Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Ene 2018 18:55

Bueno, hasta aquí, lo que queda claro es que cuando los españoles nos hemos involucrado en guerras europeas, en las que lo único que había en juego era beneficio para otros paises, nos ha ido rematadamente mal, en algunos casos con pérdidas de territorios, y en otros con pérdidas de vidas y capacidad militar en beneficio de alguno de los socios, al menos esa es mi modesta opinión.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Hoplon » 26 Ene 2018 19:46

Mira el caso de Indochina.

Hay que ser fuerte, lo bastante como para no ceder a presiones de nadie, pero ve tu a decírselo a los que gobiernan.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Ene 2018 22:41

Batalla de KAHLENBERG


La batalla de Kahlenberg, o segundo sitio de Viena, tuvo lugar en Viena los días 11 y 123​ de septiembre de 1683, tras dos meses de asedio por tropas del Imperio otomano. La batalla se libró en la montaña de Kahlenberg (actualmente Leopoldsberg) en las afueras de Viena, entre las fuerzas combinadas del Sacro Imperio Romano Germánico y la Mancomunidad de Polonia-Lituania (Liga Santa) contra el Imperio otomano y sus vasallos europeos. La batalla ayudó a la hegemonía de los Habsburgo en Europa Central y el Sacro Imperio Romano Germánico y el comienzo del declive del Imperio otomano en Europa.

La inició el Gran Visir Kara Mustafá, que necesitaba desesperadamente un éxito militar para reforzar su posición inestable. Esperó lograrlo en una campaña contra el emperador Leopoldo I, que estaba distraído con las amenazas de Luis XIV de Francia. Los turcos, que avanzaron con una fuerza abrumadora, habían reunido el mayor ejército musulmán desde los tiempos de Saladino. Sitiaron la ciudad el 16 de julio, pero su falta de artillería de asedio y la feroz resistencia de la ciudad permitió a Leopoldo pedir al Papa que reuniera un ejército. Y así fue que el Papa llamó a una cruzada, esta vez para defender una ciudad cristiana, Viena.

A la llamada acudieron todos los países cristianos de Europa (excepto el propio rey de Francia, al que llamaron «el rey Moro»), bien con tropas, bien solamente mediante aportación monetaria (como hizo España);[cita requerida]. No obstante, la mayor ayuda vino de parte de los polacos y los alemanes, derrotando al ejército turco en una batalla librada delante de los muros de la ciudad el 12 de septiembre.

La captura de la ciudad de Viena siempre fue una aspiración estratégica del Imperio otomano, debido al control que esta otorgaba sobre las rutas comerciales del Danubio (desde el mar Negro a la Europa Occidental y del mar Mediterráneo Oriental a Alemania). Durante los años que precedieron al segundo sitio (el primer sitio fue en 1529), el Imperio otomano inició los preparativos logísticos para el asedio bajo los auspicios de grandes visires de la influyente familia Köprülü. Se construyeron y repararon puentes y caminos que iban hacia el Sacro Imperio Romano Germánico y a los centros logísticos del imperio, además de enviar municiones, cañones y otros suministros desde todos los rincones del Imperio otomano a estos centros logísticos y los Balcanes.

En la arena política, el Imperio otomano había estado proporcionando ayuda militar a los húngaros y a las minorías no católicas en las regiones de Hungría ocupadas por los Habsburgo. Allí, en los años que precedieron al asedio, la agitación social se había convertido en una revuelta en contra de la política contrarreformista de Leopoldo I en su afán de aplastar al protestantismo. En 1681, protestantes y otras fuerzas Kuruc anti-Habsburgo, acaudilladas por Emérico Thököly, fueron reforzadas por tropas del Imperio Otomano, que reconocía a Thököly como el "Rey de Alta Hungría" (parte oriental de lo que hoy en día es Eslovaquia y partes del noreste del Estado moderno de Hungría). Este apoyo llegó incluso hasta prometer a los húngaros en forma explícita el "Reino de Viena" en caso de que cayera en manos otomanas. No obstante, antes del asedio, un estado de paz había existido por veinte años entre el Sacro Imperio Romano Germánico y el Imperio otomano como resultado de la Paz de Vasvár.

En 1681 y 1682, las escaramuzas entre las fuerzas de Emérico Thököly y el Sacro Imperio Romano Germánico (cuya frontera se encontraba en el norte de Hungría en ese entonces) se intensificaron, y las incursiones de fuerzas austríacas en Hungría Central otorgaron al Gran Visir Kara Mustafa Pasha el argumento crucial que necesitaba para convencer al sultán Mehmed IV que permitiera el movimiento del ejército otomano. Mehmed IV autorizó a Kara Mustafa Pasha a operar hasta los castillos de Győr (nombre en el periodo otomano: Yanıkkale, alemán: Raab) y Komárom (turco: Komaron, alemán: Komorn), ambos en el noroeste de Hungría, y asediarlos. El ejército otomano se movilizó el 21 de enero de 1682, y la guerra fue declarada el 6 de agosto de 1682.

La logística de la época hacía suponer que lanzar una invasión en agosto o septiembre de 1682 habría sido muy arriesgada o imposible (con una campaña de tres meses, los otomanos habrían llegado a Viena en el peor momento del invierno). Sin embargo, estos 15 meses de espera entre la movilización y la preparación para una invasión total dieron tiempo suficiente a Viena para preparar sus defensas y a Leopoldo I para reunir tropas del imperio y forjar alianzas con Polonia, Venecia y el papa Inocente XI. Sin duda, esto contribuyó al fracaso de la campaña otomana. La decisiva alianza entre el Sacro Imperio Romano Germánico y Polonia-Lituania concluyó en un tratado que estipulaba que Leopoldo I prometía enviar apoyo a Sobieski si los otomanos atacaban Cracovia y, por su parte, el ejército polaco iría al auxilio de Viena en caso que esta fuese atacada.

El 31 de marzo de 1683, otra declaración, enviada por Kara Mustafa en nombre de Mehmed IV, llegó a la Corte Imperial en Viena. Al día siguiente, la punta de lanza del ejército otomano comenzó a marchar desde Edirne hacia Tracia. Las tropas llegaron a Belgrado a principios de mayo y luego avanzaron hacia la ciudad de Viena. Aproximadamente 40 000 soldados tártaros de Crimea llegaron a 40 km al este de Viena el 7 de julio, duplicando en número a las tropas imperiales en el área. Después de escaramuzas iniciales, Leopoldo se retiró hacia Linz junto con 80 000 habitantes de Viena.

El rey de Polonia, Juan III Sobieski, preparó una expedición de apoyo para Viena durante el verano de 1683, honrando sus obligaciones con el tratado. Incluso fue más allá, dejando a su propia nación indefensa cuando partió personalmente de Cracovia el 15 de agosto. Sobieski se resguardó con una seria amenaza a Emérico Thököly, el cabecilla húngaro, a quien amenazó con destruir si es que trataba de aprovecharse de la situación (y así lo hizo). Jan Kazimierz Sapieha retrasó la marcha del ejército lituano para devastar las serranías húngaras (ahora Eslovaquia), y llegó a Viena después de la batalla.4​

El 12 de septiembre,6​ una coalición de reyes y príncipes de naciones cristianas (Juan III Sobieski (o Jan III Sobieski), rey de Polonia, que la encabezaba la coalición; el margrave Luis Guillermo de Baden-Baden, llamado Türkenlouis (Luis el Turco); el duque Carlos V de Lorena entre otros), generales y ministros alemanes, polacos y austriacos junto con voluntarios italianos, acudieron a la defensa de la capital Viena del imperio de Leopoldo I. A diferencia de estos, Luis XIV de Francia había apoyado el ataque turco contra el corazón de Europa.

Las tropas cristianas alcanzaban la mitad de los efectivos turcos y no contaban prácticamente con artillería. Sin embargo, el alto mando turco no consideró a las tropas de socorro, compuestas por polacos y tropas de todo el Imperio como una amenaza, ni ordenó a sus tropas situarse en formación de batalla, algo que costó la cabeza al general otomano pocos días después. Aprovechando esto, los Húsares Alados lanzaron una carga de caballería arrolladora sobre las tropas turcas.

La batalla según Franz Geffels.

La batalla fue violentísima y breve y, en su mayor parte, se desarrolló en el campamento otomano y en las trincheras. Los otomanos, al no estar en formación, no pudieron detener la carga de los aliados. El ataque de la caballería polaca (especialmente de los Húsares Alados Polacos) fue tan potente que después de 30 minutos de combate, la victoria ya estaba decantada. En pocas horas los turcos sufrieron unas 20 000 bajas, huyendo una parte considerable de ellos. Viena no había caído en poder otomano. Sobieski después de la batalla envió una carta al papa Inocencio XI que empezaba con la frase de Julio César: Vine, vi y vencí, pero la cambió por: «Vinimos, vimos y Dios venció».

Viena ya había sido librada del asedio turco por Carlos V en 1529. La batalla de Lepanto (1571) había detenido el avance turco por el Mediterráneo. Pero a mediados del siglo XVII, la dinastía de los Köprülü había guerreado contra una cansada Venecia y había penetrado en las extensas regiones del oriente europeo. Por eso, la batalla de Kahlenberg supuso un antes y un después en la historia europea. Se opuso al poder del Imperio otomano, el cual ya no se extendería más. Poco a poco, Austria, Hungría, Rusia y Polonia irían recuperando sus territorios perdidos.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Hoplon » 26 Ene 2018 23:01

En rigor, esta última no es un hecho de armas del ejército español.

Lo que no implica que no esté bien recordarlo.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Ene 2018 23:02

Batalla de FLEURUS 1.690


La batalla de Fleurus fue librada durante la guerra de la Gran Alianza el 1 de julio de 1690. El ejército francés de los Países Bajos Españoles estaba capitaneado por François-Henri de Montmorency y el ejército aliado, compuesto de tropas holandesas, alemanas, españolas y británicas, mandado por el Príncipe Jorge Federico de Waldeck.

El ejército del Mariscal de Luxemburgo era de 35 000 hombres, el príncipe de Waldeck mandaba a 38 000 hombres. A pesar de sufrir 6000 bajas, la batalla fue una aplastante victoria de Francia: los aliados sufrieron casi 20 000 muertos, heridos o prisioneros. Aunque los franceses decidieron no perseguir al enemigo —permitiendo a los aliados refugiarse en Bruselas—, fueron capaces de imponer impuestos de guerra en una amplia parte del territorio ahora indefenso.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Ene 2018 23:04

Tienes razón, en rigor no lo es, si hay cronicas de cierta ayuda por parte de España, aunque realmente no fue destacada, y apenas se conoce la intervención de unos doscientos hombres, y por eso la he incluido, aunque me ha costado bastante bucear en toda la información hasta dar con la participación de los españoles en esta batalla.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Ene 2018 23:10

Batalla de TORROELLA


La Batalla de Torroella, también conocida como Batalla del río Ter, fue una batalla en la Guerra de los Nueve Años, que tuvo lugar el 27 de mayo de 1694 en las orillas y vados del río Ter, cerca del Puente Mayor en la vecindad de la ciudad de Gerona (España).

En el año 1694 el rey francés decidió poner sus esfuerzos en Cataluña, y puso al ejército de Nicolas Catinat en Piedmont en situación de defensa, reservando más tropas para el frente español.

