Daun hizo preparar una fosa donde hizo quemar los cadáveres.

En este punto sucede el célebre episodio de Pietro Micca, que sacrificó su propia vida para frenar el enésimo ataque francés a las galerías subterráneas. La situación parecía perdida para los piamonteses, tanto que el duque de Orleans, capitán del ejército de Luis XIV, había llegado a Turín para darles el golpe de gracia.

La batalla

Sua maestà il duca di Savoia ha messo a repentaglio la sua persona non solo per la sua gloria immortale, ma anche per il maggior bene delle causa comune e per il sollievo e la pace dei suoi sudditi e paese, si è esposto intrepidamente al maggior fuoco e vi ha preso parte dall'inizio alla fine, ed ha condotto personalmente i soldati e respinto il Nemico al di là del Po.

Relación de la batalla llevada por el conde Hamilton a la corte de Viena.

El 2 de septiembre los dos Saboya subieron a la colina de Superga, desde donde se dominaba toda la ciudad, para estudiar la táctica de contraofensiva, decidiendo rodear al enemigo mediante el empleo del grueso de su ejército y una parte de la caballería hacia la zona noroeste de la ciudad, la más vulnerable, a pesar de que esto constituía también un riesgo por la cercanía de las líneas francesas.

Éstos, por su parte, no podían hacer otra cosa que tratar febrilmente de encerrarse en sus propias trincheras; la llegada de un contingente de socorro de tales dimensiones les había cogido claramente desprevenidos. Eugenio de Saboya se expresó de la siguiente forma:

Ces gents là sont dejà a demi battues.
Estas gentes están ya medio derrotadas.

El 5 de septiembre fue interceptado en Pianezza por la caballería imperial un convoy con dirección al campo francés. Se trataba de un importantísimo éxito estratégico por parte del príncipe Eugenio de Saboya; a consecuencia de ello los franceses tuvieron que racionar sus municiones.

El 6 de septiembre la estrategia de rodear a las tropas francesas llevó a las tropas saboyanas a posicionarse entre los ríos Dora Riparia y Stura di Lanzo. El enfrentamiento final se inició el 7 de septiembre cuando las tropas austro-piamontesas se dispusieron a lo largo de todo el frente y rechazaron cualquier tentativa de contraofensiva franco-española.

El plan del príncipe Eugenio preveía la ruptura del ala derecha francesa a través de la disciplinada infantería prusiana del príncipe Leopoldo de Anhalt Dessau. El ataque sobre este lado fue particularmente sangriento, y sólo al cuarto intento los prusianos consiguieron romper la resistencia francesa. En particular el regimiento de La Marine, que defendía el extremo derecho francés, se encontró sin más municiones en medio del ataque decisivo y, sin refuerzos ni provisiones, se dio a la fuga.

En este punto, después de a ver rechazado el contraataque de la caballería de d'Orleans, la victoria era una cuestión de tiempo. La caballería imperial fue reorganizada por el príncipe Eugenio para aniquilar definitivamente a la adversaria, ataque en el cual participó Víctor Amadeo II. Numéricamente inferiores, los franceses fueron obligados a ponerse en fuga hacia los puentes del Po, abandonando a su propio destino al ala izquierda.

Las fuerzas imperiales del centro y del ala derecha tenía la misión de tener ocupadas a las tropas francesas contrapuestas. Un intento de ataque consiguió la ruptura temporal del frente de d'Orleans, el cual se vio obligado a intervenir con parte de la caballería para cerrar la brecha. Lucento, potentemente fortificada y defendida por dos de los mejores regimientos franceses, Piemont y Normandie, no fue nunca ocupada por un asalto, pero fue abandonada por los defensores después de haber cubierto la retirada de las divisiones que cubrían el centro y la izquierda francesa.

Los franceses habían perdido cerca de 6.000 hombres, frente a los 3.000 austro-piamonteses. En los días siguientes, casi 7.700 franceses cayeron todavía en los enfrentamientos con los saboyanos o a causa de las heridas.

Víctor Amadeo II y el príncipe Eugenio de Saboya entraron en la ciudad ya liberada por la Porta Palazzo, dirigiéndose hacia la catedral para asistir a un Te Deum de gracias. Sobre la colina de la Superga, como recuerdo de la batalla, los Saboya hicieron construir una basílica real, en la cual cada 7 de septiembre se celebra un Te Deum.

[b]Después de la batalla[/b]

En recuerdo de la batalla, que tan profundamente marcó la futura historia piamontesa, se efectuaron grabaciones en los pilares de la ciudad con la fecha 1706 y la efigie de la Madonna della Consolata (después de que el santuario de della Consolata no fuera dañado, casi milagrosamente, por las bombas).

Para recordar siempre la batalla, un futuro barrio turinés fue bautizado con el nombre de Borgo Vittoria. Además, en el centro de la ciudad existen numerosas calles que recuerdan, con sus nombres, a personajes destacados de la batalla: desde Via Pietro Micca hasta Via Vittorio Amedeo II.

También se organizaron grandes manifestaciones para celebrar el bicentenario y el tricentenario de la batalla: en 1906, en una Turín ya convertida en el centro industrial de Italia, el encargado de organizar los festejos fue Tommaso Villa, bajo el patrocinio del alcalde de la ciudad, Secondo Frola. Para la ocasión se celebraron congresos de carácter histórico, se publicaron libros, se inauguraron monumentos, etc. La gran repercusión de estos hechos llevó a declarar (25 de agosto) la casa de Pietro Micca en Sagliano como Patrimonio nacional.

En ocasión del tercer centenario, en 2006, se realizó una gran reconstrucción histórica con figurantes provenientes de asociaciones históricas de media Europa, y además se organizó una exposición en la torre del homenaje de la ciudadela.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 02:27

Batalla de VILLAVICIOSA 1.710


La batalla de Villaviciosa tuvo lugar el 10 de diciembre de 1710 durante la Guerra de Sucesión Española, un día después de la batalla de Brihuega.

Después de tener que abandonar Madrid por la imposibilidad de defenderla con éxito, las tropas leales al Archiduque Carlos iniciaron una retirada ordenada hacia Barcelona, hostigadas ocasionalmente por guerrilleros a favor de Felipe V de España. El ejército franco-español presente en el centro de España, capitaneado por Luis José de Borbón, Duque de Vendôme, empezó una persecución agresiva con el objetivo de derrotar de forma definitiva a las fuerzas aliadas presentes en la península Ibérica. Pronto dio alcance a la retaguardia, el grupo británico de 4.000 a 5.000 hombres, al mando de James Stanhope, Primer Conde de Stanhope. El 8 de diciembre de 1710 se enfrentaron ambas fuerzas en Brihuega, y los ingleses, ampliamente superados en número, fueron completamente derrotados y hechos prisioneros los supervivientes, tras oponer feroz resistencia.

[b]La batalla de Villaviciosa[/b]

Guido von Starhemberg, que había recibido demasiado tarde noticias del peligro en que se encontraba el grupo británico, retrocedió de inmediato y plantó cara al ejército franco-español en una sangrienta batalla en los alrededores de Villaviciosa de Tajuña. El ejército aliado mantuvo el control del campo de batalla, pero ambos bandos la consideraron una victoria.

Resultado

A pesar del empate técnico, la batalla supuso un éxito para Vendôme, ya que el ejército del Archiduque, aunque logró proseguir su retirada de forma ordenada, se vio aún más debilitado y fue hostigado a cada paso por los irregulares y la caballería franco-española. Para cuando llegaron a Barcelona el 6 de enero de 1711, se había visto reducido a unos 6.000 o 7.000 hombres, y la ciudad era prácticamente el único enclave español en reconocer la autoridad del Archiduque Carlos.