El Virrey de Cataluña, don Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena y duque de Escalona, que también era Capitán General del ejército, había desplegado a lo largo de las orillas del río prácticamente todas las tropas que pudo reunir para oponerse al fuerte cuerpo expediciónario francés, dirigido por el mariscal duque de Noailles, el cual pretendía tomar Gerona.

Los dos ejércitos eran aproximadamente de la misma fuerza (20.000 de infantería y 4-5.000 de caballería). Los regimientos franceses se componían principalmente de tropas veteranas, mientras que las fuerzas españolas tenían un gran número de reclutas y unidades recién formadas y casi nada fogueadas. Asimismo, la artillería francesa era superior en número de piezas y pólvora, y sus oficiales y auxiliares expertos.

La batalla

El ejército español estaba dividido en tres cuerpos para proteger los vados de Verges, Ullà y Torroella. Según la parte española: "todo nuestro ejército se componía de 11.900 unidades de infantería y 4.000 de caballería, que todos incluidos forman el número de 16.300".

Los días previos, el enemigo intentó sin éxito vadear el río en Verges, y se trasladaron a Ullà y a Torroella de Montgrí. El 27 de mayo, una densa niebla cayó sobre las orillas del río y aprovechado esto, 2.000 dragones y caballeros franceses, seguidos por gran número de granaderos de infantería, pasaron inadvertidamente el río en Torroella de Montgrí y cargaron contra parte de la infantería española que se encontraba allí, sin estar atrincherada, después de sufrir un bombardeo por parte de la artillería francesa desde el otro lado del río.

Después de las primeras bajas de sus mosquetes, los españoles no pudieron oponerse a sus enemigos cada vez más próximos. Comenzaron a huir del campo de batalla poniendo en desorden al resto del ejército; muchos resultaron muertos, sin ser capaces de oponerse con efectividad a los franceses, mientras las tropas restantes de caballería se retiraban dejando a la infantería sin protección. Con el anuncio de su derrota y porque un gran número de tropas francesas habían alcanzado el río y estaban ya posicionadas y preparadas para la batalla, todo el ejército español cayó en confusión y la caballería huyó junto con la retaguardia hasta alcanzar Gerona.

Los franceses hicieron un avance general contra los españoles, casi sin oposición, matando a muchos soldados y capturando botín, piezas de artillería y un gran número de estandartes.

Secuelas

Según la versión oficial, los españoles tuvieron 2.931 bajas de infantería y 324 de caballería, entre muertos, heridos y desertores. Según las fuentes francesas, las pérdidas españolas superaban los 9.000 hombres incluyendo 2.000 prisioneros, mientras que sus propias bajas ascendían a unas 500.

En esta situación, el virrey no tuvo otra opción que enviar algunas tropas a Gerona y marchar con la mayor parte del ejército hacia Barcelona, donde permaneció todo el mes de junio. Mientras tanto, los franceses saquearon alrededor de 10 pueblos en los alrededores del río Ter.

El 30 de mayo, tres días después de la derrota española en el río Ter, Noailles empezó el asedio por tierra y mar de la fortaleza de Palamós, que se rindió a los franceses el 10 de junio. La ciudad de Gerona fue tomada el 29 de junio.

Barcelona se salvó por el ministro de guerra francés, que redujo el sueldo del Mariscal de Noailles e inmovilizó su ejército. Otro factor fue la aproximación de una flota inglesa al mando de Edward Russell, lo que llevó a la flota francesa bajo Tourville a retirarse a Tolón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Ene 2018 23:30

Batalla de SAN ESTEBAN DE BAS


La batalla de San Esteban de Bas tuvo lugar el 10 de marzo de 1695 en el frente catalán de la guerra de los Nueve Años (1688-1697). Enfrentó a una columna de infantería regular francesa dirigida por el brigadier Urbain Le Clerc de Juigné, gobernador de la cercana localidad ocupada por los franceses de Castellfullit de la Roca, contra dieciséis compañías de migueletes catalanes y campesinos armados bajo las órdenes de Ramón de Sala i Saçala, veguer de la localidad de Vich. Los hombres de Juigné llevaban a cabo una acción punitiva para incendiar la localidad de San Esteban de Bas, cuyos habitantes se habían negado a pagar las contribuciones de guerra al ejército francés, cuando fueron atacados por los milicianos catalanes, que dieron muerte a numerosos franceses e hicieron prisioneros a la mayoría en dos combates distintos.

El primer y más sangriento enfrentamiento se produjo en el bosque de Malatosquera y el puente de Sant Roc, donde quinientos franceses resultaron muertos o heridos. Derrotados, Juigné y los hombres que le quedaban huyeron a Olot, donde se atrincheraron en un convento. Los catalanes forzaron la rendición de los franceses incendiando el edificio. Con tan solo siete muertos y cinco heridos entre sus fuerzas, los migueletes y campesinos de Sala i Saçala dieron muerte a 260 franceses e hicieron 826 prisioneros. El propio Juigné perdió la vida en la acción. A esta derrota francesa siguió, justo un mes después, el bloqueo efectuado por tropas españolas, migueletes y campesinos armados a las guarniciones francesas de Castellfullit y Hostalrich, localidades que los mandos franceses decidieron demoler y evacuar en el mes de julio ante la imposibilidad de mantener ambas posiciones.

Cataluña fue uno de los frentes principales de la guerra de los Nueve Años (1688-1697). Sin embargo, la escasez de medios y sus malas relaciones con el campesinado catalán debido a la Revuelta de los Barretines fueron los primeros problemas que debió afrontar el virrey de Cataluña, el duque de Villahermosa, en la primera fase del conflicto. En 1689 el Almirante de Castilla, Juan Gaspar Enríquez de Cabrera y Sandoval, dijo ante el Consejo de Estado español que «el mejor alivio que puede tener Cataluña son las capacidades externas, que podrían venir de Flandes, de Milán o de Navarra».

Por otra parte, el ejército francés bajo mando del duque de Noailles también estaba falto de recursos y por ello en los primeros cuatro años del enfrentamiento prevaleció la guerra de desgaste.3​4​ En 1694 el rey francés Luis XIV envió más recursos a sus fuerzas en Cataluña y Noailles pudo romper las defensas españolas derrotándolas en la batalla de Torroella, junto al río Ter, y haciéndose con el control de Rosas, Palamós, Cadaqués y la importante ciudad de Gerona.

En 1695 los mandos militares franceses se encontraron con que los habitantes de las zonas ocupadas eran muy reacios a pagar las contribuciones de guerra y comenzaban a oponerse con una resistencia cada vez mejor organizada y exitosa. Durante el invierno de 1694 a 1695, los habitantes de Calella rechazaron el ataque de una fuerza de castigo de entre ochocientos y mil soldados franceses de la guarnición de Blanes y dieron muerte a entre sesenta y cien de ellos.​

Las tropas francesas también eran hostigadas por las fuerzas milicianas catalanas, los migueletes, que tendían emboscadas a las fuerzas de Noailles en los bosques y desde las alturas. Uno de los líderes más exitosos de los migueletes era el capitán Ramón de Sala i Saçala, veguer de Vich, que consiguió dos victorias sobre los franceses durante el invierno: a finales de diciembre tomó un convoy que se dirigía a Hostalrich matando a 25 soldados y capturando a otros 25, mientras que el 24 de febrero derrotó a una compañía de dragones franceses en Navata, dando muerte a siete de ellos y tomando 28 prisioneros y 32 caballos.

Uno de los pueblos que rehusó pagar los impuestos a los franceses fue San Esteban de Bas. A pesar de que una partida de soldados galos saqueó la localidad en represalia, los lugareños siguieron negándose a obedecer. Por ello, el 28 de diciembre los ocupantes franceses enviaron una fuerza de setecientos soldados para arrestar a los aldeanos, aunque se encontró el pueblo abandonado, lo saquearon de nuevo e hicieron prisioneros a dos sacerdotes.

En marzo de 1695, con los lugareños todavía negándose a aceptar el dominio francés, Monsieur de Saint-Sylvestre, gobernador francés de Gerona, ordenó al brigadier Juigné, comandante de la guarnición de Castellfullit de la Roca, que castigara por tercera vez San Esteban de Bas y para ello llevara 1300 hombres seleccionados de su propia guarnición y de las de Figueras, Bañolas y Besalú.​ Esos soldados pertenecían al regimiento de la Alsacia alemana, a los regimientos suizos Manuel y Schellenberg y al regimiento francés de Artillería Real. El escritor francés Philippe de Courcillon afirmó que eran «las mejores tropas de ese país».

Batalla

La fuerza francesa salió de Castellfullit en la tarde del 9 de marzo, transitó a cierta distancia de Olot y pasó la noche en la palanca de Cudella, un vado del río Fluviá. Al amanecer, algunos campesinos y migueletes los descubrieron y dieron la voz de alarma en San Esteban de Bas. Las mujeres y los niños buscaron refugio en las montañas cercanas y los hombres se prepararon para combatir a la columna francesa.

Asimismo, pidieron ayuda a Ramón de Sala i Saçala, que se encontraba en el cercano municipio de San Feliu de Pallarols junto a los capitanes Josep Mas de Roda y Pere Baliart i Teula reclutando hombres para formar tres nuevas compañías de migueletes. Mientras tanto, Juigné llegó a Vall de Bas, dejando una retaguardia en El Mallol, y tomó posiciones en la colina de Puigpardines. Desde allí despachó un tercio de sus fuerzas para que quemaran San Esteban. Los franceses habían incendiado dieciséis casas cuando llegaron Ramón de Sala al frente de ocho compañías de migueletes y Pere Baliart con otras ocho. Las tropas catalanas obligaron a los galos a huir hacia la posición de Juigné.

En la colina de Puigpardines, Juigné ya estaba siendo hostigado por unos ochenta campesinos armados y el somatén local, un tipo de milicia. La llegada de los migueletes de Sala, Mas y Baliart le convenció de que lo mejor era emprender la retirada, pero cuando trataron de cruzar de nuevo el río Fluviá, se encontraron el camino bloqueado.​ Juigné decidió entonces escapar a Olot a través del bosque de Malatosquera y el puente de Sant Roc, pero los catalanes se le anticiparon. Sala dividió a sus migueletes en dos grupos de trescientos hombres cada uno, y mientras que Josep Mas de Roda al frente de uno de ellos persiguió y atacó a los franceses a través del bosque, él bloqueó el puente con el segundo grupo. Durante los combates a la carrera por el bosque, la fuerza de Juigné perdió veinticinco hombres y abandonó parte de sus municiones.

A pesar del incesante hostigamiento, la columna francesa consiguió hacerse con el control del puente y comenzó a cruzar al otro lado del río. Sin embargo, los migueletes y los campesinos armados abrieron fuego desde el sur y dieron muerte a unos setenta franceses. Según Charles Sévin, marqués de Quincy, general de artillería contemporáneo e historiador militar del reinado de Luis XIV, la formación de Juigné fue capaz de retirarse en orden hacia Olot. No es de esa opinión el historiador catalán del siglo XIX, Esteban Paluzie y Cantalozella, que afirmó que los franceses huyeron en total desorden y dejaron 150 prisioneros al enemigo, los cuales fueron trasladados a San Esteban de Bas fuertemente escoltados.