Orden de batalla

El ejército franco-español bajo las órdenes del duque de Vendôme formó de la siguiente manera (el rey Felipe V participó en la batalla, en los escuadrones de caballería del ala derecha):

Primera línea:

Ala derecha: Escuadrones de Caballería, al mando del marqués de Valdecañas, auxiliado por el teniente general Armendariz, el mariscal de campo Ronquillo y el brigadier Melchor de Portugal:

Dragones de Caylus.
Dragones de Vallejo (tres escuadrones).
Dragones de Osuna.
Caballería de Guardias de Corps (cuatro escuadrones).
Caballería de Granada Viejo.
Caballería de Piñateli.
Caballería de Órdenes Viejo (cuatro escuadrones).
Centro: 16 batallones de Infantería al mando del conde de las Torres, auxiliado por el capitán general marqués de Toy, el teniente general marqués de la Ber, el mariscal de campo conde Harcelles y los brigadieres Rufo, Charni, Rivadex, Rupelmonde, Borbón y Terri:

Infantería de Guardias Españolas de Amézaga (tres batallones).
Infantería de Guardias Walonas (tres batallones).
Infantería de Comesfort (un batallón).
Infantería de Castellar (un batallón).
Infantería de Gueldres (un batallón).
Infantería de Benmel (un batallón).
Infantería de Santal de Gende (un batallón).
Infantería de Armada (un batallón).
Infantería de Lombardía (un batallón).
Infantería de Milán (un batallón).
Infantería de Uribe (un batallón).
Infantería de Mulfeta (un batallón).
Ala izquierda: Escuadrones de Caballería y Dragones al mando del conde de Aguilar, auxiliado por el teniente general Mahony, los mariscales de campo Conde de Montemar y Joseph de Amézaga, y el brigadier Crevecoeur:

Dragones de Marimon.
Dragones de Quimalol.
Dragones de Grinao.
Caballería de Santiago Viejo.
Caballería de Bargas.
Caballería de la Reina (cuatro escuadrones)
Segunda línea:

Ala derecha: Escuadrones de caballería al mando del conde de Merode, subordinado al marqués de Valdecañas. Estaba auxiliado por el mariscal de campo Tomás Idiáquez y el brigadier Pozoblanco:

Caballería de Asturias (cuatro escuadrones).
Caballería de La Muerte.
Caballería de Pozoblanco (cuatro escuadrones).
Caballería de Estrella.
Caballería de Lanzarote (tres escuadrones).
Caballería de Extremadura (tres escuadrones).
Centro: 15 batallones de Infantería al mando del teniente general Pedro de Zúñiga, auxiliado por el mariscal de campo Grafton, y los brigadieres Correa, Pertoni, Hercel, Pedroche, Estrada y duque de Petroameno:

Infantería de Castilla (un batallón).
Infantería de Murcia (un batallón).
Infantería de Trujillo (un batallón).
Infantería de Saboya (un batallón).
Infantería de Écija (un batallón).
Infantería de Mar de Nápoles (un batallón).
Infantería de Extremadura (un batallón).
Infantería de Toledo (un batallón).
Infantería de Sicilia (un batallón).
Infantería de Coria (un batallón).
Infantería de Bajeles (un batallón).
Infantería de Vitoria (un batallón).
I Cuerpo de Infantería de Segovia (un batallón).
II Cuerpo de Infantería de Segovia (un batallón).
Infantería de Nápoles (un batallón).
Ala izquierda: Escuadrones de Caballería al mando del teniente general Navamorquende, subordinado al conde de Aguilar. Estaba auxiliado por el mariscal de campo Cárdenas y el brigadier Carvajal:

Caballería de Rosellón Nuevo (cuatro escuadrones).
Caballería de Granada Nuevo.
Caballería de Velasco.
Caballería de Carvajal.
Caballería de Raja.
Caballería de Jaén
Caballería de Rosellón Viejo (cuatro escuadrones)
Artillería: al mando del Capitán General de Artillería Manuel Coloma Escolano, marqués de Canales, quien dispuso sus 23 cañones en dos líneas.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 02:35

Batalla de ZARAGOZA 1.710


La batalla de Zaragoza o batalla del monte Torrero se libró el 20 de agosto de 1710 en el marco de la Guerra de Sucesión Española.

Las tropas leales al Rey Felipe V que habían sido derrotadas en la batalla de Almenar el 27 de julio de 1710 abandonaron seguidamente Cataluña y la capital de Aragón. Su comandante, el marqués de Bay, hizo acampar a sus 20.000 hombres entre el río Ebro y el monte Torrero.

Su contrincante, el ejército aliado, contaba con unos 23.000 hombres, al mando del príncipe austriaco Starhemberg.

El 15 de agosto, las fuerzas leales a Felipe V rechazaron un ataque de la caballería enemiga, al que siguieron numerosas escaramuzas durante cinco días consecutivos. El ejército aliado a su vez atravesó sin problemas el Ebro el 19 de agosto y se desplegó en orden de batalla durante la noche.

La batalla

El ala izquierda de los aliados estaba formada por regimientos aragoneses-valenciano-catalanes y holandeses al mando del Conde de Atalaya, en tanto que el ala derecha estaba constituida por un cuerpo expedicionario anglo-austriaco a las órdenes de James Stanhope. El centro del ejército lo componían tropas alemanas mandadas por el propio Guido von Starhemberg.

El 20 de agosto de 1710 a las 8 de la mañana comenzó un duelo de artillería que duró hasta el mediodía. Los combates de la tarde fueron una réplica de los de la batalla de Almenar: la caballería castellana atacó con bravura y estaba a punto de abrir una brecha cuando las tropas anglo-austriacas contraatacaron y pusieron en desbandada al enemigo, causándole 3.000 muertos y más de 4.000 prisioneros. Con la ayuda de un molinero del lugar, Felipe V logró escapar de la captura disfrazado de soldado raso.

Consecuencias

El 21 de agosto de 1710, el Archiduque entraba en Zaragoza y reconquistaba el reino de Aragón. El Ejército Real español estaba aniquilado y el camino a Madrid abierto para el pretendiente de los Habsburgo. Felipe V abandonó Madrid el 9 de septiembre y se refugió en Valladolid.

La entrada en Madrid del Archiduque Carlos el 28 de septiembre no tuvo nada de triunfal por la hostilidad de la población. Entonces fue cuando hizo su famoso comentario: «Esta ciudad es un desierto». Durante el invierno siguiente se vio obligado a salir finalmente de Madrid para enfrentarse a la contraofensiva francesa, la cual le reportó la primera derrota en Brihuega, siendo después vencido definitivamente en la batalla de Villaviciosa.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 02:53

Batallas de CIUDAD RODRIGO 1.706 - 1.707


Dos importantes batallas tuvieron como protagonista a Ciudad Rodrigo, en mayo de 1706 y octubre de 1707, alternando su dominio primero las tropas que apoyaban la causa de Carlos de Austria y recuperándola más tarde para Felipe de Borbón.

El 22 de septiembre de 1704 hay un primer amago de los aliados para sitiar Ciudad Rodrigo. Unos meses antes, dentro de los preparativos de defensa, el obispo había permitido el alojamiento de tres regimientos de soldados en los conventos de San Francisco, San Agustín, Santo Domingo y la Santa Trinidad. Posteriormente, vistas las necesidades, permite también la utilización de las ermitas para alojar “gente de guerra”, aunque con la salvedad de que “se procure entren los españoles”. Los preparativos para la defensa de Ciudad Rodrigo se suceden en las semanas siguientes. A principios de abril se ordena a la Ciudad que se realoje a los soldados de las ermitas, muchos de ellos enfermos, en otras casas, conventos y en la hospedería de los premostratenses. También se ordena desocupar el cuartel de la calle La Salud, “dejando aquellas casas para otros menesteres”.