Al llegar a Olot, las fuerzas restantes de Juigné se atrincheraron en el convento del Carmen, mientras que noventa soldados suizos hicieron lo propio en el hospital de la localidad.18​ Los suizos se rindieron pronto, pero el grueso de las fuerzas de Juigné resistió durante dos horas más. Los migueletes y los campesinos rodearon el convento y abrieron una brecha en sus muros, pero fueron repelidos en combate cuerpo a cuerpo en el que sufrieron dos muertos y un herido.

Los hombres de Sala consiguieron derribar la pared de una capilla y penetraron por segunda vez en el edificio, aunque solo para ser repelidos de nuevo. Ante la imposibilidad de tomar el convento al asalto, los catalanes decidieron quemar sus puertas de madera, pero los franceses tapiaron los accesos con piedras y ladrillos. Finalmente, los sitiadores penetraron en el edificio tras prender fuego a una gran cantidad de brea y azufre en los boquetes que habían abierto antes en los muros. El fuego y el humo cegaron y ahogaron a los soldados atrincherados, que se retiraron hacia el claustro del convento. Después de esto, Juigné, que había resultado herido de muerte en los combates, solicitó la rendición.

La columna francesa se rindió con la promesa de que los oficiales no serían despojados, pero todos permanecieron como prisioneros de guerra y tuvieron que entregar sus armas y dinero a los catalanes. Juigné, con otros 136 soldados y un capitán alemán, se quedó en Olot para recibir tratamiento médico. Sin embargo, el comandante galo murió poco después a consecuencia de las heridas.

Las bajas francesas ascendieron a entre 251 y 260 muertos (32 de ellos oficiales) y 826 prisioneros, muy superiores a los siete muertos y cinco heridos del bando español. Las cifras se conocen bien porque el intendente francés de Gerona, René Desgrigny, escribió una carta a los regidores de Olot preguntándoles por el número y rango de los prisioneros con la intención de intercambiarlos cuando fuera posible. En esa carta Desgrigny señaló que monsieur Juigné tenía suerte de haber muerto porque la desastrosa derrota le habría costado muy cara.​ Los 690 prisioneros que estaban ilesos fueron trasladados primero a Vich y después a Barcelona, a donde llegaron el 15 de marzo. Su entrada en la ciudad fue presenciada por una multitud de barceloneses y por el propio virrey, el marqués de Gastañaga.

En las semanas posteriores a la batalla, las tropas españolas y las milicias locales incrementaron su presión sobre la guarnición de Castellfullit. El 5 de abril los migueletes, apoyados por cinco compañías de dragones y numerosos campesinos, derrotaron a una formación francesa entre Berga y Castellfullit, matando a sesenta soldados y haciendo doscientos prisioneros Noailles, aquejado de reumatismo, ordenó al teniente general Saint-Sylvestre que formase un convoy de auxilio a Castellfullit que iría escoltado por 2000 soldados de infantería y 600 de caballería.

El 15 de abril, un cuerpo de migueletes, dragones españoles y campesinos liderados por Blai de Trinxeria atacaron y derrotaron al convoy. Después de esta acción, las guarniciones francesas de Castellfullit y Hostalrich cayeron bajo un efectivo bloqueo. El 19 de mayo, Saint-Sylvestre reunió un ejército de 11 000 hombres, 3000 de ellos de caballería, y consiguió liberar Hostalrich, aunque Castellfullit siguió bloqueada. Noailles y su segundo al mando no mantenían buenas relaciones, pues mientras Saint-Sylvestre abogaba por destruir y abandonar ambas localidades, Noailles no quería renunciar a esas plazas.

A finales de junio, Luis XIV sustituyó a Noailles por Luis José, duque de Vendôme. Noailles acusó a Saint-Sylvestre de incompetencia y, al igual que a otros altos oficiales, de saquear el país en beneficio propio, algo que hizo que el pueblo catalán se alzara en armas contra el ejército francés. El 8 de julio, Vendôme lideró a sus tropas hacia Castellfullit, donde las tropas francesas, hambrientas y disminuidas por las deserciones, estaban en una situación insostenible. El nuevo comandante francés evacuó la localidad y demolió la fortaleza, tras lo que el ejército francés se dirigió a Hostalrich, desbarató sus defensas y regresó a Gerona el 28 de julio

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Ene 2018 23:39

Expedición de CARTAGENA 1.697


La expedición de Cartagena del 2 de mayo de 1697 fue el último gran combate entre el Reino de Francia y el Reino de España antes del Tratado de Ryswick de 1697. Esta incursión fue un total éxito para el jefe de escuadra Jean-Bernard de Pointis y su patrocinador, el almirante Jean-Baptiste Du Casse, gobernador francés de Santo Domingo.

La Guerra de los Nueve Años tocaba a su fin y su resultado continuaba indeciso. La marina británica, la Royal Navy, había tomado gran ventaja sobre la Marine royale de Luis XIV, y el rey de Francia buscaba un éxito naval, con el fin de poder firmar el Tratado de Ryswick, con los españoles en una posición fuerte.

Por su parte, ese tratado permitiría a España poner fin a la incertidumbre sobre su Imperio Español. La Expedición de Cartagena es igualmente para Luis XIV un medio de obtener un territorio que codiciaba: la parte occidental de Santo Domingo, que le permite crear en 1698 la Compañía de Santo Domingo, y la Compañía de Guinea, confiada a su cercano financiero Antoine Crozat.

La expedición

El Rey se unió a la expedición proporcionando siete barcos y tres fragatas. La escuadra partió de Brest el 7 de enero de 16972​ y llegó el 3 marzo a Santo Domingo. Jean-Bernard de Pointis convenció al almirante Jean-Baptiste Du Casse para que se uniese a ellos, a pesar de sus temores y la dificultad de unir a los filibusteros. Ducasse esperaba tomar Portobelo para cruzar el istmo de Panamá, pero muchos de los filibusteros consideraban que Cartagena de Indias estaba demasiado lejos.

Joseph d'Honon de Gallifet, quien sucedió a Du Casse en 1700, fue uno de los actores de la expedición de Cartagena a la cabeza de «110 voluntarios coloniales»,4​ asistidos por «180 negros libres» bajo la dirección de Jean-Joseph de Paty.

A principios de marzo, la flota zarpó del puerto de Petit-Goave en Saint-Domingue6​ y vieron Cartagena al final del mes, con 1200 hombres venidos de Brest acompañados de alrededor de 650 filibusteros y bucaneros.

Se presentaron frente a la ciudad el 13 de abril de 1697. Los franceses desembarcaron dos días después en Boca Chica. Asaltaron el Castillo de San Luis de Bocachica, defendido heroicamente por Don Sancho Jimeno con apenas 139 solados y esclavos, que se rindió el 16 de abril, cerrando la entrada de la bahía. El 20 de abril, los franceses atacaron la ciudad, que se rindió rápidamente y pagó un rescate de 9 millones de libras, lo que no impidió el pillaje de estos últimos.

El 6 de mayo de 1697, los franceses entraron en la ciudad y la saquearon hasta el 24 de mayo, con un botín estimado entre 10 y 20 millones de libras. Fue en principio repartido en partes iguales, pero una parte de los 650 filibusteros y bucaneros consideraron el reparto desigual y comenzaron a saquear la ciudad por segunda vez.

Cerca de 2 millones deberían volver a los filibusteros según el pacto con ellos el 22 de marzo de 1697, a bordo del buque insignia, luego renovado en el porche de su iglesia de Petit-Goave, en el oeste de Santo Domingo. No se dio, por tanto, más que un saldo de fuerzas militares, decisión que puede explicarse por la presencia de 1200 militares venidos de Francia, mayoritarios en la expedición.

Los filibustieros se sorprendieron de que Jean-Bernard de Pointis abandonase la tierra firme española aunque había prometido que Du Casse se convertiría en gobernador. El regreso a Francia se hizo con la fiebre amarilla, que diezmó poco a poco los barcos, de igual forma que destruyó una buena parte de los escoceses del Proyecto Darién el mismo año, un centenar de kilómetros más al sur.

Las enfermedades tropicales hicieron fácilmente estragos en un cuerpo expedicionario de grandes dimensiones venido directamente de Europa. El número de soldados aumentó las posibilidades del virus de nutrirse de un organismo más vulnerable que otros y de ahí propagarse a toda la tropa, fenómeno que se verificaría un siglo más tarde en las filas francesas de la expedición de Santo Domingo, aunque había sido preparada por oficiales que conocían las colonias.

Varios de los filibusteros franceses no volvieron a Santo Domingo y prefirieron poner rumbo a la Reunión de la isla de oro, y sus alrededores, donde el Proyecto Darién acababa de fracasar. Tres naves de filibusteros encallaron en tierra firme, cerca de Cartagena, y fueron tomadas por los españoles, y otras cuatro fueron capturadas por los ingleses y devueltas a Jamaica.

El mismo Du Casse informó de las buenas relaciones entre los indios de Darién y los filibusteros franceses, pues había propuesto al Rey de Francia instalar una colonia en este lugar,​ pero el ministro de la Marina le desalentó, ya que temía que la tan joven Luisiana pudiese costar la furia española.

El duque de Saint-Simon describió la expedición con precisión y énfasis en sus memorias, como


una ópera creada para Luis XIV, producida por Pontchartrain; libreto, música y puesta en escena del barón de Pointis ejecutada por la tropa y orquesta de la marina real, con la participación del coro de los filibusteros, Ducasse coryphée


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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Ene 2018 23:51

Sitio de BARCELONA 1.697


El Sitio de Barcelona, fue un episodio de la Guerra de los Nueve Años, que tuvo lugar entre 15 de junio y el 8 de agosto de 1697 en Barcelona y tuvo como desenlace una victoria francesa sobre los españoles.

Mientras Victor Marie d'Estrées asediaba la ciudad por mar, Louis-Joseph de Vendôme abría las trincheras el 15 de junio de 1697. Las repetidas salidas de los sitiados, hasta cuatro en una noche, no impidieron la continuación de los trabajos. La plaza estaba bien guarnecida y conservaba comunicación con las tropas de Francisco de Velasco, virrey de Cataluña.

Los españoles prepararon una salida de la guarnición y un ataque simultáneo de las tropas del virrey, la madrugada del 15 de julio. Prevenido por un espía, el duque de Vendôme decidió atacar el primero el campamento del virrey. El ataque lanzado a las 2 de la madrugada se resolvió exitosamente, el virrey huyó, en camisa, sin poder llevarse ni papeles ni cofres.

Pero mientras los franceses saqueaban el campamento, quemando todo lo que no se podían llevar, la caballería española intentó vanamente resistir. Tuvo que abandonar el terreno dejando 800 muertos o prisioneros. En la noche del 15 al 16 de julio, la contraescarpa fue destruida. El 5 de agosto mientras los franceses se preparaban para el asalto final, Vendôme hizo proposiciones de capitulación que los Españoles aceptaron el 8 de agosto. La fortaleza de Montjuic, comandada por Jorge de Darmstadt,​ se rinde igualmente, sin ser atacado.

Secuelas

Los españoles abandonan la ciudad con los honores. Se les concede treinta piezas de cañón, cuatro morteros y tantos carros como deseasen. Una tregua es observada hasta el 1º de septiembre. La Corzana fue nombrado virrey de Cataluña en sustitución de Francisco de Velasco, solicitado en Madrid. El duque de Vendôme fue también nombrado virrey de Cataluña, en nombre del rey de Francia, y recibe 50 000 escudos.

El asedio propiamente dicho duró 52 días, durante los cuales, según Saint Simon, « Pereció mucha gente de una parte y de la otra en ese asedio, pero ninguna con rango. » El Tratado de Ryswick fue firmado el 20 de septiembre con España, y el 30 de septiembre con el Sacro Imperio, poniendo fin a la guerra de los Nueve Años.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Ene 2018 00:04

Combate del ALBUJON 1.706


El combate del Albujón fue un enfrentamiento militar ocurrido el 21 de septiembre del año 1706 entre las tropas borbónicas, dirigidas por el comandante Patricio Morán y el cabo José Hernández, y las austracistas junto a sus aliados ingleses, en el contexto de la Guerra de Sucesión Española. El encuentro tuvo lugar en la localidad murciana de El Albujón y se saldó con una victoria borbónica que, junto a la obtenida ese mismo mes en la batalla del Huerto de las Bombas, determinó la reconquista del enclave de Cartagena y evidenció el fiasco de la campaña austracista en el reino de Murcia.

Tras el estallido de la Guerra de Sucesión en 1701, el reino de Murcia permaneció alineado en el bando borbónico, de la misma manera que hicieron, en general, los territorios de la Corona de Castilla. Hubo sin embargo algunas reticencias en Cartagena, ciudad con fuertes vínculos mercantiles con los Estados de la Gran Alianza, y cuyos regidores demoraron la ceremonia del juramento de fidelidad a Felipe de Anjou durante un año.

La posición felipista en la jurisdicción quedó reforzada con llegada a Murcia de Luis Antonio de Belluga y Moncada, en mayo de 1705. Este canónigo, que entendía la ascensión al trono del rey Felipe como un designio de la divina providencia, apareció en calidad de Obispo de Cartagena, aunque pronto asumió el mando político y militar. En el momento inmediato al que el obispo ocupó su sede diocesana, la guerra parecía tornarse en favor de la causa del archiduque Carlos de Austria, cuyos partidarios habían logrado en octubre la capitulación de Barcelona.

Asegurado el dominio habsburguista del Principado de Cataluña, el pretendiente Carlos desembarcó el día 22 de octubre en la Ciudad Condal, siendo proclamado Carlos III de España tras jurar las constituciones catalanas mientras las tropas aliadas lanzaban una ofensiva sobre los reinos de Valencia y Aragón, cuyas capitales caerían en diciembre de 1705 y junio de 1706, respectivamente. En el reino valenciano, el carolismo fue capitaneado por los maulets de Juan Bautista Basset, un grupo de partisanos campesinos y mercaderes movidos por su hostilidad a los privilegios feudales.4​

Con el teatro de operaciones cada vez más cerca del reino murciano, el obispo Belluga comenzó a enviar expediciones de milicias al auxilio de diversas plazas alicantinas, y desplegar una campaña de movilización social que cristalizó con la publicación del periódico La Gazeta de Murcia, al tiempo que perseguía a los agentes austracistas con la colaboración de la Inquisición.

La toma austracista de Cartagena

Entrado el año 1706, no parecía que fueran a mejorar las circunstancias para los borbónicos. Si en enero un contingente despachado por el prelado Belluga había logrado romper el asedio al que estaba sometida Alicante, en junio Elche pasaba a manos de los imperiales. La amenaza que para la Murcia felipista suponía la ocupación de esta localidad no haría más que agravarse durante ese mismo mes, con los acontecimientos sucedidos entre el 22 y el 24 de junio.

Antes de aquellas fechas, se habían reunido en Cartagena dos naves cargadas con 40 000 pesos, municiones y alimentos destinados a la guarnición de la plaza fuerte norteafricana de Orán,7​ sitiada por el bey Bouchelaghem de Muaskar. El responsable de hacer la entrega era el conde de Santa Cruz de los Manueles, a la sazón cuatralbo de las galeras reales, quien estaba involucrado en una conspiración austrófila en la ciudad.

Por este motivo, al salir de puerto lideró un motín en el que anunció su lealtad a Carlos III y abandonó el rumbo a la Berbería para dejarse alcanzar por la Royal Navy inglesa al mando del vicealmirante John Leake, que había partido desde Altea en su busca.8​ En la mañana del 24 de junio, se producía la entrada inglesa en Cartagena, y los regidores más afines a los sublevados se encargaban de negociar la capitulación. Una semana más tarde, tenía lugar la primera entrada en Madrid del archiduque Carlos, donde se le coronó ante la patente animadversión de los castellanos.

De nada habían servido las tentativas del rey Felipe V de ganarse la vacilante fidelidad de la ciudad, a la que había querido satisfacer concediéndole la antigua reivindicación de un corregimiento propio e independiente del murciano.​ Los partidarios de la Casa de Habsburgo se habían hecho con un estratégico puerto, resguardado de forma natural gracias a su situación en una bahía y que, desde 1670, era la base naval permanente de las galeras españolas en el mar Mediterráneo. Por lo tanto, su captura había sido un objetivo primordial para la conquista del reino de Murcia y la consolidación austracista en el Levante, dada su significación tanto comercial como militar.

La rendición de Cartagena tuvo como consecuencia casi inmediata la defección en julio del marqués de Rafal junto a la ciudad de Orihuela, así como el avance imperial sobre Albacete, Almansa y Chinchilla de Montearagón, y como efecto más tardío la caída de Orán en enero de 1708, a causa de la falta provisiones. Ante esta alarmante coyuntura en la que el reino murciano se convertía en escenario de la contienda, el rey Felipe nombró a Belluga capitán general y virrey de Murcia y Valencia el 11 de julio de 1706, con el cometido de hacer frente a esta amenaza.

El Huerto de las Bombas y la contraofensiva borbónica


La ciudad de Murcia había quedado aislada desde el norte —Albacete y Almansa—, el sur —Cartagena— y el este —Orihuela—, subsistiendo únicamente sus líneas de comunicación con Andalucía, por el oeste. Los austracistas enviaron el 18 de agosto una delegación con la que demandaban la rendición de la capital, que recibió una tajante negativa por parte de Belluga, resuelto a mantener la adhesión del reino a Felipe V a toda costa. En contrapartida, Madrid había regresado a manos felipistas haciendo patente el fracaso del archiduque en su intento de atraerse a la población castellana.

Entre mediados de agosto y los primeros días de septiembre se produjeron escaramuzas en los alrededores de Murcia, que presagiaban el asalto final. A la vez que lanzaban razias sobre los pueblos de la Cordillera Sur, los carolistas tomaban Beniel y Espinardo entre el 24 y el 27 de agosto. El obispo Belluga partió hacia Lorca para ponerse a la cabeza de las tropas de refuerzo provenientes de Andalucía, mientras dejaba instrucciones precisas al brigadier Fernando de Arias y Ozores para que se hiciera cargo de la defensa de la ciudad.

El enfrentamiento decisivo tendría lugar el sábado 4 de septiembre, en la llamada batalla del Huerto de las Bombas. Un regimiento anglo-neerlandés de unos 6000 hombres con varios cañones se aproximó desde Orihuela a la parte septentrional de la huerta murciana, donde les esperaban los soldados borbónicos parapetados en las acequias y plantaciones. Siguiendo el plan ideado por el obispo, se abrieron las compuertas de las acequias, inundando la huerta e impidiendo las maniobras de la caballería enemiga. A aquello siguió una refriega con artillería en la casa conocida desde entonces como «del Huerto de las Bombas», que provocó tantas bajas en las filas austracistas que se vieron obligados a retirarse.

La batalla fue magnificada por la propaganda del bando angevino, pero permitió aliviar la presión sobre Murcia y que los partidarios de Felipe V pudieran lanzar una contraofensiva. El virrey Belluga reapareció con fuerzas de refresco y fijó como prioridad la reconquista de Cartagena, motivo por el cual implantó una cadena de puestos de vigilancia a lo largo de las localidades fronterizas con la comarca del Campo de Cartagena, a fin de cortar las comunicaciones terrestres del reducto cartagenero con los núcleos austracistas valencianos. Entre estos núcleos se encontraba ahora Alicante, que había capitulado en septiembre tras haber vuelto a ser cercada en agosto.

El combate

La principal fuente de información acerca de este combate es el número de La Gazeta de Murcia perteneciente al 23 de septiembre de 1706, y que relata una acción bélica ocurrida dos días antes en la localidad de El Albujón, situada a medio camino entre Cartagena y Murcia. Desde antes de la puesta en marcha del bloqueo habían sido comunes los choques de baja intensidad entre partidas de milicianos de ambos bandos, debidas en muchas ocasiones a incursiones como las que practicaban algunas bandas de migueletes valencianos o expediciones de saqueo, como el efectuado en junio en las proximidades de Torre-Pacheco, en el que sólo los borbónicos sufrieron 5 muertos y 10 heridos.

El martes 21 de septiembre salió de Murcia un contingente de 400 soldados de caballería y 200 de infantería, dirigido el escuadrón ecuestre por el comandante Patricio Morán y la compañía de infantes por el cabo José Hernández, de gran popularidad entre la soldadesca por su renombrada actuación en el Huerto de las Bombas dos semanas antes.

El objetivo de este destacamento era entorpecer los trabajos de recogida del trigo, de forma que se estrechara el bloqueo o «cordón», como es referido en La Gazeta. Al llegar a la aldea de El Albujón encontraron a unos 350 soldados austracistas entre caballería e infantería, de los cuales todo el grupo de hombres a caballo se retiró a Cartagena al comprobar la superioridad numérica de los contrarios. La caballería borbónica cargó entonces contra la infantería imperial, que retrocedió y se atrincheró en las casas y la torre del pueblo —de origen andalusí y desaparecida en la actualidad​—. Los felipistas arremetieron contra los defensores de la torre, hasta que éstos se dieron a la fuga sin dejar de ser perseguidos.

Los partidarios del Archiduque, entre los que se encontraban soldados regulares ingleses —los célebres casacas rojas—,​ perdieron toda la unidad de hombres a pie, entre muertos, capturados y huidos. Los prisioneros, cifrados por La Gazeta en al menos 54 personas, fueron llevados a Murcia junto a los bienes que se requisaron en el pueblo, cinco carros de cereal y un gran número de cabezas de ganado. Los angevinos por su parte sufrieron menores bajas que sus adversarios, si bien entre ellas se encontraba la del cabo Hernández.1​

Consecuencias

La consecuencia inmediata del combate fue el repliegue total de las tropas austracistas hacia el interior de las murallas de Cartagena y el comienzo del asedio de la plaza, si bien los choques extramuros continuaron hasta su rendición. Belluga recurrió al reclutamiento de levas en aquellos lugares del reino de Murcia que no se habían visto afectados por la guerra, y sus filas se incrementaron a finales de octubre con la llegada del veterano ejército francés del duque de Berwick y el regimiento de dragones irlandeses del coronel Daniel O'Mahony. Berwick, a la sazón distinguido con el título de Mariscal de Francia, había acudido al Levante en respuesta a las repetidas reclamaciones de ayuda por parte del Obispo al rey Felipe V, ocupando Orihuela y Elche entre los días 8 y 24 de octubre.