Francisco Ronquillo, gobernador de las armas de la frontera de Castilla, dice que “por ningún modo ni en ningún acontecimiento los soldados de milicias se hospeden en los conventos”. Sin embargo, en San Agustín se ofrecen dos colegios, ya que el otro era necesario para “leer sus lectores”. Los de Santo Domingo y la Trinidad están en disposición. No obstante, sólo se aprovecha la hospedería de La Caridad y varias casas desocupadas: “la que vivió Antonio Carlos, procurador, en la calle del Sepulcro; en la calle de La Salud, otra de Juan Moro que hace esquina en la cortina del arrabal de San Andrés…”

Las intenciones de los aliados portugueses por sitiar Ciudad Rodrigo, como se ha mencionado antes, fueron evidentes en septiembre de 1704, un anticipo de lo que llegaría en 1706, cuando se produjo la capitulación de la plaza. Así refirió la Gazeta lo acontecido esos días: “El exército de los enemigos vino con su rey de azia Almeyda con todos aparatos para sitiar esta plaza, pues trahía entre otras prevenciones la de mil escalas, y más de 1.000 corazas a lo antiguo, para trepar por ellas, como lo han declarado los desertores. Nuestro exército, mandado por el señor duque de Bervic, se adelantó a esperarlos al vado del río y asentó sus reales en Saelizes el Menor. Hubo algunas escaramuzas hasta el día 5 y estuvieron los exércitos a una lengua de distancia; mas, aunque nuestra cavallería (con no haberse juntado aún todos las tropas), provocó a los enemigos a batalla; no se quisieron dar por entendidos…”

De las escaramuzas de septiembre y octubre de 1704 pasamos a la formalización del sitio y la capitulación de Ciudad Rodrigo de mayo de 1706. “Después de la sangrienta toma de Alcántara por los aliados, éstos mandados por el Marqués de las Minas, se dirigieron a Ciudad Rodrigo, con un ejército de 40.000 hombres entre portugueses, holandeses e ingleses (éstos unos 12.000 dirigidos por millord Gallovay). Se aproximan a Ciudad Rodrigo a mediados de mayo. La ciudad contaba al menos con dos regimientos de tropas, y levantó dos compañías de milicias, una de caballería y otra de infantería.

También había procurado reforzar el sistema defensivo y hacer aprovisionamientos de víveres. Además se habían hecho diversos llamamientos para que se acudiera en su ayuda. Parece ser que los refuerzos del ejército del Duque de Berwick acampado en el pueblo de Martín del Río no pudieron llegar a tiempo. Ciudad Rodrigo fue sitiada estrechándose el cerco el 21 de mayo de 1706 [ese día se tomó el convento dominico]. El Marqués de las Minas, la conminó a entregarse. Ciudad Rodrigo se negó a ello y, aunque tenía abierta brecha, resistió cinco días. Capituló el día 25. Era gobernador de la plaza D. Antonio de la Vega, salió de la ciudad y se dirigió con algunas tropas hacia Valladolid. Sin embargo, queda claro que la ciudad se defendió durante 8 días.”

La muralla de Ciudad Rodrigo fue derribada en varios puntos. Una vez tomada, los aliados realizaron el saqueo de edificios públicos y de bastantes viviendas particulares. Se apoderaron de trigo y otros granos, harina, salvado, dinero, plata, papel sellado, tabaco... además encarcelaron a algunas personas y a otras las enviaron al destierro, mientras quien podía se daba a la fuga. Quedó de corregidor el portugués Luis Brito Caldeira, y por gobernador militar el holandés Diego Farrel. Las condiciones de la rendición no fueron excesivamente duras: las milicias auxiliares de Burgos y Valladolid, compuestas por unos 2.000 hombres, fueron obligadas a dejar las armas y a jurar que no las tomarían contra los aliados; y al regimiento de Asturias de tropas veteranas se le exigió que no había de servir en un año.

La ocupación de la ciudad por los imperiales duró 16 meses, durante los cuales además de la sangría demográfica que supuso, los vecinos tuvieron que contribuir con cargas y utensilios para los nuevos dueños; los negocios judiciales sufrieron gran detrimento; el cobro de arrendamientos, alcabalas y tercias se hizo difícil, cuando no imposible; entre otras medidas, los aliados se apoderaron de las rentas y frutos de los mayorazgos; y finalmente la atonía caracterizó al comercio, y la vida en general de sus vecinos que se vieron “dominados, afligidos y atormentados”, aunque también hubo alguna excepción.

Con la caída de Ciudad Rodrigo también pasó a ser dominada por el ejército aliado toda su jurisdicción, pero no sólo por ser distrito administrativo, sino por la acción directa de los imperiales en la mayoría de los pueblos.

En la Gazeta de 31 de mayo de 1707 se hace referencia a las medidas adoptadas por las tropas ocupantes, entre ellos la toma de prisioneros: “Se han llevado los portugueses de Ciudad Rodrigo a las personas de más representación, assí eclesiásticas como seculares”. Pero es que ya antes, a principios de año, habían tomado otras medidas similares: “Ay noticias de Ciudad Rodrigo del gran cuydado en que se hallan los portugueses para su defensa, aviendo retirado de ella a muchos religiosos y eclesiásticos por afectos a nuestro rey. También han desterrado a otros seculares por el mismo motivo, por reconocerlos con algún aliento para el recobro de su libertad; de suerte que aún la plaza no tiene ciento de sus vezinos”. Y continúa señalando que “han sacado la guarnición de Almeyda para poner en Ciudad Rodrigo 900 infantes y 300 caballos, que no se atreven a hazer salidas por estar a la vista alguna gente nuestra”.

Ciudad Rodrigo se había convertido durante este tiempo en el centro de las operaciones de los aliados. Con el “continuo movimiento de los ejércitos aliados y con las consiguientes exacciones, violencias y excesos y, entre tanto, ocupada la plaza por una guarnición de soldados extranjeros, la mayor parte gente aventurera y desalmada, se pasaron los diez y siete meses de la más dura, tiránica y oprobiosa dominación extranjera de cuantas ha sufrido nuestra ciudad en su larga y azarada historia”.

Pero los españoles estaban dando la vuelta a la situación y con ello minaban el ánimo de los aliados imperiales.
El 18 de septiembre de 1707 se presentó ante los muros de Ciudad Rodrigo el marqués de Bay dispuesto a arrebatar su presa a los aliados. La Gazeta recoge una información del 30 de septiembre sobre los movimientos realizados: “La noche del día 20 entraron algunos soldados del regimiento que llaman de la Muerte en el arrabal; que el 21 dispararon de la plaza algunos tiros de fusil a los que llevaban las faginas, pero sin daño; que el 22, después de la media noche, se ocuparon los tres conventos: el de San Francisco 150 hombres del regimiento de Toro; el de Santo Domingo, más vezino a la plaza, lo ocupó el regimiento de Lombardía; y el de Santa Clara 300 franceses.

El 23 hizieron los enemigos una salida, perdieron 50 hombres, un coronel y el sargento mayor de la plaza. El 24 se ocuparon los nuestros del convento de la Trinidad, a 80 pasos de la estrada cubierta. El 25 se empezó a trabajar en las baterías de 12 cañones y aviendo intentando los enemigos escapar su cavallería a Almeyda, no lo pudieron conseguir por estar cerrados los pasos. El 26 hubo disparos contra los trabajadores, pero sin daño por hallarse ya cubiertos. El 27 se puso una batería de cinco morteros que tiran a la estrada cubierta piedras y bombas.

Llegaron 13 compañías del regimiento de Orense, que algunas pasaron a detener a la guarnición de San Felices. El 28 se puso una batería de 3 piezas. Pusieron los enemigos otra de dos y el 29 se les desmontó la una. Se trabaja en concluir la batería grande, haziendo la de bombas contra la estrada cubierta mucho fuego. Llegaron este día 1.230 hombres de quatro regimientos de infantería de Galicia. El día 30 se les desmontó otra pieza y se les rebentó un mortero de los grandes. Se dispone una batería de seis piezas y acaba de llegar el señor conde de Aguilar. De la plaza van desertando muchos”.

Un estilo telegráfico, pero con un mensaje claro: la recuperación de la plaza es inminente, después de haber tomado ya los conventos y de haberse acercado a la muralla principal, tras superar lógicamente la cerca del arrabal y disponer la estrategia necesaria y los recursos para el asalto final.

El coronel de artillería Antonio de Leiva fue el encargado de comunicar a los redactores de la Gazeta la buena nueva de la restauración y conquista de Ciudad Rodrigo el 4 de octubre:

“Aviendo puesto el señor marqués de Bay una batería de 10 piezas, abrió suficiente brecha para que no llamando a capitular a los enemigos, se les diese el asalto el día 4, el cual se executó por la tarde con tanta facilidad que con muy corta pérdida de los nuestros se hizo prisionera la guarnición de 1.878 soldados y 280 oficiales; y como fue tan vigoroso el asalto, quedaron también 300 muertos y 600 entre enfermos y heridos en la plaza. Se han cogido 56 vanderas y 13 piezas de artillería, tres morteros, muchas municiones de guerra y víveres para un año, aviéndose debido a la buena conducta del señor marqués de Bay, actividad y disposiciones del señor conde de Aguilar, y a lo que se señalaron en la función de todos los oficiales a quienes tocó la operación; y, asimismo, los aventureros condes de Ablitas, marqués de Sufraga, D. Pedro Borrás y D. Pedro de Orduña; y los cuatro cavalleros de Salamanca, excediéndose todos generalmente unos a otros en el ardimiento y en el valor con que cada uno quiso entrar el primero en la plaza”.