Sitiada por 4000 soldados de infantería, 1000 de caballería y un número indeterminado de milicianos, Cartagena resistió hasta la noche del 17 de noviembre de 1706, cuando su gobernador el conde de Galve capituló ante Berwick. La semana anterior se había intensificado el bombardeo sobre la plaza, y cuando se produjo la entrega los mandos borbónicos consintieron a sus subordinados darse al pillaje en la ciudad.

Al día siguiente llegó una flota de socorro enviada por Carlos III, pero rehusó desembarcar los 5000 hombres que traía a bordo al comprobar que había llegado tarde. La Royal Navy, británica desde la firma del Acta de Unión de 1707, siguió merodeando el puerto cartagenero el resto del conflicto, pero no volvió a suponer un peligro serio.

El austracismo dejó de ser materia de preocupación para el reino murciano el 25 de abril de 1707, cuando el duque de Berwick obtiene una aplastante victoria sobre la Gran Alianza en la batalla de Almansa, en la que se destaca una brigada murciana. La batalla significó la apertura del avance sobre los reinos de Valencia y Aragón, que fueron ocupados sucesivamente entre mayo de 1707 y enero de 1708, ante la incapacidad de los aliados de levantar una resistencia entre unos habitantes desmotivados y contrariados por la derogación de las medidas antiseñoriales promulgadas por los maulets. El escenario bélico se trasladaba a Cataluña, último refugio habsburguista en la península ibérica.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Ene 2018 14:01

Batalla de ALMANSA


La batalla de Almansa se produjo durante el conflicto internacional de la Guerra de Sucesión Española el 25 de abril de 1707 en Almansa (actual provincia de Albacete, en los límites entre Valencia, Alicante y Murcia, en España). En el enfrentamiento, las tropas de Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV de Francia), que había sido coronado como Felipe V, mandadas por el duque de Berwick, derrotaron a las del archiduque Carlos de Austria, comandadas por Henri de Massue y el Marqués das Minas. La batalla no fue decisiva para el fin del conflicto internacional, pero sí abrió las puertas hacia el Reino de Valencia. Como consecuencia de esta batalla, el Reino de Valencia fue ocupado por las tropas borbónicas (con mucha resistencia austracista) aunque los fueros quedaron abolidos, junto con los de Aragón, tras la publicación de los Decretos de Nueva Planta.

El ejército austracista contaba con una importante ventaja logística, ya que la superioridad naval angloholandesa le permitía abastecerse por mar sin problemas. La base de operaciones al inicio de la campaña estaba situada en Alicante, donde además se recibieron importantes refuerzos ingleses, el 8 de febrero, antes del inicio de las operaciones militares, llegó al puerto de Alicante una flota inglesa transportando 3 regimientos de dragones y 13 batallones de infantería. El abastecimiento marítimo permitió al ejército austracista salir en campaña a principios de abril, mientras que el ejército borbónico, que había sido forzado a extender sus acuartelamientos de inviernos por una amplia región, no pudo concentrarse para esas fechas.

El plan de operaciones del ejército austracista consistía en atacar Orihuela para amagar un avance sobre Murcia que encubriera su propósito real, que era trasladar el ejército a Aragón y desde allí invadir Navarra para aislar a Felipe V de la ayuda francesa. Se había desechado un avance directo sobre Madrid a través de La Mancha porque el ejército borbónico se hubiera retirado hacia sus bases, acortando sus líneas de abastecimiento y recogiendo refuerzos mientras que los austracistas tendrían que atravesar un territorio devastado por el enemigo en retirada, cada vez más lejos del centro de abastecimiento en Alicante.

El ejército marchó a Castalla y de allí a Fuente La Higuera, donde llegó el 10 de abril, pero allí el general Galway decidió cambiar el plan de operaciones. Había recibido información de lo desperdigado que se hallaba el ejército borbónico y decidió avanzar sobre él antes de que pudiese reunirse y recibir refuerzos. Los austracistas avanzaron sobre Yecla, adonde llegaron el 12 de abril, y después sobre Montealegre del Castillo, llegando el 14 de abril. En ambos casos el ejército bórbonico, todavía insuficientemente preparado, hubo de abandonar las plazas, con importantes depósitos de víveres que permitían a los austracistas abastecerse en su avance. Además, se perdieron buen número de carros del tren de abastecimiento. El duque de Berwick finalmente estableció su campamento en Pétrola, donde comenzaron a llegar refuerzos, y comenzó a organizar su ejército para la campaña.

Mientras tanto, el ejército austracista marchó sobre Villena, que tomó el día 17, pero el castillo, con una guarnición de 150 hombres, se resistió y hubo de ser sometido a asedio formal. El tren de asedio había sido dejado en Valencia a la espera de juntarse al ejército en su marcha prevista hacia Aragón, por lo que se formó una batería de asedio con 6 cañones de campaña, pero fueron incapaces de abrir brecha en las murallas medievales del castillo. Tras 7 días de infructuoso asedio, el 24 de abril los austracistas levantaron el campo. La semana perdida había sido vital para permitir al ejército borbónico recuperarse y organizarse.

Berwick mientras tanto había movido su campamento hacia Almansa, donde tenía un importante depósito de provisiones, calculados en 12.0000 quintal de trigo, y además la llanura permitía pastar a la caballería. El 22 de abril ordenó que un destacamento de 2.000 infantes y 500 jinetes marchara a Ayora para reconquistarla, pues había sido capturada por una partida de miqueletes austracistas. Galway recibió información de este hecho, pero sus informadores exageraron el tamaño del destacamento hasta 8.000 hombres, y además le confirmaron que los refuerzos que se esperaban de Francia en el campo borbónico aún no habían llegado. Todo esto decidió al general inglés a avanzar sobre el enemigo a marchas forzadas esperando encontrarlo en inferioridad numérica y bien obligarlo a combatir o a abandonar el gran depósito de Almansa.

La batalla se inició a las 15.00 horas del 25 de abril. Ambos ejércitos se desplegaron cara a cara a lo largo de 6,5 km. Los aliados, partidarios del Archiduque Carlos, alinearon 42 batallones de infantería, y 60 escuadrones de caballería, de 100 jinetes cada uno, mientras que los borbónicos dispusieron 50 batallones de infantería y 81 escuadrones de caballería, formando ambos ejércitos con dos líneas de profundidad. Paradójicamente la única representación valenciana era el regimiento Valencia -luego rebautizado Jaén- de 300 hombres al mando del coronel Riera en el bando borbónico.

La batalla dio comienzo con el fuego de artillería. Las tropas aliadas, cansadas, en inferioridad numérica y mal dirigidas, rompieron la formación entre el centro y el flanco debido al empuje de la caballería borbónica. La caballería francesa provocó la retirada de las tropas aliadas en el flanco izquierdo, mientras que las tropas de la zona central acabaron por rendirse a las 17.00 horas.

Consecuencias

La batalla de Almansa no fue decisiva para la guerra, pero abrió el camino para la ocupación del Reino de Valencia, aunque no significó la rendición de los austracistas del reino. El ejército borbónico hubo de ir conquistando las poblaciones que se le resistían, como antes el austracista se había visto obligado a hacer con las fieles a Felipe V. Játiva fue la primera ciudad asediada. El 6 de junio de 1707 se rendía la ciudad, tras lo cual, el día 19, fue incendiada por orden del rey Felipe V. Posteriormente se le cambió el nombre por el de San Felipe y se procedió a su repoblación por personas fieles a la causa borbónica (en la actualidad se conserva un cuadro de Felipe V en el Museo Municipal de Játiva colgado boca abajo desde 1940 en señal de condena por el incendio de la ciudad).5​ Más tarde lo fueron, también con gran oposición, Alcoy, Denia y Alicante.

La ocupación del Reino de Valencia continuó a pesar de la oposición austracista. El Archiduque llegó a liberar al líder austracista Juan Bautista Basset (que había sido encarcelado por sus políticas favorables al campesinado y opuestas a los privilegios nobiliarios), a fin de organizar las pocas fuerzas fieles a los austracistas, sin conseguir frenar el avance borbónico. Tras la conquista del Reino de Valencia, tan sólo Cataluña y las Islas Baleares continuaron apoyando la causa austracista.

En la actual Comunidad Valenciana todavía pervive el dicho: «Quan el mal ve d'Almansa, a tots alcança» (Cuando el mal viene de Almansa, a todos alcanza), o «De ponent, ni vent ni gent» (De poniente, ni viento ni gente), recordando esta derrota.

Existe un álbum del grupo valenciano Al Tall titulado Quan el mal ve d'Almansa..., grabado en 1979, que narra hechos significativos de este episodio de la historia valenciana. ​En 2007, con motivo del 300 aniversario de la batalla, se realizaron diversas actividades y manifestaciones.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Ene 2018 14:04

Batalla de ALMENAR 1.710


La batalla de Almenar tuvo lugar el 27 de julio de 1710 durante la Guerra de Sucesión Española, en el marco de la última ofensiva de los partidarios del archiduque Carlos contra las tropas de Felipe V de España.

El ejército internacional formado por tropas austriacas, británicas y holandesas, y acompañados de tropas valenciano-catalanas favorables al archiduque Carlos, dirigidas por el príncipe austríaco Guido von Starhemberg y del inglés James Stanhope, derrotó al ejército borbónico al mando del Marqués de Villadarias. La batalla fue una victoria decisiva que permitió organizar la última contraofensiva austracista, obligando al ejército borbónico a abandonar Cataluña para ser derrotado más tarde en Zaragoza.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Ene 2018 14:20

Masacre de APALACHE


La llamada masacre de Apalache consistió en una serie de incursiones por parte de los colonos ingleses de la provincia de Carolina y sus aliados indígenas contra una población mayoritariamente pacífica de indios apalaches en el norte de la Florida española, que tuvieron lugar durante la Guerra de la reina Ana en 1704. Una floreciente red de misiones fue destruida con una limitada resistencia española e india, la mayoría de la población fue asesinada, capturada, huyó a los grandes puestos de avanzada españoles y franceses o se unió voluntariamente a los ingleses.

El único enfrentamiento bélico importante de la expedición del exgobernador de Carolina, James Moore, fue la batalla de Ayubale, que marcó la única resistencia a gran escala a las incursiones inglesas. Un número importante de apalaches, descontentos con las condiciones en que vivían bajo el dominio de los españoles, simplemente abandonaron sus pueblos y se unieron a la expedición de Moore. Fueron reubicados cerca de los ríos Savannah y Ocmulgee, donde las condiciones eran solo un poco mejores.

La expedición de asalto de Moore fue precedida y seguida por otras actividades similares que se llevaron a cabo principalmente por los creek, que eran aliados de los ingleses. El efecto acumulativo de estas incursiones, que fueron realizadas entre 1702 y 1709, fue despoblar la Florida española más allá de los límites inmediatos de San Agustín o Pensacola.

Los esfuerzos ingleses y españoles por colonizar el sudeste de América del Norte comenzaron a convertirse en un conflicto a mediados del siglo XVII. Cuando los ingleses fundaron Charles Town —actualmente Charleston, Carolina del Sur— en 1670, en la recién creada provincia de Carolina —1663—, aumentaron las tensiones con los españoles de la Florida.​ Comerciantes, asaltantes y esclavistas de la nueva provincia penetraron en territorio español, lo que dio lugar a incursiones y expediciones de represalia por ambas partes.​ En 1700, el gobernador de Carolina, Joseph Blake, amenazó a los españoles afirmando que las pretensiones inglesas sobre Pensacola, establecida por los españoles en 1698, serían reforzadas.​ La muerte de Blake, más tarde ese año, interrumpió esos planes. Sería reemplazado por James Moore en 1702.

La Florida

En ese momento la población española de la Florida era bastante pequeña comparada con la de las cercanas colonias inglesas. Desde su fundación en el siglo XVI, los españoles habían creado una red de misiones cuyo objetivo principal era pacificar a la población indígena local y convertirla al catolicismo. En la provincia de Apalache —que corresponde más o menos en la actualidad al oeste de Florida y el suroeste de Georgia— había 14 comunidades misioneras con una población que alcanzó en 1680 un total de cerca de 8000 personas. Muchas de estas comunidades, pero no todas, fueron pobladas por los apalaches, mientras que algunas otras fueron habitadas por diferentes tribus que habían emigrado hacia el sur hasta llegar a esta zona. A principios del siglo XVIII, Apalache se había convertido en una importante fuente de alimentos para las ciudades de San Agustín y Pensacola, que estaban situadas cerca de tierras que no eran apropiadas para la agricultura.

Los pobladores nativos de la Florida no estaban del todo contentos con el dominio español; habían surgido varios levantamientos contra los españoles en el siglo XVII.​ Posiblemente eran debidos a que los indios a menudo eran forzados a trabajar para las guarniciones militares españolas y los propietarios de las plantaciones, lo que incluía transportar mercancías a San Agustín, que estaba a unos 160 kilómetros de distancia. Estas políticas y el maltrato por parte de los colonizadores españoles llevaron a algunos apalaches a huir con los ingleses a Carolina.9​ La normativa española también prohibía a los indígenas la posesión de mosquetes y esto los volvía dependientes de la protección de los españoles para defenderse de los creek, que estaban armados por los ingleses.

Incursiones antes de 1704


La noticia de que la Guerra de Sucesión Española —conocida en América del Norte como la Guerra de la reina Ana— se había ampliado para incluir a Inglaterra, llegó a Carolina en septiembre de 1702. Ese mismo mes, el gobernador Moore convenció a la asamblea provincial de que financiara una expedición contra San Agustín.​ La expedición resultó un fracaso y los gastos que causó produjeron disturbios en Charles Town. Sin embargo, durante la expedición a San Agustín, Moore y sus hombres destruyeron las comunidades misioneras españolas situadas en la costa de la provincia de Guale —la actual costa de Georgia—.​ Después de los sucesos, el gobernador de Florida, Joseph de Zúñiga y Zerda, ordenó al resto de los españoles en las misiones de Apalache y de la provincia de Timucua que se agruparan con propósitos defensivos. Las misiones en la provincia de Mocama se congregaron al sur del río St. Johns y las de Timucua en San Francisco de Potano. A principios de 1703, los creek atacaron San José de Ocuya y San Francisco de Potano y también asaltaron Patali o Piritiba. Es posible que más de 500 indios fueran esclavizados como resultado de estas incursiones.

Ayubale

En 1703, el exgobernador Moore presentó a la asamblea de Carolina y al gobernador que le había sucedido, Nathaniel Johnson, un plan para una expedición contra los pueblos españoles de la provincia de Apalache.​ Pometió que a diferencia de la expedición a San Agustín, los colonos no pagarían por nada; esperaba recuperar los gastos consiguiendo un botín y esclavos.​ El 7 de septiembre de 1703, la asamblea de Carolina aprobó el plan y le pidió a Moore proceder «a la asistencia de los cowetaws y nuestros otros indios amigos y atacar a los apalaches». Después de reclutar a 50 colonos, viajó hacia el curso superior del río Ocmulgee, donde alistó 1000 indios creek para usarlos en contra de sus enemigos tradicionales.​

El 25 de enero de 1704, la fuerza de Moore llegó a Ayubale, una de las comunidades misioneras más grandes de Apalache. Si bien la mayoría de los creek asaltaron los pueblos de los alrededores, Moore con la mayor parte de los blancos y 15 creek se dirigió hacia Ayubale alrededor de las 7:00 a. m. La única resistencia fue organizada por el padre Ángel Miranda, quien se refugió en el recinto de la iglesia de la ciudad, que estaba rodeado por un muro de barro. Con 26 hombres mantuvo a raya exitosamente a los ingleses durante nueve horas y solo se rindió, junto a sus hombres y 58 mujeres y niños, después de que se quedaran sin flechas.​ Según una versión española, Miranda y sus seguidores se sometieron a la misericordia de Moore. De acuerdo a esta versión —pero aparentemente no a otras, véase más adelante— fue asesinado de inmediato a sangre fría por los indios aliados de Moore y algunos de sus seguidores fueron torturados y asesinados.

Los rumores del ataque llegaron a San Luis de Apalache, alrededor de 39 kilómetros al sur de Ayubale, donde el capitán Juan Ruiz de Mexía reunió una fuerza de 400 apalaches y 30 miembros de la caballería española.​ Esta fuerza alcanzó a Moore en Ayubale y fue derrotada de manera decisiva. Más de 200 apalaches fueron asesinados o capturados, tres españoles murieron y ocho fueron capturados, con Mexía entre ellos. Hay pruebas de que durante el encuentro, hasta 50 apalaches se unieron a los ingleses contra las fuerzas españolas.​ Moore consideró atacar el fuerte de San Luis, pero su fuerza había sufrido un importante número de heridos, por lo que se optó por un intento de extorsión. Algunos de los prisioneros españoles lograron escapar, por lo que liberó a Miranda, Mexía y otros para que fueran a San Luis, con la esperanza de que el comandante de la guarnición pagaría un rescate por los prisioneros.​ Sin embargo, el comandante de la guarnición se negó a pagar.

Incursiones adicionales en Apalache

Después de la batalla en Ayubale, Moore siguió su marcha por Apalache. El pueblo de San Lorenzo de Ivitachuco sobrevivió porque su líder entregó los ornamentos de oro de su iglesia y una caravana de provisiones. Moore se movió despacio, ya que muchos de los apalaches al parecer querían marcharse con los ingleses. Según su informe, la mayoría de los habitantes de siete comunidades se unieron a su marcha voluntariamente.​

En el informe de Moore de la expedición afirmó haber matado a más de 1100 hombres, mujeres y niños. También declaró que «mandó al exilio» a 300 y «capturó como esclavos» a más de 4300 personas, la mayoría mujeres y niños.​ Las únicas misiones importantes que sobrevivieron en Apalache fueron San Luis y San Lorenzo de Ivitachuco. Los españoles al principio intentaron fortalecer estas plazas, pero finalmente juzgaron que eran indefendibles y las abandonaron. Los sobrevivientes se agruparon en Abosaya, al este de San Francisco de Potano.

James Moore no identificó por su nombre los lugares que destruyó. El historiador Mark Boyd analizó fuentes inglesas y españolas que documentan las misiones y los efectos de la incursión de Moore. De acuerdo a su análisis,​ las siguientes misiones son las que más probablemente fueron destruidas:

La Concepción de Ayubale
San Francisco de Oconi
San Antonio de Bacqua
San Martín de Tomole
Santa Cruz y San Pedro de Alcántara de Ychuntafun

Las autoridades españolas en San Agustín y Pensacola movilizaron sus escasas fuerzas, pero no volvieron a Ayubale hasta después de que la fuerza de Moore claramente había dejado la zona. Enterraron a los cristianos muertos, muchos de los cuales se reportó que exhibían pruebas de tortura.​ A pesar de las pérdidas, no abandonaron o agruparon de inmediato las misiones hasta que se llevaron a cabo más incursiones, tras lo cual, los desmoralizados apalaches sobrevivientes insistieron en que se retiraban a Pensacola o se pasaban al lado inglés.

Incursiones posteriores

A raíz de las incursiones de Moore se realizaron otros asaltos en el norte de Florida, ejecutados principalmente por los creek. En agosto de 1704 los creek destruyeron las misiones yustacanas30​ de San Pedro y San Mateo y un año más tarde atacaron a los apalaches en Abosaya. Al mes siguiente, nuevos ataques contra Abosaya persuadieron a los sobrevivientes a huir a San Agustín. En la primavera de 1706, los creek sitiaron San Francisco de Potano y atacaron el rancho La Chua cerca de Abosaya, lo que trajo como consecuencia que ambos fueran abandonados y Timucua quedó casi despoblada para mayo de 1706.​

De acuerdo con John Hamm, especialista en estudios apalaches, entre los ataques de Moore y estos últimos, 2000 indios se fueron al exilio y un número indeterminado fueron esclavizados.​ El gobernador francés de Mobile, Jean-Baptiste Le Moyne de Bienville, escribió que los ataques en la zona de Florida provocaron la muerte de 2000 apalaches y la captura de 32 españoles, 17 de los cuales fueron quemados vivos. A finales de 1706, la presencia española en la Florida se había reducido a San Agustín y Pensacola.​

[b]Consecuencias[/b]

Todo [esto] lo he hecho con la pérdida de 4 blancos y 15 indios y sin que costara un centavo a los ciudadanos. Antes de esta expedición, estabamos más temerosos de que nos pudieran dañar por tierra los españoles de Apalache y sus indios en conjunción con los franceses de Mississippi y sus indios, que de todas las fuerzas del enemigo por mar. Esto los inhabilita totalmente para intentar algo en contra de nosotros por tierra.

Reporte de James Moore.

Muchos sobrevivientes huyeron hacia el oeste y se establecieron cerca del puesto de la avanzada colonial francesa en Mobile, mientras que otros terminaron cerca de San Agustín o Pensacola.​ Bienville informó que alrededor de 600 refugiados se asentaron cerca de Mobile. Los apalaches capturados por Moore fueron reasentados a lo largo del río Savannah o entre los creek en el río Ocmulgee.​ Los refugiados apalaches que se establecieron en estas áreas a menudo fueron hostigados por esclavistas; en algunos casos, los indios tomados como esclavos fueron liberados después de que se protestaba ante las autoridades de Carolina.

Los españoles respondieron a los ataques fomentando las incursiones corsarias contra las plantaciones situadas en los litorales de Carolina. En los años siguientes, los colonos ingleses siguieron atacando los intereses españoles y franceses en la Florida y en las costas del golfo de México, pero nunca fueron capaces de capturar San Agustín, Pensacola o Mobile, los principales asentamientos españoles y franceses. Pensacola fue sitiada dos veces por las fuerzas creek en 1707, al parecer con el apoyo de los colonos ingleses.​ Los indios, abastecidos por los ingleses, también hicieron incursiones en territorios dominados por los franceses en el oeste, pero las intenciones de los ingleses de asaltar Mobile, nunca llegaron más allá de la etapa de planificación, si bien hubo una incursión en un pueblo indio cerca de Mobile en 1709.