Ganada la ciudad, las cosas se tornan y los dominadores pasan a dominados. El saqueo corre a cargo de las tropas franco-españolas y se hace de las casas de los sospechosos de afectos a los portugueses. Como antes, pero ahora por los nuevos gobernantes, se aplican las medidas de confiscación de bienes, destierro, encarcelamiento e incluso pena de muerte. Con los dos sitios media ciudad ha quedado destruida. Entre tantos escombros se especificaron como dañados, caídos o ruinosos el molino de Carbonero, los hornos de pan y el convento de monjas de Sancti Spíritus.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 14:47

Como colofón a la serie de batallas sobre la guerra de sucesión, y a pesar de haberme dejado en el tintero algunas, de las que no he podido encontrar información, aún cuando me consta que se produjeron, paso a detallar los hechos ocurridos el 11 de Septiembre de 1714, trás los que puede darse por completamente finalizada la Guerra de Sucesión Española, en la que hemos podido ver como nuestra patria fue despojada de una parte de su imperio por Inglaterra, que aprovechó la ocasión para ir creando su propio imperio marítimo, y como sufrimos una guerra por los intereses de potencias extranjeras que en realidad no nos importaban lo más mínimo.
[b]
LA GUERRA DE SUCESIÓN TERMINA CON LA DIADA DE CATALUÑA
[/b]



La Guerra Europea de Sucesión a la Corona de España finaliza con la Diada de Cataluña el 11 de Septiembre 1714.

BATALLA DE BARCELONA

En esta fecha los catalanes conmemoran una derrota: la toma de Barcelona al asalto por tropas borbónicas al mando del mariscal inglés Duque de Berwick. Es la batalla final de la guerra europea por la sucesión por la Corona española . DINASTIAS HABSBURGO Y BORBON

Después de que Carlos II, el último rey español de la casa de Austria, muriera en Madrid el 1 de noviembre de 1700, las naciones europeas iniciaron lo que se conoce como Guerra de Sucesión con objeto de lograr el control de la Corona de España.

En su testamento, Carlos II entregaba los derechos de la Corona española a Felipe V, un borbón nieto de Luis XIV rey de Francia. Muchos estados europeos se aliaron en contra de la dinastía borbónica: Austria, Inglaterra, Holanda, Saboya, Portugal y Prusia.

La Guerra de Sucesión fue una gran guerra internacional que terminó en territorio español. Fue una guerra entre partidarios borbónicos contra aliados austracistas.

Felipe V no fue un rey impuesto por Castilla ni la Guerra de Sucesión fue una guerra entre Castilla y la periferia. Realmente hubo una Cataluña borbónica, una Valencia borbónica y también una Castilla, Madrid y Toledo partidarias del duque Carlos de Habsburgo (austracista igual que Barcelona). Muchas comarcas catalanas de los pirineos y del interior se mantuvieron firmes y fieles a Felpe V. Es decir, que Madrid, Alcalá y Toledo lucharon en el mismo bando que Barcelona ....

En ambos ejércitos hubo españoles de todas las provincias. En el ejército “maulet” (maulet, ejército austracista y botifler, ejército borbónico) lucharon gallegos, castellanos, valencianos, aragoneses, andaluces, catalanes y también muchos extranjeros. Destacad por su honor y lealtad el “Tercio de Castellanos”, que el 11 de septiembre de 1714 se entregó con decisión a la causa de la defensa de Barcelona hasta el final de la batalla. Partidarios de Felipe V hubo en Vascongadas y Navarra (que mantuvieron su derechos históricos), en Valencia, Cataluña y Aragón.

Antes del asedio y bombardeo del 11 de septiembre de 1714, Barcelona ya había sufrido tres sitios y bombardeos feroces por tropas austracistas. Barcelona fue una plaza borbónica hasta 1705 y en 1704 los aliados austracistas pusieron cerco a la ciudad bombardeándola previamente al asalto final.

La historia oficial no habla de los 6.000 partidarios de Felipe V que tuvieron que abandonar Barcelona después de que ésta fuera tomada por la tropas aliadas. Tampoco se habla de las ejecuciones ordenadas por los austracistas entre 1707 y 1713 ni de los catalanes que integrando los cuerpos de asalto borbónico del duque de Berwick tomaron la ciudad.

Tampoco puede ser presentada la resistencia de Barcelona como una lucha nacionalista catalana contra el centralismo e imperialismo castellano; olvidando que la causa proclamada por Rafael de Casanova, a la cabeza de la burguesía catalana, no eran las del pueblo catalán sino la de una minoría que controlaban las instituciones de Barcelona y que en 1704 se afiliaron al bando aliado con intención de tener poder de decisión en una España gobernada por Carlos de Habsburgo.

La resistencia de Barcelona tampoco puede ser considerada heroica y popular. La verdad es que los políticos de la Generalidad, la nobleza, el clero, no mostraron ningún interés en seguir cercados por las tropas de Felipe V.
¿.... y por qué la Generalidad catalana se pone en contra de Felipe V....?

La burguesía catalana había tenido anteriormente la oportunidad durante 12 años, 1640 a 1652, de comprobar que el centralismo francés era peor que la monarquía española.


PACTO DE CERET ( 1640):
CATALUÑA SE PONE VOLUNTARIAMENTE BAJO LA SOBERANIA DE FRANCIA


La proclamación de la República Catalana se producía el 17 de enero de 1641. La Revuelta de los Segadores se había escapado al efímero control de la oligarquía catalana. La sublevación derivó en una revuelta de empobrecidos campesinos contra la nobleza y ricos burgueses catalanes de las ciudades que también fueron masacrados. La oligarquía catalana que inicialmente estuvo del lado del levantamiento popular se encontró en medio de una auténtica revolución social de los catalanes más pobres.



Cataluña, triunfante,
Volverá a ser rica y estar pletórica.
Atrás con esta gente
Tan satisfecha de sí misma y tan soberbia ¡
Buen golpe de hoz ….
Buena siega, defensores de la tierra!
Ahora es tiempo, segadores,
De estar alertados:
Para cuando llegue otro junio
Afilad bien las herramientas!
Buena siega ….

Con objeto de distraer y calmar los ánimos de los exaltados campesinos, El 17 de enero de 1641 Pau Claris, al frente de la Generalidad de Cataluña, proclamó la República Catalana. Pero una semana después de proclamar la independencia de España, entró en Barcelona el ejército de Felipe IV para recuperar el control. El 23 de enero, el presidente de la Generalidad, Pau Claris, proclamó al Rey de Francia Conde de Barcelona entregando así el Principado de Cataluña a la soberanía francesa. Luis XIII sería sucedido en 1643 por Luis XIV.

Luis XIII lógicamente nombró un virrey francés y copó las instituciones catalanas con una administración pro-franceses. Ahora los catalanes soportaban el coste creciente del ejército francés en su territorio. Fueron 12 años largos de una “república” catalana francesa

Los emprendedores catalanes empezaron a conocer la competencia. Los comerciantes franceses, favorecidos por el gobierno francés, convirtieron a Cataluña en un nuevo mercado para los productos de Francia. Los catalanes habían descubierto cómo tras una estela de virreyes franceses llegaban cantidades inmensas de telas fabricadas por sus compatriotas del otro lado de los Pirineos.

Fueron años terribles, la amistad con Francia no trajo ningún beneficio ni para el pueblo ni para burguesía catalana. Aumentaron las cargas impuestas por el gobierno francés para alimentar ahora a las tropas de ocupación, con el agravante de la guerra y la invasión de mercadería francesa que competía con sus productos en su propio territorio.

[b]LOS MITOS : LA UNIDAD Y CARLOS II EL MEJOR REY DE ESPAÑA[/b]

El Mito habla de una unidad catalana, pero lo cierto es que durante los años de la separación y la alianza con la Francia de Luis XIII no hubo una Cataluña, sino muchas Cataluñas, divididas socialmente y en guerra unas contra otras. En 1643 la guerra civil catalana era ya una realidad, muchos catalanes no compartían aquella demagogia que hacía culpable de todo a la Corona española y colaboraron con el ejército de Felipe IV hasta el final de la contienda, hasta la capitulación de Barcelona en 1652 y la entrada de don Juan José de Austria.

Tras el desencanto, en 1652 la burguesía catalana había decidido volver de buena gana al redil de los Austrias españoles. Luego y para justificar la actitud sumisa ante Carlos II, la burguesía catalana se inventaron un rey sensible a las libertades sagradas de Cataluña.

Este es el mito de Carlos II, “el mejor que ha tenido España”. Un gran rey , pero triste, repleto de enfermedades y preso de un imperio que se desvanecía. La sensibilidad foral de Carlos II no fue mayor que la de los anteriores monarcas austracistas españoles. En realidad lo que realmente había detrás de estas afirmaciones era una burguesía catalana que ahora ya podía reflotar sus negocios sacando jugo a un rey débil y que se consideraba con derecho y autoridad para establecer el marco, foco y dirección de las políticas económicas de la Corona Española.

Pero desgraciadamente algunos años más tarde , este es el drama , falleció sin herederos Carlos II y vino Felipe V ( otro Borbón, cargado de tendencias afrancesadas y con un poderosísimo ejército ) y los bueyes volvieron a arar los campos catalanes y los barcos ingles a bombardear Barcelona.

[b]AÑOS MÁS TARDE ....[/b]

Durante 1701 a 1702 los catalanes inicialmente no fueron antiborbónicos; más bien todo lo contrario. La literatura de los primeros años de reinado de Felipe V, con la llegada de las Cortes a Barcelona, está llena de elogios a Felipe V, rey de España.

Pero en 1704 con el inicio de la Guerra Europea de Sucesión al trono de España, el pragmatismo de la burguesía catalana cambió la orientación de sus preferencias "políticas". Recordaron la desgraciada experiencia del nombrado pacto de Ceret y creyeron que sus intereses económicos estarían más asegurados bajo el poder austracistas. La burguesía catalana pretendía impedir la entrada de productos franceses ( borbónicos) y asegurarse las exportaciones de lanas a Francia desde el puerto franco de Barcelona.

EL TESTAMENTO DE CARLOS II

Al no tener descendientes, Carlos II bajo la presión y estando ya moribundo, testa el Trono de España a favor de un nieto de Luis XIV, Felipe de Anjou, es decir, Felipe V .

Carlos II había tenido un final inimaginable, fue sometido a todo tipo de remedios, incluso conjuros, para que la dinastía Austriaca continuara en España. Soportó presiones increíbles por parte de los embajadores europeos, sobre todo de parte del todo poderoso Rey de Francia Luis XIV.

Eran presuntos herederos al trono español el emperador Leopoldo I, el elector José Fernando de Baviera y Luis XIV de Francia.

Luis XIV era hijo de la hija mayor de Felipe III y esposo de la mayor de Felipe IV, pero ambas habían hecho expresa renuncia de la herencia de la Corona. El monarca francés declaró nula la renuncia de su esposa , alegando que la dote no había sido satisfecha, e hizo renuncia de sus derechos en su segundo nieto Felipe de Anjou, hijo del Gran Delfín Luis, que había muerto.

El emperador Leopoldo I era hijo de la hija menor de Felipe III y esposo de la menor de Felipe IV, que no había renunciado a sus derechos, e hizo renuncia de los suyos en su segundo hijo Carlos.

José Fernando de Baviera era nieto de la infanta Margarita Teresa, hija de Felipe IV, con la cual había casado en segundas nupcias el emperador Leopoldo

Inmediatamente publicado el testamento de Carlos II no sería aceptado por el emperador Leopoldo I, fue considerado ilegal por las formas y porque iba en contra del Tratado de los Pirineos de 1659.

Las potencias europeas, sobre todo Francia, Austria e Inglaterra, pretendían disputarse a finales del siglo XVII los restos del Imperio de España. Pero para ello necesitaban controlar la sucesión de Carlos II, que su imbecilidad e impotencia le impedía asegurar la continuidad de la rama española de la dinastía austriaca.

El Rey Carlos II pertenecía a la Casa de Austria se inclinaba por un príncipe de la rama austriaca de su misma dinastía: el archiduque Carlos, que sería después el emperador Carlos VI. Pero finalmente Carlos II y su corte se convencieron que la mejor forma de asegurar la continuidad del imperio sería entregar la corona al todo poderoso Rey de Francia Luis XIV en la mano de su nieto el duque de Anjou, que reinaría como Felipe V de España y sería el fundador de la casa Borbón española. Abierto el testamento a la muerte de Carlos II, inicialmente fue respetado por las cancillerías europeas pero rápidamente fue rechazado por el Imperio austriaco al que se unión la Corona británica y con esto se inicia la Guerra de Sucesión española. Esta guerra será considerada como una guerra europea en el interior de España y una guerra civil española.

FELIPE V ENTRA EN ESPAÑA

A los diecisiete años Felipe V, cuando salía de su adolescencia, partió para España para asumir la responsabilidad del trono español. En España, la dinastía Borbónica fue apoyada por gran parte por la nobleza castellana, la Compañía de Jesús, comarcas pertenecientes al antiguo reino de Aragón como Castellón, Alicante, el valle de Arán, el interior de las provincias de Barcelona y Valencia, Calatayud o Tarazona.

Entró en España por Irún el 23 de enero de 1701 y fue recibido con entusiasmo en las ciudades de Guipúzcoa y Castilla.

Llegó a Madrid el 18 de febrero de 1701 y mientras se acondicionaba el vejo Alcázar de los Austria se instaló en el palacio del Buen Retiro. El monarca procedió a la expulsión de la corte del virrey de Cataluña, el príncipe Jorge de Darmstadt, adicto a la sucesión austriaca con fuerte apoyos del Principado.

Felipe V ocupó el trono de España, cuya corte y política fueron inicialmente orientadas por la de Versalles. La Corte adquirió rápidamente un fuerte carácter hispano-francés. Las cancillerías europeas se alarmaron al conocer la influencia creciente de los asesores y consejeros franceses en la corte de la corona española: el consejero, marqués de Louville; confesor regio el jesuita Guillermo Daubenton; hacendista francés Juan Orry. Las potencias europeas Austria, Holanda e Inglaterra se mostraron decididas a la guerra por la unión efectiva de las dos Coronas borbónicas.

El 8 de mayo jura solemnemente Felipe V por Rey de España por las Cortes de Castilla en el convento de San Jerónimo, que era entonces la iglesia de palacio.

LAS CORTES CATALANAS DE FELIPE V

Conocedor de la tendencia de los catalanes por mantener su lealtad a la Casa de Austria, decide celebrar cortes en Barcelona. Partió para Barcelona y en el camino juró los Fueros aragoneses en la basílica del Pilar de Zaragoza en medio del entusiasmo popular. En Lérida juró por primera vez los Fueros de Cataluña. Fue recibido con gran agasajo por la aristocracia catalana. En Barcelona se puso en contacto con las ya muy decadentes instituciones forales catalanas.

El 12 de octubre, día en que se iniciaron las Cortes en Barcelona renovó su juramente a los Fueros catalanes. Según Ricardo de la Cierva “Barcelona recibía con aprecio a un Felipe V que se esforzó en ganarse el corazón de la ciudad”

En muchas partes del territorio español, incluidas parte de la Corona de Aragón y de algunos catalanes, vieron con preocupación y desconfianza la llegada al Trono de la Casa de Borbón recelando de sus propósitos. Aprobó en Barcelona concesiones muy importantes como puerto franco para la ciudad que rápidamente alcanzó la primacía en España al permitirse entonces el comercio catalán con las Indias. Concedió catorce títulos de nobleza y otras mercedes nobiliarias. Con el reconocimiento popular y después de encontrarse con su esposa María Gabriela en la ciudad de Figueras el 3 de noviembre instalaron su corte en Barcelona durante el invierno de 1701.