Historiografía

Debido en parte a que la información primaria sobre estas incursiones es fragmentaria, confusa y contradictoria, los historiadores han dado algunas veces versiones muy diferentes del número de indios que fueron esclavizados. Aunque James Moore afirmó en su informe que un gran número de apalaches fueron reducidos a la esclavitud, los historiadores modernos creen que una parte significativa de las personas reasentadas por Moore fueron con él voluntariamente y no eran esclavos realmente. Vernon Crane, en The Southern Frontier, 1670–1732, publicado originalmente en 1929, acepta sin crítica los números de Moore, pero Edward McCrady, historiador de Carolina del Sur del siglo XIX, menciona que solo 1400 apalaches fueron capturados, de los cuales solo 100 fueron convertidos en esclavos. El historiador Allan Gallay, en un análisis moderno, opina que solamente las incursiones de 1704 dieron lugar a la esclavitud de entre 2000 y 4000 indios.

Las opiniones difieren también en cuanto al destino a largo plazo de los indios que voluntariamente se fueron con Moore. Los censos de los asentamientos del río Savannah de 1715 cuentan menos de 650 apalaches; Allan Gallay considera que el resto probablemente fueron vendidos como esclavos. Sin embargo, James Covington cree que se debió a una combinación de factores: además de la esclavización de los reasentados, las enfermedades, los matrimonios mixtos con otras tribus y la migración a otras comunidades fueron responsables de la diferencia.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Ene 2018 19:51

Batalla naval de BARU


La batalla de Barú fue un combate naval en la península de Barú acaecida el 8 de junio de 1708. Se desarrolló frente a las costas del actual caribe colombiano cerca a Cartagena de Indias, entre una flota del Imperio español y una escuadra británica.


La batalla de Barú, está enmarcada en la guerra de Sucesión Española (1701–1713), donde un bloque formado por los borbónicos, Francia, Baviera y la España fiel a Felipe V, se enfrentó a otro bloque de naciones compuesto por los austracistas, Prusia, Sacro Imperio, Austria, españoles fieles al archiduque Carlos, Provincias Unidas, Saboya, Reino Unido y Portugal.

El combate marca la definitiva caída de los galeones como naves predominantes en los océanos, siendo ya anticuados ante los poderosos navíos de línea construidos por los británicos.

La Real Armada Española contaba para 1699 con la flota de Galeones a Tierra Firme, con los dos últimos navíos de este tipo: el San José y el San Joaquín, que llegan a Cartagena de Indias el 27 de abril de 1706 provenientes de Cádiz.

Tras las Ferias de Portobelo que fueron organizadas por el virrey del Perú para celebrar su propia llegada a las Américas, el 28 de mayo de 1708, el general José Fernández de Santillán, conde de Casa Alegre zarpó con la flota de 20 naves hacia Cartagena de Indias para su mantenimiento antes de su partida hacia Europa.

Los españoles no se quedaron a la zaga en precauciones defensivas. Durante tres meses estuvieron cargando el San José, cambiaron de cargueros periódicamente; y mantuvieron durante y después de la faena aislados a los estibadores.

Su intención era tomar rumbo hacia La Habana y posteriormente a España antes de que comenzara la temporada de huracanes en el Caribe.

La escuadra del conde de Casa Alegre estaba compuesta por once mercantes y siete unidades de combate, además del aviso Vizcaíno, el San José y el Ntra. Sra. de las Mercedes. Se esperaba además que la escuadra francesa de Ducasse le diera escolta desde La Habana.

Por su parte, Inglaterra sabía que durante 6 años el Imperio español no había recibido ni un peso de sus colonias, así que despliegan doce navíos por los sitios estratégicos por donde, se suponía, debía pasar la flota española con los tesoros. El comodoro inglés Charles Wager tenía conocimiento de que la flota del conde de Casa Alegre había zarpado de Portobelo. Así que se puso a la mar el 6 de abril de 1708, patrullando la zona comprendida entre las islas del Rosario y los bajos de Salmedina.

El gobernador de Cartagena José de Zúñiga, se percató de la situación y envió a Portobelo embarcaciones para informar sobre los movimientos de la escuadra británica.

Flota británica

La flota de Wager estaba compuesta por los navíos: HMS Expedition, armado con 74 cañones y nave capitana; el HMS Kingston con 60 cañones, al mando del Capitán Simon 'Timothy' Bridge; el HMS Portland con 50 cañones siendo su capitán Edward Windsor y el brulote Vulture, con 8 cañones mandado por el capitán B. Crooke.

Flota española

La escuadra española estaba compuesta por los galeones San José y San Joaquín ambos de 64 cañones y con un desplazamiento de 1200 toneladas, el navío mercante Santa Cruz armado con 44 cañones, la urca Nuestra Señora de la Concepción con 40 cañones, el patache Nuestra Señora del Carmen armado con 24 cañones, y las fragatas francesas Le Mieta y Saint Esprit, con 34 y 32 cañones respectivamente.

La batalla

En la noche de luna llena del 7 de junio de 1708, el conde de Casa Alegre comandante de la flota española decide anclar cerca a las Islas Corales del Rosario, a unas veinte leguas de la bahía de Cartagena. Al día siguiente la escuadra de Wager lentamente se dirige hacia la flota española, a las tres de la tarde del 8 de junio, cada buque tiene a su tripulación en el puesto de combate.

El San José en el centro de la formación está escoltado en proa por la fragata francesa Saint Esprit y la urca Concepción. A popa estaban situados el patache Carmen, el aviso Vizcaíno, y la fragata francesa Le Mieta, cerrando la formación estaba en retaguardia el galeón San Joaquín. Los mercantes se encontraban en sotavento, mientras el Santa Cruz comandado por Nicolás de la Rosa, conde de la Vega Florida, se situaba en vanguardia.

Hacia la cinco de la tarde, el comodoro inglés da la orden de atacar a los españoles, el Kingston abrió fuego contra el San Joaquín destrozando la verga del palo mayor, lo que le restó velocidad, sin embargo es defendido heroicamente por la urca Concepción y el Saint Esprit, lo que le permite escapar.

Wager cree que el tesoro está repartido en los 3 navíos más grandes, así que el HMS Expedition toma rumbo directo al galeón San José para abordarlo abriéndose paso a cañonazos.

El Expedition, a unos 300 metros de su objetivo, le dispara al velamen y al timón, pero el navío español responde al fuego con los cañones de estribor. Los británicos siguen disparándole ante la mala puntería del San José, pero faltando sólo 60 metros para iniciarse el abordaje, cerca de las siete y media de la noche, el San José estalla en miles de pedazos, dañando también a su enemigo. Los ingleses atónitos ven como su botín se pierde en las aguas y hundiéndose hasta los 210 metros de profundidad. De las cerca 600 personas embarcadas del San José solo se salvaron 11, que fueron recogidas por un bote inglés.

Wager entiende que no puede irse con las manos vacías, así que a las 2:00 a.m. va en busca de otro buque español, lo atacan con toda su artillería, creyendo que era el San Joaquín, los otros dos navíos ingleses se unen a la carnicería pero cuando lo abordan se dan cuenta que era el Santa Cruz; no encontraron tesoros y solo se apoderaron de las pertenencias de los 300 particulares que se encontraban a bordo. Los ingleses manifestaron que en la captura del buque español perecieron 14 ingleses y 90 españoles.

El comodoro Wager ante los severos daños del HMS Expedition, ordena que el HMS Kingston y el HMS Portland persigan y traten de capturar al galeón San Joaquín que había retirado del combate por los daños en velas y jarcia, y hacia las 3:00 a.m. ya navegaba solo; sin embargo, no logran su cometido a pesar de haberle asestado algunos cañonazos a las dos de la tarde del 10 de junio en los bajos de Salmedina cerca a Cartagena. Los ingleses terminan la persecución cuando el almirante Miguel Agustín de Villanueva comandante del San Joaquín logra poner a salvo a su navío bajo las baterías del fuerte de Bocachica.

Consecuencias

La batalla de Barú fue uno de los combates navales decisivos en el plano táctico y en la construcción de barcos, demostrando que los galeones eran anticuados ante los navíos de línea construidos por los británicos. El galeón en el siglo XVIII comenzó a ser reemplazado por buques más eficientes y especializados, sin embargo los galeones siguieron siendo la columna vertebral de las flotas españolas durante varias décadas debido a la restricción por parte del Imperio español en cuanto a la adquisición de nuevas ideas en la construcción naval.

En diciembre del 2015 el gobierno colombiano anunció el hallazgo del galeón San José.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Ene 2018 21:51

Batalla de LA ALBUERA 1.479

La Batalla de la Albuera, o Albuhera de Mérida, fue una confrontación militar ocurrida el 24 de febrero de 1479, entre una fuerza castellana leal a la reina Isabel I de Castilla y una fuerza portuguesa enviada por Alfonso V de Portugal en las cercanías de la ciudad de Mérida.​ Esta sería la última batalla de la Guerra de Sucesión Castellana, donde la victoria isabelina no logró impedir que el grueso de la fuerza portuguesa alcanzase su objetivo estratégico de reforzar y mantener las ciudades extremeñas de Mérida y Medellín. Las tropas leales a Isabel La Católica al mando de Luis Portocarrero, sitiaron las dos plazas, pero sus guarniciones, fundamentalmente portuguesas, resistieron con éxito hasta el tratado de paz de Alcáçovas.

Tras la indecisa Batalla de Toro (1476),​ cuyas consecuencias políticas fueron aprovechadas por los Reyes Católicos, las confrontaciones terrestres llegaron a un punto muerto, ya que las fuerzas portuguesas tuvieron que retirarse de la campaña militar en Castilla, mientras que las fuerzas isabelinas aún tenían que someter ciudades castellanas ocupadas como Zamora, Toro o Cantalapiedra.

Por su parte, los castellanos también atacaron el território português, donde conquistaron -y luego perdieron- las plazas fuertes de Ouguela (1475), Noudar (1475) y Alegrete (1476), mientras un ejército al mando de Alonso de Cardenas, maestre de la Orden de Santiago y futuro comandante de las tropas castellanas en la batalla de La Albuera, invadió Portugal, siendo derrotado en la Batalla de Mourão (1477)

Además, numerosos nobles castellanos que defendían la causa de Alfonso V de Portugal fueron desposeídos de sus títulos y sus tierras, entre ellas los Pacheco.

La Guerra de Sucesión Castellana enfrentó a los partidarios de Isabel I frente a los de Juana apodada La Beltraneja. A Dª Beatriz Pachecho, Condesa de Medellín, se le exigió tanto la entrega del Señorío de Medellín como de la Encomienda de Mérida, las cuales recaerían en su hijo de 5 años. La Condesa, negándose a aceptar la pérdida de sus posesiones, encerró a su hijo en el Castillo de Medellín y se alió con una causa que ya simpatizaba desde hacía tiempo, pidiendo auxilio al rey portugués. Éste respondió con la ayuda de un cuerpo de caballeros bajo el mando de García de Meneses, Obispo de Évora, cuyo objetivo era reforzar las plazas fuertes de Mérida y Medellín, ahora contrarios a Isabel.

Por otra parte, Alfonso de Monroy, también conocido como el Clavero de Alcántara, aliado de la Condesa, se unió a esta fuerza debido a la negación, por parte de los Reyes Católicos, de la maestría de la Orden de Alcántara.