[b]COMIENZA LA GUERRA DE SUCESION[/b]

La Paz iba a ser breve ya que Leopoldo de Austria estaba intrigando en las cancillerías protestantes de Holanda e Inglaterra contra la alianzas francoespañola que hacía peligra los intereses comerciales ingleses en América. Recordemos que Francia tenía en aquel momento ya grandes extensiones territoriales en Canadá y poseía La Luisiana.

El gran enemigo holandés de España, Guillermo III de Orange, rey de Inglaterra, convocó en la Haya guillermo de orange iii(La Alianza de La Haya) el 7 de septiembre de 1701 la gran alianza europea contra Luis XIV; la firmaron Inglaterra, Holanda, Dinamarca y el elector de Banderburgo. En la primavera de 1702 se inició la Guerra de Sucesión simultáneamente en dos frentes, Flandes e Italia.

Felipe V advirtió inmediatamente que el bando austracista de la guerra europea pretendía arrebatarle el trono de España y se puso del lado de su abuelo Luis XIV. La Alianza de la Haya decidió atacar simultáneamente a franceses y españoles.

En los primeros años e la guerra, los ejércitos franceses fueron derrotados en Alemania ( Hochstaedt y Blemheim), en Italia (Turín) y en los Paises bajos (Ramillies y Oudenarde) y tuvieron que replegarse en todos los frentes.

Un cuerpo de ejército inglés atacó junto a holandeses a plazas españolas de Flandes y un potente ejército austriaco al mando del príncipe Eugenio de Saboya, invadió el Milanesado español. Entonces Felipe V, que seguía todavía en Barcelona, parte para Italia y toma el mando de las tropas del ejército francoespañol; dejando la Regencia de España a su joven esposa María Gabriela.

Felipe V llegó a Nápoles por mar y tras sufrir varias heridas, consigue dos grandes victorias al frente de su ejército en la región del Po. Por otro lado, su esposa María Gabriela era recibida mediante una bienvenida apoteósica en Madrid. Mientras tanto las escuadras holandesas e inglesas atacan por sorpresa intereses sensibles de los imperios español y francés.

En julio de 1702 una escuadra anglo-holandesa al mando del almirante inglés Jorge Rooke, compuesta de 50 navíos y 14.000 hombres, desembarcó en Cádiz, donde se les unió el conspirador Jorge de Darmstad, anterior Virrey de Cataluña. “Se apoderaron del Puerto de Santa María y entregaron a la ciudad al saqueo más brutal. Los protestantes antepusieron a todo su odio contra la Iglesia católica, devastando los templos, profanando imágenes y objetos sagrados y entregando las monjas a la soldadesca”, según cuenta el Marqués de Lozoya. La guarnición de Cádiz resistió heroicamente obligando a los navíos enemigos abandonar el asedio. Pero la victoria final de Felipe V y su esposa María Gabriela se iba a conseguir en territorio español gracias al apoyo de la antigua Corona de Castilla.

En 1703 es proclamado en Viena el Archiduque Carlos de Austria como Rey Carlos III de España; esto supone un gran aliciente para los partidarios de la dinastía austriaca. El emperador Leopoldo y su hijo primogénito José firmaron los actos de cesión de sus derechos a la Corona de España a favor del serenísimo archiduque.

El 6 de marzo de 1704, el Archiduque Carlos al frente de un ejército de 8.000 soldados ingleses y 4.000 holandeses se presentó en Lisboa con la intención de entrar en España. Después de reclutar a numerosos portugueses, entró en España por Fuentes de Oñoro, comprendiendo rápidamente que los españoles no apreciaban mucho a los portugueses ni a los protestantes ingleses y holandeses. El Duque de Berwick, al frente de las tropas hispano-francesas, entabló batalla y los rechazó.

27 de mayo de 1704, el inglés Rocke con 45 barcos ingleses y 16 holandeses fondeó por aguas de Barcelona. Iba en la expedición el antiguo Virrey, Darmstadt, que hizo llegar misivas a sus amigos y partidarios a favor del Archiduque. Unos 1.600 marineros desembarcaron en la zona del Besós. El 31, empezó el bombardeo austracista de Barcelona. El 1 de junio, como no se producía el levantamiento popular esperado, los marineros volvieron a sus naves y la flota puso rumbo a Gibraltar, donde desembarcaron con 2.400 soldados ingleses y holandeses, que ocuparon la plaza en nombre del archiduque Carlos y hasta el día de hoy. Las tropas del Archiduque las mandaba el traidor ex Virrey Jorge de Darmstadt

El 22 de agosto de 1705 volvió a Barcelona la flota anglo-holandesa al mando del inglés Peterborough, con 58 navíos, 30 fragatas y 21.000 soldados. Tomaron Barcelona con la ayuda de 1.500 migueletes de Vich. La toma de Barcelona fue dura y costó varios centenares de muertos a los aliados. La población seguía indiferente ante el Archiduque Carlos

El 14 de octubre de 1705 el pueblo de Barcelona, se alza a favor de la causa de Austria, adhiriéndose al Archiduque Carlos.

El 16 de diciembre de 1705 lo hace Valencia. El 27 de junio de 1706 entra Carlos en Madrid y el 29 de junio jura como Rey de España en Aragón.

La derrota de Malplaquet en 1709, agravó la situación de las tropas francesas, pero al año siguiente reaccionaron las tropas de Felipe V, que obligaron al archiduque a abandonar Madrid y ganaron las batallas de Brihuega y Villaviciosa, y en 1711 murió sin sucesión el emperador José I, recayendo la corona en su hermano Carlos.

Inglaterra, fiel a su política de equilibrio, ya no apoyaría la causa del archiduque (ya emperador de Austria) pues su ascenso al trono de España hubiera supuesto el establecimiento el imperio de Carlos V. Los ingleses abandonan la causa de la dinastía austriaca y los borbones toman la iniciativa. El 29 de enero de 1712 se inicia el Congreso de Utrecht.

[b]TRATADO DE UTRECHT[/b]

En Utrecht, 1713, se firmó la paz con Inglaterra, Holanda y Saboya y en el año siguiente en Rastadt con el Emperador. Como consecuencia del tratado de Rastadt, firmado el 6 de marzo de 1714 entre Francia y Austria, el gobierno Francia renuncia a los territorios españoles de Bélgica, Luxemburgo e Italia.

Gracias al tratado de Utrecht Inglaterra consiguió grandes privilegios, de Francia obtuvo Terranova, Acadia y los territorios de la bahía de Hudson y de España Gibraltar y Menorca. El emperador recibió de España los Países Bajos, Cerdeña, Nápoles y el Milanesado; mientras que Sicilia se cedió al duque de Saboya. Holanda recibió ventajas comerciales y Prusia, que había sido erigida en reino en 1701, quedó confirmada en calidad de tal. Felipe V quedaría reconocido rey de España y sus colonias ultramarinas, después de hacer solemne renuncia a sus derechos a la corona francesa.

Firmada la paz con Inglaterra y asegurada su sucesión al trono de España, Felipe V decidió recuperar cuanto antes Cataluña. Se sentía traicionado y fracasada la política de compromiso con Cataluña que había adaptado al inicio de su reinado iba ahora en son de venganza. Los autracistas catalanes, que la verdad no eran todos los catalanes, empezaron a sentir el abandono de sus supuestos amigos: Inglaterra y el emperador Carlos.

Una vez firmados los tratados de Utrech 1713 y de Rastadt marzo 1714 , comienza un periodo de extrema soledad de Cataluña. Los embajadores catalanes en Viena y Londres intentaron negociar una salida digna para Cataluña pero su traición al soberano borbónico desencadenaría los resultados finales del 11 de septiembre de 1714. Los aliados de Cataluña , no ofrecieron más que buenas palabras al "caso de los catalanes". Incluso Inglaterra ya había iniciado conversaciones secretas con Francia en 1711.

El único interés de Inglaterra era asegurarse su comercio a través del Atlántico y esto lo consiguió con el tratado de Utrech, gracias al derecho de asiento y permiso de navío.

La situación fue tan patética que los catalanes llegaron a buscar alianzar con los turcos.

El bombardeo de Barcelona comenzó en abril de 1714, un mes después de firmado el tratado de Utrech.

EL MITICO 11 DE SEPTIEMBRE DE 1714

Y llega el mítico Once de Septiembre de 1714. Pasada la media noche del 10 de septiembre, siete columnas compuestas por unos 20.000 soldados se preparan para el asalto final a las murallas de Barcelona bajo las órdenes del mariscal duque de Berwick, que manda las tropas borbónicas. Debido a la intensidad de las lluvias, las bombas defensivas de la ciudad no llegarán a estallar facilitando la entrada de los borbónicos.

A las 4:30 de la madrugada del 11 de septiembre se desencadena el asalto final de las tropas borbónicas a la vez por todas las brechas. Pasadas 2 horas de combate, y a solicitud del general Villarroel, se presentó en la muralla Rafael Casanova, alcalde de Barcelona, enarbolando la bandera de Santa Eulalia. Por la tarde los generales Villarroel y Sans Miguel aconsejan a los responsables políticos negociar para capitular y evitar la carnicería. Por la noche algunos consejeros de la Generalidad enarbolan bandera blanca señal de rendición final y entrega de la plaza.

En la mañana del 13 de septiembre dos diputados de la Generalidad se presentan al mariscal borbónico, quien no reconoce la institución.

El 15 de septiembre Berwick instituye por decreto la Real junta Superior de Justicia y Gobierno al frente pone a José Patiño. Patiño destituye el 16 de septiembre a diputados y consejeros y demás miembros de la Junta de Brazos. En la Casa de la Ciudad queda extinguido el Consejo de Ciento y después en el Palacio de la Diputación el general lee a los últimos representantes de la Cataluña Autónoma el decreto de disolución firmado por el duque de Berwick que tenía el título español de duque de Liria

Mallorca resiste a los borbónicos hasta el 3 de junio de 1715 en que es tomada Palma.

Durante esta batalla destacaron gran número de patriotas que murieron luchando en bandos opuestos, que lucharon por lograr una España más justa y más libre, por una España no sometida al despotismo político. Entre los patriotas mencionaremos a Rafael de Casanova y Coma (1660-1743), Consejero jefe de la Generalidad ; Salvador Feliú de la Penya; los guerrilleros Antonio Desvalls, Pere Barceló (Carrasclet), Bach de Roda; el General Josep; Antonio de Villarroel, General jefe de Cataluña y comandante de la plaza de Barcelona. Éste último proclamó: "Combatimos por toda la nación española".

El Caso de la Muerte de Rafael de Casanova

Rafael Casanova, no tuvo un comportamiento heroico ni tampoco fue un mártir que muriera resistiendo a las tropas de Felipe V. El conseller en cap, cuya muerte heroica en defensa de Cataluña se ha exaltado tantas veces desde la mitología, realmente no murió entregando su vida a la defensa de las instituciones catalanas.

Avisado por Villarroel de las dificultades para resistir, se presentó en la muralla de la ciudad con el estandarte de santa Eulalia, venerada por los barceloneses, para dar ánimos a los defensores con aquel bando nítido y lleno de patriotismo español:

[b][i]“Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra Nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. Por nosotros y por la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo su rey, la fe de su religión y sus privilegios”[/i][/b]

Después de recibir un balazo en el muslo fue trasladado al colegio de la Merced donde fue atendido con pronóstico reservado. Tras caer Barcelona en manos de las tropas de Felipe V, quemó los archivos, falsificó el certificado de su defunción y delegó la rendición en otro consejero. Tan sólo dos días más tarde de ser herido, logró escapar disfrazado de fraile del cerco de Barcelona y refugiarse en casa de su hijastro en Sant Boi de Llobregat.

[b]Casanova en 1719 fue amnistiado por Felipe V, a quien juró acatamiento (el pragmatismo) volviendo a ejercer como abogado hasta retirarse en 1737. Murió en Sant Boi de Llobregat en el año 1743 a la edad de 83 años, un mártir realmente longevo.
[/b]
Conmemorando La Diada de Cataluña, se realiza todos los años en Barcelona una ofrenda floral en memoria al conseller en cap Rafael Casanova, presentándolo como mártir de la caída de Barcelona cuando en realidad había muerto veintinueve años más tarde en su domicilio en Sant Boi tras recibir el perdón real.

Casanova fue un burgués de Barcelona que en un momento crítico de la Historia de España, fue puesto al frente de una ciudad. Rafael Casanova peleó y defendió su idea de España: los fueros y leyes tradicionales austracistas (los fueros), como eran costumbre en la nación española de aquella época. Defendió Barcelona en nombre de esa España y lo hizo con la determinación que le obligaba la responsabilidad de su puesto de "Conseller en Cap" (Alcalde) de Barcelona .

Pilar Paloma de Casanova y Barón, descendiente de Rafael de Casanova, habla de su antepasado y reivindica su "patriotismo" y "españolidad" frente a los que quieren "adulterar la Historia"

[b]Consecuencias de la Derrota[/b]

Con la caída de Barcelona terminó virtualmente la guerra de Sucesión en España. Después de caer Barcelona, Felipe V (un rey vengativo), suprime los fueros catalanes pero no prohíbe hablar catalán .
Los poderosos catalanes perdieron sus privilegios exclusivos. En las Cortes Catalanas, estaban representaban a los tres estamentos (clero, nobleza y burguesía urbana) a los que el Antiguo Régimen, les había concedido privilegios, olvidándose de la inmensa mayoría de la población. Del Rey emanaban todas las instituciones.

Felipe V no entregó el gobierno y la administración de Cataluña a sus fieles castellanos, pero prevaleció la opinión de la corte francesa. La responsabilidad estuvo en manos de los colaboradores "colaboracionistas" entonces se denominaron "botiflers". Uno de los más conocidos, Antón Vecina, representante de la nueva audiencia de Valls, organizó la institución catalana que hoy pervive: las escuadras o mozos, llamadas con el tiempo mozos de escuadras, un cuerpo regional de policía muy identificado con el pueblo catalán.

Pero es verdad que más tarde, la misma corona que le había arrebatado los fueros, concedió enormes ventajas a Barcelona, lo que favoreció a esta ciudad y favoreció su rápido crecimiento.

En 1718, Felipe V aprueba las medidas proteccionistas de la industria catalana. Quedaron prohibidas las importación de tejidos de Asia y China. Comenzó el aumento demográfico de Cataluña que pasó de 350.000 habitantes en 1708 a 820.000 habitantes en 1789. Desde Barcelona se exportaban tejidos y calzados, y el vidrio de Mataró y el papel de Olot. Felipe V también favoreció el incremento del cultivo de la viña, la exportación de vinos a América y la expansión de las cepas en el Ampurdán y el Penedés, lo que daría lugar a la industria del cava

En consecuencia, el Principado de Cataluña perdió sus fueros pero fue ampliamente compensado con medidas proteccionistas que solidariamente pagaron el resto de los españoles. Pero desgraciadamente estas medidas proteccionistas de Felipe V impidieron a largo plazo la innovación y la eficiencia de los procesos productivos de tejidos de lana y algodón de la industria catalana.

El idioma catalán y el Decreto de Nueva Planta

Termina la Guerra de Sucesión, Felipe V pudo dedicarse a la reforma de la administración de sus reinos españoles, que se conoce como Nueva Planta. Para algunos historiadores, el monarca Borbón es el artífice de la plena unidad de España

La nueva constitución, establecida por el Decreto de Nueva Planta el 16 de enero de 1716, es semejante a los que ya regían en los reinos de Valencia y de Aragón y que se impondría más tarde en Mallorca. Las instituciones catalanas quedaron suprimidas, como ya había establecido el duque de Berwick. En sustitución de ellas se implantó una Real Audiencia.

En el Decreto de Nueva Planta, encontramos un solo artículo (el 5º) con relación a la lengua: "Las causas de la Real Audiencia se substanciarán en lengua castellana". Esta es la única frase que aluda a la lengua en todo el famoso Decreto de Felipe V. Se trataba de eliminar el latín e imponer el castellano en las sentencias, cartas, decretos, peticiones y demás escritos dirigidos a la Real Audiencia. Según parece, el latín se mantenía todavía como lengua oficial diplomática y jurídica.