Los Reyes Católicos se encontraban por entonces en tierras extremeñas. El 8 de enero de 1479, en Guadalupe (Cáceres), realizando el acto de perdón al Obispo de Toledo D. Alonso Carrillo, el cual se había levantado contra la causa isabelina, y el 22 de ese mismo mes en Trujillo, donde establecieron la Corte para atender la guerra contra Portugal, además de firmar la paz con Francia.

Expedición portuguesa de socorro

Las fuerzas de la Condesa rebelde se unieron al Maestre de la Orden de Alcántara, D. Juan de Zúñiga y ocuparon numerosos castillos extremeños como Montánchez, Castilnovo, Magacela, Deleitosa, Benguerencia y Almorchón, además del propio castillo de Medellín.

Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán, tuvo en esta batalla su "bautismo de sangre" al ser la primera batalla en la que participaría. Tras la pérdida de estas plazas, los Reyes Católicos encomiendan al Maestre de la Orden de Santiago, D. Alonso de Cárdenas, interceptar la marcha de los portugueses del Obispo de Évora hacia Mérida y Medellín para impedir su unión con los rebeldes de la condesa.

La batalla

Junto al arroyo Albuhera, en las cercanías del Embalse romano de Proserpina, se encontraban las fuerzas isabelinas, siendo descubiertas por Monroy. Sin embargo, tal como rezan las crónicas, la fuerza de la crecida del arroyo, debido a las lluvias invernales de la época, le impidieron comunicarle la posición al Obispo de Évora, pudiendo por tanto el ejército isabelino no perder el factor sorpresa y mantener la ventaja táctica.

La lucha duró alrededor de 3 horas, desarrollándose como un típico combate medieval:​ choque frontal de la caballería seguido de combates personales, con escasez de bajas. Al final de la batalla, las fuerzas portuguesas huyeron del lugar, confirmando su derrota. El Obispo de Évora, aunque fue capturado, logró huir junto a su captor al lograr sobornarlo.

Debido al escaso número de combatientes y pérdidas, Luis Suárez Fernández, uno de los más destacados medievelistas españoles, describe el combate de la Albuera como una simple escaramuza de poca importancia.

Consecuencias

Tras la derrota, las fuerzas portuguesas se reagruparon en Mérida, y continuaron hasta Medellín, logrando cumplir su objetivo de reforzar ambas plazas; siendo sitiadas posteriormente por las fuerzas isabelinas de Luis Portocarrero, resistieron exitosamente hasta la firma del tratado de paz de Alcáçovas:​ Mérida y Medellín sólo aceptaron abrir sus puertas, respectivamente, ocho y diez días después de firmado el tratado que garantizaba que no habría represalias.

Las tropas de los reyes católicos recapturaron el resto de fortalezas en manos de castellanos rebeldes, pero los portugueses mantuvieron algunas plazas castellanas tomadas u ocupadas (Azagala, Tuy, y Ferrera),​ lo que aumentaría su poder negocial en las conversaciones de paz.

Tras el combate de La Albuera, las hostilidades continuaron durante medio año más (teniendo como telón de fondo las negociaciones de paz) con la defensa de las plazas fuertes que los portugueses tenían en Extremadura y con la guerra naval y colonial, que terminaria com victoria portuguesa.

El 4 de septiembre de 1479 fue firmado el tratado de paz de Alcáçovas, que puso fin a la guerra.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Ene 2018 21:57

Batalla de BRIHUEGA 1.710

La batalla de Brihuega tuvo lugar el 8 de diciembre de 1710 durante la Guerra de Sucesión Española. La retaguardia del ejército aliado que se retiraba de Madrid, compuesta por las tropas británicas lideradas por Lord James Stanhope, fue atacada y derrotada por el ejército franco-español al mando de Luis José de Borbón, Duque de Vendôme.

Stanhope se rindió junto con casi todos sus hombres supervivientes y fue hecho prisionero. Sólo un pequeño destacamento inglés logró llegar a Barcelona, y tras la subsiguiente batalla de Villaviciosa, la alianza formada alrededor de la Casa de Habsburgo empezó a derrumbarse.

Tras las victorias de Almenar (27 de julio) y Zaragoza (20 de agosto), los aliados, partidarios del Archiduque Carlos, conquistaron Madrid por segunda vez: el 21 de septiembre el Archiduque entraba en la ciudad.

Pero la invasión de 1710 resultó ser una repetición de la de 1706. El ejército aliado, que contaba inicialmente con 23 000 hombres, sufrió unas 2000 bajas entre muertos y heridos tras las batallas de Almenar y Zaragoza; las enfermedades y las acciones guerrilleras rebajaron aún más su número, de forma que la fuerza resultante, sin ayuda portuguesa, era totalmente incapaz de ocupar militarmente ambas Castillas.

Las tropas españolas se reorganizaron bajo el mando de Luis José de Borbón, Duque de Vendôme, enviado a las órdenes de Felipe V de España por su abuelo; a estas se sumaron los soldados de la Brigada Irlandesa, así como varios franceses que se alistaron al servicio de España.

La posición de los aliados en Madrid, evacuada por casi toda la población civil exceptuando a los sectores más pobres, era insostenible. El 9 de noviembre procedieron a abandonar la ciudad, iniciando su retirada hacia Cataluña. El Archiduque se adelantó al resto del ejército junto con 2000 jinetes, llegando a Barcelona a marchas forzadas. El resto del ejército avanzó separado en dos grupos debido a las dificultades para aprovisionar a las fuerzas sobre el terreno si se mantenían unidas.

El general Starhemberg lideraba el cuerpo principal, de unos 12 000 hombres, avanzando a un día de marcha de las tropas británicas, unos 5000 hombres a las órdenes de James Stanhope, Primer conde de Stanhope. Semejante distribución era una invitación al desastre contra un general tan capaz como Vendôme.

La batalla

Enterado del inicio de la retirada, Vendôme partió de Talavera con el grueso de las fuerzas bajo su mando, algo más de 20.000 hombres según todas las fuentes, y comenzó la persecución del ejército aliado en retirada, con sorprendente velocidad e intensidad. Las tropas marcharon día y noche, cruzando a nado y en barcazas el río Henares, y en tan sólo unos días atrapó al pequeño grupo de retaguardia inglés liderado por Stanhope. Este, ignorante de la acelerada aproximación del ejército franco-español, había decidido detenerse en Brihuega para dar un descanso a las tropas, y llevaba dos días acantonado en dicho pueblo.

"Nadie de los que me acompañaban", dijo posteriormente el general inglés, "imaginó que hubiera tropas enemigas a menos de varios días de marcha de nosotros, y nuestra desgracia vino causada por la increíble diligencia con la que el ejército enemigo avanzó." Pillado casi por sorpresa, Stanhope apenas tuvo tiempo de enviar un mensajero al grueso de su propio ejército, que se encontraba casi a un día de marcha de Brihuega, antes de que Vendôme y sus hombres le alcanzaran la noche del 8 de diciembre. Las tropas británicas se atrincheraron en el pueblo, esperando poder resistir hasta que llegara la ayuda, mientras el ejército franco-español, superior en una proporción de más de 5 a 1, les rodeaba casi por completo.

A la mañana siguiente se lanzó el asalto por todos los frentes. Las murallas fueron batidas con fuego de artillería, y una batería logró hacer saltar la puerta de la ciudad. En el asalto subsiguiente, los soldados ingleses mantuvieron un fuego graneado sobre los atacantes, causándoles tremendas bajas, y defendiéndose a la bayoneta al agotar la pólvora. Tras repeler varias oleadas, y consciente de que la defensa era ya imposible, Stanhope negoció la rendición, y la tarde del 9 de diciembre los supervivientes de su grupo se rendían en términos honorables.

Resultado

Al poco de haber firmado las condiciones de capitulación, Vendôme recibió noticias de la aproximación de Guido Starhemberg al mando del resto del ejército aliado, en un intento de auxiliar a Stanhope. Acto seguido procedió a encaminarse a Villaviciosa de Tajuña, donde se les enfrentó al día siguiente, 10 de diciembre, en la que sería llamada batalla de Villaviciosa.

Los soldados ingleses no permanecieron durante mucho tiempo como prisioneros de guerra; en octubre de 1711 fueron canjeados y llevados de vuelta a Inglaterra.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 28 Ene 2018 00:04

Batalla del Cabo de la Roca


La Batalla del cabo de la Roca fue un enfrentamiento naval enmarcado dentro de la Guerra de Sucesión Española y que tuvo lugar el 22 de mayo de 1703. En la batalla se enfrentaron un convoy con escolta, comandado por Roemer Vlacq y perteneciente a las Provincias Unidas de los Países Bajos, y un escuadrón naval francés, en el iban encuadradas naves españolas bajo las órdenes de Alain Emmanuel de Coëtlogon. La batalla se saldó con una victoria francesa.

Esta batalla es nombrada a veces la "Batalla de la Bahía de Vizcaya", pero es geográficamente incorrecto, pues el Cabo da Roca está situado al sur de Portugal.


Durante la Guerra de Sucesión Española, las flotas españolas y francesas no podían hacer frente a la poderosa flota aliada anglo-neerlandesa, por lo que se incrementaron las acciones de los corsarios. Esta situación obligó a ingleses y holandeses a proteger sus barcos mercantes organizando convoyes con escolta.

El 21 de mayo de 1703, una gran flota mercante aliada formada por 110 buques cargados principalmente con sal, pero también con vino, azúcar y otras mercancías, abandonaron Lisboa escoltados por cinco barcos de guerra holandeses. La escolta estaba formada por:

3 navíos de línea: Muiderberg de 50 cañones, Gaesterland de 46 y Schermerde 48.
2 fragatas: Rotterdam con 34 cañones y Rozendaal con 36.
El convoy estaba al mando del capitán Roemer Vlacq, quien iba a bordo del Muiderberg.

Al día siguiente, el 22 de mayo, cerca del Cabo da Roca el convoy se encontró con el escuadrón francés del marqués de Coëtlogon, compuesto por cinco navíos de línea: Le Vainqueur, de 88 cañones, Le Monarque, de 86, L'Éole, de 64, L'Orgueilleux, de 80 y La Couronne de 82 cañones. En general los barcos franceses eran mejores y estaban más artillados que los navíos aliados.

La batalla

Vlacq, después de hacer señales a los mercantes para que emprendieran la huida, formó una línea con sus barcos para cubrir a la flota en su retirada y enfrentarse a los franceses. Los holandeses lucharon valientemente, pero los franceses eran muy superiores y barco tras barco fueron capitulando.

Roemer Vlacq en el Muiderberg peleó hasta que la mitad de su tripulación estuvo muerta o herida. El capitán perdió un brazo y parte del hombro, pero sólo se rindió cuando el palo mayor cayó y el barco estaba a punto de hundirse. Los supervivientes fueron evacuados antes de que el Muiderberg prendiera fuego y se hundiera.

A pesar de ser una incontestable victoria para los franceses, la tenaz resistencia de Vlacq propició que el convoy mercante llegara intacto a su destino, por lo que la derrota naval, a la postre, tuvo escasa repercusión en la causa de la Segunda Gran Alinza.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.


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