Es evidente que en la nueva constitución no aparece la prohibición del catalán como lengua para hablar entre los catalanes.

... y después qué pasó .....

Con el trascurso de los años volvió el pragmatismos catalán a llenar la hucha con muchas pesetas del imperio español y borbónico. El siglo XVIII, sobre todo con la llegada de Carlos III al trono, sería un éxito económico para Barcelona, gracias al esplendor de su puerto franco, abierto al inmenso negocio con América. La burguesía colaboraba con la monarquía borbónica durante una época de prosperidad y muestras de afecto a Carlos III.

Cataluña fue la gran beneficiada con el Decreto de Libre Comercio con América y las disposiciones del mercado nacional. Antes que catalanes eran burgueses; sacrificaron sus catalanismos en aras del balance económico cuando fue necesario. La burguesía catalana de aquella época no era liberal, ni defensora de la industria libre, ni de la libre competencia, ni de la modernidad, ni de la laicidad. Era católica y proteccionista hasta las entrañas y políticamente muy conservadora.

Los comerciantes catalanes compartían proyectos con Cánovas del Castillo. Fueron más colonialistas que Weyler y cerraron filas con Antonio Maura frente al anarquismo apoyando la represión la ley de fugas y al dictador Primo de Rivera.

En Cataluña, la Guerra Civil supuso la masacre de catalanes contra catalanes igual que en el resto de España. Durante el 39 la represión de los franquistas se ensañó con los campesinos y obreros, pero tres años antes, en el 36, con la vista gorda de los responsables políticos republicanos de Cataluña, la ERC y CNT-FAI se cargaron a un gran número de catalanes: abogados, periodistas, militares que no participaban del sueño de la progresía catalana. También la idea centralista y totalitaria de los victoriosos fue bien acogida por un gran número de burgueses catalanes: Francés Cambó, Josep Pla, Juan Estelrich, Eugenio d’Ors, Juan Antonio Samaranch, conde de Godó, Narciso de Carreras (“Barça es mas que un club”), Josep Maria de Porcioles ; todos ellos sentían y hablaban en catalán .

[b]“Nada es como es sino como se recuerda” Azorín[/b]

Las Grandes Cifras de la Guerra de Sucesión

Entre 400.000 y 700.000 muertos en toda Europa.
200.000 doblones fue la cifra en que se tasó Menorca, vendida a Inglaterra como pago de las deudas militares de Carlos III.
72.000 armas requisadas en Barcelona tras la victoria de Felipe V.
39.000 soldados borbónicos sitiaban Barcelona en 1714.
12.000 fusiles se comprometió a aportar Inglaterra, junto a 8.000 hombres y 2.000 caballos, en la alianza con Cataluña contra los Borbones en el pacto de Génova del 20 de junio de 1705.
7.000 soldados perdieron las tropas aliadas en la batalla de Almansa en 1707. Será el inicio del fin de la causa austriacista.
61 días resistieron los barceloneses con la muralla abierta por las tropas del sorprendido duque de Berwick.

Crónicas Contemporáneas de la Diada

La verdadera historia del 11 de septiembre

Javier Barraycoa, vicerrector de Abat Oliba CEU de Barcelona

El 11 de septiembre de 1714 Barcelona se rindió a las fuerzas borbónicas. La ciudad, contra la costumbre de la época, no fue saqueada. Hecho que los barceloneses atribuyeron a las promesas que realizaron a la Patrona de la ciudad: entre ellas, que se rezaría perpetuamente el rosario en las plazas o se impediría que las mujeres vistieran impúdicamente. La derrota, a la postre, fue muy beneficiosa para Cataluña. Las numerosas tropas acantonadas en la Ciudadela sirvieron para impulsar la producción textil de Cataluña, pues debían abastecerse de uniformes. El siglo XVIII, pese a los gemidos nacionalistas, fue uno de los mejores para el Principado en términos de prosperidad y paz. Se abrieron las puertas de América a los comerciantes catalanes y la riqueza empezó a fluir. Pronto los catalanes se olvidaron de la derrota y participaron en los destinos de la monarquía hispánica.

Por ello, no es de extrañar que el padre del nacionalismo catalán, Prat de la Riba, dijera respecto a los defensores de 1714: “Admiradlos pero no imitadlos”, pues era consciente de la necesidad de España para la prosperidad de Cataluña. Los historiadores catalanistas aún no han sabido, o no han querido, explicar por qué una parte de Cataluña se posicionó con el Archiduque Carlos. Felipe de Anjou había sido recibido en 1702 con entusiasmo en Barcelona y había jurado las Constituciones Catalanas. La respuesta está en la Narraciones históricas de Francesc Castellví, un testigo privilegiado de la época y que el filósofo catalán Francisco Canals supo sacar a la luz.

Tras un conflicto con las cátedras de la Universidad de Barcelona, se vio en el pretendiente borbónico un “modernizador” que atentaba contra la tradición tomista de la Universidad, pues deseaba otorgarlas a jesuitas identificados con la teología “moderna”. Este sustrato del conflicto ha sido convenientemente escondido, pues implica aceptar que el espíritu catalán enlazaba más con la Edad Media que con la modernidad que ahora pretenden defender los nacionalistas.

Las manifestaciones de religiosidad, españolidad y monarquismo del pueblo catalán posicionado con el Archiduque son más que contundentes. El bando que el venerado Rafael de Casanova emitió el propio 11 de septiembre, apelando al último combate, no deja lugar a dudas: “Se confía que todos, como verdaderos hijos de la patria, amantes de la libertad, acudan a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”. Esto es así hasta tal punto que el historiador republicano Rovira y Virgili afirmó que los verdaderos herederos del 11 de septiembre eran los “carlistas de la montaña” y no los republicanos catalanistas. No deja de ser sorprendente que aquellos catalanes de 1714 se identificarían mucho más con los carlistas sublevados en Barcelona el 18 de julio de 1936, que no con cualquier militante de Esquerra Republicana de Catalunya.

Entonces, cabe preguntarse por qué, hoy en día, los nacionalistas celebran como una guerra de secesión lo que fue una guerra de sucesión. ¿Cómo es posible que la historia haya sido tan desvirtuada y que nadie se atreva a decir que el rey está desnudo? El filósofo Max Scheler, en su estudio sobre El resentimiento en la moral, nos da la clave. El resentimiento es una intoxicación psíquica fruto de una impotencia para aceptar la realidad. Produce efectos perniciosos como la reinterpretación de la realidad o la transformación de las estructuras valorativas. En la famosa fábula de la zorra, esta cambia su valoración sobre la uvas al no poder alcanzarlas, afirmando que estaban amargas cuando en realidad estaban maduras. Igualmente, el nacionalismo catalán ha sabido transformar la manifestación del espíritu tradicional de la Cataluña hispana, expresado en la resistencia pírrica de la Barcelona de 1714, en un ajeno espíritu independentista y antitradicional.

El resentimiento hacia la propia historia ha provocado que, en un siglo de nacionalismo, se haya distorsionado tanto la historia que incluso se nos ha hecho creer que los Mossos d’Escuadra son parte de las señas identitarias del catalanismo. Cosa extraña, pues el fundador de este cuerpo policial fue Pere Anton Veciana, un felipista entusiasta de la ciudad de Valls (Tarragona). Utilizó esas unidades para represaliar a los restos de guerrilleros austracistas que aún quedaban en las montañas.

Por eso, no es de extrañar que los nacionalistas escogieran como Diada nacional una derrota en vez de una victoria. Posiblemente, es el único caso en la historia política de los pueblos y nos manifiesta ese oculto resentimiento que impide a los nacionalistas reconocer la verdadera historia de Cataluña.


Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Última edición por Brasilla el 29 Ene 2018 19:16, editado 1 vez en total.
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Hoplon » 29 Ene 2018 17:52

En el fondo sólo les alienta el resentimiento contra el resto de sus hermanos y compatriotas españoles, una envidia voraz, que roe y no se sacia. Igual que ahora.

Ya dijo no sé quien que el odio es la droga de los fracasados.

El Rosellón y Gibraltar, las dos mayores aportaciones del separatismo catalán a nuestra historia.


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